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domingo, 23 de octubre de 2016

* Patrocinio Navarro; Gnosis espontánea *

***Hermosa noche de Domingo para todos.
Me place enormemente hallar en éstos tiempos a personas con las cuales puedo coincidir y muchos también.
Yo siento que la Gnosis está llegando ahora como nunca antes en la historia post-cristiana, o mejor dicho post-católica.

Cuando pienso en ese maravilloso libro, el Nag Hammadi, que volvió a ver la luz del Sol en el año 1945 después de permanecer oculto alrededor de 1.900 años en una vasija, pienso que las cosas han de llegar en el momento adecuado, y el estado actual de la humanidad tal vez sea el propicio para que tantísimas personas conozcan la Gnosis, y ojo que hablo de la Gnosis original, no de la que es usada como siempre por los mercaderes de la pseudo-espiritualidad.

Y es que ser Gnóstico no se circunscribe a un fanatismo o a un selcto grupo de gente hermética y misteriosa, por el contrario es poder hallar aún en vertientes diversas la escencia Gnóstica común a todos. Hay muchísimos cristianos o incluso católicos, islamitas y judíos que están comenzando a pensar su religión desde una forma que antes les resultaba imposible, y eso es Gnosis que florece desde lo profundo del Ser sin que nadie antes les hubiera mencionado la palabra Gnosis.

En ésta noche de Domingo les voy a compartir las reflexiones de alguien que es anónimo creo =Patrocinio Navarro= pero que evidentemente es un hombre creyente, estimo que un Cristiano despierto que está viendo y pensando de igual forma que muchos de nosotros y eso es una bendición;



-Desengaños emocionales, fobias, depresiones, problemas de ansiedad, miedo, problemas laborales, desempleo y pobreza creciente, conflictos familiares y sociales, emigración a vida o muerte, enfermedades, guerras incesantes y muchas cosas más, vienen a expresar graves enfermedades espirituales, mentales y sociales de la humanidad en general y de quienes la dirigen al abismo en particular, y muestran finalmente la enorme falta de felicidad del colectivo humano que en la Europa actual =y debido a la presión social ejercida por el capitalismo= ha hecho aumentar el número de suicidios y enfermedades psicosomáticas junto a la pobreza y a la falta de horizontes laborales y hasta de simple supervivencia en que nos hallamos sumidos como sucede desde hace mucho en gran parte del mundo, bien sea por dictaduras de nuevo cuño controladas por los poderes financieros y las grandes transnacionales, ya sea por las guerras de rapiña que afectan a diario a los países del margen de los grandes o por las grandes tramas de corrupción, drogas y violencia de todo orden que dan forma al desorden y a la infelicidad mundial.

Una revolución contra el propio dolor

¿ Cómo superar tantas miserias? 
Los más débiles no encuentran la salida y no pueden soportar la presión. En España, por ejemplo, aun a falta de estadísticas oficiales, se sabe por diversos medios que el número de suicidios es la primera causa de muerte violenta, por encima de los accidentes de tráfico. Muchos caen en estrés y acuden al siquiatra, se tornan violentos, asesinan a sus parejas o ex parejas etc. Estas son noticias diarias. Se puede afirmar que la felicidad se halla prácticamente ausente en la mayor parte de la humanidad.

Como sucede con los curas, tampoco los siquiatras tienen la *pastilla mágica de la felicidad*, pues a fin de cuentas la felicidad, que es el deseo principal de cada uno en todas las culturas y clases sociales, no se encuentra precisamente en una fórmula química: es el resultado de un trabajo personal, la consecuencia de una revolución espiritual interior que debería movilizar a la mayoría silenciosa que tanto abunda si es capaz de escuchar la voz interior de la conciencia y vivir según sus leyes, que son divinas. 

Escuchar y practicar, por ejemplo, la sencilla regla de oro del verdadero cristianismo: *Lo que quieras que te hagan a ti hazlo tú primero y no hagas a nadie lo que no quieras que te hagan*. Este es el programa de la verdadera revolución. De no llevarlo a cabo las mayorías hoy silenciosas, acomodadas en sus miserias, engañadas y sumisas seguirán como hasta hoy: como lastres para el resto.

La revolución de la conciencia contra el caos mundial

La mayoría de hoy, esa mayoría silenciosa con su *Silencio de los corderos*, la forman quienes a su mucha comodidad y a su oscuro miedo a enfrentarse a la vida, unen sus miedos concretos y cotidianos a enfrentarse consigo mismos por diversas razones. Una de ellas, tal vez la más importante, es que no han encontrado aún las pistas suficientes como para revolucionar su existencia abriendo la caja de Pandora que se oculta tras la máscara o las máscaras que cubren su subconsciente y que con el tiempo confunden con su verdadero ser, con su yo real. 

Entonces su vida personal y su relación con el mundo pueden llegar a convertirse en un problema de salud mental y de convivencia. El resultado final es esta sociedad que se basa en la dominación y explotación de unos por otros; una sociedad que se ha convertido en un problema de dimensiones planetarias, en una enfermedad con múltiples síntomas que se extiende como una mancha sucia y sangrienta por todo el globo terráqueo.

Si uno percibe este mundo tal como es y no como nos lo presentan, debe empezar por saber que la revolución de la propia vida comienza por la revolución de la conciencia, y no hay otra posible que nos permita liberarnos del egocentrismo que consume al Planeta y a nuestras sociedades.

La revolución de la conciencia precisa de la mirada interior que conduce al reconocimiento de uno mismo, de nuestros defectos y cualidades con objeto de eliminar aquellos y potenciar estos. Para ello se necesitan conocimientos, experiencias y herramientas de trabajo. Y, sobre todo, perseverancia, método y huída de los fanatismos y supercherías de los abundantes mercaderes en estos asuntos. Basta con tener como guía los Mandamientos dados a Moisés y las enseñanzas del Sermón de la Montaña para dar los pasos que precisamos para esa revolución interior. 

No necesitamos curas, ni Iglesias, ni ritos ni ceremonias. Estamos solos ante Dios y ante nuestra conciencia y es esta la que debe sintonizar con su Creador siguiendo Sus leyes. Lo demás viene luego, como es el caso de nuestros roles sociales como padres, madres, hijos, ciudadanos, trabajadores, etc. Pero ninguno de estos roles pueden estar contra las leyes divinas si queremos evitar problemas a nuestra conciencia y el sufrimiento consiguiente que terminará por afectar a nuestra salud.

El afirmarse a sí mismo como un ser libre, el enfrentarse contra los valores y máscaras que le han sido introyectados desde niño, arrojará por tierra muchos de los clichés incrustados en la mente por una educación estúpida y por todo tipo de adoctrinamientos religiosos, políticos y sociales ideados para que sus promotores dominen sobre gentes dormidas.

Ya hemos hecho revoluciones políticas y sociales que no han conseguido afianzar sus objetivos y siempre se retrocede a estados de dominación parecidos, y la causa fundamental es la ausencia de un proceso revolucionario que nos lleve a superar el famoso *Mío, mi y para mí* con que la gente corriente funciona mientras posibilita que los que gobiernan sus vidas vivan según esos mismos principios. 

Este revolución de la conciencia espiritual debe basarse en algo tan sencillo como el altruismo y el amor a los semejantes para poder llevar a la práctica al fin los maravillosos principios universales de libertad, igualdad, fraternidad, unidad y justicia, que constituyen el alimento espiritual de toda verdadera revolución. Sin estas cualidades, sólo se cambia una forma de dominación por otra, como hemos aprendido con dolor.

Clarísimo éste amigo, clarísimos sus conceptos que en medio de un mundo que nos parece irrecuperable suenan a utopía.
Cambiar uno desde adentro hacia afuera...no es utopía, es un hecho y la revolución del Espíritu contra la materia opresora, la peor derrota del reino del demiurgo.

Quiera el Padre que ésta Gnosis espontánea siga germinando en muchos más pese a todo.
Mañana nos encontramos si la Gracia así lo permite.

Gilgamesh***

Fuente;
-hijosdelcosmos