* Noche de Viernes; cuando los recuerdos hacen memoria *

***Recuerdo las épocas obscuras de mi país, apenas era yo un niño y todo era caos, muerte y miedo. En la visión de aquél niño que yo era, el mundo no existía más que en mi mundo, Mamá y Papá, los hermanos, los tíos, los abuelos. Jugar a la pelota era lo más maravilloso de la vida. Mi barrio, un barrio de gente trabajadora, de inmigrantes que fueron expulsados de sus honorables reinos, estaban aquí, hechando raíces. Mis hermanos y yo, éramos esas raíces. Chicas y chicos educados en la casa por el ejemplo de honestidad de nuestros viejos. Ir a la escuela, hacer los deberes y portarse bien para ser un hombre/mujer honestos el día de mañana. Pero en ese mundo de niños habían cosas de grandes que sólo se decubren cuando el tiempo pasa. Por las noches se escuchaban disparos, tiros muy cercanos, a veces se escuchaban las sirenas en la vereda de casa, yo recuerdo que una noche sentí curiosidad y me levanté a espiar por la celosía de la vieja ventana española. 


Miré y vi la luz azul del patrullero, vi la muerte, por primera vez vi a un ser humano con sus tripas afuera, vi la sangre chorrear en la vereda de mi casa. De repente sentí un tirón de pelos en mi nuca, era mi viejo que me decía *¡¡¡andá a la cama!!!*. Esa noche conocí la muerte de un semejante. Después, los años pasaron, el primer cigarrillo a escondidas, los amigos, las picardías y un despertar de la inocencia. Los rumores eran muchos, se llevaban a la gente y la toruraban, después las fusilaban. Mis padres decían que no había que meterse en problemas, que cuánto menos se sabe menos se sufre. Ellos eran hijos de españoles, rígidos y ortodoxos como las montañas de donde provenían. Pero en el barrio, los muchachos mas grandes nos contaban las cosas que nuestros padres no nos contaban. *Hoy se llevaron al zurdo...lo sacaron de su casa de los pelos y esposado y lo subieron al cuartito azul..*. 


Historias de un barrio donde la comisaría era un imperio. Recuerdo una tarde de Noviembre, calurosa y despiadada por la locura de la gente en la avenida haciendo sus frenéticas compras. Estoy volviendo a casa por una cortada poco transitada, de repente veo al cuartito azul, los militares salen de la casa con un muchacho que era paralítico, estaba en su sillón de ruedas, sus piernas cortitas...fruto de la poliomelitis...él tendría unos 25 años, daba lástima verlo salir *arrojado* de su silla de ruedas...nunca más volvió al barrio. Con el tiempo cumplí mis 15 años, y me enteré que aquél paralítico era un muchacho inofensivo, común y corriente, pero se lo habían llevado porque usaba una boina roja...para los militares era un comunista. Pero yo me preguntaba que ¿cómo sabían los militares de la vida y obra de las personas de un simple y olvidado barrio?. Y en una noche de cervezas y milanesa picada, el flaco C... me dijo *¿Ves esa casa que está ahí?, sí...le dije, *ahí vive el delator*. 


Un tipo que hace listas y las entrega a los militares, después ellos van y se los llevan y nunca vuelven*. Mi curiosidad de adolescente idiota me llevó un día a conocer al delator. Toqué el timbre de su casa y lo vi...el tipo tenía unos 40 años, se peinaba a la gomina y tenía ojos celestes, le decían *el alemán*. Hombre que gozaba de ser amigo del barrio, pero entre sus 4 paredes era un *servicio* que hacía listas negras, que después se traducían en nombres y apellidos, en personas...en muerte.



Él era un delator, a veces delataba a personas que él consideraba *comunistas* o *subversivos*, pero me enteré que una vez delató a un vecino que le había prestado 100 mil pesos, y que él, nunca le había devuelto, entonces...lo delató y se lo llevaron para nunca más volver.
*El buchón* le decían en el barrio, *el ortiba*, *el soplón*. Hombre sin códigos que mandaba al matadero aún, a quienes le tendían una mano....
Eran tiempos difíciles, tiempos de muerte y de traición, de ideales y de cobardes, y aquél niño que fuí se hizo adolescente, y después se enamoró, y me asquié del mundo que me rodeaba, y en el amor me evadí de la realidad. Después, los años me hicieron padre, aquella mujer que me entregó su amor...me hizo hombre. Y al ser padre me di cuenta de lo mucho que uno ama a los hijos, y pensé que la vida estaría llena de delatores, de ratas inmundas que sólo son felices viendo sufrir a los demás, impotentes, incapaces de ser felices...con sus grises vidas de envidia y odio a los demás. 


Y eduqué a mi progenie, y edifiqué una familia con mi compañera, y hicimos personas buenas.
El pasado me dejó cicatrices profundas, el presente me lacera las heridas cada vez que vuelvo a descubrir a la misma lacra que anidó en mi vida de niño. Y miro éste presente y hago éste blog, y sigo viendo a la podredumbre de la sociedad, y pienso en mi descendencia, pienso en la fragilidad de la juventud, en la honestidad de los chicos y chicas buenas, que quieren un mundo mejor, y he llorado de impotencia y he estrellado mis nudillos contra la pared y me he preguntado qué mundo les queda a quienes son mis genes. Los hijos son nosotros, ellos y ellas con sus propios genes que no derivan de los nuestros, individuos que van a sentarse un día a escribir un blog o lo que carajo exista cuando yo sea un viejo decrépito, y seguramente se toparán con la purulencia social que nunca deja de corromper. 


Y yo estaré chiquitito...reducido y escuálido, sin las fuerzas físicas que hoy tengo y estaré a expensas de la compasión de mi progenie. Y miraré las fotos, y recordaré las canciones y me miraré al espejo y dignamente me diré una y otra vez, *Gilgamesh...pueden dejarte morir en la más sola soledad, pero de algo no vas a arrepentirte, de haber sido honesto con tus viejos, con tus amigos, con tus compañeros de trabajo, con tu compañera y con los hijos* y estoy seguro que no seré abandonado en un triste asilo como un despojo, seré cuidado como un niño, al igual que yo cuidé a mis niños. Y me tendrán que cambiar los descartables como yo lo hice con ellos, inclusive...con mi propio anciano padre. Creo que la vida nos da lo que hemos edificado, y en ésta noche de Viernes y de reflexión, hice el ejercicio mental de verme en un futuro a través de mi propio pasado. 


Por eso, cuando la gente deja sus comentarios yo no veo letras, veo colores. Algunos de ustedes dejan ver azules, verdes y celestes, otros...negro. Esos seres están en la más absoluta desintegración álmica y espiritual. Es mi deber decirles ésto. No necesito analizar demasiado lo que escriben, todos somos color, y por más que se esfuercen en maquillar sus letras, los colores afloran como destellos. Lamento profundamente por aquellos que escriben letras negras como el hades. Pero quienes dejan su color son muchos más y eso es lo que me impulsa a seguir escribiendo aquí. Si un día éste blog ya no existe, poco ha de importarme porque tengo amigos, vecinos, familiares y eternos desconocidos por quienes apostar a un mundo mejor. Ésto de hoy es tan sólo una circunstancia, un detalle y nada más. Yo seguiré =mientras pueda= tratando de construir lo que seré en un futuro, otros seguirán cavando la fosa en la cual serán sepultados sin pena ni gloria, sin una sola lágrima que honre sus memorias. 


Especialmente éste post, está dedicado a las personas de buen corazón, esas que lloran y sufren ante las miserias que nos toca padecer, éste post es una especie de caricia íntima para los que a veces sienten mil kilos en sus brazos, y mil toneladas en el alma.
El resto pasará como pasa el viento, lo correrán y nunca lo alcanzarán.
Gilgamesh***