* La memoria duele, por eso la anestesian; genocidio nuclear *

***Muchas veces nos preguntamos si en un mundo tan impiadoso como el que tenemos, no es suficiente con todo lo que vemos y padecemos día a día como para utilizar momentos de distracción en leer cosas muy lamentables.
Considero que uno de los grandes males de nuestra sociedad es la indiferencia, esa falta de querer interesarnos por lo que les pasa a los demás. Cuando llegó ésta era de globalización nos fuimos al otro extremo, hoy podemos saber lo que ocurre en cualquier pequeño pueblo de éste vasto mundo y en todos lados pasan cosas. Sería imposible ser ecuánimes a la hora de calificar, cuantificar o medir las tragedias. Habría que crear un sitio que tendría que actualizarse cada minuto para hacer una larga lista de vidas tronchadas de cuajo. Algunos estiman que hay que levantarle el ánimo a la gente y caemos en el conocido..*pan y circo*, y otra vez nos vamos al otro extremo.

A mi entender, sería más rentable y pasatista hablar de nimiedades o vender buenas noticias, la gente está mal y necesita que le hagan creer que todo está bien...Pero me parece que hay cosas que por ser calladas o no promocionadas pasan al olvido y no es con el olvido que nuestra civilización va a cambiar. Poner la basura debajo de la alfombra no es limpiar. Quienes pasamos los 40 fuimos educados y *formateados* para que el sistema no cambiara nunca, épocas de libros mentirosos, de silencio, de miedo a opinar, de...*mejor callar* y dale que va. Si pensamos en dejar algo útil a quienes nos sucedan es precisamente nunca olvidar esas cosas que provocaron tanta desgracia, para que las nuevas generaciones jamás acepten que se vuelvan a repetir. Conciencia a futuro ya que en el presente el cambio es como un parto eternamente retrasado.

Nunca olvidar a quienes hoy intentan dar cátedras de cómo tenemos que vivir, organizarnos, comprar, vender, votar...también a sus cómplices que guardaban silencio mientras éstas cosas ocurrían sin que nadie alzara su voz, y los pocos que lo hicieron..fueron *restringidos*.
Todo se puede perdonar porque el corazón, amarga el alma si se vive en el rencor, pero nunca olvidar, para no volver a permitir que repitamos la misma página sangrienta.
Cosas que nadie debería desconocer ni ignorar por más que resulten amargas, y de algo tan duro y doloroso transformarlo en algo firme y contundente que nos de fuerzas para no callar cuando hay que hablar, resistencia que implica plantarse a tomar partido y decir NO, ésto NUNCA MÁS.

Este año se cumple el 20 aniversario de la desclasificación de estudios de alto secreto, que abarcó un período de 60 años, en el que los EE.UU. llevó a cabo experimentos de radiación en al menos 20.000 vulnerables ciudadanos estadounidenses.
Entre las víctimas civiles, los reclusos, los trabajadores federales, pacientes de hospitales, las mujeres embarazadas, los lactantes, los niños con discapacidades de desarrollo y el personal militar, la mayoría de ellos impotentes, pobres, enfermos, ancianos o enfermos terminales. En 1999 Eileen Welsome expone *los archivos del plutonio*: experimentos médicos secretos de Estados Unidos en la Guerra Fría, detalles de las pruebas científicas que redujeron indecibles miles de hombres, mujeres y hasta niños a los especímenes sin nombre.

El programa empleó científicos de la industria y academias que usaban sus pacientes desafortunados o pupilos para ver los efectos inmediatos y de corto plazo de la contaminación radiactiva, desde el plutonio al arsénico radiactivo. Los seres humanos fueron envenenados en su mayoría sin su conocimiento o consentimiento.
El 17 de abril 1947 el coronel OG Haywood del Cuerpo de Ingenieros del Ejército explicó por qué los estudios se clasificaron;
*Se desea que no se liberará éste documento que se refiere a los experimentos con seres humanos y puede tener efectos adversos en la opinión pública o resultar en procesos legales*.
En un estudio de Vanderbilt U., 829 mujeres embarazadas fueron alimentados sin saberlo con hierro radiactivo. En otro, 188 niños recibieron limonada con el mismo componente. De 1963 a 1971, 67 reclusos en Oregon y 64 prisioneros en Washington habían sido irradiados en sus testículos con rayos X para ver qué dosis provocaba la esterilidad.

En la Escuela de Estado Fernald, los niños con retraso mental eran alimentados con hierro radioactivo y calcio, pero los formularios de consentimiento enviadas a los padres no mencionaban la irradiación. Pacientes psiquiátricos y bebés fueron inyectados con yodo radiactivo.
En una condena pública extraña, la Secretaria de Energía Hazel O'Leary de la Administración Clinton, confesó estar horrorizada por la conducta de los científicos. Ella le dijo a Newsweek en 1994:
*¿Quiénes son estas personas y por qué sucedió esto? en lo único que podía pensar era en la Alemania nazi*. Ninguna de las víctimas recibieron seguimiento en la atención médica.

Los científicos sabían desde el principio del siglo 20 que la radiación podía causar daño genético y celular, la muerte celular, enfermedad por radiación e incluso la muerte. Un Comité Asesor Presidencial para experimentos de radiación Humana fué establecida en 1993 para investigar las acusaciones de la acción inmoral o criminal por los experimentadores. Sus hallazgos fueron publicados por Oxford U. Press en 1996 como los *experimentos de radiación en humanos*.



El abuso de radiación X como *terapia* se llevó a cabo también a través de los años 40 y 50. Todo, desde la tiña a la amigdalitis fueron *tratadas* con radiación X, y los riesgos a largo plazo se desconocían o se consideraban *tolerables*.
Los niños estaban expuestos rutinariamente a dosis alarmantemente altas de radiación procedentes de dispositivos como *fluoroscopios* para medir el tamaño de los pies en las zapaterías.
Cápsulas de radio eran insertadas en las fosas nasales, utilizados para atacar la pérdida de audición, ahora se cree que es la causa de los cánceres, la tiroides y problemas dentales, la disfunción inmune y más.
Experimentos a gran escala tan tarde como 1985, y el Departamento de Energía deliberadamente producía fusiones de reactores que vomitaban radiación a través de Idaho y más allá también. La Fuerza Aérea realizó al menos ocho bombardeos deliberados en el desierto de Utah, una dispersión de 14 veces la radiación liberada por la parcial crisis de Three Mile Island en Pennsylvania en 1979.

Los militares extendieron sobre amplias zonas alrededor y en dirección del viento de Oak Ridge, Tennessee, Los Alamos, Nuevo México, y Dugway, Utah. Este programa sistemático de guerra radiactiva fué llevada a cabo entre 1944 y 1961 y se mantuvo en secreto durante 40 años.
Bombas radiactivas eran arrojadas desde los aviones de la USAF intencionalmente, repartiendo radiación a distancias *desconocidas*. En uno de éstos experimentos rociaron Utah con 60 veces más radiación que la que escapó del accidente de Three Mile Island, de acuerdo con el Senador John Glen.
El Pentágono llevó a cabo 235 ensayos sobre tierra firme, de bombas nucleares, y los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki, no están oficialmente catalogados como experimentos de radiación. Sin embargo, entre 250.000 y 500.000 militares estadounidenses fueron contaminados durante su participación obligatoria en las pruebas de la bomba y la ocupación de la posguerra en Japón.

Documentos descubiertos por el Comité Asesor prueban que los militares sabían que habían serios riesgos con la lluvia radioactiva provocada con sus explosiones de bombas en Nevada. Los generales decidieron no utilizar un sitio más seguro en la Florida, donde la lluvia habría volado hacia el mar. *Los funcionarios determinaron que probablemente no era seguro, pero siguieron adelante*, dijo Pat Fitzgerald científico integrante del Comité.
El Dr. Gioacchino Failla, un científico de la Universidad de Columbia que trabajaba para la AEC, dijo en ese momento; *Debemos tomar algún riesgo ... nos enfrentamos a una guerra en la que las armas atómicas, sin duda, serán utilizadan, y hay que tener un poco de información acerca de estas cosas*.
En 1997, el Instituto Nacional del Cáncer llegó a la conclusión de que todos los 160 millones de ciudadanos estadounidenses =en el país en el momento de las pruebas de la bomba= estaban contaminados con lluvia radiactiva.
John LaForge trabaja para el grupo de vigilancia Nukewatch Nuclear en Wisconsin y edita su boletín trimestral.

Me pregunto qué será lo que hoy ocurre en las sombras, qué clase de cosas probarán en nosotros sin nuestro conocimiento ni consentimiento.
Hasta qué punto llega la demencia que, si utilizaron a sus propios compatriotas en su propia tierra...¿cuánto más al resto del mundo?.
¿Alguien puede concebir que éstas cosas se hayan hecho en nombre de la paz, de la seguridad, de un mundo menos peligroso?.
¿Es tan grande el desprecio por la vida que los líderes de toda índole jamás pusieron freno a ésto?.
¿Podemos seguir distraídos ante las amenazas de desatar otra guerra?.

Seguramente, las noticias seguirán hablando de Corea, de Irán, y los ajedrecistas del concierto mundial harán sus hipótesis, y todo pasará, y se imprimirán millones de hojas en los periódicos, kilómetros de texto en las pantallas de internet, millones de decibeles saldrán de los parlantes de los televisores y aparatos de radio, y ningún líder mundial con el peso necesario asume el compromiso de convocarnos a todos para decir a gritos ¡NO!. 
Nuestros no...son así...en minúsculas y sin signos de admiración, apenas un sonido espasmódico y raquítico que no se propaga ni a dos metros de distancia.
Siempre dejamos todo en manos de dios.
Gilgamesh***