***Hermosa noche de Domingo para todos.
Conclusiones, algo que no se consigue en la wikipedia ni en ningún manual de moda, sino es através del esfuerzo personal, las ganas de intentar saber algo más, y por suerte muchas personas a lo largo de la historia nos regalaron sus estudios que implicaron tiempo, y muchas veces...sus propias vidas.
Si para aquellos gnósticos de hace 2.000 años era difícil asumir la realidad y desapegarse de las cosas materiales, hoy vivir en la Gnosis es 2.000 veces más difícil.
El materialismo en aquellos años se centraba en el poder y el oro de los reyes, y algunos ricos privilegiados, hoy el sistema evolucionó casi a un 100% de bombardeos materialistas, a cada paso que damos vemos lo material a manera de acoso, la cultura es materialista, la sociedad es materialista, los gobiernos son materialistas y ponen todas las herramientas a su alcance para no dejar ni una rendija por donde podamos respirar naturaleza, espiritualidad, paz interior.
El mundo creado por el Demiurgo fué de menor a mayor, a medida que su mentira peligraba él fué creando nuevas formas de mantenernos lejos de la Verdad. Pero bastó con un sólo hito para que su combo casi perfecto no goce de impunidad eterna, el Cristo. Ese Cristo que no vino para ser idolatrado como sucede hoy, sino para contarnos la historia que debíamos conocer, fué suficiente como para que la humanidad aún en medio de éste campo minado de materialismo, sepa que dentro de cada ser humano, sea cual fuere su condición, guarda la llave para abrir la cerradura del candado que le mantiene prisionero en éste reino, el material.
Les propongo otra visión sobre la Gnosis, como para que aquellos que todavía no comprenden de qué se trata, vayan sacando sus propias conclusiones.
Ésta ncohe, el turno de Miguel Catalán González
*El gnosticismo. Una perspectiva seudológica*
El Universo y la Creación han sido hechos por la Tiniebla.
Apocalipsis apócrifo de Abraham.
Los griegos llamaban *demiurgo* al artesano, al trabajador manual. Platón empleó este vocablo en el Timeo para nombrar al artífice u obrero del universo, una especie de Dios secundario que modeló nuestro mundo al copiarlo del orbe de las esencias eternas. El demiurgo que nos compete no es, sin embargo, el platónico, sino el gnóstico, especialmente en lo que tiene de falsario. Aunque el demiurgo falsario y falsificador no es original del gnosticismo, pues también asoma en figuras como la americana indígena del Coyote o la paleosiberiana del Cuervo, los gnósticos le dieron su característica hondura y riqueza de significados.
El gnosticismo fue un movimiento religioso-filosófico que fructificó en los primeros siglos de la era cristiana. Herederos tanto del platonismo como del cristianismo, los gnósticos pretendían alcanzar la vida eterna no mediante la fe, sino por el conocimiento =gnôsis= de la realidad oculta de las cosas, y, más en concreto, de la realidad secreta de Dios. En esta preeminencia del sabio conocer =gnônai= sobre el cándido creer, el gnosticismo se asemeja a todas las doctrinas que han sospechado de los dioses creadores del universo.
Este mundo no ha sido creado por el verdadero Dios. El verdadero Trascendente habita en perfecto silencio, remoto y desconocido por los hombres. Ese Dios Supremo produjo en su día unas emisiones espirituales que a su vez proliferaron dando lugar a númenes intermedios, ángeles, potencias, arcontes. Uno de ellos fue el demiurgo, creador de este falso mundo material en que vivimos.
El dualismo gnóstico distingue entre el mundo espiritual superior, el pleroma =Plenitud=, donde habita el Dios desconocido, y el mundo material inferior, el kenoma o histeroma =Vacío=, habitado por los hombres. En correspondencia, también distingue entre el Ser Supremo =el verdadero Dios= y el Creador del Universo =el demiurgo o alguno de sus ayudantes=. El responsable de la catástrofe de la creación y del aborto de la materia fue este demiurgo. La falsedad y la miseria de nuestro universo se explican justamente por la naturaleza degradada de su creador, según ramas doctrinales un espíritu, según otras ángel, genio, arconte o demonio, a veces bajo nombres propios como Arconte, Ialdabaot, Saklas, Samael o el propio Yahveh.
La materia que forma el universo aparece definida en la biblioteca de Nag Hamadi como un aborto de la divinidad. El cuerpo de que estamos hechos no es para los gnósticos esa parte integral del hombre que aparenta ser, sino un vestido que nos cubre, un cadáver que llevamos a cuestas, una tumba en la que moramos, una prisión en la que gemimos, un fardo que tira de nosotros hacia abajo, un intruso que envenena nuestra voluntad y un enemigo que guerrea contra nuestra alma. El cuerpo se levanta por obra del mal como una casucha sin ventanas que perpetúa nuestra ignorancia.
Satornilo sostiene que siete ángeles crearon al hombre con tal incompetencia que el pobre engendro ni se podía tener en pie.
En un profético relato de la evolución de nuestra especie, Satornilo explica así la pifia angélica del hombre, este ser rastrero que el Libro secreto de Juan define como Protoplasto, y su reforma o corrección llevada a cabo por el verdadero Dios; *Lo hicieron =al hombre=, pero su obra no se podía tener de pie a causa de la poca destreza de los ángeles y se arrastraba como un gusano. Entonces la Potencia superior se apiadó de él, pues había sido hecho a su semejanza, y envió una centella de vida, que enderezó al hombre, lo puso en pie y lo hizo vivir*. Recordemos que ya el demiurgo platónico, después de crear los cuerpos celestes y los dioses inmortales, delegaba la fabricación de la humanidad en unos dioses jóvenes. Más adelante, el gnóstico Basílides imputó la chapuza del mundo a la inexperiencia de esos ángeles aprendices y Simón el mago afirmó que su jefe, el arquitecto angélico que dirigió las obras del universo, fue condenado por los graves defectos de fábrica.
En el corazón de ese engendro que es el hombre, no obstante, se intenta abrir paso una especie de centella celestial. Una minutísima señal del verdadero Dios fulgura en nuestro interior. Ese destello divino brilla al margen o por encima del universo tan defectuosamente creado, y, sobre todo, por encima del cuerpo, obra calamitosa del demiurgo. Por tal razón, los gnósticos mantienen que nunca veremos la resurrección de la carne prometida en las Escrituras, pues la materia oscura no tiene otro destino que pudrirse. Sólo un ángel malvado pudo añadir a la abominación de la materia unos medios tan atractivos para multiplicarla; *El matrimonio y la procreación*, afirma el gnóstico Satornilo, *proceden de Satanás*.
Todo cuanto hasta ahora creíamos verdadero, denuncian los gnósticos, proviene de una creación fantasmal. El demiurgo es, en tanto hacedor aberrante, el inductor de las falsas creencias. Valentín lo llama también Diablo, Príncipe de este mundo, Beelzebul y Príncipe de los demonios. Falsa es asimismo la historia sagrada de los judíos. Nada de lo que cuenta el Antiguo Testamento es cierto, sino mixtificación deliberada, como el homicida *Creced y multiplicaos* que alienta la propagación de la materia y la oscuridad, es decir, del mal absoluto. De ahí que, según algunos, Yahveh sea el nombre propio del demiurgo. Este llamativo antisemitismo obedece a que el gnosticismo fue, más que una secta judía, una secta cristiana opuesta al judaísmo en diversos frentes, por mucho que recibiera influencias de los primeros místicos judíos. Así pues, sólo el Salvador Cristo, enviado por el verdadero Dios, hará saber a algunos hombres que el Antiguo Testamento es obra del creador infame de la materia. Por tal motivo, afirman los gnósticos peratas, Jesús reprende a los judíos en el Evangelio de San Juan; *Vosotros sois de vuestro padre el diablo*.
Las almas de los hombres han recibido en su interior una chispa de luz del Dios genuino, el Sumo Trascendente. Tal partícula luminosa se encuentra cautiva desde la calamidad de la creación en un cuerpo mortal que ha olvidado su origen. Los humanos viven en estado de amnesia, es decir, de olvido de su hogar eterno, porque así lo ha querido su Progenitor al hacerles nacer en ignorancia.
Los mortales arrastramos un simulacro de existencia, material y caduca, porque el demiurgo y sus arcontes fabricaron nuestro mundo no a partir de la luz, sino de la sombra. Todo ello explica que el Libro secreto de Juan denomine al demiurgo *gobernante penumbroso*. La penumbra en que los hombres se ven obligados a vivir refuerza la imagen gnóstica del mundo como laberinto. Alguien nos ha dejado caer en las revueltas de un laberinto para que erremos en perpetua zozobra, sin conocer la salida ni presentir el camino que a ella lleva. Para acrecentar más aún su significado seudológico, al Demiurgo le corresponde también la creación del Diablo, el Kosmokrâtor o Soberano del mundo y padre de la mentira, así como la formación del cuerpo humano a partir de la substancia del diablo. No es extraño, pues, que en este valle de lágrimas los hombres que atesoran su centella psíquica encuentren el camino sembrado de trampas tendidas a fin de cautivarlos. He aquí una ilustración de las celadas del diablo, algún arconte principal o el propio demiurgo; *El adversario nos vigila, acechándonos como un pescador que quiere capturarnos y que se alegra ante la perspectiva de devorarnos. Pues pone ante nuestra vista muchos alimentos, que son los bienes de este mundo. Quiere que deseemos uno de ellos, que los probemos tan sólo un poco, y luego nos derriba con su veneno escondido y nos arranca de una libertad para arrastrarnos a una esclavitud*.
Abundando en el cariz seudológico de la creación del mundo entre los gnósticos, el Libro secreto de Juan destapa la trampa que ocultan las hojas del árbol de la vida plantado por el capcioso Creador en el centro del paraíso. También el Pensamiento trimorfo nos advierte sobre la sombra de las ramas de ese árbol que ha plantado el Hacedor en el Jardín, pues sus hojas proyectan oscuridad y sus frutos provocan ignorancia.
El hombre espiritual o neumático deberá, pues, eludir la trampa del olvido. Habrá de sortear esos lazos tendidos por la oscura materia para acceder así, por la gnosis, a la verdad oculta tras el remedo del mundo. Para ello hará falta que el auténtico Padre Primordial o Dios desconocido envíe a su hijo Cristo a la tierra. Su palabra será la señal de la verdad tanto tiempo oculta a los mortales. El Dios auténtico, del que no tenemos noticia en tanto *deus absconditus*, decide un día, en efecto, salvar a los hombres de la aterradora Creación del dios subalterno. Ese Padre verdadero no es el edificador del mundo =opifex aedificatorque mundi=, lo llama Cicerón, sino El verdadero Supremo, el Dios desconocido o *Théos ágnostos* de quien por sucesivas emanaciones procede el aciago artífice del cosmos. El motivo de esta decisión liberadora varía según autores; para Marción, el Dios desconocido remitió a su Hijo para salvar a los hombres porque llegaron a sus oídos, desde la armonía y el silencio perfectos en que vivía, los lacerantes alaridos de la tierra. Cuando constata el dolor y la pesadumbre del universo creado por el inicuo demiurgo, El Pre-padre decide levantar el velo =Valentín= mandará entonces al Salvador para recordar a los hombres que son en realidad hijos del espíritu y no de la carne, así como para destruir las obras del Creador =Marción=.
Con el descenso de Cristo al mundo se ejecuta un asombroso segundo engaño, esta vez del Ser Supremo hacia los hombres materiales. Según los docetas gnósticos y ebionitas, el Salvador fue una especie de fantasma que bajó a la tierra con un cuerpo aparente. Los docetas mantienen, en efecto, que Cristo y Jesús son dos personas distintas. Cristo es el hijo del Dios Desconocido y Verdadero enviado por este para salvar a la afligida humanidad; Jesús, en cambio, era un hombre entre tantos cuyo cuerpo eligió el Dios verdadero como depositario del Ungido. Para los gnósticos, el Dios Universal oculta o falsea a los hombres la identidad de su Hijo Perfecto, Cristo, el cual toma posesión transitoria del cuerpo de Jesús de Nazaret para revelar a algunos hombres que su alma divina sufre cautividad en la cárcel de la materia creada por el demiurgo. La herejía gnóstica y ebionita conocida como docetismo =de dokéo, parecer= mantuvo así que el Redentor de los electos engañó a los hijos de Adán al menos en dos ocasiones distintas presentándose ante sus ojos como algo distinto de lo que era.
La primera de esas imposturas la cometió Cristo al venir al mundo como hijo de José y de María, es decir, como vástago de la carne pecadora, cuando en realidad era nacido del Espíritu Santo =el Verbo del Padre= insuflado en el cuerpo de María.
En consecuencia extraída por algunos docetas, la Virgen sólo tuvo un alumbramiento aparente o virtual; el hijo del Padre Eterno no tomó de María carne ni sangre, sino sólo pasó a través =diá= de su cuerpo. Ireneo de Lyon constata que para algunos gnósticos el espíritu de Cristo pasó por el cuerpo de María como agua a través de un canal. Según Satornilo, el Salvador no nació de mujer y carece de cuerpo y figura, pero adoptó la apariencia de hombre. En opinión de Saturnino, el Salvador =Cristo para los gnósticos cristianos= se abstuvo deliberadamente de nacer, rehusó investirse de un cuerpo, pese a que pareció un hombre a sus contemporáneos, incluyendo los apóstoles, en realidad era un fantasma divino. El Redentor, siendo incorporal, aparenta tener un cuerpo que en realidad no es el suyo, sino el de un hombre nacido en Belén; es un Salvador fantasma =putativus, en voz de Ireneo=. Cristo no podía aparecer sino como fantasma en un medio material, pues no ya al Salvador, sino a nadie excepto al inepto o perverso demiurgo se le habría ocurrido mezclar el espíritu con la materia para crear el mundo. Ireneo mantuvo con sana razón que si los gnósticos creían que el Hijo no había tomado sustancia carnal en el vientre de María, entonces tampoco podían creer que lloró ante la tumba de Lázaro o sudó sangre en el Monte de los Olivos. Toda su vida no habría sido sino un drama fantástico.
Un segundo procedimiento de esta primera simulación del Redentor se produce no al nacer a través del cuerpo de María, sino al introducirse en el cuerpo de un adulto treintañero que resultó ser el hijo de María. La posesión del cuerpo de Jesús de Nazaret tuvo lugar bien en Cafarnaúm, bien durante el bautizo del Jordán en forma de Espíritu Santo. Los gnósticos interpretan el pasaje evangélico del bautizo de Jesús en el Jordán, así como el hecho de que Cristo no hiciera milagros hasta ese momento, como una prueba de que el Espíritu del Dios Desconocido en forma de paloma bajó a encarnarse en el galileo a sus treinta años de edad, así como de que lo abandonó tres años después, justo antes de la crucifixión. Las palabras de Jesús en la cruz *Señor, señor, por qué me has abandonado* confirmarían la desencarnación de Cristo en el último momento, una vez ya cumplida su tarea.
De un modo u otro, Cristo tomó la apariencia de carne pecadora cuando en realidad era sin pecado, en tanto Hijo consustancial del Padre. Los padres latinos de la Iglesia hubieron de admitir este engaño a los hombres. En un comentario a Gálatas, San Jerónimo describe el cuerpo del Salvador como una simulación; *et ipse Dominus noster non habens peccatum, nec carnem peccati, simulationem peccatris carnis assumpserit*. San Ambrosio, por su parte, reconoce en un comentario a Lucas que, en su lucha contra el Demonio, Jesucristo escondió su divinidad bajo la carne.
La segunda maniobra de encubrimiento vino en forma de suplantación de personalidad antes de que pudieran crucificarlo, cuando intercambia el cuerpo con Simón de Cirene. Pues el crucificado no fue Cristo, sino el labrador Simón de Cirene, o bien una especie de fantasma. Tomamos la historia completa del gnóstico Basílides; el Dios desconocido, el verdadero Dios Supremo, al comprobar la perversidad de los arcontes que han perpetrado un cosmos de dolor y miseria, envía a su primogénito Cristo a liberar a los hombres. Los hijos de los arcontes, determinados a frustrar la misión de Cristo, pretenden prenderlo y crucificarlo, pero el hijo de la Inteligencia, más sabio que ellos, convierte la Pasión entera en una burla divina hacia los hijos materiales del demiurgo; los judíos. Los israelitas, esos instrumentos deicidas de los arcontes, creen estar crucificando al Redentor cuando en realidad han clavado en la cruz a Simón de Cirene. Cristo, en efecto, se había transfigurado en la figura de Simón y estaba contemplando del mejor humor, ya de vuelta en el Pleroma, su propio supuesto suplicio; *Y Jesús, a su vez, asumió la figura de Simón, y estaba allí mofándose de ellos. Jesús adoptaba la forma que le placía. De este modo regresó junto al que lo había enviado, burlándose de ellos, ya que era inaprensible e invisible para todos*.
El Segundo tratado del Gran Set describe en primera persona esta suplantación de personalidad. El Redentor aprovechó su encuentro, ya camino del Calvario, con Simón de Cirene para burlar a los judíos y a los cristianos no gnósticos;
*Yo =Cristo Salvador= visité una casa corpórea =somatikón=. Arrojé al que estaba antes en ella. Y entré en su interior. Mas yo que estaba en ella =dentro de la imagen= no me asemejaba a aquel que estaba en ella, pues era =el anterior= un hombre mundano =kosmikós=. Yo era visible como un extraño en las regiones inferiores. Yo =Cristo= no morí en realidad, sino en apariencia. Pues mi muerte, que ellos creen que acaeció, les acaeció a ellos en su error y ceguera, ya que ellos clavaron a su hombre hasta su muerte. Fue otro, su padre, quien bebió la hiel y el vinagre; no fui yo. Fue otro, Simón, quien portó la cruz sobre sus hombros. Fue otro al que pusieron la corona de espinas. Pero yo me regocijaba en las alturas sobre todas las riquezas de los arcontes y de los vástagos de su error, de su vacía gloria. Y yo me reía de su ignorancia*.
Con el eco de las altas carcajadas en el cielo concluye el proceso de redención humana. Los poderes de este mundo han sido burlados. Para Simón el Mago, Cristo aparece como hombre entre los hombres sin ser él mismo hombre. Para Foción, discípulo de Marción, las pisadas fantasmales de Cristo no dejaban huella siguiendo acaso el evangelio joánico, en el que Jesús camina sobre las aguas.
La venida del Eón Salvífico recordó a los hombres que su padre no era el chapucero dios creador, sino Aquél que habita el Silencio. La distancia entre uno y otro comprende la diferencia entre el Yahveh falsario del Antiguo Testamento que inspira las palabras; *Porque Yahveh juzgará a su pueblo* y el Padre verdadero del evangelio joánico que hace decir a su Hijo; *Porque el Padre no juzga a nadie*.
Sólo los prudentes pueden comprender la verdadera misión de Cristo. Esta doctrina gnóstica del conocimiento por encima de la crédula fe rehabilita a Judas el traidor. Entre todos los apóstoles, ignorantes y sencillos hombres del pueblo, Judas Iscariote es el único que conoce la misión de Cristo en la tierra. Y por ello, a fin de que se cumpla lo previsto por el Señor verdadero, entrega al Redentor. Pero antes es preciso traicionarlo, pues sin el acto desencadenante de la traición se habría malogrado la tarea liberadora del Hijo de Dios. Para que pudieran sus enemigos prender a Cristo era preciso que uno de los suyos lo traicionara. Y Judas es el único que lo sabe. Heroicamente, decide entonces convertirse en la mano ejecutora del Dios desconocido; *Sostienen*, afirma Ireneo de los heresiarcas gnósticos, *que Judas el traidor conocía con precisión estas cosas, siendo el único entre los apóstoles en poseer esta gnosis. Por esto obró el misterio de la traición, por el cual fueron disueltas todas las realidades terrenas y celestiales*. Pseudo Tertuliano es más explícito en lo concerniente a la inversión seudológica de Judas; *Las potestades de este mundo no querían que Cristo sufriera la pasión, para que al género humano no se le ofreciera salvación por medio de su muerte; entonces, velando por la salvación del género humano, Judas entregó a Cristo. Así la salvación, obstaculizada por las potencias que se interferían para que Cristo no sufriera pasión, no pudo ya impedirse en absoluto.
El atractivo intelectual que aún hoy ejerce el gnosticismo obedece a su convicción de que el simulacro del mundo se debe a un engaño cósmico, así como a su propósito de redención no por la fe en el Padre Creador, trasunto de la confianza en el padre natural, sino por el Conocimiento a través de la sospecha. La falsedad de todas las cosas visibles del mundo es una consecuencia de la maldad del Demiurgo, pero también a veces, simplemente, de su imperfección, uno de sus peculiaridades más marcadas. Para ciertos gnósticos, el demiurgo es malvado y falaz; para otros, necio y engreído. Pero también este último produce un mundo mentiroso y delusorio, como advierte el heresiólogo Hipólito de Roma; al demiurgo se le escapó la Verdad, y de ello se siguió la mentira universal.
Gilgamesh***
domingo, 22 de junio de 2014
* Conclusiones sobre el pasado y la religión-parte 18 *
Publicado por
Gilgamesh
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7 comentarios :
Sinceramente, estoy muy interesado en el Gnosticismo, este escrito me ha parecido muy esclarecedor. Siempre he tenido dudas sobre quién es quién en este juego de dualidades, sombras y luces, pero poco a poco, gracias a ti y a otros muchos que se atreven a dar respuesta a estos interrogantes, voy encontrando la verdad que todos mereceríamos saber. Gracias y sigue tratando estos temas, para mí, fascinantes.
Yo, que he convivido mucho con cristianos fundamentalistas, sé que si les digo o les paso este link, automáticamente me llamarán satánico, como lo han hecho en alguna ocasión cuando he querido hablar de esto que explicas aquí.
Hasta lo dice su propia Biblia, que en sus muchísimas contradicciones, encuentras perlas como esta: ''a lo malo lo llaman bueno, y a lo bueno, malo''.
Buenas madrugadas, en lo personal no comparto algunos conceptos del señor Gonzalez Catalán ya que si todo se transforma la carne también, no hay que negar que en verdad existen errores ,pero desprestigiar y aborrecer el envase del espíritu cuando en realidad se le da un mal uso nomas... pero bueno cada quien tiene su visión y pensamiento,no se por que razón pero recordé una película poco taquillera pero que alguna ves me llamo la atención y la vi Powder (no recordaba el nombre así que google ayudo)la historia para mi fue entretenida recuerdo haberla visto en mi niñez me gusto el final....
Israel; muchas gracias por tu valoración y me alegro mucho que todo ésto te resulte útil. Abrazo y gracias.
alquimista; lo que escribe González Catalán es una reseña del pensamiento gnóstico, que al hablar de la materia declara su corruptibilidad pero de ninguna manera niega que se transforme, al decir *se pudre* no hace más que decir algo real que todos sabemos, pues la carne al morir, termina pudriéndose. Es cierto que se le aborrece, eso está claro desde el momento en que se comprende que la creación de la materia fué para atrapar al Espíritu, es decir que no pasa la cuestión por un *buen uso*, haciendo un excelente uso, la materia contiene el pensamiento y no existió ni existe en toda la historia humana un solo ser humano que no haya hecho mal uso de su mente y su cuerpo, un simple mal pensamiento ya nos demuestra que la perfección de la materia es un fracaso absoluto.
Esa es la mirada que Catalán refleja sobre el concepto gnóstico, pero de todas maneras amigo alquimista, ésto no quiere decir que entonces maldigamos la materia ni nuestro infortunio, sino más bien saber que es imperfecta y tratar de doblegarla lo más que podamos, haciéndonos el menor daño posible ya sea físico o mental, y mucho menos hacérselo a los otros. Gracias por su aporte, vino bien para aclarar un poco el tema sin intentar hacerle cambiar de idea, solamente aclarar algo que tal vez Usted no captó, y si igualmente no está de acuerdo pues me parece perfecto, cada quien toma éstas cosas o las deja a su propia elección. Saludos
Si el hombre fue creado por el Demiurgio para q fuese su esclavo pero fue tan mal creado q no podía sostenerse de pie y es por eso que las emanaciones del Dios Supremo le inocularon el espíritu, digamos q por lástima de su hijo que lo creó a su imagen y semejanza, entonces no puede decirse q la materia se creó para atrapar al espíritu, sino por el contrario para salvar la obra amorfa del Demiurgo y alejarla con el espíritu de la miseria mundana. Esto es lo que había entendido Gilga, por eso ahora no comprendo tu respuesta al Alalquimista
JJ; fijate ami que vos decís en tu comentario;
no puede decirse q la materia se creó para atrapar al espíritu, sino por el contrario para salvar la obra amorfa del Demiurgo
La materia la creó Sofía, y el Demiurgo creó al hombre, lo creó con materia y alma. Su propósito fué nefasto. El ESPÍRITU no fué creado por el Demiurgo sino por el Padre Absoluto que lo INSUFLA en la materia para liberarnos. Pero el Demiurgo lo atrapa en la materia con su hábil técnica de la llamada re-encarnación, es decir un proceso malévolo que nada tiene que ver con un proceso natural, ya que a todos se nos borra lo que fuimos adrede, porque si recordáramos nuestros errores de vidas pasadas podríamos dejar de reiterarlos y purificarnos.
Para eso está el Espíritu en la materia, para reconocerlo y activarlo, prepararnos para el día de la desencarnación y así regresar al Pleroma evitando el reciclaje interminable del Demiurgo. Nada debo agradecerle al Demiurgo por ese proceder de atrapar al Espíritu, su creación material es un adefesio que nada tuvo de bienintencionado, por el contrario, agradecer al Padre Absoluto y al Eón Cristo.
Creo que mi respuesta a alquimista es ésta misma que te estoy dando ahora. Por un lado la tristeza del Espíritu encerrado en la materia, por el otro la bendición de tenerlo dentro nuestro, pero si le preguntamos al Espíritu si le agrada ésta situación seguramente te respondería que no. ¡Gracias, abrazo!.
Materia, cuerpo, maquinaria casi perfecta, pero sera que en realidad solo se busca desde siempre frenar la evolución? evolución que tal ves... valla de la mano con ambas partes "cuerpo y espíritu" camino a la perfección,basta con mirar y ser objetivo, todo armado para consumirse, todo para acortar el tiempo en materia, reciclarse, vicios y artimañas para consumir veneno que acorta el tiempo de vida, para así poder seguir reciclando, quien se detiene a pensar, quien puede decir "se quien soy,me conozco" y de hay en mas iluminarse, ese trabajo y esa conciencia es la tarea difícil, despertar el espíritu que doblega la materia, para darse cuenta de tu rol y quien eres en realidad, esa es tarea individual... ese es mi pensamiento fuera de cualquier libro o trabajo de expertos...y eso querido amigo Gilga es realmente difícil...y solo posible dentro de cada individuo
alquimista; totalmente de acuerdo amigo, abrazo.
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