***Excelente noche de Domingo para todos.
Sin novedades en el clima espacial, buena razón para tocar otros temas.
Nota que guardé para republicar en algún momento y que me conmovió profundamente.
La voz de los que no tienen voz, la sencillez para pintar una realidad que subyace oculta por los codazos del poder que no dejan pasar al pueblo común..codazos a granel y desde hace muchos años.
Texto que tuvo la capacidad de hacerme *ver* como si estuviera allí...sin imágenes pero con la plena convicción de que los conceptos de éste texto son la pura verdad.
Duele como propio el dolor ajeno cuando es necesario el ejercicio de la solidaridad, de ponernos en el lugar del otro, de sus pesares, no se puede callar en la complicidad.
Gran.. pero gran relato de Matilde Trujillo Uribe, escrito el 15 de Septiembre en el sitio colombiano Prensarural;
Colombia de las infamias y el hacedor de la guerra
Está hecha Colombia de infamias, las de aquellos que le atraviesan en la médula un TLC agudo, la riegan con glifosato y luego la bombardean. Los mismos se regocijan entregándola a pedazos sobre el río de sangre derramada.
La canadiense Pacific Rubiales se asienta cual vampiro chupando el petróleo sobre el hambre de los trabajadores. La surafricana AGA =Anglo Gold Ashanti=, voraz por el oro de la mina la Colosa, tritura el vientre de la madre tierra. ENDESA, terror y devastación, desata su danza tétrica de horror. Medoro, saquea el oro. Cerrejón el carbón. La Drummond, asesta los tentáculos paramilitares del horror . Se fueron los humedales, se trocaron los cauces de las aguas, se exploto el territorio en mil pedazos, los rufianes del terror toman whisky y ríen sobre los escombros. Las comunidades desterradas con un grito de dolor, y las multinacionales a sus anchas instaladas violentas, cruentas, violadoras de todo principio y razón.
En Colombia mueren 20.000 niños de hambre y desnutrición al año . De 47 millones de habitantes, el 68% vive la angustia que da la pobreza y en el drama de la indigencia. Es tal la inequidad, que Colombia ostenta el primer lugar en desigualdad en la región. Sus estirpes de maloliente sangre azul se enriquecen a costa del empobrecimiento de las mayorías. El pueblo es el doliente de los males del perverso sistema y del modelo neoliberal que las elites implementan, es víctima de todo infortunio, como si la fatalidad fuera el destino natural y su único derecho.
Colombia sufre desde tiempos inmemoriales esta guerra desatada por las bestias sin alma, es una guerra ensañada especialmente sobre las comunidades campesinas, indígenas y afro descendientes de las zonas rurales. El campo abierto de mariposas y aire puro, lo han convertido en un infierno; ¡bombardean, fumigan, masacran!, han desatado un genocidio, aleve, impúdico, canalla, ruin.
Que nos quedemos quietos, que aquí no ha pasado nada. Como la pobre viejecita sin nadita que comer; erase un país sin nadita que doler, sino masacres, desaparecidos, asesinatos, *falsos positivos*, represión, persecución y otras infamias en dolor mayor. El autor de tal terror, el hacedor de esta guerra, se ufana y pavonea por tener el ejército más armado del mundo, junto con Israel y Egipto. Un ejército financiado y entrenado por EEUU, dotado de una de las mejores tecnologías. Esa clase en el poder, élite rastrera del imperio más brutal y despiadado que lengua mortal decir no pudo, actúa en mancomunada semejanza de bárbaras naciones. La luz se hizo sombra con el genocidio sobre 3.000 integrantes de la Unión Patriótica. Lento y perseverante prosigue el genocidio, han asesinado a más de 40 dirigentes sociales y populares de la *Marcha Patriótica*. Los datos sobre algunos de los crímenes de la clase en el poder son elocuentes; *Por lo menos el 83% de las masacres, el 83,2% de las ejecuciones extrajudiciales y el 97,7% =casi todas= de las desapariciones son responsabilidad estatal*.
Mapiripán viene a mi memoria con un testimonio que devela claramente el hacedor de esta guerra y autor de la brutal masacre; *Allí estuvieron masacrando, violando, cortado cabezas durante 10 días, mientras el ejército impedía que entrara o saliera nadie del sitio de la masacre. Así, debido al cruel cerco del ejército que garantizó la horrenda masacre, nadie pudo darle auxilio a la población. El ejército combatió a las FARC que intentaron romper el cerco para socorrer a los campesinos que estaban siendo masacrados, pero el cerco era una operación conjunta del ejército, paramilitarismo y estadounidenses, con planchones sobre el río, retenes, y aviación*. Masacres, con las que han logrado desplazar a comunidades enteras no han cesado en el actual contexto de conversaciones en la Habana, que se dicen de paz. Ese terrible desplazamiento de mujeres, hombres y niños huyendo de la guerra, dejándolo todo atrás, sin saber qué les espera, ni dónde llegar, obligados a abandonar el terruño y quedar como parias de la tierra, rompiendo el tejido social, para pasar a ser parte de las zonas periféricas de las ciudades donde se asienta la pobreza y la miseria. A las bestias sin alma no les basta tanto privilegio, tanta riqueza, tanto *esplendor*, buscan extinguir la población rural para apropiarse de tierras en beneficio del latifundio y las multinacionales, porque esa clase que detenta el poder, en su enorme perversión, vendió su alma al diablo, al gran capital trasnacional.
Y en la Colombia de la guerra y sus infamias, se persigue a los trabajadores, se mata sindicalistas, se dispara y asesina a manifestantes como tantas veces y siempre lo han mostrado los gobernante de turno. Y lo ha mostrado el reelegido presidente de hoy que funge de pacífico, le vimos cuando el campesinado salió a protestar porque razones no le faltan, encarnizado con su ejército matando, hiriendo, arrestando a los campesinos. Así también le vimos su maleante alma, cuando comunidades del departamento del Huila, protestaron por los tantos daños sobre su humanidad resentían, generados por la construcción del Proyecto Hidroeléctrico el Quimbo; podemos ver en video toda la indolencia de clase en acción.
Y esta danza del horror no parece terminar. Quienes apuestan por justas causas son encerrados en las mazmorras del sistema, sometidos a tratos violentos e indignos y tenidos en las más ignominiosas condiciones. Son miles los prisioneros hacinados en la ignominia, en estado de indefensión, a los que se les montan sumarios con pruebas falsas. Cuántas lunas eclipsadas ante tanta vejación, con testigos perjuros que luego desaparecen, es el imperio de corrupción desde el guardia al director, sus derechos vulnerados, canción en dolor mayor, torturas, asesinatos.
Nos quieren mutilar la conciencia, la memoria y la razón, ocultarnos quiénes son los que hacen esta guerra, confundirnos, alienarnos y no obstante los hechos explosionan en nuestra cara mostrándonos su autor; Allí están, como fantasmas errantes los jóvenes humildes y aquellos seres asesinados por los militares que, disfrazando sus cadáveres, les hicieron pasar como guerrilleros abatidos en combate, a los que han llamado falsos positivos. Y están también los desaparecidos, no les vemos, les sentimos, les percibimos, les recordamos, un crimen de estado de vieja data del que se dice que el número de desaparecidos en Colombia, rebasa las cifras de la dictadura argentina y chilena reunidas . Y en crueldad de límites inconcebibles, otro hecho de esta guerra que también nos estalló en la cara. En el 2009 fue el hallazgo de dos fosas comunes. Una de ellas, la mayor del continente, contenía dos mil cadáveres, y luego supimos que los cadáveres eran cuerpos de desaparecidos y asesinados por el ejército. Ello quedó evidenciado en las audiencias públicas a testigos y familiares de desaparecidos.
Impunes siguen los canallas. Los cuerpos desmembrados, las motosierras sangrentadas, las fosas con los seres derrumbados. Ejércitos demenciales ejecutan el genocidio planificado por sus amos. Son sus brutales instrumentos militares y paramilitares los que sus mezquinos intereses les han salvaguardado.
El astuto y cruento autor de esta guerra con mentiras y montajes propios de su catadura perversa, se ha escondido tras bambalinas, baila detrás del telón, inventa a quien culpar, difama, denigra, calumnia. Para eso tiene sus medios de manipulación, de esta forma logra engañar a los más, y algunos idiotas o malversados incluso que se dicen de izquierda repiten y alimentan el discurso oficial. Nos vienen a decir que los que se alzan contra tamaña ignominia son los autores del terror. Vienen a indilgar las víctimas de este país a la insurgencia que por razones de sobrevivencia decidió enfrentar al enemigo de clase, enfrentar a quien le agrede, su legítima defensa. O, pregunto a los lectores, no es ataque y agresión lo descrito en líneas anteriores? O, acaso son los insurgentes los que asesinan sindicalistas, los que persiguen y reprimen, los de los falsos positivos, los que generan la pobreza, los autores de las masacres contra el pueblo? La insurgencia es pueblo en armas, particularmente población de las zonas rurales, que, con más o menor conciencia, enfrentan la burguesía, la oligarquía, el imperialismo norteamericano, son pueblo y como tales también víctimas de este estado y de esta guerra brutal de los poderosos. Es momento de responder a la memoria del conflicto y hacer las preguntas por las causas y dirimir la razón histórica de quienes se alzaron en armas. Nos vienen ahora, con frases vacuas y fariseas, con discursos falsos sobre la paz, esos representantes de la oligarquía, con devoto fervor de chicle pegado USA y vinagre de ponzoña de su propia clase. ¿Un discurso de paz mientras hacen la guerra?, ¿qué es eso?
En justicia, es a esa clase deshonrosa y malévola que ha tomado el poder en Colombia y se ha convertido en verdugo y victimario del pueblo, a la que en el actual contexto, le debemos exigir verdad, justicia y reparación, es a esa clase gobernante a la que se debe exigir gestos y acciones de paz, es a esa clase a la que se debe exigir que pare la guerra, pues es esa clase la que la desató y como monstruo la ha implementado contra un pueblo, independientemente de que este, éste o no armado.
Los pueblos del mundo tienen derecho a la rebelión, a liberarse del yugo opresor, a defenderse de la brutal violencia de que es víctima y el pueblo colombiano tiene ese legítimo derecho. Una paz cierta pasaría por cambios estructurales y el desmote del modelo neoliberal, cosa que no será resultado de la firma de los acuerdos eufemísticamente llamados de paz, será el resultado de la resistencia y lucha del pueblo colombiano.
Y mientras esa utopía se convierte en realidad, en el aquí y el ahora, la paz comienza por que el estado desmonte su herramienta paramilitar y su ejército asesino, que cese los asesinatos de opositores, que cese la entrega del país en concesiones a las multinacionales, que cese el saqueo, el despojo, el empobrecimiento de las mayorías. Que no haya tinta regando su sevicia para falsear la realidad, que no se repriman las justas luchas y anhelos populares cuando se protesta, que no haya más marcas, ni huellas fatales de su violencia, que se restablezcan los derechos del pueblo, que no sean ignorados, ni se sigan vulnerando, salud, educación. Por allí comenzaría, pero la paz cierta y verdadera, va mas allá de ello, es el emprendimiento de una nueva patria socialista con justicia y equidad y ello nos corresponde construirlo a todos los vilipendiados de esta Colombia herida.
Matilde Trujillo Uribe
Gilgamesh***
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Muchas gracias por tu aporte. Aún las diferencias enriquecen las conclusiones.
Gilgamesh.
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