***Hermosa noche de Domingo para todos
-La Administración Federal de Ingresos Públicos =AFIP= le pidió a la jueza María Straccia, a cargo del juzgado penal tributario N° 3 que ordene la detención del contador Miguel Gerardo Abadi, quien encabeza la lista de depositantes en la filtración de cuentas del banco HSBC de Ginebra.
El organismo que preside Ricardo Echegaray pidió al juzgado la captura internacional de Abadi, tular del fondo de inversión GEMS, quien administró 1.400 millones de dólares sólo en el 2006.
Además la AFIP le solicitó un exhorto a la fiscalía general de Suiza sobre los allanamientos en la sede del HSBC Holdings realizados la semana pasada en medio del escándalo mundial por las 130.000 cuentas con fondos ocultos. También nformación a sus pares de las Islas Vírgenes, Uruguay y Bermudas, algunos de los países donde están las sociedades opff-shore que administraba Abadi.
El empresario ahora es gerente del fondo de inversión GEMS, que llegó a administrar 6700 millones de dólares entre acciones, bonos y otros activos financieros.
La denuncia, presentada por la AFIP en noviembre del año pasado, no sólo abarca al banco HSBC sino que también comprende a una plataforma facilitadora para la evasión conformada por apoderados, abogados, licenciados en economía y contadores que pusieron a disposición una red off shore de sociedades extranjeras para evadir impuestos. En esa red, Abadi tiene a su nombre 12 cuentas, en algunas en carácter de auditor y en otras como representante legal.
Ricardo Echegaray se reunió con la jueza para requerirle la *repatriación* de los 3.800 millones de dólares fugados.
Mmmm difícil que el chancho chifle...
-George Soros es multimillonario y dueño de Quantum, un hedge fund que tiene en su poder bonos reestructurados de la deuda argentina en default. Hasta ahí, no tiene nada de diferente con Paul Singer, el lider de NML Capital y archienemigo del Gobierno ya que es la cara visible de los fondos buitre, que de la mano del juez estadounidense, Thomas Griesa, quieren la devolución total de los bonos argentinos.
Soros tuvo un triunfo en los tribunales británicos, cuando la Justicia británica determinó que la jurisdicción de Nueva York *no puede imponerse sobre la de Londres*.
La demanda había sido presentada por Soros y otro millonario: Kyle Bass, dueño de Hayman Capital. Ellos habían pedido en noviembre pasado a la justicia británica que se les permita cobrar un vencimiento de los bonos de deuda argentina por cerca de 257 millones de dólares.
Con una fortuna de cerca de 23 mil millones de dólares, Soros anunció a principios de este mes su retiro de las finanzas. El magnate sostiene que el mercado financiero global se volvió totalmente impredecible y que *se ha convertido la profesión de gestor de hedge funds en un trabajo dificultoso*.
Pobre Soros...me imagino lo agotador de su trabajo...
Y señaló que va a dedicar todas sus energías a la filantropía, algo en lo que ya brillan otros personajes de culto como Bill Gates y Warren Buffett.
Y parece que a Soros le atrae el potencial de las empresas españolas porque ya lleva invertidos más de 1.000 millones de euros desde su desembarco en 2013.
En España, Soros tiene participación en la constructora FCC, Liberbank, Bankia, la inmobiliaria Hispania e Iberdrola, entre otras empresas.
George Soros es húngaro y sobreviviente del Holocausto.
Emigró primero a Inglaterra y luego a Estados Unidos y creó su fortuna gracias a grandes movimientos especulativos. Incluso llegó a quebrar al Banco de Inglaterra en 1992, en lo que se conoce como el *miércoles negro*. En el marco de su especulación con la devaluación de la libra esterlina, el magnate vendió más de 10 millones de libras y obtuvo 1.100 millones de dólares en ganancias.
Según trascendió, Soros ha comprado en Argentina, 400.000 hectáreas en la Pampa húmeda y más de 160.000 cabezas de ganado. También fue propietario de varios hoteles y centros de compras en el país y desde agosto del 2014 es el dueño del 3,5% de las acciones de YPF.
Si va a hacer filantropía, le pido una ayudita para éste blog, al menos para sortear 1000 dólares al mes entre nuestros lectrores...jeje..
Finalmente me despido con un certero análisis con el cual coincido plenamente, a cargo del Intelectual Claudio Katz
Grecia desde Argentina.
En los últimos años han sido muy frecuentes las comparaciones de la crisis griega con el colapso argentino del 2001. Numerosos analistas destacaron las semejanzas en el nivel del endeudamiento, el deterioro económico o el desplome político.
Este contrapunto se ha diluido en la nueva coyuntura creada por el triunfo de la coalición de izquierda Syriza. Las diferencias actuales con el antecedente argentino son muy significativas.
En la esfera productiva el derrumbe de la economía helena supera ampliamente lo ocurrido en el Cono Sur. Desde el 2009 Grecia soporta una continuada depresión que desmoronó su PBI en un 26%. El desempleo promedio trepó al 27 % y supera el 50% en las franjas juveniles. Las jubilaciones y pensiones fueron brutalmente reducidas y la pobreza afecta al 40% de la población infantil.
El desmoronamiento que Argentina padeció en la acotada coyuntura del 2001-02 se ha extendido en Grecia a lo largo de seis años. También la deuda helena ha trepado por encima de su equivalente latinoamericano. Saltó del 100% =2008= al 174% =2014= del PBI.
Pero la principal diferencia entre ambos casos radica en la transferencia del pasivo griego a los estados de la Unión Europea. Los bancos acreedores =especialmente alemanes y franceses= utilizaron las dos reestructuraciones de la deuda para desprenderse de esa carga.
En la actualidad el 60% de la deuda griega está en manos de una agencia estatal-financiera del Viejo Continente =FEFF=, otro 10% es manejado por el FMI y el 6% restante es administrado por el Banco Central Europeo. La estatización se consumó a través de una operación fraudulenta. Los títulos fueron cotizados a precios elevados e intercambiados con grandes auxilios crediticios.
Mientras que Argentina negoció sus canjes con múltiples acreedores privados =2005=, Grecia tramita su deuda con la jefatura de la Unión Europea. Este manejo asume un carácter político muy distinto a la operación económica que concretó el país sudamericano.
En la esfera institucional las diferencias son también muy marcadas. En ambos casos la estructura tradicional de partidos, legisladores y funcionarios fue deglutida por la crisis. El bipartidismo heleno de socialdemócratas y conservadores =PASOK-Nueva Democracia= quedó tan incinerado, como el justicialismo menemista y la UCR de Argentina.
Este último desplome arrastró a todo el régimen vigente. El presidente De la Rúa fue eyectado de la Casa Gobierno y cinco mandatarios gobernaron durante pocas semanas. Una ruptura de esa envergadura no se consumó hasta ahora en Grecia.
El desenlace posterior también ha sido diferente. El viejo esquema político fue reconstruido en Argentina durante la última década por los gobiernos kirchneristas. Otorgaron importantes concesiones sociales y democráticas para distender la ira popular y recomponer los intereses de los grupos dominantes.
Como en Grecia nadie pudo implementar esa restauración, la continuidad de la crisis condujo al ascenso de Tsipras a la presidencia. Syriza no proviene de estructuras tradicionales como el kirchnerismo justicialista. Es una fuerza alineada en la izquierda radical que asume ideales anticapitalistas.
En este marco de antecedentes y contextos tan distintos:
¿Puede Grecia lograr el mismo desahogo económico que consiguió Argentina durante la última década?
Escenarios trastocados
Si la capacidad de negociación de un país dependiera exclusivamente de su peso económico, a Grecia le resultaría muy difícil repetir la trayectoria de su contraparte. Argentina es el quinto productor mundial de alimentos, ejerce una influencia gravitante en el mercado de soja y maneja recursos naturales apetecidos por todas las potencias. En cambio Grecia se desenvuelve como una pequeña economía, en los márgenes de la Unión Europea. Se caracteriza por una alta especialización en el turismo y el transporte marítimo.
La pérdida de soberanía monetaria que genera su pertenencia a la eurozona acentúa esas diferencias. Argentina siempre mantuvo la administración autónoma de su deteriorada moneda. Quedó favorecida, además, por un default de la deuda que blindó su economía ante a las turbulencias de las finanzas internacionales. Por eso negoció el canje de su deuda con menor presión de los banqueros y el FMI.
Por el contrario Grecia está ubicada en un área estratégica de la tormenta global. A pesar de su reducida participación en el PBI europeo se encuentra muy integrada a todos los circuitos del Viejo Continente. No bordea a la economía mundial, sino que conforma una periferia directa del centro.
Esta localización explica la enorme expectativa internacional que acompaña a la renegociación de su deuda. Esa centralidad contrasta con la relativa indiferencia que rodeó al desenlace del canje argentino durante el 2003-06.
El protagonismo de Grecia ha quedado reforzado por la estatización de sus pasivos. Mientras que el intercambio de los bonos argentinos fue tramitado en forma convencional por funcionarios y banqueros, las tratativas de la deuda helena son monitoreadas por Merkel y Hollande.
Resulta difícil determinar si esa gravitación aumenta o reduce el margen de negociación del país. Pero es indudable que el establishment europeo ha quedado desconcertado por el triunfo de Syriza. A diferencia del 2012 no logró ningún resultado con las campañas para atemorizar a los electores.
Incluso la unanimidad penalizadora del gran capital hacia Grecia se ha quebrantado. Mientras que la Troika mantiene su dureza tradicional, varios exponentes de las altas finanzas propician negociaciones más contemplativas. La intransigencia de los c onservadores germanos contrasta con la contemporización que exhiben los políticos franceses.
Existe un creciente temor burgués a la aparición de muchos Syrizas en Europa. La preocupación inmediata se localiza en la oleada de protestas que comienza a proyectarse en España al plano político. *Podemos* sintoniza con la juventud indignada y las 300.000 personas que celebraron en Madrid el triunfo de la izquierda griega, anticipan una tendencia que podría extenderse a Irlanda, Portugal o Francia.
Los temores que genera este posible aluvión superan el susto precedente al contagio económico. La preocupación por el impacto de un default griego sobre los bancos se ha reducido y la propia victoria electoral de Syriza no alteró el comportamiento habitual de las Bolsas.
Esta distensión refleja cierto alivio general de las finanzas continentales. El dogma deflacionario de Merkel enfrenta un techo y con el Plan Draghi ha comenzado el aflojamiento monetario. En el Viejo Continente se perfila una repetición de los mecanismos de alta emisión =Quantitative Easing= que utilizó Estados Unidos para lidiar con la crisis.
Por otra parte, Grecia ha quedado situada en el medio de las nuevas tensiones geopolíticas que provoca el conflicto ucraniano. En el nuevo mapa Syriza cuenta con la inédita posibilidad de recostarse sobre Rusia, para contrarrestar las presiones de la Troika.
El triunfo de la izquierda griega aporta, además, un contrapeso a la oleada de islamofobia reaccionaria, que sucedió al atentado contra Charly Hebdo. Syriza encara una esperanza progresista que puede inaugurar un giro mayúsculo en el continente. Por eso resulta útil extender las comparaciones a lo ocurrido en Sudamérica.
Contrapuntos regionales
Tsipras inició su gestión con medidas de reparación a los desposeídos que desconocen las imposiciones de la Troika =Memorándum=. Restableció la electricidad a 300.000 hogares carenciados, fijó un nuevo salario mínimo y decretó la readmisión de 3.500 trabajadores despedidos. Disolvió, además, el órgano creado para las privatizaciones y suspendió la venta de los puertos de Tesalónica y El Pireo.
Con este debut Syriza confirmó su disposición a implementar una política económica de ruptura, muy distante de la continuidad inicial que mantuvo Kirchner. En Argentina, esa preservación de programas y ministros de la gestión previa =Duhalde- Lavagna= permitió coronar la depuración de capitales, iniciada con la mega-devaluación del 2002.
La atadura a las pautas deflacionarias del euro impidió a los gobiernos del PASOK y la ND realizar este tipo de limpiezas, que los capitalistas utilizan para recomponer la rentabilidad de sus negocios a costa del salario.
Syriza siempre contrapuso alternativas progresistas a cualquiera de estos ajustes regresivos. Pero la implementación actual de su programa exige alterar las relaciones de fuerzas. La coalición llegó al gobierno al cabo de una intensa lucha social, pero concretó su ascenso en una coyuntura de reflujo. Necesita proyectar su victoria electoral a las calles y a la balanza de poder.
También en este terreno la situación difiere de lo ocurrido en Argentina. En ese país la rebelión del 2001 introdujo un drástico cambio a favor del campo popular. El kirchnerismo asumió el gobierno aceptando ese giro político-social impuesto por la lucha de los piqueteros y la clase media.
Las semejanzas de Grecia con lo vivido en Argentina son más significativas en el terreno regional. Es evidente que la recuperación de conquistas exige un contexto europeo más permeable a los intereses populares. Recurriendo a la imaginación se podría concebir al triunfo de Syriza como un acontecimiento equivalente a la victoria lograda por Chávez en 1999. Ese triunfo fue sucedido por sublevaciones populares exitosas =Argentina, Ecuador, Bolivia= y victorias contra la derecha en varios comicios sudamericanos.
Estos procesos determinaron la singularidad de una región, que durante la última década registró dinámicas contrapuestas a la ofensiva neoliberal. En el marco creado por la valorización de las exportaciones primarias, ese escenario político permitió frenar los atropellos de los capitalistas.
¿Se repetirá esa secuencia en la periferia europea? ¿Lograrán revertir el apriete deflacionario que impone el euro? ¿Construirán resistencias semejantes al movimiento que en Sudamérica contuvo al ALCA?
La prioridad de la derecha es abortar estas posibilidades contraponiendo a Grecia con el resto de Europa. Los conservadores difaman al pueblo heleno, presentando los vicios de la burocracia y los capitalistas =corrupción, estafas, irresponsabilidad financiera=, como un ADN de toda la sociedad. Insultos muy parecidos suelen difundir los periódicos estadounidenses contra varias naciones latinoamericanas.
Un conocido experto en estas manipulaciones repite el libreto imperial, hostigando a los griegos que *han optado por el harakiri* y la copia del *populismo venezolano*. Con esa inversión de la realidad atribuye connotaciones suicidas al primer intento de remontar el crimen social perpetrado por la Troika.
Afortunadamente estas infamias pierden peso frente a la creciente solidaridad con Grecia que se verifica a ambos lados del Atlántico. La defensa de Syriza y del proceso bolivariano confluye en una misma resistencia contra las agresiones imperiales .
Los dilemas de la negociación
La apuesta de máxima en la negociación griega con los acreedores es lograr una quita del pasivo, semejante a la obtenida por Alemania Federal en 1953. Tsipras remarca este antecedente, para recordar la deuda económica y moral que mantiene la potencia germana por los crímenes cometidos durante la ocupación nazi. El tono explícitamente político de esta exigencia corrobora las diferencias con la negociación argentina de la década pasada.
Partiendo de una eliminación sustancial del pasivo, la dirección de Syriza pone sobre el tablero un variado paquete de quitas, refinanciaciones y pagos condicionados al crecimiento. Estas alternativas incluyen mayores erogaciones solventadas con impuestos a los capitalistas locales o cancelaciones más reducidas del pasivo, si no se instrumenta una reforma fiscal progresiva.
Tspiras confía en ganar esta pulseada. Estima que la amenaza de radicalización que encarna Syriza doblará el codo de los acreedores. Resalta la paradójica fortaleza que tienen los débiles, en las coyunturas que gran división de los poderosos. Espera reforzar la influencia continental de David frente a Goliath, en las prolongadas negociaciones que se avecinan.
Pero la gestación de este escenario requiere sortear el ahogo que imponen los vencimientos inmediatos de la deuda. Por eso el nuevo gobierno reclama la concesión de un crédito puente de seis meses. En ese lapso se reforzaría la campaña de desafío a la Troika que ya inició el ministro Varoufakis.
Algunos analistas estiman que Grecia no podrá conseguir la quita otorgada a Alemania en 1953. Señalan que el país es un deudor enfrentado y no asociado con los acreedores. Recuerdan que los gobiernos occidentales perdonaron la deuda germana durante la posguerra, para reconstruir una economía clave en su batalla contra el comunismo. Posteriormente el gobierno estadounidense incentivó alivios semejantes a favor de gobiernos subordinados =Egipto= o títeres =Irak=.
Es indudable que Grecia se ubica actualmente en las antípodas de esas situaciones.
Sin embargo, todos estos antecedentes comparten la preeminencia de prioridades políticas sobre consideraciones económicas, en el manejo de una deuda. Por esa razón resulta imprevisible el sendero que transitará el pasivo heleno.
En los últimos años las renegociaciones fueron sinónimo de ajuste. La agenda que tenía prevista la Troika para el país implicaba la refinanciación de los vencimientos =21.000 millones de euros=, a cambio de mayores despidos y privatizaciones. En la nueva coyuntura, el mismo término de renegociación alude a una disputa real por quién pagará los agujeros de la deuda.
Pero es evidente que una estrategia para doblegar a la Troika debe contemplar respuestas a una posible intransigencia de los acreedores.
¿Qué hacer si exigen la continuidad del apriete?
Un anticipo de esta eventual virulencia es el anunciado corte del financiamiento a los bancos griegos por parte del BCE. Si se cierra esa canilla de liquidez, las entidades helenas deberán sobrevivir recurriendo a costosos fondos previstos para situaciones de emergencia.
Esta traumática dependencia financiera impediría los seis meses de tregua que propone Tsipras. Las tensiones bancarias podrían agravarse adicionalmente, si se dispara la fuga de capital que sobrevoló al triunfo electoral de la izquierda. En pocas semanas desaparecieron montos equivalentes a todo lo ingresado durante el 2014.
En este terreno la experiencia argentina es aleccionadora, puesto que el traumático corralito del 2001-02 sucedió a una furibunda salida de fondos. Este tipo de hemorragias debe ser contenido antes que se destruyan las reservas y los recursos en divisas. Sólo un detallado proyecto de nacionalización de los bancos y control de los movimientos de capitales permitiría lidiar con esa crisis.
Se pueden formular incontables especulaciones sobre la actitud final que asumirá la Troika, pero resulta indispensable contar con un Plan B, para continuar las negociaciones con reservas protegidas y un sistema bancario en operaciones. Como se demostró en Chipre en el 2013 los acreedores son chantajistas que juegan a varias puntas.
Las alternativas de la pulseada
Siryza enfrentará dilemas semejantes si decide asumir las propuestas de la consultora Lazard. Ese plan promueve eliminar un tercio del pasivo y subdividir la carga restante en dos porciones. Una parte sería canjeada por títulos ajustados al crecimiento que determinarían pagos a partir de cierto porcentaje de expansión del PBI. Otro segmento quedaría consolidado como una deuda de larguísimo plazo, sujeta a una tasa de interés a concertar. Se supone que esta reestructuración dejaría el pasivo en un techo del 120 % del PIB.
Pero ese porcentual implicaría un nivel que obstruiría el desenvolvimiento de la economía griega. El promedio predominante al concluir el canje argentino rondaba en la mitad de ese porcentual. La experiencia del Cono Sur también indica que los bonos atados al crecimiento son un arma de doble filo. Pueden entrañar onerosos pagos financiados con mayor endeudamiento interno. Las tasas de interés de todas las operaciones en juego constituyen otro riesgo significativo.
Como cualquier negociación incluirá adversidades de ese tipo resultaría importante implementar una auditoría para clarificar el origen y la legitimidad del pasivo. Esta revisión refutaría todos los argumentos neoliberales, al demostrar que la deuda se desbordó por las estafas perpetradas por los banqueros.
Resulta posible implementar la auditoría con cierta facilidad, puesto el 80 % del pasivo está en manos de la troika y se remonta a lo sumo al año 2010. Una rápida inspección ilustraría cómo la escandalosa subvención a los bancos se consumó violando las normas del BCE. La auditoría demostraría, además, la gravitación de los gastos militares en el pasivo previo y las fortunas amasadas por los contratistas extranjeros en esas operaciones.
En Argentina nunca se realizó esa auditoría y las investigaciones parciales durmieron en los Tribunales y el Congreso. Por esta razón los canjes se consumaron aceptando la validez de títulos sin respaldo. Este fraude salió nuevamente a flote durante la reciente crisis con los Fondos Buitres. Los especuladores exigen millones por los papeles carentes de legitimidad que adquirieron a cambio de moneditas.
Pero la auditoria constituye tan sólo una pieza de un complejo paquete de medidas en múltiples frentes. Demostrar la inconsistencia de la deuda contribuye a elevar la conciencia de la población, pero no resuelve los dilemas que enfrenta la resistencia al Memorándum.
Esta batalla exige la misma inteligencia que las respuestas elaboradas frente a las amenazas de expulsar al país del euro. Syriza ha enfrentado acertadamente esta presión, proclamando su intención de permanecer en el circuito monetario, sin aceptar *ningún sacrificio por el euro*. Con esa definición ha evitado la falsa contraposición entre salir o permanecer en la eurozona, como si fuera una opción voluntaria de los griegos. La responsabilidad del problema recae sobre los acreedores. Son ellos quienes deben arriesgarse a echar al país de la moneda común.
Mantenerse dentro del euro aceptando el ajuste es tan nocivo como reintroducir el viejo dracma al cabo de una gran devaluación. Ambos caminos obstruirían los alivios económico-sociales que promueve Syriza. La solución al dilema monetario no puede anticiparse y surgirá de la propia batalla en curso.
Quiénes suponen que Grecia podría repetir la mega-devaluación argentina del 2001-02 para incentivar un ciclo de crecimiento sostenido, olvidan los traumáticos efectos sociales de esa medida. La recuperación de la economía sudamericana sólo fue lateralmente incentivada por el fin de la convertibilidad. Ese repunte obedeció principalmente a la peculiar inserción del país en los valorizados mercados de materias primas.
Gilgamesh***
Fuentes;
-lanueva
-cronista
-rebelion
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Gilgamesh.
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