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miércoles, 24 de junio de 2015

* ¿Qué hay después de la muerte?-Parte 1 *

***Hermosa noche de Miércoles para todos.
Sin novedades en el clima espacial.

Con acertado tino, un amigo me hace llegar el trabajo de alguien que no conocía.
Realmente me sentí impresionado por la seriedad y la forma con que éste hombre encara muchos de los temas que a nosotros también nos convocan.
Seriedad digo, porque todo tema debe necesariamente ser analizado desde distintas fuentes, y él así lo ha hecho.
Hablo del español Manuel Sancho Pomés, barcelonés nacido en 1944, y si bien es profesional de informática, como contrapunto a su actividad profesional, sus aficiones han seguido un camino distinto. Ávido lector de todo tipo de temas y aficionado a la música, ha dedicado muchos años al estudio de antiguos mitos y leyendas. Dicho estudio le ha llevado a la conclusión de que en la más remota antigüedad han existido civilizaciones muy avanzadas, de las que todavía se conservan importantes vestigios.
En un determinado momento consideró conveniente atravesar la etérea frontera entre el mundo de los lectores y el de los escritores, en el que la creatividad es su principal divisa. La experiencia ha sido tan enriquecedora, que se ha propuesto continuarla indefinidamente.
Pomés cuenta ya con dos libros de su autoría;
-Siguendo la senda de Shamballah
-La tenue caricia de Chronos



Entonces me permito compartirles una investigación perfectamente documentada con las fuentes consultadas por Manuel;

Fuentes:
José Gaona Cartolano – Al otro lado del Tunel
Andre Maurois – El Pesador de Almas
Raymond A. Moody – Vida despues de la Vida
Annie Besant – Vida despues de la Muerte
Alice A. Bailey – Una gran aventura: la Muerte
Ramacharaka, Yogi – La Vida después de la Muerte
Hanan Mochon Nissim Rab – Vida despues de la Muerte
Rimpoche, Sogyal – El libro Tibetano de la Vida y de la Muerte

Ésta investigación viene a cuento de mucho que tratamos sobre Gnosis, y en ésta ocasión, el trabajo del estimado Manuel, viene a aportar, reforzar y afianzar conceptos de esos que son complicados de entender y explicar, complicados a la hora de darles un aval científico y de pensadores diversos.
Estoy seguro que muchos de ustedes apreciarán éste trabajo que es abuundante y que les voy a compartir en numerosas entregas.
Arrancamos entonces con la primera parte de éste gran trabajo de Pomés;

¿Qué hay después de la muerte?
Por Manuel Sancho Pomés, parte 1

En el Bhagavad Gita podemos leer: *El espíritu nunca tuvo la necesidad de nacer. El espíritu nunca cesará. Nunca existió en el tiempo ni dejó de existir. El principio y el final son simples sueños*. Por otro lado, la reencarnación es la creencia consistente en que la esencia individual de las personas, ya sea mente, alma, conciencia o energía, adopta un cuerpo material no solo una vez sino varias, según va muriendo. Esta creencia aglutina de manera popular diversos términos, tales como Metempsicosis, que viene del término griego meta, después, y psyche, espíritu o alma; Transmigración, migrar a través; Reencarnación, volver a encarnar; o Renacimiento, volver a nacer. 

Todos estos términos aluden a la existencia de un alma o espíritu que viaja o aparece en distintos cuerpos, generalmente a fin de aprender en diversas vidas las lecciones que proporciona la existencia terrena, hasta alcanzar una forma de liberación o de unión con un estado de conciencia más alto. La creencia en la reencarnación ha estado presente en toda la humanidad desde la antigüedad, en la mayoría de las religiones orientales, como hinduismo, budismo y taoísmo, y también en las religiones africanas y tribales de América y Oceanía.



En la historia de la humanidad, la creencia de que una persona fallecida volverá a vivir o aparecer con otro cuerpo, con una personalidad generalmente más evolucionada, ha sobrevivido. Sin embargo, las religiones judeocristianas y el islam son prácticamente las únicas que no la contemplan oficialmente, pero sí han permanecido bajo la forma de diversas herejías. El término alma se puede aplicar a los seres vivos en general, incluyendo plantas y animales, como su principio constitutivo. Según algunas interpretaciones, como la de Aristóteles, el alma incorporaría el principio vital o esencia interna de cada uno de esos seres vivos, gracias a la cual estos tienen una determinada identidad, no explicable a partir de la realidad material de sus partes.

También se usa el término alma en una acepción más particular si se refiere a los seres humanos; en este segundo caso, según muchas tradiciones religiosas y filosóficas, el alma sería el componente espiritual de los seres humanos. En el transcurso de la historia, el concepto *alma* pasa por diversos intentos de explicación. Desde el dualismo del idealismo filosófico y de la Gnosis, a la interpretación existencialista de un todo, con dos aspectos específicos: lo material y lo inmaterial.



Durante las últimas décadas, un fenómeno se ha convertido en el centro de las discusión acerca de la supervivencia después de la muerte. Las experiencias cercanas a la muerte o ECM parecen proveer evidencia de la supervivencia en conjunto con las comunicaciones mediúmnicas y otros fenómenos relacionados, como es el caso de las apariciones de personas fallecidas. El interés en este tema por el público en general y la comunidad científica, comenzó con la publicación del libro Vida después de la Vida, de Raymod Moody, un psiquiatra nortemericano, en 1975, quien se vio impulsado a estudiar estas experiencias luego de escuchar la vivencia del Dr. George Ritchie durante la guerra, a quien dedicó su libro. 

A partir de esto, cada vez más investigadores serios, como José Gaona Cartolano, con su libro Al otro lado del Tunel, en que me he basado para escribir este artículo, han buscado explicaciones al fenómeno.
Según Kenneth Ring: *No todo el mundo puede tener una ECM o necesidad de vivirla, pero todo el mundo puede aprender a asimilar las lecciones de estas experiencias cercanas a la muerte en su propia vida*.



Podríamos definir las ECM como experiencias relatadas por personas que se han encontrado clínicamente muertas, es decir, en un estado de ausencia de cualquier señal vital durante un periodo de tiempo y luego revividas. Sin embargo, autores como Robert Crookall han denominado a los protagonistas de estas experiencias como *pseudomuertos*. Asimismo, Greyson, uno de los mayores expertos a nivel mundial, distingue claramente dos cuestiones. 

Una podemos llamarla un episodio cercano a la muerte, que es una situación física en la que la persona sobrevive a un encuentro real con la muerte debida a una enfermedad o traumatismo; otro sería una experiencia cercana a la muerte, que representa una experiencia subjetiva de la consciencia que funciona independientemente del cuerpo físico durante un episodio cercano a la muerte. La persona que sufre una ECM percibe fenómenos en el mundo material, la mayor parte de las veces en el área vecina a su propio cuerpo, incluyendo, en muchas ocasiones, él mismo, si bien esto no ocurre necesariamente todas las veces. Por el contrario, en el aspecto espiritual o transmaterial, la persona percibe fenómenos que van más allá de las dimensiones habituales.



Un ejemplo de este último concepto serían las experiencias extracorpóreas, en las que la persona nota que su consciencia se encuentra temporalmente situada fuera de su cuerpo físico. Algunos autores, como Gary Habermas, afirman que aunque las ECM constituyesen un soporte racional para creer que hay vida después de la muerte, todavía existe un sinnúmero de factores sin resolver. En primer lugar, habría que cuestionarse si las ECM constituyen el primer paso para una vida maximizada después de la muerte, es decir, la vida eterna o inmortalidad, o por el contrario sería una vida minimizada, que tan solo mostraría la existencia de la consciencia durante un corto periodo de tiempo después de la muerte, ya que la experiencia parece durar solo unos cuantos minutos. 

Es decir, la experiencia fenomenológica o evidencial tan solo sugiere una vida mínima después de la muerte. Por otro lado, las personas que sufren una ECM suelen experimentar una pérdida del sentido del tiempo =atemporalidad= que podría coincidir con las definiciones filosóficas de eternidad. Podríamos afirmar, de alguna forma, que si la vida eterna debe comprenderse en términos de existencia atemporal en vez de duración temporal infinita, entonces, en este caso particular, las ECM sí que podrían considerarse como el primer paso para esa vida eterna.



Este tipo de creencias, una vez que pensamos haber resuelto alguna de las cuestiones, parece abrir nuevas interrogantes. Por ejemplo, si existiese dicha vida después de la muerte tendríamos que plantearnos la cuestión de la identidad personal en la misma, ya que somos seres temporales cuyo ego está ligado a memorias de nuestro pasado y a anticipaciones de nuestro futuro. Si la inmortalidad se asocia a una existencia atemporal, es razonable pensar si la identidad personal se puede retener después de la muerte. 

Las preguntas son: ¿quién o qué sobrevive a la muerte? ¿cuánto tiempo sobrevive la consciencia después de la muerte?
Recientemente el investigador norteamericano Robert Lanza ha afirmado que tiene pruebas definitivas para confirmar que la vida después de la muerte existe y que de hecho la muerte, por sí misma, no existe de la manera en la que la percibimos. Lanza argumenta que la respuesta a la pregunta *¿Qué hay más allá de la muerte?*, cuestión sobre la cual los filósofos llevan siglos reflexionando, radica en la física cuántica, y en concreto en la nueva teoría del biocentrismo. 

Según este investigador norteamericano, de la Escuela de Medicina de la Universidad Wake Forest, de Carolina del Norte, la solución a esa cuestión eterna consiste en la idea de que el concepto de la muerte es un mero producto de nuestra conciencia, según relata la edición digital de The Independent.



Lanza afirma que el biocentrismo explica que el universo solo existe debido a la conciencia de un individuo sobre él mismo. Lo mismo sucede con los conceptos de espacio y tiempo, que este científico explica como *meros instrumentos de la mente*. En un mensaje publicado en su sitio web, Lanza argumenta que con esta teoría el concepto de la muerte como la conocemos *no existe en ningún sentido real*, ya que no hay verdaderos límites según los cuales se pueda definir. *Esencialmente, la idea de morir es algo que siempre se nos ha enseñado a aceptar, pero en realidad solo existe en nuestras mentes*, opina Lanza. 

Asimismo, evidentemente, creemos en la muerte porque nos asociamos con nuestro cuerpo y sabemos que los cuerpos físicos mueren. Lanza señala que el biocentrismo es similar a la idea de universos paralelos, la hipótesis formulada por físicos teóricos según la cual hay un número infinito de universos y todo lo que podría suceder ocurre en alguno de ellos. En términos de cómo afecta ese concepto a la vida después de la muerte, el investigador explica que, cuando morimos, nuestra vida se convierte en una *flor perenne que vuelve a florecer en el multiverso* y agrega que *la vida es una aventura que trasciende nuestra forma lineal ordinaria de pensar; cuando morimos, no lo hacemos según una matriz aleatoria, sino según la matriz ineludible de la vida*.



*Se que este relato causará sorpresa. Algunos dudarán de mi buena fe, otros de mi cabal juicio. Pero si los hechos que voy a describir son sorprendentes, no son imposibles de comprobar. Unos sencillos experimentos que cualquier biólogo puede reproducir, demostrarán que las teorías que me expuso el doctor James estaban fundadas en observaciones reales*. Asi comienza la novela El Pesador De Almas, de André Maurois, en la que se intenta demostrar, nada menos, que el alma es una energía cuyo peso puede medirse. ¿Puede pesarse un alma humana? Inteligente y desapasionadamente objetivo, André Maurois debe su fama a sus novelas y sus biografías, en las que destacó gracias a una profunda documentación y amenidad, André Maurois fue un profundo conocedor del alma humana y leerle constituye un verdadero placer. 

André Maurois es el seudónimo de Émile Herzog, novelista y ensayista francés nacido el 26 de julio de 1885 en Elbeuf =Normandía= y muerto en París el 9 de octubre de 1967. Descendiente de una rica familia dedicada la la industria textil, Maurois realizó estudios secundarios en Rouen =Liceo Corneille= y superiores en Caen. Tuvo como profesor al filosofo Alain que le animó a tomar el camino de la escritura. Ante la perspectiva de tomar la dirección del negocio familiar, optó por la literatura.



Durante la primera Gran Guerra, sirvió como interprete del Estado Mayor británico, lo que le familiarizó con el cáracter y la cultura anglosajona. En la II Guerra Mundial luchó por la Francia libre y se refugió en Estados Unidos al negar su obediencia al gobierno pro-nazi de Vichy. En 1938 ingreso en la Academia francesa. Falleció el 9 de octubre de 1967. La búsqueda del alma y la demostración de su existencia mediante experiencias físicas ha sido una constante durante toda la historia de la ciencia. Muchos científicos a lo largo de la historia han intentado realizar diferentes pruebas que probaran o no su existencia. 

A este respecto queremos hacer referencia a una interesante película, que trata algunos aspectos de la vida después de la muerte. Se trata de El sexto sentido, una película estadounidense, de 1999, dirigida por el realizador hindú M. Night Shyamalan, sobre un guion original propio y que relata la experiencia que un psicólogo intenta descubrir al tratar de ayudar a un niño acerca de la terrible verdad de los poderes sobrenaturales que éste posee.



Gilgamesh***
Continuará.

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