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domingo, 12 de julio de 2015

* ¿Qué hay después de la muerte?-Parte 12 *

***Feliz Domingo que ya fenece en nuestro hemisferio y en el otro ya es Lunes..

Ninguna información digna de ser comentada con respecto a la actividad solar y/o el clima espacial.
¿Entonces?...y sí.., el amigo Manuel S. Pomés viene a entretenerles con su larguísima investigación, que es de esas que aportan datos concretos y cita la fuentes, que a su vez son estudios de especialistas en éste tema de la vida después de la llamada muerte.
Todas éstas cosas son en verdad un aval para quienes tratamos de salirnos un poco, de vez en cuando, de un discurso que escuchamos o leemos y que damos por sentado sin siquiera conocer porqué se saca la conclusión de que existe otro tipo de vida cuando abandonamos éste cuerpo físico.

Porque ya saben..,se habla y mucho, se escribe y mucho, pero generalmente todo queda como una cuestión casi digamos..de fé o de la credibilidad que se le tenga a quien hable de éstas cosas. Pues hay mucho material, y el ideal supremo sería que algún alma se presentara ante muchas personas y demostrar que se comunica con nosotros desde *otra realidad*, o ir nosotros y regresar con pruebas...Si hasta parece ridículo ¿no?, nos morimos y nos llevamos una cam y filmamos todo, luego le decimos al *portero* que vamos a regresar y así...estaríamos recontraconvencidos sin ninguna duda más.

Pero lamentablemente eso no parece ser posible, no al menos hasta ahora.
Por eso entonces seguimos el largo derrotero de aprender y tener más herramientas para intentar entender cosas que están en otro mundo o realidad, y para eso contamos con la inestimable vocación de compartir éstas recopilaciones de la mano de Manuel S. Pomés...
Seguimos entonces.

Michael King relata el encuentro con la muerte de una mujer maorí de noventa y dos años de edad: *Me puse realmente enferma por primera vez en mi vida. Estaba tan enferma que mi espíritu salió de mi cuerpo. Mi familia creyó que estaba muerta, ya que mi respiración cesó. Me llevaron al cementerio, prepararon mi cuerpo y llamaron a la gente para el tangi. Mientras tanto, mi espíritu se encontraba sobre mi cabeza, dejé la habitación y viajé hacia el norte, en dirección a la Cola del Pescado. 

Pasé por encima del río Waikato, también sobre el Manukau…, hasta que finalmente llegué al Te Rerenga Wairua, el lugar de los espíritus*. En este lugar sagrado comenzó a realizar los rituales propios de las personas que van a dejar esta vida. Miró hacia abajo, a la entrada del mundo del más allá. Después de realizar una danza tradicional descendió por el pasaje subterráneo =tal vez el túnel= que llevaba al reino de los espíritus. En ese momento, al igual que suele ocurrirle a muchas personas en Occidente, una voz la invitó a parar y le avisó de que todavía no era el momento de ir más allá. Debía volver al reino terrenal. Súbitamente, regresó a su cuerpo y se despertó, hablando a sus sorprendidos familiares.



En este relato llama la atención que si bien no existen túneles sí hay pasajes subterráneos equiparables. También es notable la existencia de experiencias extracorpóreas en el momento en que ella sale volando por encima de su cabeza y visita partes de la isla. Uno de los elementos que podríamos echar en falta, sin lugar a dudas, es el de la revisión vital y el posible juicio asociado.
Al igual que en muchas otras culturas, la muerte, así como la existencia posterior, es de suma importancia en la antiquísima cultura aborigen australiana. Tanto es así que se encuentra recogida en una antiquísima tradición oral: *Yawalngura se encontraba comiendo huevos de tortuga con sus dos esposas. 

Comió alguno de los huevos y se acostó, creciendo durante el sueño. Le encontraron muerto, así que llevaron su cuerpo con ayuda de algunos lugareños y construyeron una plataforma mortuoria para el cadáver. Justamente cuando le estaban emplazando en ese sitio, Yawalngura revivió y despertó lleno de curiosidad hacia la tierra de los muertos. Así que decidió construir una canoa para viajar hasta la misma.



Viajó durante varios días con sus correspondientes noches y, finalmente, llegó a una isla donde se encontró con los espíritus tradicionales, como el del hombre tortuga, y con otros familiares que ya habían fallecido, quienes le advirtieron de que todavía se encontraba vivo y que debía volver a su vida terrenal*. Al parecer estos espíritus bailaron para él y le dieron una diversidad de regalos así como víveres para su viaje de vuelta, diciéndole: *Todavía no estás bien muerto, ya que tienes huesos. Podrás volver cuando hayas muerto adecuadamente*. De esta manera, Yawalngura volvió y contó a todas las personas de la aldea su fantástico viaje. Sin embargo, Yawalngura murió dos días después. 

Esta vez de una manera adecuada y definitiva. Podemos apreciar en esta experiencia la llegada a un reino donde el protagonista se encuentra con personas ya fallecidas. Hay aquí elementos propios de las ECM tanto occidentales como de otros lugares del mundo, pero también podemos echar en falta detalles como el túnel o la experiencia extracorpórea. Uno de los sitios remarcables es Mali, en África. Partiendo hacia el este por una estrecha carretera desde su capital, Bamako, podemos viajar más de ochocientos kilómetros hasta llegar a una región muy apartada: el país Dogón.



La población que vive en esta zona, deprimida económicamente y salpicada por aldeas de chozas de barro, parece poseer una serie de conocimientos astronómicos sobre la estrella doble Sirio que entran en colisión directa con lo que cualquier visitante puede esperar encontrar. Esta población se encuentra establecida a lo largo de un importante acantilado de un par de cientos de kilómetros, que separan la sabana de la planicie del río Níger. A los pies de dicho acantilado se suelen localizar la mayor parte de sus poblaciones, que reciben las aguas de la meseta y del propio acantilado a través de torrentes y pequeñas cataratas. 

Supuestamente, toda esta zona se encuentra poblada desde por lo menos tres mil años antes de Jesucristo. Se sabe, por ejemplo, que los pigmeos habitaron esta región antes de la migración de los dogón a este acantilado hacia el siglo XIV. Finalmente, los pigmeos desaparecieron de la región, y, aunque resulte sorprendente, todavía existe la creencia en Mali de que eran capaces de volar. Los dogón, uno de los pueblos más misteriosos y antiguos del África subsahariana, poseen un acervo cultural que fascina a los antropólogos europeos desde hace ya por lo menos un siglo.



Gracias al antropólogo francés Marcel Griaule disponemos de un legado sorprendente de publicaciones desde las décadas de 1920 y 1930. Así sabemos que, como la mayoría de los pueblos africanos, su cultura religiosa es el animismo. Es decir, los dogón honran la tierra que les da la vida y que los alimenta y que también los acoge después de la muerte. Lo realmente llamativo respecto a los mencionados conocimientos astronómicos es que, en el caso de ciertas estrellas muy brillantes, como Sirio, conocen además una serie de cuerpos que la orbitan, que son absolutamente invisibles a simple vista y que no fueron descubiertos hasta finales del siglo XIX.

Sin embargo, existen documentos que prueban el conocimiento de estos objetos celestes por parte de los dogón con varios siglos de anterioridad al mundo occidental. Más aún, tienen una fiesta, que se celebra cada sesenta años coincidiendo con determinada posición de la estrella Sirio y en la que se exhiben diversas máscaras tradicionales. Asimismo, existe otra fiesta denominada *de la Dama*, que permitiría a los muertos partir y unirse a sus antepasados. El culto a los muertos es un elemento esencial en la religión dogón.



Durante las ceremonias fúnebres, en las que se produce un duelo entre el bien y el mal, las personas que danzan con estas impresionantes máscaras de madera, representan la lucha entre el bien y el mal y el juicio al que se tiene que exponer la persona antes de entrar en el más allá. Entre los dogón, en entrevistas personales realizadas en diversas aldeas a lo largo de la falla de Bandiagará, los habitantes insisten en la existencia de un viaje que comienza una vez muertos, hacia el reino del más allá. Sin embargo, deberíamos diferenciar este tipo de expresiones de corte místico de lo que denominamos una experiencia cercana a la muerte. Melvin Morse habla de ECM en África, principalmente en Zambia. 

Sin embargo, no parece quedarle claro si lo que recoge en sus artículos procede de las tradiciones y experiencias de los africanos o, por el contrario, es algo muy influenciado por la colonización cultural occidental. Los relatos que recoge este autor incluyen, como en los dogón y otros pueblos, largos viajes hacia el más allá, oscuridad, encuentros con personas muertas, algunas vestidas con túnicas blancas, y seres sobrenaturales. Greyson critica los trabajos de este autor, ya que dice que interpreta elementos que sus entrevistados parecen no haber dicho.



Por ejemplo, algunos hablan de oscuridad y Morse lo interpreta y comienza a hablar de túnel, cambiando el sentido del término original. Asimismo, en estas experiencias africanas parecen encontrarse ausentes en todos los casos un par de elementos: la revisión vital y las experiencias extracorpóreas.
Según Paramahansa Yogananda =1893-1952=, yogui y gurú hindú, propagador del yoga en Occidente, particularmente del método llamado kriya yoga: *Un milagro es comúnmente considerado como un efecto fuera de las leyes que nos rigen. Pero todos los eventos en nuestro precisamente ajustado Universo se ajustan a las leyes y son perfectamente explicables según las mismas*. 

Resulta paradójico que las investigaciones modernas sobre estados alterados de consciencia nos hayan aportado nuevas perspectivas acerca de este fenómeno. El que numerosas personas sean capaces de encontrarse con un amplio espectro de aparentemente extrañas experiencias que incluyen, por ejemplo, túneles de luz, juicios divinos, renacimientos o la llegada a reinos celestiales, no parece ser otra cosa que una nueva reproducción de antiguos textos relacionados con los muertos, como en el antiguo Egipto.



Es decir, parece que nada ha cambiado y que estos antiguos textos no son otra cosa que verdaderos relatos de los territorios más íntimos de nuestra psique, incluyendo los asociados a la muerte biológica. En el Libro del esplendor =Zohar=, de la cábala judía, podemos leer el siguiente relato con Adán como protagonista: *El primer hombre creado por Jehová aparece en casa de un moribundo. Al verle, la persona que está muriendo dice: **Es por ti por lo que debo morir**. A lo que Adán replica: **Sí, pequé una vez, un pecado por el que fui severamente castigado. 

Pero tú, hijo mío, no has pecado una vez, sino muchas veces**. Adán procede a enseñarle al hombre una lista de sus faltas y concluye: **No hay muerte sin pecado** *. Una de las primeras personas que expandió el concepto de ECM en el mundo occidental y en la época moderna fue el escritor, filósofo y médico Raymond Moody, cuando allá por el año 1975, mientras todavía era un estudiante de Medicina, publicó Vida después de la vida. Sin embargo, el propio Moody apunta en sus escritos que este tipo de experiencias pueden llegarse a encontrar incluso en textos muy antiguos. Algunos de estos textos son conocidos en el mundo occidental y ya los hemos citado, como el Libro tibetano de los muertos, la Biblia, etc.



Continuará...
Gilgamesh***

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