***Excelente y bella noche de Viernes para todos.
Todo más que tranquilo allá arriba así que vamos a retomar el extenso y nutritivo informe de Manuel Sancho Pomés.
Asimismo, las ECM se pueden encontrar prácticamente en todas las culturas, al igual que las experiencias de salida extracorpórea o EEC. Estas últimas fueron estudiadas por Dean Shiels en 1978, y comprobó que el 95 por ciento de 70 culturas no occidentales, de distinta localización geográfica y estructura religiosa, creían en este fenómeno de una manera sorprendentemente uniforme. Este autor concluye que la creencia en las EEC responde, casi con toda seguridad, a acontecimientos demostrables.
Holden, Greyson y James, en su libro The Handbook of Near Death Experiences, hacen notar la diversidad de textos donde aparecen las ECM en la literatura mundial, ya sea de forma accidental o como parte del relato. Por ejemplo, la mencionada por el famoso explorador David Livingstone en su libro Aventuras y descubrimientos en el interior de África. Uno de los casos más llamativos del siglo XIX, publicado en 1889, en el Saint Louis Medical and Surgical Journal, fue el protagonizado por el doctor A. S. Wiltse, del pequeño poblado de Skiddy =Texas=. Este médico aparentemente falleció de unas fiebres tifoideas en el verano de 1889. Incluso las campanas de la iglesia se echaron al vuelo para anunciar el deceso del médico del pueblo, pero la cosa no acabó ahí.
El propio doctor Wiltse describe lo que ocurrió: *Descubrí que todavía estaba en mi cuerpo, pero este y yo ya no teníamos intereses en común. Me quedé perplejo y fascinado de alegría mientras me veía a mí mismo desde arriba…. Con todo el interés que puede tener un médico… observé el interesante proceso de separación de alma y cuerpo*. En el mismo artículo el doctor Wiltse describe cómo desde fuera de su cuerpo puede observar a una persona en la puerta de su habitación del hospital. Se acerca e intenta tocarle pero, como en los relatos de fantasmas, su brazo parece atravesarle sin generar la mínima reacción en la otra persona:
*Mi brazo pasó a través de él sin encontrar resistencia aparente…. Le miré rápidamente a la cara para ver si había advertido mi contacto, pero nada. Él solo miraba hacia el sillón que yo acababa de dejar. Dirigí mi mirada en la misma dirección que la de él y pude ver mi propio cuerpo ya muerto…. Me impresionó la palidez del rostro…. Intenté ganar la atención de las demás personas con objeto de reconfortarlas y asegurarles su propia inmortalidad… Me paseé entre ellas, pero nadie pareció advertirme. Entonces la situación me pareció muy graciosa y comencé a reírme.
Qué bien me sentía. Hacía tan solo unos minutos me encontraba terriblemente enfermo y con malestar. Entonces vino ese cambio llamado muerte que tanto temía. Esto ya ha pasado y aquí estoy, todavía un hombre, vivo y pensante. Sí, pensando más claramente que nunca y qué bien me siento. Nunca más volveré a estar enfermo. Nunca más tendré que morir*.
El famoso discípulo de Sigmund Freud y también psiquiatra, Carl Jung, describe una ECM tras fracturarse un pie y sufrir un infarto de miocardio muy poco después. Una acompañante, enfermera, cuenta cómo una luz le envolvía durante su agonía, al igual que en las experiencias de muerte compartidas.
Algo, al parecer, que ella ya había observado con anterioridad. Pero ahí no acaba la experiencia, ya que el propio Jung describe cómo llega a ver la Tierra desde el espacio bañada en una gloriosa luz azulada. Más aún, describe la profundidad de los océanos y la conformación de los continentes. Debajo de sus pies se encontraba Sri Lanka =Ceilán= y un poco más adelante la India.
No llegaba a ver toda la Tierra, pero sí su forma global y su perfil delimitado con una especie de rayo, toda ella llena de la luz azulada.
Pero no solo eso. Después de mirar la Tierra durante un rato, Jung se giró y pudo apreciar un bloque pétreo similar a un meteorito flotando en el espacio, con una especie de entrada donde un ser con apariencia hindú se encontraba sentado en posición de loto. Jung asegura que se encontraba en paz y tranquilo: *Yo tenía todo lo que era y era todo lo que tenía*. En ese momento Jung notó que iba a pasar a una habitación donde se encontraba todo lo relacionado con el sentido de su vida, cuando su médico de cabecera llegó. Sumergido en su experiencia, Jung escuchó cómo el médico le comentaba que no tenía derecho a abandonar la Tierra y que debía volver a su lugar de procedencia.
Carl Jung se mostró *profundamente decepcionado* y a regañadientes retornó a su cuerpo. Incluso en su libro Memories, Dreams, Reflections llega a decir que odió al médico que le devolvió a la vida. A medida que Jung se recuperaba tuvo más visiones, llegando a afirmar: *Resulta imposible resumir la belleza y la intensidad de las emociones durante estas visiones. Es lo más tremendo que nunca haya experimentado…. Nunca imaginé que una experiencia así pudiera acontecerme. No fue producto de mi imaginación. Las visiones y la experiencia fueron totalmente reales.
No existió nada subjetivo. Todo poseía la cualidad de absoluta objetividad*.
Estos comentarios del famoso psiquiatra concuerdan con los que realizan la mayor parte de las personas que experimentan una ECM: claridad y objetividad en su relato. Prácticamente todas las culturas poseen tradiciones en las que el ser humano prevalece ante la muerte. En las más primitivas los cuerpos eran enterrados acompañados de enseres: arcos y flechas, vasijas con alimentos, objetos personales, etc., como si la muerte tan solo fuese una transición hacia otro estado en el que dichos objetos pudieran ser útiles en el desempeño de la nueva vida. En relación a este tipo de fenómenos, ya existían referencias a las mismas desde hacía muchos siglos.
Muchos de los conceptos que aparecen en las escrituras sagradas de cualquier religión, tales como figuras divinas de luz, ángeles, encuentro con antepasados, infierno, etc., podrían ser la consecuencia directa del testimonio de personas que sufrieron experiencias cercanas a la muerte, debido a enfermedad o accidente, y que una vez vueltas a la vida relataron lo vivido en el *más allá*. Estos testimonios serían casi con toda seguridad integrados en el imaginario popular y, cómo no, en la estructura de creencias y religión de cada una de las culturas.
Se ha discutido mucho acerca de los factores causantes de las experiencias cercanas a la muerte =ECM=. Algunos alegan inducción religiosa o bien filosófica. Cualquiera que sea el causante, se sufre una destrucción o profunda alteración de patrones, vivencias o escalas de valores que afectarán a la vida cotidiana de quienes las hayan experimentado. Los detalles narrativos de los paisajes y de los encuentros con personas del más allá son el denominador común de los escritores que han hecho referencia a anécdotas de los casos estudiados.
Quizás una de las cuestiones más llamativas es que lo que los fundadores de las principales religiones del mundo han reivindicado durante siglos parece ser hoy en día corroborado a través de las personas que sufren experiencias cercanas a la muerte. Hasta el punto de que muchos científicos que otrora despreciaban este tipo de conocimientos milenarios se encuentran hoy con un interés creciente en este tipo de cuestiones. Un detalle aún más notable es cuando involucra a sectores sociales a los que resulta difícil explicar las ECM, como es el caso de los niños pequeños, los invidentes de nacimiento y las personas en coma que fueron declaradas cerebralmente muertas.
Quizás fueron Sigmund Freud y sus discípulos quienes crearon ciencias en las que la información recogida posee aspectos tanto cuantitativos como cualitativos. La razón principal es que las experiencias que estudian el comportamiento humano son extremadamente imprecisas bajo el prisma actual de la ciencia. De alguna manera los humanos son predecibles y siguen las leyes del comportamiento cuando se encuentran en grupo, pero fallan cuando se les intenta estudiar de manera individual. John Tomlinson, director del Instituto Americano de Salud, opina que las ECM puedan ser un encuentro con Dios o alguna entidad semejante.
Sería, en su opinión, un evento tan importante como el ocurrido en Palestina hace más de dos mil años. Asimismo, observando que las ECM son sufridas tanto por los creyentes como por los ateos, la conclusión sería que esa supuesta existencia de Dios se extendería, obviamente, más allá de los límites de cualquier religión en particular. Al mismo tiempo, para algunos investigadores, las ECM no son explicables por la pura química cerebral. Por ejemplo, algunos trabajos de Michael Sabom y Kenneth Ring aparentemente demuestran que personas ciegas de nacimiento llegar a ver cosas en su derredor durante su experiencia cercana a la muerte, lo que constituiría, en caso de ser probados, un verdadero terremoto para la ciencia actual.
Asimismo llama la atención, por ejemplo, que las personas que intentaron suicidarse y que quedan señaladas de forma negativa respecto a su conducta, en vez de tener una experiencia cercana a la muerte negativa, terrorífica o similar, por el contrario suelen tenerlas tan positivas como las que aparecen en los que han sufrido una enfermedad o un traumatismo determinado. Es decir, la hipotética influencia cultural no parece darse en todos los casos. Si atendemos estrictamente a los testimonios de las personas que han sufrido una ECM, podríamos obtener tres conclusiones rápidas: la primera es que aparentemente los humanos tienen algo que les diferencia de otros seres vivos.
La segunda es que hay vida después de la muerte y que se nos juzgará por nuestra conducta en la Tierra. La tercera es que existen seres más allá de nuestro reino del tiempo y del espacio que interactúan con nosotros.
El filósofo inglés Alfred Jules Ayer, conocido por sus posicionamientos materialistas, sufrió una experiencia cercana a la muerte que le produjo un fuerte impacto emocional y profundos cambios en su escala de valores, amén de variar sus posicionamientos filosóficos. A. J. Ayer admitió que su experiencia había reblandecido su convicción de que *mi auténtica muerte, que de hecho se encuentra muy cercana =era bastante mayor=, será mi final*, añadiendo: *Aunque continúo con la esperanza de que así sea*.
Continuará...
Gilgamesh***
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