***Bella noche de Viernes para todos.
Sin novedades con el Sol y el clima espacial.
Seguimos con la gran zaga de éste amigo, Manuel Sancho Pomés;
-No tenía miedo ni tristeza, solo paz, pero en ese momento me acordé de mis dos hijas y recuerdo haber dicho en voz alta que no me podía quedar allí porque mis hijas se quedarían solas. En ese momento sentí una voz que me habló y me dijo: *No. Aún no es tu hora. Yo creo en Dios y estoy segura, o quiero creer, que esa voz procedía de Él*. Otros, por el contrario, se mueven por el túnel pero también van apareciendo otras cosas en su camino. Otra mujer, llamada Isabel, cuenta: *No había mucha luz al principio. Estaba oscuro, pero luego fui viendo el monte, con árboles a los lados. Solo oía una voz masculina que me hablaba y me guiaba.
Sentía el viento y veía la hierba que se movía. Un perro jugaba conmigo. Una sensación de paz me inundaba. Llegué a pensar: *¿Esto es real?*. Ring afirma que cuando la consciencia comienza a funcionar de manera independiente al cuerpo físico es entonces cuando somos capaces de percibir otras dimensiones. Durante la mayor parte del tiempo vivimos en un mundo tridimensional, en el que nuestros sentidos observan la supuesta realidad que nos rodea. De acuerdo a este autor, la realidad mundana anclada en la consciencia del cuerpo físico humano cambiaría radicalmente al abandonar dicho cuerpo, ya sea mediante la muerte o de forma voluntaria, como algunos individuos han aprendido a hacer mediante, por ejemplo, la meditación.
Este tipo de razonamiento tendría otras consecuencias prácticas, ya que este abandono del cuerpo no sería exclusivo de las ECM, sino que existiría la posibilidad de lograrlo desarrollando técnicas para operar con nuestra consciencia independientemente del cuerpo físico. Podrían ser muchas las situaciones que produzcan este tipo de experiencias, si bien, en ocasiones, sería por la cercanía a la muerte. Resumiendo, cualquier situación que libere a la consciencia produciría una pérdida de la realidad tridimensional, adquiriendo plena percepción de la cuarta dimensión.
Ring menciona, en 1980, a otro investigador, Itzhak Bentov, en un testimonio personal acerca del efecto túnel: *Es un fenómeno psicológico donde la consciencia experimenta movimiento desde un nivel a otro. Es un proceso de ajuste de la consciencia de un plano de la realidad a otro. Frecuentemente, se siente como un movimiento, pero esto ocurre solo a las personas que lo viven como una novedad. Para las personas que están acostumbradas a viajar en niveles astrales o más elevados, el fenómeno del túnel ya no vuelve a ocurrir*.
En ocasiones no todas las experiencias del túnel son positivas. Por ejemplo, Greyson y Bush transcriben lo que un paciente les relata: *Me encontraba volando y fui absorbido directamente hacia el centro del túnel. Al final del mismo había luces que te cegaban y cristales que emitían una luz insoportable. A medida que me aproximaba al final del túnel intentaba acercarme a las paredes para frenar mi caída contra los cristales que emitían la luz*. Los niños que sufren una ECM también describen túneles y estructuras similares. Por ejemplo, Cherry Sutherland describe en 1995 varios casos de niños que se movieron a través de un túnel hacia el otro mundo.
Entre ellos una niña de diez años que, durante una neumonía, se encontró en un túnel oscuro que, a su vez, era *suave y agradable*. Richard J. Bonenfant describe en 2001 el caso de un niño que sufrió un accidente de automóvil y que pocos momentos después se encontró en *un sitio oscuro, al comienzo de un túnel con aspecto de vórtice, como si fuese un tornado aplanado sobre el suelo*. Susan Blackmore, doctora de la Universidad de Bristol, se ha preguntado en diversas ocasiones por qué el túnel se presenta con tanta frecuencia en las ECM occidentales y, por el contrario, no suele hacerlo en las asiáticas, en las que la persona suele sumergirse en la oscuridad.
También se pregunta acerca de la ausencia de otro tipo de símbolos que podrían estar relacionados con los túneles o los pasadizos, como son, por ejemplo, las puertas. A pesar de que en algunas culturas no se presenten los túneles, no es menos cierto que una particularidad común a este tipo de experiencias es la oscuridad antes de emerger a la luz. Veamos otro testimonio de una mujer llamada Soledad:
*Mi abuela, que fue educada en un colegio de monjas, dice que lo que ha aprendido de la religión es mentira y que lo real es lo que ella vivió durante un coma diabético.
Se vio en un túnel y al final del mismo una luz indescriptible. Dice que cuando estaba allí notó que no le dolía nada y sentía mucha paz. Realmente no llegó al final del túnel, ya que la reanimaron rápido. No vio seres, sino que se encontraba completamente sola*.
Lo cierto es que atribuir el significado de ciertas imágenes a, por ejemplo, un túnel, no deja de ser algo cultural. Si tomamos en consideración que una de las características de las ECM es la dificultad para explicarla en términos adecuados, no es de extrañar que resulte complicado explicar de qué se trata esa especie de sensación de desplazamiento a través de la oscuridad.
Asimismo, tampoco podemos despreciar el significado simbólico de un túnel. Es decir, la estructura que conecta un lugar con otro. También podría ser que para algunas personas el túnel no fuese otra cosa que la interpretación que se da al momento previo a entrar en la luz. Otro significado simbólico es el de abandonar un momento lleno de dificultades: *Hay luz al final del túnel*. Los túneles son lugares en los que se entra, no se sabe muy bien qué contienen y a cuya salida nos podemos encontrar con lo imprevisto. Antes del túnel nos encontramos con lo familiar, y a la salida con lo inesperado. Los túneles también simbolizan, al igual que los puentes, la transición de un lugar a otro, y no podemos olvidar que nuestro lenguaje social es sumamente importante a la hora de interpretar este tipo de vivencias.
Y tampoco olvidemos que cada cultura tiene un lenguaje distinto y una forma distinta de ver el mundo. Pero ¿por qué no hay puertas ni entradas? Quizás porque lo que realmente representamos en el túnel es la sensación de movimiento a través de la oscuridad. De esta manera la mejor traducción que tenemos de la experiencia es la de describir la situación mediante la analogía de viajar a través de un túnel. No podemos olvidar, a este respecto, que lo que intentamos comunicar es una experiencia personal.
Según el psiquiatra norteamericano Glen Owens Gabbard: *La creencia de que hay vida después de la muerte se incrementa de forma notable después de una experiencia extracorpórea, ya que parece, de esta manera, que el alma sobrevive al cuerpo*. La experiencia de separación del cuerpo parece que progresa lentamente desde el comienzo de la ECM. Por ejemplo, en un caso descrito por el doctor Henry Abramovitch en 1988, una persona que sufrió un ataque al corazón dice: *Poco a poco comencé a comprender lo que veía en derredor.
Parecía que los que me rodeaban se encontraban detrás de una pantalla y sus voces provenían de algún sitio muy lejano. Entendía todo lo que decían, pero no confiaba en ellos*. Después de pasar por una zona oscura tuvo la sensación de que cualquier movimiento, incluso el más ligero, servía de impulso para volar. El relato de esta persona es espectacular: *Comencé a mover mis piernas y me elevé rápidamente. La oscuridad cada vez se volvió menos densa y volví a la luz. De repente todo fue familiar. Ahí estaba, en el mismo sitio donde había caído por el fuerte ataque cardiaco. Inmediatamente me di cuenta de que alguien se encontraba en el suelo. Me paré a mirarle.
La sorpresa fue mayúscula. ¡Claro que le conocía! Era yo mismo. Me confronté con un enigma, tenía que encontrar quién era quién. Me miré una y otra vez a mí mismo y a la persona que se encontraba en el suelo. No podía salir de mi asombro. Tenía la sensación de que conocía mejor a la persona del suelo que a mí mismo. Me sorprendió descubrir que yo mismo no tenía piernas ni cuerpo ni siquiera forma corporal. Tan solo era una mónada aislada a la que nunca había conocido*. La salida del yo frente al cuerpo suele tender a la elevación por encima de su plano físico y mirando hacia abajo, como si de un desdoblamiento se tratase, pero con la visión hacia la tierra.
Es decir, quien la experimenta observa su propio cuerpo y todo lo que ocurre en derredor. La sensación es de estar participando como observador silente y pasivo de una escenificación en derredor suyo. Más aún, muchas personas describen esta fase con palabras de asombro, ya que verse desde arriba suele provocar confusión, pues no se suelen reconocer desde dicha perspectiva. Una vez que se ha salido del cuerpo, la propia persona suele controlar sus ángulos de visión y perspectivas, como si fuera un pequeño dirigible a radiocontrol que fuese capaz de atravesar paredes y objetos sólidos.
Esto es así hasta el punto de poder visualizar lo ocurrido durante, por ejemplo, una intervención quirúrgica. Es el caso de una mujer llamada Ana, que sufrió una hemorragia durante el parto que la mantuvo a las puertas de la muerte: *Cuando salí de quirófano sabía que algo no había marchado bien. Había visto cosas del quirófano durante la operación y estaba enfadada por lo que sucedió después de despertar, y mientras lo hacía, ya que me habían obligado a volver. A mis familiares y a mi exmarido les dijeron que todo salió bien.
Sin embargo, una operación de urgencias, que dijeron duraba de treinta minutos a un máximo de cuarenta y cinco, aunque finalmente duró más de dos horas, no era normal. Yo sabía muy bien el porqué. Días después, cuando ya estaba mejor y en planta, se presentó una de las doctoras que me operó en quirófano y me dijo: *Ya veo que estás bien, nos diste un buen susto*. No pude más que sonreír porque sabía a lo que se refería. Mi respuesta fue evidente: ¡Ya!*.
La sensación es que el cuerpo parece perder sus límites. Cuando las personas que lo han percibido narran su experiencia no refieren la existencia de brazos o piernas, ni mucho menos su uso para desplazarse, sino que la propia existencia parece concentrarse en un cuerpo etéreo muy próximo a la definición occidental de espíritu o de consciencia.
Continuará...
Gilgamesh***
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