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domingo, 11 de octubre de 2015

* Hans Jonas; la pasión llegada desde el Pleroma *

***Excelente Domingo para todos.

Antes que nada, el abrazo a los amigos del blog
Agora Libre por sus cálidas y afectuosas palabras y conceptos hacia mi persona, que se valoran muchísimo puesto que el éter que nos separa en éstas distancias virtuales no garantiza quién o cómo es el que está *del otro lado*. Así, éstos afectos deben basarse mucho más en la intuición que en lo visible, y si vuestra intuición les provoca brindarme ese enorme caudal de cariño, aprecio, estima o cualquier variante de lo que eso significa, pues...infinitas gracias que podrán ustedes intuir también, como una palabra que tampoco me alcanza para expresar todo lo que ínitimamente la acompaña.

Hermosísima balada la de Alborán, de esas que a mí...pufff me derriten.
Gracias también al Señor Ágora que permite a sus comentaristas emitir éstas excepciones comunicacionales, ya que bien podría decirles que no es el ámbito indicado, y sin embargo él, muy tolerante y paciente lo permite, mil disculpas Mr. One no es mi intención ocupar su espacio ni que se confunda con bacterias egoicas, por el contrario, considero necesario difundirlo y si éstos intercambios comunicacionales ayudan, bienvenidos sean.



Pasión...; Sentimiento vehemente, capaz de dominar la voluntad y perturbar la razón, como el amor, el odio, los celos o la ira intensos.

Pues yo suelo enamorarme de la pasión que no domina la voluntad ni perturba la razón, sino que nace desde la solidaridad de hacer algo por alguien, sin esperar nada a cambio, sólo ponerlo ahí...como una canilla, para que quien tenga sed se sirva cuando lo necesite, y quien no, la cuide por los que la necesitan.

Cuando hablamos de Gnosis mucha gente desconoce que hubieron grandes personas y pensadores que intentaron compilar y explicarla.
Uno de ellos fué Hans Jonas quien al escribir uno de sus libros; *La Religión Gnóstica-El mensaje del Dios extraño y los comienzos del cristianismo*, experimenta su propia metamorfosis pasional y nos la pone de manifiesto casi en vivo, porque amigos, imaginen que él como tantos otros estudiaron y explicaron al Gnostiscismo con lo poco que existía =que si bien es mucho para quienes no hemos dedicado toda una vida a su estudio= en materia de documentos y sustento contundente se vuelve poco, porque retroceder más de 2.000 años en cuestiones históricas es enfrentarse a eso que ya sabemos, *si la historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia*.



Y digo metamorfosis de Jonas porque su enorme trabajo da un giro maravilloso para él cuando en el año 1946 se descubren los manuscritos Nag Hammadi.
¿Imaginan ustedes lo que habrá sentido y experimentado Jonas?..una especie de éxtasis..., de llorar horas y horas pudiendo darle veracidad a todo lo que antes eran interpretaciones de algo tan lejano, y que con el Nag Hammadi...uffff..su tiempo pasional no había sido en vano.

Hay quienes primero piensan en cuánto dinero pueden ganar si escriben un libro, hay quienes primero piensan en escribir un libro sin pensar si quiera en que el libro se venderá algún día...Esos son los Jonas, seres maravillosos que dejan grandes cosas, y que increíblemente cosechan en vida lo que muchos jamás pueden ver.
Si Jonas, al estudiar la vieja Gnosis se había compenetrado con ella a punto tal de amarla y abrazarla...podrán imaginar el premio que fué para él el hallazgo de los códices Nag Hammadi...

Estar en la piel de aquél hombre me emociona profundamente, imaginar ese éxtasis venido desde algún lugar para hacerle justicia a su abnegación y pasión, es imaginar que pese a todo, la Verdad se nos revela si en Verdad la buscamos con pureza, y no con distorsionadas especulaciones.



La religión gnóstica, obra fundamental del profesor Hans Jonas, una de las máximas autoridades en este tema, es un completo estudio de las ideas heréticas del gnosticismo, de su literatura, su lenguaje simbólico y sus principales dogmas, que, como sugiere en el último capítulo de este libro, comparten muchos puntos de encuentro con el existencialismo y nihilismo de la modernidad. Hans Jonas =1903-1993= nació y fue educado en Alemania, país que abandonó en 1933 con la llegada de Hitler al poder. 

Fue profesor en la Hebrew University de Jerusalén, la Carleton University de Ottawa y, hacia 1955 emigró a Estados Unidos y enseñó filosofía en Nueva York.
Ha publicado, entre otros; El principio de responsabilidad , Pensar sobre Dios, y otros ensayos técnicos, medicina y ética.
Éstas son las palabras de Jonas en el prefacio de su libro, sentidas palabras de su metamorfosis, su abnegación, su pasión.
En memoria de Hans Jonas, y de todas las grandes mujeres y hombres que nos han dejado tanto para que hoy todo nos resulte más fácil.



-De las brumas del principio de nuestra era surge un auténtico y espectacular desfile de figuras míticas cuyos vastos y sobrehumanos contornos podrían poblar las paredes y el techo de una segunda Capilla Sixtina. La expresión de sus semblantes, sus ademanes, los papeles que les han sido asignados y el drama que representan, producirían imágenes diferentes a las imágenes bíblicas con las que se ha formado la imaginación de quien las contempla, si bien seguirían siendo extrañamente familiares y perturbadoramente reales a los ojos del hipotético observador. 

El escenario sería el mismo, el tema igualmente trascendente: la creación del mundo, el destino del hombre, la caída y la redención, la primera y la última de las cosas. Sin embargo, ¡cuánto más numeroso sería el reparto, cuánto más extraño el simbolismo, cuánto más desmedidas las emociones! La práctica totalidad de la acción tendría lugar en las alturas, en el reino de lo divino, lo angélico o lo demoníaco; un drama de personajes precósmicos,desarrollado en el mundo sobrenatural, del cual el drama del hombre, desarrollado a su vez en el mundo natural, no sería sino un eco lejano.



Ysin embargo, ese drama trascendental anterior al tiempo, representado por las acciones y pasiones de figuras de apariencia humana, tendría un enorme interés para el hombre: tentada por la divinidad, incansable incitadora entre los bienaventurados eones, Sabiduría errante de Dios, Sophía, que cae presa de su locura, que vaga por el vacío y la oscuridad que ella misma ha creado, que de manera infatigable busca, se lamenta, sufre, se arrepiente y transforma su pasión en materia, su sufrimiento en alma; un ciego y arrogante Creador que se cree el Supremo y ejerce despóticamente su dominio sobre la creación, producto, como él mismo, de la imperfección y la ignorancia; el Alma, atrapada y perdida en el laberinto del mundo, que intenta escapar y es detenida por los guardianes de la prisión cósmica, los terribles arcontes. 

Un Salvador de la Luz del más allá que se aventura por el mundo inferior, iluminando la oscuridad, que abre un camino y sana el quebrantamiento divino: una historia de luz y de oscuridad, de conocimiento y de ignorancia, de orgullo y de piedad, no en la escala del hombre sino en la de seres eternos que no están exentos del sufrimiento o del error. Esta historia no contó con un Miguel Angel, un Dante o un Milton para volver a ser relatada.



La más severa disciplina del credo bíblico resistió la tormenta de aquellos días, y tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento sobrevivieron para moldear la mente y la imaginación del hombre occidental. Aquellas enseñanzas que, en la hora febril de la transición, desafiaron, provocaron e intentaron deformar la nueva fe han sido olvidadas, su memoria escrita enterrada en los tomos de sus refutadores o en las arenas de los países de la Antigüedad. Nuestro arte, nuestra literatura y muchas cosas más serían diferentes si el mensaje gnóstico hubiese pervivido. 

Allí donde el pintor y el poeta guardan silencio, el erudito debe reconstruir el mundo desvanecido a partir de sus fragmentos, devolverlo a la vida por medio de recursos menos poderosos; y puede hacerlo, mejor que nunca, ahora que las arenas han comenzado a dejar a la vista parte del material enterrado. Esta resurrección tiene algo más que un mero interés arqueológico: a pesar de su rareza, de su violencia contra la razón, de lo inmoderado de sus juicios, aquel mundo de sentimiento, visión y pensamiento tuvo una gran profundidad, y sin su voz, ideas e, incluso, errores, el testimonio de la humanidad quedaría incompleto. Rechazado como fue, representa una de las posibilidades aparecidas ante la encrucijada de distintos credos.



Su fulgor ilumina los comienzos del cristianismo, las primeras contracciones del parto de nuestro mundo; y los herederos de una decisión que se tomó hace mucho tiempo entenderán mejor la herencia recibida si conocen aquello que una vez compitió con ésta por el alma del hombre. Los estudios sobre el gnosticismo son casi tan antiguos como el gnosticismo mismo. 
Debido principalmente a su propio punto de partida, a su papel de agresor, el gnosticismo fue acosado desde sus orígenes y objeto de la mirada escrutadora de quienes veían en él la amenaza de la subversión. 

Los estudios llevados a cabo en pleno ardor del conflicto constituyen un verdadero procesamiento. Los fiscales de este juicio fueron los Padres de la antigua Iglesia, autores de extensas obras en contra de las herejías =no existe evidencia de la defensa, si es que la hubo= en las que expusieron sus razones procesales e indagaron sobre la raíz espiritual del gnosticismo, un pasado que utilizaron para explicar el origen mismo del error. Sus escritos, por tanto, no sólo constituyen la principal fuente de conocimiento de las enseñanzas gnósticas con que contamos, la única hasta hace poco tiempo sino la primera teoría sobre su naturaleza y origen.



Para ellos, su convicción de que el gnosticismo, o lo que en el gnosticismo deformaba la verdad cristiana, partía de la filosofía griega clásica se convirtió en una acusación; para nosotros, ésta no debe ser considerada sino como una hipótesis entre las varias posibles, una hipótesis importante a la hora de llevar a cabo un diagnóstico histórico del fenómeno,que deberá ser juzgado por sus propios méritos. Epifanio de Salamis, el último de los grandes estudiosos de la herejía que trató extensamente el tema de las sectas gnósticas, escribió en el siglo IV d.C. A partir de entonces, pasado el peligro y muerto el interés de la polémica, el tema cayó en el olvido, hasta que el interés histórico del siglo XIX lo resucitó en forma de desapasionado estudio. 

Debido al tema que trataba y como todo lo relacionado con los orígenes del cristianismo, dicho estudio fue adscrito al campo de la teología. No obstante y a pesar de que la tendencia intelectual del tiempo en que vivieron pudo influir en sus simpatías o sus juicios, los teólogos protestantes =alemanes en su mayoría= que llevaron a cabo este nuevo acercamiento acometieron su tarea como historiadores y no ya como parte en el conflicto.



Es entonces cuando se produce el surgimiento de diversas escuelas de pensamiento en torno a la naturaleza histórica del gnosticismo. Resulta lógico que las teorías helénicas de los Padres de la Iglesia, especialmente las *platónicas*, revivieran también entonces, algo debido no sólo al poder de su autoridad sino también a los sugestivos aspectos de la documentación literaria entre los que cabe incluir la utilización gnóstica delos términos filosóficos y al conjunto de las probabilidades de la época, que en un principio, y de forma inevitable, apuntan en esa dirección.

Ciertamente no parecen existir muchas otras alternativas, ya que sólo el pensamiento judeocristiano y el griego eran tenidos en cuenta como fuerzas que podían influir en aquel período. De alguna forma, sin embargo, si dividimos el gnosticismo entre estos factores conocidos queda un resto demasiado grande, por lo que desde los comienzos del siglo XIX la escuela *helénica* se vio enfrentada a una escuela *oriental* según la cual el gnosticismo derivaba de una *filosofía oriental* más antigua. Aunque esta posición era intuitivamente correcta, flaqueaba porque se construía sobre una base mal definida y realmente desconocida: una filosofía.



Se han producido grandes cambios en el campo del gnosticismo desde la primera publicación de este libro. De los famosos documentos hallados en Nag Hammadi, sólo era de dominio público una escasa información. De los aproximadamente cincuenta y tres o más tratados existentes, sólo se había publicado el *Evangelio de la Verdad*, que pude entonces incluir en mi texto con un pequeño número de citas. Era evidente desde el principio evidencia que no hizo sino aumentar más tarde que el sorprendente descubrimiento de 1946 marcaba un punto de inflexión en nuestro conocimiento del mundo gnóstico.

Nunca antes un solo hallazgo arqueológico había alterado de forma tan radical el conocimiento documental de todo un campo de estudio. De la noche a la mañana, pasamos de una gran pobreza y dispersión documental a vernos sacudidos por una extraordinaria riqueza de fuentes originales no contaminadas por tradiciones secundarias. No obstante, las circunstancias conspiraron para hacer que el conocimiento de este tesoro para la erudición internacional se produjera a un ritmo de frustrante lentitud. Sobre el progreso que se había producido hasta 1962 se ofrece un informe en la segunda edición =capítulo 12=, si bien éste representaba todavía una fracción mínima del corpus total. Algo se ha avanzado desde entonces.



La tarea se ha repartido al menos, y equipos de eruditos trabajan en este momento en los trece códices.
Parece ser que el corpus principal de la nueva documentación llegara a nuestras manos en los próximos años. Los coptólogos están de fiesta. 
Los demás contenemos el aliento y, de igual manera, la mano. 
Un resumen del nuevo conocimiento y de su influencia en la imagen gnóstica en su conjunto será de capital importancia algún día, pero debemos esperar.



Y Jonas esperó, hasta que en 1993 se nos fué.
Honas nos ha dejado tesoros carentes de precio alguno, su obra es en sí misma es un tesoro.
Recompensa a éste gran hombre fué estar vivo cuando a sus 43 años de edad aparece aquella vasija con los códices Nag Hammadi..., imagino que para quien ha estudiado meticulosamente algo de lo cual había muy poco y era endeble, aquél hallazgo le permitió partir de éste mundo con sus alas tan fortalecidas, que ningún arconte ya pudo detenerlo.

El Pleroma tiene éstas cosas.., nunca nos dejará huérfanos aunque pensemos que estamos solos.



Gilgamesh***

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Muchas gracias por tu aporte. Aún las diferencias enriquecen las conclusiones.
Gilgamesh.

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