***Excelente inicio de semana para todos.
Cuando miramos alrededor y calificamos a éste mundo como algo que está en perpetua revolución, y nos asustan las noticias, solemos optar por tres cosas.
O no queremos enterarnos =y eso no es bueno=, o nos ponemos contentos esperando que todo reviente =eso tampoco es bueno=, o aún sabiendo que podemos hacer muy poco igualmente nos ponemos a hacer, y eso es lo correcto.
En tiempos tormentosos como éstos, suelo regalarme algunos minutos para la lectura de mentes brillantes que me insuflan la dosis necesaria para no bajar los brazos, pensadores que refuerzan mi Gnosis y hacen que el diario vivir sea siempre una oportunidad de hacer algo más, aunque nunca alcance.
Franz Josef Hinkelammert =1931= economista y teólogo alemán, exponente de la teología de la liberación y de la crítica teológica al capitalismo.
Es uno de los cofundadores del Departamento Ecuménico de Investigaciones, en San José, Costa Rica, junto con Hugo Assmann y Pablo Richard.
Obtuvo el doctorado en economía de la Universidad Libre de Berlín en 1960. Desde 1963 fue profesor de la Universidad Católica de Chile desde 1963 hasta 1973. Después del golpe militar de Pinochet, se estableció en Costa Rica y se dedicó a trabajar en el Departamento Ecuménico de Investigaciones en San José.
Ha escrito extensamente criticando el modelo económico neoliberal, así como a los economistas Milton Friedman y Friedrich Hayek y al filósofo Karl Popper. También criticó el pensamiento postmoderno en el libro *El grito del sujeto*.
Caracteriza a la etapa actual de la civilización occidental como *modernidad in extremis*, en la cual los aspectos más deshumanizantes y autodestructivos de la tradición occidental son llevados hasta límites antes no imaginados.
Del libro *Teología Profana y pensamiento crítico* voy a extraer algunas reflexiones de Hinkelammert en oportunidad de unas de las tantas entrevistas que le realizara Gustavo David Silnik entre otros, para compartirlos con ustedes esperando que pueda serles de utilidad.
De la espiritualidad, la religión, de Cristo, del pesimismo, de la fe, del fundamentalismo cristiano que reina en Estados Unidos, entre otros temas.
-La espiritualidad nunca puede ser, en su raíz, de una religiosidad específica, sino que es humana. La realidad humana tiene una dimensión espiritual, y la tiene como tal. Las religiones aparecen interpretando esta espiritualidad de lo humano. Juan Luis Segundo habla de *fe antropológica*.
Creo que hay algunos problemas en la manera en cómo la concibe, pero el concepto de *fe antropológica* es válido, señala algo que es muy
cierto. También en la teología alemana, por ejemplo en Karl Barth y en Dietrich Bonhoeffer, el cristianismo no es religión, es una fe.
Pero si es una fe y no es religión, no puede limitarse al cristianismo; es humana, tiene que ser necesariamente humana. Ahora bien, tampoco es de por sí la negación de la religión, sino que establece un criterio de verdad sobre la religión: este criterio es la fe. Una fe antropológica, humana.
Entonces a un ateo lo alcanza igual, porque participa de la misma espiritualidad, que arraiga en el ser humano.
Claro, un ateo no la experimenta en términos religiosos, pero, como ser humano, se encuentra frente a la misma espiritualidad, puede negarla o aceptarla, pero se enfrenta de algún modo a ella. Eso es lo que pienso.
La he encontrado en los surrealistas, aunque su espiritualidad es más bien estética; yo creo que eso es una limitación. Pero de todas maneras está la idea de que lo maravilloso es humano, no se reduce a la religión de por sí.
Quien habla sobre el cielo habla en términos celestes sobre la tierra y eso ha sido siempre así. Pero ahí viene la represión. Los primeros cristianos hablan de la tierra, pero eso es borrado enseguida por la ortodoxia cristiana: *Jesús es Dios, pero nosotros no*.
Y entonces Jesús es divinizado, pasa a ser una persona de la Trinidad y todo eso. Sin embargo, no pueden ocultar totalmente que hay una espiritualidad que no es religiosa.
-Somos pesimistas en cuanto a los resultados que la civilización, en la que todavía nos movemos, va a traer. Y pesimistas también en cuanto a la posibilidad de enfrentar esos resultados. Por eso, necesitamos una justificación de la acción frente a eso, que no calcula la posibilidad de la victoria.
Eso también es muy bueno en los surrealistas:
se resisten a calcular, en el sentido de que la acción no se valida por el éxito que se pueda alcanzar, la acción tiene sentido en sí misma, aunque no resulte.
El sentido de la acción no resulta del cálculo de éxito, sino de la acción en sí misma.
En ese sentido, el pesimismo no es un pesimismo que no hace nada, sino que sostiene la acción, cuyo sentido está en la acción misma, no por fuera de ella, no resulta de lo que va a venir después. Aunque tú fracases en términos de cálculo de éxito, ha tenido sentido lo que hiciste.
Eso es también lo que pasa con la vida y la muerte de Jesús. Jesús fracasa, es ejecutado como resultado de su acción. Cuando los cristianos lo resucitan, afirman que toda la acción ha tenido su sentido en sí, el fracaso no le quita el sentido.
Jesús no calculó su éxito, esa es su fuerza.
El pesimismo esperanzado incorpora además un criterio de reciprocidad gratuita, que puede verse en la anécdota del campesino que subió a mi auto en Limón. En su explicación del significado de *que Dios se lo pague*, queda claro que se trata de una forma de reciprocidad gratuita, más allá de cualquier cálculo.
La acción tiene sentido en sí y tiene sentido por otros, no es individualista, hay un sentido común, relacionado con un bien común, pero fuera del cálculo de beneficio o de éxito.
Lo apocalíptico sería afirmar:
*El fracaso es la voluntad de Dios*.
Yo no digo eso. Al contrario, hay que suponer, más bien, que la voluntad de Dios es hacer todo lo posible para que no haya Apocalipsis.
Pero hay amenazas, ¡y no se pueden desconocer!
Sin embargo, no es un determinismo, la cosa no está determinada. Y sigue siendo válido que el sentido de la acción frente a la amenaza de la catástrofe no está en el éxito, está en la acción misma.
La condición para tener éxito es esa. La única acción que hoy puede tener éxito es la que no busca el sentido de la acción en el éxito. Porque, frente a las amenazas, el cálculo paraliza, las probabilidades de fracasar son muy grandes, el sistema es enorme y sumamente complejo. Entonces el sentido está en la acción, y no en el cálculo del éxito.
Esa es la formulación, y ahí, paradójicamente, se hace posible el éxito.
Por eso no es una afirmación de determinismo. Es un pesimismo esperanzado. Hay esperanza, y esta surge a partir de una amenaza que es muy grande. Si tú haces cálculo de éxito, no vas a hacer nada, porque el cálculo de éxito te dice que no hay muchas probabilidades.
Hacer la acción sin calcular el éxito, esa es la manera de lograr algún éxito. Eso es el núcleo de la espiritualidad de la que hemos estado hablando estos días.
¿Qué es, para ti, más precisamente el fundamentalismo
cristiano estadounidense?
-*Cristo viene*, viene ahora, pero viene a través de la catástrofe.
Los neoliberales prometen progreso infinito, pero sin esperanza frente a lo que ellos son.
Es decir, no hay alternativa, y sin embargo tienen una visión de un progreso infinito.
Los fundamentalistas cristianos en Estados Unidos son mucho más realistas, se dan cuenta de que no hay progreso infinito, de que esto está conduciendo al mundo hacia el desastre.
Pero aplauden el desastre porque Cristo viene.
Entonces aparece un sustituto de la esperanza:
*Cuanto peor, mejor*.
Porque entonces viene Cristo.
Con Cristo y para los elegidos, hay otro mundo.
Y los otros se van al infierno, por supuesto.
Sustituyen la esperanza por la catástrofe y transforman la catástrofe en esperanza.
Leí que, en tiempos de Ronald Reagan, para integrar la cadena de mandos que conducía al botón rojo, el que desataba la guerra atómica, eran seleccionados fundamentalistas cristianos.
De esa forma se aseguraba que, llegado el caso, nadie fallara. Emplearon fundamentalistas, porque ellos pueden apretar el botón sin arrepentimiento ni duda, y con seguridad absoluta.
Gilgamesh***
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Muchas gracias por tu aporte. Aún las diferencias enriquecen las conclusiones.
Gilgamesh.
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