***Preciosa última noche de un Sábado de Noviembre 2016.
Antigua Astronomía-Astrología, que intentaba descubrir las respuestas de nuestra existencia precisamente estudiando los cielos y los astros.
Tiempos de grandes Cientistas cuando la Ciencia no era un guetto de conocimiento y lucro como lo es hoy.
A éstos hombres les debemos casi todo diría, de lo que hoy la Ciencia nos muestra pero calla, se calla y no se sincera cuando ellos siguen utilizando éstos viejos Conocimientos para seguir atesorando el saber, vendido en cómodas y costosas cuotas llamadas *carrera universitaria* o compartidas en acotados ámbitos, que luego apenas sueltan en lo que conocemos como *noticias*.
La precisión que tenían éstos maestros de antaño es de tal magnitud que hoy, con la moderna tecnología espacial se comprueba que no estaban equivocados en la aplicación de sus cálculos, tal como leíamos en el capítulo anterior, y uno se pregunta entonces...si sus cálculos de los astros, sus características, de las consetlaciones, de las precesiones y demás cosas hoy confirmadas les dan credibilidad, entonces...¿porqué no a todo lo demás? acaso ¿eran maestros en las ciencias pero burros en la teología?...cuando comienza a destejerse la trama oculta detrás de lo que el cosmos significaba en relación con nosotros los humanos...creo que descubrir ese Conocimiento puso tan inquietos a muchos que...lo degradaron tal como ya sabemos.
Hoy decir por ejemplo que la Luna es un repositorio de almas o un escalón para salir del poder de cada esfera planetaria...no puede más que lograr que lo tilden de loco...que aquellos eran meros mitos...que nada de aquello se puede probar, y que bla bla bla, pues si los cálculos y descubrimientos de aquellos antiguos maestros hoy se pueden probar...seguramente también los otros, los que no convienen.
Cuando nos dimos cuenta desde aquí reflexionando desde hace años que el llamado *día* y la *noche* no son más que artilugios creados exclusivamente para éste planeta, y que la atmósfera es un hermoso truco, y que la magnetósfera y los cinturones de Van Allen no están ahí como adorno, y que la heliósfera es la bolsa que infla el Sol como si fuera la misma bolsa de una parturienta para protejer lo que lleva en el vientre, o que afuera de éste planeta todo es pretendida *obscuridad tenebrosa* en un abismo interminable, y que el Sol no ilumina absolutamente nada si no fuera por las capas de la atmósfera, en fin....que los astros y los planetas y sus revoluciones y sus intrincados movimientos...realmente podrían ser máquinas al servicio de decidir el destino de cada uno de los seres humanos que venimos a nacer y que por algo llevan miles de millones de años así...funcionando.. entenderíamos que aquellos maestros de antaño...sabían...y de todo, no sólo de Astronomía...
Y bueno...creer hoy en alguna de las modernas y miles de teorías traídas de los pelos es algo muy difícil, pero creerle a éstos grandes tipos de la antiguedad...que la tenían bien clara..creo que no cuesta, y los hace insospechables, al menos deshonestos no eran.
Les dejo otro extracto de éste enorme trabajo de Ignacio Gómez de Liaño;
-En la Astronomía de Marco Manilio, poeta-astrónomo de la época de Augusto que se basa en fuentes de tiempos de Metrodoro, se asocia cada signo a la parte del cuerpo humano a la que gobierna. Según esto, en los laci zodiacales albergaremos los epígrafes de una enciclopedia anatómica, que podemos pormenorizar mediante los decanos y los grados, pues Celso =siglo II d. C.= enseña:
*Según los egipcios, el cuerpo humano está repartido entre treinta y seis démones o ciertos dioses etéreos y, dividido en otras tantas parles =y hay aún quienes
admiten más=, cada uno se encarga de su parte correspondiente. Y hasta saben los nombres de los démones en su lengua local, por ejemplo, Cnumén y Cnacumén y Cnat y Sivat, Biú, Erú, Erebiú, Ramanor y Reianoor y cuantos ellos pronuncian en su propia lengua. Y el hecho es que, invocando a estos démones, curan las enfermedades de cada miembro*. Orígenes acepta la doctrina de los démones, con la única condición de que se les presente como ángeles.
A la manera de Manilio, se los imagina como *sátrapas-gobernadores, generales y procuradores de Dios*. En el Zodíaco también podemos colocar a los Doce Patriarcas en cuanto componentes psíquicos de la anatomía humana, pues Prisciliano, cuya doctrina gozó de mucha difusión en la España del siglo IV, estableció un conglomerado de correspondencias
entre signos zodiacales.
Patriarcas y miembros del cuerpo y del alma =per singula animi et corporis membra=, que, además de sus valores mnemotécnicos, ponía ante los ojos una especie de *cuerpo místico* o astral de Israel. Entre sus predecesores gnósticos veremos sistematizaciones semejantes. La asociación de Signos-Patriarcas se inspira en la clásica de Signos-Dioses, ya que en la tradición helenística cada Signo tiene un dios como tutela. Como las divisiones zodiacales sirven también para sistematizar las diversas condiciones y circunstancias que atañen a la vida, Eugenio Garin ha podido hablar del Zodíaco de la Vida:
*Porque cualquiera que sea la clase de los acontecimientos, cualquiera que sea el trabajo, la acción, la obra, o cualquier vicisitud de la vida humana que pueda acontecer, fue dispuesto en tantas divisiones como se pueden ordenar según los Signos* =Manilio III -70-75=.
Manilio describe también una división celeste, la de las Doce Partes, que se basa en los movimientos de la Luna y constituye otro intento de organizar las cosas humanas según doce encabezamientos: la Fortuna, la Milicia, las Ocupaciones civiles, los Juicios y el Foro, el Matrimonio, las Riquezas y Salud, los Peligros y Dificultades.
los Honores, los Hijos, la Conducta en la vida, las Energías vitales y la medicina, y, por último, la Esperanza.
En las escuelas de la época se daba también a los Signos una aplicación geográfica.
Además de la lista geográfico-zodiacal de Manilio, se ha conservado otra análoga de Pablo de Alejandría =378 d. C.=. Lo más curioso es que esas dos listas sirven para explicar una enumeración de pueblos que se lee en los Hechos de los Apóstoles =2, 9-11= y que, a simple vista, se nos podría antojar arbitraria. Después de la llegada del Espíritu Santo en el Pentecostés, el redactor dice que los redimidos *empezaron a hablar en diferentes lenguas*, de modo que los judíos *de todas las naciones* que estaban en Jerusalén *quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma*.
*¿Cómo es que cada uno los oye hablar en su lengua nativa? =se preguntaban=. Entre nosotros hay partos, medos y elamitas; otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia y en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que confina con Cirene, algunos somos forasteros de Roma otros judíos o prosélitos, también hay cretenses y árabes, y cada uno los oye hablar de las maravillas de Dios en su propia lengua* =Hch 2, 7-12=.
Extraña enumeración, sin duda, con la que se quiere decir que la Iglesia, inspirada por el Espíritu, empieza a manifestarse a todo el orbe.
La astrologia enseñaba también a investir a los Signos con el dramatismo que estipula la regla de imágenes del arte de la memoria. El primer rasgo que destaca Manilio es el sexo =seis Signos son masculinos y otros seis femeninos=, a lo que hay que agregar que unos son humanos y otros animales, según sea su figura. En tercer lugar, unos signos son simples y otros dobles, y entre éstos los hay completos e incompletos. Además, tres signos se oponen a los otros nueve, de modo que *parece haber una sedición en el cielo* =Manilio=.
Todavía se les puede diferenciar en virtud de otros criterios: unos son diurnos y otros nocturnos, hay signos creadores =Leo, Aries=, erguidos =Virgo, Géminis=, cansados =Tauro, Libra y Capricornio, encogido por el frío entre los astros= y yacentes =Cáncer, Escorpio, Piscis= *siempre tendidos oblicuamente sobre un costado*. Manilio asevera que *no hay que pasar por alto los menores detalles*, pues todo lo celeste está lleno de razón, si bien, en un alarde de resignación, admite que en los cielos las cosas no son tan perfectas como uno quisiera, pues hay constelaciones defectuosas, como Escorpio, que tiene sus pinzas en el signo de Libra; o Tauro, que se apoya en una pata coja. Pero eso mismo demuestra la humanidad que rebosan los cielos:
*Así el Universo consuela nuestras desgracias con los astros y nos enseña con el ejemplo que deben sufrirse los defectos con paciencia*.
Cómo los hados influyen en los hombres no sólo por los rasgos intrínsecos de los signos, sino también por su mutua relación, Manilio nos los pinta como si fueran doce ministros que tejen complicadas combinaciones políticas, y experimentan atracciones y repulsiones. ¿No hablaba Séneca de una república celeste? Pues bien, los Signos de Manilio parecen formar una corte de tipo helenístico con sus peligrosas conspiraciones, su fastuoso esplendor y su poderosísima influencia en el destino de los pobres mortales, sin que por ello se altere su rigurosa etiqueta, esto es, el maravilloso orden que reina en los cielos. Esa mezcla de dramatismo en las figuras y de orden en las localizaciones es lo más que podría esperar un mnemonista.
Nociones estoicas: Nous, Sofía,
Pronoia, Heimarmene, Prognosis y Logos
A la filosofía estoica se le debe la consagración de tres términos filosóficos que ya Platón y Aristóteles habían destacado: Nous o Intelecto, Sofía o Sabiduría y Logos o Razón. La Sabiduría es para los estoicos una realidad física, eterna y subsistente que está en íntima relación con el Nous o Mente divina, de una parte, y con el Logos o Razón divina, de otra. Aunque a menudo estos tres términos =Nous-Mens, Ennoia-Sofía y Logos-Ratio= se usen indistintamente, los eclécticos del siglo II-I a. C. los suelen presentar como una jerarquía:
Primero están el Nous y Sofía, siendo el uno el principio de inteligibilidad universal y la otra *un semillero infinito de donde proceden los logos particulares de los hombres* =Séneca=; luego viene el Logos-Fuego ordenador del universo y manifestación primera de Nous-Sofía. El Dios Nous y la Diosa Sofía difunden e implantan en el Mundo, a través del Hijo-Logos y sobre el vehículo del Pneuma-Espíritu, las razones seminales o esencias de todas las cosas que el propio Dios-Logos comprende en su ser.
Sofía tiene dos vertientes, una física y otra moral. De una parte, es el modelo ontològico de las realidades; de otra, es, como dice Cicerón, *la guardiana y protectora del hombre entero, una especie de compañera y ayudante de la naturaleza*.
En cuanto que está íntimamente relacionada con el Logos, interviene en la plasmación del Hombre, que, en esencia, es un lagos empsykhon =esto es, razón animificada=, una centella del Logos-Fuego. Los *hombres participan del espíritu divino =dice Séneca=, vienen a ser a manera de centellas que han saltado de los astros a la tierra quedando fijadas en un lugar que no les es propio*. Epicteto pone especial énfasis en la doctrina =común a todos los estoicos= de que el alma humana es una chispa del Fuego-Logos divino y, correlativamente, en la de que el hombre es hijo de Dios.
Esta noción del *hombre-centella divina* tendrá un lugar muy destacado en el gnosticismo, cuyos inicios corresponden a los tiempos de Epicteto.
Como, según Séneca, *la Sabiduría tiene la morada en lo más alto; ella es dueña, no de las manos, sino del alma*, podemos, pues, verla en la cumbre de la octava esfera, presidiendo la marcha del mundo y las homogéneas rotaciones de la inteligencia humana.
Pronoia, o Providencia, es una figura muy próxima a Sofía.
En el Timeo se halla junto al Anima Mundi =Alma del Mundo=. Manifestación cósmica de Sofía, Pronoia *se centra principalmente =dice Cicerón= en tres objetos: asegurar al mundo la estructura más adecuada para la supervivencia; que no carezca absolutamente de nada; y sobre todo que haya en él una belleza y un ornato total*.
A través de los dioses astrales y particularmente de la esfera de las estrellas fijas, gobierna el universo. Ella preside la comunidad de los dioses, que son *seres vivos o animados ... dotados de razón y unidos entre sí en una especie de comunidad social, gobernando un único mundo como si fuera una unión confederada o un estado*.
Esta noción del mundo como gran asamblea, estado o confederación vuelve a aparecer en II 62, y es el precedente del Pleroma de los Eones de los gnósticos. Precisamente, según éstos la asamblea de los Eones es generada por la pareja Nous-Sofía superior y completada por la del Logos-Sofía inferior.
Sin dejar sus funciones cósmicas. Pronoia cuida especialmente del hombre.
Su figura gozaba de una cierta popularidad en tiempos de Cicerón =siglo l a. C.=, pues el portavoz epicúreo de su diálogo sobre la naturaleza de los dioses la llama *esa hechicera adivina de los estoicos* y la considera una ficción comparable a *la deidad artesana y constructora del mundo del Timeo*. A este retrato alude en su réplica el estoico Balbo:
*Tú mismo nos decías ayer que los estoicos presentan una Pronoia o Providencia a manera de una vieja hechicera vaticinadora*.
Este pasaje sugiere que, frente a la Pronoia estoica, las escuelas rivales difundieron otro retrato menos lisonjero de la diosa. El pasaje indica también que se le había dado como pareja al Demiurgo del Timeo. Para el gobierno del cosmos Pronoia cuenta con el Hado, que no es sino *el principio u origen de una serie de cosas, o la razón según la cual es gobernado el mundo*, como dice Cicerón. La creencia en el Hado que regula las vicisitudes intracósmicas llevó a los estoicos a dar por buena la hipótesis de la prognosis. A esta temática dedica Cicerón el libro I del *De divinatione*, basándose sobre todo en Posidonio.
El reconocimiento de la existencia del Hado =subordinado a Pronoia= autoriza la práctica de la prognosis o pronosticación astrológica. El astrologismo no se encuentra sólo en ambientes marginales. El astrónomo más grande de la Antigüedad, Hiparco =190-126 a. C.=, que llegó a la plenitud de su carrera durante la juventud de Metrodoro y Posidonio, fue un astrólogo muy reputado. *Al parecer la fama de que Hiparco gozaba en su tiempo =dice D. R. Dicks= era debida en gran parte a sus trabajos astrológicos, a lo que contribuyó sin duda el haber escrito un comentario acerca del más popular de los poemas didácticos de su tiempo*, es decir, los Phainomena de Arato, y Franz Cumont no vacila en decir:
*Es notable que el gran astrónomo Hiparco fuese también un partidario convencido de una de las principales doctrinas de la religión de las estrellas. A Hiparco
=dice Plinio= nunca se le tributará toda la alabanza que se merece, por cuanto nadie ha establecido mejor que él la interrelación del hombre y las estrellas, o mostrado más claramente que nuestras almas son partículas del fuego celeste*.
La función más específica del Logos =que según el contexto equivale a fuego, mente, razón y ley inmanente, universal y rectora -hegemonikon- del universo= es contener las *semillas* espirituales de todas las cosas. Gracias a esta función de logos spermatikos puede integrar en su ser las ideas de Platón y las formas-entelequias de Aristóteles.
*Dios =Logos= posee en su interior =dice Séneca= esos modelos de todas las cosas y alcanza con su inteligencia el número y la manera de todo lo que debe ser hecho. El está colmado de estas imágenes inmortales, inmutables, inagotables, que Platón llama Ideas* .
Y agrega, aproximando el Logos al monoteísmo: *¿Preguntamos cuál es esta Causa? Sin duda, la razón creadora, o sea, Dios, pues todas estas causas que habéis mencionado no son causas diferentes y distintas, antes dependen de una sola, de la que crea*.
Los estoicos distinguen un logos endiathetos =razón interior o verbum mentis= y un logos prophorikos =razón prolaticia=. Por el endiathetos la mente humana está en condiciones de elaborar el conocimiento científico, una vez que ha entrado en contacto con el objeto sensible. El verbo prolaticio es la actualización ad extra del logos interno; la palabra en vías de pronunciación. La doctrina del Logos ejercerá una influencia inmensa en la teología judía intertestamentaria =Filón=, en la cristiana a través del evangelio de Juan y, de forma muy particular, en la gnóstica.
Tras el logos endiathetos y el prophorikos los estoicos sitúan la voz o *phone*, esto es, la palabra en su aspecto sonoro, que es producido por una conmoción del aire =peplegmenon aera=.
Desde finales del siglo I, los teólogos cristianos verán encarnada esa Voz en la persona de Juan el Bautista, Precursor del Logos hecho carne =Jesucristo=.
Entre los gnósticos no es menos importante la correlación mítica y soteriológica de Voz y Logos, que inicialmente era un simple paradigma gramatical, primero ontologizado
y luego mitificado.
Gilgamesh***
+1.
ResponderEliminarInteresante todo ,siempre he pensado que los poderosos saben más información y controlan perfectamente el funcionamiento de los astros y como nos influyen. Me gusta la teoría de Hiparco de interrelación del hombre con las estrellas, me la creo más que una mujer venga de una costilla por ejemplo.
ResponderEliminarUn abrazo
ResponderEliminarAlejandro y 2+; muchas gracias.
Mart Bravo; jeje gracias amigo, abrazo.