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jueves, 4 de mayo de 2017

* Libre albedrío 4 *

***Bella noche de Jueves para todos.

¿Libre albedrío?, sí, les propongo para ésta noche seguir sumando sobre ésta importantísima cuestión.
Tal como veníamos apreciando en distintas opiniones, el libre albedrío es un imposible, al menos la ciencia actual y sus múltiples posibilidades de estudiar el cerebro y el pensamiento, así lo entienden.
Dejan apenas un pequeño porcentaje, muy pequeño, de realmente *contactar* con esa parte del cerebro donde estaría nuestro salvoconducto, algo que viene a ponerle muchísimas más pruebas a los postulados de la vieja Gnosis.

Recordarán la reseña que les hiciera sobre aquél Gnóstico de los inicios del cristianismo, hablo de Bardaisan.
Él decía que nuestro márgen de libre albedrío era muy pequeño, pero no imposible, dependíamos de la severa influencia de los planetas que como seres vivos =arcontes= digitaban gran parte de nuestras elecciones. Sin embargo Bardaisan, ya en aquellos lejanos tiempos y al igual que la ciencia actual, nos decía que existía una conexión posible, fruto de un profundo trabajo interno, y que Cristo y sus enseñanzas era el pilar fundamental.

Les voy a compartir un excelente trabajo de Paola Vázquez Almanza, titulado *Las reglas del libre albedrío*, para la Revista de Investigación Social *Andamios*, sobre Bartra, R. =2012=, Cerebro y libertad. Ensayo sobre la moral, el juego y el determinismo.
México: Fondo de Cultura Económica.



En el año 2006 Roger Bartra se acercó a los debates más recientes en la filosofía y la neurociencia con su libro Antropología del cerebro. La conciencia y los sistemas simbólicos. Ahí planteó la provocativa idea de que la conciencia no se encuentra encerrada en el cerebro, sino extendida en una red simbólica de naturaleza cultural. Bartra llamó a esta prótesis externa de la conciencia, esa especie de circuito neuronal externo al cráneo: exocerebro.
Ahora, en Cerebro y libertad. Ensayo sobre la moral, el juego y el determinismo, Bartra retoma su idea del exocerebro y de las redes simbólicas y, a partir de ello, coloca los problemas de la libertad y de la moral en el terreno de la conciencia.

Si uno sigue los debates que provocan entre neurocientíficos y filósofos los temas del libre albedrío, la conciencia y el cerebro, rápidamente se puede percatar de las muchas incógnitas que siguen atribulando a los científicos. Tanto filósofos como neurocientíficos y físicos desmenuzan y estudian el problema del libre albedrío y la conciencia, pero sin reconocer que las pistas para entender el fenómeno no yacen dentro de su propia disciplina únicamente. La exigüidad de diálogo entre disciplinas
lleva a conclusiones deterministas que niegan la libertad, a dualismos o a visiones que abrazan el azar y el caos.

Menciono el que hasta ahora ha sido el tono en el que se han desarrollado las discusiones en torno a la conciencia, el cerebro y la libertad, para advertir la magnitud, el valor, la actualidad y la originalidad de las propuestas de Bartra.
La finalidad de Cerebro y libertad, como el mismo autor escribe, es hallar pistas para *enfrentar los grandes retos a los que nos confrontamos cuando tratamos de entender el sentido de la libertad humana* .

Bartra nos invita e introduce a la cuestión con un relato de la clásica película del expresionismo alemán: 
*Las manos de Orlac*.
Al seguir la síntesis que se hace de la historia del protagonista, un pianista que lucha por el control de sus acciones, el lector es enfrentado al problema de la oposición entre determinismo y libertad. Sin notarlo siquiera, los lectores nos sumergimos en el tema y seguimos atentamente las provocativas preguntas que Bartra plantea:
*¿Hasta qué punto el cuerpo =y especialmente el cerebro= permite que la conciencia decida libremente? ¿Qué límites impone la materia cerebral al libre albedrío de los individuos?*.

En un primer capítulo, el autor se sirve de la discusión entre Albert Einstein y Rabindranath Tagore para ilustrar dos formas opuestas de abordar el problema de la libertad y exponer cómo desde estos enfoques la libertad se expresa como la *contraposición entre mente y cuerpo, libre albedrío y determinismo, causalidad mental y física o entre razón y causa*. Grosso modo, se puede decir que Tagore intentó filtrar en la discusión la idea de la indeterminación, considerándola una escapatoria de la cadena causal. En cambio para Einstein el libre albedrío, como propiedad de la conciencia, vendría a ser una mera ilusión.

Estas primeras reflexiones nos permiten ubicar en un panorama amplio la postura del autor y comprender cuáles son los extremos de los que intenta escapar. 
Pero si Bartra no comparte estas visiones hegemónicas, ¿cómo propone analizar la libertad? Cuando el autor afirma que existen explicaciones claramente materialistas y no metafísicas para comprender que la autoconciencia es un proceso que no ocurre totalmente dentro del cerebro, está sugiriendo que se ubique en un contexto más extenso nuestro problema, es decir, recomienda que se incluya en el análisis el contorno social y cultural.

En el apartado *Un experimento con la libertad* se mencionan los famosos experimentos que Benjamin Libet realizó en la década de 1960. El autor nos explica que Libet llegó a la conclusión de que la acción intencional se inicia inconscientemente, pero que también observó que la conciencia puede controlar el resultado del proceso;
Las reglas del libre albedrío existe pues, un *poder de veto*. Aunque Libet creyó en la existencia de algo que los deterministas no suelen mencionar, *un campo mental
consciente* capaz de actuar sin conexiones neuronales que funcionasen como mediadoras*, su idea en lugar de esclarecer las cosas abrió la puerta al dualismo y a instancias misteriosas no materiales como las que solía sugerir Descartes.

De ahí que Bartra insista en que tanto el dualismo como el determinismo provocan malentendidos igualmente dañinos, y sugiera colocar en su lugar el tema en un nivel más alto de complejidad, es decir, acercarse a las estructuras sociales y culturales, sin olvidar, claro, las estructuras químicas, neuronales y físicas. Cabe mencionar que en este giro Bartra evita escapar de un determinismo físico a un determinismo social.
A través de algunos ejemplos, Bartra ilumina el vínculo existente entre la responsabilidad que tienen los individuos por sus acciones, los castigos y recompensas conducentes, y la moral.

Para adentrarse en este tema tan espinoso el autor retoma y señala los puntos endebles de las ideas de Marc D. Hauser y de Paul Churchland. Hauser planteaba, adosando su teoría en las ideas de John Rawls y Noam Chomsky, que existe un *módulo cerebral innato responsable del proceso inconsciente y automático que genera juicios sobre lo justo y lo incorrecto*. Aquí, Hauser lleva a los terrenos de la ética los postulados de Noam Chomsky que duramente Bartra criticó en Antropología del cerebro. Por su parte, Churchland se mueve en dirección contraria a Hauser y entiende el cerebro como un procesador que puede hacer uso de andamios sociales exteriores al cráneo.

Pero tanto a Hauser como a Churchland se les escapa, explica Bartra, que el proceso de toma de decisiones no sólo se da dentro de la cabeza, sino que ocurre en la relación entre cerebro y contorno social. Antes de plantear una propuesta para compensar las deficiencias de las perspectivas anteriores, Bartra se detiene en las ideas de David Hume y Antonio Damasio sobre las emociones sociales para comprobar que éstas son un ejemplo de lo que sucede en los circuitos híbridos de la conciencia, en las redes que unen el exocerebro con el cerebro.

Después de Hume, Damasio y las emociones sociales, Bartra dedica un capítulo a la exploración de los textos sobre el juego escritos por Johan Huizinga, Roger Caillois y Jean Piaget con dos propósitos principales.
El primero es pensar el juego como una prótesis que estimula procesos simbólicos de sustitución de un cerebro incompleto, es decir, ver en el juego posiblemente la expresión primigenia de la presencia de redes exocerebrales.

El segundo consiste en acercarse al juego entendiéndolo como una actividad que mezcla orden y libertad, un espacio en el que conviven reglas escritas con la expresión de la libertad de acción y que por tanto *implica la expresión de alguna forma de voluntad libre de determinantes funcionales, pero al mismo tiempo regulada*. No está de más recordar que esta coexistencia de la espontaneidad con la determinación fue tratada ya por Bartra en su trabajo *Las redes imaginarias del poder político*, aunque en otro terreno por supuesto.

Al igual que en *Antropología del cerebro* se estudió el habla, las artes, la música y las memorias artificiales, en este libro se exploran otras manifestaciones simbólicas del medio cultural que nos rodean y que se cristalizan en el hogar, el sistema de parentesco, la comida y el vestido. El viaje que en estas páginas se realiza por *el pequeño mundo de la familia, el hogar, la comida y el vestido, nos ayuda a entender la inmediatez del enjambre de símbolos que nos envuelve*. El hogar, el vestido, la comida y las relaciones de parentesco pueden ser entendidas entonces como prótesis cognitivas.

La trascendencia de la noción de entorno se hace más clara aún cuando Bartra nos comenta la interesantísima idea del Umwelt, desarrollada por Jakob von Uexküll y de la que deriva la hipótesis de que la conciencia no es únicamente un *yo* alojado en el cerebro, sino que incluye al entorno. En este sentido el planteamiento del entorno social será clave, primero, porque en él se aprecia la necesidad generalizada que han tenido los humanos de clasificar, codificar, marcar, señalizar y decorar mediante símbolos las partes de un sistema.

Y segundo, porque la idea del mundo circundante permite plantear el problema del libre albedrío de los humanos de una forma en que puede tener una solución.
¿Por qué el problema del libre albedrío puede entenderse mejor a partir este punto de vista?
Básicamente porque los sistemas simbólicos son estructuras que se han ido construyendo, *no sólo como expresión social de módulos cerebrales, sino como fruto de la interacción entre los sistemas neuronales sociodependientes y las texturas culturales que rodean a las personas.

Se trata de un proceso de autorregulación. Y en este paisaje la toma de decisiones vendría a ser un proceso, una especie de juego, que incluye tanto las ideas que fluyen del cerebro como las sensaciones y señales que proceden de los sistemas simbólicos que nos rodean.
Llegado a este punto Bartra se pregunta si esta meditación deliberada, este juego divagante nos permite tomar decisiones voluntarias y libres. Él responde que sí, que ese juego que une la actividad cerebral con los circuitos simbólicos del entorno permite la toma de decisiones voluntarias y rompe las cadenas deterministas.

La toma de decisiones es *gracias precisamente a las redes exocerebrales que permiten la existencia de una singularidad presente solamente entre los humanos. Esta singularidad asegura la coexistencia del indeterminismo y la deliberación. Con ello se abre la puerta a comportamientos que no son azarosos pero que tampoco se encuentran determinados por una cadena de causas y efectos anclada en el cerebro*.

Después de concluir que el libre albedrío es posible, Roger Bartra nos da un último capítulo y unas reflexiones finales en las que traza un hilo conductor y seductor entre personajes tan diversos como José Ortega y Gasset, Henry James, William James, Edmund Husserl, Martin Heidegger, Ernst Cassirer, Maurice Merleau-Ponty, Friederich Hayek, Douglass North y Antonio Damasio.
Especialmente resulta fascinante el seguimiento y el recuento que se hace del pensamiento de Jakob von Uexküll a través de los diversos pensadores a los que influyó.

Cerebro y libertad toca así problemas sumamente complejos y profundiza en temas que no están del todo resueltos y que incluyen discusiones filosóficas y políticas de la moral. Bartra encuentra los insumos para sus argumentos en lugares tan diversos como la literatura, la neurociencia, la filosofía y la antropología, y se dirige de un campo de conocimiento a otro para finalmente establecer un vínculo firme y coherente entre éstos. Esta facilidad de esbozar de manera sencilla y crítica el complejo pensamiento científico sólo reafirma la sensibilidad e inteligencia del autor para hacer confluir lo que usualmente se disocia.

Además de ser un excelente ensayo, éste es un verdadero ejercicio interdisciplinario que procura borrar la tradicional frontera entre las humanidades y las ciencias, así como evita trazar una frontera entre el cerebro y el exocerebro, entre circuitos neuronales y las prótesis culturales.

Bueno..., tal como cerraba en una de éstas entregas, hay esperanza en algo que ya nos había sido dicho, un punto de equilibrio donde encontrar ese mecanismo que escapa de los extremismos, nada a ultranza, sí a la hábil capacidad individual de *entrar* a esa conexión virtuosa del Espíritu y repeler las programaciones inconscientes.
No es fácil, ya lo sabemos, pero no es imposible desde el momento en el cual comenzamos a creerlo posible.
De nada habría servido la aparición de Cristo y sus postulados, por lo tanto, se crea o no, su trabajo ya fué hecho, el resto...depende de nosotros mismos.

Gilgamesh***

Fuente;
-redalyc

6 comentarios:

  1. Gilga,personalmente.....voy directamente a leerme los textos en verde de tus posts,pues reflejan tus reflexiones personales,de alguien que pudiendo coincidir o no tengo seguridad por seguirte todo este tiempo de su honestidad en sus opiniones,hablando desde la creencia personal basada en sus experiencias.

    Por que remitirnos a opiniones ajenas,donde hoy principalmente con ese acceso a la red global tenemos billones de accesos a material de terceros para adecuarlo a una corriente de opinión,propia......es,entiendo sobrante...simplemente esto es una opinión al contenido de tus posts,cuando supongo que los textos es verde no es sólo a mí que me generan más atención....entiendo que lo aportas como suplemento no como refuerzo a unas reflexiones ya de por sí solas interesantes..

    Terminas con la mención de Cristo.......lo que dejó....y lo que depende de nosotros....o sea esa parte de libre albedrio que quizás no es tan pequeña ni insignificante si al final eso lo muda todo......si cuando se piensa en amar sin limites,que al final es compartir y respetar nos puede aparecer de la "nada" una cesta interminable de panes y peces......por qué no somos capaces de escoger esa opción,pues por que no la creemos posible basicamente...sino todas las otras acciones que se llevan a cabo en este mundo,perderian el sentido...por que son para competir,y tener las cosas que no se saben ganar simplemente con ese "contacto"...

    Pero al final todos aquellos que compiten y compiten sin parar en circulo.....vemos como facilmente cuando "ganan" puedan achacarlo al libre albedrio suyo que provocó el resultado final...cuando pierden es facil que lo achaquen a imposiciones,o maldades de terceros...

    Sin duda la parte más importante del libre albedrio que Cristo nos quiso enseñar fué la de la ventaja infinita si escogemos amar y compartir en vez de odiar y competir...

    Pero la pregunta que no quiere callar es....Gilga,Dan A,Lehaim,Aguila.....etc...serian capaces de amar y compartir igual,o sea elegir esa opcion...donde se encuentran ahora,que por ejemplo enmedio de un bombardeo en Homs...nos creemos capaces de ello?,no cambiar nada nuestra prioridad dependiendo del lugar o circunstancias?...lo dejo ahí...

    Saludos para todos

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  2. NAMASTEEE FAMILIAAA SE ACABAN DE IR JONY AND FOX mr hydro sobrevuela paraiso con b52 jeje a ver si reverdea.Dj fox trajo maquinitas tecno sampler y hay nuevo exito que se yeva a masterizar y ecualizar jaja LETRA:Pachamamita,nos está avisando,de que este ciclo,ya se está acabando,tiempos llegados,a llegado el tiempo,de dar un salto,es nuestro momento.ESTRIBILLO centrifugado,la tierra irá limpiando.3veces.Ahora frio,ahora calor,disloque térmico,en el urbion,la madre tierra,se rebela,pone su barco,a toda vela.ESTRIBILLO repite y CHIN pon jaja MUCHO AMOR Y SONRISAS Y FUERZA PARA TOD@S Y DESDE EL FONDO DE MI CORAZON,YO OS AMOOOOO

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  3. Lehaim DAN A.

    A ver DAN A, ya que me has nombrado te comento: segun las circustancias, cambian las prioridades por mero instinto de supervivencia, pero ¿que tiene que ver la velocidad con el tocino?.

    Por "tus otros YOs" hacere cuanto pudiere....., y no dañare aunque quisere.....

    Saludos CordialeS.

    LEHAIM.

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  4. Alejandro Arrabal Díaz-eleritzo espaider y 3+;
    muchas gracias.


    Dan A.;
    hola amigo, sobre tus apreciaciones sobre mí no haré ningún comentario, puesto que, tal como ya te lo he dicho, no soy yo el objeto a analizar sino a los temas en cuestión.
    Sobre las opiniones ajenas, no habría que anularlas por completo, puesto que vos, yo y todos, somos lo que somos por las opiniones ajenas, que muy bien podemos tomar o dejar.

    En ciertas ocasiones, cuando las opiniones ajenas provienen de personas que se han quemado los sesos buscando y compartiendo sus hallazgos, no me siento yo en posición siquiera de cuestionarles, puesto que para hacerlo, antes debería yo estar a la altura de sus capacidades, y como verás, los distintos informes sobre ésta cuestión del libre albedrío contienen tanto a quienes están a favor como quienes están en contra.

    Mi postura es mía, y de eso no reniego, y está en quienes leen tomar o dejar lo que les sirva. Si creemos ser capaces de discriminar o extirpar esas opiniones ajenas, deberíamos entonces erigirnos como la única y máxima autoridad en el mundo para ser lo suficientemente soberbios, súper-egoístas, y además estúpidos, ya que reitero, todo lo que somos o creemos ser ha sido una larga cadena de aportes de esos otros.

    Como esos otros son diversos y no monocordes, así somos todos también, y podemos o tenemos el pleno derecho a optar por las opiniones con las cuales nos sentimos afines.
    Hay gente que estudia y mucho Dan, que no se ha instruído viendo videos en youtube, y que yo al menos, a esa clase de opinión, la tengo en cuenta. Esa es una buena medida creo, para separar paja de trigo. Y si bien todos podemos asumirnos como pensadores válidos, para sentarme a discutir por ejemplo con Bartra, o rebatirle sus ideas, primero debería yo estar a la altura de su caudal, y eso no se prueba ni con un me gusta o con una masa de seguidores.

    Por eso, esas personas que opinan lo hacen a través de su medio, en el caso de Bartra, reuniéndose con Filósofos de reconocido nivel de Conocimiento, religiosos, y demás profesionales del pensamiento, otros, como en nuestro caso, hacemos un humilde sitio en internet. No voy yo entonces a ponerme a cuestionar a ésta gente, por el contrario, podré tomar de ellos lo que no conocería nunca al no pertenecer a su ámbito de excelsitud, pero no me privo tampoco, de descubrirles y compartirlos con quienes estamos en otro ámbito distinto.

    Sobre tu pregunta final, creo que no deberías hacérnosla a nosotros, sino a esos que padecen en Homs a ver como lo experimentan ellos, porque para cada ser humano sus dramas son los peores esté donde esté y sean cuales fueran. Aquí no existe una guerra como en Homs, por ende es imposible extrapolar, y las hipótesis de algo que no está sucediendo son inútiles.

    No encuentro entonces ninguna utilidad de poner a prueba el Amor desde tu óptica de situación, porque lo mismo cabría para poner a prueba a la Señora Juana Pueblo que vive en cualquier ciudad del mundo, y a quien le han asesinado a su hijo, no creo que a ella haya que ponerla a prueba ni comparar su dolor con el de los bombardeados en Homs.

    Es más...,a quienes no han muerto ni perdido todavía a ningún ser amado en Homs, tal vez podríamos preguntarle si podrían entenderme a mí o a cualquiera que como yo, tuvimos que ver morir a los abuelos, a mis padres, y a algunos amigos, lo que significa tocar a un ser amado que ya no responde y jamás volveremos a ver aquí, y no fué ni con balas ni con bombas, fué la naturaleza finita que a todos nos atraviesa.

    El dolor es uno Dan, extrapolarlo me parece una inútil forma de poner a prueba al Amor. Gracias, saludos.



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  5. Águila Solitaria;
    ¡¡¡faaaa!!! me imagino que las placas de vinilo estarán en proceso, jejeje..., y DJ Fox supervisando, jajaja...
    Ni bien esté el *master* listo compartirlo por favor antes de que se agote en las bateas ¡¡abrazooooo!!


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Muchas gracias por tu aporte. Aún las diferencias enriquecen las conclusiones.
Gilgamesh.

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