***Amorosa noche de Sábado para todos.
Continuamos con las enseñanzas del gran Don Roberto Assagioli y culminamos el listado de *modalidades* con el último ítem que teníamos pendientes, agregándole también otro punto extra.
Recomiendo éste capítulo de hoy, es realmente bellísimo en el sentido estricto de la palabra.
Eso de lo cual muchas veces he desarrollado aquí y a mi manera; la *sintonía fina* con nuestro Espíritu, a quien el Doc llama *Yo Superior*.
También los deseos que expresa Don Roberto y que son en definitiva los mismos que muchos ansiamos para nuestra humanidad, algo que es posible y que a la vez...nos resulta esquivo..., especialmente porque al sistema no le conviene.
Si éstas cosas se enseñaran en la escuela desde niños no tengo ninguna duda que nuestra civilización alcanzaría un grado evolutivo enorme, y que reitero, lamentablemente está frenado por quienes necesitan que el mundo sea cada vez más caótico y enfermo.
Assagioli no cita la palabra Gnosis en ningún momento, pero vean ustedes si no es Gnosis...al menos como siempre he intentado compartirles desde mi interpretación.
También la importancia de una apertura superior siempre *en estado consciente* y no como mucha gente busca erradamente *inducirse* a un estado no consciente.
Ojalá muchos, muchos pero muchos de quienes leen éste blog se animen a buscar lo que Don Roberto nos regala en sus sapientísimos conceptos, sería hermoso, sería la mejor aventura o anhelo que emprender mientras estemos *vivos* en éste paquete tripartito que somos.
Fuerte abrazo para todos.
7. Comprensión e Interpretación
En cierto aspecto, esta es la fase más importante.
Las intuiciones, iluminaciones y revelaciones que se han producido deben llegar a comprenderse bien a fin de evitar interpretaciones erróneas, y aplicaciones y acciones inoportunas o incluso nocivas. Estos errores suelen ser frecuentes y podría citar un gran número de ellos. Voy a dar un par de ejemplos de dos tipos de errores: uno relativo a las interpretaciones erróneas sobre los impulsos u *ordenes* internas que obligan a actuar al sujeto, y el otro sobre las incomprensiones mentales de verdades surgidas en el ámbito de la conciencia.
El primer ejemplo es un conocido episodio de la vida de San Francisco.
Poco después de su conversión y mientras estaba rezando, éste escuchó una voz interior que le dijo:
*Ve y reconstruye mi Iglesia*.
Puesto que en la vecindad había una pequeña iglesia abandonada, él interpretó este mensaje como una orden divina de reconstruirla y así se dispuso a hacerlo.
Sin embargo, poco después se dio cuenta de que este mensaje poseía otro significado mucho más amplio: era la revelación de su misión de *restaurar* la Iglesia católica que, en aquellos tiempos, había degenerado mucho. Todos conocemos ya de qué forma tan admirable cumplió su misión.
El otro ejemplo es de muy diferente naturaleza y concierne a un hombre bien distinto.
Se trata de la fulminante revelación que tuvo Nietzsche sobre los grandes ciclos que se desarrollan en la eternidad del devenir cósmico. El la interpretó y la expresó en su teoría del *eterno retorno*.
Según él, el tiempo no tiene límites, mientras que el número de los átomos de materia existente, aunque inmenso, es finito. Por ello sus combinaciones serán necesariamente finitas y, antes o después, deberán reproducirse retornando siempre a lo mismo, y así hasta la eternidad.
Naturalmente, esta desoladora doctrina estaba basada sobre una premisa errónea, la de que el número de los átomos es finito e invariable. Aparte del absurdo intrínseco de esta hipótesis, la física moderna ha demostrado ya que los átomos se desintegran continuamente y van formándose otros nuevos con propiedades diferentes.
Lo que Nietzsche había intuido era la naturaleza cíclica de la manifestación cósmica, o sea: el proceso evolutivo.
Se trata la concepción oriental de los grandes ciclos de aparición y desaparición de los mundos, de la periódica emanación de la materia y de su evolución en innumerables formas y, después, de su sucesiva reabsorción en el espíritu, en lo inmanifiesto.
Los recientes descubrimientos astronómicos sobre la formación y el desarrollo de los astros y de las galaxias confirman plenamente esta concepción. Así pues, según los orientales, ello es igualmente aplicable a escala humana, como es la manifestación cíclica de las almas en una serie de cuerpos =reencarnación=. Pero todo ello no implica un retorno idéntico, sino un reaparecer de forma siempre más elevada, una evolución en espiral ascendente.
Lo expuesto por Nietzsche es un claro ejemplo de interpretación errónea de una intuición correcta.
En el campo psicológico, nos enfrentamos continuamente al problema de la interpretación de los símbolos. También aquí se pueden observar frecuentes o casi podríamos decir que continuos errores y confusiones, como por ejemplo en la interpretación de los símbolos de los sueños y también en la interpretación de los mitos y de los simbolismos de las obras artísticas o literarias. A menudo, los errores se deben a pre-conceptos y a teorías particulares de quienes los interpretan. Pero la dificultad también se debe al hecho de que los símbolos pueden poseer distintos significados y diferentes niveles de realidad, sin por ello estar en contradicción o excluirse recíprocamente.
Voy a ilustrar a continuación un caso de inspiración espontánea que, a pesar de ser distinto en algunos aspectos, guarda una cierta afinidad con el de María Gallotti, citado en el capítulo anterior. En él se evidencian algunas características peculiares de la actividad que se desarrolla a nivel superconsciente, así como sus relaciones con la conciencia.
Se trata de una joven mujer a la que traté durante muchos años aunque de modo irregular, debido a mis largas ausencias de la ciudad en la que vivía, pero continuado desde lejos por correspondencia excepto durante los años de la guerra de 1941 al 1945.
La llamaré Lucía =aunque este no es su verdadero nombre=.
Desde un punto de vista clínico no presentaba nada insólito.
Sus síntomas entraban en el cuadro de la astenia neuro-psíquica: debilidad física, depresión emocional, dificultad de atención mental, además de distintas fobias, sobre todo miedo a salir sola de casa. El ambiente familiar era opresivo: padre autoritario y madre buena pero de ideas estrechas que no le permitieron seguir los estudios, tal como ella hubiera deseado; aislamiento y ningún vínculo afectivo.
Con mi tratamiento, durante el cual utilicé distintas técnicas de la psicosíntesis, fue mejorando gradualmente al punto de que consiguió superar la agorafobia e incluso llegó a realizar sola largos viajes en tren.
En todo ello, repito, no había nada particularmente notable. En cambio, poco después de utilizar la técnica del dibujo libre comenzaron a darse manifestaciones singulares e interesantes en varios aspectos.
Al principio, los dibujos consistían simplemente en líneas, formas geométricas, representaciones esquemáticas de aspectos de la naturaleza =sol, mar, montaña= y de objetos sencillos. Pero pasado un breve tiempo, comenzó a escribir en los dibujos palabras y frases a guisa de comentario. Esta evolución surgió espontáneamente y sin que tuviese nada que ver con mis instrucciones o estímulos. Las frases expresaban diferentes estados de ánimo, pero después y cada vez más, expresaban aspiraciones, anhelos de liberación y de elevación, y relámpagos de intuición de carácter universal o cósmico.
He aquí algunas de ellas, realizadas entre los años 1932 y 1935:
-*La cara de la deidad está oculta. Ondas misteriosas atraviesan la atmósfera. En las altas esferas sopla el viento universal. La conciencia no quiere reconocerlo*.
-*Entre las alturas espaciales se extiende la mirada. Atraviesa la vida su ciclo histórico. El gran todo permanece inmóvil*.
Después, la producción empezó a disminuir hasta casi cesar, hasta 1940 cuando, sin embargo, volvió a retomarla activamente y los dibujos fueron sustituidos gradualmente por escritos que tenían forma poética sui generis. Estos asumieron cada vez más el carácter de mensajes de los niveles del superconsciente.
La neta distinción, o tal vez la oposición, entre la conciencia de vigilia normal y la fuente de inspiración fue claramente reconocida y expresada por Lucía.
El estilo de los mensajes era muy variado, a menudo original, con expresiones extrañas, quizás extravagantes, pero vividas y eficaces.
Era un estilo que en ciertos aspectos se podría comparar al de los poetas surrealistas. De alguno de ellos a menudo se sospecha que expresan su arte así deliberadamente, incluso de mala fe. Pero esta sospecha, al menos en algunas ocasiones, no es justa y puede excluirse totalmente en el caso de Lucía, ya que ella misma fue la primera sorprendida al ver lo que su mano escribía.
Lo que sucede en estos casos es que irrumpen elementos y actividad del inconsciente de forma directa, sin la elaboración y estructuración normal, y sin una expresión verbal coordinada y de fácil comunicación.
Pero lo que más importa es la naturaleza y el contenido de los mensajes. Estos pueden proceder de los distintos niveles del inconsciente, desde el más bajo hasta el más alto. En el caso de Lucía, a menudo los mensajes poseen tanto un tono como un contenido elevados, propios de la esfera transpersonal.
Los temas más recurrentes son: visiones de un devenir luminoso; la urgencia de una renovación de la humanidad; presagios e indicios de una Nueva Era; y la comparecencia de Seres Superiores que serán los pioneros y creadores.
La actitud asumida por Lucía hacia la fuente de su inspiración es equilibrada y perfectamente agnóstica.
No considera que esa fuente sea un ser o entidad externa, sino que otorga a las expresiones que le brotan =El Dios, el Cantor, etc.= un carácter simbólico de *personificación psicológica*.
Debemos observar que, mientras escribía, Lucía jamás perdió la conciencia de sí misma.
Esto la diferencia de todos aquellos que escriben en un estado de hipnosis o de trance, algunos incluso novelas enteras, sin darse cuenta de lo que están haciendo.
Esta clase de escritura automática debe ser desaconsejada porque tiende a producir o a incrementar la disociación psíquica y puede dar cabida a influencias indeseables. Además, los casos de Lucía y los de otros han demostrado que el mantener la conciencia despierta no obstaculiza la inspiración de los niveles transpersonales.
¿Qué conclusión podríamos sacar de la producción espontánea de los dibujos y escritos realizados por María Gallotti y por Lucía, así como de tantos otros del mismo origen, relatados por Myers en su libro Human Personality o por otros estudiosos de estos fenómenos?
Estos casos constituyen una confirmación evidente de lo que la psicología humanística y la transpersonal =la Tercera y la Cuarta Columnas de la psicología= han demostrado: que hay latentes en la psique humana una enorme cantidad de facultades y energías generalmente ignoradas, y tantas admirables posibilidades creativas y expresivas, dispuestas a manifestarse tan pronto les sean ofrecidas las condiciones adecuadas.
Las demostraciones más evidentes vienen dadas: por una parte, a través de las manifestaciones espontáneas, de las que va he hablado; y por otra, por la existencia de muchos niños y jóvenes superdotados y por los seres superiores: los genios religiosos, artísticos, científicos, grandes maestros y benefactores de la humanidad.
Los superdotados que demuestran cualidades especiales, a veces ya desde su más tierna infancia, empiezan a ser reconocidos y valorados, pero todavía de forma limitada e inadecuada. No solamente existe incomprensión, sino también reticencia y hasta hostilidad hacia sus apreciaciones por distintas razones sobre las cuales ahora no me puedo detener. Sin embargo, existen dos importantes razones que deberían inducir a ocuparse de los superdotados. La primera es que ellos representan el elemento humano más apreciado, comparable al uranio entre los metales, ambos capaces de desprender potentes irradiaciones.
La segunda, es que no resulta extraño que los superdotados tengan una exuberancia de energías a todos los niveles de su ser. Cuando les es impedida u obstaculizada la manifestación, puede provocarles efectos destructivos y manifestaciones antisociales e incluso delictivas.
A menudo se ha podido observar que entre los niños y jóvenes recluidos en los irónicamente llamados *Correccionales*, existe un elevado porcentaje de superdotados; quizás alguno de ellos tuvo un despertar espiritual espontáneo. Pero si ello no fue reconocido y se le mantiene en un régimen de opresión, se vuelve cada vez más antisocial y, cuando se le priva de libertad, puede llegar a convertirse en un violento y peligroso criminal.
Por ello, es urgente que la sociedad haga todo lo posible para prevenir este peligro y para encauzar esas exuberantes energías hacia un tipo de actividades más constructivas y creativas.
Es posible hacer muchas cosas en este sentido.
Los medios necesarios existen; son muy numerosos y de diferente naturaleza: desde la más elevada, como la comprensión, la compasión o el amor, hasta las diversas técnicas psicoterapéuticas y educativas que van evolucionando más cada día; y entre ellas las hay sencillas y fáciles de realizar, como el dibujo o el escrito libres.
Todos debemos sentir el deber de defender el conocimiento, de incitar a los médicos y educadores, y de ayudar a los progenitores a hacer uso de él al máximo posible.
Así, y sobre todo así, se podrán prevenir los males que amenazan la existencia misma de la convivencia ciudadana y preparar la llegada de una Nueva Era en la cual se logre una psicosíntesis planetaria; en la cual, sin necesidad de guerras ni de violentas luchas sociales, la más alta potencialidad humana pueda alcanzar las más amplias y libres aplicaciones.
Telepatía vertical
Ahora, hablaremos de las relaciones entre el yo consciente y aquello que puede recibir o captar del superconsciente. A esta facultad de recibir *de lo alto* podemos denominarla *telepatía vertical*, a fin de diferenciarla de la telepatía horizontal, que es la que proviene horizontalmente de fuera del sujeto, es decir, de la corriente del pensamiento individual y colectivo procedentes del ambiente.
También puede llamarse *telepatía interna*, porque se desarrolla en el interior del propio individuo.
Pero es preciso hacer una advertencia: es muy difícil distinguir entre aquello que viene del superconsciente individual y lo que procede de unas esferas todavía mucho mas elevadas o de niveles superconscientes exteriores al propio individuo. Cuanto más se eleva el individuo, más tienden a desaparecer los límites de la individualidad; cuanto más se eleva, más tiende el individuo a unirse con el Todo. Por ello, toda descripción, toda terminología, es sólo indicativa y relativa. El lenguaje es siempre simbólico, alusivo, y tanto más en el campo espiritual.
La palabra telepatía significa influencia a distancia, y en nuestro caso indica que existe una distancia psicológica, una distancia de niveles entre el yo consciente y el superconsciente. Esta telepatía, al igual que la horizontal, también puede dividirse en telepatía espontánea y telepatía provocada o experimental. En el caso de la telepatía horizontal, la modalidad espontanea consiste en recibir, sin haberlo deseado o pretendido, una serie de impresiones sobre algo lejano que después resulta acorde con la realidad.
En la modalidad experimental, una persona proyecta un pensamiento o una imagen que otra persona intenta recibir. Lo mismo sucede con la telepatía vertical. Hay una telepatía vertical que podría llamarse espontánea, en la cual participan todos los fenómenos inspirativos: la inspiración artística, literaria, musical; las intuiciones, los distintos tipos de premonición de carácter superior, el impulso de realizar actos heroicos y la iluminación mística.
En ella, los contenidos superconscientes irrumpen o se encienden espontáneamente en la conciencia de vigilia y son percibidos por el yo consciente.
Pero también en este caso puede favorecerse el proceso, o incluso provocarse, mediante ejercicios psico-espirituales que atraen y facilitan el descenso de los mensajes e influjos superconscientes en la conciencia. La importancia científica y humana de la telepatía vertical es enorme: científicamente, porque confirma la existencia de esta región superior de nuestro ser; y humanamente, porque es la mejor parte de nosotros mismos la que resulta atraída y permanece consciente, y por ello puede ser utilizada benéfica y creativamente.
Pero esta importancia no es reconocida, pues de otro modo, ¡viviríamos de una forma bien distinta!
Una analogía nos ayudará a darnos cuenta de ello. Si supiéramos de la existencia de un gran Sabio dotado de elevados poderes espirituales, un Sabio amoroso y desinteresado, ciertamente surgiría en nosotros un vivo deseo de hablarle, de pedirle consejo y ayuda. Y si éste viviera en una ermita, en lo alto de la montaña, ¿acaso no estaríamos dispuestos a acometer la ascensión para llegar hasta él? ¿Acaso no estaríamos dispuestos a recibir sus valiosas enseñanzas y a ser vivificados por la energía y el amor irradiados por él, y a someternos a la disciplina de una determinada preparación psicoespiritual?
Rápidamente nos daríamos cuenta de que su ayuda nos evitaría errores, sufrimientos y penalidades, transformando verdaderamente nuestra vida. Pues bien: existe un Sabio así, un Maestro de este tipo; está muy cerca y siempre presente en cada uno de nosotros. Es el Yo Superior, el Sí Mismo espiritual.
Para llegar hasta él es preciso, hacer un viaje, sí; pero un viaje por los mundos internos.
Para alcanzar su morada es necesario escalar, ascender hacia las alturas del superconsciente.
También es necesaria una adecuada preparación psicoespiritual a fin de poder resistir la afluencia de su fuerza, así como para captar sus sutiles mensajes distinguiéndolos de todas las demás voces interiores, y también para comprender e interpretar correctamente su simbolismo.
Es preciso, en fin , estar dispuesto a realizar con firme y constante voluntad todo aquello que nos indique.
Ciertamente, esta preparación no es nada fácil. El Sí Mismo espiritual considera las cosas, los acontecimientos y los seres de una forma muy distinta a la del Yo Personal. Su sentido de los valores y de las proporciones es muy diferente del de la conciencia ordinaria, cuya visión no alcanza para ver más allá de sus narices.
Las indicaciones del Sí Mismo corresponden al bien verdadero, pero pueden contradecirse con nuestros deseos o nuestras preferencias personales.
El Sí Mismo no requiere sacrificios, en el sentido usual y erróneo de renuncia forzada y dura, pero sí en el sentido de una consagración que implica la eliminación gradual de muchas cosas, costumbres y actividades que resultan nocivas e inútiles, o menos importantes, para hacer espacio y dedicar nuestro tiempo a aquello que realmente vale la pena. Además, el Sí Mismo, con su sabiduría y amor comprensivo, no exige hacer esto de forma inmediata ni perfecta. Es paciente y puede esperar, sabiendo bien que con seguridad, y más o menos lentamente, alcanzaremos la elevada meta que nos ha destinado y que él tiene presente desde el inicio mismo de nuestro peregrinaje evolutivo.
En otras palabras: el Sí Mismo posee el sentido de lo eterno; o, mejor dicho, vive en el eterno. Pero en el eterno presente, no en una eternidad sólo transcendente escindida del devenir evolutivo.
El *eterno presente* es una expresión paradójica que es intuida, pero que nos da la llave de una verdad fundamental: la relación entre lo trascendente y lo inmanente, entre el ser y el devenir.
Es la vida plena, que es precisamente la síntesis del ser y del devenir. En nosotros, ambas están o deberían estar presentes, conscientes y operantes. Deberíamos vivir atentos y conscientes cada instante, pero desde la profundidad de lo eterno. Entonces sobreviene la síntesis del instante, lo eterno y su ciclo. La vida se desarrolla en ciclos, ciclos que son instantes orgánicamente vinculados, precisamente, a cualquier cosa que los trasciende: a lo Eterno.
Ello se expresa sintéticamente en la frase *El glorioso y eterno presente*.
Para ponerse en relación consciente con el Sí Mismo, es preciso *sintonizarse* con él. La analogía de la radio puede ayudarnos a comprenderlo. En un principio se pensó en aumentar la potencia de los aparatos receptores a base de multiplicar las válvulas, pero pronto se vio que la potencia perjudicaba la calidad y la pureza de los sonidos. Así, poco a poco, se dio más importancia a la finura y a la claridad de la recepción que a la potencia necesaria para captar la emisora.
Lo mismo sucede en nosotros.
El problema no es tanto el de *recibir* =en cierto sentido, siempre se recibe aunque demasiado y de todas partes a la vez=, sino que se trata de desarrollar una sintonía cada vez más refinada y sutil. Para esta necesaria preparación, resulta imprescindible superar las reticencias, la rebelión de nuestro egoísmo y de nuestra propia pereza moral =todos somos moralmente perezosos, aunque lo disfracemos con la actividad externa que, a menudo, suele ser una evasión, una pasividad disfrazada precisamente de actividad=; pero podríamos conseguirlo si nos diéramos cuenta y recordáramos continuamente que realmente vale la pena.
El Maestro interior, el Yo espiritual y omnisciente, ve el futuro, posee admirables poderes de los cuales no podemos fijar los límites; su guía, su inspiración y sus múltiples ayudas pueden proporcionarnos paz, seguridad y suscitar en nosotros el gozo y el amor, convirtiéndonos en eficaces instrumentos de ayuda para los demás.
Los símbolos del Sí Mismo son múltiples, y cada uno indica y sugiere un aspecto. Entre los de uso más generalizado están: la estrella; la esfera de fuego irradiante; la figura de un ángel, que los orientales llaman *Ángel Solar*; el Maestro interior; el anciano Sabio; el Héroe; el Guerrero interior.
Pero somos nosotros quienes debemos invocarlo; somos nosotros quienes debemos dar el primer paso, abrir la puerta, crear el canal de comunicación; sólo así intervendrá el Sí Mismo, porque él no obliga, no coacciona. Tenemos el don de la libre voluntad, del que a menudo hacemos mal uso, pero que es el don más precioso porque nos conduce a través de las experiencias, los errores y los sufrimientos, hasta el despertar. El Sí Mismo no obliga a nada, pero si le llamamos, nos responde.
Continuamente nos encontramos con la paradoja de la dualidad y de la unidad de la Divinidad.
De la estrella, del Yo espiritual, desciende el yo personal, su reflejo; podríamos encontrar en ello uno de los significados de la parábola del hijo pródigo. El yo personal es el hijo pródigo que ha bajado al mundo de la materia y ha olvidado su origen, hasta que, después de haber cometido libremente todas las tonterías de las que era capaz, todos los errores =de errar, con el doble sentido de equivocarse y de ir errando=, siente nostalgia por la casa paterna, la busca y, finalmente, la reencuentra.
Pero no basta con admitir o reconocer intelectualmente esta dualidad en la unidad; aunque esto también haya que hacerlo, es sólo un paso previo.
Se trata de realizarla, de vivirla. Y antes de llegar a la reunificación hay que pasar por todo el proceso del dramático *coloquio interno*, de la invocación, de la demanda, de la respuesta; después, poco a poco, llega el acercamiento, la chispa cada vez más frecuente y más viva entre los dos polos que se aproximan y que en uno u otro instante se *tocan*, para después separarse de nuevo... hasta que llega el momento de la gran paz, cuando los dos devienen Uno.
Gilgamesh***
+1.
ResponderEliminarMADRE MIAAAAAA GILGAAA YA NO SE QUE MAS DECIR MENUDO COLEGA MI HERMANO ROBERTO AUPAAAAAAA ADEMAS LA CARA YA LO DECIA TODO PERO CAP A CAP VEO QUE ES EL MESI DE ESTE ASUNTO MEJOR EXPLICADO IMPOSIBLE NO PODEIS IMAGINAR EL POWER Y LA PAZ QUE ME DA HABER LEIDO ESTE INMEJORABLE REGALO DE GRADUACION JAJAJA NAMASTEEEEEEEEEEEEE FAMILIAAA HABIA PUESTO UN ULTI COMENT EN MI POST Y AHORA DESPUES DE LEER ESTA BOMBA DE LUZ ME TRONCHOOOOO JAJA
ResponderEliminarme quedo con los últimos párrafos¡!! Por fin comprendí!!! Mil gracias por esta hermosa y esclarecedora joya Gilgamesh
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ResponderEliminarEN LA GUARIDA CON FRANA-Alejandro Arrabal Díaz y 3+; muchas gracias.
Águila Solitaria; ¡Hola hermano!! cuánto me alegro, cómo se extrañan viejos de ésta catadura..madre mía.., pero bueno Bro, al menos viven mientras les honremos dándoles a conocer en éste tiempo, y nosotros pudiendo conocernos también y no sentir la soledad de los incomprendidos, que en realidad somos muchos más de lo que se piensa, y esa incomprensión hermano la tenemos bien asumida no como algo negativo y de pesada carga, no no...tenemos que sentirla como un reto enorme, un desafío de oro que nos haga dignificar ésta gran excusa cósmica llamada *vida*. abrazo ¡¡¡gigante!! querido hermano y amigo, gracias por estar.
Esperanza; ¡me alegro mucho amiga! y el enorme agradecimiento es para Don Roberto que como tantísimas personas dedicaron su vida en comprender para ayudar.Es él un hombre digno de nuestro respeto y admiración. Fuerte abrazo, gracias.