***Bello y feliz último Sábado de Septiembre para todxs.
Hace rato no hablamos de Gnosis, aunque a dirario la aplicamos reflexionando sobre lo publicado en los posts.
Me refiero a los estudios algo más profundos.
Hoy les comparto un capítulo a cargo de J. Llallemant sobre el carácter público y el secreto, de las enseñanzas de Cristo, esas que forman parte del Gnostiscismo, que fueran develadas cuando se descubriera el Gran Manuscrito de Nag Hammadi.
Al final, algunas reflexiones personales.
LA ENSEÑANZA PÚBLICA Y LA ENSEÑANZA SECRETA
No cabe duda que el profundo conocimiento que Jesús transmitió en secreto a sus apóstoles, y éstos a su vez a los más adelantados en los misterios, jamás nos ha sido enseñado; no cabe duda que fue escondido, velado, distorsionado y, finalmente, olvidado por los falsos pontífices del cristianismo.
En los sermones, tanto del sacerdote como del pastor, encontramos palabras muy bellas en la que se nos habla muy bonito acerca del bien, del amor o la virtud; discursos loables en los que se nos habla de prosperidad, de autosuperación, de motivación y, en síntesis, de aspectos en los que definitivamente estaría mejor versado el psicólogo o el motivador; pero no se descorre el velo de los profundos misterios del cristianismo primitivo.
Y la razón para que no se nos descorran esos misterios es sencilla: ni los predicadores ni los sacerdotes han tenido acceso jamás a esos misterios, pues jamás les fueron enseñados y todo lo que repiten no hace más que parte de la enseñanza pública y no de la enseñanza secreta, del conocimiento que se le impartía a las masas, pero no de la Gnosis =Conocimiento= que se revelaba sólo de labios a oídos a unos pocos.
Paradójicamente Jesús, de quien dicen que vino a revelar la verdad a todos, sin distingos de ninguna especie, es el primero en ocultar y velar el mensaje a las multitudes =posiblemente porque no estaban preparadas para recibir la verdad, los misterios=.
En el pasaje en el que Jesús habla acerca de la parábola del sembrador encontramos lo siguiente:
Mt 13, 10:
*Entonces, acercándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas por parábolas?
11: Él respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado*.
=V. a. Mc 4, 11-12; Lc 8, 10=
Y nuevamente, el mismo Jesús, en una clara alusión al hecho de publicar el evangelio privado, la enseñanza mistérica, señala:
Mt 7, 6:
*No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen*.
Y todavía, en el inmortal Evangelio Gnóstico de Tomás, señala:
E. G. To 62:
*Yo comunico mis misterios a quienes son dignos de mis misterios*.
Es evidente que no todos están preparados para recibir la Gnosis, que no todos pueden comprender los misterios y, lo que es más, que no todos pueden practicarlos ni vivir completamente la ardua doctrina del Cristo =de ahí que los misterios no les sean comunicados a los que no están preparados y que, inclusive, lo que les es enseñado por parábolas, esté condicionado a lo que pueden oír y recibir=.
Mc 4, 33:
*Con muchas parábolas como éstas les hablaba la palabra, conforme a lo que podían oír.
34: Y sin parábolas no les hablaba; aunque a sus discípulos en particular les declaraba todo*.
Así las cosas, es evidente que existe un mensaje externo y un mensaje secreto, una sabiduría oculta que no siempre estarían dispuestos los apóstoles =ni Jesús mismo= a comunicar las masas. Lo que significa que sólo hemos conocido la superficie del cristianismo, que nos han enseñado a creer en lo fundamental, en lo básico, a profesar una fe basada solamente en la enseñanza pública y externa, pero que jamás nos han enseñado a vivir esos misterios dentro de nosotros mismos.
1 Cor 2, 6:
*Sin embargo, hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez; y sabiduría, no de este siglo, ni de los príncipes de este siglo, que perecen.
7: Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria,
8: la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria*.
Pablo deja el asunto sentenciado y claramente da a entender que existe una enseñanza pública y otra oculta, que el cristianismo tiene, en su segmento superior, una enseñanza que denominarse como mistérica y ocultista; una enseñanza que, inclusive, se habla en un lenguaje determinado, en una forma particular de modo que aparezca como un misterio, que parezca codificada y que se hable sólo mediante símbolos =en cuyo caso los textos sagrados contienen más sustancia de la que se percibe en la superficie, y que sólo puede ser entendida entre los que han alcanzado los misterios=.
El mismo Pablo sugiere que, ni siquiera en sus epístolas, ha revelado todo, y que sólo ha revelado una doctrina como para niños; que no ha dado el alimento sólido, sino leche, de modo que ¿qué podemos esperar?
¿Cuáles son esos misterios?
Si ni siquiera los discípulos de los apóstoles son considerados dignos de recibir los misterios crísticos.
1 Cor 3, 1:
*De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo.
2: Os di a beber leche, y no vianda; porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía, porque aún sois carnales*.
En efecto, lo que se puede colegir es que en los evangelios y las epístolas no se ha declarado la totalidad de los misterios y que, incluso allí se encuentran vacíos, verdades no reveladas, secretos que sólo habrían sido transmitidos verbalmente a unos pocos, a los iniciados en el segmento superior del cristianismo, a los dignos de alcanzar los misterios.
Otro pasaje del apóstol Pablo =recordemos que la forma de cristianismo que logró imponerse fue la paulina, razón más que suficiente para comprender el porqué el Nuevo testamento está compuesto, en su mayoría, por los escritos de Pablo= esta vez del libro de los Hebreos, nos da luz sobre esta situación:
He 5, 7:
*Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente.
8: Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia;
9: y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen;
10: y fue declarado por Dios sumo sacerdote según el orden de Melquisedec.
11: Acerca de esto tenemos mucho que decir, y difícil de explicar, por cuanto os habéis hecho tardos para oír.
12: Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido.
13: Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño;
14: pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el
discernimiento del bien y del mal*.
Estos pasajes en sí mismos encierran una enseñanza oculta acerca de la persona de Jesús que difícilmente se aceptaría =y acerca de lo que podemos llegar a ser cada uno de nosotros=, pero que sirve como ejemplo para indicar que no todos los misterios se declararon en los evangelios o en las epístolas =si bien es posible entreverlos y evidenciarlos con un análisis de fondo=.
En todo caso, lo cierto es que para ese entonces a las masas, a las multitudes no se les daba del alimento sólido, sino leche, algo propio para niños.
Precisamente uno de los más grandes misterios es que nosotros también podemos convertirnos en Cristo, y llegar a su altura y estatura.
San Pablo apenas si lo deja entrever cuando escribe:
Ef 4, 13:
*Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo*.
El segmento superior del cristianismo jamás fue enseñado abiertamente a las multitudes, si bien en parábolas o en forma velada quedaba registrado.
Y sólo unos pocos continuaron con la tradición mistérica, de modo que a las masas se les daba una enseñanza estilizada, mientras que los misterios crísticos eran reservados para unos pocos, para los iniciados.
Pero inclusive a esos pocos no siempre se les revelaba toda la verdad, no siempre se les enseñaban a profundidad las enseñanzas esotéricas.
Baste el siguiente pasaje para darnos cuenta de ello.
Jn 6, 12:
*Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar. Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir*.
¿Cuáles eran esos misterios que ni siquiera sus discípulos podían conocer?
=al menos antes de la resurrección de su maestro=.
Y si esto sucedía, inclusive dentro del círculo interno ¿Qué podremos decir de nosotros?
San Clemente de Alejandría menciona tal división de los misterios, diferenciando los dos aspectos de los que venimos hablando, del círculo superior e inferior del cristianismo, es decir, de la enseñanza pública y la enseñanza secreta.
Después de la purificación vienen los Misterios Menores, en los cuales hay algún fundamento de instrucción y de preparación que sirven de preliminar para lo que ha de venir después: los Grandes Misterios, en los cuales nada se deja de enseñar acerca del universo, quedando sólo el contemplar y comprender la naturaleza de las cosas.
Y agrega todavía:
*Nosotros estamos obligados a hablar en enigmas, a fin de que, si la tableta viene a caer, por cualquier accidente marítimo o terrestre, en poder de alguno, permanezca ignorante el que lea*.
Esto, en parte, explica la enseñanza hermética que se desarrollaría ulteriormente, principalmente dentro de la Alquimia =incluyendo la búsqueda de la piedra filosofal, entre otros= en que, si bien se habla sobre el misterio, se habla en enigmas y en simbolismo de modo que, finalmente, el lector desprevenido, no instruido en los misterios, queda en la misma oscuridad; a la vez que el iniciado capta el hondo simbolismo y comprende la enseñanza trascendente velada bajo el texto.
Basta lo dicho para los que tienen oídos; pues no es necesario descubrir el misterio, sino sólo indicar lo suficiente para que lo perciban aquellos que participan del conocimiento.
Fulcanelli, en medio del simbolismo que entraña el arte hermético, se acercó, sin embargo, como ningún otro antes a la develación del *verbum dimissum* =la palabra perdida= y a los altos misterios crísticos, tal como se puede colegir a partir de la inmortal obra *El misterio de las catedrales*:
*Así, la catedral se nos presenta fundada en la ciencia alquímica, investigadora de las transformaciones de la sustancia original, de la Materia elemental =lat. materea,- raíz mater, madre=. Pues la Virgen Madre, despojada de su velo simbólico, no es más que la personificación de la sustancia primitiva que empleó, para realizar sus designios, el Principio creador de todo lo que existe.
Y acercándose a la naturaleza misma de la piedra filosofal todavía señala:
*Hay una piedra de gran virtud =dice a su vez Nicolás Valois=, y es llamada piedra y no es piedra, y es mineral, vegetal y animal, que se encuentra en todos los lugares y en todos los tiempos, y en todas las personas*.
Flamel escribe de modo parecido:
*Hay una piedra oculta, escondida y enterrada en lo más profundo de una fuente, la cual es vil, abyecta y en modo alguno apreciada; y está cubierta de fiemo y de excrementos; a la cual, aunque no sea más que una, se le dan toda clase de nombres. Porque, dice el sabio Morien, esta piedra que no es piedra está animada, teniendo la virtud de procrear y engendrar. Esta piedra es blanca, pues toma su comienzo, origen y raza de Saturno o de Marte, el Sol y Venus; y si es Marte, Sol y Venus...*
Clemente de Alejandría escribe acerca de la necesidad de hablar en símbolos para que el conocimiento superior permanezca velado para los que no han sido iniciado en los misterios crísticos y, en este sentido, Fulcanelli parece dar una muy buena lección de ello, con todo que se aproxima al borde mismo de develar el verbum dimissum =y es razonable que la enseñanza debiera permanecer oculta pues no había llegado el momento de romper el voto de silencio=.
Ha sido siempre la enseñanza hermética una vía directa de liberación; sin embargo, no les conviene a los dueños del mundo que el ser humano se libere, que se emancipe, que se salga de su control.
No les conviene a los pontífices de las iglesias que el hombre desestime sus cultos y que no vaya hacia ellos para que ellos le indiquen lo que tiene que hacer, en lo que tiene que creer y como lo tiene que creer.
En este sentido es natural que la enseñanza hermética, bien que sea la sección superior del cristianismo o cualesquier otra enseñanza esotérica genuina, deba ser atacada, rebajada, ridiculizada y, de ser posible, extinguida.
No diferente suerte corrió el cristianismo primitivo donde cuya persecución cobró cientos de mártires y de cuya secta =por cuanto era una facción judía que se había aislado del tronco principal= era vituperada y perseguida.
En el libro de Los Hechos de los Apóstoles, inclusive, encontramos una alusión directa a este hecho:
Hch 28, 22:
*Pero querríamos oír de ti lo que piensas =le preguntan los judíos a Pablo, para ese entonces, preso en Roma=; porque de esta secta =el naciente cristianismo= nos es notorio que en todas partes se habla contra ella.
Y en el libro de los Tesalonicenses encontramos:
1 Tes 2, 1:
*Porque vosotros mismos sabéis, hermanos, que nuestra visita a vosotros no resultó vana;
2: pues habiendo antes padecido y sido ultrajados en Filipos, como sabéis, tuvimos denuedo en nuestro Dios para anunciaros el evangelio de Dios en medio de gran oposición*.
Por supuesto, gran parte de la persecución inicial está en el hecho de que el cristianismo no predicaba más a Moisés como figura central, sino a Jesús, convertido en el mismísimo hijo de Dios; pero esto no desvirtúa el hecho de que hubiera dos segmentos del cristianismo, uno superior =revelado sólo a los que habían sido iniciados en los misterios= y otro inferior o externo =el evangelio de las masas=, tal como lo deja en claro San Clemente de Alejandría.
En el segmento superior encontramos los misterios del reino que, inclusive el mismo Jesús retiene a sus propios discípulos hasta que no llegue el momento oportuno en que sean dignos y merecedores de ellos.
En este sentido, no nos cabe duda que todo aquel que estuviera versado en la ciencia alquímica, todo aquel que hubiera estudiado las obras esotéricas del Medioevo, todo aquel que hubiera corroborado la forma acérrima en la que era velado el misterio de la alquimia y de la elaboración de la piedra filosofal, una vez hechas las correlaciones oportunas, llegará a la conclusión que en esta obra estamos develando el Verbum Dimissum, que estamos develando el mecanismo para que cada cual pueda elaborar su piedra filosofal, para que cada cual pueda libertarse del imperio del malo.
No estamos haciendo otra cosa que devolviéndole los principios anímicos al cristianismo, su valor hermético; no estamos haciendo otra cosa que desenmascarando el literalismo absurdo al que ciertas facciones cristianas han confinado el texto bíblico, muestra más que suficiente de los errores irrisorios que han cometido, y de su propia ignorancia.
Bueno, sé que algunxs habrán de sentir cierta frustración, e incluso ganas de cuestionar al mismísimo Cristo por no hacer públicos los misterios, y se sienten entonces imposibilitados, segregados, discriminados.
Eso es un grave error.
Si consideramos que la misión de aquél Cristo fué traer la luz del Conocimiento =entre otras muchas cosas=, no iba a ser tan tonto de hacerlo solamente para unos pocos.
Tal como suelo afirmar, Cristo hizo todo lo que debía hacer y nada quedó librado al azar, y hay que entender y reconocer algo que cualquiera de ustedes bien puede corroborar, y es que, por más que uno explique o trate de difundir ciertos conceptos, ese otro u otra no siempre están en condiciones de comprender, y es más, en muchas ocasiones..ni le interesa.
Entonces, quien debe emitir algo muy importante, debe reconocer a quién o quiénes están en condición de receptarlo, sin que ello implique privar al resto =quienes no están en condiciones= pues para ese *resto* =no dicho despectivamente sino de acuerdo a su capacidad y voluntad= lo que se emite para ser receptado estará de acuerdo a su capacidad de comprensión y a su voluntad de recibirlo.
He allí la más clara explicación, creo, de lo que significa lo secreto y lo público, sin que dicha diferencia implique una discriminación espúrea o antojadiza, siendo ambas formas igualmente efectivas para la misión que el Cristo tuvo que cumplir.
Así como para tener alguna experticia concreta hay que estar capacitado y por sobre todo, querer esa experticia, lo mismo ocurre con ésto de lo público y lo secreto.
¿De qué serviría enseñar Arquitectura a alguien que aún no sabe leer ni escribir?
Por eso hay niveles que podrían ser tres; de comprensión , niveles de interés, y niveles de compromiso, y que se cumplan ambas condiciones evidentemente no es la norma general.
Hay que imaginarlo de la siguiente manera.
Si necesito formar Médicos para garantizar la sanidad o la salud, no son privilegiados, ya que ellos tienen la enorme responsabilidad de aplicar su experticia para la misión que les fué encomendada, entonces, ver a un Médico como alguien que fué formado para salvarse él solo, es un error.
Si Cristo decidió formar en Conocimiento Secreto a pocos, hay que entender que habiendo transcurrido más de dos mil años, hoy podemos ver la misma situación, y es más, con miles de millones más de seres que hace dos mil años, ha de ser que las tres condiciones requeridas no abundan.
Y a confiar, si realmente alguien se considera *Creyente* o *Cristiano*, en que, con lo que ya conoce, posee las herramientas para no quedarse *afuera* de donde pretende estar incluído.
Cada quien tiene su nivel o grado, que mayor o menor, nunca le va a privar de estar precisamente en el lugar que le corresponde, sea como formador o como aprendiz, en ambos casos la única diferencia la hace la *aplicación* y no la teoría.
Por lo tanto, y como para ir cerrando, Cristo no seleccionó ni por antojo ni por mundana discriminación, sino por Inteligencia Suprema, la que le corresponde a una entidad semejante.
Todos y absolutamente todos, tenemos ya numerosas herramientas como para no declararnos *incapaces*, y si lo somos, habrá de ser por elección y no por desconocimiento, especialmente quienes ya hemos superado la franja etárea de la juventud.
Fuerte abrazo.
Gilgamesh***
Plus Ones.....
ResponderEliminarMuchas gracias Gilga , muy bueno !!!!
ResponderEliminarBuenas tardes
ResponderEliminarMe causa controversia este texto, o tal ves no controversia si no que me deja insatisfecho, si bien me quedo con tu razonamiento del final y no propiamente como lo plantea J. Llallemant, pareciera que eso que parece natural y lógico tomando de ejemplo la propia naturaleza, siempre la especie mas adaptable o mas fuerte dependiendo del ambiente en que se desenvuelve es la que predomina pero siempre logrando un equilibrio ak en la gnosis no, aun como dices que Cristo seleccionó con inteligencia suprema y no por antojo, ese equilibrio no existe sino que quedó literalmente enterrado (Nag Hamadi). A menos que ese proceso del descubrimiento, desarrollo y aplicación de la gnosis sea como algunos de los eventos terrestres que se necesitan de miles de años para completarle.
No se si logré explicarme amigo.
Abrazos
ResponderEliminarAlejandro Arrabal Díaz-Vandinha; muchas gracias.
Gustavo Castañeda; ¡de nada amigo! gracias a vos, abrazo.
Mario; hola Bro, sinceramente yo no me atrevo a cuestionar a Cristo ni a su plan o cómo lo encaró, pero intentando buscar algo que justifique esa selección, no la veo como algo malo o discriminatorio. Verás, yo escribo un blog desde hace más de 6 años que es público, a través de él he visto pasar a numerosos lectorxs, quienes me han demostrado su grado de interés y de capacidad, por ejemplo, para charlar sobre Gnosis. Sin embargo, son tres apenas con quienes mantengo contacto para hablar profundamente del tema.
Entonces, no he discriminado a nadie, todos han tenido la misma oportunidad, por lo tanto Mario, no hay *selección*, sino las tres condiciones mencionadas en mi reflexión; capacidad, interés, y compromiso.
¿A quién habría que culpar?,¿a mí? ¿a ustedes?, pues a nadie Mario.
Es todo lo que puedo decirte Bro, y también aportar que algunos libros Gnósticos sobrevivieron, no de la talla del NH, pero los hubo, incluso antes de Cristo. Y sobre el NH, coincido en que necesitaba maduración, no el libro, sino la humanidad, y aún así mira hoy..2000 años después..cuánto nos falta todavía.
Abrazo, gracias por tu aporte Marito.