***Feliz último Martes de Noviembre para todxs.
Se nos viene encima el fin de un año que ya está viejo en el cual solemos hacer *pausas* en la alienante vida moderna para pensar un poquito en cosas profundas que nos mantengan en pie, mientras el planeta gira vertiginosamente.
Un gran y destacado Pensador, Psicoanalista, Psicólogo Social, Filósofo Humanista y Escritor fué sin dudas Erich Fromm.
Éste capo se dedicó a pensar y analizar tantísimas cosas de esas que hacen a la existencia humana, a nuestra forma de concebir lo que nos pasa, nuestras conductas, nuestros interrogantes.
Quiero compartir con ustedes en éste mediodía de Martes un extracto de la Tesis presentada para la obtención del grado de Doctor, por la Universidad Complutense de Madrid de Emilio Montoya Velarde quien ha tomado el trabajo de Fromm y lo ha titulado;
*El tedio y la banalidad del mal.
Un malestar del hombre contemporáneo, en el pensamiento de Erich Fromm*.
El amor, nuestras inseguridades, la felicidad, el tedio, entre otros conceptos, es lo que se aborda en éste apartado que seguramente, a algunxs de ustedes les habrá de ser positivo para sumar nociones que ayudan a reflexionar sobre muchas cosas que siempre van estar dando vueltas =en algún momento de nuestra vida= en nuestra mente.
Para Fromm, *el más popular de los conceptos modernos con que cuenta el arsenal de fórmulas psiquiátricas quizá sea el de seguridad. En los últimos tiempos se ha destacado cada vez más este concepto como finalidad suprema de la vida y como la esencia de la salud mental*.
No obstante, cada vez, vemos cómo más personas piensan que no deberían arriesgarse en nada y sí sentirse más cómodamente seguras. Lo que hoy en día se conoce como *zona de confort*.
Para Fromm, la psiquiatría en general y algunas escuelas de psicología dinámica como el psicoanálisis han reforzado esta actitud.
Así, por ejemplo, los padres vacunan al niño contra bastantes enfermedades e intentan protegerlo de cualquier virus, creen que pueden acabar con la inseguridad.
El resultado es frecuentemente una higiene tan desafortunada como exagerada: si se presenta la infección, el sujeto se halla más desprotegido e indefenso contra ella.
¿Podría, acaso, un ser viviente , ya sea animal u hombre sentirse seguro eternamente?
Debido a nuestras condiciones vitales nunca podremos sentirnos totalmente seguros.
Nuestra vida y nuestra salud están expuestas a accidentes que escapan a nuestro control.
Si tomamos una decisión, nunca podemos estar ciertos de sus consecuencias, pues toda decisión implica el riesgo del fracaso, y si no la implica, no es una decisión en el verdadero sentido de la palabra.
Lo mismo que una persona sensible y viviente no puede evitar el estar triste, tampoco puede evitar el sentirse insegura.
La tarea psíquica que una persona puede hacer en favor suyo no es sentirse segura, sino
ser capaz de tolerar la inseguridad sin pánico ni miedo indebido.
Por tanto, según Fromm:
*La vida, en sus aspectos mental y espiritual, es por necesidad insegura e incierta.
Hay certeza solo acerca del hecho de que hemos nacido y de que moriremos.
Hay seguridad completa sólo cuando hay también una sumisión completa a otros poderes que se suponen fuertes y duraderos, y los cuales liberan al hombre de la necesidad de tomar decisiones, correr riesgos y tener responsabilidades.
El hombre libre es por necesidad inseguro; el hombre que piensa es por necesidad indeciso*.
¿Cómo puede, entonces, el individuo soportar esa inseguridad intrínseca a la vida?
De acuerdo al pensamiento de Fromm, el hombre está fundamentalmente solo.
La única forma de conseguir una cierta sensación de confianza o seguridad se basa en desarrollarse de un modo activo, sintiéndose unido al mundo externo y a sus semejantes a través del desarrollo de sus capacidades.
Así, sentirá cómo su propio yo crece y está en constante evolución.
Este resultado solo es posible si es capaz de desarrollar sus potencialidades activamente, en tal forma que pueda relacionarse con el mundo sin tener que sumergirse en él. Sin embargo, el hombre enajenado intenta solucionar el problema de otro modo, a través de la conformidad. Se siente seguro cuando es lo más parecido posible los demás.
Su mayor anhelo consiste en ser aceptado por las otras personas y también ser aprobado por ellos.
Su peor pesadilla, ser rechazado por éstos.
Este asunto ya fue estudiado profundamente por nuestro autor en *El miedo a la libertad*, así que añadiremos algunas pequeñas pinceladas más sobre como el hombre alienado intenta evitar la sensación de inseguridad que le embarga.
*Ser diferente, =dice Fromm= encontrarse en una minoría, son los peligros que amenazan su sensación de seguridad, y de ahí el ansia de ilimitada conformidad.
Es evidente que ese anhelo de conformidad produce a su vez una sensación de inseguridad que actúa constantemente, aunque de manera oculta*.
La persona, pues, para nuestro autor, necesita de la aprobación de los otros tanto como un toxicómano podría necesitar su dosis de droga.
Y mientras, a la par, la confianza en sí mismo y el sentimiento de autoafirmación va menguando y debilitándose progresivamente.
Otra de las metas esenciales de la salud mental, a saber, el amor, ha tomado un rumbo diferente en nuestra cultura enajenada.
En la actualidad, *puede uno descubrir la connotación mercantil del amor en las discusiones sobre el amor marital y sobre la necesidad que sienten los niños de amor y de afecto. En numerosos artículos, en consejos, en conferencias, se describe el amor marital como un estado de equidad y manipulación recíprocas, a lo que se llama entendimiento mutuo*.
Fromm aboga en su obra por un amor que él denomina productivo.
En El arte de amar, el amor productivo o maduro es definido; este amor *significa unión a condición de preservar la propia integridad, la propia individualidad. El amor es un poder activo en el hombre, un poder que atraviesa las barreras que lo separa de sus semejantes y lo une a los demás; el amor lo capacita para superar su sentimiento de aislamiento y separación, y, no obstante, le permite ser él mismo y mantener su integridad.
En el amor se da la paradoja de dos seres que se convierten en uno y, no obstante,siguen siendo dos*.
Algunas características básicas que deben encontrarse en todo amor productivo son: el cuidado, la responsabilidad, el respeto y el conocimiento.
El cuidado y la responsabilidad señalan que el amor es una actividad y no una pasión que puede invadirnos.
El cuidado puede encontrarse sobre todo en el amor materno: la madre nunca descuida al hijo, le alimenta, le baña, le proporciona bienestar.
Este tipo de amor es incondicional, no depende de ninguna condición particular que deba reunir el niño para ser amado.
El cuidado implica otra cualidad del amor, la responsabilidad. Ser responsable significa estar preparado y predispuesto para responder.
Es un acto voluntario y constituye la respuesta a las necesidades, manifestadas o no, de otra persona.
La responsabilidad, para Fromm, podría convertirse en sometimiento y posesión sino fuera por otra característica intrínseca al amor, el respeto.
No podemos definir respeto como miedo o como obediencia, sino como la capacidad humana de conocer a una persona esencialmente, es decir, tal y como es.
El respeto implica la preocupación por el otro y por su pleno desarrollo humano.
Sin embargo, respetar a otro ser sin tener conocimiento de él es absurdo.
*El anhelo de conocernos a nosotros mismos y de conocer a nuestros semejantes fue expresado en el lema délfico conócete a ti mismo.
Tal es la fuente primordial de toda psicología.
Pero puesto que deseamos conocer todo el hombre, su más profundo secreto, el conocimiento corriente, el que procede solo del pensamiento nunca puede satisfacer dicho deseo*.
Esto sucede cuando se es capaz de trascender el desvelo y el egoísmo propios y se descubre al otro de una manera más espiritual, por así decirlo.
*La única forma de alcanzar el conocimiento total consiste en el acto de amar: ese acto trasciende el pensamiento, trasciende las palabras.
Es una zambullida temeraria en la experiencia de la unión.
Sin embargo, el conocimiento del pensamiento, es decir, el conocimiento psicológico, es una condición necesaria para el pleno conocimiento en el acto de amar*.
Otro de los conceptos fundamentales que influye en el correcto desarrollo de la salud psíquica es la felicidad.
Ya lo avisaba Huxley con su famoso eslogan de *Un mundo feliz*.
¿Qué entendemos por la palabra felicidad? Fromm cree que la mayoría de individuos respondería afirmando que la felicidad consiste en el divertimento o en pasar un rato entretenido.
Pero, *¿en qué consiste esa diversión?
En ir al cine, a los eventos sociales, a los partidos de fútbol, en escuchar la radio y ver la televisión, en dar los domingos un paseo en automóvil, en hacer el amor, en dormir hasta tarde las mañanas de los domingos, y en viajar para quienes pueden permitírselo*.
Si usamos una palabra más seria, en lugar de *diversión* y de *pasar un buen rato*, podríamos afirmar que el ideal de felicidad contemporáneo se identifica, en el mejor de los casos, con el de placer.
Teniendo en cuenta el análisis del problema del consumo, es posible definir este concepto de manera un poco más exacta, como el placer y la excitación que produce el consumo ilimitado, o como la capacidad para pulsar un botón y el ideal de la pereza absoluta.
*Desde este punto de vista =dice Fromm= podría definirse la felicidad como lo contrario de la tristeza o de la pena, y en realidad las personas corrientes definen la felicidad como un estado espiritual libre de tristeza o de pena*.
Sin embargo, esta definición muestra implícitamente que hay algo equivocado en esta idea de la felicidad.
Es decir, una persona vitalista y activa siente aflicción o tristeza a lo largo de su vida como algo natural.
Esto es así, debido a la peculiar naturaleza de la existencia del hombre.
En opinión de Fromm es algo utópico no reaccionar ante las vicisitudes de la vida con sentimientos tales como la pena, la tristeza o la amargura.
Tristemente, debemos caer en la cuenta, como seres vivos que somos, de que hay un inmenso abismo que separa las metas y propósitos que nos proponemos alcanzar y lo que podemos lograr en nuestra breve e intrincada existencia.
No obstante, pagaremos un alto precio si intentamos evitar el dolor y la aflicción inherentes a la existencia humana.
*El esfuerzo para evitarlo =el dolor y la pena= sólo es posible si reducimos nuestra sensibilidad, nuestra simpatía y nuestro amor, si endurecemos nuestros
corazones y apartamos de los demás y de nosotros mismos nuestra y nuestros sentimientos*.
El pesar y la tristeza son aspectos tan fundamentales de la vida como la felicidad, de tal forma que la felicidad no es lo opuesto a la tristeza, sino a otra enfermedad de carácter psíquico muy actual en nuestros días; nos estamos refiriendo a la depresión, que en palabras de Fromm es:
*La incapacidad de sentir.
La depresión es una sensación de estar muerto aunque el cuerpo esté vivo.
La depresión no es de ningún modo lo mismo: ni siquiera tiene relación con el dolor y la tristeza.
Es una incapacidad de sentir alegría, tanto como de sentir tristeza.
Es la falta de todo sentimiento.
Es una sensación de embotamiento, insoportable para el deprimido.
Y por eso es totalmente insoportable, por la misma incapacidad de sentimiento*.
Tal y como lo define Spinoza, es similar a la alegría de vivir.
En el otro extremo está la depresión, que como hemos visto, consiste en la ausencia de sentimiento.
Para nuestro autor, pues, siguiendo la definición de Spinoza: la felicidad resulta de la experiencia de una vida productiva y del uso de las potencias de amor y de razón que nos unen con el mundo.
La felicidad consiste en nuestro contacto con lo más hondo de la realidad, en el descubrimiento de nuestro yo y de nuestra identidad con los demás, así como de nuestras diferencias con ellos.
La felicidad es un estado de intensa actividad interior y la sensación del aumento de energía vital que tiene lugar en la relación productiva con el mundo y con nosotros mismos.
En este sentido, del pensamiento de Fromm se puede inferir que no es posible una auténtica felicidad en un estado de vacuidad interna ni en el consumismo exagerado que impregna la vida del hombre alienado.
*El hombre corriente de hoy puede tener una buena cantidad de diversión y de placer, pero, a pesar de eso, está fundamentalmente deprimido. Quizás se aclare la cuestión si en vez de usar la palabra deprimido usamos la palabra aburrido*.
Verdaderamente, no hay mucha diferencia entre ambas, porque *el aburrimiento o tedio no es más que la sensación de la parálisis de nuestras potencias productoras y de la falta de vida*.
Como vimos al principio de este trabajo existen pocas dimensiones antropológicas tan duras y difíciles de soportar como el tedio y por este motivo, se hace lo que sea por intentar evitarlo.
Para Fromm, se puede evitar de dos maneras: la primera ser, fundamentalmente, un carácter productivo, lo cual conlleva un estado de felicidad.
La segunda, intentando evitar sus efectos.
Esta última opción parece justificar el excesivo interés del hombre contemporáneo en el placer y el divertimento.
Éste se siente deprimido y aburrido cuando se halla en una situación introspectiva en la que está obligado a estar a solas consigo mismo o con personas cercanas a él.
Nuestro autor insiste en que todas nuestras diversiones y entretenimiento sirven para lograr el propósito de facilitarle una vía de escape de sí mismo y del amenazante tedio, amparándose en las innumerables formas de evasión que nuestra cultura le ofrece; sin embargo, el hecho de ocultar un síntoma no acaba con las causas que lo producen.
*Al lado del temor a la enfermedad física o de verse humillado por la pérdida de categoría y prestigio, el miedo al aburrimiento tiene un lugar preeminente entre los miedos del hombre moderno.
En un mundo de diversión y distracciones, tiene miedo al aburrimiento y se siente contento cuando ha pasado un día más sin percances, cuando ha matado otra hora sin haber sentido el aburrimiento que acecha*.
Resulta de todo punto necesario alcanzar una idea diferente del concepto de salud mental que tenemos hoy día.
Resulta paradójico que la persona que es considerada sana psíquicamente en una cultura alienada, desde una perspectiva humanística parece completamente enferma. La causa de esta enfermedad sería un fenómeno que Fromm denomina *defecto socialmente modelado* o lo que hoy día conocemos más precisamente por el nombre de condicionamiento social.
*La finalidad de la vida es vivirla intensamente, nacer plenamente, estar plenamente despierto.
Liberarse de las ideas de grandiosidad infantil, para adquirir el convencimiento de nuestras verdaderas aunque limitadas fuerzas; ser capaz de admitir la paradoja de que cada uno de nosotros es la cosa más importante del universo, y al mismo tiempo no más importante que una mosca o una hoja de hierba*.
La persona sana psíquicamente, por tanto, para Fromm *es la que vive por el amor, la razón y la fe, y que respeta la vida, la suya propia y la de su semejante*.
Sin embargo, *el hombre enajenado, es desgraciado.
El consumo de diversiones sirve para que no se dé cuenta de su infelicidad.
Se esfuerza en ahorrar tiempo, y, sin embargo, está ansioso de matar el tiempo que ha ahorrado.
Se siente alegre de haber acabado otro día sin ningún fracaso ni ninguna humillación, y no saluda el nuevo día con el entusiasmo que únicamente puede dar el sentimiento del yo soy yo.
Carece del fluir constante de energía que nace de la relación productiva con el mundo*.
Fuerte abrazo.
Gilgamesh***
Fuente;
-eprints
Plus One.
ResponderEliminarGracias HermanO, por post como este.... Me hace verme otro..... Tu me conoces.....
Fuerte abrazo "KUI".
Gracias Gilga...como siempre sacando brillo a la gnosis desde cualquier rincón. Maravilloso post!!!
ResponderEliminarWwuau!! GILGA que tema... Realmente tan extenso y pues es algo que de tal manera, nos hace autoevaluarnos y tratar de respondernos hacia nosotros mismos, antes que buscar respuestas en los demás Gracias amigo saludos y bendiciones y un gran abrazo
ResponderEliminarExcelente :) y comprensible totalmente abrazos
ResponderEliminarBuena tarde,
ResponderEliminarTodo un tema... pero a la hora de aplicarlo me enredo en mi propia maraña...
Abrazos
ResponderEliminarAlejandro Arrabal Diaz-Vandinha; muy amables, gracias.
Alejandro; de nada hermano, claro que sí, todos nos vemos, fuerte abrazo, gracias.
JJ; muchas gracias JJ, ese brillo siempre ha estado, y como un humilde lustrabotas de la calle me hace muy feliz pasar el trapo y el cepillo para recuperar ese brillo que necesitamos todos más que nunca. abrazo grande, muy amable de tu parte.
evee lian; gracias por valorar Evee, son ellos..éstos capos los que no han escrito sus libros para ganar dinero, no necesitaban fama porque tenían Conocimiento, Fromm, Baumann, Jung, Eliane Pagels, y tantíiiiiiisimxs a quienes podemos hacerles el mejor homenaje no dejándolos en el olvido y obviamente ¡¡abrevar de ellos!!ayudan, guían e invitan a pensar.., no es poca cosa ¿verdad?, benditos sean todos. Gracias, abrazo.
Marta; muchas gracias Marta.Abrazos.
Mario; gracias Mario, ¡¡enrédate amigo!!, no temas, enredarse obliga a desenredarse. Abrazo.