***Feliz inicio del último mes del año.
Gracias a la Gnosis, la cual nos fuera legada para llegar a Conocer una realidad impensada =aunque sí analizada y especulada en aquellos tiempos=, *la realidad* en la que nos encontramos hoy, en un mundo que ya carga con un par de miles de años de archivos históricos como para cotejar con lo que decía la Gnosis, si comparamos el tiempo en que fué escrito el Nag Hammadi por ejemplo, mundo que no estaba interconectado como hoy, mundo con compartimientos estancos inconexos, con la imposibilidad de enterarse qué pasaba al otro lado de la esfera planetaria, en otros continentes, apenas vagos relatos de algún que otro expedicionario aventurero y sus bitácoras, en aquél mundo la inmediatez era una quimera, la *información* tal como la conocemos hoy no existía.
Es decir que *entender al mundo* se circunscribía al micromundo de una región en particular, de un pueblo, de un imperio en todo caso, para ellos *su mundo* era *el mundo*.
Hoy, gracias a los siglos y siglos acumulados de historia, más ésta tecnología que nos permite conocer al mundo real podemos delinear, hilvanar, y armar una concepción que, más allá de las diferencias culturales de cada país, región, etc., nos permite decía, *entender* que son más los patrones que nos igualan que los que nos diferencian en materia de cómo se rigen las conductas humanas tanto a nivel individual como grupal o social.
Cotejar...decía, no sería lo mismo hace 2.000 años que ahora, cuando contamos con una gran ventaja y es la del tiempo transcurrido y nuestro conocimiento ampliado del mundo, y cuando cotejamos la Gnosis cobra una credibilidad enorme, porque claro...una cosa era ponerla a prueba cuando fué concebida y otra es hoy.
*La realidad* actual, que es tan engañosa y pregeniada por entidades poderosas que sin Gnosis sería imposible identificarla y soportar ésta existencia, podemos alcanzar a dimensionar nuestra falla de orígen, aunque sería duro autodenominarnos como *fallados* ya que en realidad fuimos *creados* o *fabricados* bajo un modelo mediante el cual, nuestros fabricantes pudieran manipularnos a su antojo.
Es decir que, hablar de *fallados* no es correcto, sería correcto si fuésemos *perfectos*, y nuestros fabricantes que no han sido más que *imitadores* de lo Perfecto, han fabricado algo que para sus planes es perfecto, pero no para la Original Perfección.
He allí que el hecho de estar *manipulados* en nuestra comformación no natural, ya que un Espíritu Perfecto fué mezclado con alma y cuerpo imperfectos, dió como resultado ésto que somos, una entidad tripartita que necesita de dos componentes como alma y cuerpo para anular la parte Perfecta, que es a la cual tienen como premisa las otras dos, *mantener dormida* o anulada.
Mientras los dos componentes funcionan para que nuestro fabricante pueda manipularnos se deben mantener una serie de procedimientos *incesantes* para no darle ni un minuto de chance al Espíritu para que alcance a despertarse y arruinar por fin el plan del fabricante imitador.
*Inhibidores* podríamos llamarles si pensamos en cómo se anula la señal del teléfono móvil, o *Beta-bloqueantes* si lo pensamos desde la medicina para intervenir en la frecuencia cardíaca.
Nuestras *conexiones* con los manipuladores son un prodigio necesario para el éxito de nuestros fabricantes y podríamos definirlo como una *biología* prefabricada para tal fin, con sensores muy poderosos de resistir o bloquear de manera autónoma por nosotros, es una *naturaleza no natural dramáticamente enquistada*.
Por eso, conocer todo ésto nos da pié para activar herramientas propias que nos ayuden a evitar dicha manipulación, o al menos minimizarla, manipulación que en nuestros días se ve potenciada por la tecnología, desde aquella vieja imprenta, hasta nuestros actuales dispositivos tecnológicos de la llamada *comunicación*.
Si hay un verdadero *manual* de cómo se nos manipula tendríamos que leer el libro *Propaganda* de Edward Bernays.
Aquello que relata Bernays es la nada comparado con lo que hoy se nos aplica bajo la definición de *Ingeniería Social*, lo cual debería llamarnos a una profunda reflexión sobre hacia donde vamos si no tomamos medidas al respecto.
Publicista, periodista e inventor de la teoría de relaciones públicas, Edward Bernays =1892-1995= está considerado como *el padre* de la publicidad y la propaganda.
Su libro constituye la biblia sobre la manipulación.
Una manipulación que, a juicio del mismísimo Bernays, *no debe ser entendida como negativa si los que la llevan a cabo buscan el bien común...*.
Podrán entender en ésta confesión...el grado de cinismo de quienes están detrás de éste prodigio, lo cual nos lleva a corroborar cómo *ellos* deciden sobre cómo tiene que ser la humanidad..., claro...de acuerdo a sus intereses, nunca a los nuestros.
Somos considerados como una especie de *animales* a los cuales hay que darle las condiciones para que cumplamos con las metas del fabricante, y la *mente colmena* que no es un mito sino una realidad, tiene que ver precisamente con nuestros componentes de fabricación, perfectamente acordes al resultado que el fabricante necesita de nosotros.
Manipulación la hubo siempre, incluso en un pequeño poblado de la antigüedad, pero al *globalizarse* el mundo mediante la tecnología de la comunicación, la manipulación y sus métodos han llegado a un nivel de efectividad alarmante.
De ese libro voy a compartirles apenas un poco de lo mucho que contiene y tengan en cuenta que Bernays describe desde la médula cómo se manipula en su país, Estados Unidos, imaginen qué nos cabe a nosotros...
LA MANIPULACIÓN consciente e inteligente de los hábitos y opiniones organizados de las masas es un elemento de importancia en la sociedad democrática. Quienes manipulan este mecanismo oculto de la sociedad constituyen el gobierno invisible que detenta el verdadero poder que rige el destino de nuestro país.
Quienes nos gobiernan, moldean nuestras mentes, definen nuestros gustos o nos sugieren nuestras ideas son en gran medida personas de las que nunca hemos oído hablar.
Ello es el resultado lógico de cómo se organiza nuestra sociedad democrática.
Grandes cantidades de seres humanos deben cooperar de esta suerte si es que quieren convivir en una sociedad funcional sin sobresaltos.
A menudo, nuestros gobernantes invisibles no conocen la identidad de sus iguales en este gabinete en la sombra.
Nos gobiernan merced a sus cualidades innatas para el liderazgo, su capacidad de suministrar las ideas precisas y su posición de privilegio en la estructura social.
Poco importa qué opinión nos merezca este estado de cosas, constituye un hecho indiscutible que casi todos los actos de nuestras vidas cotidianas, ya sea en la esfera de la política o los negocios, en nuestra conducta social o en nuestro pensamiento ético, se ven dominados por un número relativamente exiguo de personas =una fracción insignificante de nuestros ciento veinte millones de conciudadanos= que comprende los procesos mentales y los patrones sociales de las masas.
Son ellos quienes mueven los hilos que controlan el pensamiento público, domeñan las viejas fuerzas sociales y descubren nuevas maneras de embridar y guiar el mundo.
No solemos ser conscientes de lo necesarios que son estos gobernantes invisibles para el buen funcionamiento de nuestra vida en grupo.
En teoría, todo el mundo compra, de entre oídos, artículos que nos ofrece el mercado, aquellos que nos parecen mejores y más baratos.
En la práctica, si cada uno de nosotros, antes de decidirse a comprar cualquiera de las docenas de jabones o tipos de pan que están a la venta, se paseara por el mercado realizando estimaciones y pruebas químicas, la vida económica quedaría atascada sin remedio.
Para evitar semejante confusión, la sociedad consiente en que sus posibilidades de elección se reduzcan a ideas y objetos que se presentan al público a través de múltiples formas de propaganda.
En consecuencia, se intenta sin descanso y con todo el ahínco capturar nuestras mentes en beneficio de alguna política, artículo o idea.
Algunos de los fenómenos de este proceso son objeto de críticas: la manipulación de las noticias, la inflación de la personalidad y el chalaneo general con el que se lleva a la conciencia de las masas a los políticos, los productos comerciales y las ideas sociales.
Puede ocurrir que se dé un mal uso a los instrumentos mediante los cuales se organiza y focaliza la opinión pública.
Pero tanto la focalización como la organización resultan necesarias para una vida ordenada.
A medida que la civilización ganaba en complejidad y que la necesidad de un gobierno invisible era cada vez más patente, se inventaron y desarrollaron los medios técnicos indispensables para poder disciplinar a la opinión pública. John Jones, amén de ser un rotario, es miembro de una Iglesia, una hermandad, un partido político, una asociación profesional, una cámara de comercio local, la liga a favor o en contra de la prohibición de una sociedad a favor o en contra de la rebaja de los aranceles, y de un club de golf.
Tratará de diseminar las opiniones que recibe como rotario en aquellos grupos sobre los que pueda tener cierta influencia.
Esta estructura invisible e intrincada de agrupamientos y asociaciones constituye el mecanismo por el cual la democracia ha logrado organizar su mente de grupo y simplificar el pensamiento de las masas.
Deplorar la existencia de semejante mecanismo supone reclamar una sociedad como jamás se haya visto ni se verá.
Admitir que el mecanismo existe en efecto pero esperar que no se emplee, resulta poco razonable.
La minoría ha descubierto que influir en las mayorías puede serle de gran ayuda.
Se ha visto que es posible moldear la mente de las masas des tal suerte que éstas dirijan su poder recién conquistado en la dirección deseada.
Esta práctica resulta inevitable en la estructura actual de la sociedad.
Sea en política, finanzas, industria, agricultura, caridad, educación o en otros terrenos, cualquier actividad de calado social que se lleve a cabo tiene que servirse de la ayuda de la propaganda.
La propaganda es el brazo ejecutor del gobierno invisible.
La alfabetización universal debía educar al hombre llano para que pudiera someter a su entorno.
Tan pronto como pudiera leer y escribir, dispondría de una mente preparada para gobernar.
Así rezaba la doctrina democrática.
La propaganda es el mecanismo por el cual se diseminan las ideas a gran escala, en el sentido amplio de unproyecto organizado para extender una creencia o una doctrina en particular.
Soy consciente de que la palabra *propaganda* puede despertar connotaciones desagradables en muchos oídos.
Y sin embargo, que la propaganda sea buena o mala dependerá en cualquier caso del mérito de la causa que se alienta y de la exactitud de la información publicada.
En sí misma, la palabra *propaganda*, al igual que casi todo en este mundo, posee ciertos sentidos técnicos que *no son buenos ni malos, y sólo del uso dependen*.
A las personas mejor informadas les sorprendería conocer hasta qué punto la propaganda determina nuestros asuntos.
No obstante, basta con rascar la superficie de un periódico para hacerse una idea de la autoridad de la propaganda sobre la opinión pública.
La propaganda moderna es el intento consecuente y duradero de crear o dar forma a los acontecimientos con el objetivo de influir sobre las relaciones del público con una empresa, idea o grupo.
La práctica de crear circunstancias e imágenes en las mentes de millones de personas es muy común.
Hoy en día, prácticamente no se lleva a cabo ninguna empresa de importancia sin su concurso, con independencia de si la empresa consiste en construir una catedral, financiar una universidad, comercializar una película de cine, poner en circulación una importante emisión de bonos o elegir al presidente.
En ocasiones, es un propagandista profesional quien crea el efecto deseado sobre el público; en otras, es un aficionado a quien se encarga el trabajo.
Lo importante es que la propaganda es universal y continua, y que se salda con la imposición de una disciplina en la mente pública tanto como un ejército impone la disciplina en los cuerpos de sus soldados.
Tan ingente es el número de mentes que se pueden disciplinar, y tan obstinadas se vuelven cuando se les ha impuesto la disciplina, que un grupo a veces ofrece tanta resistencia que los empeños de legisladores, directores de periódicos o maestros resultan inútiles.
El grupo se aferrará a su estereotipo, tal y como lo expresa Walter Lippmann, y logrará que aquellos seres presuntamente poderosísimos, los líderes de opinión, queden convertidos en simples peces a la deriva.
En nuestra organización social actual, la aprobación del público resulta crucial para cualquier proyecto de gran calado.
De ahí que un movimiento digno de todos los elogios pueda fracasar si no logra imprimir su imagen en la mente pública.
La beneficencia, así como los negocios, la política o la literatura, ha tenido que adoptar la propaganda, pues hay que disciplinar al público para que gaste su dinero del mismo modo que hay que disciplinarlo en la profilaxis de la tuberculosis.
Como es evidente, de ello se deriva que quien pueda ejercer la influencia necesaria, al menos durante un tiempo y con un objetivo en concreto, podrá liderar sectores enteros del público.
Antaño quienes gobernaban también guiaban, lideraban.
Definían el curso de la historia simplemente actuando a su antojo.
Pero hoy en día los sucesores de los soberanos, los líderes que alcanzan el poder en virtud de su posición o habilidad, ya no pueden proceder del mismo modo.
Tienen que lograr la aprobación de las masas, por lo que recurren a la propaganda, una herramienta que resulta cada vez más poderosa cuando se trata de lograr esa aprobación.
Por lo tanto, la propaganda ha llegado para quedarse.
Los manipuladores de la opinión patriótica se sirvieron de los clichés mentales y de los hábitos emocionales del público para producir reacciones colectivas contra las atrocidades, el terror y la tiranía supuestos del enemigo.
Era de esperar que tras la guerra esas mismas personas inteligentes se preguntaran si no era posible aplicar técnicas similares a los problemas de los tiempos de paz.
De hecho, la práctica propagandística desde el final de la guerra ha asumido formas muy diferentes de aquellas que imperaban hace veinte años.
No nos equivocamos si entendemos que esta nueva técnica merece por derecho propio el nombre de *nueva propaganda*.
La nueva propaganda no sólo se ocupa del individuo o de la mente colectiva, sino también y especialmente de la anatomía de la sociedad, con sus formaciones y lealtades de grupos entrelazadas.
Concibe el individuo no sólo como una célula en el organismo social sino como una célula organizada en la unidad social.
Basta tocar una fibra en el punto sensible para obtener una respuesta inmediata de ciertos miembros específicos del organismo.
Son grupos pequeños de personas los que pueden y logran hacernos pensar a los demás lo que se les antoja sobre un tema determinado.
Pero toda propaganda suele tener a sus valedores y detractores, igualmente deseosos de convencer ala mayoría.
No se le escapa a nadie que muchos de estos líderes son a su vez liderados, a veces por personas cuyos nombres apenas se conocen.
Muchos congresistas, al dar forma a su programa, siguen los consejos de un jefe de distrito del que han oído hablar muy pocas personas al margen de la maquinaria electoral.
Puede que los sacerdotes elocuentes ejerzan una poderosa influencia en sus comunidades, pero a menudo derivan sus doctrinas de una autoridad eclesiástica superior.
Los presidentes de las cámaras de comercio modelan el pensamiento de los empresarios locales en lo que concierne a los asuntos públicos, pero sus opiniones se suelen derivar de alguna autoridad nacional.
Un candidato a la presidencia de Estados Unidos puede resultar *designado* como consecuencia de una *demanda popular abrumadora*, pero es de sobra conocido que su nombre quizá fue decidido por una docena de hombres reunidos alrededor de una mesa en una habitación de hotel.
En algunos casos el poder de quienes mueven los hilos sin ser vistos es flagrante.
Hay soberanos invisibles que controlan los destinos de millones de personas.
La gente de a pie no está al corriente de hasta qué punto las palabras y las acciones de nuestros hombres públicos más influyentes están dictadas por personas taimadas que se mueven entre bambalinas.
Tampoco se percata de que nuestros pensamientos y costumbres están moldeados en gran medida por las autoridades, lo cual es todavía más importante.
En algunos ámbitos de nuestra vida cotidiana, que nos parecen propios de personas independientes, nos gobiernan unos dictadores que ejercen un gran poder.
Un hombre que se compra un traje se imagina que elige con arreglo a su gusto y personalidad el tipo de ropa que más le gusta.
En realidad, puede que esté obedeciendo las órdenes de un anónimo sastre londinense.
El gobierno invisible tiende a concentrarse en las manos de unos pocos como consecuencia del elevado coste que implica manipular la maquinaria social que controla las opiniones y costumbres de las masas.
Anunciarse a gran escala, para unos cincuenta millones de personas, es caro.
Alcanzar y persuadir a los líderes de grupo que dictan los pensamientos y las acciones de la gente tampoco es barato.
Por esta razón, se observa una tendencia creciente a la concentración de las funciones de la propaganda en las manos de la figura del especialista en propaganda.
Los medios de que se sirve el asesor para informar al público de las actividades de su cliente son tan variados como los propios medios de comunicación:
la conversación, los envíos por correo, los teatros y los cines, los periódicos, y tantos otros.
El asesor en relaciones públicas no es un publicista sino alguien que recomienda recurrir a la publicidad cuando es preciso.
El estudio sistemático de la psicología de masas reveló a sus estudiosos las posibilidades de un gobierno invisible de la sociedad mediante la manipulación de los motivos que impulsan las acciones del hombre en el seno de un grupo.
Trotter y Le Bon, quienes se aproximaron a la materia desde una perspectiva científica, y Graham Wallas y Walter Lippmann, entre otros, quienes continuaron el trabajo de los primeros con investigaciones sobre la mentalidad de grupo, llegaron a la conclusión de que el grupo posee características mentales distintas de las del individuo, y se ve motivado por impulsos y emociones que no pueden explicarse basándonos en lo que conocemos de la psicología individual.
De ahí que la pregunta no tardase en plantearse:
si conocemos el mecanismo y los motivos que impulsan a la mente de grupo, ¿no sería posible controlar y sojuzgar a las masas con arreglo a nuestra voluntad sin que éstas se dieran cuenta?
La práctica reciente de la propaganda ha demostrado que ello es posible, al menos hasta cierto punto y dentro de unos límites.
La psicología de masas dista todavía de ser una ciencia exacta y los misterios de las motivaciones humanas no han sido desentrañados en absoluto.
Pero nadie puede negar que teoría y práctica se han combinado con acierto, de modo que hoy es posible producir cambios en la opinión pública que respondan a un plan preconcebido con sólo actuar sobre el mecanismo indicado, al igual que los conductores pueden regular la velocidad de su automóvil manipulando el flujo de gasolina.
Si puedes influir en los líderes, ya sea con su colaboración consciente o sin ella, automáticamente influyes sobre el grupo que les sigue.
Pero, en realidad, no es necesario que los hombres se congreguen en mítines públicos o en disturbios callejeros para que se conviertan en objeto de las influencias de la psicología de masas.
Pues siendo gregario por naturaleza, el hombre se siente miembro de una grey aunque se encuentre solo en su habitación con las cortinas cerradas.
Su mente conserva los patrones que la influencia del grupo le ha imprimido.
Trotter y Le Bon llegaron a la conclusión de que la mente del grupo no piensa en el sentido estricto del término.
En lugar de pensamientos tiene impulsos, hábitos y emociones.
Al tomar decisiones su primer impulso suele ser el de seguir el ejemplo de un líder de confianza.
Éste es uno de los principios más sólidamente fundamentados de la psicología de masas.
Actúa cuando un lugar de vacaciones gana prestigio o lo pierde, actúa cuando los clientes de un banco corren a retirar todos sus depósitos o cunde el pánico en el mercado de valores, actúa convirtiendo un libro en un best-seller o propiciando un éxito de taquillas en el teatro.
Sin embargo, cuando la muchedumbre no dispone del ejemplo de un líder y debe pensar por sí misma, no tiene otra opción que servirse de clichés, latiguillos o imágenes que representan un grupo completo de ideas o experiencias.
El propagandista, aprovechándose de un viejo cliché o manipulando uno de nuevo cuño, puede dirigir a veces una masa completa de emociones colectivas.
Los hombres rara vez se percatan de las razones reales que motivan sus acciones.
Un hombre puede creer que compra un automóvil porque, tras sopesar las características técnicas de todas las marcas del mercado, ha llegado a la conclusión de que ese coche es el mejor.
Con casi total seguridad se está embaucando a sí mismo.
Lo compra, quizá, porque un amigo cuya perspicacia para las finanzas respeta, se compró uno igual la semana pasada, o porque sus vecinos creían que no podía permitirse un coche de esa categoría, o porque sus colores coinciden con los de su fraternidad universitaria.
Son sobre todo los psicólogos de la escuela de Freud los que han señalado que la gran mayoría de los pensamientos y acciones del hombre son sustitutos compensatorios de deseos que éste se ha visto obligado a reprimir.
Podemos desear algo no por su valor intrínseco o por su utilidad sino porque hemos llegado a ver inconscientemente en ese objeto el símbolo de otra cosa, cuyo mero deseo nos avergonzaría confesarnos.
Un hombre que compra un coche puede creer que lo necesita para desplazarse, mientras que, en realidad, quizá prefiriese caminar por el bien de su salud y no tener que cargar con los gastos que acarrea.
En realidad, quizá lo quiera porque es un símbolo de posición social, una demostración de su éxito en los negocios o un medio para contentar a su mujer.
Este principio general, a saber, que los hombres en gran medida se ven impulsados por motivaciones que se ocultan a sí mismos, es tan cierto para la psicología de masas como para la individual.
Resulta evidente que el propagandista de éxito deberá entender los verdaderos motivos y no contentarse con las razones que arguyen los hombres para justificar sus acciones.
Una de las doctrinas de la psicología de las reacciones consistía en que si un estímulo se repetía a menudo a la postre se creaba un hábito, o que la simple reiteración de una idea crearía una convicción.
¿Quién influye en los hábitos alimenticios de la gente?. Como es obvio la respuesta no es otra que: Los médicos. De modo que el nuevo vendedor sugerirá a los médicos que afirmen públicamente que es saludable comer bacon.
Como si se tratase de una verdad matemática sabe que grandes cantidades de personas seguirán el consejo de sus médicos porque conoce bien la relación de dependencia psicológica que se da entre los hombres y sus galenos.
Cierra Bernays su libro afirmando;
La propaganda nunca desaparecerá.
Las personas inteligentes deberán reconocer que la propaganda es el instrumento moderno con el que luchar por objetivos productivos y contribuir a poner orden en medio del caos.
Así es como piensan quienes nos manipulan...
Basta ver el G 20 en desarrollo y tomar nota.
Fuerte abrazo.
Gilgamesh***
Fernando Fernandez Colilla Gracias+1 por cierto la radiacion cosmica esta a punto de caramelo o eso parece....
ResponderEliminarPlus One.
ResponderEliminarPor cierto señor Unknown/FF/Colilla...., ¿A que se refiere con lo de radiacion cosmica a punto de caramelo?.
ResponderEliminar¿Espera usted algo especial con la suba de esas radiaciones?....Mnnnnnn.....
Me refiero al record de 2010, y superarlo es cuestion de tiempo, si las cosas del rey sol siguen igual claro!!! Y sii espero que los que vuelan alto tengan algo cuidado,la radiacion afecta a los aviones, a cuanto mas altura mas peligroso es para la salud, espero equivocarme.....
EliminarFERNANDO FERNANDEZ COLILLA
EliminarClaro!!!....
EliminarIgualar o superarel record del 2010, sera cuestion de tiempo...., si no en este ciclo....., sera en otro....
Y, ¿espera usted que los que vuelan alto tomen algo de cuidado?. Quizas, las azafatas de vuelo regalen gorritos de papel de aluminio..... No, en serio, si solo afectara a lo que vuela alto....., pero afecta a todo y lo sabes.....
Fer...., no se me apoclimate y sea expectador de estos tiempos que nos ha tocado compartir.....
El mayor peligro somos nosotros mismos.....
Por ejemplo, a ver que sale de las elecciones andaluzas....
Cordial saludo Sr. Colilla.
Igualmente amigo, y precaución......
EliminarHola Amigo Gilga tanto tiempo! nos podes dar tu opinión sobre el Movimiento Qanon Y el insider India Eco? Desde ya muchas gracias!valoro mucho tu opinión
ResponderEliminarMuy buena la foto del rebaño como final ja ja borregos somos, despertemos!abrazos
ResponderEliminar
ResponderEliminarAlejandro Arrabal Diaz-Vandinha-Fernando Fernandez Colilla-Paola Pereyra; muchas gracias.
Unknown/Colilla; gracias Fernando, efectivamente hemos tocado récord de CR y estamos ante una situación de la cual el ser humano no tiene registro, es decir que desconocemos qué efectos pueda tener todo ésto, más allá de los conocidos que son muy poco si tenemos en cuenta esa falta de *experiencia vivida bajo éstas condiciones*. Nada que festejar creo, tal como dice Alejandro, que algo no humano pueda o no exceder su potencia indudablemente repercute en lo más temible que hay sobre la Tierra y somos los humanos. Vaya uno a saber cómo todos éstos factores influyen en nosotros, sólo pensar y desear que jueguen en favor de un mundo mejor, lo demás es más de lo mismo, tristemente más de lo mismo que si no lo cambiamos nosotros mismos...dependeremos de éstos factores, que si realmente tomamos consciencia por ejemplo de un aumento desmesurado en los CR lo único que sabemos es que generan cáncer en dosis letales tanto arriba como abajo, e incluso mutaciones genéticas, de las cuales Fer francamente no me interesa participar, y mucho menos tumores y cosas por el estilo. Nada que celebrar, apenas que estamos vivos, pero estarlo para seguir haciendo todo mal...me hace pensar en para qué vivimos. Fuerte abrazo, gracias.
Gracias Gilga, es cierto nada que festejar!!! Fuerte abrazo.
Eliminar
ResponderEliminarPaola Pereyra; ¡¡Hola Pao!! tanto tiempo, es cierto, qué bueno saber de vos. A ver amiga...tu pregunta; ¿merece una opinión de mi parte? pensando en vos sí, por vos vale la pena dar una opinión aunque me pregunto si mi opinión puede intrusionar en tu forma de pensar y así no permitir que seas vos misma quien piense de forma independiente, pero bueno amiga, tomá con pinzas lo que voy a opinar, sólo eso te pido, tomálo como una simple opinión bienintencionada y no como una verdad absoluta.
Creo que todo ésto de NESSARA y GESSARA y demás, es pura fantasía, y no es algo nuevo sino que viene desde hace muchos años llenando páginas y videos, algo muy similar a toda la basura que hemos visto en tantos años y que viene formar parte de una divertida forma de entretenernos esperanzados con cosas que nunca ocurren, y creo, no van a ocurrir. Y digo que no van a ocurrir porque el único poder real de cambiar las cosas no es ningún mesías ni altruísta patriota, somos el Pueblo unido lo único capaz de cambiar algo, lo demás puede ser muy atrapante, divertido, y esperanzador, pero desde mi punto de vista Pao, es basura adormecedora.
Basura que todos alguna vez hemos visto como algo entusiasmador, pero que a medida que pasa el tiempo te hace pensar muy distinto. En fin Pao, repito amiga, tomá mi opinión como lo que es, solo una opinión de un tipo común, y ojalá me equivoque porque realmente necesitamos algo que nos dé esperanza.
¡¡¡fuerte abrazo!!! gracias por la visita y por permitirme saber que andás por ahí, y espero que estés ¡¡¡10 puntos!!! junto a tus seres amados.abrazo grande Pao.
ResponderEliminarMarta; jeje, gracias, fuerte abrazo Marta y efectivamente ¡¡¡despertemos!!!
Muchas gracias amigo, tu opinión siempre es bien recibida,no pierdo la esperanza de que se caigan los velos de una vez, y el gran despertar esta cada vez mas cerca. Abrazo del alma para todo el hormiguero!
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ResponderEliminarPaola Pereyra; ¡¡de nada Pao!! tampoco pierdo la esperanza amiga, ojalá...ojalá.