Cuando se inicia un año nuevo intentamos mentalizarnos de que será mejor que el anterior, le ponemos optimismo y ahí empezamos a navegar para que nos lleve como mejor le plazca. Sin embargo, cuando hemos alcanzado a vivir al menos 4 o 5 décadas sabemos que los buenos deseos y el optimismo pasan a ser también una utopía, utopía necesaria para contrarrestar la cruda realidad que si bien, podemos intentar atemperar o direccionar un poco, ese márgen escapa a algo que parece estar escrito de antemano, destino...le llaman.
Pues como sea es algo que nos supera y que de la única forma que se lo puede soportar en lo adverso, es simplemente con la utopía de trabajar en múltiples aspectos para que cuando nos pille algo doloroso, desagradable, triste, tengamos la capacidad de que el golpe no nos deshaga, no nos deje abatidos, no nos vuelva entes errantes.
Empezaba entonces el año, el último post como habrán visto, fué del Miércoles 2 de Enero, hablaba de tormentas severas y pronósticos que metían miedo.
Ese mismo día a eso de las 6 de la tarde, ¡¡¡kabooom!! un rayo de esos que le decimos *en seco* cayó muy cerca, fritando artefactos eléctricos a más de un vecino, y a nosotros, nos tocó tributarle sin consuta previa, a Baal Zafón para calmar su ira, el wifi.router.
Llamada a GARCAnet para restituir el aparato lo antes posible, cosa que es otra quimera dado su reglamento de 5 días como máximo.
Con suerte antes de hoy, sin suerte comprando un router antes de hoy.
Mientras un familiar se va a comprar el router que duele unos 900 pesitos, empiezo a sentirme mal.
Inexplicable sensación de *demolición* física.
Pensé que tal vez una mezcla de las fiestas y de mi aceleración tramo final en lo laboral, no sé, pero me fuí a acostar tipo 6 y media de la tarde.
Regresa el familiar con el router, me levanto, intento conectarlo, cosa que no es fácil cuando no pertenece a la empresa que da el internet.
Llamo al familiar diciéndole que se me está complicando, y el familiar me dice que repentinamente se siente muy mal y que le deje descansar.
Yo me sentía igual, me fuí a acostar.
Retorcijones intestinales, incursiones múltiples al baño, para quedarme dormido 48 horas...sin saber si estaba vivo o muerto.
Desde niño no había experimentado semejante cuadro, dormía pero despertaba, deliraba, sabía que algo no andaba bien, no era casualidad un cuadro similar en mi familiar, seguramente la comida de fin de año nos había caído mal, cosa que confirmamos después cuando todos los comensales estábamos experimentando lo mismo.
No quería molestar a nadie, esa es mi particular costumbre hasta que a pasados dos días, golpes en la puerta y a los gritos, me obligaron a levantarme con la casi nada fuerza que tenía.
De inmediato mi familiar llamó al Doc a domicilio, tenía 38 de fiebre y efectivamente alguna bacteria o virus intestinal, que al parecer a mí me pegó peor porque fuí el que más había comido, y por efecto del calor descomunal que tuvimos en la jornada de fin de año, calor con el cual nunca me he llevado bien.
Remedios, dieta, y un abatimiento físico que recién entre ayer y hoy estoy apenas superando, por lo cual tómese éste post como algo excepcional ya que todavía no siento la fuerza necesaria para tal fin.
Por fin decido abrir mi correo para enterarme...del mensaje de Alejandro.
No me enfermo prácticamente nunca desde hace décadas, y si lo estoy ni me entero, por lo cual si bien podría decir que empecé el año mal, lo mío era nada comparado con el drama que significa lo que el querido Ale atraviesa.
Luego al ver el blog y los comentarios, me doy cuenta que, pese a estar en contacto diario con él desde que empezó su problema, ustedes se enteraron antes que yo del desenlace, y no saben cuánto agradezco a quienes interactuaron con él en ese crítico momento, mientras yo ni sabía en qué mundo estaba.
Cosas de la vida.., del destino, imponderables, que vienen a rompernos los esquemas y a poner a prueba nuestra capacidad de luchar y seguir o de dejarnos abatir, aunque muchas veces ni aún resistiendo se logra eludir lo inevitable.
Por más experiencia acumulada que uno tenga, poco puede evitar experimentar el dolor enorme a alguien que por primera vez experimenta la pérdida de un padre o una madre, es una experiencia tan particular que hasta diría, todo lo que nos dijeron o lo que digamos es inútil en esos momentos.
Tal como le decía a Ale, creo que ante todo hay que tener en cuenta la naturaleza de las cosas, pero claro, reitero, la razón poco puede con la emoción en momentos tan duros.
Dicen que cuando uno pierde a los padres se dice *huérfano*, cuando pierde a la pareja se dice *viudo*, pero cuando se pierde a un hijo....eso...eso no tiene nombre, y es allí el primer consuelo y es que cuando los padres se van primero se ha cumplido una regla natural. Morirse de viejo antes que los hijos en un mundo como el que contemplamos es casi un milagro.
Yo que ya he perdido hace tiempo a Mamá y a Papá, incluso a todos mis tíos y tías y vaya que eran muchos..9 en total, no espero mayor gracia que me acaricie el milagro de ser el próximo, pudiendo irme antes que mis hijos por regla natural.
Y en eso sí creo, podemos hacer de utopías realidades poniéndonos de ambos lados del mostrador, tanto como hijos que fuimos y como padres que somos.
Eliminando rencores, comprendiendo lo difícil que es estar a la altura de las circunstancias de un lado o del otro, cosa que cuando comienzan a llegar las pérdidas de los padres nos sacuden violentamente para autocuestionarnos nosotros, más que al que se fué, pero a la vez, al ser hoy nosotros padres, también nos hace necesitar del perdón de nuestros hijos que seguramente algo o mucho de nosotros no les resulta agradable, lo mismo que sintiéramos cuando el rol estaba invertido.
Así es la vida amigas, amigos, puro aprendizaje que contiene mucho de intuición, pero de múltiples factores que son los que hacen a nuestra *formación*, a nuestra suerte o poca suerte del entorno que nos ha tocado cuando aterrizamos en éste mundo.
Éstos duelos hay que experimentarlos lamentablemente, y sin eludirlos porque son algo natural también, el llorar, el estar tristes, es tal vez la única manera de asumir con valentía éste reto que todos afrontamos y afrontaremos sin ninguna duda.
Dejar correr los días y permitirle al tiempo que nos ayude a salir, a curar de apoco una herida que jamás cicatriza, pero que hay que curar temporalmente al menos, porque dejarse morir o abatirse en la tristeza no le haría honor precisamente a quienes, como nuestros padres, hicieron frente cuando a ellos les pasó lo mismo y se fueron nuestros abuelos, y ¿porqué? porque estábamos nosotros....sus hijos..., y en nosotros pensaron..éramos su excusa, su sentido, su causa.
Y si no hay hijos hay una pareja, amigos, hermanos, primos, nietos, sobrinos, vecinos, un perro, lo que sea, pero hay razones para ponerse de pié luego de haber experimentado el dolor, y vivir tratando de dejar la mayor cantidad de cosas buenas, aunque sepamos que un día nos iremos y que no habremos cambiado al mundo.
Dejarse abatir es no dignificar el esfuerzo y los ratos de amor que nos regalaron a nosotros, es un egoísmo que escribimos en un futuro mal libro que debería terminarse en ésta vida escribiendo nuestras mejores páginas, con todos los errores inevitables, pero también con todo el arrepentimiento posible, con todo el perdón posible, y con el proyecto de no volver a repetir errores conocidos de esos que nos llevan a dañar al otro, y en definitiva a nosotros mismos y al conjunto.
Por eso cuán sabio es aquello del perdón...¿no?,¿cómo no perdonar? del arrepentimiento sincero, del pesar cuando tomamos conciencia de que todos somos imperfectos y que nos tocará estar de un lado y del otro en los roles de la vida.
Tómense éste puñado de palabras y conceptos no como un consuelo prestado ni exitoso, simplemente como algo de lo cual quizás, pueda rescatarse algo valioso que ayude a estar un poquito mejor.
Arranque duro de éste 2019, que espero profundamente nos tenga algo de piedad a todos.
Desde lo profundo de mi ser para todas y todos y en especial, para mi hermano Alejandro y toda su bella familia.
Mucho Amor y Luz.
Y perdonemos, porque todos ya hemos sido perdonados.
Don Roge ya ha vuelto a casa, el Padre lo recibe en su seno de Amor y andará contándose historias con Don Manolo y seguramente hablarán de sus hijos, de sus amores, de sus raíces comunes, y harán votos para que nosotros, seamos dignos de haber pasado por aquí.
Fuerte Abrazo.
Gilgamesh***
