***Lindísimo penúltimo Jueves del año para todxs.
Solemos leer que el punto inicial para todo ser que desee evolucionar espiritualmente es la introspección, ese.. navegar por las aguas de la consciencia, hallar el camino interno que nos lleve a conocer al que en verdad somos, a poder pensar y reflexionar desde un lugar alejado del bullicio, las distracciones.
Necesitamos para tal fin dos cosas;
tiempo y soledad.
A ambas cosas les solemos temer, al tiempo porque lo hemos concebido como un vacío que hay que llenar *haciendo cosas*, a veces no importa qué cosas, pero estar *quietos* parece ser *perder el tiempo*.
Y a la soledad la hemos concebido como algo espantoso de lo cual hay que huir.
Cuando vemos las actuales conductas tanto sociales como individuales nos resulta difícil imaginar que el individuo pueda introspectar, la tecnología actual conspira permanentemente contra eso.
Además de ser un grandioso negocio escudado detrás de una falsa definición como *comunicación*, el teléfono móvil es tal vez el mayor enemigo o impedimento de que el ser encuentre el tiempo y la soledad para navegar internamente en lugar de hacerlo virtualmente.
Va a ser muy difícil que tengamos una sociedad sana si no somos capaces de ser primero individuos sanos, y esa ausencia de sanidad mental y conductual bien se podría subsanar si primero entendiéramos que hay que recuperar el tiempo y la soledad para la introspección, la reflexión, el pensar.
No hablo de soledad completa ni forzada, hablo de una soledad temporal o periódica que nos permita ejercer músculos que no vemos y que como todo músculo si no se lo ejercita se atrofia.
Esos imaginados músculos que no podemos ver funcionan neuronalmente y hasta a veces podría decir que..no poseen materia.
Introspectar es acceder a una zona que requiere concentración y sin inducción ni condición externa, debe ser voluntaria como primer paso, para que el acceso sea como debe ser;
natural.
Si se pudiera medir estimo que debe ser...monumental.. la cantidad de energía mental que desperdiciamos concentrándonos en cosas que no aportan en absoluto a nuestra consciencia esencial o superior, y que nos vuelve como máquinas de generar emociones y sentimientos, y muchas veces acciones que nos generan estados de malestar, de infelicidad, de intranquilidad de involución.
Creo que a medida que pase el tiempo se conocerán las atrofias y enfermedades que va a generar éste aparato portátil si bien ya hoy mismo hay estudios avanzados =de los serios= que están indicando sobre cómo afecta conductualmente, psicológicamente, además de los venenos que irradian y afectan al organismo.
El celular, en lugar de ser una herramienta útil para muchas cosas se está volviendo una condena a mediano plazo contra ese necesario tiempo y soledad para evolucionar tanto espiritual como intelectualmente, y ésto último, lo intelectual, es una necesaria herramienta puesta al servicio de lo espiritual que en su definición es muy clara;
*Facultad de la mente que permite aprender, entender, razonar, tomar decisiones y formarse una idea determinada de la realidad*.
La introspección o *inspección interna* designa la idea de *mirar al interior*.
Se trata del conocimiento que el sujeto pueda adquirir de sus propios estados mentales, o sea designada la situación, para un sujeto dado, de observarse y analizarse a sí mismo, interpretando y caracterizando sus propios procesos cognitivos y emotivos.
El término introspección designa a un modo de aprehensión de los estados de conciencia directo por meditación y reflexión con reflexión directa sobre la consciencia del sujeto.
Difícil decía, será introspectar, tomar consciencia de uno mismo y del entorno, reflexionar y comprender, si no disponemos del tiempo y la soledad que ese proceso requiere.
Voy a acompañar ésta introductoria reflexión con el excelente editorial de un gran sitio que tengo como referente en ésta materia de las atrofias que está generando el mal uso de la tecnología portátil del aparatejo que llamamos...móvil..;
-Asumamos que la única manera posible de utilizar un smartphone sea continuamente.
¿Por qué habríamos de preocuparnos?
Tal vez estemos contentos con el hecho de mirar una pantalla a cada instante, igual que puede apetecernos cenar macarrones todos los días o vestir siempre de azul.
Las pantallas nos aportan muchas cosas, eso nadie puede discutirlo.
Pero, ¿qué nos roban?
Ese es el punto clave del que trata el artículo que traducimos aquí hoy.
La habilidad más importante que nadie te enseñó
Por Zat Rana
Antes de morir a los 39, Blaise Pascal realizó grandes contribuciones a la física y las matemáticas, especialmente en materia de fluidos, geometría y probabilidad.
La influencia de este trabajo, sin embargo, fue más allá de las ciencias naturales.
Muchos campos que ahora clasificamos bajo el título de ciencias sociales se desarrollaron, de hecho, sobre la base que él contribuyó a establecer.
Realizó gran parte de este trabajo a lo largo de su adolescencia y primera juventud.
Como adulto, inspirado por una experiencia religiosa, empezó a orientarse hacia la filosofía y la teología.
Justo antes de su muerte, se hallaba revisando fragmentos de escritos privados que después se publicarían como colección bajo el nombre de *Pensées* =Pensamientos=.
Si bien el libro es ante todo la historia de un matemático en busca de lo trascendente, llama la atención su clara y lúcida reflexión sobre lo que significa ser humano. Constituye un boceto de nuestra moderna psicología mucho antes de que esta fuera considerada una disciplina formal.
Incluye numerosos pasajes dignos de cita y aborda la naturaleza humana desde diversas perspectivas, pero una de sus más famosas reflexiones resume muy bien la esencia de su contenido:
*Todos los problemas del mundo proceden de la incapacidad del ser humano para sentarse tranquilamente a solas en una habitación*.
Según Pascal tememos al silencio de la existencia, nos aterra el aburrimiento, y es por ello que elegimos la perpetua distracción, cubriendo nuestros conflictos emocionales con los engañosos artificios de nuestra mente.
La raíz del problema, en definitiva, es que nunca aprendemos el arte de la soledad.
Los peligros de estar conectado
Hoy, el mensaje de Pascal resuena con más fuerza que nunca.
Si hay una palabra para describir el progreso realizado en los últimos cien años es la conectividad.
Las tecnologías de la información han marcado el rumbo de nuestra cultura.
Del teléfono a la radio, la televisión e Internet, hemos encontrado maneras de estar permanentemente conectados a escala mundial.
Puedo sentarme en mi oficina de Barcelona y trasladarme prácticamente a cualquier otro lugar a través de Skype.
Puedo estar en el otro lado del mundo y aún así saber lo que está ocurriendo en mi casa mediante una simple búsqueda.
Sería una obviedad detenernos a destacar los beneficios que tiene todo esto.
Pero los inconvenientes también están saliendo a la luz.
Más allá del actual debate sobre la privacidad y la recolección de datos, hay un efecto colateral todavía más pernicioso.
Vivimos en un mundo en el que estamos conectados a todo excepto a nosotros mismos.
Si la observación de Pascal sobre nuestra incapacidad de sentarnos apaciblemente a solas en una habitación es aplicable a la condición humana en general, el asunto se complica exponencialmente debido a las múltiples opciones que tenemos a nuestro alcance hoy en día.
La lógica, por supuesto, es tentadora.
¿Por qué quedarte a solas cuando tienes todos los medios a tu alcance para evitarlo?
La respuesta es que cuanto más incómodo te sientes con la soledad, más probable es que no te conozcas a ti mismo.
Y mientras tanto, te volverás un adicto a las mismas tecnologías que supuestamente te harían libre.
Que podamos usar todo el ruido del mundo para silenciar la incomodidad de lidiar con nosotros mismos, no significa que esa incomodidad desaparezca.
Casi todos pensamos que somos conscientes de nosotros mismos.
Creemos saber cómo nos sentimos, qué queremos y qué nos preocupa.
Pero lo cierto es que muy pocos lo saben.
En nuestro mundo actual, podemos llegar a pasarnos toda la vida sin ahondar más allá de la máscara superficial que llevamos puesta.
Estamos perdiendo el contacto con quiénes somos, lo cual es muy preocupante.
El aburrimiento como forma de estimulación
En última instancia =y esto es algo que Pascal también menciona= nuestra aversión a la soledad es en realidad una aversión al aburrimiento.
Básicamente, no es que estemos enganchados a un programa de televisión porque haya algo excepcionalmente gratificante en él.
Más bien a lo que somos adictos es a un estado de no-aburrimiento.
Casi cualquier cosa que controla nuestras vidas de una manera poco saludable tiene su origen en nuestro temor al vacío.
No concebimos ser en lugar de hacer.
Y, por lo tanto, buscamos entretenimiento, deseamos compañía, y si fallan, perseguimos gratificaciones más fuertes.
Ignoramos el hecho de que huir del vacío es lo mismo que evadirnos de nosotros mismos.
Y es precisamente esta evasión la que nos hace sentir solos y ansiosos pese a estar permanentemente conectados a todas las otras cosas que nos rodean.
Afortunadamente, hay una solución.
La única manera de evitar que este miedo =como cualquier otro miedo= acabe con nosotros es afrontarlo.
Es dejar que el aburrimiento nos lleve donde quiera para que podamos lidiar con todo aquello que realmente está pasando en nuestro ser.
Solo entonces estaremos atentos a nuestro pensar y aprenderemos a encajar todas esas piezas interiores que habían quedado enmascaradas por la distracción.
La belleza de esto es que una vez cruzas esa barrera psicológica, te das cuenta de que estar a solas no es tan malo.
El aburrimiento puede resultar de lo más estimulante.
Cuando nos concedemos momentos de calma y soledad, nos relacionamos con el entorno a un nivel de intimidad impensable con los estímulos artificiales.
El mundo adquiere profundidad, los velos comienzan a caer y vemos las cosas tal como son, en todo su esplendor, con todas sus contradicciones y peculiaridades.
Aprendemos que hay otras cosas a las que podemos prestar atención más allá de todas las interferencias superficiales.
Una habitación en calma puede ofrecernos mundos a explorar tanto o más emocionantes que los que hallamos en las series o en las películas.
¿Hay vida fuera de las pantallas?
A veces, la soledad puede conducirnos por caminos poco agradables, especialmente en lo que se refiere a nuestro mundo interior =pensamientos y sentimientos, dudas y esperanzas= pero a largo plazo resulta mucho más gratificante que huir de todo sin haber descubierto quiénes somos.
Aceptar el aburrimiento nos permite sorprendernos con cosas que dábamos por sentadas, como un niño libre de condicionamientos que observa el mundo por primera vez. La mayoría de nuestros conflictos internos quedan resueltos.
La conclusión
Cuanto más progresa el mundo, más estímulos nos arroja como incentivo para que desconectemos de nosotros mismos y nos unamos a él.
Si bien la generalización de Pascal de que la falta de contacto con la soledad es la raíz de todos nuestros problemas puede sonar exagerada, no va del todo desencaminada.
Todo lo que ha contribuido a que estemos hiperconectados, al mismo tiempo nos ha aislado.
Dedicamos tanto tiempo a distraernos que perdemos el contacto con nuestro propio ser, lo cual no hace sino aumentar nuestra soledad.
La causa principal no es nuestra obsesión con cualquier entretenimiento masivo, sino el miedo al vacío:
nuestra adicción a vivir en un estado de no-aburrimiento.
Sentimos aversión hacia el hecho de ser.
Ignorando el valor de la soledad, pasamos por alto que, una vez enfrentamos el miedo al aburrimiento, éste puede proporcionarnos sus propias recompensas.
Y la única manera de hacerlo es sacar tiempo, cada día o cada semana, para sentarnos simplemente en calma con nuestros pensamientos y nuestro sentir.
La sabiduría filosófica más antigua del mundo nos ofrece un consejo:
conócete a ti mismo.
Y hay una buena razón para ello.
Si no nos conocemos a nosotros mismos, es casi imposible encontrar una manera sana de interactuar con el mundo que nos rodea.
Si no dedicamos tiempo a esta tarea, nunca tendremos una base sólida sobre la que construir nuestras vidas.
Estar a solas y conectar con nuestro interior es una habilidad que nadie nos enseña, lo cual resulta irónico porque es algo mucho más importante que la mayoría de las cosas que sí nos inculcan.
La soledad puede no ser la solución para todo, pero es sin duda un gran comienzo.
Fuerte abrazo.
Gilgamesh***
Fuentes;
-saldelamaquina
Plus One.
ResponderEliminarJAU MIAUUU FAMILIAAA.SOLO ANTE EL PELIGRO😂Así llevo dia,tras dia MENUDO DILUVIO MAS OTRO CICLONAZO Y SIGUE😂GILGAAAAA ESTA VEZ EL WIND WING CHUN ESTA SIENDO PODEROSO Aunque anoche tuve que usar el wind surf wing chun😂😂😂Y POR SUPUESTO SI ALGO ME HIZO MARINERO FUE MI TRAVESIA EN SOLITARIO,AUNQUE SEA EL MAS SOCIAL😂Pero valoro mucho mi espacio con un camarote pequeño me basta PERO ES VITAL ENFRENTARSE A UNO MISMO DE VEZ EN CUANDO O POR MUCHO TIEMPO,EN ESE DIALOGO INTERNO SALE TODO Y EL TODO Y TE HACE DESCUBRIR TU SENTIDO DE VIDA Y TU GRAN POTENCIAL,Y O LO SACAS A RELUCIR ANTE LAS ADVERSIDADES,O TERMINARAS HUNDIENDOTE SIN LLEGAR A SABER HASTA DONDE PUDISTE LLEGAR.SALUD Y AMOR SIGO SIN BATERIAAA CAMBIO Y CORTO BUEN FINDE 😉😉👍👍.
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ResponderEliminarLEHAIM; gracias Bro.
Águila Solitaria; ¡¡¡wow amigo!! vaya eólica situación. Completamente de acuerdo sobre aquello de exigirnos en nuestras capacidades de resistencia, es como el músculo, aunque siempre con la debida cautela instintiva que nos avisa con un acto reflejo, esquivar la trompada no es lo mismo que poner la cara para que la trompada no duela, jejee....a cuidarse cumpa, ah...¡¡gracias por el talismán!!! le estaré enviando uno que he hecho especialmente para Usted vía Hunter.
¡¡fuerte abrazo!!.