***Feliz Domingo para todxs.
A relajarse, es tiempo de vacaciones.
Verano por aquí, hace calor, temporada vacacional, turística, y esas postales que dejan ver qué hace la gente, sus viejos y nuevos hábitos, sus repetitivas y rutinarias formas de concebir qué hacer *con y en* el tiempo libre.
Cuando llega ésta época la ciudad es otra, muchos se han ido a vacacionar, se disfruta más, al menos muchos como yo que podemos andar por sus plazas y calles que están bastante vacías.
Si éstas ciudades son como hormigueros atestadas de hormigas correteando por todas partes, en tiempo vacacional la ciudad como que se queda vacía.
Y no es porque alguien le haya echado gamexane al hormiguero sino porque las hormigas se han ido por voluntad propia, pero por un tiempo, hasta que nuevamente regresen a la gran colonia citadina donde moran.
Estando la ciudad vacía uno puede volver a alzar la vista y valorar esas edificaciones preciosas de antaño que casi nunca miramos porque, de alzar la vista es muy probable que un nervioso al volante te arroje por los aires o que otro peatón te choque al mejor estilo de un Scrum de los Old Blacks.
Pero..., y las hormigas que se han ido de vacaiones...¿qué hacen en los centros vacacionales?;
siguen siendo hormigas.
La diferencia es que en vacaciones los hormigueros se mudan al mar o a la montaña.
Y en lugar de sacarle provecho a la belleza del lugar, más bien siguen haciendo lo que hacían en el hormiguero urbano de cemento.
No alcanzo a entender que para muchos, elegir el mar sea pasarse horas acostado en la arena para tomar Sol, más tarde darse un chapuzón en agua helada, y a la tarde noche regresar al departamento alquilado para enfrentarse una vez más a lo que...en el hormiguero de cemento es el tedio de *convivir* con la familia...jeje.
Si la vida cementicia o de hormigón digamos tradicional lo tiene a él 8 o más horas trabajando fuera de la casa y a ella en casa o también trabajando afuera, los niños en el colegio, es una cosa.
Se ven poco, discuten un rato o se aman un rato, a dormir por la noche y mañana será otro día, pero cuando tienen que juntarse todos en un espacio -tiempo llamado *vacaciones*...jeje...la cosa es muy distinta.
Uno debería concebir ésto como que *lo normal* sería que las vacaciones son un tiempo hermoso para que él, ella y lxs hijxs puedan recuperar esas miles de horas en que no pueden estar juntos por el maldito trabajo y las rutinas en la jungla de cemento pero...jeje...las vacaciones de la vida moderna en lugar de ser una hermosura han mutado en el insoportable tiempo de convivir full time.
Y ojo porque en las vacaciones también se ha colado un nuevo amigo, que no es el perro, sino...el celular...
El siguiente relato reflexivo habla más o menos de todo eso y me ha causado mucha gracia porque relata lo que vemos y lo que no vemos, y que en el fondo pone de manifiesto que el problema siempre está *adentro* de nosotros mismos, nuestras concepciones, nuestras costumbres, nuestros derroteros, nuestras conflictivas formas de convivir y el relato desnuda en definitiva lo que pensamos y sentimos de acuerdo a la edad de cada miembro de esos microhormigueros nómades que se forman en...vacaciones;
-Estar de vacaciones en familia puede ser maravilloso pero muchos no dejan de percibir que también puede ser una experiencia con un tinte monstruoso.
Y quizás las dos cosas al mismo tiempo.
Una familia de vacaciones con chicos en edades que van de los 13 a los 17, una familia tipo como le dicen, personas unidas no por el azar sino por lazos de consanguineidad, cuando se trata de sangre la cosa suele ser potente, por la significancia, por la diversidad de vínculos.
Por un lado tenemos vínculos de matrimonio o concubinato, en este caso casi cumpliendo los veinte años, por otro lado vínculos de filiación, hijos adolescentes en la época donde al adolescente se lo reconoce por estar siempre con el celular en la mano, en el oído, en la cama, en los ojos y padres de esos hijos adolescentes, desesperados por esa insospechable cantidad de tiempo que pasan metidos en sus celulares y de energía ambivalente e intensa que desatan cuando levantan sus miradas de sus acompañantes tecnológicos.
Esta experiencia tipo Gran Hermano es recomendable hacerla de vacaciones, lejos de gente con quienes tratamos todos los días, con todo el tiempo del mundo para intentar no sólo pasarla bien sino no suicidarse o matar al otro en el intento.
Una familia en vacaciones es una experiencia de laboratorio, límite:
permanecer durante más de una semana juntos, un amoroso martirio.
Algunos podrán pensar que no se trata de una monstruosidad, que llegar a compartir unas vacaciones en familia es un verdadero acto de amor.
Las vacaciones tiran abajo rápidamente esa idealización pueril.
El amor no es rosa sino turbio y los deseos ambivalentes dentro de una familia son tan intensos como sin escapatoria.
Se trata de una familia que funciona, funcional.
¿Por qué pensar que una familia funciona y quizás otra familia no?
La psicología ha estudiado el tema de las familias funcionales y las disfuncionales, veremos qué pensamos de cada una de ellas pero una familia funcional es la que logra sortear unas vacaciones preferentemente de menos de diez días porque sería lo máximo soportable para esta experiencia límite.
Una familia que funciona es fácilmente reconocible:
los cuatro tienen hambre al mismo tiempo, los cuatro sienten deseos de ir al baño el mismo día, los cuatro quieren salir rajando al mismo tiempo.
Cada uno con su nivel de insoportabilidad al mango.
El, el padre de familia, pasando los cincuenta, con una enorme exigencia de hacer todo lo que tiene ganas en el único momento que tiene en el año de ser feliz.
Que pase los cincuenta no es un tema menor, quiere probar todo el tiempo que todavía puede, entonces inyecta a los días de vacaciones un nivel de actividad rayano en lo hiperkinético, obliga a la familia a caminar a pleno sol durante 23 kilómetros para llegar al refugio de montaña caminando diez horas seguidas, transpirando, sin agua, en el paisaje natural más bello que la naturaleza ha sido capaz de construir en miles de años.
Ella, llegando a los cincuenta intentando no volverse loca;
se trata de la madre, por un lado con la infatigable tarea de cuidar a sus hijos del padre, tanto como de ellos mismos que no saben buscarse ni un calzoncillo dentro de la valija, y tratando de ponerles protector solar para protegerlos de los tábanos que los persiguen.
Nadie, salvo una mujer llegando a los cincuenta, sabe lo difícil que es este momento biográfico:
la carne se cae pero mucho menos que el deseo de seguir atada a esa tiranía familiar, a esa deflación del deseo que muchas veces se identifica con la depresión y a las ganas de salir corriendo.
Una edad donde los ataques de pánico no son tan usuales como la retracción de encías, las ganas de hacerse un botox en toda la cara, y las ganas de ponerle veneno a la comida del marido.
El hijo adolescente de 17 que no deja un minuto el celular tiene que definir su futuro en este momento, apenas puede hablar y decir algo de lo insoportable de estar viviendo una experiencia tan inaguantable como ir de vacaciones con sus padres a esa edad, en la cual la podría estar pasando tan bien con amigos y amigas.
El otro hijo adolescente de 13 años, una edad ideal para vengarse de todo lo que te hicieron durante la infancia, comenzás a demostrarles a tus padres que te creían un débil mental que serás vos quien les dará la comida en la boca y que serás vos quien conduzca sus sillas de ruedas y quienes los deje sin frenos en alguna bajada de montaña para morir en el paisaje más bonito que ser humano ha mirado en este cruel planeta.
Cualquiera se estaría preguntando la diferencia entre una familia que funciona y otra familia que no.
Y podría llegar a pensar que si ésta es una familia que funciona lo que sería una familia que no funciona.
Una familia disfuncional es todo esto pero sin ese rasgo de amor, de enorme ambivalencia que siente cada uno de sus miembros por los otros.
Un momento lo querés matar y al siguiente lo tocás para sentir que está vivo.
Esa enorme sensación de que si no estuvieran juntos, se podría vivir pero otro mundo sería en el que estarían respirando.
Pocos pueden comprender esto salvo los que están de vacaciones en familia, pero aun para ellos es complicado pues vivimos en una época donde está aconteciendo la disolución de la familia matrimonial, patriarcal, heterosexual y que además, como clase media, deberían agregar los cuestionamientos de que son casi los únicos que pueden irse de vacaciones en esta situación de crisis y que también son los únicos que están conscientes de su propia agonía.
Es una experiencia desgarradora pero muy recomendable para sentir que si pasamos las vacaciones, debemos honrar la vida.
Dicen que un relato se comienza por el principio pero ¿cuál es el principio de una familia?
Cuando él y ella, los padres, se encuentran, podría ser una fácil respuesta pero ambos se eligieron cerca de los treinta años y ya habían tenido sus múltiples fracasos amorosos y quizás fue por ellos que se encuentran.
Entonces tendríamos que hablar de sus fracasos amorosos para empezar el relato o quizás deberíamos contar de dónde vienen y cómo fueron sus familias de origen y sobre todo cómo se llevaban sus padres en el tortuoso camino de la vida matrimonial.
Lo que se puede decir de este matrimonio es que ambos vienen de padres separados, entonces si luego de veinte años todavía están juntos merece un estudio de novela de investigación psicológica, deberíamos resucitar a Dostoiesvsky para que lo escribiera.
No creo que le interese porque en general ha retratado familias uniparentales, donde hay un padre preferentemente ausente o venido a menos y madres ampulosas en su tragicomedia que vuelven la vida de sus hijos un insoportable destino de homicidas, mártires, jugadores, enfermos mentales, ruines.
La familia es siempre la familia del otro, la familia donde hemos nacido y finalmente pocos escapamos al destino de armar nuestra vida para intentar responderle a alguno de nuestros padres, muerto por lo general años antes pero que intentamos obcecadamente que mire desde donde se encuentra que nosotros pudimos hacer algo que él o ella en vida no pudieron.
Esto que sencillamente se llama neurosis es lo que también sencillamente se llama amor.
Quizás ésta sea unade las paradojas más lacerantes del ser humano, el amor más cotidiano está lleno de muertos, desafíos, demostraciones y cuestiones difícilmente comprensibles para alguien que no siente un peso enorme a la altura del corazón y las tripas.
El sentido y el amor están hechos de lo que a su vez nos hizo, y es tan difícil de desmenuzar las junturas que mejor no pensar en ordenar el relato porque nos perdemos y olvidamos a esa familia que ya está de vacaciones atravesando los días de vuelta, que son los más difíciles dentro de lo difícil.
El tiempo frágil de la vuelta a la rutina es el talón de Aquiles, la encrucijada, el despeñadero donde todo puede explotar por los aires.
Es necesario como en cualquier relato avisar que no se va a espoiliar el final de las vacaciones de esta familia, primero que no sería un relato apto para menores de dieciocho años, conviene que sigan viendo algún canal de youtube, tampoco sería apto para usted, quizás aún no ha salido de vacaciones y no tiene sentido que siga leyendo estas líneas, porque saber el final, como en la vida, le saca el gusto a la cosa, saber el final es no dejar lo más lindo de esta experiencia que es su singularidad, cada uno hace lo que puede con la vida familiar.
Más allá de que algunos contarán lo fantástico del viaje, otros se jurarán que ésta será la última vez, todes han atravesado un experiencia que a ninguno ha dejado igual, quizás eso sea simplemente la vida, dejar marcas del lugar donde hemos vivido y de nuestro deseo que intenta siempre reconocernos otra cosa de lo que hemos sido y de dónde hemos estado.
¡¡Jajaja!!! buen abordaje del Psicoanalista y Escritor Martín Smud, y claro..eran otros tiempos pero yo recuerdo particularmente que a las vacaciones cuando era niño las disfrutaba mucho.
Eran vacaciones de la *gran familia*, al tener muchos parientes nos íbamos por ejemplo a la Laguna de Melincué no solo papá, mamá y mis hermanxs, sino que unos 5 matrimonios de tíos y mis primxs.
Esas primas y primos con los que nos veíamos poco durante el año y con los cuales en vacaciones nos disfrutábamos todo.
Los viejos también la pasaban bien, se armaban partidos de fútbol, se hacían sendos asados y las bromas y unos vinos, y a pescar y a hacer caminatas con nosotros juntando ostras de la laguna.
Pero...entre los viejos ya estaba presente también el chisme, la crítica de alguna tía sobre otra tía que nunca ayudaba a lavar los platos, o que otro tío era un fanfarrón, y ahí se veía la hilacha de esa costumbre que tenemos los humanos de sacarle el cuero al otro, jejeje..pero nosotros, los niños aún no estábamos contaminados.
Y la gran cosa era que el celular...no existía.
Por cierto, cuán grave ha de ser ésto del móvil que algunos creen que las vacaciones pueden ser una buena excusa para librarnos de él.
Veamos;
-Todos hemos sentido ese acceso de ansiedad y hasta de cargo de conciencia cuando dejamos el móvil en otra habitación, o cuando nos quedamos dormidos y despertamos para encontrarnos con 10 mensajes de nuestra pareja, 2 llamadas de nuestra madre y 4 correos electrónicos de nuestro jefe.
La *nomofobia* está a la orden del día y es la epidemia del siglo XXI.
Nuestra generación es la más conectada de la historia y, al mismo tiempo, la que se siente más sola.
Las cifras de depresión y otras enfermedades mentales son cada vez más aterradoras, y no faltan los expertos que apuntan al pequeño amigo digital que vive en nuestro bolsillo como el principal culpable.
Desde GQ hemos llegado a la conclusión de que las vacaciones lo curan todo, y también la adicción al móvil .
Y, por si necesitas que te convenzamos de cogerte un fin de semana y liberarte del estrés, estamos dispuestos a ofrecerte las razones por las que salir de tu plan semanal te ayuda a dar los primeros pasos hacia la desconexión digital.
1. Matas la rutina
Son las dos de la tarde, y mi iPhone dice que lo he consultado ya 74 veces.
¿Creéis que un miércoles por la mañana alguien me quiere tanto como para mandarme 74 mensajes?
Claro que no.
La mayoría de las veces que echamos un vistazo a la pantalla del móvil son más por manía y por rutina que por necesidad.
Al romper con los hábitos que tenemos grabados en la cabeza =me levanto, miro WhatsApp., desayuno, miro Facebook, en el metro, miro Instagram, llego al trabajo, miro el correo=, evitamos esas consultas absurdas.
2. Estás distraído
Es bien sabido que lo primero que hay que hacer cuando intentamos dejar un mal hábito es alejarlo de nuestra mente.
Si estás de vacaciones, tendrás =esperamos= la mente más concentrada en mojitos/esquís que en qué vídeo gracioso me habrá llegado por 4 grupos de WhatsApp hoy.
3. La gente no espera que le hagas caso
Nadie se va a enfadar cuando no contestes al teléfono si saben que estás de viaje.
A no ser que tu trabajo consista en ello, pasarte las vacaciones colgado del teléfono es algo bastante penoso, y así es percibido por la población en general y por tus contactos en particular.
4. Puedes desactivar las notificaciones
Todos juntos:
¿qué es lo primero que hay que hacer para desengancharse del móvil ?
Desactivar las notificaciones.
Pero no es tan sencillo, ¿verdad?
Porque no paras de pensar que como tu jefe te llame y tú no te enteres, probablemente la oficina habrá ardido en llamas o tú habrás perdido esa oportunidad de ascenso que llevas esperando tres años.
Pero, si estás de vacaciones, tu jefe =si tiene un corazón humano operativo= entenderá que no mires el correo del trabajo cada cinco minutos.
Es el paso intermedio perfecto para acostumbrar a tu cerebro a esa calma y entender que, si tu jefe te quiere ascender, lo hará en base a tus méritos laborales y no a tu pasmosa velocidad a la hora de coger el teléfono antes de que termine el primer pitido.
Es grave la cosa..., ya de por sí que tengan que salir expertos y no expertos a dar consejos sobre qué hacer con el móvil en ¡¡¡vacaciones!!! me resulta de una gravedad importante.
Parece ser que el neoliberalismo ha acostumbrado al trabajador a que tiene que seguir trabajando horas extras sin goce de sueldo, incluso cuando se está tomando unas merecidas vacaciones, ...una locura...
¿cómo es que hemos llegado a naturalizar ésto?
Grave porque si naturalizamos éstas barbaridades y las aceptamos como algo *normal*...creo que estamos liquidados..
No quienes como yo no usamos celular y gracias a dios no tenemos *jefe*, pero somos una minoría.
Pobres quienes tengan sobre sí la presión patronal de ni siquiera poder disfrutar de sus ratos libres...
¿Terminaremos olvidándonos de nuestros derechos más básicos?..;
-Hace unos días, en una pausa de una reunión de trabajo, una cliente nos comentaba la siguiente situación:
*Me fui de luna de miel por tres semanas.
Todo mi equipo sabía lo especial que era para mí este viaje y lo entusiasmada que yo estaba.
No me contactaron ni una sola vez mientras estuve de viaje.
Es más, el celu lo tuve apagado.
El día de mi regreso, utilicé la mañana para contactarme con mi jefe, ponerme al día, y revisar mi sector.
Todo estaba en orden.
Durante la tarde me llamó un colaborador pidiendo ayuda por un tema relativamente intrascendente:
**necesito una máquina elevadora y no hay**.
Mi primer impulso, fruto de la costumbre, fue el de resolver su problema.
Pero la relajación de las tres semanas afuera me permitió parar y preguntarme:
¿quién le resolvía estas cuestiones mientras yo estuve de viaje?
¿No lo puede resolver solo?
¿Estoy actuando de manera paternalista con mi equipo en lugar de impulsar su autonomía y desarrollo?*.
Muchas veces, lo que hacemos con el teléfono mientras estamos de viaje o en tiempo de ocio, lejos de responder a políticas y procedimientos definidos, expresa qué rol hemos asumido dentro de un equipo.
Este rol puede ser algo que nos arrogamos habitualmente en todo contexto, sea dentro de la familia, en el trabajo, o con los amigos =siempre me cargo todo al hombro= o algo que surge en un determinado grupo =me tomaron de secretaria=.
Otras veces, responde a la adecuación a una cultura organizacional, en la cual el contexto entero se maneja siguiendo esas pautas =acá todos tenemos que estar disponibles 24/7=,
Para el primer caso, cabe reflexionar sobre algunas premisas generales para el tiempo libre, que pueden estar bajo nuestro control:
-No es lo mismo apagar incendios que llevar la planificación de la semana entrante.
-No es lo mismo tener el teléfono prendido las 24hs., que usarlo durante una fracción de la mañana.
-No es lo mismo atender el llamado de mi jefe, que los recurrentes llamados de mis colaboradores.
En relación al tema, un supervisor en una fábrica de 500 personas nos decía:
*Por mi forma de hacer las cosas, mis jefes me tienen conectado las 24hs.
Si no estoy, me llaman, si surge un problema, me ubican.
En cambio la mayoría de mis compañeros pueden ausentarse y nadie les dice nada.
No me pagan más por ser más responsable, y al final, si bien sé que me estiman por mi forma de trabajar, no sé si me juega a favor o en contra*.
La pregunta se vuelve:
*¿Qué rol estoy cumpliendo con mi actitud frente al celular?* y *¿cuánto control tengo sobre este rol?*.
El trabajo de antaño consistía en trabajo manual.
Horas de sudor.
El trabajo siglo XX fue de gestión.
El trabajador del conocimiento y horas de resolución de problemas.
El trabajo del siglo XXI es de relacionamiento.
Horas de formar y cuidar vínculos.
Sería importante que no tuviéramos que necesitar una luna de miel para *parar la pelota* y ser conscientes de nuestros roles en el trabajo.
Busquemos interpretar las señales de nuestro entorno para poder discernir responsablemente sobre nuestra forma de relacionarnos.
Grave..., la nota anterior es de Argentina, pero no vayan a creer que en el resto del mundo es distinto.
Ésta es de España;
-Cuando viajas, uno de tus principales objetivos es relajarte y olvidar tu realidad, al menos por un par de días.
No quieres que nadie te moleste ni interrumpa ese momento que tanto esperaste, pero es comprensible que en el mundo de hoy en día no podamos despegarnos de nuestro móvil ni un segundo, pero al menos intenta usarlo lo menos posible en esos días especiales.
No sólo corres el riesgo de recibir esa estresante llamada del trabajo que no deseas, sino que no te permitirá centrarte verdaderamente en tus vacaciones.
Si aún no estás convencida deberías saber de qué manera tu celular puede arruinar tus vacaciones...
#1 Te olvidas de compartir momentos
Como sucede siempre, si tenemos nuestros celulares constantemente con nosotras, es probable que la atención que pongamos en nuestra compañía sea menor.
Por lo tanto, tu móvil durante el viaje puede interrumpir determinados momentos especiales que estás compartiendo contu pareja o amigos y hacer que sean mucho menos placenteros.
#2 Todo a través de un lente
Es lógico que quieras tener un registro de absolutamente todo lo que haces, ya que eso significa guardar buenos recuerdos.
Sin embargo, cuando tienes tu móvil tiendes a obsesionarte demasiado y quieres fotografiar hasta tu plato de comida.
¿Por qué no pruebas con una cámara digital?
Estas toman excelentes fotografías y no interferirán con tu apreciación del paisaje que tienes enfrente.
#3 Compartes todo pero aprovechas menos
Es normal que durante tu estadía quieras comunicarte con amigas, pero si tienes tu celular contigo las 24 horas del día, ese afán por compartir absolutamente todo con ellos puede incluso hacer que tú lo aproveches menos, ya que estarás pendiente de cómo la está pasando tu amiga en lugar de disfrutar por ti misma.
#4 El estrés del trabajo
Aunque lo creas difícil, siempre existe la posibilidad de recibir esa llamada del trabajo que no necesitas en absoluto.
Por lo tanto, el mejor consejo es que optes por apagar tu celular durante el día, y si quieren contactarte no podrán y así evadirás un momento de estrés.
#5 Llamadas innecesarias
A su vez, también corres el riesgo de recibir ese tipo de llamadas que no deseas, como del chico que no quieres ver más o tu amiga para contarte cómo te fue en aquel examen que tantos nervios te da.
Simplemente no necesitas esa información ahora, y la única manera de evadirla es anulando tu medio de comunicación más inmediato:
tu móvil.
#6 Con tu celular no puedes tener un descanso REAL
Créeme, solo lograrás un verdadero y eficiente descanso separándote tanto física como mentalmente de tu rutina.
Y lo único que te conecta con tu hogar una vez que te encuentras a miles de kilómetros de distancia es tu móvil, así que intenta alejarte de verdad, no porque no te guste tu hogar, sino que para que tus vacaciones cumplan su verdadera función.
Piénsalo así:
si yo me tomo vacaciones, mi móvil también debería hacerlo...
Realmente te sentirás muy agradecida de haber tomado esta decisión una vez que estés de regreso en casa, usando plenamente tu celular de nuevo.
De locos..., tener que explicarle a la gente todo ésto porque no se dan cuenta...ya es por sí muy grave.
¿Estamos perdiendo hasta la capacidad de darnos cuenta?
A veces pienso porqué la demonización de los Gremios Laborales...todo tiende a seguir explotando al empleado y ahora con el móvil...que te defienda magoya..
Si no estamos siendo capaces de darnos cuenta que las vacaciones son precisamente para no laburar...estamos liquidados.
Y esa exigencia que la patronal o el jefe nos ha hecho creer a rajatablas de que hay que estar *disponibles* en horarios extralaborales y peor aún ¡¡¡en vacaciones!!!...lo hemos incorporado también en la pretendida *vida personal*, rompiéndole las pelotas a cualquiera y a cualquier hora para mandar un video gracioso, o preguntar pelotudeces que..en nada enriquecen la comunicación.
O estar en un recital todo el tiempo filmando o sacando fotos...en lugar de disfrutar desde los ojos hacia el objetivo en lugar de verlo...por la pantalla del aparato..
Hay un accidente en la calle y en lugar de ir a socorrer a los heridos, todos sacan el celular para filmar o buscar la foto gloriosa que los hará creer que son famosos por un rato cuando la suben a las redes...
Vamos mal...¿no te parece?...
Antes iban a la playa en vacaciones y se la pasaban culo parriba tomando Sol, creían que estar bronceados..los hacía más cool, hoy siguen tomando Sol pero mirando el celular y al mar no se quieren meter porque tienen que dejar el teléfono...no vaya a ser cosa que se les moje.. y deje de funcionar.
Clavan la sombrilla en la arena, hora de almorzar junto al mar, él, ella y los chicos, buen momento para charlar de todo lo que no se charla en la vida rutinaria diaria de la ciudad, pero cada uno de ellos mientras con una mano come...con la otra teclea el aparato..sin mirarse a los ojos..
Juntos pero separados...me recuerda a una canción;
Fuerte abrazo.
Gilgamesh***
Fuentes;
-pagina12
-revistagq
-extremodiario
-vix
Plus One.
ResponderEliminarBUEN DIAAA FAMILIAAA,Como sueles decir mi GILGAAA,CRAZY WORLD 😂😂Y es que aun de vacaciones,EL TEATRO CONTINUA podran descansar del laboro,pero dejar de actuar en la FALSA COMEDIA nuncaaaaa,en la ciudad,o en el mar,en la montaña,o hasta en el desierto,UNO NO CAMBIA,POR CAMBIAR DE LUGAR😂Y HASTA MUCH@S NI SABEN DISFRUTAR DE LA VIDA,AUN TENIENDO TODO Y MAS😂.Pues aqui sigue la RACHA PACHA y hoy vinieron sorpresivamente mi GUERRERA COMANDANTE DE MIS AMAZONAS😃 KIVA Y JULIO MAESTRE APICULTOR,me trajeron pure suaveee como la seda,empanada vegetal hecha por kiva y la super miel que hace julio y maaaaaas😂alucino en colores,pero yo NO PARO EN COCHERAS EL TREN DE LA CADENA DE FAVORES Y LE VUELVO A CARGAR Y LE REENVIO PARA QUE RULEEEEE JAJA.Voy fenomenal ESTARA INTERVINIENDO UNA FUERZA MISTERIOSA MILAGROSA EN MI PRODIGIOSA RECUPERACION?😂😂.Pues es genial por que vuelve EL TIO FROST CON TURBO COMPRESOR Y SU FENDER FROSTRATOCASTER😃Salud y Amooooor
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ResponderEliminarLEHAIM; gracias Bro por valorar.
Águila Solitaria; ¡¡¡Tal cual amigo!! gran comedia existencial.
Y de esa sempanadas ¡¡¡waoooo qué ricas me imagino!!!.
Sigue la restauración intestinal, está hecho.
A cuidarse ahora con Don Eolo y el Tío Frost part two.
¡¡¡abrazo cumpa!!