***Hasta ésta hora, el avión de Malasia Airlines continúa desaparecido.
Las hipótesis son muchas.
Éste es el último comunicado de la aerolínea malaya;
Cuesta creer que con la actual tecnología no se haya podido dar con el paradero de la aero-nave. Dicen que 26 naciones están rastrillando la zona..incluído el FBI. Las horas pasan y eso juega en contra de posibles sobrevivientes. En toda esa vastedad está minado de bases militares, zona que es estratégica en el tablero geo-político mundial además de tener bajo las aguas del océano uno de los más grandes misterios del planeta.
Si me baso en mi percepción, el avión no se encuentra porque debe estar hecho añicos, sobre, o debajo de las aguas. Por más que mis deseos son otros, temo que no hallarán sobrevivientes lamentablemente, espero equivocarme, es más.., ruego equivocarme.
Sólo el tiempo nos dirá si el avión aparece con o sin sus pasajeros, o si todo pasará a ser un gran y nuevo misterio.
Parte final de la primera entrega sobre la investigación de Andreas Faber-Kaiser del misterio de Pohnpei.
Días antes le había preguntado a Masao =uno de los iniciados de la isla= por el significado del nombre *Salapwuk*:
*Allí hay una roca. Cuando la veas, sabrás por qué se llama Salapwuk*, me contestó escuetamente, para advertirme a renglón seguido: *Si logras subir con los contactos adecuados a las montañas, los celadores del lugar te mostrarán algo si creen que eres merecedor de ello; pero jamás te permitirán acceder a las cosas secretas que allí hay*.
Pronto tendría que darle la razón.
Tras el largo ascenso hacia las cabañas de Pernis Washndon =el celador visible de los selváticos montes de Kiti= la primera condición que éste me impuso fue el mutuo silencio sobre lo que allí hablaríamos, compromiso que por supuesto no voy a romper, por lo cual solamente reflejaré aquí parte de aquello que no atañe al mismo. Después de lo cual comprobaría que los distintos vigías de la jungla montañosa estaban informados de nuestra presencia. Entrada ya la noche, acudieron una serie de hombres, con alguno de los cuales nos habíamos cruzado ya en nuestro camino de ascenso. Pero otros acudieron de zonas aún más altas. En un momento nos vimos acosados por primero tres, e inmediatamente dos más, en total cinco de aquellos guardianes de Salapwuk que, machete en mano y a dos palmos de nosotros =que estábamos hombro con hombro intentando captar aquella situación= imponían la prudencia por encima de cualquier otra reacción.
Tuvimos el segundo justo para confirmarnos mutuamente que aquello se salía de lo normal y podía derivar en algo feo si dábamos un paso en falso, cuando comenzaron a someterme alternativamente los cinco a un severo interrogatorio acerca del motivo auténtico de nuestra presencia en Salapwuk.
Sólo al cabo de un buen rato de esfuerzos por no perder parte del terreno tan pacientemente ganado, logré restarle gravedad a la tensión que evidentemente se había creado.
Miquel y yo nos turnamos para dormir aquella noche tan fascinantemente intrigante como incómoda y al día siguiente nos internamos desarmados en las espesuras de la parte superior de Salapwuk, guiados por lugareños armados, circunstancia que nos impidió adoptar una postura de fuerza cuando se repitió un grave episodio de tensión entre ellos y nosotros.
*Un comentario más y os pueden matar aquí mismo*, nos avisó la bonita Carmelida, que nos hacía de intérprete y que la víspera, advertida por Pernis Washndon de que guardara silencio sobre el contenido de nuestra conversación, comentó: *Si estuviera loca, hablaría*.
Los guardianes cumplieron perfectamente su cometido, puesto que regresamos después de un día de caminata a pie descalzo por la jungla, sin haber visto el enclave que yo buscaba.
El lugar en el que, en épocas pasadas, cuando se producía alguna sequía anómala, los chamanes invocaban la llegada de la lluvia, que no tardaba en presentarse, después de haber clavado el sacerdote una vara en una abertura del terreno.
Era exactamente la historia que ocho años antes me había contado el superior del santuario de Aishmuqam, en la antigua ruta de los mercaderes que desde el Afganistán se dirigían a la capital de Cachemira, Srinagar.
Guardaban allí el bastón de Musa =Moisés=, que solamente se usaba en aquel extremo norteño de la India para invocar la llegada de la lluvia, o el fin de una epidemia, siempre con inmediato resultado positivo.
De cuanto se puede explicar, lo más importante que me traje de las espesuras de Salapwuk fue la explicación de su celador visible, Pernis Washndon, de que estos montes y la isla misma no constituían más =como su propio nombre esotérico indica= que un tapón que esconde, al tiempo que señaliza, el emplazamiento del auténtico misterio que se oculta en sus profundidades.
No tardaría en averiguar que este misterio guardaba estrecha relación con las noticias aparecidas a finales de los años 30 en la Prensa alemana.
De regreso del reino de Kiti pude ya, con lo averiguado en Salapwuk, poner todo mi empeño en averiguar el motivo de la existencia en la isla de una ciudad construida sobre islotes artificiales, aprovechando su arrecife coralífero.
Para ello había que remontarse a la aparición en la isla, en épocas remotas, de una pareja de instructores llegados desde el aire, en una nube, con la finalidad de buscar un emplazamiento idóneo para la construcción de una ciudad-santuario.
Hallaron este emplazamiento en un lugar en el que vieron luces bajo el agua, en el mar. Supieron por ellas que era éste el lugar en el que debían construir una ciudad provocativamente distinta, sobre islotes artificiales, para señalizar la singularidad de aquel lugar.
Porque las luces que vieron les indicaban la existencia, allí, de construcciones artificiales muchísimo más antiguas, sumergidas bajo las aguas litorales de Pohnpei. Allí estaba el inicio del ovillo que conducía al secreto que daba nombre y significado a la isla.
Todo un reto para esoteristas, arqueólogos e historiadores.
El Corán, en la Sura 18, habla de Al Raqim, la tabla que contiene las claves de la iniciación en la cueva.
En Pohnpei los Sau Rakim fueron antiguamente los grandes iniciados =ya no queda ninguno hoy en día= que guardaban los secretos y no los compartían con las demás personas. Los mantenían ocultos, ya que de otra forma eran castigados con la muerte.
Cuenta la tradición que conocían todas las antiguas historias de Pohnpei, y que cuando morían comenzaba a llover, a relampaguear y a tronar. Algo similar =se suceden en esta isla las conexiones planetarias= a lo que sucedió con motivo de la crucifixión de Jesús.
Por debajo de los Sau Rakim, que eran los máximos iniciados de la isla, existía una sociedad secreta, la sociedad de los tsamoro.
Los jefes de tribu se constituían automáticamente en miembros de esta sociedad, mientras que a los demás tsamoro se les exigía una demostración de sus aptitudes en el plazo de un tiempo de prueba de varios años de duración.
Esta demostración consistía en el conocimiento de la lengua de la sociedad, que no era la del pueblo. Era por lo tanto un argot, una lengua de los argotiers, por lo tanto de los argo-nautas.
Los tsamoro se reunían una vez al año en un lugar sagrado, rodeado de muros de piedra. El acceso les estaba vedado a los no iniciados, bajo pena de muerte inmediata. Durante sus reuniones secretas, los elegidos bebían sakau y cada uno ofrecía un recipiente de esta bebida sagrada a los seres superiores.
Valga decir antes aún que el jefe de la hermandad secreta de los tsamoro tenía su sede en estos montes de Salapwuk en cuya jungla me hallaba, y en donde cada nueve meses se reunían todos los iniciados para un encuentro de cuatro días de duración.
Averigüé en las oscuras noches de la jungla que existen allí narraciones legendarias que apuntan claramente hacia el recuerdo de una inundación total de la isla, o sea de un diluvio =para ellos obviamente universal=.
Literalmente:
*Las inundaciones arrancaron toda la tierra de la isla*,dicen las tradiciones.
Después de haberse retirado nuevamente las aguas, alguien procedió a reconstruir un túmulo de rocas en Salapwuk, en el reino de Kiti.
Pernis Washndon =el celador de los misterios de estos montes= me dijo en este contexto que Salapwuk no era más que el tapón que tapaba un secreto que se encerraba debajo del lugar que estábamos pisando.
Y considerando que Salapwuk debe su razón de ser a la primera piedra, a la piedra angular, obligado es aportar aquí el dato de que en el texto apócrifo Testamento de Salomón, la piedra angular es aquella que se pone encima de la puerta del templo.
La ceremonia del sakau es celebrada por todos los pohnpeyanos diariamente, al anochecer. Según ellos, es una bebida proporcionada antiguamente por los seres superiores, como vehículo de comunicación con ellos. Tanto es así, que en el escudo o emblema oficial del actual estado de Pohnpei aparecen juntas las ruinas de Nan Matol y un cuenco de coco conteniendo el sakau.
Nosotros tomamos nuestro primer trago en el marco de un festivo agasajo del que nos hizo objeto una familia que ocupaba el pequeño islote de Takaieu, en los arrecifes que rodean a la isla central de Pohnpei.
Lo que ingerimos aquí, en Pohnpei, es una droga adormecedora, la kawaína, cuyos efectos se comienzan a advertir en una insensibilización de los labios y de la punta de la lengua.
Es un principio activo modificador del sistema nervioso, que produce la parálisis de las fibras centrípedas. El abuso de su ingesta puede conducir finalmente a una caquexia mortal.
De todas formas, esto no se da entre los habitantes de Pohnpei, que saben dosificarse perfectamente su ración diaria de sakau.
Precisamente porque no toman el sakau por drogadicción, sino porque constituye para ellos ancestralmente un vehículo de comunicación sagrado. De comunicación con seres superiores.
Comienza la conexión celeste de los antiguos pohnpeyanos con un hombre llamado Kanekin Zapatan, descendido de las alturas, de un lugar desconocido, a Pohnpei, acompañado de un grupo de personas que sabían volar. Kanekin Zapatan se fija en la hija de un jefe nativo. Tenemos así a un hombre descendido del cielo que se casa con una mujer terrestre. Ya conocemos eso de los textos bíblicos.
Urgido para el regreso por sus acompañantes, reclama sus alas y su aditivo capilar =un casco que llevaba= para poder reunirse en las alturas con los suyos.
Le acompaña también su mujer, y literalmente dice la tradición:
*Metió a la mujer en el cabello y alrededor de él ajustó el nudo*.
¿Cabría en aquella remota época mejor concreción para indicar que le puso un casco, imprescindible para levantar el vuelo?
Huye pues con la hija del jefe nativo, que en el trayecto da a luz a un niño distinto, dotado de grandes poderes mágicos. Este niño se llamará Luk, al que dejan en tierra mientras ellos prosiguen su vuelo. Más adelante Luk enciende una hoguera, para ascender en su humo, sobre un tambor, al cielo, imagen ésta que puede equipararse a la del despegue de un cohete portador de una cápsula tripulada.
Al reencontrarse con sus padres les recuerda que *me engendrasteis en la Tierra*.
La narración también afirma de él que *sabía andar sobre el mar*. Se suceden los símiles con pasajes bíblicos.
*En aquella época* =me cuenta Masao al pie del camino que conduce hacia Nan Matol= la raza de los hombres era distinta. Estaban más dotados, ya que eran capaces de transformar la piedra y de efectuar trabajos muy difíciles en la misma, pero esta gente habilidosa ya no existe hoy en Pohnpei. Hoy ya no son como la gente de antes, son distintos, ya que aquéllos poseían poderes mágicos y eran fuertes*.
Un curioso invento lo constituyen los sacos voladores que aparecen en algún que otro relato de los tiempos antiguos de la isla.
Se trataba de vehículos volantes de gran movilidad con capacidad para un solo tripulante. Incluso quedan narraciones que refieren combates entre varios de estos sacos voladores.
En relación con este tema, le pregunté a Masao si antiguamente habían existido en la isla hombres voladores.
*¿Hombres volantes? No. No volaban propiamente, sino que penetraban en grandes pájaros, pronunciaban palabras mágicas, el pájaro se alzaba y volaba con ellos dentro. Construyeron pájaros voladores con árboles*.
Es hora ya de que me refiera al principal enigma que plantea esta isla: la ciudad muerta de Nan Madol.
Para ello hay que remontarse nuevamente a los relatos tradicionales de los nativos. Cuentan éstos que muchísimo tiempo después de la llegada de la primera canoa con las nueve parejas, hacen aparición en la isla dos hermanos: Olosipe y Olosaupa. Con ellos comienza el enigma de la ciudad de Nan Matol.
El único recuerdo ancestral que los nativos conservan sobre la construcción de dicha ciudad, es el que refiere su origen a la actuación, absolutamente mágica, de estos dos personajes.
Nadie sabe de dónde vinieron; llegaron en una nube y descendieron en Sokehs, en el norte de la isla. Eran constructores, ingenieros, arquitectos extraordinariamente inteligentes y dotados de poderosos recursos mágicos. Pero además sacerdotes e instructores, que sacaron a los pohnpeyanos de su ignorancia y de su primitivismo.
Llegaron a Pohnpei para edificar allí un santuario consagrado a un protector de la tierra y del mar: la anguila, desde entonces el animal totémico por excelencia de Pohnpei.
Hay que tener en cuenta que el pohnpeyano no adora a la anguila misma como animal, sino por lo que éste representa: en su cuerpo habita el espíritu, la divinidad. La anguila es así un vehículo de la divinidad. Como lo es la serpiente para los aborígenes australianos y para los pueblos mesoamericanos, entre otros. ¿Y por qué en Pohnpei no aparece la figura de la serpiente, cobrando vigor, en su lugar, la de la anguila? Pues porque es el único animal que el nativo pohnpeyano puede asimilar a la imagen de una serpiente, por la sencilla razón de que en su pequeña isla las serpientes no existen.
Olosipe y Olosaupa: erigirle un santuario a esta anguila sagrada.
Siendo la anguila una serpiente acuática, el santuario debía erigirse en un lugar que fuera a la vez mar y tierra: el arrecife coralífero que rodea a la isla.
Recorrieron, pues, la costa de la isla desde el promontorio de Sokehs, en el Norte, en busca de un lugar idóneo. Lo hallaron en un lugar llamado Sau Nalan, cuyo significado era el Sol. El santuario debía recibir el nombre de Nanisounsap, que significa *lugar del rey del Sol*.
Pensile Lawrence, transmisor ya citado del conocimiento esotérico de Pohnpei, me confesaría:
*Se decidieron por el actual enclave de Nan Matol, puesto que en aquel lugar preciso observaron luces extrañas en el mar*.
De acuerdo también con la versión esotérica, debajo de Nan Madol yace Kanimeiso, la *ciudad de nadie*.
Por ende, cabe comentar aquí que todo el simbolismo de la construcción del santuario apunta hacia el feudo de los reyes del Sol: Nan Tauas, la construcción principal del conjunto, se halla en el vértice oriental =hacia donde sale el Sol= de Nanisounsap =el lugar del rey del Sol=, erigido a su vez en el extremo oriental de Sau Nalan =el Sol=, que a su vez constituye el flanco oriental, o sea de la salida del Sol, de la isla de Pohnpei.
Cuando regresamos de la jungla de Salapwuk, nos instalamos pues en el minúsculo y paradisíaco islote de Joy Island =antiguamente Nahnningi, el *pedazo de tierra pescado del fondo del mar*, o sea un trozo del paraíso, puesto que eso es para los pohnpeyanos el fondo del mar=.
En el islote sólo vivía Nahzy Susumu.
Con él, con nuestra compañera, guía e intérprete Carmelida Gargina, con los grandes cangrejos cocoteros, dos perros y algunos cerdos, con las rayas y con las crías y algún que otro padre de tiburón y con la desdichada morena que pescó Carmelida a golpe limpio de mi machete para cocerla luego aún medio viva en las brasas de nuestra hoguera, compartimos las inolvidables y solitarias noches de este mágico arrecife coralífero del Pacífico.
¿Mágico?: Absolutamente mágico. De día, íbamos a visitar desde allí las cercanas ruinas de Nan Matol: 91 islotes artificiales construidos sobre el arrecife, a base de la superposición =única en el mundo= de enormes columnas de basalto. Analizamos todas las posibilidades que podían ofrecerse de transportar estas columnas desde la cantera que se hallaba al norte de la isla, hasta el enclave en que habían sido apiladas en Nan Matol.
Por tierra, imposible, dado que la espesa jungla que cubría toda la isla, y los intrincados manglares que se extendían a lo largo de la costa, hacían imposible el transporte de estos enormes bloques de piedra.
Cabía la posibilidad de un transporte por mar, a lo largo del arrecife.
Miquel Amat, experto navegante, me comentó sin embargo que la única posibilidad habría sido, en época tan lejana, el sujetar cada columna de piedra debajo de una enorme balsa, para evitar que esta zozobrara y se hundiera. Pero entonces, ¿cómo habrían podido salvar la barrera coralífera con la que habrían topado? El transporte era a todas luces imposible. Excepto para los iniciados, aquellos privilegiados isleños que conocían la historia auténtica de su tierra.
A la luz de la hoguera, en noche de plenilunio, un descendiente de tsamoro me confió que para ellos no es ningún secreto el que Olosipe y Olosaupa, los dos hermanos constructores, estaban dotados de un extraordinario poder mágico:
*Convocaron a todas las piedras para que vinieran por sí solas y formaran las imponentes construcciones. Olosipe y Olosaupa llamaron a las piedras que estaban en Sokehs. Estas oyeron su llamada mágica y acudieron volando junto a los dos hermanos.
Por procedimientos mágicos éstos ordenaron a cada uno de los grandes bloques de piedra que ocupara su sitio correspondiente en las construcciones. Tal es la forma en que se construyó Nan Matol*.
Quien se sonría ante mi ingenuidad, recuerde las palabras del jefe hopi White Bear, cuando explica =sin tener ni la más remota idea de lo que cuentan los transmisores del conocimiento en Pohnpei= que exactamente este corte y trasporte de enormes bloques de piedra es lo que los katchinas =seres que dominaban el secreto del vuelo= enseñaron a los antepasados de los indios hopi, hoy asentados en Arizona, y que por su parte afirman proceder del Pacífico.
Es más: vimos que en la relación solar de todo el simbolismo construccional y de emplazamiento del santuario del rey del Sol =Nanisounsap= el edificio principal, Nan Tauas, ocupaba el vértice más oriental, o sea dirigido al Sol naciente.
Pues bien, Tauas significa en lenguaje hopi exactamente esto mismo: Sol.
Todo esto no son más que los testimonios visibles y averiguables de los enigmas que presenta la isla de Pohnpei. Ocultos quedan sus auténticos misterios. O su auténtico misterio.
Aquél que está implícito en el propio nombre de Pohnpei: *Sobre el secreto*.
Tuve que desandar la selva monte arriba para que en lo alto del reino de Kiti, en Salapwuk, uno de los principales celadores del secreto me dijera que la isla que estábamos pisando no era más que el tapón puesto encima de un gran secreto que se escondía debajo, razón y origen de la sociedad secreta que allí funcionaba.
Tuve que cruzar luego los manglares y navegar hasta Nahnningi, y por ende explorar las ya devastadas ruinas de la ciudad prohibida de Nan Matol, para ir arrancándoles a algunos nativos iniciados la confesión de que Nan Matol no es más que una señal en forma de desafiante ciudad que indica que frente a su muralla externa, allí donde moran los tiburones, se esconde bajo las aguas otra ciudad de construcción muchísimo más antigua.
Sendas expediciones australiana, norteamericana y japonesa confirman que allí, a nueve metros de profundidad, descubrieron los vértices superiores de diez columnas verticales de 20 metros de altura cada una.
Nadie explica lo que ha encontrado agua abajo de estas diez columnas submarinas, de una cultura absolutamente distinta a la de los constructores de Nan Matol: éstos dispusieron la totalidad de los bloques de basalto en forma horizontal, mientras que las mencionadas columnas submarinas se hallan todas en posición vertical.
Pero eso es solamente el principio de lo que allí se esconde. Quedan para el recuerdo más reciente los sarcófagos de platino extraídos de allí entre las dos guerras mundiales por los buzos japoneses. Y para el más remoto, las luces vistas en este punto del mar por los instructores y constructores Olosipe y Olosaupa, que supieron así en dónde debían erigirle un santuario a la anguila sagrada.
El motivo de este artículo ahora, al cabo de siete años de haber visitado la isla, no es otro que el de remozar la memoria y dejar constancia de este misterio para las generaciones futuras, para las que Pohnpei no será más que una diminuta isla en el Pacífico, invadida por el moderno turismo motorizado japonés.
El buen amigo, periodista, viajero, buscador y aventurero catalán Jorge Juan Sánchez García, que visitó Pohnpei en el mes de octubre de 1990, me comunica que desde mi estancia en la isla murió el celador de Salapwuk, Pernis Washndon, y se suicidó el joven y solitario Nahzy Susumu, que registraba el paso de cualquier extranjero a Nan Matol.
La sociedad secreta de los tsamoro no traiciona sus principios.
*Cuando los arqueólogos ven que algo no se ajusta al paradigma aceptado, tienden a eliminarlo. No se enseña, no se discute, y la gente ni siquiera se entera de ello*.
Edwin Velásquez
Gilgamesh***
Interesante narracion. Con un esuqema de fundacion muy coincidentes con las narraciones o leyendas de las fundaciones de las ciudades Mayas y Toltecas, Machu Pichu, Sumeria y muchas otras mas, en donde hay de por medio, "dioses" o seres poderosos o magicos que vuelan en aparatos colectivos o unipersonales. Gracias
ResponderEliminarSaludos gilga, tirando posts atrás, donde comentabas que pondrias una espécie de sello para que la gente de otros blogs no utilizaran tus imagenes sin tu consentimiento y apropiandoselas como si las hubieran hecho ellos, te recomendaria que ese sello lo pusieras entre las letras o encima de las imagenes, con un poco mas de transparencia para que no interfiera En lo q quieras mostrar, sino es muy sencillo borrarlo. Un abrazoo :)
ResponderEliminargran trabajo, felicitaciones.
ResponderEliminarMarcelo
ResponderEliminarLeti; ¿has visto Leti?, el patrón es el mismo en todo el planeta, adecuado por supuesto a los regionalismos. El relato es en escencia el mismo para cada cultura...quizás...¿un patrón que muestra la habilidad de tratarnos como a niños de escaso coeficiente mental?..Abrazo.
Ferran; gracias amigo, claro que he contemplado hacer eso pero no lo hago porque no me quita el sueño, además *quiero creer* que no deben abundar quienes sean tan ratas de ponerse a borrar pacientemente un sello para copiar una imágen..pero bue..debe haberlos seguramente...jeje.Abrazo.
Marcelo; gracias a vos Marce, saludos.
La verdad es que me ha alucinado este post y he aprendido muchas cosas. Hace años publiqué una novela cuyo origen está en esta misteriosa ciudad y en la que ya hablaba del Sau Rakim, los tsamoro, la piedra y otros elmentos que aparecen en tu texto. Me encantaría que pudieras leerla y darme tu opinión, se titula "La Memoria del Tiempo".
ResponderEliminar¡Enhorabuena!
ResponderEliminarJavier Torras; muchas gracias Javier, buscaré tu publicación y la leeré con mucho gusto. Muy amable, abrazo.