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martes, 7 de abril de 2015

* La matriz del dolor *

***Hermosa noche de Martes para todos.

Una amiga me compartía sus pensamientos sobre la familia, la libertad que buscamos cuando nos vamos del hogar inicial, etc., etc.
Realmente todo un tema..
Las incoherencias de la matriz que nos rige desde que existe la historia antigua es ..espectacular.
Tenemos en los registros religiosos o bíblicos que el ser humano se multiplicó en base a lo que hoy, la misma religión llama..incesto.
Hermanos de sangre copulaban entre ellos y engendraban, puesto que si partimos de aquellos Adán y Eva no hay otra forma de explicar cómo es que aquél dios decretó a la pareja que se multiplicara y poblara la Tierra.. 

Después, parece que la cosa no funcionaba bien.., y el mismo que decretó la multiplicación incestuosa, la abolió.

Ésta actitud me recuerda a nuestras conductas de emparchar lo que no funciona, y a nuestros gobernantes que van remendando lo que está roto, y a nuestras leyes, que se van depurando luego de comprobar que la mentada justicia...era injusta...




El concepto de *familia*, es decir los abuelos, mamá y papá y mis hermanos, se nos fué enseñado en la escuela con aquello de *Familia es la célula y la base fundamental de la sociedad sobre la cual se construyen los Estados y la Iglesia*...
A esa familia celular se le agregan por carácter transitivo los tíos, primos, cuñados, suegros, nueras, yernos, nietos.
A la larga o a la corta, la célula se vuelve un gran organismo multicelular..

Generalmente o mejor dicho siempre, nos han inculcado que por tener la misma sangre o los mismos genes, esas personas son las que más deberemos amar y que a su vez nos amarán.
Pero la naturaleza reprimida demuestra todo lo contrario cuando *algo* nos incita a abandonar la casa.
Sea hombre o mujer, llega un momento en la vida en el cual decidimos como se dice... *volar*.




Y ahí andamos por la vida buscando nuevas experiencias, conociendo a otras personas, y estoy seguro que muchos lectores podrán dar fé de lo que digo; hay afectos que se heredan aún siendo un padecimiento, y hay otros que se *ganan* sin contratos genéticos ni sanguíneos.

Cuántas familias hay donde los hermanos se odian, o hace añares que no se ven ni saben nada el uno del otro, por esas *cosas* que pasan en la vida.
Muchos de ustedes seguramente habrán hallado a *extraños* que realmente son amados más que a un familiar.
Ese *amigo* que no salió del mismo útero, ni que nació de la misma semilla, suele ocupar el lugar de un hermano que sí vino al mundo por la misma vía genética.
Igual con los padres, hasta con las madres.
Hijos que hallan en cualquier otra mujer *extraña* a la madre que han tenido pero que no han *sentido* como tal, y con los padres lo mismo.
Y es que el formato ha sido *forzado*.




Cuando acostumbro decir que los hijos *no nos pertenecen* suelo escandalizar a quienes me oyen o me leen, incluso, dentro de mi propia familia.
Y si lo vemos a la inversa, el formato se recrea en nosotros cuando gestamos una vida.
Hacemos una *sociedad* creadora, decidimos gestar, para ello necesitamos que, como hombre nuestra *semilla* esté en buenas condiciones, y también que nuestra otra parte necesaria como mujer, tenga su *tierra fértil* para que la semilla germine.
Socios gestadores.

Finalmente nace un ser, que cuando abre sus ojos no puede expresar si nos conoce..., con el tiempo le enseñamos que somos *sus padres*, es decir que el niño es el fruto de nuestra sociedad creadora.




Ahora bien, hay formas y formas de crear un ser, porque el dios que improvisa sobre la marcha, y que remienda agujeros y emparcha errores típicos de un ser tan imperfecto como nosotros, no tuvo en cuenta que gran parte de quienes nacemos o somos el fruto de una sociedad gestora, lo somos por error de cálculo, por exceso de excitación, por violación, por egoísmo, por vanidad, o porque dicen que una pareja en algún momento ...debe crear un ser.

Y después, cuando las generaciones evolucionaron y las viejas ideas se fueron transformando, caímos en la cuenta de la crueldad defectuosa del artífice al cual habíamos identificado como la máxima perfección. Mujeres con ovarios infértiles, hombres con espermatozoides atrofiados, y la adopción como recurso, si es que ningún método moderno funciona.
Y esos padres no engendraron, pero amaron a ese niño engendrado por otros, que tal vez...no lo querían...
Y al final... nos damos cuenta que el amor no reside ni en un gen, ni en la misma sangre, ni en ningún contrato, de ninguna clase.




Porque los contratos se basan en la promesa de un cumplimiento, y las promesas están en la mente y no en el cuerpo físico.
Y la mente no ha sido probada habitando su correspondiente cuerpo material, y entonces la ciencia la sitúa en el cerebro, pero resulta ser que la ciencia no puede saber porqué existe la mente y a qué está conectada para obligar al cerebro a que ejecute los comandos del ser humano...

Obligue Usted a su esfínter a que no defeque...
Obligue Usted a sus pulmones a que dejen de respirar...
Imposible.
Tenemos contratos con la materia, de los cuales no podemos escapar, me refiero a nuestro metabolismo.
Hasta el más experimentado yogui o faquir o como quieran llamarle, no puede romper su contrato con lo físico.




Pero hay contratos que podemos eludir, por ejemplo el contrato que nos han impuesto pero que en realidad....no existe, y está basado en la programación.
Si yo a Usted le digo que no va a caminar porque sus piernas no deben hacerlo, y si se mueven Usted morirá, Usted estará lisiado.
La diferencia entre estar lisiado o andar, la hizo mi decreto sobre Usted, o su desobediencia de decidir moverlas y andar.

Por eso, *AMAR* es posible en la medida que comprendamos que el amor no es patrimonio exclusivo de los genes o la sangre, o nuestros gestores, ni a quienes gestamos.
La falta de entender el significado y la aplicación de AMAR, es lo que nos vuelve infelices.
Toda ésta reflexión, vendría a ser en escueta medida, lo que el Maestro y Revelador nos quiso hacer entender cuando nos dijo *amaos los unos a los otros como yo os he amado*.
Y amar, contiene muchas palabras más que son ingredientes.
Especialmente erradicar sentimientos...que son arcontes, entidades vivas que habitan bajo palabras en nuestros sentimientos.




Para que la palabra *amar* sea un éxito debemos extirpar a numerosos arcontes y potestades y demás artilugios invisibles que cobran vida cuando *los sentimos*.
Odio, rencor, envidia, soberbia, insolidaridad, etc., etc.
Esas palabras negativas son la perfecta receta para hacer prevalecer a la *infelicidad*, y cuando un ser es infeliz, realmente no sabe amar.

Quien no ama, no sólo que es infeliz, sino que también hace infelices a los demás.
Entonces, algunas personas se asumen infelices y no hallan mejor forma de romper su infelicidad auto-destruyéndose, como si desaparecer de la vida física les entregara algún tipo de solución.
Pues no....

Lo anti-Cristo quiere seres infelices para que no amen, y si no pueden soportarlo, se auto-eliminen, total...irán a la papelera de reciclaje donde otro arconte los va a recibir ...con los brazos abiertos, mientras se frotará las manos y pensará;
*Jajaja..éste se quiso evadir, sin saber que en el nuevo envase que lo vamos a poner, va a ser más infeliz todavía, porque ¡eso es lo que a nosotros nos hace felices, que renuncien..!...



Gilgamesh***

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Gilgamesh.

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