***Excelente inicio de éste último Lunes de Marzo 2016.
Arrancar la semana en Argentina es ciertamente tarea insalubre, basta con informarse, pero informarse de verdad eh.., y tener que aplicarse varios antibióticos mentales y demás pociones mágicas para elevar las defensas..., porque cada día parece no alcanzar para ser llenado de malas noticias..
Así que al menos en éste mediodía quiero hacer una pausa y compartirles algo curioso que en su simpleza nos ayuda a reflexionar.
Mauricio Kartún es un Dramaturgo argentino de 70 años de edad, Director y Maestro de Dramaturgia. Ha escrito desde 1973 hasta la fecha alrededor de veinticinco obras teatrales entre originales y adaptaciones. Lo curioso es que Mauricio no llegó a terminar el colegio secundario...¿qué tal eh? clara demostración de algo que hace mucho tiempo hablamos aquí y era eso de estudiar otras cosas y de manera independiente saliendo del molde que nos imponen como *educación* desde que venimos al mundo.
Y su carrera ha estado plagada de reconocimientos, premios y un alto prestigio mérito de su esfuerzo por fuera de las estructuras conocidas.
Lo cierto es que Kartún ha descollado en los últimos tiempos con una obra; *Terrenal*, que adaptó al acervo cultural argentino, basada en sus estudios que tienen mucho que ver con la religión y especialmente con el incidente de Caín y Abel..
Dice Kartún en una entrevista;
-Hace unos años, leyendo un libro de mitos hebreos, el de Robert Graves, encontré unas consideraciones jugosas sobre Caín. Graves toma a un viejo historiador del pueblo judío, Flavio Josefo, que dice que Caín es quien inventa los pesos y las medidas, y acota: *haciéndole perder al mundo toda inocencia*, la inocencia esa de la opulencia primitiva en la que todo es de todos. Medir y pesar como modo de ponerle valor a algo y en consecuencia establecer el patrón de propiedad.
Flavio Josefo dice que el nombre Caín en hebreo antiguo significa Posesión y que Abel significa Nada: el que se posee y el desposeído.
En la leyenda Caín vive toda su vida en la rapiña para enriquecerse y termina sus días construyendo ciudades de altos muros para proteger lo ganado, y obligando a los suyos a vivir dentro de esos muros. Un tipo tiene todo, inventa la manera de partirlo, medirlo y pesarlo, empieza a vender pedazos de eso y se enriquece en divisas pero tiene que dedicar toda la energía del resto de su vida a crear ciudades amuralladas dentro de las cuales se encierra y encierra a sus hijos y nietos para que no le roben lo mismo que hasta hace un tiempo tenía gratis a disposición. Es una paradoja cómica de dibujo animado.
Si pensás en estos últimos siglos ese concepto de civilización y barbarie, está fundado de alguna manera en esa dialéctica: la de un modo de habitar que es europeo y que no se parece en nada al de las poblaciones americanas, modos que traen aquella filosofía del hacer, esa obsesión sedentaria. Y que dejan afuera a cierta altura de la conquista a ese perfecto nómade americano que es el gaucho. El gaucho es la representación más pura de ese pensamiento abelista con el que yo jodo en la obra.
El excluido de toda posesión, del poder y de la tenencia de la tierra, vaga en ella de una manera natural, espontánea y ácrata si que quiere. Una acción vista como delito desde el otro lado, desde el correcto, que lo acusa de vago y mal entretenido. Víctima constante de acusaciones en relación a su abuso de aquello que tiene a disposición: la imagen clásica del gaucho ignorante que mata una vaca para comerse sólo la lengua desperdiciando el resto, como si pudiera hacer algo con ese resto en el medio de la pampa tórrida.
Civilización y barbarie está implícito en Caín y Abel ya en las viejas tradiciones hebreas, su lucha es el resultado de siglos de tradición oral en torno al enfrentamiento entre el nómade y el sedentario. Luego ese nomadismo, ese desapego, se constituye como forma general y como capital simbólico de lo que sería la izquierda. Y el sedentarismo de lo que sería la derecha y su necesidad de medir, pesar, estimar parámetros que puedan valuar la posesión, y establecer leyes basadas en el trabajo y la producción, jamás en el disfrute.
Siempre para el hacer.
Si el único descanso considerado por ese pensamiento es aquel que se estima como reparador para poder volver a tomar fuerzas y ponerlas de nuevo en la producción: un disparate. Han ganado y han impuesto su falacia:
6 días de trabajo semanal, 15 días de vacaciones anuales.
Una desproporción desmesurada en relación a cierto módico estado de felicidad.
Este abelismo como eterno pensamiento alternativo que viene a discutir eso, que viene a hablar del ocio y del trabajo como condena autoimpuesta, incorporada como mandato desde el poder.
En algunos momentos groseramente explícitos de la obra, Abel le dice a Caín *la derecha la eligió usted* o cuando Tatita =dios= le larga eso de *La derecha siempre pidiendo derechos*. De manera naturalmente jodona, que por eso es teatro, tiene que ver con esa partición original del mundo y del pensamiento en la que la derecha se ha hecho cargo de la zona profana de la vida, porque se le dificulta de manera orgánica la otra, la zona trascendente, la inútil, la sagrada; y la izquierda de aquella energía nómade original: el mundo como un lugar para habitarlo, la búsqueda de la felicidad y la valoración cierta del concepto del ser y el estar contra el del hacer.
Y han sido fundacionales de las dos concepciones básicas del hombre en el mundo: el hombre estando en el mundo y el hombre haciendo en el mundo.
Una partición original, por supuesto con las interminables graduaciones que la política ha dado en todo el mundo y su historia, y con los corrimientos que la derecha ha dado hacia la izquierda y la izquierda hacia la derecha.
No son categorías absolutas, yo no podría dividir de una manera geométrica el pensamiento, pero fundamentalmente hay dos polos, y son dialécticos.
Muy interesante la obra de Kartún y las reflexiones a las que concluye sobre la base de Caín y Abel. Ciertamente el Gaucho argentino, mezcla curiosa de lo autóctono con la guitarra española y el poncho árabe, es un sujeto que nació después de las duras colonizaciones y las cruzas entre españoles y con los originarios llamados indios.
Quizás el sentir del Gaucho nace en el asco hacia el tipo de sociedad que estaba naciendo, la sociedad sistémica que hoy padecemos.
La denominación *Gaucho* recién se comienza a utilizar en forma habitual en las últimas décadas del siglo XVIII, denominando un cierto tipo rural independiente y rebelde de orígenes criollos, que no obedecía ni aceptaba las rutinas sociales y de trabajo impuestas por las autoridades.
Aparecido en el curso del siglo XVIII hasta mediados del siglo XIX, fue un habitante semi-nómada, con autonomía personal considerable.
Los sistemas de trabajo impuestos por algunos terratenientes luego de la independencia dieron forma al particular régimen clientelar del peón de campo.
Lamentablemente tal como sucedió en el resto del mundo, aquél que se resistía al sistema, terminaba muerto, o sometido.
Ese Gaucho que amaba la libertad y cuyo mayor patrimonio era disponer del tiempo como más se le antojaba, posteriormente fué *corrompido* por el sistema.
Hoy el Gaucho utilizado como sinónimo de la tan mentada *tradición argentina* que se celebra cada 10 de Noviembre, nada tiene que ver con aquél Gaucho u *hombre libre*. El sistema supo como cainizar al Gaucho, usándolo como mano de obra criminal cuando los terratenientes necesitaban *desaparecer* a los llamados indios para robarle sus tierras y su ganado.
El Gaucho fué utilizado como sicario o mercenario, después devenido en peón rural, hoy la mano esclava que enriquece a los neo-terrateninetes siglo 21.
Así es como la imágen del hombre libre se fué desdibujando, desde Caín y Abel hasta hoy.
Hoy buscamos *sentirnos* libres que es muy distinto a *ser* libres, es una libertad acotada por las múltiples reglas del sistema que nos atan en distintos ítems, trabajo, propiedad, matrimonio, educación, hasta incluso dentro del llamado *ocio* o esparcimiento, el sistema se las ingenió para inducirnos a *creer* que tenemos libre elección.
Es interesante lo de Caín sedentario y Abel nómade pero hay un detalle que rompe la hipotética elección que cada uno de ellos habría tomado y cómo eso habría influído en el mundo posterior; el pedido de ofrendas de Y.
Dicho incidente desencadena en el asesinato de Abel en manos de Caín.
Por lo tanto, lamentablemente, el mundo siguió bajo el sino o hado de uno solo de ellos.
Uno se pregunta ante ésto; ¿Puede un padre amoroso, sapiente y perfecto humillar a uno de sus hijos por ensalzar al otro?, eso ocurrió y ocurre aún en numerosas familias humanas, lo inconcebible es que alguien a quien se ha llamado *dios* adopte la infalibilidad que es típica de un humano imperfecto.
He allí la Gnosis para determinar quién es nuestro Padre Verdadero... y liberar al pobre Caín de ese gen homicida que seguramente él no eligió heredar..., él y Abel víctimas ambos de una nefasta gestación.
Gilgamesh***
Fuente;
-puestaenescena
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Muchas gracias por tu aporte. Aún las diferencias enriquecen las conclusiones.
Gilgamesh.
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