CONTENIDO DE TIEMPO FINAL

sábado, 1 de diciembre de 2018

* Propaganda *

***Feliz inicio del último mes del año.

Gracias a la Gnosis, la cual nos fuera legada para llegar a Conocer una realidad impensada =aunque sí analizada y especulada en aquellos tiempos=, *la realidad* en la que nos encontramos hoy, en un mundo que ya carga con un par de miles de años de archivos históricos como para cotejar con lo que decía la Gnosis, si comparamos el tiempo en que fué escrito el Nag Hammadi por ejemplo, mundo que no estaba interconectado como hoy, mundo con compartimientos estancos inconexos, con la imposibilidad de enterarse qué pasaba al otro lado de la esfera planetaria, en otros continentes, apenas vagos relatos de algún que otro expedicionario aventurero y sus bitácoras, en aquél mundo la inmediatez era una quimera, la *información* tal como la conocemos hoy no existía. 

Es decir que *entender al mundo* se circunscribía al micromundo de una región en particular, de un pueblo, de un imperio en todo caso, para ellos *su mundo* era *el mundo*.

Hoy, gracias a los siglos y siglos acumulados de historia, más ésta tecnología que nos permite conocer al mundo real podemos delinear, hilvanar, y armar una concepción que, más allá de las diferencias culturales de cada país, región, etc., nos permite decía, *entender* que son más los patrones que nos igualan que los que nos diferencian en materia de cómo se rigen las conductas humanas tanto a nivel individual como grupal o social.

Cotejar...decía, no sería lo mismo hace 2.000 años que ahora, cuando contamos con una gran ventaja y es la del tiempo transcurrido y nuestro conocimiento ampliado del mundo, y cuando cotejamos la Gnosis cobra una credibilidad enorme, porque claro...una cosa era ponerla a prueba cuando fué concebida y otra es hoy.

*La realidad* actual, que es tan engañosa y pregeniada por entidades poderosas que sin Gnosis sería imposible identificarla y soportar ésta existencia, podemos alcanzar a dimensionar nuestra falla de orígen, aunque sería duro autodenominarnos como *fallados* ya que en realidad fuimos *creados* o *fabricados* bajo un modelo mediante el cual, nuestros fabricantes pudieran manipularnos a su antojo. 

Es decir que, hablar de *fallados* no es correcto, sería correcto si fuésemos *perfectos*, y nuestros fabricantes que no han sido más que *imitadores* de lo Perfecto, han fabricado algo que para sus planes es perfecto, pero no para la Original Perfección.

He allí que el hecho de estar *manipulados* en nuestra comformación no natural, ya que un Espíritu Perfecto fué mezclado con alma y cuerpo imperfectos, dió como resultado ésto que somos, una entidad tripartita que necesita de dos componentes como alma y cuerpo para anular la parte Perfecta, que es a la cual tienen como premisa las otras dos, *mantener dormida* o anulada.
Mientras los dos componentes funcionan para que nuestro fabricante pueda manipularnos se deben mantener una serie de procedimientos *incesantes* para no darle ni un minuto de chance al Espíritu para que alcance a despertarse y arruinar por fin el plan del fabricante imitador.

*Inhibidores* podríamos llamarles si pensamos en cómo se anula la señal del teléfono móvil, o *Beta-bloqueantes* si lo pensamos desde la medicina para intervenir en la frecuencia cardíaca.

Nuestras *conexiones* con los manipuladores son un prodigio necesario para el éxito de nuestros fabricantes y podríamos definirlo como una *biología* prefabricada para tal fin, con sensores muy poderosos de resistir o bloquear de manera autónoma por nosotros, es una *naturaleza no natural dramáticamente enquistada*.

Por eso, conocer todo ésto nos da pié para activar herramientas propias que nos ayuden a evitar dicha manipulación, o al menos minimizarla, manipulación que en nuestros días se ve potenciada por la tecnología, desde aquella vieja imprenta, hasta nuestros actuales dispositivos tecnológicos de la llamada *comunicación*.
Si hay un verdadero *manual* de cómo se nos manipula tendríamos que leer el libro *Propaganda* de Edward Bernays.

Aquello que relata Bernays es la nada comparado con lo que hoy se nos aplica bajo la definición de *Ingeniería Social*, lo cual debería llamarnos a una profunda reflexión sobre hacia donde vamos si no tomamos medidas al respecto.

Publicista, periodista e inventor de la teoría de relaciones públicas, Edward Bernays =1892-1995= está considerado como *el padre* de la publicidad y la propaganda.
Su libro constituye la biblia sobre la manipulación. 
Una manipulación que, a juicio del mismísimo Bernays, *no debe ser entendida como negativa si los que la llevan a cabo buscan el bien común...*. 
Podrán entender en ésta confesión...el grado de cinismo de quienes están detrás de éste prodigio, lo cual nos lleva a corroborar cómo *ellos* deciden sobre cómo tiene que ser la humanidad..., claro...de acuerdo a sus intereses, nunca a los nuestros.

Somos considerados como una especie de *animales* a los cuales hay que darle las condiciones para que cumplamos con las metas del fabricante, y la *mente colmena* que no es un mito sino una realidad, tiene que ver precisamente con nuestros componentes de fabricación, perfectamente acordes al resultado que el fabricante necesita de nosotros.

Manipulación la hubo siempre, incluso en un pequeño poblado de la antigüedad, pero al *globalizarse* el mundo mediante la tecnología de la comunicación, la manipulación y sus métodos han llegado a un nivel de efectividad alarmante. 

De ese libro voy a compartirles apenas un poco de lo mucho que contiene y tengan en cuenta que Bernays describe desde la médula cómo se manipula en su país, Estados Unidos, imaginen qué nos cabe a nosotros...



LA MANIPULACIÓN consciente e inteligente de los hábitos y opiniones organizados de las masas es un elemento de importancia en la sociedad democrática. Quienes manipulan este mecanismo oculto de la sociedad constituyen el gobierno invisible que detenta el verdadero poder que rige el destino de nuestro país.
Quienes nos gobiernan, moldean nuestras mentes, definen nuestros gustos o nos sugieren nuestras ideas son en gran medida personas de las que nunca hemos oído hablar. 
Ello es el resultado lógico de cómo se organiza nuestra sociedad democrática.
Grandes cantidades de seres humanos deben cooperar de esta suerte si es que quieren convivir en una sociedad funcional sin sobresaltos.

A menudo, nuestros gobernantes invisibles no conocen la identidad de sus iguales en este gabinete en la sombra.
Nos gobiernan merced a sus cualidades innatas para el liderazgo, su capacidad de suministrar las ideas precisas y su posición de privilegio en la estructura social.

Poco importa qué opinión nos merezca este estado de cosas, constituye un hecho indiscutible que casi todos los actos de nuestras vidas cotidianas, ya sea en la esfera de la política o los negocios, en nuestra conducta social o en nuestro pensamiento ético, se ven dominados por un número relativamente exiguo de personas =una fracción insignificante de nuestros ciento veinte millones de conciudadanos= que comprende los procesos mentales y los patrones sociales de las masas.

Son ellos quienes mueven los hilos que controlan el pensamiento público, domeñan las viejas fuerzas sociales y descubren nuevas maneras de embridar y guiar el mundo.
No solemos ser conscientes de lo necesarios que son estos gobernantes invisibles para el buen funcionamiento de nuestra vida en grupo.
En teoría, todo el mundo compra, de entre oídos, artículos que nos ofrece el mercado, aquellos que nos parecen mejores y más baratos.

En la práctica, si cada uno de nosotros, antes de decidirse a comprar cualquiera de las docenas de jabones o tipos de pan que están a la venta, se paseara por el mercado realizando estimaciones y pruebas químicas, la vida económica quedaría atascada sin remedio. 
Para evitar semejante confusión, la sociedad consiente en que sus posibilidades de elección se reduzcan a ideas y objetos que se presentan al público a través de múltiples formas de propaganda.

En consecuencia, se intenta sin descanso y con todo el ahínco capturar nuestras mentes en beneficio de alguna política, artículo o idea. 
Algunos de los fenómenos de este proceso son objeto de críticas: la manipulación de las noticias, la inflación de la personalidad y el chalaneo general con el que se lleva a la conciencia de las masas a los políticos, los productos comerciales y las ideas sociales. 
Puede ocurrir que se dé un mal uso a los instrumentos mediante los cuales se organiza y focaliza la opinión pública.



Pero tanto la focalización como la organización resultan necesarias para una vida ordenada.
A medida que la civilización ganaba en complejidad y que la necesidad de un gobierno invisible era cada vez más patente, se inventaron y desarrollaron los medios técnicos indispensables para poder disciplinar a la opinión pública. John Jones, amén de ser un rotario, es miembro de una Iglesia, una hermandad, un partido político, una asociación profesional, una cámara de comercio local, la liga a favor o en contra de la prohibición de una sociedad a favor o en contra de la rebaja de los aranceles, y de un club de golf. 

Tratará de diseminar las opiniones que recibe como rotario en aquellos grupos sobre los que pueda tener cierta influencia.
Esta estructura invisible e intrincada de agrupamientos y asociaciones constituye el mecanismo por el cual la democracia ha logrado organizar su mente de grupo y simplificar el pensamiento de las masas.

Deplorar la existencia de semejante mecanismo supone reclamar una sociedad como jamás se haya visto ni se verá. 
Admitir que el mecanismo existe en efecto pero esperar que no se emplee, resulta poco razonable. 
La minoría ha descubierto que influir en las mayorías puede serle de gran ayuda. 
Se ha visto que es posible moldear la mente de las masas des tal suerte que éstas dirijan su poder recién conquistado en la dirección deseada. 

Esta práctica resulta inevitable en la estructura actual de la sociedad. 
Sea en política, finanzas, industria, agricultura, caridad, educación o en otros terrenos, cualquier actividad de calado social que se lleve a cabo tiene que servirse de la ayuda de la propaganda.
La propaganda es el brazo ejecutor del gobierno invisible.

La alfabetización universal debía educar al hombre llano para que pudiera someter a su entorno.
Tan pronto como pudiera leer y escribir, dispondría de una mente preparada para gobernar.
Así rezaba la doctrina democrática.
La propaganda es el mecanismo por el cual se diseminan las ideas a gran escala, en el sentido amplio de unproyecto organizado para extender una creencia o una doctrina en particular.
Soy consciente de que la palabra *propaganda* puede despertar connotaciones desagradables en muchos oídos.



Y sin embargo, que la propaganda sea buena o mala dependerá en cualquier caso del mérito de la causa que se alienta y de la exactitud de la información publicada.
En sí misma, la palabra *propaganda*, al igual que casi todo en este mundo, posee ciertos sentidos técnicos que *no son buenos ni malos, y sólo del uso dependen*.
A las personas mejor informadas les sorprendería conocer hasta qué punto la propaganda determina nuestros asuntos. 

No obstante, basta con rascar la superficie de un periódico para hacerse una idea de la autoridad de la propaganda sobre la opinión pública. 
La propaganda moderna es el intento consecuente y duradero de crear o dar forma a los acontecimientos con el objetivo de influir sobre las relaciones del público con una empresa, idea o grupo.
La práctica de crear circunstancias e imágenes en las mentes de millones de personas es muy común.

Hoy en día, prácticamente no se lleva a cabo ninguna empresa de importancia sin su concurso, con independencia de si la empresa consiste en construir una catedral, financiar una universidad, comercializar una película de cine, poner en circulación una importante emisión de bonos o elegir al presidente. 
En ocasiones, es un propagandista profesional quien crea el efecto deseado sobre el público; en otras, es un aficionado a quien se encarga el trabajo. 

Lo importante es que la propaganda es universal y continua, y que se salda con la imposición de una disciplina en la mente pública tanto como un ejército impone la disciplina en los cuerpos de sus soldados.
Tan ingente es el número de mentes que se pueden disciplinar, y tan obstinadas se vuelven cuando se les ha impuesto la disciplina, que un grupo a veces ofrece tanta resistencia que los empeños de legisladores, directores de periódicos o maestros resultan inútiles.

El grupo se aferrará a su estereotipo, tal y como lo expresa Walter Lippmann, y logrará que aquellos seres presuntamente poderosísimos, los líderes de opinión, queden convertidos en simples peces a la deriva.
En nuestra organización social actual, la aprobación del público resulta crucial para cualquier proyecto de gran calado. 
De ahí que un movimiento digno de todos los elogios pueda fracasar si no logra imprimir su imagen en la mente pública.
La beneficencia, así como los negocios, la política o la literatura, ha tenido que adoptar la propaganda, pues hay que disciplinar al público para que gaste su dinero del mismo modo que hay que disciplinarlo en la profilaxis de la tuberculosis.

Como es evidente, de ello se deriva que quien pueda ejercer la influencia necesaria, al menos durante un tiempo y con un objetivo en concreto, podrá liderar sectores enteros del público. 
Antaño quienes gobernaban también guiaban, lideraban.
Definían el curso de la historia simplemente actuando a su antojo. 
Pero hoy en día los sucesores de los soberanos, los líderes que alcanzan el poder en virtud de su posición o habilidad, ya no pueden proceder del mismo modo. 

Tienen que lograr la aprobación de las masas, por lo que recurren a la propaganda, una herramienta que resulta cada vez más poderosa cuando se trata de lograr esa aprobación. 
Por lo tanto, la propaganda ha llegado para quedarse. 
Los manipuladores de la opinión patriótica se sirvieron de los clichés mentales y de los hábitos emocionales del público para producir reacciones colectivas contra las atrocidades, el terror y la tiranía supuestos del enemigo.



Era de esperar que tras la guerra esas mismas personas inteligentes se preguntaran si no era posible aplicar técnicas similares a los problemas de los tiempos de paz.
De hecho, la práctica propagandística desde el final de la guerra ha asumido formas muy diferentes de aquellas que imperaban hace veinte años. 
No nos equivocamos si entendemos que esta nueva técnica merece por derecho propio el nombre de *nueva propaganda*.
La nueva propaganda no sólo se ocupa del individuo o de la mente colectiva, sino también y especialmente de la anatomía de la sociedad, con sus formaciones y lealtades de grupos entrelazadas.

Concibe el individuo no sólo como una célula en el organismo social sino como una célula organizada en la unidad social. 
Basta tocar una fibra en el punto sensible para obtener una respuesta inmediata de ciertos miembros específicos del organismo.
Son grupos pequeños de personas los que pueden y logran hacernos pensar a los demás lo que se les antoja sobre un tema determinado.

Pero toda propaganda suele tener a sus valedores y detractores, igualmente deseosos de convencer ala mayoría. 
No se le escapa a nadie que muchos de estos líderes son a su vez liderados, a veces por personas cuyos nombres apenas se conocen.
Muchos congresistas, al dar forma a su programa, siguen los consejos de un jefe de distrito del que han oído hablar muy pocas personas al margen de la maquinaria electoral.

Puede que los sacerdotes elocuentes ejerzan una poderosa influencia en sus comunidades, pero a menudo derivan sus doctrinas de una autoridad eclesiástica superior. 
Los presidentes de las cámaras de comercio modelan el pensamiento de los empresarios locales en lo que concierne a los asuntos públicos, pero sus opiniones se suelen derivar de alguna autoridad nacional. 
Un candidato a la presidencia de Estados Unidos puede resultar *designado* como consecuencia de una *demanda popular abrumadora*, pero es de sobra conocido que su nombre quizá fue decidido por una docena de hombres reunidos alrededor de una mesa en una habitación de hotel.

En algunos casos el poder de quienes mueven los hilos sin ser vistos es flagrante. 
Hay soberanos invisibles que controlan los destinos de millones de personas. 
La gente de a pie no está al corriente de hasta qué punto las palabras y las acciones de nuestros hombres públicos más influyentes están dictadas por personas taimadas que se mueven entre bambalinas.



Tampoco se percata de que nuestros pensamientos y costumbres están moldeados en gran medida por las autoridades, lo cual es todavía más importante.
En algunos ámbitos de nuestra vida cotidiana, que nos parecen propios de personas independientes, nos gobiernan unos dictadores que ejercen un gran poder. 
Un hombre que se compra un traje se imagina que elige con arreglo a su gusto y personalidad el tipo de ropa que más le gusta. 
En realidad, puede que esté obedeciendo las órdenes de un anónimo sastre londinense. 

El gobierno invisible tiende a concentrarse en las manos de unos pocos como consecuencia del elevado coste que implica manipular la maquinaria social que controla las opiniones y costumbres de las masas. 
Anunciarse a gran escala, para unos cincuenta millones de personas, es caro. 
Alcanzar y persuadir a los líderes de grupo que dictan los pensamientos y las acciones de la gente tampoco es barato.
Por esta razón, se observa una tendencia creciente a la concentración de las funciones de la propaganda en las manos de la figura del especialista en propaganda.

Los medios de que se sirve el asesor para informar al público de las actividades de su cliente son tan variados como los propios medios de comunicación: 
la conversación, los envíos por correo, los teatros y los cines, los periódicos, y tantos otros. 
El asesor en relaciones públicas no es un publicista sino alguien que recomienda recurrir a la publicidad cuando es preciso. 
El estudio sistemático de la psicología de masas reveló a sus estudiosos las posibilidades de un gobierno invisible de la sociedad mediante la manipulación de los motivos que impulsan las acciones del hombre en el seno de un grupo. 

Trotter y Le Bon, quienes se aproximaron a la materia desde una perspectiva científica, y Graham Wallas y Walter Lippmann, entre otros, quienes continuaron el trabajo de los primeros con investigaciones sobre la mentalidad de grupo, llegaron a la conclusión de que el grupo posee características mentales distintas de las del individuo, y se ve motivado por impulsos y emociones que no pueden explicarse basándonos en lo que conocemos de la psicología individual.

De ahí que la pregunta no tardase en plantearse: 
si conocemos el mecanismo y los motivos que impulsan a la mente de grupo, ¿no sería posible controlar y sojuzgar a las masas con arreglo a nuestra voluntad sin que éstas se dieran cuenta?
La práctica reciente de la propaganda ha demostrado que ello es posible, al menos hasta cierto punto y dentro de unos límites. 
La psicología de masas dista todavía de ser una ciencia exacta y los misterios de las motivaciones humanas no han sido desentrañados en absoluto. 

Pero nadie puede negar que teoría y práctica se han combinado con acierto, de modo que hoy es posible producir cambios en la opinión pública que respondan a un plan preconcebido con sólo actuar sobre el mecanismo indicado, al igual que los conductores pueden regular la velocidad de su automóvil manipulando el flujo de gasolina.

Si puedes influir en los líderes, ya sea con su colaboración consciente o sin ella, automáticamente influyes sobre el grupo que les sigue. 
Pero, en realidad, no es necesario que los hombres se congreguen en mítines públicos o en disturbios callejeros para que se conviertan en objeto de las influencias de la psicología de masas. 
Pues siendo gregario por naturaleza, el hombre se siente miembro de una grey aunque se encuentre solo en su habitación con las cortinas cerradas. 

Su mente conserva los patrones que la influencia del grupo le ha imprimido. 
Trotter y Le Bon llegaron a la conclusión de que la mente del grupo no piensa en el sentido estricto del término. 
En lugar de pensamientos tiene impulsos, hábitos y emociones. 
Al tomar decisiones su primer impulso suele ser el de seguir el ejemplo de un líder de confianza.



Éste es uno de los principios más sólidamente fundamentados de la psicología de masas. 
Actúa cuando un lugar de vacaciones gana prestigio o lo pierde, actúa cuando los clientes de un banco corren a retirar todos sus depósitos o cunde el pánico en el mercado de valores, actúa convirtiendo un libro en un best-seller o propiciando un éxito de taquillas en el teatro.

Sin embargo, cuando la muchedumbre no dispone del ejemplo de un líder y debe pensar por sí misma, no tiene otra opción que servirse de clichés, latiguillos o imágenes que representan un grupo completo de ideas o experiencias.
El propagandista, aprovechándose de un viejo cliché o manipulando uno de nuevo cuño, puede dirigir a veces una masa completa de emociones colectivas.

Los hombres rara vez se percatan de las razones reales que motivan sus acciones. 
Un hombre puede creer que compra un automóvil porque, tras sopesar las características técnicas de todas las marcas del mercado, ha llegado a la conclusión de que ese coche es el mejor. 
Con casi total seguridad se está embaucando a sí mismo. 
Lo compra, quizá, porque un amigo cuya perspicacia para las finanzas respeta, se compró uno igual la semana pasada, o porque sus vecinos creían que no podía permitirse un coche de esa categoría, o porque sus colores coinciden con los de su fraternidad universitaria.

Son sobre todo los psicólogos de la escuela de Freud los que han señalado que la gran mayoría de los pensamientos y acciones del hombre son sustitutos compensatorios de deseos que éste se ha visto obligado a reprimir.

Podemos desear algo no por su valor intrínseco o por su utilidad sino porque hemos llegado a ver inconscientemente en ese objeto el símbolo de otra cosa, cuyo mero deseo nos avergonzaría confesarnos. 
Un hombre que compra un coche puede creer que lo necesita para desplazarse, mientras que, en realidad, quizá prefiriese caminar por el bien de su salud y no tener que cargar con los gastos que acarrea.

En realidad, quizá lo quiera porque es un símbolo de posición social, una demostración de su éxito en los negocios o un medio para contentar a su mujer.
Este principio general, a saber, que los hombres en gran medida se ven impulsados por motivaciones que se ocultan a sí mismos, es tan cierto para la psicología de masas como para la individual.

Resulta evidente que el propagandista de éxito deberá entender los verdaderos motivos y no contentarse con las razones que arguyen los hombres para justificar sus acciones. 
Una de las doctrinas de la psicología de las reacciones consistía en que si un estímulo se repetía a menudo a la postre se creaba un hábito, o que la simple reiteración de una idea crearía una convicción. 

¿Quién influye en los hábitos alimenticios de la gente?. Como es obvio la respuesta no es otra que: Los médicos. De modo que el nuevo vendedor sugerirá a los médicos que afirmen públicamente que es saludable comer bacon.
Como si se tratase de una verdad matemática sabe que grandes cantidades de personas seguirán el consejo de sus médicos porque conoce bien la relación de dependencia psicológica que se da entre los hombres y sus galenos.

Cierra Bernays su libro afirmando;

La propaganda nunca desaparecerá. 
Las personas inteligentes deberán reconocer que la propaganda es el instrumento moderno con el que luchar por objetivos productivos y contribuir a poner orden en medio del caos.



Así es como piensan quienes nos manipulan...
Basta ver el G 20 en desarrollo y tomar nota.
Fuerte abrazo.

Gilgamesh***

viernes, 30 de noviembre de 2018

* Ex-Machina-74 *

***Bella última noche de Noviembre para todxs.



Cuando el Estado lo es todo, se florea la Biopolítica y su poder omnímodo, y ésto debe movernos a asumir nuestros actos y decir basta a un sistema agotado, pero partiendo de nosotros mismos y nuestra capacidad de dejar de ser marionetas.

Y después de ver lo que es éste G 20 2018 Argentum...mucho más...



Fuerte Abrazo.

Gilgamesh***

-podcastgilga

* Je..20-parte dos *

***Feliz último alfinViernes de Noviembre para todxs.

Papelones hacemos todos alguna vez en la vida, como mínimo uno, dos, pero lo de Argentina....ya supera todo lo imaginado..
Imagino cuánto lo deben disfrutar quienes siempre han mirado a éste país desde algún tipo de resentimiento o sentimiento negativo, pues..todo llega y son momentos de hacerse una verdadera *panzada*.

Estarán al tanto, quizás, de aquél escándalo relatado hace días sobre la final que no se pudo jugar entre River y Boca, y bueno...no podía terminar el asunto sin acomodarse a éste tiempo que vive el país, ...insólito pero real...



Es una patraña decir que *no se puede garantizar*, en realidad ésto se corresponde decía, con el momento actual de éste país, una especia de Gran Ramera que se acuesta con todos, les hace precio y se entrega sin titubear.
Cuánto dinero habrá detrás de éste *espectáculo* como para semejante bajeza, pero bueno...hay que tomárselo con humor..;



Sólo faltó que la final se jugara el 24 de Diciembre a las 10 de la noche y la Navidad se trasladara al 6 de Enero porque al parecer los Reyes Magos no *vendrían* por miedo a que sus camellos fueran atacados a piedrazos por una falla de la seguridad....

Argentina...país generoso...
Pero los papelones se suceden ahora con la Cumbre G 20, un hazmereír sin solución de continuidad..
Llega Macrón a Aeropuerto, baja las escalinatas del avión y...no hay nadie..., nadie para recibirlo..., la encargada era la Vicepresidenta, pero vaya uno a saber qué pasó..., dicen que se equivocó de aeropuerto...

Macrón bajó del avión y al no haber nadie del protocolo tuvo que saludar a un empleado del aeropuerto que...jejeje...en cima tenía puesto un chaleco amarillo...como los que en Francia le están haciendo sendas manifestaciones;



Finalmente, cuando Macrón subía al coche para trasladarse apareció muy agitada la Vicepresidenta Michetti en su silla de ruedas improvisando unas palabras de disculpa en *francés-ñol* que dicen..fué desopilante...

Pero lo de la Vicepresidenta no terminó allí, con un comentario despectivo se refirió a su *lástima* porque fué designada para ir a la Asunción de Obrador en México, y se tenía que perder la cumbre del G 20;



- *A mí me toca lamentablemente -porque me hubiera encantado estar en todas las actividades del G-20- pero me toca reemplazar al Presidente y representar a Argentina en la asunción de López Obrador*.

Los papelones siguieron cuando llegó el avión que traía al Presidente de China, imaginarán la escena, dos filas de soldados con vestimenta típica de gala dejando un pasillo por donde el visitante va a pasar, banda musical, y se abre la puerta del avión.
Para los del protocolo todos los chinos son iguales...y al aparecer el primer chino al abrirse la puerta y comenzar a bajar la escalerilla..la fanfarria comenzó con el recibimiento, los soldados alzaron sus sables, la banda comenzó a tocar hasta que alguien les dijo ¡¡paren, paren ese no es el Presidente!!!...

Seguramente que ese chino, funcionario menor de la delegación...le va a contar a su nietos el día que lo recibieron con honores en un país llamado *Argentonta*...





Pero hay más...
Imaginate la necesidad de generar confianza en los *inversores*, se arma todo un discurso para mostrar las bondades del Gobierno ante los ansiados *Banqueros* de las principales potencias y de repente...¡zassss!!



Encima..con el miedo que tienen todos de que la seguridad falle..se cortó la luz y; *Caos, desconcierto y bomberos corriendo*, las descripciones de lo ocurrido.
No te quepa duda que la primera inversión será en parques fotovoltaicos...

Pero falta un papelón más;



Y ahí vamos...¿tendremos más?..
Cuando vemos el grado de militarización en Buenos Aires francamente prefiero que sigan los papelones y no cosas peores.

Tanques de guerra en pleno centro, enojo y caos en los habitantes de la Capital al ver que las señales de sus celulares están inhibidas, gente esperando un colectivo que nunca llega, personas que salieron de sus casas antes del operativo y que ahora no los dejan ingresar a la calle donde está su hogar, falsas amenazas de bomba, y éste artículo publicado ayer que...genera muchas suspicacias.

O bien es un *protocolo de sobreactuación* o....no me extrañaría..con una Argentonta en oferta como chivo expiatoria ante cualquier experimento que ojalá, nunca ocurra;




El Príncipe Saudí no sale de la Embajada, Angela Merkel y su vuelo que pegó la vuelta hacia Alemania por *desperfectos eléctricos*, suspendida la reunión entre Putin y Pandora T. por el *incidente* ruso-ucraniano, y ésta tarde una masiva protesta contra el G 20 que ameritó a que la Ministra de Seguridad ordenara a las fuerzas represivas portar *armas de guerra* sin que ésto fuera =como la ley obliga= publicado en el Boletín Oficial..., deseo con todo mi corazón que sigan los papelones antes de que ésta putrefacta Cumbre nos entregue peores noticias.

Mientras escribo, algo más y realmente ..insólito;



-Un temblor sacudió esta mañana a gran parte de la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano. 
El Instituto Nacional de Prevención Sísmica-NPRES registró que el movimiento fue a las 10.27, con una magnitud de 3,8 en la escala Richter y el epicentro se ubicó 32 kilómetros al sur de Capital Federal y 50 kilómetros al oeste de La Plata.

El temblor fue reportado en los partidos de Esteban Echeverría, Lomas de Zamora, San Isidro, Quilmes, Berazategui, Vicente López, entre otros, además de la Ciudad de Buenos Aires.

Mmmmm....

Cierro con una de esas que viene a demostrar sobre la mentira del *calentamiento global*, aunque el sitio la utilice =a mi criterio= equivocadamente creyendo en la farsa con la intención de *pegarle* a las potencias de la cumbre. 
Pero quienes hemos ahondado hartosuficientemente sobre el tema encontramos éstas perlas para argumentar a nuestro favor de porqué es una farsa, y las pruebas al canto;



Las grandes potencias económicas del mundo comandan el G-20 y son también los máximos responsables del cambio climático, el aumento de la temperatura global y los consiguientes desastres ambientales. El 76 % de las emisiones del dióxido de carbono =principal factor del ascenso de la temperatura= proviene de los países del G20. Encabezan el ranking de contaminación China, Estados Unidos, la Unión Europea, India, Rusia, Japón y Alemania. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático-IPCC advirtió que habrá *impactos catastróficos* si la temperatura sigue en aumento.

Según el último registro en 2015 de dióxido de carbono los mayores contaminantes son China 29,36 % del total, Estados Unidos 14,27 %, India 6,77 %, Rusia 4,85 %, Japón 3,45 %, Alemania 2,14 %, Corea del Sur 1,70 %, Canadá 1,53 %, Arabia Saudita 1,39 % e Indonesia 1,38 %.
La lista del G20 y contaminación global sigue con Brasil 1,34 %, México 1,30 %, Australia 1,23 %, Sudáfrica 1,15 %, Reino Unido 1,09 %, Turquía 0,98 %, Italia 0,97 %, Francia 0,90 % y Argentina 0,52 %.

La organización internacional Transparencia Climática elaboró un informe llamado *Brown to Green Report* sobre la situación de los países del G-20 y el cambio climático. *Ninguna de las propuestas de políticas climáticas del G-20 es compatible con un aumento de temperatura global de menos de 1,5 grados, pactado por los países firmantes del Acuerdo de París en 2015*, cuestiona la investigación.

Ninguno de los gobiernos del G-20 asumió compromisos reales para cumplir esa meta.
El 10 % de la población más rica del planeta es responsable de la mitad de las emisiones globales.
Hay un pacto de los gobiernos que más emisiones causan para no interferir en las ganancias de los más ricos, incluidas las trasnacionales petroleras y otras que lucran con las actividades que generan el caos climático.

A buen entendedor..., tal como se desprende de todo ésto, no existe ningún calentamiento, y mucho menos por el uso de fósiles, los grandes jugadores lo saben y por eso no van a invertir sus dineros en una farsa que sólo es aplicada o aceptada por gobiernos genuflexos y subordinados al meganegociado, por cierto, España no figura en la lista, al parecer ha hecho bien los deberes...

El problema de España entonces, y de otros también, es que cuando ocurra todo lo contrario al calentamiento, deberán afrontar la responsabilidad interna ante sus habitantes por la incapacidad de generar energía suficiente en un escenario decía, de todo lo contrario a un calentamiento.

Y para nos, los pobres argenTIMADOS...menos mal que al General Don José de San Martín no lo pusieron en criogénesis..porque si se despertara hoy...se cortaría las venas con el chip del celular..

Crazy mundo...y que nos pille confesados..

Fuerte abrazo.
Gilgamesh***

Fuentes;
-politicargentina
-periodicotribuna
-politicargentina2
-cienradios
-politicargentina3
-eldestapeweb
-pagina12
-pagina12-2
-pagina12-3

jueves, 29 de noviembre de 2018

* El Arte del Buen Vivir *

***Muy buen día Jueves para todxs.

Continuando con mucho de lo que estamos aprovechando de los audios con Domi sobre Hernández, quiero regalarles hoy, un escrito que considero *imprescindible* =al menos para quienes deseen invertir su tiempo gratuitamente= a la hora, no sólo de analizar qué significa nuestra existencia, sino además =y mucho más importante= cómo enriquecer nuestra concepción del *vivir bien* con herramientas que ayudan y mucho en lo práctico de nuestro día a día.

Es decir que, de la cruenta radiografía que nos espanta cuando vemos qué es el mundo..., a la receta práctica que al menos nos ayude a *transitar* éste camino plagado de trampas y depredadores.

Bien podría llamarle irónicamente a éste escrito *Cómo sobrevivir sin ir al Psicólogo*...jeje..pero considero que incluso el Psicólogo es útilísimo aunque muchos optemos por la Gnosis y la Filosofía, lo cual no invalida a nada sino que intenta *sumar*.

Héctor Ceballos Garibay, que tiene un currículum vitae realmente notable, mexicano, de nuestra generación =los que nacimos entre los 50/70= de quién sólo citaré a manera de presentación que es Maestro en Sociología por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM aprobado con *Mención Honorífica*, y además Doctor en Sociología por la misma prestigiosa Universidad mexicana, también aprobado con probado con *Mención Honorífica*, y siendo imposible citar sus más de cien tesis, escritos, y otros formatos, hace en éste escrito que presento para ustedes, una excelente radiografía del mundo actual, y lo acompaña con un raconto perfectamente comprensible y amigable, especialmente para quienes han sabido huir y mucho jeje..de la aburrida Filosofía y sus términos complicados.



Pero Héctor no se queda decía, en la dura radiografía ni en el repaso sobre las viejas concepciones, sino que además *propone* qué rescatar de aquello, cómo aplicarlo a éste tiempo, y en definitiva, cómo el *buen vivir* deja de ser una utopía si logramos llegar hasta la médula del asunto.

Tal como he expresado muchas veces, gambetear y eludir es la premisa, a todo aquello que viene hacia nosotros para meternos en problemas o amargarnos la vida, pero sabiendo también que en algún momento algo de todo eso =o mucho a veces en muchos casos=, nos va a impactar pese a nuestra habilidad *maradoniana*, y habrá entonces que *aprender* a *amortiguar*, aguantar =porque en muchos casos es inevitable= hasta que como siempre, todo pase, con o sin nuestra intervención para mermar o extirpar el efecto del dardo que se clava en la carne y en la mente.

Sin más, les dejo un fuerte abrazo y recomiendo ésta lectura, que no merecía ser entregada en cuotas sino así, completa a pesar de su extensión.

LA ÉTICA HEDONISTA O EL ARTE DEL BUEN VIVIR
Por: Héctor Ceballos Garibay

Si ya en la Antigüedad resultaba problemático desentrañar el concepto de felicidad, más ahora, en estos tiempos trepidantes del nuevo siglo y milenio, cualquier disertación sobre ella adquiere la dimensión de una tarea intelectual saturada de riesgos. 
¿Cómo, por ejemplo, evitar la cursilería o huir del lugar común que trae aparejado esta noción tan manida en los manuales de superación personal, en las utopías políticas ya periclitadas y en las infaltables prédicas religiosas que prometen el paraíso
celestial?

Y no obstante las dificultades sociológicas propias del término, bien vale la pena hacer ahora =como reacción vital frente al desánimo posmoderno= un esfuerzo teórico que lleve a la reivindicación de la felicidad mediante una perspectiva laica y sobre la base de un hedonismo crítico y humanista.
La mayor dificultad para concebir una ética sustentada en el placer estriba, sin duda, en la asociación mecánica y unívoca que los ideólogos de la sociedad capitalista han establecido entre la felicidad y la capacidad de consumo, entre el bienestar individual y la posesión de objetos materiales, entre la realización personal y el arribismo social. 

En efecto, desde la invención del periodismo escrito, pasando por la proliferación de la radio, el cine y la televisión, hasta llegar a la actual utilización de la
Internet, los medios de comunicación de masas han cumplido cabal y eficientemente con la función de servir a la reproducción del sistema en su conjunto: 
manipular la conciencia y la autoestima de la gente, domesticar su sentido del gusto =para volverlo más dócil a los caprichos de las modas y a los ideales occidentales de salud y belleza=, y dictar las maneras de cómo deben los individuos emplear su tiempo libre =un concepto de ocio asociado primordialmente con la compra de mercancías y con el uso y abuso de drogas, alcohol y sexo=.

Las consecuencias de este diario ejercicio de lobotomía social no podrían haber sido más funestas, baste mencionar cuestiones intrínsecas a la condición posmoderna tales como: el imperio de lo efímero, la homogenización de la cultura mediante el *pensamiento único*, la multiplicación del alma mediocre y sumisa, la producción incesante de productos chatarra y de billones de toneladas de basura, el despilfarro inmisericorde de recursos naturales y humanos, el sometimiento político de las masas a las élites tecnocráticas, y la conformación de un mundo voraz en donde la antropofagia resulta ser el mejor camino hacia el éxito. 

Y tener éxito, según este paradigma mercadotécnico y fetichista, no significa otra cosa que conseguir a cualquier precio y por cualquier medio esa anhelada tríada constituida por el dinero, la fama y el poder. 
Así entonces, ya se trate del sentido último y más profundo de la existencia humana o de las nociones de goce y diversión, descanso y entretenimiento, todos estos conceptos se encuentran indisolublemente ligados a la lógica de procurar el máximo consumo de mercancías, a la búsqueda insaciable del mayor lucro posible, y a la explotación irracional e intensiva del hábitat mundial.

De seguir así las cosas, es decir, si no se fomenta un cambio radical que lleve a la construcción de otro paradigma socioeconómico y cultural de vida que sea alternativo al actual, no sería exagerado vislumbrar un futuro en donde el paulatino ecocidio del planeta se convertirá en una de las causas de una probable autoaniquilación de la especie humana.
A primera vista, la sociedad mediática contemporánea parecería ser un ámbito bullicioso y festivo en donde se le rinde culto al placer y en el cual reina la alegría que suscita el acceso libre al inmenso arsenal de productos que ofrece el mercado capitalista. 
Una fotografía de alguna calle atestada de consumidores en una noche navideña de cualquier ciudad industrializada reforzaría, sin duda, esa impresión inicial.

Pero la parafernalia de afanosos y obsesivos compradores de regalos, de alimentos, de bebidas y de felicidad etiquetada y fugaz, constituye únicamente el escenario fastuoso que esconde el entramado de explotación y miseria que prevalece entre individuos, clases y naciones; un mundo desigual e inicuo en donde las grandes mayorías se encuentran marginadas de los bienes más elementales. 
Ese mismo tinglado de oropeles, mediante el cual se manipula el gasto disponible para adquirir los satisfactores básicos y la manera como la gente disfruta del tiempo de ocio, también sirve a manera de cortina de humo para encubrir la anomia social que carcome y corroe a este modelo civilizatorio. 

Fenómenos prototípicos de nuestra era como el inevitable estrés citadino, la expansión de la violencia delictiva, el aumento de la drogadicción y el narcotráfico, la corrupción generalizada, el incremento de los suicidios, la proliferación de las enfermedades mentales, etcétera, revelan el rostro de una sociedad que bien analizada resulta ser más autodestructiva que hedonista, más tanática que erótica.



Ciertamente, lo que prevalece como dato hegemónico en el modo de vida presente no es la presencia de un hedonismo creativo y lúdico, sino la impronta de un sensualismo fetichista: la mistificación ideológica del Dios-dinero capaz de comprar todo lo existente concebido como fundamento de la felicidad humana. 
De esta forma, las mercancías y las relaciones interpersonales dejan de funcionar como medios para la satisfacción de necesidades esenciales y se transmutan en fines, en fetiches: objetos todopoderosos y enajenantes que cautivan temporalmente los sentidos primarios de los individuos. 

Baste, por ejemplo, observar aspectos como la comercialización incesante de pornografía, el auge de la prostitución infantil y la creciente deserotización de la sexualidad contemporánea, para arribar a la conclusión de que en lugar de vivir en una cultura alegre y festiva, más bien formamos parte de una sociedad hipócrita cuyo pansexualismo desaforado representa la faz contraria pero al mismo tiempo complementaria de su acendrada mojigatería y autorrepresión sexuales.

De manera semejante al fumador contumaz que goza mientras fuma uno más de sus incontables cigarrillos y desemboca así en una lenta autodestrucción, asimismo sucede con la sociedad contemporánea que, en una ilusoria búsqueda de felicidad, recurre en exceso a la adquisición de artículos y servicios =la mayoría de ellos suntuarios, adulterados y de pésima calidad=, generándose de esta forma una civilización anómica y patológica en donde impera el despilfarro de recursos materiales y humanos y en la cual las cosas adquieren más valor que las personas. 

Esta lógica mercantilista no sólo no proporciona un placer genuino y duradero a las personas, sino que, para colmo, tarde o temprano este ritmo devorador y sin freno pasa la factura a la salud de los consumidores: ataques al corazón, proliferación de la obesidad, infecciones virales de nuevo cuño, cánceres a temprana edad, cuadros sicóticos, estrés permanente, envejecimiento prematuro, demencia senil y vacío existencial, entre otras muchas de las secuelas que asechan cada vez con mayor fuerza al homo faber posmoderno.

Luego de haber expuesto esta radiografía crítica de la sociedad mediática y cosificada de nuestro tiempo, cabe preguntarse: 
¿qué hacer entonces, en dónde buscar las fuentes de inspiración filosóficas y artísticas de una nueva ética humanista que pueda servirnos como paradigma sociocultural alternativo frente al actual desasosiego civilizatorio? 
Una respuesta posible a tal interrogante, como en tantos otros casos, se halla en la Hélade y consiste en reivindicar el hedonismo que profesaron los sabios griegos de la Antigüedad.

Evidentemente no me refiero a la escuela platónica, cuyo esquema ontológico dualista =mundo inteligible-mundo sensible= desemboca en un rechazo radical de todo lo concerniente al placer corporal y perceptual del ser humano, sino que aludo al abanico teórico-intelectual que se inicia con Aristipo de Cirene =435-355 a C.=, pasa a través del atomismo de Demócrito =460-370 a C.= y llega a su mayor esplendor con las disertaciones y enseñanzas éticas de Epicuro =341- 270 a C.=.

Desde la perspectiva radical de estos tres pensadores, la felicidad no depende de la virtud =identificada por los socráticos con la justicia=, sino que más bien se relaciona con el placer =edoné= concebido como un fin en sí mismo. 
Dos elementos más aparecen como pilares del hedonismo heleno:

a) El goce no se consigue a partir del disfrute de los bienes externos sino gracias a las satisfacciones profundas del alma.

b) La verdadera sabiduría radica en la prudencia con la cual el hombre evita los excesos pasionales a fin de alcanzar un equilibrio interno que sustente la propia felicidad individual.

El epicureísmo y el estoicismo =hijos antagónicos de la misma sociedad helenista= constituyen la respuesta filosófica a la nueva civilización que surge luego de la muerte del conquistador Alejandro Magno en el 323 a.C.. Se trata de una gigantesca transformación sociocultural derivada de la fructífera interrelación de Oriente y Occidente =fusión de diversas religiones, idiosincrasias, etnias y culturas= a raíz de la expansión militar del imperio macedónico. 
Entre las múltiples secuelas dejadas por dicho acontecimiento cabe mencionar:

1) El debilitamiento del concepto griego de ciudad y la propagación de la noción de imperio como el mejor modelo político a seguir.

2) La liquidación de la visión peyorativa en contra de los *bárbaros* =todo individuo no nacido en Grecia= y la adopción de una imagen cosmopolita del mundo.

3) El surgimiento de un arte cuyo dinamismo y exuberancia refleja con nitidez el pathos propio de la época: la turbulencia, la desazón, la angustia, el drama de una vida carente de certezas y saturada de enigmas. Frente a este talante convulso del universo helenístico, muy similar al ánimo posmoderno de la sociedad contemporánea, emerge un discurso filosófico obsesionado con encontrar el mejor camino hacia la felicidad.



La tradición estoica, fundada por Zenón de Citio-336-264 a.C., sustenta su ética en la búsqueda afanosa de la impasibilidad, es decir, en el objetivo primordial de renunciar a los placeres sensuales, a los bienes materiales y a las tribulaciones pasionales o sentimentales =incluidas la piedad y la misericordia=. 
En oposición radical a los epicureistas, los estoicos predican la apatía como la esencia de la virtud: permanecer indiferentes y hasta reacios frente a las vicisitudes que atormentan a los individuos.
Y el corolario no podía ser otro que proponer el mayor aislamiento de éstos de cara al acontecer mundano. 
Sólo así, mediante la férrea vigilancia y autodisciplina de sí mismo, puede garantizarse que el hombre no sucumbirá ante cualquier tentación o enfermedad del alma.

El epicureísmo, por el contrario, aduce que el placer es el fin supremo de la existencia humana, la clave de la felicidad de los individuos. 
No se trata =hay que precisarlo= de un goce puramente sensualista, sino de lograr la aponía =ausencia de dolor en el cuerpo= y la ataraxia =carencia de perturbaciones en el alma=. 
Epicuro desprecia los placeres efímeros, vanos y egocéntricos: 
la acumulación y ostentación de riqueza, poder y gloria. Pero, a diferencia de los estoicos, jamás renuncia a la vida ni desconoce la presencia imperiosa de los instintos en la naturaleza humana. 

Por eso, más que reprimir o evadir las pasiones, la meta del epicureísmo consiste en aprender a dominar esos sentimientos indómitos que afloran de manera natural y a la menor provocación.
Desde esta perspectiva, la verdadera sabiduría reside en la capacidad de discernimiento de las personas a la hora de elegir libremente entre los placeres necesarios y los superfluos, los esenciales y los prescindibles.

Dicho en términos actuales, el hedonismo requiere de un análisis racional de costo-beneficios: evitar un regocijo inmediato =producto de una ingesta excesiva de alimentos o de alcohol, por ejemplo= a fin de no afrontar las consecuencias nocivas mediatas de esa acción =la sensación de pesadez gástrica o la intoxicación etílica=. Asimismo, multitud de alegres y fugaces borracheras no valen el precio de una cirrosis hepática duradera y mortal. 

Y viceversa: preferir un sacrificio o un displacer momentáneo =el dolor de una intervención quirúrgica, pongamos por caso= se justifica por sí mismo en aras de conseguir la salud y el bienestar permanentes. 
La necesidad y pertinencia de hacer cotidianamente este tipo de balances racionales entre los pros y los contras de cada acto individual, sea para asuntos nimios o trascendentes, explica por qué los seguidores de esta filosofía asocian la virtud ética con la prudencia y la templanza.

El epicureísmo, al evitar los excesos y los vicios, promueve una vida sosegada y apacible, austera y sencilla, en la cual debe prevalecer lo más posible el apaciguamiento de las angustias y la serenidad del alma. Por esta razón, jamás existirá la felicidad si el hombre vive apesadumbrado con el miedo a los dioses y demonios, y si, para colmo, se atormenta ante el inexorable y natural arribo de la muerte. 
Basta ya de falsos temores, advierte el filósofo: 
en primer lugar, porque no hay vida ulterior y ultraterrena; y, en segundo, porque resulta absurdo temerle a la extinción física y espiritual de las personas, olvidándose que la muerte presupone un estado final: 
la no sensación, la nada eterna. 

Así entonces, el hombre sabio es aquél que disfruta la vida en el aquí y el ahora, aquél que muestra las menos preocupaciones físicas y metafísicas, aquél que satisface sus necesidades esenciales y goza de los bienes con mesura y lucidez, aquél que alcanza el placer corporal e intelectual mediante el control de sí mismo y, en lo posible, de su propio destino.



Mostrar que puede existir un placer reposado, duradero y profundamente espiritual es el motivo axial de Epicuro cuando, a sus 35 años, se establece en Atenas y funda la escuela el Jardín. 
A esta venerable institución de sabiduría asisten, de manera regular y voluntaria, niños, ancianos, mujeres e incluso esclavos. 
Debido a esta extraordinaria apertura, la práctica pedagógica del epicureísmo se distingue enormemente =además de por sus diferencias filosóficas= de las célebres escuelas que la preceden: 
la Academia platónica y el Liceo aristotélico. 
La asidua y agradable convivencia de maestro y alumnos facilita la transmisión de los conocimientos esenciales: fortalecer el carácter ecuánime, eliminar los prejuicios religiosos, no tenerle miedo a la muerte y cultivar la amistad en tanto que factor consustancial y privilegiado de la felicidad humana. 

De esta propedéutica hacia el *buen vivir*, ninguna lección aparece tan estimada y anhelada como aprender el arte de la amistad: dar, recibir, compartir.
A este respecto, el filósofo advierte que es más satisfactorio conceder un beneficio que recibirlo; en otras palabras: ser amables y bondadosos produce un bienestar espiritual que supera en mucho a la generosidad inducida a partir de esperar recompensas ulteriores o aquélla suscitada por las convenciones sociales y la vanidad personal. 
Quizá por ello, por esta manera como él mismo se prodiga con sus discípulos, Epicuro es considerado como uno de los maestros más queridos e influyentes de su tiempo.

Injusta y falsamente, sus enemigos lo acusan de profesar una filosofía fomentadora del egoísmo y el libertinaje. 
La verdad muestra lo contrario: a pesar de ser un hombre enfermizo y jorobado, el sabio griego no sólo es consecuente en su vida cotidiana a la hora de practicar sus principios éticos hedonistas, sino que también posee cabal conciencia de la relación dialéctica entre la justicia, la honradez, la serenidad y la vida grata. 
Su lección moral resulta valedera para todo tiempo y lugar: 
es más placentero vivir en el seno de una sociedad en la que impera la ley y los derechos de todos son respetados, que en una donde reina el caos y la injusticia.

Vistas así las cosas, en vez de promover el egoísmo, Epicuro postula que la felicidad individual tiene que extenderse al mayor número de sujetos a fin de corresponderse y complementarse con el bienestar de la colectividad.

Es un dato interesante observar que si bien el arte helenístico elige el camino de las formas tempestuosas y grandilocuentes =véase, a manera de ejemplo, el majestuoso altar a Zeus esculpido en Pérgamo= como reacción creativa frente a la turbulenta sociedad que lo prohijó, el epicureísmo, por el contrario, prefiere responder a su época a través de la reivindicación filosófica de la prudencia y la serenidad =la anhelada ataraxia= en tanto que conductas éticas capaces de preparar mejor a los individuos para arrostrar las venturas y desventuras de la vida. 

Unos cuantos siglos más tarde, en tiempos de la hegemonía romana sobre el mundo, el arte y la filosofía coinciden al ofrecer una misma respuesta a las circunstancias históricas del momento. 
Así entonces, a la estética que florece en el siglo de oro latino, basada en la mesura y la armonía postuladas por el canon clásico griego, le corresponde un discurso intelectual de altos vuelos representado por la obra *De la naturaleza de las cosas*, de Lucrecio-95-51 a.C., quien retoma y difunde con gran fidelidad la ética hedonista a través de su insigne poema filosófico.

Y a tal grado este autor es consecuente con su acendrado epicureísmo, que precisamente por no tenerle miedo a la muerte, a sus 44 años, elige suicidarse.
A contracorriente del hedonismo greco-latino, los siguientes siglos están dominados filosóficamente por el estoicismo tardío y por la escolástica cristiana, sobre todo durante la decadencia del Imperio romano y en el transcurso de la Edad Media europea. 
Frente al paganismo y el politeísmo de antaño, la sociedad medieval cristiana favorece el pensamiento místico y propicia la represión de las pasiones sensuales y sexuales de la gente. 
La búsqueda del placer se convierte en tema tabú en virtud de la nueva prédica religiosa que no sólo induce la vida monástica, sino que además privilegia el papel del alma y subestima la función del cuerpo.



El catecismo católico se impone como ideología oficial e instituye el matrimonio monogámico-patriarcal. 
La Santa Inquisición, por su parte, no ceja en su lucha contra la lujuria, el ateísmo y la brujería. 
El nuevo orden jerárquico y estamental del feudalismo se expande con mayor facilidad en toda la cristiandad una vez que, gracias al poderío económico y militar de la Iglesia y el papado, se castigan los pecados de la carne y se combate cualquier forma de herejía.
El control político-ideológico sobre la conciencia de la gente alcanza su triunfo definitivo cuando arraiga en el imaginario social la creencia de que no importa la inclemente explotación de los campesinos en los inmensos latifundios si, al fin y al cabo, todo feligrés piadoso será redimido de sus sufrimientos terrenales después de la muerte y en el mundo celestial.

Al sobrevenir la modernidad, se expande por Occidente una cosmovisión humanista, empirista y racionalista. Durante el Renacimiento son reivindicadas la estética y la filosofía clásicas del mundo greco-latino. 
Las pasiones humanas, antes acalladas y clandestinas, salen de sus guaridas y florecen gracias a la libertad que fluye en la literatura y las artes plásticas; lo mismo ocurre con la transgresión de las normas sociales y religiosas durante el desfogue libidinal en los carnavales.

El proceso de secularización =separación Iglesia-Estado= que vive la sociedad europea durante la Edad Moderna redunda en un pausado fortalecimiento de la cultura laica, el hedonismo y el antropocentrismo. 
A pesar de las rémoras que muestran la sociedad aristocrática y las monarquías absolutistas, durante el siglo de las Luces se propaga la divisa *atrévete a saber*, y con ello se expande por doquier el pensamiento crítico y la lucha de los filósofos de la Ilustración en contra de los dogmas y los prejuicios religiosos.

Las revoluciones burguesas, a sangre y fuego, liquidan de raíz las cadenas absolutistas y así emergen una tras otra las constituciones democráticas. 
La progresiva erradicación del oscurantismo medieval conduce hacia una paulatina reivindicación del placer y el saber en todas sus modalidades. 
Las teorías científicas de los siglos XIX y XX desvelan mitos y misterios, combaten el miedo y la ignorancia, y demuestran que la mente y el cuerpo constituyen una entidad biopsíquica indisoluble e interdependiente. 
La ciencia explica paso a paso el origen del hombre y del universo. 

Una conclusión más radical aún, heredada de los conocimientos y la experiencia de la pasada centuria, derriba la mojigatería victoriana y socava los esquemas de la moral judeocristiana: 
la sexualidad humana se manifiesta desde la más tierna infancia, se expresa de manera consciente e inconsciente, es polimorfa, está moldeada por patrones culturales cambiantes, y no sólo sirve para la reproducción de la especie:
también cumple un papel primordial como fuente de placer erótico y en tanto que base primordial de relaciones amorosas gozosas e imaginativas.

Y no obstante los inconmensurables avances civilizatorios =el respeto a los derechos humanos, la igualdad jurídica, el liberalismo, el confort, la tolerancia, la higiene, la privacidad, la democracia y los logros tecno-científicos recientes: la cibernética, la ingeniería genética, la nanotecnología, la información satelital, la fertilización in vitro, el mapa del genoma humano, etcétera= legados por la era moderna y posmoderna, resulta evidente que la sociedad del siglo XXI todavía se encuentra confundida y manipulada sobre lo que es o debe ser el arte del *buen vivir*. 

Por un lado, aparece la nociva respuesta tecnoburocrática: 
la homogenización del pensamiento, la estandarización de los patrones de conducta, la sacralización de la ciencia, la robotización del alma, todos ellos fenómenos impuestos por las élites del poder a una comunidad mundial masificada y globalizada, la cual, por desgracia, continúa siendo víctima del adoctrinamiento ideológico consumista y aún no aprende a defender su mayor riqueza: 
la vasta diversidad cultural de la especie.

Por el otro, prolifera por doquier esa ancestral ilusión inventada por los hombres para darse seguridad y consuelo: 
la mentalidad mítica y religiosa, ya sea que se exprese a través del sectarismo y el dogmatismo de los monoteísmos tradicionales =musulmán, cristiano, budista=, o bajo la forma del misticismo contemporáneo: el new age y sus múltiples variables de esoterismo ramplón que se venden a manera de recetas infalibles para la superación personal o bien como técnicas de adivinación de una felicidad predestinada.



Así pues, ninguna de estas dos respuestas ofrece una perspectiva racional y tolerante que, ya sea en el plano individual o social, ayude a aliviar el malestar civilizatorio de una comunidad mundial sumida en el círculo vicioso sadomasoquista de poseer, consumir, despilfarrar y destruir todo lo existente.
Ante este patético escenario, donde la noción de felicidad se confunde con la voracidad consumista y cuando el fetichismo sensualista aparece como la principal ocupación de los individuos, resulta muy provechoso retomar algunos principios morales planteados por el hedonismo griego. 
Se trata, exclusivamente, de buscar ciertas líneas maestras o fuentes de inspiración, pues sería quimérico intentar, con miras a la solución de los ingentes problemas contemporáneos, reproducir y aplicar en forma mecánica y ortodoxa cualquier sistema filosófico o pedagógico correspondiente a las sociedades ya fenecidas.

Además, cada persona, de acuerdo con su experiencia, debe construir su propio paradigma moral del buen vivir, ya sea de cara al actual desasosiego posmoderno o frente a sus muy particulares encrucijadas existenciales. En mi caso y de acuerdo con mi peculiar concepción del mundo y de la vida, he subrayado mi entusiasmo por las tesis de Epicuro, pero igual hubiera podido citar las contribuciones de pensadores como Montaigne, Voltaire, Stuart Mill, Nietzsche, Marx y Bertrand Russell, quienes también me resultan imprescindibles para cualquier pretensión de formular una teoría hedonista amplia y consistente que, sobre la base de planteamientos críticos, laicos y humanistas, pudiera eventualmente funcionar como un modelo de conducta social y moral aplicable a la realidad de nuestro tiempo.

De todas suertes, ya sea que sirvan como eslabones para la ulterior construcción de un complejo paradigma social-cultural hedonista que sea alternativo al modelo fetichista actual, o bien que funcionen como simples sugerencias para que los individuos practiquen libremente una ética gozosa de la existencia, a continuación apunto tres breves reflexiones que podrían constituirse, aunadas y retroalimentadas con la sabiduría del epicureísmo, en fundamentos del arte del buen vivir.

1) Si bien lograr la serenidad del alma =la ataraxia= constituye un elemento indisociable de la felicidad, no se debe olvidar el papel fundamental que desempeñan los conflictos en la maduración personal de cada individuo. Y no sólo por el hecho de que resulta imposible reconocer la alegría y la dicha si no hemos padecido sus contrarios: la tristeza y la desdicha, sino porque las contradicciones, los obstáculos, los desafíos y los vaivenes propios del acontecer humano son el medio idóneo para formar el carácter y templar la personalidad de cada sujeto. 
Desde esta perspectiva, el mejor hedonismo no es ese que logra evadir el sufrimiento, sino aquel que consigue =gracias a la experiencia que dan los golpes de la vida= lidiar con la presencia recurrente de la infelicidad y, sobre todo, se muestra capaz de remontarla.

Atajar y superar los tentáculos siempre fortuitos y enigmáticos del infortunio es la gran prueba de la sabiduría hedonista. 
Y una vez que se ha reconquistado la serenidad perdida momentáneamente debe emerger, de manera cotidiana y duradera, la alegría de vivir. 
Así entonces, la intrínseca conflictividad del individuo y de la sociedad más que ser una fuente de preocupación o displacer, tiene que convertirse en el fundamento de cualquier proyecto de vida que busque una realización personal sobre la base de trascender los obstáculos y las adversidades externas a fin de arribar a más altas y profundas satisfacciones espirituales.



2) Frente al sensualismo fetichista de la sociedad contemporánea, en donde la sexualidad se identifica tanto con la posesión insaciable y promiscua de cuerpos como con la búsqueda de una satisfacción orgásmica egoísta y centrada en la genitalidad, nada mejor que anteponer un paradigma sexual libertario que le confiera prioridad a la subjetividad amorosa y que explore las múltiples y variadas dimensiones de un erotismo verdaderamente hedonista. 

En todos los casos, sobre todo cuando se procura la calidez afectiva, vale más la calidad que la cantidad: apropiarse del placer con la fruición de quien disfruta reposada pero intensamente de cada uno de los instantes: prolongando el goce sensual, perceptual y sexual lo más posible. 
Sean cuales fueren los placeres mundanos, lo óptimo consiste en evitar los dos extremos: 
por un lado, el camino de la castidad estoica o de la frugalidad y austeridad espartanas recomendadas por Epicuro; 
y, por el otro, el sendero que conduce a la voracidad consumista y fetichista practicada en la sociedad actual.

Emerge, entonces, la opción del justo medio elegido inteligentemente por el sibarita educado, quien jamás renuncia a los goces que suscitan el sápido licor, las exquisitas viandas y la propia sensualidad sexual, pero el cual se apropia de tales experiencias con una actitud serena y madura que sabe que ésta es, en efecto, la mejor forma de dilatar al máximo y por muchos años el disfrute alegre y asiduo de los preciados bienes terrenales y de las gratificantes relaciones eróticas y afectivas entre las personas.

3) El arte del *buen vivir* también debe postular, como proyecto ético y político, la necesidad y urgencia de crear una sociedad más justa y más libre en todos los órdenes. Ampliar, fortalecer y extender la justicia social, los derechos democráticos y las bondades del desarrollo tecnológico al mayor número de seres humanos constituye, sin duda, un presupuesto esencial de cualquier paradigma hedonista que no desee circunscribirse al ámbito limitado del yo-egoísta. 

En este sentido, puede afirmarse que mientras mayor sea el compromiso cívico y la vocación de servicio de los individuos con la comunidad local y mundial, menor será el grado de utopismo en el que incurramos a la hora de plantear la probabilidad de construir esa futura sociedad igualitaria y libertaria.



Por fortuna, el homo ludens, ese sujeto hedonista que sabe jugar, reír y gozar con mesura de los placeres materiales y espirituales, no tiene por qué estar reñido con la persona responsable y virtuosa que se preocupa por la marcha de los asuntos públicos de la comunidad. 

Al contrario, él reconoce mejor que nadie que ya es hora de cambiar los paradigmas conductuales de la sociedad fetichista actual si de verdad se quiere mejorar la calidad de vida de los pueblos y cultivar de manera racional el hábitat planetario, única forma, por lo demás, de hacer que tenga sentido la preocupación acerca de cómo conseguir la felicidad individual.

Gilgamesh***

Fuentes;
-hectorceballos
-hectorceballos-obra