***Bendito primer alfinViernes 2020 para todxs.
Eran las 09:09 de la mañana de aquél 9 de Septiembre del año 2034, día que quedó grabado en la memoria global como *el día del rayo*.
Después de 9 meses de un colapso inenarrable la humanidad tomó consciencia de lo que significaba retroceder a la edad media.
Sin tecnología, la humanidad comenzó a descubrir las taras producidas por el abuso, especialmente, de la telefonía móvil que durante décadas había sido capaz de atrofiar todas las capacidades del ser.
Suicidios masivos se sucedieron ante la imposibilidad de contar con el aparato que ya no funcionaba.
Las manos de aquellos humanos habían degenerado en especies de garras entumecidas acostumbradas a asir el artefacto portátil.
Cegueras tempranas afloraron cuando el humano debió volver a *mirar* a su alrededor luego de que sus ojos perdieran la adaptación natural a causa de fijar la vista en las pantallas móviles durante toda su vida.
La dislexia por falta de diálogo parlante era una epidemia.
El ser humano tardó 30 años luego de aquél día, para volver a aprender a escribir con un lápiz sobre una hoja de papel, elementos éstos que ya no existían y que debieron volver a fabricarse.
Los neurólogos no daban abasto, ejércitos de humanos habían perdido la capacidad de memorizar, algunos ni siquiera recordaban cómo se llamaban ni dónde vivían.
Otros muchos habían perdido la capacidad de reproducirse y otros tantos habían sido esterilizados por la irradiación de los aparatos que comenzaban a utilizar desde niños.
El día del rayo fué recordado por muchos como una maldición, y por otros muchos como la bendita y natural forma en que la humandad...volvió a *ser*.
*El día del rayo*
Gilgamesh-10 de Noviembre de 3033.
-La mayoría de la población tiene un móvil de última generación en el bolsillo.
Pero Sergio Legaz es un *rara avis*.
Este librero madrileño, que vive aquí desde hace dos años, se ha desenganchado de los smartphones.
Vio cuán preocupante es la situación y decidió escribir Sal de la Máquina en el cual explica su experiencia y pone de relieve esta problemática
Revista de Ripollet:
¿Cuando ves que los smartphones son un problema y nace la idea del libro?
Sergio Legaz:
Ante todo he de decir que el libro no es ningún alegato en contra de la tecnología ni en contra de los smartphones.
Pero un día que iba en metro caí en la cuenta de que me encontraba en medio de una escena apocalíptica, cuando entras en el vagón y ves a todo el mundo enganchado a la pantalla de su móvil.
Hace pocos años esto no sucedía.
Es una escena que si la ves en crudo resulta impactante, evoca la típica escena de distopía de ciencia ficción:
*todos controlados por pantallas*.
Es algo muy al estilo de George Orwell o de Un mundo feliz de Aldous Huxley.
Fue algo espontáneo, ese día, a diferencia de cualquier otro, no iba mirando mi móvil y al observar a mi alrededor me encontré la escena y me quedé impactado.
Esto me movilizó para empezar a desintoxicarme digitalmente y a encontrar momentos de desconexión.
A partir de aquí comenzó un periodo de reflexión, análisis e indagación que se acabó extendiendo durante tres años para desarrollar los contenidos del libro.
RdR:
Cómo dejas de estar enganchado al móvil?
S.L:
Lo primero que hice fue, simplemente, desactivar las notificaciones de Telegram y Whatsapp.
Yo seguía consultando el móvil para ver las noticias, los mensajes, los correos…
Al desactivar las notificaciones me di cuenta que aparte de las notificaciones sonoras también las hay vibratorias y lumínicas;
cuando recibes un mensaje te aparece un pequeño aviso parpadeante en el borde de la pantalla que inconscientemente te hace mirar y te incita a coger el móvil.
Entonces desactivé los tres tipos de notificaciones, en el libro explico cómo aunque la mayoría de usuarios seguro que sabe hacerlo.
La ventaja de esto es que es uno mismo quien decide cuándo quiere consultar el móvil en lugar de estar continuamente contestando todos los mensajes que nos llegan a cada minuto.
Esta continuidad al final se convierte en invasiva y acabamos respondiendo de forma automática, reaccionamos como un resorte.
Si desactivamos las notificaciones podemos parar esto, tomamos el control y se reduce el tiempo que miramos aquella aplicación.
RdR:
Los smartphones son una adicción?
S.L:
Son mucho más que una adicción.
Ninguna adicción te acapara las 24 horas del día.
Y lo más importante, ninguna adicción es capaz de afectar potencialmente a toda la población de forma completamente transversal.
Por la calle puedes ver desde bebés que ya van con el móvil en su carrito hasta personas jubiladas que han aprendido a utilizarlo, pasando por toda la población restante.
No importa cuál sea tu nivel de ingresos o tu ideología política, siempre estamos utilizando esta tecnología a todas horas.
Esto lo diferencia de cualquier otra adicción, por eso pienso que está en otro nivel.
Decir que es una adicción es un tópico que le resta importancia y hace que no nos preocupe lo suficiente.
Es un fenómeno acaparador que invade nuestra conciencia.
RdR:
En el fondo haces activismo.
¿Se puede revertir la situación actual?
S.L:
Por supuesto, yo me he quitado el smartphone, mucha gente lo ha hecho, y hacemos vida completamente normal =trabajo, familia, relaciones=.
Sigo utilizando móvil, uno de los antiguos, pero a veces utilizo el smartphone de mi pareja y no pasa nada, lo importante es evitar que todo esto nos invada.
Hay muchos pasos intermedios para desconectar:
quizás no utilizar internet o desinstalar algunas aplicaciones.
Cada cual puede escoger hasta qué punto quiere depender del móvil.
Por supuesto que se puede.
Yo vivo más tranquilo, tengo más tiempo, me concentro más, estoy más relajado… me encuentro más yo mismo, centrado en mí y con la mente más clara.
RdR:
¿Tanto nos quita el móvil?
S.L:
El problema principal es que nos roba tiempo, cantidades enormes de tiempo, y lo que nos da a cambio no es algo profundo, no es nada que nos aporte algo relevante a nuestra vida.
Todo son contenidos superficiales, pequeños fragmentos de información.
Es una especie de catálogo infinito que miramos continuamente y en el cual buscamos un contenido detrás de otro sin cesar.
Y esto nos ocupa toda la atención y a la vez nos roba todo el tiempo que podríamos emplear en otras cosas.
Por ejemplo ya nadie se aburre, en cuanto te aburres rápidamente coges el móvil.
Antes la gente se aburría y del aburrimiento salían cosas muy interesantes como el juego, el amor, la ciencia, la poesía, la filosofía… o simplemente compartir tiempo con la familia o amigos.
Poniéndolo todo en una balanza creo que estamos entregando mucho a cambio de insulsos contenidos multimedia.
RdR:
Con todo esto, ¿en qué se basa el libro?
S.L:
Hice un proceso de desconexión que he dejado reflejado en el libro en forma de ocho sugerencias prácticas, para que quien lo desee comience a desconectar.
Además hago una reflexión sobre diferentes aspectos de esta tecnología.
Hablo de cómo nos roba tiempo, conciencia, imaginación, descanso o como afecta nuestras mentes.
También de la mochila social y ecológica que un smarphone lleva a cuestas.
Otro capítulo trata del control que hay sobre los perfiles de la gente, cómo recopilan datos sobre nosotros.
Y así desgrano capítulo a capítulo como nos afecta esta tecnología en distintos aspectos.
Es un trabajo de recopilación de tres años.
La segunda edición es la definitiva porque he terminado de recopilar toda la documentación y he dicho todo lo que creo que había que decir sobre este tema.
Recojo testimonios de personas que han trabajado en Silicon Valley y se arrepienten de aquello que han contribuido a generar, como el creador del botón *me gusta* de Facebook o el desarrollador del mecanismo *pull to refresh* que admiten que todo esto es un monstruo que se les ha escapado de las manos y ellos mismos en sus vidas personales están practicando un proceso de desconexión.
-Miramos el celular unas 150 veces al día y se estima que estamos online entre 5 y 6 horas por día.
Esta conexión non-stop a los dispositivos se convirtió en una preocupación, cada vez mayor, en Silicon Valley.
Allí, en el epicentro de la innovación, hay ingenieros, directivos y expertos en tecnología que quieren mantener a sus hijos completamente apartados de las pantallas.
Tal es el caso de Athena Chavarria, que trabajó como asistente ejecutiva en Facebook y ahora es parte de la Iniciativa Chan Zuckerberg.
*Estoy convencida de que el diablo vive en nuestros teléfonos y está causando estragos en nuestros hijos*, dijo Chavarria en una artículo publicado por el New York Times.
Sus hijos recién pudieron tener celular en el secundario y aún ahora, que son adolescentes, tienen muchas limitaciones para usarlo en el hogar.
Y en el auto directamente tienen prohibido mirar sus móviles.
No sorprende:
abundan los estudios que alertan sobre los efectos nocivos que pueden tener las pantallas en el sueño, el ánimo y al aprendizaje.
Sobre todo cuando se produce una sobre exposición desde edades muy tempranas.
Kristin Stecher, que es ex investigadora de computación y está casada con un ingeniero de Facebook, también quiere mantener alejada a sus hijas de 5 y 3 años de los dispositivos electrónicos.
Sólo les permite exponerse a las pantallas, por tiempo limitado, cuando tienen que hacer un viaje largo en auto o los viernes cuando comparten entre todos una película familiar.
Por su parte, Chris Anderson, ex editor del portal especializado en tecnología Wired, comparó el nivel de adicción que generan las pantallas con el crack;
*Está fuera de nuestro control.
Esto se dirige directamente a los centros de placer del cerebro en desarrollo.
Va más allá de nuestra capacidad de comprensión como padres*.
Anderson, que tiene cinco hijos, les impuso reglas estrictas de conducta:
el primer celular lo tienen recién al entrar al secundario, no pueden tener redes sociales hasta los 13 años y tampoco tienen pantallas en la habitación.
No son los únicos:
Bill Gates le prohibió a sus hijos que usaran celulares hasta la adolescencia.
-¿Qué es lo primero que hacés cuando abrís los ojos a la mañana?
¿Buscás el celular para ver la temperatura, apagar la alarma o hacer un recorrido por las redes?
Es muy probable que así arranques tu jornada.
Al menos eso dicen las estadísticas.
Según una encuesta realizada por Deloitte que abarcó a 53 mil personas en todo el mundo, el 61% de los usuarios mira su móvil dentro de los 5 minutos después de despertarse y el 88% lo hace dentro de la primera media hora; en tanto que el 96% dijo que lo chequea antes de que se cumpla una hora desde que abrieron los ojos.
La exposición a la luz azul del móvil altera el sueño porque le dice al cerebro que es hora de despertarse.
Hay varios estudios que hablan del impacto negativo que esto puede tener en el descanso.
Ahora bien, lo primero que uno tendería a pensar es que mirar el display a la mañana no es un problema en este sentido;
después de todo, le estamos avisando al cerebro que es hora de despertarse =y eso es lo que debe ocurrir=.
Sin embargo, el punto no pasa por ahí sino por analizar qué hacemos cuando miramos el móvil.
Ahí es cuando queda claro que este hábito es nocivo por varios motivos.
La sensación de que uno está repleto de pendientes y la ansiedad que eso genera
El smartphone se usa para chequear mails, revisar redes sociales, enviar mensajes o navegar en busca de noticias o información.
En síntesis:
es un bombardeo de información en apenas pocos segundos.
El cerebro comienza a despertarse y ya está expuesto a decenas de datos y notificaciones.
Se arranca la mañana con una valija de pendientes.
¿Y qué pasa cuando, además, empezás la mañana leyendo una serie de consultas y pedidos laborales por mail o por WhatsApp?
El estrés y la ansiedad se comienzan a apoderar del cuerpo.
Invade una sensación arrasadora de que uno tiene mucho por hacer =sin siquiera haber iniciado la jornada=, lo cual resulta extenuante y estresante.
Tristan Harris, ex diseñador de Google y fundador del Centro para una Tecnología Humana, habló de este tema en varios artículos, como este:
**Cuando nos despertamos a la mañana, miramos el teléfono y vemos una lista de notificaciones, se enmarca la experiencia de *despertar por la mañana* en torno a un menú de ‘todas las cosas que me he perdido desde ayer**.
Harris busca concientizar sobre cómo las aplicaciones y plataformas están desarrolladas con la finalidad de *secuestrar* por completo la atención del usuario.
En este sentido dice que la compañías tienen que comenzar a cambiar la forma en que desarrollan estos sistemas que resultan tan adictivos para el usuario. También cree que los usuarios tienen que comenzar a estar atentos a estos mecanismos de seducción digitales, para así lograr tener mayor control.
Es que la necesidad de revisar el móvil parece irresistible. Harris compara esa urgencia por mirar el teléfono con la sensación de estar ante una máquina tragamonedas: cuando revisamos notificaciones, vamos deslizando el dedo por la pantalla para revisar los posteos en Instagram o miramos los mails que no paran de llegar: quedamos atrapados en una rueda que no termina.
Se pierde tiempo y la atención queda dividida
Es muy probable que uno comience la jornada pensando: *sólo voy a mirar la temperatura, algún chat de WhatsApp y después voy a continuar con el día*, pero lo cierto es que esos *cinco minutos* que uno cree que va a destinar a mirar el celular se transforman en 15, 20, 30 minutos o más.
El inicio de la jornada se retrasa o, en el peor de los casos, uno termina haciendo todo en piloto automático mientras se mantienen los ojos clavados en el móvil.
Entonces, cual zombies, desayunamos mientras respondemos mensajes;
nos cambiamos mientras consumimos información por celular y vamos por la calle sin prestar atención a lo que ocurre alrededor.
La atención dividida en realidad es sinónimo de distracción.
La mente necesita estar plenamente en un sitio para poder rendir de manera más efectiva y también para evitar esa sensación de agobio que se produce cuando uno está *en mil lugares* pero en realidad no está en ninguno.
*El multitasking es improductivo.
Cada vez que abrimos más ventanas lo único que hace nuestro cerebro es atorarse.
Estamos preparados para el unitasking.
Esto no quiere decir que no tengamos cinco o siete proyectos a la vez, pero el tema es tener el foco.
Puede ser un foco de 20 minutos o una hora, pero el punto es terminar una actividad, cerrarla y pasar a la otra*, explicó en una entrevista con Infobae Martina Rua, autora, junto con Pablo Fernández, del libro *La fábrica de tiempo*.
Y consultada puntualmente sobre cómo incide mirar el móvil a la mañana dice lo siguiente:
*Es el momento en que tenemos nuestro pico de alerta y somos más productivos, entonces mirar el celular a la mañana te está quitando la posibilidad de hacer algo más de análisis o que requiera mayor esfuerzo cognitivo, que es otro concepto que analiza Daniel Pink en el libro Cuándo*.
Por qué no es bueno vivir pegado al móvil
Existen miles de motivos para entender que no es bueno estar constantemente pegado al celular.
Como ya se mencionó, esto genera ansiedad, estrés, cansancio, y todo eso incide directamente en la salud.
Un estudio de la Universidad de Gotemburgo en Suecia evaluó los efectos del uso de smartphones en personas de 20 años en el transcurso de un año.
El informe mostró que el uso elevado de móviles estaba directamente relacionado con el aumento de depresión tanto en hombres como en mujeres.
Por otra parte, una investigación de la Universidad de Filadelfia que analizó el comportamiento de 400 alumnos de entre 11 y 15 años llegó a la conclusión de que aquellos jóvenes que revisaban constantemente el celular padecían problemas de aprendizaje y vinculares.
Podríamos seguir citando estudios que muestran cómo el uso excesivo del móvil genera daños en la atención y la salud de múltiples formas.
Pero basta con un poco de autoanálisis para darnos cuenta de que estar atado al móvil y por sobre todas las cosas comenzar y terminar la jornada mirando notificaciones y mails es nocivo.
Cómo desintoxicarse del móvil
En el mundo adulto el celular es, además de muchas cosas más, una herramienta de trabajo.
Entonces, seguramente pensarás:
¿cómo dejar de revisar el móvil hasta último momento? ¿Qué pasa si llega una notificación urgente del trabajo? Debería estar disponible para responder a un pedido importante.
Y en algunos casos, aun cuando el empleado no lo quiera, es probable que el empleador espere que esté disponible *siempre*.
Es que el celular borró los límites entre el trabajo y el ocio.
Se hace cada vez más difícil sostener esos límites.
Esta es una problemática global y algunos gobiernos han tomado cartas en el asuntos.
Es el caso de Francia, que aprobó el derecho a desconectarse hace dos años.
La ley exige que las empresas regulen el uso de los mails de modo tal que los empleados puedan descansar cuando están fuera de su horario laboral.
Algo que en otros tiempos parecía lógico y evidente y que hoy se ha vuelto más difícil de llevar a cabo porque el móvil nos mantienen siempre conectados.
En el resto de los países donde esto no está regulado, queda a criterio de las empresas y los acuerdos que se logren establecer.
Pero como no hay una norma es algo discrecional.
Hay compañías como Thrive Global, fundada por Arianna Huffington, donde se pone especial énfasis en lograr que los empleados tengan un buen balance entre el trabajo y el descanso.
Allí, por ejemplo, para asegurarse de que los empleados estén totalmente desconectados durante sus vacaciones, cuando los empleados están durante ese período de descanso, todos los correos laborales que se reciben se borran automáticamente.
Qué podemos hacer como usuarios
En el último tiempo tanto en Android como en iOS se incorporaron herramientas de bienestar digital que permiten saber cuánto tiempo pasamos mirando la pantalla, así como qué apps usamos y la cantidad de notificaciones que recibimos.
Esto sirve para ser conscientes de la cantidad de tiempo que nos insume esta actividad y así poder establecer límites en el uso del equipo.
Por otra parte, siempre está la posibilidad de desactivar notificaciones, para evitar que la atención quede cooptada por la avalancha de globos, luces o ruidos que llegan al celular a toda hora.
Se puede optar también por configurar el móvil en tonos grises para evitar que los colores de la pantalla nos seduzcan.
Pero lo más importante de todo esto es tomar la decisión de mirar menos el móvil.
Y a la mañana, puntualmente, tal como recomiendan los especialistas es mejor tomarse un rato para desayunar, ejercitarse o meditar para comenzar la jornada con la atención plena y sin ese cansancio crónico que, si no se frena a tiempo, nos acompañará toda la jornada.
Fuerte abrazo.
Gilgamesh***
Fuentes;
-saldelamaquina
-infobae
-infobae2
Plus One.
ResponderEliminar
ResponderEliminarLEHAIM; gracias Bro.