***Hermosísima noche de Lunes para todos.
Éste tramo de Hawkins realmente me emociona por las coincidencias plenas, sin acotaciones al márgen, y..¿saben? no he leído todos los libros de éste hombre pero sospecho que él conocía la Gnosis, ahora bien, que no la nombre vaya uno a saber porqué.
Fíjense cuando lean éste capítulo como hace énfasis en las desgracias que nos ha traído la llamada religión, y destaca;
*En la historia, los raros devotos espirituales que experimentaron elevados estados de conciencia, o incluso la iluminación, fueron llamados místicos y marcados a menudo como herejes, siendo perseguidos, excomulgados y quemados en la hoguera*.
Pues...quienes más identificados están con lo que cita Hawkins son precisamente nuestros queridos Cristianos Gnósticos, los de la gran mística que en realidad era el Conocimiento de los Misterios..revelados por Cristo de primera mano..
Vuelve a citar también Hawkins lo mismo que suelo decirles aquí, el cerebro y las partes de él que elegimos, una tramposa, otra la correcta, David dice;
*Al igual que un receptor de radio, cada persona sintoniza con el campo de pensamiento de su propio nivel de conciencia*.
Gnosis pura amigos...estamos hablando de lo mismo, y eso mismo lo he explicado también cuando les compartía textos de Pistis Sofía donde Cristo habla de los *cielos* o *esferas* regidas por los arcontes, todas perfectamente explicadas como especies de *estaciones de peaje* cada una con su arconte a cargo, y en cada una se espera a aquellos desencarnados de acuerdo al tipo de vida que han llevado en materia de *errores* por no decir pecados.
Esferas para homicidas, esferas para odiosos, esferas para amantes del dinero, etc., distintas frecuencias que estimo, están conectadas con nuestro cerebro y esa alma que nos induce a errar cada vez que pensamos, sentimos y obramos. Yo creo que cada esfera y su arconte son las variedades de erróneas elecciones que, como si fueran distintos chips en nuestro cerebro, están ahí...esperando que optemos por alguno de ellos.
Cuán grandioso ha sido el Cristo con la Revelación de los misterios...todo ésto nos ha dejado en sus enseñanzas del Nag Hammadi...y es la gran razón entonces para eludir a esos chips mentales que *transmiten* el error desde las esferas arcónticas invisibles, anularlas amigos...de una vez...sintonizar con el Espíritu de la Verdad que es el camino a Cristo y al Pleroma.
Habla Hawkins del orgullo...y su bajísima puntuación..., cuántas veces cité la negatividad de esa palabra que alguna vez o casi siempre la gente usa... o mejor dicho...lo siente, y el orgullo es nefasto.
Y habla también de que hemos elegido como dioses....a los demonios..., Gnosis pura..
Pero bueno, vamos con las palabras de Hawkins para ésta hermosa noche.
Les dejo un fuerte abrazo.
-En la medida en que las religiones emergieron de estos cenagales de negatividad, tendieron a enfatizar y concentrarse en cosas negativas como el pecado, el infierno, el castigo, la justicia, y las utilizaban como excusa para todo tipo de crueldades, guerras, mutilaciones, persecuciones, condenas, ejecuciones en la hoguera, destierros, encarcelamientos y desmembramientos. Se creía que todo esto era Santo porque se había deificado el sufrimiento en todas sus formas. De ahí que fuera loado el matar infieles, y que se viera justificado el conflicto.
Este pudo ser siempre racionalizado invocando pasadas injusticias culturales, que parecían justificar la retribución por siglos y de generaciones al fin. Dominada por esta negatividad, la religión se convirtió en la peor opresora de la sociedad, perpetradora de las más flagrantes injusticias y crueldades. Una cultura que viva por el veneno de la cólera, esperara y proyectara un dios amenazador, cruel y violento. Pero identificar erróneamente a los ¿dioses del Infierno? con el Dios del Cielo constituye un error espiritual tan imponente y asombroso que resulta casi incomprensible la extensión y la gravedad de las consecuencias que este error ha llegado a tener para la humanidad.
A esta conciencia se le reveló el sufrimiento humano en toda su extensión en un momento temprano de la vida, y la revelación fue tremendamente impactante. En aquel instante, el ateísmo reemplazó a la religión. No resultaba comprensible la creencia en un dios que había creado tanto horror y tanto sufrimiento. Años más tarde, se tomó conciencia de que el error había estado en atribuirle a Dios las cualidades del ego. En retrospectiva, es evidente que el ateísmo no era más que el rechazo a los falsos dioses de la humanidad, porque había una intuición espiritual dominante que sostenía que un Dios verdadero seria lo opuesto de lo que se predicaba en la religión.
Esa intuición vino confirmada más tarde, cuando la aparición del resplandor de la Divinidad dentro de esta conciencia echo abajo lo que quedaba de tan absurdas creencias. Una simple inspección de la Escala de la Conciencia revela que los dioses iracundos históricos calibran muy por debajo de 200 y que no están, por tanto en la integridad; se hallan en la dirección de la falsedad. Y no en la de la verdad. En la Escala, ¿Dios?, tal como se ve desde los campos de energía negativos, se describe como indiferente, vengativo, castigador, condenador, vindicativo y despreciador. Dios desprecia a todos los pecadores.
Estos son los dioses del odio con los cuales la humanidad ha justificado su crueldad y su barbarie a lo largo de los siglos. Sin duda, la historia de la civilización de los últimos cinco mil años ha sido una historia de horrores repetitivos, que culminaron en el último siglo con la matanza de millones de personas. La identificación errónea de los demonios como dioses ha tenido consecuencias vastas y de asombrosa gravedad para la humanidad. En este escenario histórico, hubo no obstante personas de gran altura espiritual que protestaron por las formas de la destrucción, pero la sociedad no tardo en etiquetarlos como enemigos que había que silenciar.
En una sociedad ciega, a aquel que protesta porque aún puede ver la luz se le ve como a un antipatriota, o iconoclasta, o psicótico, o un cobarde, y ciertamente una amenaza para status quo. El no condescender con los espejismos socialmente imperantes se contempla como peligroso y subversivo. En la historia, los raros devotos espirituales que experimentaron elevados estados de conciencia, o incluso la iluminación, fueron llamados místicos y marcados a menudo como herejes, siendo perseguidos, excomulgados y quemados en la hoguera.
Sus enseñanzas eran una amenaza para las estructuras de poder que se basaban en el error espiritual. La regulación de la culpa, el pecado y el miedo se veía amenazada por un Dios de infinita misericordia, compasión y amor incondicional. Hasta ahora, al discernimiento del ser humano se le ha escapado que la verdad trae la paz, mientras que la falsedad trae el miedo. Por este signo se puede discernir la diferencia.
Como una primavera, surge la promesa de una nueva era en la comprensión con la que el hombre entiende a Dios.
Ahora, el nivel de conciencia de la humanidad es lo suficientemente alto como para reconocer la verdad de un Dios del Amor, en vez de adorar al dios de la culpa y el odio. La humanidad se encuentra ahora en el gran umbral de un verdadero despertar, que puede ser la verdadera naturaleza de la Segunda Venida de Cristo que se anticipa en las escrituras. La civilización casi alcanzo el punto del auto exterminio nuclear, antes de ¿tocar fondo? y volver de nuevo a la Luz. La subversión de la verdad espiritual en su opuesto solo puede darse si el nivel de conciencia de la humanidad se halla por debajo del 200, pero comienza a corregirse cuando el nivel de conciencia imperante cruza la línea de la Verdad y la Integridad en el 200.
Ha sido solo en los últimos años que la humanidad ha aceptado la gracia del discernimiento de la verdad y el error. La guillotina ya no es un símbolo de igualdad, libertad y fraternidad sino que ahora puede ser vista por lo que es. La sociedad ahora se encuentra con nuevos dilemas morales en la interacción de los residuos del viejo dios y el nuevo paradigma de la realidad.
Los campos de energía invisibles se extienden más allá del tiempo y el espacio, y se hallan presentes en todas partes a lo largo de la historia, en todas las épocas y para todos. Al igual que un receptor de radio, cada persona sintoniza con el campo de pensamiento de su propio nivel de conciencia.
Los que están en los 300s, por ejemplo, reverberan de forma muy diferente a los que están en los 400s. Cada nivel tiende a descartar la realidad de los otros niveles. Por ejemplo, en el 190, el orgullo es un muy poderoso motivador, por ejemplo la Alemania de Hitler. El orgullo se convierte entonces en justificación, y también en el medio y el fin para la autorrealización. En cambio, en los 400s, la razón, la lógica y la información científica prevalecen.
Y no es hasta que se alcanzan los 500s que el amor y la compasión asumen el verdadero significado, o realidad, o se constituyen en base del comportamiento. El conflicto entre los distintos niveles de los campos de energía influye en las resultantes luchas de clases y en los enfrentamientos sociales entre sus distintas posiciones políticas. El péndulo de la opinión pública se balancea de un extremo a otro, en los cuales el grupo gobernante intenta eliminar los puntos de vista de aquellos que difieren de sus formas de pensamientos y creencias imperantes.
En los niveles superiores, el conflicto se resuelve por el entendimiento, la comprensión y la compasión, mientras que en los niveles inferiores, el conflicto se resuelve con la lucha, la persecución y la guerra. El paso que ha dado la humanidad desde la oscuridad y la ignorancia del pasado hasta la esperanza y la promesa de la Luz no se ha reconocido hasta el momento por lo que es y por el profundo cambio que implica en realidad. Este importante cambio, del 190 al 207, es el acontecimiento más importante y profundo de toda la historia de la humanidad. Como era de esperar, sucedió de forma silenciosa, no manifiesta, y más allá de toda percepción.
La posibilidad de esta eventualidad como destino del hombre fue anticipada con la aparición en la humanidad de los grandes avatares. El poder infinito de la Divinidad desciende su radiación a través de los niveles de conciencia como la luz del Sol en el bosque. Sustentando toda vida. Cuando se le priva del poder de la Luz, la conciencia vuelve a su ilusorio subtitulo temporal, denominado fuerza. La fuerza es limitada, mientras que el poder es ilimitado. Por tanto, el final está asegurado en la medida en que la fuerza no puede resistir al poder, y sin la infusión de poder, la fuerza, por su propia naturaleza, se consumirá y se extinguirá.
Gilgamesh***
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