miércoles, 17 de abril de 2019

* Ficto-Felicidad *

***Feliz Miércoles para todxs.

¿Feliz? vaya palabra ¿no?

Muchos se sentirán *felices* hoy, pensando en que al fin mañana comienza el feriado largo de Semana Santa, que, dicho sea de paso, pasó a formar parte de la industria del turismo más que una conmemoración religiosa para la reflexión.

La *Felicidad*, palabra que deberíamos quizás desterrar a partir de su distorsionada utilización por los programadores nefastos de siempre, quienes han puesto de moda diversos métodos para que el individuo y las sociedades *alcancen la Felicidad*.

El método cumple un objetivo y es que el individuo, ante la cruda realidad de no poder llegar jamás a las metas engañosas que ofrece el sistema, no se nos deprima...se rebele...y deje de trabajar y consumir.
En varias ocasiones he escrito aquí que me considero una persona Feliz, no completamente ya que las desgracias ajenas me impiden dicha completitud.
Uno puede entonces esforzarse para modificar algo negativo, pero hay ocasiones en que eso es imposible, y va a depender entonces del grado de importancia que uno le otorgue a dicha dificultad o situacón negativa.

Puede Usted desear medir 1,80 de estatura pero ha nacido con apenas 1,56, y lejos de dejarse aplicar unos tornillos en las rodillas para *pegar el estirón* se da cuenta de que sería menos cruento y deprimente, aceptarse como es, o en su defecto, calzarse unas Texanas JR Boots que le hagan sentir...no tan pequeño.

Puede hacer si no *la gran Michael Jackson* y pasar de negro a blanco, aunque con el tiempo le terminen diciendo *cara de goma*.
Ser feliz creo, tiene dos aristas, la personal y la social.
Admitir las limitaciones con que hemos venido al mundo, incluso las que bien podemos modificar y aún así nos cuesta, y en definitiva potenciar lo bueno que tengamos como virtud, y a lo malo darle pelea siempre.

Disfrutar de lo que tenemos y que no solemos *ver* hasta que lo perdemos, no luchar contra lo natural porque formamos parte de ello, poder convivir con las *dificultades* tomándolas como desafíos a superar o en su defecto a convivir con ellas sin que nos quiten la paz interior.

Pero ésto no es fácil y seguramente en muchas ocasiones creeremos estar en la vereda opuesta a la Felicidad, la Infelicidad, sin embargo no hay ni una ni la otra, todo es una sucesión de *momentos*, una marea de emociones a lo largo de la vida, estar bien o estar mal, alegre o triste, que en realidad es el estado *natural* del individuo.

Por eso, a pesar de no poder evitar estar mal o triste, o con problemas, tampoco nos priva de estar bien o alegres, y va a depender de cómo, reitero, gradualicemos la situación que nos aqueje en determinados y muchos momentos de la vida.

Ahora bien, socialmente es un imposible, porque si pretendemos una Felicidad social compacta, homogénea, generalizada, no comprendemos que ese cuerpo social está formado por individuos que al igual que uno, enfrentan los mismos dilemas y lo reflejan o cargan en el cuerpo social.

Habrán sociedades un poco mejores que otras en cuestiones *materiales* y convivenciales y eso ya no va a depender tanto de uno mismo sino...de la Política que nos toque bajo la ciudad o país de denominación adonde hemos venido a nacer.

El negocio del acceso a la Felicidad permite a grandes chantas ganar dinero sin necesidad de transpirar pero en el fondo, éstos chantas, son avalados por el sistema, ya que cuantos más tontos crean que pagando un curso u obedeciendo al gurú se creerán *felices*, el sistema sigue generando infelices, y los necesita obedientes, distraídos, y contentos, aunque sus vidas sean de una asentida esclavitud, no de cadenas de hierro, sino neuronales.

No es coincidencia que en tiempos de neoliberalismo =genios de lo virtual= proliferen los gurúes, las neo-terapias facilistas, las neo-religiones, y toda una parafernalia tendiente a mantener al individuo...inconsciente de su dura realidad, porque si se rebela...arruina al sistema.

Quieren hacerte creer que esa felicidad es posible si se siguen ciertos parámetros =los del sistema=, y si no la lográs estás enfermo, entonces además de infeliz y enfermo pasás a ser consumidor, sea de toda la basura nuevaerista, o de los venenitos que te venden en la Farmacia, anque también un suicidio.. al sistema no le desagrada.



La felicidad es el trending topic del siglo XXI.
Se ha convertido en una de las construcciones culturales con mayor influencia sobre la vida diaria de millones de personas.
Un volumen ingente de publicaciones académicas, y también otras sin ese rigor, ha situado como verdad científica una lógica que coincide sospechosamente con los postulados neoliberales:

el bienestar es una cuestión individual que ha de procurarse cada persona por su cuenta y riesgo.
Presentada como una meta aséptica y neutral por divulgadores de todo tipo =desde expertos de la llamada psicología positiva a charlatanes de medio pelo, pasando por innumerables libros de autoayuda=, la promesa de la alegría esconde un fondo profundamente ideológico que persigue la disolución de los vínculos sociales.
Y lo más grave es que se ha adoptado como receta válida por gobiernos e instituciones que pretenden marcar su rumbo atendiendo a lo que miden supuestos índices de felicidad.

En el invierno de 2013, la corporación multinacional de bebidas refrescantes Coca-Cola anunció el lanzamiento de una página web con más de 400 estudios sobre felicidad y salud que pretendía ser un referente en el campo de la investigación acerca del bienestar.
Lo hizo a través del llamado Instituto Coca-Cola de la Felicidad, integrado en una iniciativa de la división española de la compañía que en 2010 y 2012 ya había organizado en Madrid dos ediciones de un evento denominado Congreso Internacional de la Felicidad.

Entre la maniobra publicitaria y la generación de una imagen de marca amigable, bajo la coartada filantrópica de responder al creciente interés sobre el tema, Coca-Cola se sumó a una agenda global que propone ser feliz como respuesta a todos los males.
Margarita Álvarez es una de las 50 mujeres más poderosas de España según la revista Forbes, y también fue incluida en el listado de las 100 mujeres más influyentes en ese país en 2016, elaborado por la plataforma Mujeres&Cia, en la categoría de *Directivas*.
Álvarez creó y presidió el Instituto Coca-Cola de la Felicidad entre enero de 2008 y marzo de 2011.

Acaba de publicar *Deconstruyendo la felicidad*, un libro cuyo propósito, según se lee en la nota de prensa difundida por la editorial Alienta, es *ayudarte a averiguar si realmente existe la felicidad y, si es así, determinar dónde se puede encontrar*.
La nota añade que en sus páginas *no hay reglas ni pautas:
solo conocimiento.
Porque saber y tener información sobre algo tan relevante te ayudará a entender cómo funciona el cerebro, cómo te utilizan tus pensamientos y cómo puedes identificar y aceptar todas tus emociones para afrontar mejor las circunstancias de la vida*.

Parece poco probable que la idea de ser feliz que maneja Álvarez guarde relación alguna con la que puedan tener, por ejemplo, las más de 800 personas afectadas desde 2014 por el ERE de la embotelladora de Coca-Cola en la planta de Fuenlabrada-Madrid.
La suya, más bien, es otra de las voces privilegiadas que han participado durante los últimos 30 años en la construcción y propagación de una noción de felicidad que reposa en el entusiasmo, la voluntad y la superación individual como herramientas para llegar a ella.
Libros de autoayuda, talleres de pensamiento positivo y charlas motivacionales han difundido la especie de que ser feliz está a tu alcance y solo tienes que desearlo.

En el tiempo de la crisis económica mundial más grave desde el crac del 29, estos discursos han encontrado un público desesperadamente receptivo al que se le ofrece bienestar simplemente mirando a su interior, sin tener que relacionarse con nadie.
Aunque esto último no es del todo así:
esa felicidad prometida pasa necesariamente por pagar, pues lo que hay detrás de ella tiene poco de altruista.

*Se considera que es una elección personal y que, para ser feliz, una persona simplemente tiene que decidir serlo y ponerse a ello a través de una serie de guías, consejos, técnicas, ejercicios que proponen los que se suponen expertos en estos campos:
científicos, psicólogos, coaches, escritores de autoayuda y una gran cantidad de profesionales que se mueven en el mercado de la felicidad*, explica Edgar Cabanas.

Este doctor en psicología e investigador de la Universidad Camilo José Cela de Madrid es el autor, junto a Eva Illouz, de *Happycracia* =Paidós, 2019=, un ensayo que aplica el bisturí a los argumentos empleados desde la ciencia de la felicidad, que ignoran cuestiones sociales, morales, culturales, económicas, históricas o políticas para presentar unas tesis aparentemente objetivas.

*Mientras la vocación de esta idea de felicidad es producir seres completos, realizados, satisfechos, lo que queda es una permanente insatisfacción:
la felicidad está conceptualizada como una meta que nunca se alcanza, que nunca se llega a materializar.
Es siempre un proceso constante que embarca a la persona en una búsqueda obsesiva de formas de mejorarse a uno mismo, su estado emocional, la administración de sí mismo en el trabajo, en la educación, en la intimidad*, sostiene Cabanas.

En este sentido, la investigadora Sara Ahmed, que publicó hace una década *La promesa de la felicidad*, traducido al español esta primavera por la editorial argentina *Caja Negra*, apuntaba en marzo en una entrevista a El Salto que *la felicidad, como promesa de vivir de una determinada manera, es una técnica para dirigir a las personas*.

Precisando aún más, Fefa Vila Núñez, profesora de Sociología del Género en la Universidad Complutense de Madrid, señala que esta concepción *nos empuja, nos ordena y dirige hacia el consumo vinculado a una idea de vida sin fin, forjada en un hedonismo sin límites donde melancolía y tecnofilia se unen en un abrazo íntimo para forjar la idea de logro, de éxito, de inmortalidad, de un placer infinito para aquel sujeto que no se salga del camino marcado*.

En su origen, ella encuentra una *maquinaria de felicidad* activada después de la I Guerra Mundial y relacionada con un *capitalismo de consumo* que ha ido modelando la idea de felicidad hasta nuestros días.

LA ECUACIÓN DE LA FELICIDAD

El libro de Margarita Álvarez cuenta con dos firmas invitadas muy significativas:
el prólogo es de Marcos de Quinto, exvicepresidente de Coca-Cola España y número dos por Madrid de CIUDADANOS para las elecciones generales, y el epílogo corre a cargo de Chris Gardner, cuya historia siempre es usada como ejemplo por la psicología positiva.
Un caso de excepción convertida interesadamente en norma, la biografía de Gardner va de la pobreza al éxito empresarial y quedó retratada en la película *En busca de la felicidad*, protagonizada en 2006 por Will Smith.
Gardner es hoy un multimillonario que se dedica a la filantropía y a dar conferencias sobre cómo la felicidad depende de la voluntad individual.
*Si quieres, puedes ser feliz* es su mensaje.

Un nombre clave en el desarrollo de la ciencia de la felicidad es el de Martin E.P. Seligman.
Elegido presidente de la Asociación Estadounidense de Psicología en 1998, puede ser considerado uno de los fundadores de la psicología positiva, ya que participó en su manifiesto introductorio publicado en el año 2000.
Seligman proponía un nuevo enfoque sobre la salud mental, alejado de la psicología clínica y enfocado en promover lo que él consideraba positivo, la buena vida, para encontrar las claves del crecimiento personal.

En su despacho de la APA, Seligman pronto empezó a recibir donaciones cuantiosas y cheques con varios ceros procedentes de grupos de presión conservadores e instituciones religiosas interesadas en promover la noción de felicidad que promulgaba esta nueva corriente de la psicología.
La difusión por parte de los medios de comunicación y otros canales de algunas de sus publicaciones generó la impresión de que existía una disciplina científica que aportaba claves inéditas para alcanzar el bienestar.
La repercusión de estas teorías fue mundial.

Sin embargo, sus objetivos, resultados y métodos han sido criticados por su falta de consenso, definición y rigor científico.
*Más que engaño, yo diría que puede ser peligroso en términos sociales y políticos;
y decepcionante en términos personales*, valora Cabanas, que apunta al mercado, las empresas y la escuela como agentes principales en la elaboración y divulgación de unas nociones que entroncan directamente con valores culturales arraigados en el pensamiento liberal estadounidense.
Seligman llegó a formular una ecuación que explicaría la proporción de factores que dan como resultado la felicidad.

Esta sería la suma de un rango fijo =la herencia genética=, elementos de la acción voluntaria y circunstancias personales.
Su fórmula otorga al primer factor el 50%, a lo volitivo el 40% y únicamente el 10% restante a cuestiones como el nivel de ingresos, la educación o la clase social. Siguiendo esta receta, la psicología positiva se ha mostrado categórica al considerar que el dinero no influye sustancialmente en la felicidad humana.
En La promesa de la felicidad, Ahmed resumió la tautología que sustenta al campo de la psicología positiva.

*Se basa en esta premisa:
si decimos *soy feliz* o hacemos otras declaraciones positivas acerca de nosotros mismos =si practicamos el optimismo hasta que ver el lado amable de las cosas se convierte en rutina=, seremos felices*.

De la página web presentada por Coca-Cola como el gran archivo sobre la felicidad no queda absolutamente nada cinco años después.

FELICIDAD INTERIOR BRUTA

Desde 2013, el 20 de marzo se celebra el Día Internacional de la Felicidad.
La Asamblea General de la ONU decretó en su resolución 66/281 de 2012 esa fecha para reconocer la relevancia de la felicidad y el bienestar como aspiraciones universales de los seres humanos y la importancia de su inclusión en las políticas de gobierno.
Se trata de una medida controvertida, por la dificultad para encontrar baremos objetivos que cuantifiquen el grado de felicidad y por las repercusiones derivadas de su conversión en faro de las acciones de gobierno, por delante de otras metas como la reducción de las desigualdades, la lucha contra la corrupción o el desempleo.

En otras palabras:
el riesgo de que la administración preste más atención a un gurú del mindfulness que a los sindicatos es real.

*Las formas de hacer política basadas en la felicidad =opina Cabanas= suponen ensalzar las cuestiones individuales y desdibujar las sociales, objetivas y estructurales. 
Vienen a hacer énfasis en que lo más importante es la forma en que se sienten los individuos, como si la política se redujera a hacer sentir bien o mal, como si no se tratara de cuestiones de discusión moral o ideológica*.

Tras firmar algunos de los recortes presupuestarios más importantes en la historia del país, con especial incidencia en el gasto social, a finales de noviembre de 2010 el primer ministro británico David Cameron propuso la elaboración de una encuesta para medir la felicidad de los ciudadanos, con la idea de difundir en la opinión pública que el bienestar se encuentra en otras variables distintas al Producto Interior Bruto.
Es una iniciativa recurrente en distintos países, que se puede entender como una cortina de humo para distraer la atención.

En 2016, el primer ministro y vicepresidente de Emiratos Árabes Unidos, Sheikh Mohamed ben Rashid Al Maktoum, anunció la creación del Ministerio de la Felicidad para generar en el país *bondad social y satisfacción como valores fundamentales*.

Asimismo, situó esta novedad en el marco de una serie de reformas entre las que destacaba que se permitiría al sector privado hacerse cargo de la mayoría de los servicios públicos.
En su informe 2017/2018 sobre Derechos Humanos, Amnistía Internacional concluía que Emiratos Árabes Unidos restringe arbitrariamente el derecho a la libertad de expresión y de asociación, que continuaban en prisión decenas de personas condenadas en juicios injustos, muchas encarceladas por sus ideas políticas, y que las autoridades mantenían a las personas detenidas en condiciones que podían constituir tortura.

También señalaba que los sindicatos seguían estando prohibidos y que los trabajadores migrantes que participaban en huelgas podían ser expulsados, con la prohibición de regresar al país durante un año.

Emiratos Árabes Unidos ocupa el puesto 21 de un total de 156 países en la edición de 2019 del informe anual sobre felicidad mundial que Naciones Unidas publicó el mismo 20 de marzo.
Se trata de la séptima entrega de un estudio que este año pone el foco, según sus autores, en la relación entre felicidad y comunidad, en cómo la tecnología de la información, los gobiernos y las normas sociales influyen en las comunidades.

Finlandia, Dinamarca y Noruega se sitúan en el podio de este peculiar ranking, mientras Israel y Estados Unidos =dos países con enormes tasas de desigualdad y pobreza; el primero, además, sostenido sobre la discriminación de la población palestina= alcanzan los puestos 13 y 19 respectivamente.
La felicidad en España sube en un año del 36 al 30 en un listado para cuya confección se tienen en cuenta variables como la esperanza de vida saludable, el apoyo social, la libertad para tomar decisiones, la generosidad o la percepción de corrupción.

De los meandros que entrecruzan política y felicidad sabe bastante la filósofa Victoria Camps, senadora por el Partido de los Socialistas de Cataluña-PSC entre 1993 y 1996 y ganadora del Premio Nacional de Ensayo en 2012 por *El gobierno de las emociones*.
En su opinión, la búsqueda de la felicidad es *un derecho, expresado de diferentes formas:
el derecho a la igualdad, a tener una protección por parte de los poderes públicos para que esa libertad necesaria para escoger una forma de vida la tenga todo el mundo, no solo unos pocos*.

Por eso considera que la política no debe garantizar la felicidad sino *que podamos buscar la felicidad*.
Ella entiende que el modelo de Estado de bienestar *iba en ese sentido de proteger socialmente a los más desprotegidos, redistribuir la riqueza e igualar las condiciones de felicidad*.
Para esta filósofa, el Estado de bienestar está en crisis pero cree que *era un buen modelo y que habría que potenciarlo e intentar adaptarlo a las nuevas necesidades y corregir todo aquello que no está funcionando*.

Camps conversa con El Salto a propósito de su reciente ensayo, titulado precisamente *La búsqueda de la felicidad*. 
Como filósofa, marca distancias entre su disciplina y la palabrería de autoayuda: 

*Creo que están en las antípodas una de otra. 
La filosofía no da recetas, sino que plantea cuestiones y obliga a profundizar, a pensar, a encontrar soluciones*.

También recuerda un factor que el paradigma de la psicología positiva tiende a olvidar:

*Las condiciones materiales afectan bastante.
Ya lo decía Aristóteles muy claramente:
la felicidad no está en la riqueza, en el honor, en el éxito, pero todo eso es necesario para ser virtuoso.
O como decía Bertolt Brecht, primero hay que comer y después hablar de moral*.

Y reflexiona sobre algunos aspectos nocivos consecuencia de esa promoción de la felicidad como objetivo ineludible:

*Lo que se busca es que la gente esté contenta y no moleste mucho.
En todos los ámbitos =en la política, en la empresa, en la educación= se busca por vías muy similares a las de la autoayuda, muy simples, que no tienen nada que ver con la felicidad.
En la política, todas las medidas antipopulares, difíciles de explicar aunque sean buenas para las personas, son difíciles de proponer porque dan miedo al político, que prefiere que la gente esté contenta con medidas mucho más simples*.

A LA FELICIDAD POR LA HUELGA

En una entrevista publicada en la web de El Salto en junio de 2018, el músico asturiano Nacho Vegas hablaba de reivindicar la infelicidad, ya que, en su opinión, *hay veces que parece que vivimos en esto que Alberto Santamaría llama *capitalismo afectivo* en el que algunas empresas miden cuánto les cuesta la infelicidad de sus trabajadores y se dedican, con estos rollos motivacionales y de coaching, no a crear felicidad, porque el capitalismo no puede hacer eso, sino a cambiar la respuesta de la gente ante la infelicidad*.

Alberto Santamaría es profesor de Teoría del Arte en la Universidad de Salamanca y el año pasado publicó *En los límites de lo posible*, un intento de rastrear la actividad de los agentes que posibilitan que la creatividad, las emociones o la imaginación conformen un mapa afectivo necesario para la prosperidad económica.

*Las empresas se dan cuenta de que la infelicidad, la depresión, son problemas gravísimos.
Ahora bien, lo que buscan no es una solución directa, sino que la estrategia se basa en reforzar esa doble dinámica de relación mercantil y deseos.
Por ello lo que la narrativa empresarial nos vende es que el único lugar donde de verdad seremos felices es en el trabajo*.

Para Isabel Benítez, socióloga y periodista especializada en la cuestión del trabajo y conflictos laborales, la respuesta que las empresas ofrecen ante la infelicidad de las plantillas es un *mecanismo sofisticado de domesticación que busca productividad, directa al intentar mejorar la satisfacción y movilizar los recursos emocionales propios, internos de las trabajadoras;
pero también productividad indirecta:
reducir la conflictividad laboral, la articulación colectiva del malestar común*.

En su opinión, es *harto difícil* que en el trabajo asalariado se encuentre una posibilidad de realización personal-profesional, aunque precisa que *a nivel individual hay quienes sí lo consiguen a pesar de la inestabilidad, la arbitrariedad, la falta de perspectiva, la ausencia de control sobre el qué, cómo y para qué de tu trabajo*.

Benítez escribió junto a Homera Rosetti *La huelga de Panrico*, un libro sobre la experiencia de la huelga indefinida que entre octubre de 2013 y junio de 2014 mantuvo la plantilla de la única fábrica de Panrico en Cataluña.
Ella cree que los momentos de organización, ganar posiciones y lograr cambios en lo laboral son fuente de satisfacción y crecimiento para los trabajadores, pese a todos los obstáculos.

Por eso considera que la huelga no deja indiferente a nadie:

*Es una alteración de la normalidad donde se incrementa la sociabilidad entre trabajadores, se pone a prueba la capacidad de análisis y de organización colectiva, y se descubren habilidades ocultas:
creatividad a todos los niveles para pensar =dónde, cuándo, cómo presionar a la empresa, para dirigirte al resto de compañeras, para activar solidaridades externas a la empresa o centro de trabajo=, para hacer =construir barricadas, campamentos=, negociar, estrategia.
Las huelgas, los procesos de lucha colectiva, cambian a las personas que participan.
Son momentos de mucha tensión y emoción, en todos los sentidos*.

YO NO QUIERO SER FELIZ

*Pero a mí me sabe tan mal*, dice la letra de una canción del grupo de rock *Los Enemigos* que reconoce la incomodidad propia ante quien puede sonreír cuando lo exige la ocasión, quien distingue el principio del final y sabe hacia dónde va.
Ante quien, en suma, es tan feliz y encaja.
La canción, incluida en el disco *La vida mata*-1990, se puede leer como un anticipo del hastío por la imposibilidad de alcanzar esa meta de la felicidad que se sugiere como ideal desde tantos frentes.
También, de algún modo, como una reacción.



Casi treinta años después de su grabación, Edgar Cabanas observa que en España se está generando una conciencia crítica.
El otro discurso gana, porque es más simplista, traducible a titulares, integrable en políticas de empresa, comercializable, pero está habiendo un caldo de cultivo crítico que intenta hacerle frente*, señala el coautor de *Happycracia*.

La profesora Vila Núñez entiende que *mientras haya resistencia, no hay triunfo* aunque no tiene dudas de que estamos en una nueva fase del avance del capitalismo, *un estadio sofisticado definido por el asalto al deseo, a la propia subjetividad.
Un infierno a la medida de nuestro deseo, nos recordaría hoy, si estuviese entre nosotras, Jesús Ibáñez.
Ya no solo somos cuerpos disciplinados sino deseos expropiados, cuerpos sin memoria*.

Según su parecer, en la sociedad que afirma el imperativo de la alegría *ya nada tiene sentido porque nada tiene principio ni fin, solo existe el ¡ya!, el just do it!, porque no hay recuerdos ni compromisos, no somos nadie, no venimos de ninguna parte y no vamos a ninguna parte, este es el estado de la cuestión, es el cuento del estado de las cuentas.
Sísifo arrastrando la piedra que al llegar a la cumbre siempre puede volver a caer*.

A finales de 2018 se publicó *La vida de las estrellas*, segunda novela de Noelia Pena.
Un relato acerca de las otras realidades que la imposición del arquetipo de persona triunfadora, hecha a sí misma y feliz, pretende ocultar.
Lo que le interesaba, cuenta la escritora, era *arrojar un poco de luz sobre algunas problemáticas y conflictos a los que no siempre queremos mirar de frente, como la enfermedad, la soledad, el aislamiento o el maltrato.

La proliferación de enfermedades como la ansiedad y la depresión evidencia que este sistema no nos deja vivir:
nos exprime y asfixia.
¿Qué sucede cuando una depresión nos impide ir a trabajar o cuando perdemos un trabajo?
Nuestra seguridad se tambalea y con ella el modelo de vida que proyectamos alrededor del éxito profesional*.

Pena entiende que el gran problema social sigue siendo la emancipación y en el libro aborda esta cuestión.
Pero asegura que no se propuso que sus personajes fuesen el contrapunto a lo que prescribe la psicología positiva:

*Lo que puede verse en las problemáticas de los personajes de la novela es la dimensión colectiva de los malestares contemporáneos.
A pesar del individualismo creciente, gran parte de nuestros problemas tienen una dimensión social:
la soledad de los personajes, sin ir más lejos, especialmente los mayores.
Tanto el mindfulness como los libros de autoayuda intentan convencernos de que cambiando nuestra mente podemos cambiar la realidad e individualmente podemos conseguir la felicidad, pero ¿cómo ser felices si la solución a nuestros problemas no es individual, sino que comporta decisiones ajenas, ya sean políticas, médicas o bien apuntan a estructuras de poder asentadas desde hace siglos o a la violencia sobre nuestros cuerpos por parte de otras personas?*.

La respuesta a esta pregunta es, posiblemente, la más importante de todas las que se buscan a lo largo de la vida.

Cierro, y una vez más citando a la querida Dra. Nora Merlin;



-Un mundo feliz, la novela del escritor británico Aldous Huxley publicada en 1932, narra la realización de un experimento consistente en producir una organización social feliz a través de la medicalización y la hipnopedia.
Quienes dirigen la investigación administran, calculan y controlan procedimientos químicos sobre cultivos humanos que se producen en botellas.
Luego adoctrinan a través de la *hipnopedia*, método de manipulación basado en la repetición de frases cortas, que se graban en el cerebro de los niños al nacer y mientras se duerme, para que la gente crea ciertas *verdades*.

Se fabricaba un narcótico llamado Soma, droga que se suministraba a los deprimidos para que se evadan de la realidad y *curar* sus penas.
El Estado era el encargado del reparto de esta sustancia, una especie de elixir de la felicidad, a fin de controlar las emociones y mantener a las personas contentas, factor necesario para no poner en peligro la estabilidad de la Metrópolis =nombre de la ciudad=.
Para el mejor funcionamiento del sistema los seres humanos se dividían en castas:
Alfas, Betas, Gammas, Deltas y Epsilons.

Los Alfas eran inteligentes, altos y musculosos;
los Epsilons bajos, tontos y feos.
Ese mundo decidió que los de las castas inferiores se cultivarían por lotes de copias exactas, continuando de por vida siendo tontos e inferiores, para lo cual se agregaban ciertas sustancias en el tubo de ensayo, condenando a estos seres inferiores a un destino *natural* e inamovible.

Este notable texto que se inscribió a comienzos del siglo XX como literatura de ciencia ficción, llevó a su autor a afirmar, unos años después, que muchas de sus imaginadas truculencias se habían convertido en penosas realidades con una rapidez que él no había imaginado.

Sostenemos que esa ficción presenta sorprendente similitud con la subjetividad producida por el neoliberalismo, en la que la medicalización de la sociedad es uno de sus determinantes principales.
El neoliberalismo es un dispositivo biopolítico que avanza ilimitadamente sobre la cultura y la transforma en un mercado en el que todo tiene un precio.
Organizada por los imperativos de consumo, la cultura neoliberal precisa producir una subjetividad narcotizada, que se satisface consumiendo, anhelando una felicidad consistente en aumentar constantemente su riqueza y tener un éxito que siempre va a resultar insuficiente.

Las personas son consideradas solo en tanto consumidoras o como recursos humanos a los que hay que evaluar, decidir para qué sirven y en qué pueden convertirse.
Lo social se muestra atravesado por la falsa premisa de la meritocracia y la ingenua creencia del empresario de sí mismo, adiestrado en libros de autoayuda y couchings, encubriendo así la realidad inamovible de los privilegios y los destinos de exclusión que se presentan como *naturales*.
Las neurociencias, funcionales al neoliberalismo, de manera autoritaria y lucrativa deciden qué es la salud y la enfermedad, miden la subjetividad, cuantifican la tristeza.

El sufrimiento no se refleja en imágenes de resonancias magnéticas y lo humano no se reduce a los términos de un cerebro ni a las conexiones neuronales. 
El sujeto del inconsciente es un efecto de los distintos discursos, y no es susceptible de reducirse a las categorías de un mundo uniforme ni cuadra con la razón normativizada, la lógica positivista o la evaluación meramente cuantitativa.

Del mismo modo que en la novela de Huxley, el neoliberalismo instala el ideal de felicidad a través del disciplinamiento, planteando una sociedad medicalizada, fundada en un supuesto funcionamiento normal y regimentado que homogeneiza.

Fuerte abrazo.

Gilgamesh***

Fuentes;
-elsaltodiario

martes, 16 de abril de 2019

* Ex-Machina-116 *

***Linda noche de Martes para todxs.

Llegará un tiempo =no muy lejano= en el cual habrá que rescatar la singularidad humana.
Tener la suficiente originalidad creativa para salir de las ruinas tecnológicas.





Fuerte abrazo.

Gilgamesh***

-podcastgilga

* Historiología *

***Lindísimo inicio de Martes para todxs.

En toda la Argentina existen plazas, avenidas, monumentos, y hasta una ciudad en la Provincia de Río Negro con el nombre de *General Roca*, incluso tuvimos billetes y monedas con su figura.
En la Escuela tanto primaria como secundaria, los libros de Historia y las profesoras y profesores que tuvimos nos enseñaron que el General Julio Argentino Roca era un *Prócer*.



Sin embargo, cuando se tuvo acceso a los Archivos Históricos bien escondidos, supimos que Roca...era en realidad un genocida, ladrón y elitista.

Como presidente impulsó la Ley 4144 que permitió la expulsión de los inmigrantes sindicalizados y el 1 de Mayo de 1904 fue el primer mandatario de la historia en ordenar represión policial a una manifestación de obreros.
De ninguna manera hubo nobleza en Roca, hay que leer todos sus documentos, como el informe que hizo ante el Congreso de la Nación.

No solamente exterminó a los pueblos originarios, algunos quedaron porque no pudo con ellos, algunas comunidades sobrevivieron, pero lo que nunca se nos dijo es que Roca restableció la esclavitud.
En uno de los muchos relatos del informe, Roca manifiesta que;

*Hoy entrega de indios, a toda familia que lo requiera se le entregará un indio como peón, una china =término femenino despreciativo= y un chinito como mandadero*. 

Roca esclavizó hasta a los niños...
Cuando finalizó la llamada *Campaña del Desierto* =en realidad no había ningún desierto sino tierras habitadas por originarios=se distribuyeron 40 millones de hectáreas entre 1800 socios de la incipiente *Sociedad Rural*, institución que existe aún =y muy sólida e influyente= en nuestros días.

A la familia Martínez de Hoz se le otorgaron 2,5 millones de hectáreas.
A los Anchorena, 500 mil...
Fué un verdadero genocidio en beneficio de los terratenientes.
Y Roca se quedó con 60 mil hectáreas en la zona de Pigué.

Cuando sale a la luz esa historia que no nos enseñan en la escuela podemos inferir en que hemos sido manipulados desde niños en materia educativa, lo cual es un verdadero delito si razonamos que nuestra *formación* desde los 6 años...es lo que nos va a condicionar como futuros ciudadanos, cómo vamos a pensar, cuál será nuestra ideología, nuestra visión del mundo, en fin.. la influencia de los prestidigitadores de la historia basada en el nacionalismo, advocado y, bajo protección de la religión..

Por eso Don Manuel de México no estaba errado, pero para ser justo, creo que antes de exigir que el barrio esté limpio hay que limpiar primero la casa propia, que en cuestiones de *Historia* significa poner en evidencia a los propios, a esos que generalmente nos enseñaron a alabar como *próceres* y que en el fondo no fueron más que verdugos y ladrones de sus propios coterráneos.

Por eso, cuando justa pero inocentemente el Presidente de México Don Manuel López Obrador pide un revisionismo histórico de la *Colonización*, peca de ingenuo, ya que hasta en la mismísima España se les ha enseñado a los españoles una historia *nacional* fraguada como ésta;



-Ni la fecha es real.
La escaramuza, que no batalla de Covadonga, fue en el 722 y no en el 718, aunque el Principado celebró el 1.300 aniversario en 2018.
El mito, la leyenda y las falsedades históricas sobre Covadonga =el *covadonguismo*= son utilizadas por el nacionalismo español y por el asturianismo más conservador, mezclando la ficción con los sentimientos religiosos.
Y todo ello sigue siendo asumido por la cultura popular, por las élites y por las instituciones.
No solo otros nacionalismos como el catalán se envuelven en falsedades para legitimarse.

Rafa Balbuena / Historiador y periodista.

A Pelayo, primer rey de la Monarquía asturiana, nunca proclamado, le rodea la oscuridad tanto en su procedencia como en las circunstancias en que se desarrolló su reinado, hasta el punto de que algunos historiadores del siglo XX llegaron a poner en duda su existencia.
Sin embargo, los trabajos de medievalistas de referencia como Claudio Sánchez Albornoz, Barrau-Dihigo, Juan Uría Ríu o Juan Ignacio Ruiz de la Peña vienen a convenir, con pocas dudas, que fue un potentado asturiano del siglo VIII vinculado a la nobleza de origen hispanorromano =su propio nombre, Pelagius, denota la raigambre latina, no visigoda=.

Sánchez Albornoz, que en sus investigaciones recorrió a pie todos los escenarios que relatan las tres crónicas asturianas de la época que han pervivido hasta hoy, sostiene que, pocos años después de la conquista musulmana que acabó con el reino visigodo de Toledo en 711, Pelayo encabezó una revuelta contra el pago de impuestos a las nuevas autoridades, dependientes del valí =gobernador= de Córdoba.
Atendiendo a las citadas crónicas asturianas del siglo IX =la de Alfonso III, la Albeldense y la Crónica Profética=, y conforme a los cálculos que de ellas se deducen, su rebelión culminaría con una escaramuza militar en Covadonga ocurrida en el año 722, concretamente el 22 de mayo.

Y aunque ese mismo cálculo indica que sus primeros movimientos conocidos de insurrección fueron en 718, afirmar que el incidente de Covadonga tuvo lugar entonces sería tan tendencioso =y absurdo= como decir que Colón descubrió América en 1483 al proponer al rey de Portugal su viaje a las Indias, o que la Segunda Guerra Mundial estalló en 1933 con la victoria electoral de Hitler en Alemania.

El enfrentamiento del 22 de mayo del 722 es asunto preñado de detalles difusos y enorme mitificación.
A lo largo de los siglos se ha dicho, repetido y exagerado que nada menos que 100.000 musulmanes se apostaron ante Covadonga para aplastar a un puñado de insurrectos astures escondidos entre las peñas del Monte Auseva.
Cualquiera que conozca el entorno actual de la zona =allanado, edificado y alterado en grado sumo= puede imaginar qué ocurriría hoy si 100.000 turistas con sus autobuses y coches se plantasen ante el santuario.
En efecto:
no cabrían.

Menos aún, en el siglo VIII, una mesnada de tales proporciones con la voluminosa maquinaria bélica de la época, incluyendo armeros, monturas y todo el soporte logístico necesario para mantener y alimentar una tropa que, por otra parte, tendría los mismos efectivos que en 2018 suman las Fuerzas Armadas españolas de tierra y mar.
La intervención de fuerzas sobrenaturales como clave para infligir la derrota a los musulmanes es otro tópico, nunca desterrado del todo a pesar de los avances del laicismo y el racionalismo, solo sostenido obviamente por la fe, enemiga irreconciliable, en este caso de modo delirante, del rigor historiográfico.

Leyendas como que las lanzas y flechas rebotaban inexplicablemente en la roca para volverse contra los atacantes, o la aparición de la Virgen María dando un mensaje salvífico a Pelayo, con la carga apologética propia de los relatos medievales, ya se habían atribuido de modo similar e idéntica intención propagandística al emperador romano Constantino durante el siglo IV.

Incluso el relato, igual de fantástico, de que en plena batalla a Pelayo le llovió del cielo una cruz de madera, que sostuvo como símbolo durante el combate y con la que se compuso el alma =armazón de madera= de la Cruz de la Victoria que se exhibe en la Cámara Santa de la catedral de Oviedo, es un paralelismo evidente con el relato de glorificación de Constantino en la batalla del Puente Milvio y su exaltación como paladín del cristianismo ante la amenaza de paganos y bárbaros.

La controvertida Reconquista

La revuelta pelagiana, en todo caso, no fue la única contra las tropas musulmanas en la Península y pudo obedecer a un conflicto local, pero de ningún modo se emprendió para desagraviar y reparar una supuesta *pérdida de España*, como sostiene el relato tradicional nacional-católico, a manos de las tropas que derrotaron a los visigodos de Don Rodrigo en Guadalete.
Porque España, la Hispania de entonces, entendida como nación, no surge hasta bien entrada la Edad Moderna.
Incluso hay quien sitúa ese origen nacional en las Cortes de Cádiz de 1810.

En los siglos posteriores a Pelayo sí irá fraguando un sentimiento colectivo de pertenencia común entre los reinos y condados que van a configurarse en la Península Ibérica, desde Portugal a los condados catalanes, y que incluso hallará eco en Al-Ándalus.
Pero de ahí a plantear que Pelayo concibiese la idea de restaurar algo que aún no había existido, tiñendo además su carácter con mitología propia de un Rey Arturo, media un abismo.

Otra cosa es que la coyuntura favorable y la habilidad política y militar de los sucesores de Pelayo facilitaran el afianzamiento de un reino independiente, con sus atribuciones políticas, económicas y militares más o menos clarificadas:
la Monarquía asturiana de los siglos VIII y IX, que nos legó un singular arte propio, el prerrománico.
Ahora bien, considerando el contexto histórico, este proceso tuvo que depender de muchos factores desde su mismo origen y no puede reducirse a una sola causa.

Y menos aún a conjeturas como las que achacan el origen de la revuelta al supuesto matrimonio de una hermana de Pelayo con Munuza, por entonces gobernador musulmán de Gijón, o a un dudoso parentesco que lo vincule al séquito del rey visigodo, justificando así que aquel líder de unas tribus locales albergase veleidades de convertirse en nuevo rey de Toledo.
A este fin, es llamativo que las crónicas omitan muchos detalles de la rebelión, y más aún que silencien todo lo ocurrido en Asturias en los quince años que van desde la escaramuza de Covadonga hasta la muerte de Pelayo, ocurrida en Cangas de Onís en el año 737.

El devenir de los hechos, con el crecimiento progresivo de los reinos cristianos a lo largo de la Edad Media, y la preponderancia alternante que mantuvieron con Al-Ándalus a lo largo de siete siglos, propició una secuencia de hechos que ha sido calificada con el controvertido término de *Reconquista*.
Al margen de su utilidad para definir una parte importante de la Edad Media hispana, su utilización también ha dado pie a que la manida frase que dice *Asturias es España y lo demás, tierra conquistada* se haya convertido en epítome del *covadonguismo*.

Teoría difusa que, a grandes rasgos, resume la rebelión de Pelayo como encarnación y ejemplo eterno de las virtudes de una nación, la española.
Pero la Reconquista, lejos de un batallar continuo y religioso de siete siglos, no fue otra cosa que un lento proceso geopolítico, con sus trasvases culturales, sus cambios de fronteras y enfrentamientos armados intercalados entre largos intermedios de paz.
Y el motor de este proceso, más que una ideología o una cuestión de credos, fueron las luchas de poder, las debilidades y las alianzas coyunturales de varios reinos, que entonces pugnaban por el dominio de un mismo suelo.

La manipulación interesada de Covadonga como hito fundacional patriótico puede apreciarse, de modo embrionario, en el propio relato del Reino de Asturias que apuntan las crónicas medievales, que, con intención de legitimar el presente vinculándolo al pasado, lo sitúan como continuación del reino visigodo de Toledo.
El punto álgido de esta mixtificación llegaría con la historiografía nacionalista del siglo XIX, que hizo del *covadonguismo* el origen legitimador de España y de Asturias.

Nacionalismo del XIX y Guerra Civil

El siglo XIX fue un período en el que los nacionalismos brotaron por toda Europa, haciendo del pasado argumento ideológico, y era difícil que el mito de Covadonga y su simbolismo se sustrajesen al historicismo que sustenta estas ideologías.
El nacionalismo español, frecuentemente teñido de mesianismo, ha colocado desde entonces en uno de sus podios la *trinidad* Covadonga-Pelayo-Reconquista como una especie de dogma de virtud y pureza.
En 1916, el político carlista Juan Vázquez de Mella pronunció en la propia Covadonga un discurso de corte regionalista que, sin distanciarse de sus postulados españolistas, recoge las bases de lo que más tarde será el ideario político asturianista conservador, que no ha perdido vigencia.

Durante la II República el mito no fue ajeno a la fractura social:
Gil Robles, líder de la derechista CEDA, protagonizó allí mismo un encendido mitin días antes de la Revolución de Octubre del 34, en medio de un sabotaje en las carreteras para impedir el acceso de la comitiva a Covadonga, tras un abierto boicot de partidos y sindicatos de izquierdas.
Ya en la Guerra Civil, la novelesca historia de los avatares de la imagen de la Virgen de Covadonga, la *Santina*, refleja hasta que punto cuajó el mito entre los asturianos.
El bando republicano atizó al nacional por la presencia de soldados musulmanes entre las tropas franquistas que avanzaban inexorablemente por el Oriente de Asturias en 1937.

Aquellos regulares de Marruecos no fueron los primeros soldados *nacionales* en alcanzar el santuario, pero las polémicas fotos de *moros en Covadonga*, aireadas por los republicanos, fueron censuradas en la prensa de los sublevados.
Y para evitar que la Santina corriese peligro, fue el Gobierno de Asturias y León del socialista Belarmino Tomás, a través de una operación diseñada por su consejero e intelectual Antonio Ortega, ejecutada por un anarquista, el que ideó un plan para evacuar a la imagen venerada de la Santina de España.
La figura estuvo el resto de la contienda escondida en un armario en París y volvió a Covadonga cuando callaron las armas, tras ser paseada con fervor por media Asturias.

El nacional-catolicismo que impusieron los ganadores explotó con indiscutible éxito el mito de los orígenes de la patria española, de Pelayo y Covadonga, vencidos sus enemigos ateos y separatistas.
El propio Franco, en una bien buscada imagen simbólica, portó la Cruz de la Victoria por las calles de Oviedo en 1942.
Un caudillo que evocaba a aquel otro de las montañas astures en las que se evitó la desaparición de España y la civilización cristiana, según el épico relato oficial.

Restaurada la democracia a partir de 1977, la Transición no supuso la revisión historiográfica del covadonguismo que se podría esperar.
Ni siquiera el robo de la Cruz de la Victoria y el resto de joyas de la Catedral, que en aquel año logró unir en bloque a todas las fuerzas políticas asturianas de una forma espontánea y sin precedentes =y también sin continuación=, evitó la repetición de unos lugares comunes que, pese a su indudable fuerza simbólica, no se corresponden con la realidad.

La confusión sigue hoy en día y desde la izquierda radical a la extrema derecha se sigue usando la imaginería covadonguista para apuntalar ideología.
La bandera asturiana, inventada por los fundadores de Conceyu Bable en los años setenta, luce la Cruz de la Victoria y grupos independentistas minoritarios no dudan en añadirle la estrella roja, marxista e internacionalista.
Los neonazis suelen concentrarse en Cangas de Onís, primera capital de la España imperial que añoran, y alguna vez protagonizaron serios incidentes de orden público.
Claro que la confusión es fomentada desde las propias instituciones.

El Gobierno asturiano del PSOE institucionalizó en 1984 el 8 de septiembre, festividad de Covadonga, como el Día de la Autonomía.
Desde entonces lo religioso y lo político se retroalimentan en obscena mezcolanza, con los presidentes del Principado asistiendo a misa en la basílica inaugurada en 1901, sin que falten últimamente broncas del Arzobispo conservador Sanz Montes al legítimo representante de los asturianos por cuestiones como el aborto.
El laicismo que avala la Constitución y la propia esencia de la Autonomía se difuminan en los aires puros de Covadonga.

El Principado tiene previsto celebrar el 1.300 aniversario de los sucesos de Covadonga, con cuatro años de adelanto y con unos 80 actos que no parece que vayan a revisar, desde el rigor histórico exigible, la legendaria y mítica versión de un pasado que no fue como nos lo siguen contando.

Esa revisión pendiente resultaría muy esclarecedora respecto al debate que mantiene la sociedad española sobre la controvertida cuestión nacional, tras el pulso separatista catalán.
En Los heterodoxos asturianos, un libro de Juan Cueto Alas que no ha perdido vigencia desde que se publicó precisamente en 1977, aparece Covadonga vinculada a esa palabra tan usada en la discusión política de mayor calado de la actualidad:
plurinacionalidad.

Sostiene Cueto en el capítulo *Pelayo es morboso* algo que delata el retroceso de aquella lectura heterodoxa de la historia de España, a la que ahora se enfrentan los sectores conservadores que detentan el poder político, económico y mediático:

*A fin de cuentas, la diferencia que existe entre concebir la historia del Reino de Asturias como génesis de la llamada nacionalidad española o como proceso de autoafirmación de una muy específica nacionalidad =la asturiana=, hará significar las cosas de diferente manera.
Lo primero, conduce inexorablemente a cimentar el dogma del Estado-Nación tal y como ha sido y es entendido por las clases dominantes desde hace muchos siglos.
Lo segundo, inaugura la posibilidad histórica de la plurinacionalidad del Estado español, asunto que nadie con dos dedos de frente osa rebatir en estos momentos*.

Barbaridades en los libros de texto

Pelayo y Covadonga apenas tienen hoy presencia en la enseñanza asturiana y no hay grandes diferencias entre lo que se cuenta ahora a los escolares de aquel episodio, en relación a lo que pasaba en las aulas de la dictadura.
Eso evidencia la consulta de esta revista a cuatro manuales de Historia de Segundo de la ESO, el único de los cuatro cursos del ciclo en el que se estudia la Edad Media de Asturias, todos actualizados y utilizados en numerosos centros asturianos de Enseñanza Secundaria, tanto públicos como concertados.

Uno de ellos =*Geografía e Historia-Historia medieval*, de Ediciones SM=, pese a lo escueto de su contenido =apenas 14 líneas de texto=, explica con bastante precisión las circunstancias de nacimiento del Reino de Asturias refiriendo *la escaramuza, magnificada con el tiempo, que pasó a las crónicas como la Batalla de Covadonga*.

Sin embargo, otro manual consultado =*Ciencias Sociales-Historia*, ed. Oxford Educación= se limita a consignar la existencia del Reino de Asturias en un mapa, sin ninguna referencia explicativa en el texto de la unidad didáctica correspondiente.
En el caso de *Ciencias Sociales-Proyecto Kairós*, de la editorial MacGraw Hill, se esquiva la cuestión de un modo no solo simplista sino erróneo, despachando todo el asunto con una nota al margen que señala:
*la fundación del Reino de León en 914* =sic=.

Y el último libro de texto consultado =*Ciencias Sociales-Proyecto Zenit*, de Ediciones SM=, pese a dedicar más espacio al Reino de Asturias, es una sucesión de inconcreciones, errores de bulto y restos mal ordenados de una historiografía desfasada y sin rigor crítico.
Entre los desatinos con que sus autores narran la rebelión de Pelayo, afirman sin más que fue *un noble visigodo* y dan por sentado que *después de asentarse en Asturias llegó a ser aceptado como jefe, pero fue apresado por los musulmanes y permaneció en Córdoba como rehén del emir =sic=, que quería garantizar de esta manera la obediencia de los astures*.

Hay quien va incluso más allá.
En una conocida academia ovetense, que prepara oposiciones para profesores de Secundaria, se facilita sin sonrojo a los alumnos unos apuntes en los que se da por cierta la leyenda de que *los reyes asturianos del siglo IX seguían rindiendo su tributo anual de cien doncellas vírgenes al califa de Córdoba*.
Con despropósitos así en la pedagogía de supuestos titulados universitarios, no extrañaría oír cualquier día que Pelayo ganó la batalla de Covadonga a lomos del toro que mató a Manolete.

Bien cierto es que si no conocemos la Historia pasada, no vamos entender nunca el presente y mucho menos...vamos a tener idea de cómo construir un buen futuro.

Es por eso que a esa Historia que nos metieron de prepo, a la fuerza, desde niños, constantemente la han manipulado los mismos de siempre.
Son los mismos que han creado la *Constitución*, el llamado *Sistema de Gobierno*, un formato bastante homogéneo en casi todo el mundo, que tiende a no soltar nunca el poder que ostentan desde antaño.

Reglas y normas que entrampan a cualquier persona o grupo que pretenda *cambiar positivamente* un sistema que es injusto desde sus bases.
Resulta entonces una barbaridad asumida y aceptada que se *eduque* a los niños de acuerdo a un relato único, y es en parte lo que sostiene ésta división social que equilibra a la conveniencia del mismo sistema.

Hay que comenzar entonces a advertir, a atar cabos, a aprender a leer y escuchar, a ver, a conocer esas señales que emanan de cierta dirigencia política para así poder identificar la intención de fondo.

Lo autoritario, lo xenófobo, lo religioso, lo patriótico, lo nacionalista, lo conservador, lo discriminador, lo clasista, son señales claramente visibles si revisamos la historia que nos enseña a entender mucho de lo que hoy nos pasa socialmente.

Ligera y tendenciosamente cada vez que un individuo cuestiona lo establecido...salen los dardos envenenados para aplicarle motes y calificativos que no hacen más que demostrar...que se inquietan ante el mero hecho de quedar expuestos.

Y gran parte de la sociedad que nada tiene que ver con las élites, se vuelve cómplice de las mismas sosteniendo el relato ajeno, que nada tiene que ver con sus propios intereses ni con la historia completa, sin embargo no se tiene la capacidad de alguna vez dudar...de ponerse a pensar si en verdad la forma en cómo le han *educado* no ha sido la mejor forma de volverle una marioneta útil.

Hay una negación propia de la modernidad y es el *orgullo*, porque reconocerse engañado y recononcerlo, es más doloroso que el dolor infligido por el engañador...

Darse de bruces con la cruda realidad parece ser algo que el necio nunca estará dispuesto a soportar, y así viniera el mismísimo Cristo a decirnos que nos han engañado, probablemente le vuelvan a clavar en la cruz...

Fuerte abrazo.

Gilgamesh***

Fuente;
-atlanticaxxii