***Hermosa noche de alfinViernes para todos.
Suelo decir que aquella Gnosis milenaria nos ha dejado un cúmulo impresionante de Conocimiento que aún nos resulta imposible descifrar, razón que creo, será completada en algún tiempo futuro cuando más buscadores puedan tener la evolución suficiente para destrabar los maravillosos misterios que guardan éstos Conocimientos.
Hemos hablado algunas veces de Mani, ese profeta antiquísimo que suelen usar los fríos economistas y sus teorías para hablar de *Maniqueísmo*.
Mani, que era iraní, vivió entre los años 215 y 276 después de Cristo, gran ventaja obviamente de todos aquellos que vivieron cercanos al gran hito de Cristo.
Y como ocurre con todo, a medida que el tiempo aleja a las generaciones de un hito, las generaciones van perdiendo la riqueza de aquél Conocimiento por el olvido del tiempo, aunque mucho más por acción de quienes intentan ocultar, opacar, tergiversar e incluso suprimirlo para ser suplantado de acuerdo a sus nefastos intereses de manipulación.
Por eso, nadie habla de creer a rajatablas en tal o cual doctrina o personaje, pero los tiempos en los cuales éstos personajes existieron, al menos a mí, me generan 100% más de confianza que cualquier cosa surgida centurias después.
Sabrán también que el movimiento Gnóstico no era homogéneo, los hubieron con distintos matices, pero podríamos decir que la gran mayoría relataba la misma historia.
Mani es uno más de quienes aportaron distintos matices, y como a ésta altura de mi vida creo que no hay tiempo para perder en matices sino ahondar o profundizar en el eje central que atraviesa a todos los movimientos Gnósticos de aquél tiempo, les voy a compartir ahora unos extractos del genial trabajo investigativo de Ignacio Gómez de Liaño Alamillo. En éstos extractos, Liaño cita a otro grande de la investigación sobre el Gnosticismo, =Henri-Charles Puech= el tema es Mani y sus interpretaciones sobre la caída de los Espíritus o Almas en ésta mezcla de luz y obscuridad que significa nuestra existencia.
Hablará Mani de la misión de Cristo, de quiénes son las abominables creaturas materiales que no vemos, del propósito de éstos impresentables, del propósito no sólo de Cristo sino además de otras entidades de la Vera Luz que vinieron y siguen aquí aunque no les veamos trabajando para consumar lo que en definitiva ocurrirá cuando el tiempo de la depuración acabe por fin con éste pandemonium.
Y verán la concepción de Mani sobre las funciones que cumplen tanto el Sol como la Luna...sumamente inetersantes..., todas cosas que invitan =como decía al incio= no a negar ni a creer ciegamente, sino a *investigar* basados en ésta enorme ventaja por la cual hemos venido a existir en éste tiempo, ver al mundo en éste 2017..y tratar de encontrar las ligazones con aquellos tiempos hermosos, que como Mani, nos han dejado mucho por descubrir.
*Navíos*...*ruedas de engranajes invisibles*, reciclajes...depuraciones, el concepto de los elementos celestes como entidades vivas o *maquinaria* funcionales a un propósito que nos trasciende por su enorme complejidad. Funciones de entidades que están muy ligadas a la misma concepción que practicamos los humanos en nuestra reproducción sexual, y en definitiva, sublimar una mezcla impura tal como alguna vez he charlado aquí con ustedes.
Luz y obscuridad se unieron y lo que surgió no es ni una ni la otra, o también ambas, pero ya fundidas son un tercer elemento; la mezcla, o A+B= C
Para que la obscuridad deje de existir es menester *extraer* la Luz para deshacer la mezcla, si A es la Luz, ésta debe ser separada de B, por lo cual A vuelve a Ser Luz Vera, la obscuridad desaparece y el triste resultado de esa mezcla, o sea C, también deja de existir.
Les dejo entonces con éste excelente extracto que espero, les abra las suficientes neuronas y que éstas puedan sumarse a las muchas que necesitamos y que nunca serán patrimonio de una sola persona sino de un colectivo que sin ninguna duda, va a sumar siempre para dejar a otros que vendrán después, para evolucionar lo que se les ha dejado;
Dentro del sistema del profeta babilonio es el Alma, la Armadura del Hombre, quien hace las veces de la Sofía inferior de los gnósticos. De ahí que se carguen los costes de la faena demiùrgica en la cuenta del Demiurgo-Mensajero y no en la que, según los gnósticos, compartían el Cristo-Demiurgo extrapleromático y la Sofía exterior. Los maniqueos, obviamente, suprimen el bello mito de los estados de ánimo de Sofía como origen de las pasiones y de los elementos materiales, pues esas pasiones y elementos pertenecen al círculo *íntimo* del Príncipede las Tinieblas, que es simétrico al del Hombre Primordial.
Mientras que ofitas y valentinianos ven el universo animal como el desabrido fruto del *desliz* de Prounico, la divina descarriada, la Magdalena gnóstica, la Berenice que mitificaron los gnostikoi, en cambio los maniqueos interpretan la cosmogénesis de una manera mucho más radical y dualista. Reposa sobre un fondo realmente monstruoso, pues es el fruto de que las potencias tenebrosas se hayan ayuntado con los esplendores =ziwane= del Hombre, lo que es una contradicción ontològica, pues Luz y Oscuridad son términos inconciliables, ya que es imposible armonizar dos positividades, una de las cuales es sustancialmente positiva y la otra sustancialmente negativa.
La melancólica ternura con la que, gracias a Sofía, los gnósticos bañaban su idea de la creación del universo =para no hablar del estremecido encanto del Anima Mundi de Plotino= brilla por su ausencia en la cosmogénesis maniquea. Tampoco el Demiurgo-Mitra-Mensajero tiene el encanto del Cristo extrapleromático, que actúa movido por el deseo de salvar y *educar* a su desdichada hermana, la oveja perdida, el eón femenino extraviado en el caos de su inconsciencia, audacia, ignorancia y, también, bondadosa simplicidad.
El *Cristo* maniqueo es, en cambio, un frío maestro de astronomía moral, un hábil mecánico de herramientas hidráulico-religiosas, y las personificaciones que el profeta babilonio patrocina parecen haber sido extraídas del arca donde se guardan las fichas de un juego didáctico.
**El Tercer Enviado salva al mundo =dice Puech= en la medida en que lo organiza definitivamente como una máquina destinada a extraer, retinar y sublimar la Luz oculta. Los engranajes de esta máquina son las *ruedas* del Viento, del Agua y del Fuego que mueve uno de los Hijos del Espíritu Viviente, el Gran Rey de Gloria =malka rahba deiqará=, y, especialmente, el Sol y la Luna.
La primera quincena de cada mes, la sustancia liberada sube por la *Columna de Luz* =el Hombre Perfecto= hasta la Luna que, con este cargamento, se convierte poco a poco en Luna llena; la última quincena, la sustancia es *transferida* o *trasvasada* de la Luna al Sol, de donde pasa a su Patria Celestial. Los navios Sol y Luna desempeñan una función soteriológica característica que, al menos temporalmente, fue adoptada por los budistas tántricos, pues Klimkeit llama la atención sobre una pintura que hay a la entrada del santuario principal de Alchi =el Du-khang=, del siglo XI-XII, en la que se ven dos navios.
Tras señalar que el simbolismo de dos naves es inusual en el budismo, cita un sutra budista-uigur que muestra influencia maniquea: *Los dioses Sol y Luna son dos
palacios resplandecientes =ordular=: son palacios grandes, espaciosos, centelleantes, alhajados*.
Volviendo al diagrama, pienso que las naves Sol y Luna han de colocarse en el perímetro *zodiacal* de las Doce Vírgenes Virtudes que escoltan a los Cinco Hijos-Dones del Espíritu Viviente. Como ese perímetro lo forman los Diez Cielos, se ha de ver al Sol y la Luna en ese espacio.
Pero el Tercer Enviado**, agrega Puech, **utiliza también medios de naturaleza menos mecánica =para recuperar las partículas de Luz aprisionadas en la Materia=: en su desnudez radiante, y como Virgen de la Luz =en persa medio, Kanigrosn=, se aparece en el Sol bajo forma femenina a los Arcontes varones, y bajo forma masculina a los Arcontes hembras, provocando así su deseo y haciéndoles expulsar junto con sus jugos seminales la Luz que habían engullido. Su pecado cae a tierra, y de su parte húmeda nace un monstruo marino que *Adamas-Luz* =en siríaco: Adamos nuhra=, otro de los hijos del Espíritu Viviente, traspasa con su lanza, mientras que de su parte seca surgen cinco árboles, de donde saldrán todos los vegetales.
Por su parte, las diablesas, descorazonadas por la rotación del Zodíaco, al que están atadas, dan a luz abortos =llamados Mazan y Asrestar en algunos de los textos de Turfán= que, caídos a tierra, devoran los brotes de los árboles, asimilando de este modo el semen y la luz eyaculados por los Arcontes y, llenos de concupiscencia, se unen entre sí para hacer prosperar su descendencia demoníaca: éste es el origen del reino animal. La parte de la sustancia luminosa que aún queda por salvar se reduce pues a la tierra, pero se halla diseminada y aprisionada en la pulpa de las plantas y los cuerpos de los demonios**.
De forma muy gráfica Mani ha pasado de la Dodécada, buena y pneumática, de las Vírgenes-Virtudes a la Dodécada mala, zodiacal y animal con su corro de diablesas. Esta contraposición de Dodécadas la hemos visto en los diagramas setiano y ofítico, y también en el descrito por Hermas.
Aunque la *mitad luminosa* del diagrama maniqueo ha quedado suficientemente reconstituida, en la medida en que nos lo han permitido las fuentes documentales demasiado dispersas, pero no demasiado abundantes, parece oportuno dar algunos datos sobre la antropogénesis y otros aspectos de la religión de
Mani, a fin de conocer a fondo el uso del diagrama como instrumento religioso.
Conviene, a este respecto, llamar la atención sobre varios puntos:
1.- La conexión del Tercer Enviado o Mitra con el Sol, y su carácter andrógino, lo que recuerda aspectos centrales del mitraísmo.
2. La concomitancia en la aparición =a partir de la parte húmeda o de la seca del semen-luz de los diablos y diablesas= del Monstruo marino =de tipo leviatanesco= y de los Cinco árboles de que proceden los vegetales, lo que es una repetición del esquema pentàdico del círculo íntimo del Príncipe de las Tinieblas.
3. La noción de que es del Sol de donde surge la vida =idea cara al mitraísmo= , primero la vegetal y luego la animal.
4.- Por último, decir que las Doce diablesas atadas al Zodíaco son la contrapartida tenebrosa de la Dodécada pleromática de las Virtudes hijas del Tertius Legatus, al igual que en el diagrama setiano debajo de la Dodécada de las Potencias luminosas del Autogénito rota otra de Autoridades tenebrosas, que se halla en la esfera ogdoádica, la cual está encima de la Hebdómada arcóntica.
La creación de la primera pareja humana y su salvación
Ante la prodigiosa actuación del Tercer Enviado, la Materia =personificada en Az, la Concupiscencia=, temerosa de perder la parcela de Luz que aún mantiene en cautiverio, concentra la mayor parte de ella en una creación suya propia que sea contrafigura de la divina. **A este efecto =dice Puech= un demonio macho y otro hembra =Asaqlun y Namrael=, tras haber devorado el primero de ellos a todos los hijos de los Abortos para asimilar toda la Luz que contenían, se aparean y dan a luz a los dos primeros hombres: Adán y Eva =o Gehmurd y Murdiyanang=.
Nuestra especie, pues, nacida de toda una serie de actos innobles de canibalismo y sexualidad, conserva sus estigmas: el cuerpo, que responde a la forma bestial de los Arcontes, y la libido, que impulsa al hombre a aparearse y reproducirse, es decir, a mantener indefinidamente en cautividad, según el plan de la Materia, el alma luminosa. Pero del mismo modo que la caída del Hombre Primordial, de donde surgió el mundo, fue seguida de una salvación y se transformó en instrumento de salvación, la ignominia del primer hombre exige una nueva salvación y sirve a la obra universal de redención. Al estar reunida en él la mayor parte de la luz, Adán y su descendencia se convertirán en el objeto central del proceso liberador**
Ciego y sordo, malvado e inconsciente, hasta el punto de ignorar su origen divino, el hombre sufre en la prisión del cuerpo al que le ha atado Az, la Concupiscencia-Materia, que preside junto al Príncipe de las Tinieblas el Reino de la Oscuridad. Pero entonces los Cinco Ángeles, que son la réplica celestial de los Cinco Elementos aprisionados por la Materia, suplican al Mensajero de la Gozosa Nueva, a la Madre de la Vida, al Hombre Primordial y al Espíritu Viviente, es decir, a las más altas personificaciones divinas de los cuatro estratos superiores, que envíen un Salvador a fin de que revele a Adán el Conocimiento y la Rectitud, y le aleje de los demonios.
La tearquía en pleno atiende la petición y envía a Jesús, el Jesús trascendente del maniqueísmo, *Jesús el Luminoso*, que, según otras fuentes, puede ser también llamado Ohrmizd, el Hombre Primordial o el Hijo de Dios. Jesús constituye la quinta y última de las escalonadas emisiones del Dios-Luz-Bien.
Revestido de forma humana, Jesús desciende a la tierra, castiga a Az y a los Arcontes creadores y, acercándose al Protoplasto, le *despierta de un sueño de muerte* =Bar Koni=. *Entonces Adán se contempló a sí mismo y supo quién era. Jesús mostró a Adán los Padres que residen en las alturas y su propia alma. ...
Jesús le hizo ponerse en pie y le dio a probar del Árbol de la Vida. Adán, entonces, miró en torno y lloró. Alzó la voz como león rugiente, se mesó los cabellos, se golpeó el pecho y dijo: *¡Maldito, maldito sea el creador de mi cuerpo, el que unió a él mi alma, y malditos sean los rebeldes que me sojuzgaron!*. Tras esta *resurrección*, el Protoplasto, según el fragmento S 9, *liberado para toda la eternidad, subió al Paraíso, al Reino de los Bienaventurados*.
En otros relatos de este episodio, que ofrece tantos paralelismos con la salvación del Hombre Primordial, a jesús se le llama el *Dios del Nous* o simplemente Nous, como hace Alejandro de Licópolis, pues la salvación es siempre la salvación del Alma gracias al Intelecto.
Sólo así el Hombre puede superar el estado de *alienación* =a-nous= en que se encuentra por estar encadenado a la Materia-Concupiscencia. La salvación de Adán exige de éste que se contemple a sí mismo en el espejo perfecto del hombre que le ofrece el Salvador Jesús. El Árbol de la Vida del que Adán come es asimilado por los maniqueos al Árbol del Conocimiento o Gnosis. Esa comida le otorga el saber total, del Pasado, del Presente, del Futuro; de la teogénesis y la cosmogénesis; del misterio de la Salvación de Dios y del Hombre por obra de Dios.
El despertarse del profundo sueño es volver en sí, regenerarse, reintegrarse; en una palabra, *reconocerse* o *recordarse* en su verdadera naturaleza pneumática. La acción que ejerce Jesús-Nous sobre Adán es del todo semejante a la acción paralela que se encuentra entre setianos y ofitas, si bien los maniqueos parecen descartar la intervención de Sofía como Epinoia.
La economía de la ulterior salvación del mundo se centra en el Alma doliente del Mundo que es a menudo asimilada, en símbolo grandioso, al Jesús Patibilis.
Este Jesús cósmico e intemporal se halla crucificado en la materia, sobre todo en árboles y vegetales, de modo que el mundo es la Cruz de Luz. Con el símbolo del Jesus Patibilis, la pasión y crucifixión del Jesús histórico alcanzan proporciones universales y proponen una lección ejemplar, pues el devenir del mundo es el desarrollo de la Pasión de un Dios que es su propio Salvador.
**La enorme máquina cósmica gira =dice expresivamente Puech= y la gigantesca rueda de doce cangilones, la noria que Jesús ha establecido para la salvación de las almas, no deja de extraer las almas luminosas de los muertos y verterlas en la *Columna de Luz*, por donde, en los navios del Sol y de la Luna, el místico cargamento asciende a su radiante Paraíso de origen**.
Proceso este que retardan los pecados de la humanidad, a la que tan difícil resulta librarse de las ataduras de la concupiscencia, y para lo que el maniqueísmo ordena el cumplimiento de una moral sumamente austera. La escolástica maniquea posterior, como anota también Puech, supondrá que el hombre está compuesto de cinco sustancias =los Cinco Elementos luminosos del Hombre Primordial=, de cinco miembros, que son las ftierzas o facultades intelectuales, de cinco dones, que son las virtudes cardinales. Asimismo contará con tres potencias luminosas, que corresponden a tres planos de su ser: luz, salud y cuerpo glorioso.
**El hombre =dice Puech= se convierte asi en uno de los engranajes de esta máquina de producir Salvación que es el universo**.
En efecto, el diagrama pentádico-dodecádico de los maniqueos a lo que más se parece es a una máquina rotante, a un engranaje de ruedas, cuyo fin es liberar la Luz, procesar la Luz del Intelecto; a una noria espiritual, mediante la cual extraer las preciosas y brillantes partículas de agua del fondo de un pozo situado en
medio de desiertos interminables.
Cuando, al fin, el alma retorna al reino de la luz, a su patria, y logra la paz y el reposo que suceden al sufrimiento indecible del universo y a la lucha sin tregua del Padre de la Grandeza y las Luces con el Príncipe de las Tinieblas y el Deseo, esa paz y ese reposo son llamados, según los términos maniqueos tomados del budismo, el nirvana que sigue al samsara, que pone fin a las pruebas de un devenir que a la vez es vida y muerte. Pero se trata de un simple préstamo verbal, pues sabemos que el estado último del alma salvada es, en el gnosticismo, la anapausis, el Reposo.
Ignacio Gómez de Liaño Alamillo
Gilgamesh***
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viernes, 5 de mayo de 2017
* Ignacio Gómez de Liaño Alamillo; Conocimiento y Sabiduría-10 *
Publicado por
Gilgamesh
en
20:25
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IGNACIO GÓMEZ DE LIAÑO ALAMILLO
martes, 13 de diciembre de 2016
* Ignacio Gómez de Liaño Alamillo; Conocimiento y Sabiduría-9 *
***Bella noche de Martes para todos.
Retomamos los escritos de Don Ignacio, nos quedaba una breve parte sobre las similitudes entre el cristianismo y el mitraísmo.
Luego comienza un desarrollo superinteresante entre las similitudes también con los relatos sumerios.
Podrán ver ustedes que hay un mismo patrón en cada cultura y en cada avatar de cada tiempo, piensen que 3.000 años antes de Cristo el relato hacía referencia a situaciones muy pero muy similares al relato Gnóstico, estudios propios que ya les compartiera hace unos años atrás cuando tratamos todo ésto bajo la denominación *Estudio de las religiones*.
A mi criterio, la Gnosis entregada por Jesús a sus discípulos, esa que consta en el Nah Hammadi, reafirma la versión sumeria, la platónica, la judía, la islámica, la budista, en fin....cada una con sus diferentes matices pero en el fondo de cada historia lo que parece ser una constante Verdad, los 7 u 8 cielos o esferas, los eones, los planetas como regidores de cada ser humano que nace y nacerá, y una pléyade de co-creadores corruptos que han monopolizado la existencia, pero a su vez...la siempre intervención y presencia de *seres* que vinieron, vienen y seguirán viniendo para que tengamos Gnosis..., ni más ni menos las herramientas para salir de ésta trampa que debemos indefectiblemente desactivar.
Los grados de la iniciación mitraica.
La ceremonia bautismal mitraica comportaba, al igual que las de Juan el Bautista y Jesús, un simulacro de muerte, condición inexcusable de renovación.
La dramática conexión de las aguas bautismales con la muerte se ve muy bien en el pasaje de Marcos donde Jesús, tras anunciar su muerte y ya próximo a entrar en Jerusalén para ser crucificado, dice a los hijos de Zebedeo, que le rogaban les concediese sentarse junto a él en el *día de tu gloria*:
*No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber el trago que yo voy a beber, y de ser bautizados con el bautismo con el que yo voy a ser bautizado?*.
Uno de los rasgos propios del primitivo misterio cristiano fue el doble bautismo de agua y fuego =o espíritu=.
La culminación ígnea del bautismo de agua es, precisamente, lo que diferencia el bautismo cristiano del de Juan. *Fuego he venido a lanzar sobre la tierra =dice Jesús=, y ¡qué más quiero si ya ha prendido! Pero tengo que ser bautizado con *las aguas del bautismo*, y no veo la hora en que eso se cumpla* =Le 12, 49-51=.
El P. Antonio Orbe dedica catorce páginas de su Cristologia gnóstica a analizar antiguos documentos donde se afirma que tras el bautismo de agua Jesús experimentó otro luminoso de fuego.
Aunque este bautismo no pasó al textus receptus, Justino lo atestigua hacia el 140:
*Al descender Jesús al agua, encendióse un fuego en el Jordán* =Diál. 88, 3=.
Un fragmento de los Oráculos Sibilinos dice también que Jesús salió del fuego en el Jordán.
Los gnósticos cristianos del siglo II se hacen eco a menudo de esa tradición.
Según Orbe, todas estas parádosis del bautismo de fuego tienen base en Mateo 3, 11:
*El os bautizará en Espíritu santo y fuego* =kai pyri=.
La bajada de Ishtar a los infiernos
El famoso mito del Descenso de Ishtar a los Infiernos, que se remonta a los comienzos del tercer milenio a. C., es el fondo mitológico que hay detrás de la bajada de Mitra a la Tierra =y otras análogas= para cumplir una misión salvadora.
El mito mesopotamio trata, en realidad, de dos descensos, el de Ishtar =ref. el alma= y el de su Salvador =ref Logos-Mitra=.
Diosa de la fecundidad, que da vida y salud, aumenta el número de los nacimientos entre hombres y rebaños, y fomenta el amor y los placeres, Ishtar está emparentada con la diosa Venus-Afrodita de Chipre:
La Venus *que se inclina*, gesto que recuerda a la diosa mesopotamia Kilili =fundida con Ishtar= que atraía a los hombres asomándose a la ventana.
En el poema de Gilgamés, enamorada del héroe, Ishtar se le ofrece por esposa y le promete hacerle inmortal =igual que la ninfa Calipso a Odiseo=.
Deidad también de la guerra, como entre los griegos Palas, este rasgo ya se detecta en los tiempos de la Primera Dinastía babilonia, y llega a su apogeo en la época asiria. Tres animales le están consagrados: la serpiente, símbolo de las divinidades de la tierra; el león, emblema de las deidades guerreras; y, principalmente, la paloma, que denota a la Ishtar celeste por oposición a la terrestre.
Los antiguos textos mesopotamios dicen de la diosa que *es el ornato del cielo, donde resplandece como piedra preciosa*, y que se eleva *en el cielo al lado de su padre Sin =la Luna= y de su hermano Shamash =el Sol=*.
Se la asocia ya con el planeta Venus ya con la estrella Sirio =la alfa del Can Mayor= ya con Spica =la alfa de Virgo= y aún con otras, sobre todo en la época neobabilonia.
En cuanto astro, siempre se la representa con un disco =su planeta=, que contiene en su interior una estrella de ocho puntas. Se le rindió un culto especial en Canaán =la Siria y Palestina actuales= con el nombre apenas modificado de Ashtart.
El fondo mesopotamio se combinó entonces con el egipcio relativo a la diosa Isis. Y con ambas se amalgamó, de una parte. Palas Atenea, nacida de la cabeza de Júpiter, y, de otra. Afrodita, a la que estaban consagradas, como a Ishtar, las palomas.
Digamos, por último, que al poema del Descenso de Ishtar a los Infiernos se le atribuían virtudes mágicas y se recitaba a la cabecera de los enfermos.
En la versión sumeria, Inanna, la gran diosa de la fecundidad, cuyos rasgos reunirá más tarde Ishtar, abandona el cielo para descender a los infiernos:
*La diosa del Gran Arriba se preocupó por el Gran Abajo; la Señora abandonó el cielo, abandonó la tierra; a los infiernos descendió*. El portero infernal Neti le pregunta quién es y, tras obtener respuesta, se asombra de que *la reina de los cielos haya venido al país del que no se vuelve*. Neti la interroga seguidamente por el motivo de su venida. *Para participar =contesta la diosa= en los ritos fúnebres de Gugalanna, marido de mi hermana Ereshkigal, que ha muerto*.
La diosa Inanna entra en el tenebroso zaguán, y antes de cruzar cada una de las puertas de las siete murallas sucesivas se ve obligada a despojarse, uno tras otro, de sus atributos y alhajas: la corona, el bastón, el collar, las gemas que lleva en el pecho, el anillo, el pectoral, sus velos, hasta quedar completamente desnuda.
El proceso de despojamiento va a la par de los siete momentos del tránsito de la diosa por las puertas. Cuando la diosa ya está en el gran salón del infierno, el poema dice:
*La santa Ereshkigal se sienta en su trono; los Anunnaki, los siete jueces, pronunciaron su juicio.
La asaetearon con sus miradas, sus miradas de muerte. La divina Señora =Inanna= se transformó en un cadáver, y este cadáver fue colgado de un poste.
Cuando hubieron pasado tres días y tres noches, su mensajero Ninshubur llenó el cielo de gemidos*.
Luego, tras una laguna textual de la versión sumeria, vemos a la diosa volver a la vida y emprender su ascensión a los cielos acompañada de un cortejo de demonios. En la versión acadia, que es más larga y explícita, se relatan también los breves diálogos que Ishtar mantiene con los porteros de las siete puertas y los desnudamientos correspondientes.
Al no vérsela regresar, el dios Shamash =el Sol=, hermano de Ishtar, se va a presencia de su Padre, el dios Sin =la Luna=, y llora porque la diosa no ha vuelto, con las catastróficas consecuencias que su desaparición acarrea a la propagación de la vida.
Entonces, el dios Ea =equiparable al Kermes griego=, en cuya presencia lanza Shamash sus quejas, *concibió una imagen; creó a Atsushunamir, el afeminado*, a fin de que, cuando la diosa infernal viese a este dios, cuyo nombre significa *aparición esplendorosa*, se regocijase y quedase encantada.
Se espera que Atsushunamir no se deje seducir por los encantos de la diosa infernal y pueda salvar a la infortunada Ishtar.
El dios afeminado cumple al fin su cometido, pero a su costa, pues la reina de los infiernos transfiere a su persona la ira que alimentaba contra Ishtar.
Se conoce también un poema dedicado a la Exaltación de Ishtar, que es paralelo al del descenso, sólo que en dirección contraria.
En ese relato la diosa, como planeta Venus, va abriendo uno tras otro los cerrojos de los cielos, por los que se eleva *para colmar los presagios de mi padre Sin, para colmar los presagios de mi hermano Shamash*.
Los descensos de Ishtar y Atsushunamir eran fácilmente interpretables en los medios próximo-orientales imbuidos del alegorismo estoico-pitagorizante como el descenso al Mundo =infernal región de polvo y tinieblas= del Alma-Sabiduría o centella noético-espiritual por una parte, y el del Logos-Salvador por otra.
La función de éste es asumir la pasión y muerte de aquélla, a fin de darle una nueva vida, de la misma manera que el dios afeminado de la tradición mesopotamia cumple su función salvadora gracias a que se mantiene impasible ante los encantos de la deidad infernal y acepta ser colgado, como víctima propiciatoria, del poste en el que la reina del infierno había colgado a la del cielo.
En la misión soteriológica de Mitra parecen faltar los rasgos patéticos que se dan en la de Atsushunamir, los cuales, sin embargo, se encuentran en la Pasión y muerte del Salvador Jesucristo.
En todo caso, hay un paralelismo bien claro entre el descenso al Mundo, a través de los siete cercos planetarios, de la Sofía gnóstica y su salvador Logos y el descenso al fondo de la tierra, a través de siete murallas, de Ishtar y su salvador Atsushunamir =imagen de Ea=.
El eslabón que conectó esos dos conglomerados mitológicos fue el mitraísmo.
El Salvador gnóstico se enriqueció adoptando, a modo de revestimiento, el paradigma evangélico de la Pasión y muerte de Jesús, pero se alejó de ese paradigma en tanto en cuanto, para los gnósticos, el auténtico Salvador no es realmente el hombre Jesús, sino *el impasible Eón divino llamado Autogénito, el cual se ha revestido, momentáneamente, de la apariencia humana de Jesús*.
Gilgamesh***
Retomamos los escritos de Don Ignacio, nos quedaba una breve parte sobre las similitudes entre el cristianismo y el mitraísmo.
Luego comienza un desarrollo superinteresante entre las similitudes también con los relatos sumerios.
Podrán ver ustedes que hay un mismo patrón en cada cultura y en cada avatar de cada tiempo, piensen que 3.000 años antes de Cristo el relato hacía referencia a situaciones muy pero muy similares al relato Gnóstico, estudios propios que ya les compartiera hace unos años atrás cuando tratamos todo ésto bajo la denominación *Estudio de las religiones*.
A mi criterio, la Gnosis entregada por Jesús a sus discípulos, esa que consta en el Nah Hammadi, reafirma la versión sumeria, la platónica, la judía, la islámica, la budista, en fin....cada una con sus diferentes matices pero en el fondo de cada historia lo que parece ser una constante Verdad, los 7 u 8 cielos o esferas, los eones, los planetas como regidores de cada ser humano que nace y nacerá, y una pléyade de co-creadores corruptos que han monopolizado la existencia, pero a su vez...la siempre intervención y presencia de *seres* que vinieron, vienen y seguirán viniendo para que tengamos Gnosis..., ni más ni menos las herramientas para salir de ésta trampa que debemos indefectiblemente desactivar.
Los grados de la iniciación mitraica.
La ceremonia bautismal mitraica comportaba, al igual que las de Juan el Bautista y Jesús, un simulacro de muerte, condición inexcusable de renovación.
La dramática conexión de las aguas bautismales con la muerte se ve muy bien en el pasaje de Marcos donde Jesús, tras anunciar su muerte y ya próximo a entrar en Jerusalén para ser crucificado, dice a los hijos de Zebedeo, que le rogaban les concediese sentarse junto a él en el *día de tu gloria*:
*No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber el trago que yo voy a beber, y de ser bautizados con el bautismo con el que yo voy a ser bautizado?*.
Uno de los rasgos propios del primitivo misterio cristiano fue el doble bautismo de agua y fuego =o espíritu=.
La culminación ígnea del bautismo de agua es, precisamente, lo que diferencia el bautismo cristiano del de Juan. *Fuego he venido a lanzar sobre la tierra =dice Jesús=, y ¡qué más quiero si ya ha prendido! Pero tengo que ser bautizado con *las aguas del bautismo*, y no veo la hora en que eso se cumpla* =Le 12, 49-51=.
El P. Antonio Orbe dedica catorce páginas de su Cristologia gnóstica a analizar antiguos documentos donde se afirma que tras el bautismo de agua Jesús experimentó otro luminoso de fuego.
Aunque este bautismo no pasó al textus receptus, Justino lo atestigua hacia el 140:
*Al descender Jesús al agua, encendióse un fuego en el Jordán* =Diál. 88, 3=.
Un fragmento de los Oráculos Sibilinos dice también que Jesús salió del fuego en el Jordán.
Los gnósticos cristianos del siglo II se hacen eco a menudo de esa tradición.
Según Orbe, todas estas parádosis del bautismo de fuego tienen base en Mateo 3, 11:
*El os bautizará en Espíritu santo y fuego* =kai pyri=.
La bajada de Ishtar a los infiernos
El famoso mito del Descenso de Ishtar a los Infiernos, que se remonta a los comienzos del tercer milenio a. C., es el fondo mitológico que hay detrás de la bajada de Mitra a la Tierra =y otras análogas= para cumplir una misión salvadora.
El mito mesopotamio trata, en realidad, de dos descensos, el de Ishtar =ref. el alma= y el de su Salvador =ref Logos-Mitra=.
Diosa de la fecundidad, que da vida y salud, aumenta el número de los nacimientos entre hombres y rebaños, y fomenta el amor y los placeres, Ishtar está emparentada con la diosa Venus-Afrodita de Chipre:
La Venus *que se inclina*, gesto que recuerda a la diosa mesopotamia Kilili =fundida con Ishtar= que atraía a los hombres asomándose a la ventana.
En el poema de Gilgamés, enamorada del héroe, Ishtar se le ofrece por esposa y le promete hacerle inmortal =igual que la ninfa Calipso a Odiseo=.
Deidad también de la guerra, como entre los griegos Palas, este rasgo ya se detecta en los tiempos de la Primera Dinastía babilonia, y llega a su apogeo en la época asiria. Tres animales le están consagrados: la serpiente, símbolo de las divinidades de la tierra; el león, emblema de las deidades guerreras; y, principalmente, la paloma, que denota a la Ishtar celeste por oposición a la terrestre.
Los antiguos textos mesopotamios dicen de la diosa que *es el ornato del cielo, donde resplandece como piedra preciosa*, y que se eleva *en el cielo al lado de su padre Sin =la Luna= y de su hermano Shamash =el Sol=*.
Se la asocia ya con el planeta Venus ya con la estrella Sirio =la alfa del Can Mayor= ya con Spica =la alfa de Virgo= y aún con otras, sobre todo en la época neobabilonia.
En cuanto astro, siempre se la representa con un disco =su planeta=, que contiene en su interior una estrella de ocho puntas. Se le rindió un culto especial en Canaán =la Siria y Palestina actuales= con el nombre apenas modificado de Ashtart.
El fondo mesopotamio se combinó entonces con el egipcio relativo a la diosa Isis. Y con ambas se amalgamó, de una parte. Palas Atenea, nacida de la cabeza de Júpiter, y, de otra. Afrodita, a la que estaban consagradas, como a Ishtar, las palomas.
Digamos, por último, que al poema del Descenso de Ishtar a los Infiernos se le atribuían virtudes mágicas y se recitaba a la cabecera de los enfermos.
En la versión sumeria, Inanna, la gran diosa de la fecundidad, cuyos rasgos reunirá más tarde Ishtar, abandona el cielo para descender a los infiernos:
*La diosa del Gran Arriba se preocupó por el Gran Abajo; la Señora abandonó el cielo, abandonó la tierra; a los infiernos descendió*. El portero infernal Neti le pregunta quién es y, tras obtener respuesta, se asombra de que *la reina de los cielos haya venido al país del que no se vuelve*. Neti la interroga seguidamente por el motivo de su venida. *Para participar =contesta la diosa= en los ritos fúnebres de Gugalanna, marido de mi hermana Ereshkigal, que ha muerto*.
La diosa Inanna entra en el tenebroso zaguán, y antes de cruzar cada una de las puertas de las siete murallas sucesivas se ve obligada a despojarse, uno tras otro, de sus atributos y alhajas: la corona, el bastón, el collar, las gemas que lleva en el pecho, el anillo, el pectoral, sus velos, hasta quedar completamente desnuda.
El proceso de despojamiento va a la par de los siete momentos del tránsito de la diosa por las puertas. Cuando la diosa ya está en el gran salón del infierno, el poema dice:
*La santa Ereshkigal se sienta en su trono; los Anunnaki, los siete jueces, pronunciaron su juicio.
La asaetearon con sus miradas, sus miradas de muerte. La divina Señora =Inanna= se transformó en un cadáver, y este cadáver fue colgado de un poste.
Cuando hubieron pasado tres días y tres noches, su mensajero Ninshubur llenó el cielo de gemidos*.
Luego, tras una laguna textual de la versión sumeria, vemos a la diosa volver a la vida y emprender su ascensión a los cielos acompañada de un cortejo de demonios. En la versión acadia, que es más larga y explícita, se relatan también los breves diálogos que Ishtar mantiene con los porteros de las siete puertas y los desnudamientos correspondientes.
Al no vérsela regresar, el dios Shamash =el Sol=, hermano de Ishtar, se va a presencia de su Padre, el dios Sin =la Luna=, y llora porque la diosa no ha vuelto, con las catastróficas consecuencias que su desaparición acarrea a la propagación de la vida.
Entonces, el dios Ea =equiparable al Kermes griego=, en cuya presencia lanza Shamash sus quejas, *concibió una imagen; creó a Atsushunamir, el afeminado*, a fin de que, cuando la diosa infernal viese a este dios, cuyo nombre significa *aparición esplendorosa*, se regocijase y quedase encantada.
Se espera que Atsushunamir no se deje seducir por los encantos de la diosa infernal y pueda salvar a la infortunada Ishtar.
El dios afeminado cumple al fin su cometido, pero a su costa, pues la reina de los infiernos transfiere a su persona la ira que alimentaba contra Ishtar.
Se conoce también un poema dedicado a la Exaltación de Ishtar, que es paralelo al del descenso, sólo que en dirección contraria.
En ese relato la diosa, como planeta Venus, va abriendo uno tras otro los cerrojos de los cielos, por los que se eleva *para colmar los presagios de mi padre Sin, para colmar los presagios de mi hermano Shamash*.
Los descensos de Ishtar y Atsushunamir eran fácilmente interpretables en los medios próximo-orientales imbuidos del alegorismo estoico-pitagorizante como el descenso al Mundo =infernal región de polvo y tinieblas= del Alma-Sabiduría o centella noético-espiritual por una parte, y el del Logos-Salvador por otra.
La función de éste es asumir la pasión y muerte de aquélla, a fin de darle una nueva vida, de la misma manera que el dios afeminado de la tradición mesopotamia cumple su función salvadora gracias a que se mantiene impasible ante los encantos de la deidad infernal y acepta ser colgado, como víctima propiciatoria, del poste en el que la reina del infierno había colgado a la del cielo.
En la misión soteriológica de Mitra parecen faltar los rasgos patéticos que se dan en la de Atsushunamir, los cuales, sin embargo, se encuentran en la Pasión y muerte del Salvador Jesucristo.
En todo caso, hay un paralelismo bien claro entre el descenso al Mundo, a través de los siete cercos planetarios, de la Sofía gnóstica y su salvador Logos y el descenso al fondo de la tierra, a través de siete murallas, de Ishtar y su salvador Atsushunamir =imagen de Ea=.
El eslabón que conectó esos dos conglomerados mitológicos fue el mitraísmo.
El Salvador gnóstico se enriqueció adoptando, a modo de revestimiento, el paradigma evangélico de la Pasión y muerte de Jesús, pero se alejó de ese paradigma en tanto en cuanto, para los gnósticos, el auténtico Salvador no es realmente el hombre Jesús, sino *el impasible Eón divino llamado Autogénito, el cual se ha revestido, momentáneamente, de la apariencia humana de Jesús*.
Gilgamesh***
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Gilgamesh
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IGNACIO GÓMEZ DE LIAÑO ALAMILLO
domingo, 4 de diciembre de 2016
* Ignacio Gómez de Liaño Alamillo; Conocimiento y Sabiduría-8 *
***Óptima noche de Domingo para todos.
En ésta noche quiero dejarles un extracto muy importante de Liaño en el cual van a poder entender mucho de lo que tantas veces les he compartido desde la Gnosis, qué es el alma, cómo es *investida* para encarnar, cómo debemos prepararnos en vida...para *desvestirla*, cuando la misma haga el necesario camino de regreso, ya sin esas envolturas que intentan retenerla en un *sistema* de *bucle* o interminable re-encarnación.
En definitiva, es lo que pudiéramos ver cuando el Nag Hammadi se revela al ser descubierto precisamente un Diciembre pero de 1946 después de haber permanecido oculto por unos 2000 años...Allí, conceptos que hoy gracias a Liaño y su estudio podemos vincular a aquellas palabras de Cristo en el Pistis sofía del Nag Hammadi.
Con eso me voy a despedir no sin antes decirles que a partir de mañana no estaré por aquí escribiendo en el blog, ni monitoreando si quiera actividad solar o noticias de cualquier índole.
No aviso porque el mundo vaya a dejar de girar por mi ausencia ni por creer que yo sea más importante que una hormiga, no, no, aviso porque sé que algunos de ustedes se preocupan cuando no me ven por aquí. Pues bueno, estimo que necesitaré toda la semana para dedicarme a algo que algunos de ustedes ya han conocido a través de la sección comentarios en un post de la semana pasada.
Espero el Padre me dé la fortaleza suficiente para lo que viene, aunque la fortaleza es en realidad necesaria para quien en verdad la va a necesitar, al menos para sortear satisfactoriamente algo que por carácter transitivo también me involucra sin ser yo el protagonista.
Pase lo que pase, espero tener la capacidad de regresar con suerte el próximo Domingo, y ojalá mi regreso sea contento, pero si no es así me prometo regresar igual, poniendo en práctica lo que siempre teorizo aún en las mayores adeversidades, el Conocimiento libera aún de los dolores mundanos por más inexplicables o injustos que nos puedan parecer.
No se preocupen, todo va a estar bien siempre.
Les dejo un enorme abrazo, el agradecimiento al siempre maravilloso puñado de quienes en verdad se interesan no sólo por lo que escribo si no además por quien escribe, razón que me honra en vuestro concepto de amistad, afecto, amor, y a quienes intereándose exclusivamente en lo que escribo también me honran al cederme parte de su valioso tiempo.
La recomendación a aquellos amantes de la actividad solar poner un ojo en la mancha 2615 al menos hasta que se dé la vuelta y desaparezca, también a la radiación cósmica si es que el Sol no reacciona, y a la sísmica si los neutrones siguen escalando tal como he visto hoy.
Nos re-encontramos el próximo Domingo 11, si la Divina Providencia así lo permite.
Los diagramas mitraicos.
-El descenso y ascenso de las almas.
El descenso del Logos-Mitra a la Tierra para nacer en una gruta =el cosmos= y su posterior ascenso triunfal acompañado del Sol eran el prototipo del descenso
y ascenso de las almas, cuyas fases conocemos gracias a una información del Discurso verdadero de Celso =h. 170 d. C.=, que fue transcrito y comentado por Orígenes hacia el año 248. Se encuentra en el pasaje del Contra Celso donde se describe la sección planetaria del llamado *diagrama de los ofitas*.
Caso excepcional, es ésta una noticia muy completa de la que debió de ser una de las doctrinas y liturgias principales del mitraísmo.
Por ella sabemos cómo se producía la *encarnación* del alma al nacer y su liberación al morir. Los mitraístas no fueron, ciertamente, los inventores de esta doctrina, que el platonismo había popularizado y que Posidonio explicaba por ser el alma un hálito ígneo =anima infiammata= que tiende naturalmente a subir. Ahora bien, como el alma no es puramente espiritual, sino que su sustancia se hace crasa cuando se entrega a las pasiones, las almas de los hombres vulgares se tornan demasiado pesadas para ascender a las estrellas y se quedan flotando, hasta ser purificadas, en la hedionda atmósfera terráquea junto a los dáimones =demonios-arcontes= que la pueblan.
El mito mitraico enriqueció esta visión al suponer que junto al portón de cada una de las esferas planetarias estaba apostado un arconte o gobernador, a fin de estorbar al alma en su vuelo, pues la naturaleza del arconte es hostil al alma, ya que ésta tiene, además de psique, una chispa ígnea de pneuma e intelecto, en tanto que el arconte es sólo psíquico o animal. El mitraísmo y, a partir de él, numerosas sectas gnósticas pretendieron garantizar el feliz pasaje por las aduanas planetarias enseñando las fórmulas o *sellos* que servían para franquearlas.
En el descenso del alma a la Tierra, los arcontes se encargaban de revestir la chispa noètica con los correspondientes caracteres psíquico-animales según iba cruzando sus dominios, hasta que, al encarnarse en la Tierra, los demonios más crasos la aprisionaban en un cuerpo hilico =material= o carnal.
Servio describe así el descenso:
*Según las almas descienden, se van invistiendo del torpor de Saturno, la ira de Marte, la concupiscencia de Venus, la lujuria de Júpiter; todas esas adherencias producen confusión en las almas, de suerte que ya no son capaces de utilizar su propia potencia y sus propias facultades*.
*De ahí resulta claro =comenta Hans Jonas= que lo que se adhiere al alma en su viaje hacia abajo posee el carácter de entidades sustanciales aunque inmateriales, que a menudo son descritas como *envoltorios* o *vestiduras*. En consecuencia, el *alma* terrestre resultante es comparable a una cebolla con tantas capas como el propio modelo del cosmos, sólo que en orden inverso: la capa que está más fuera allí, está más dentro aquí, y luego que el proceso se completa con la encarnación, lo que está más dentro en el esquema esférico del cosmos, la tierra, es, desde el punto de vista corporal, la vestidura más externa del hombre. Que este cuerpo es una fatalidad para el alma había sido desde hacía mucho tiempo predicado por los órficos, cuyas enseñanzas fueron reavivadas en la era del gnosticismo*.
El Sueño de Escorpión, opúsculo que procede de Posidonio o su entorno y es contemporáneo de la institución de los misterios de Mitra, describe cómo el alma en su descenso a la tierra se reviste de vestiduras adecuadas a la esfera planetaria que atraviesa. Y el gnóstico cristiano Basílides, nacido hacia el año 70 u 80, habla de los *apéndices* del alma, es decir, de las acreciones de tipo pasional que se adhieren al alma racional. Un pasaje del libro X de la República pudo ser el pretexto de esta doctrina. Platón compara allí el alma *degradada por su comunidad con el cuerpo y por otros males* con Glauco, cuya naturaleza apenas si podían ver quienes le miraban;
*porque los antiguos miembros de su cuerpo, los unos habían sido rotos y los otros consumidos y totalmente estropeados por las aguas, mientras le habían nacido otros nuevos por la acumulación de conchas, algas y piedrecillas, de suerte que más bien parecía una fiera cualquiera que lo que era por nacimiento; en esa misma disposición contemplamos nosotros al alma por efecto de una multitud de males*.
Al retornar a su patria originaria, el alma debía ir desvistiéndose de esos aditamentos psíquicos.
*Entrega a la Luna =comenta Cumont= su energía vital y nutritiva, a Mercurio su concupiscencia, a Venus sus deseos amorosos, al Sol sus capacidades intelectuales, a Marte su ardor guerrero, a Júpiter sus sueños de ambición, a Saturno su inclinación a la pereza. Se halla desnuda, libre de toda sensualidad, cuando alcanza el octavo cielo, para disfrutar en él, como esencia sublime, de la luz eterna donde habitan los dioses con infinita dicha*.
Entre los mitraístas, y a su zaga los gnósticos y los herméticos, el ascenso del alma no era sólo un asunto de mera especulación, sino el modelo, dibujado en forma de diagrama =como se ve en el Contra Celso=, de una técnica ascético-purgativa.
Atinadamente ha dicho Hans Jonas a este respecto:
*La topología externa del ascenso a través de las esferas, con el sucesivo desvestimiento del alma de sus envoltorios mundanos y con la recuperación de su original naturaleza acósmica, pudo ser *interiorizada* y hallar correspondencia en una técnica psicológica de transformaciones interiores por las cuales el yo, estando todavía en el mundo, pudiese conseguir el Absoluto como una condición inmanente, si bien temporal: una escala ascendente de estados mentales sustituye las estaciones del itinerario mítico:
la dinámica de una progresiva autotransformación espiritual se corresponde con el empuje espacial a través de las esferas celestes. De ese modo, la propia trascendencia podía volverse inmanencia, de suerte que el entero proceso se convertía en espiritual y se ponía dentro del poder de
la órbita del sujeto*.
Como Celso y Orígenes dan a entender que hay un paralelismo entre la doctrina mitraica del descenso del Alma por las esferas y la cristiano-gnóstica de la
encarnación del Logos, se debe inferir que el descenso del Logos-Mitra a la Tierra se produjo en esos términos. Celso lo parafrasea así:
*Es también esto lo que deja entender la doctrina de los persas y la iniciación de Mitra observada entre ellos. En ella hay una figura que representa las dos órbitas
celestes, la una es la fija la de las estrellas fijas o zodiacal, la otra es la correspondiente a los Planetas y el tránsito del alma a través de ellas.
Ésta es la figura:
*Una escala de siete puertas, sobre la cual está la octava. La primera de las puertas es de plomo, la segunda de estaño, la tercera de bronce, la cuarta de hierro,
la quinta de una aleación, la sexta de plata, la séptima de oro. Adjudican la primera a Cronos =Saturno=, simbolizando mediante el plomo la lentitud de este
astro; la segunda a Afrodita =Venus=, comparando con ella el brillo y la blandura del estaño; la tercera, hecha de bronce y sóhda, a Zeus =Júpiter=; la cuarta
a Hermes =Mercurio=, ya que el hierro, al igual que Hermes, resiste todo trabajo, es útil al comercio y de gran duración; la quinta, de Ares =Marte=, proviene de
una aleación desigual y variada; la sexta de plata y la séptima de oro, a Selene =Luna= y a Helios =Sol=, respectivamente, ya que imitan sus colores*.
Orígenes comenta:
*El ContraCelso examina seguidamente la causa del orden que ha seguido en la enumeración de los planetas, indicado simbólicamente por los nombres de las especies
variadas de la materia. Agrega teorías musicales a lo que ha expuesto de la teología de los persas. Luego se empeña en añadir una segunda explicación, que también contiene consideraciones musicales. Pero me ha parecido fuera de lugar alegar aquí los textos de Celso sobre el particular*.
Es una lástima que Orígenes no haya recogido esas informaciones que nos permitirían conocer qué doctrinas pitagóricas de tipo astronómico-musical había
adoptado el mitraísmo. Obsérvese que el orden en que aparecen los siete planetas en la escala mitraica no se corresponde con el tradicional de la astronomía, que los ordena según su relativo alejamiento de la Tierra, sino con el que presentan en la secuencia hebdomadaria: van del día del Sol, el domingo, al de Saturno, el sábado. Este
orden obedece seguramente a exigencias de la liturgia, la cual se modificaría según el correspondiente día de la semana.
Con la sección arcóntico-planetaria del diagrama de los mitraístas se pretendía no tanto impartir nociones de cosmología como representar una secuencia litúrgica y, sobre todo, ofrecer un soporte a un tipo de ejercitación espiritual mediante la cual llegar a dominar las pasionales y animalescas influencias planetarias.
El ascenso-descenso del alma por la escala de los dioses arcóntico-planetarios aparece también de forma relevante en tratados atribuidos a Hermes Trismegisto.
En el Poimandres se describe así:
*Y de esta manera se lanza el hombre desde este momento tras la disolución del cuerpo material, hacia lo alto a través del armazón de las esferas, y en el primer
círculo abandona la capacidad de crecer y decrecer, en el segundo las arterías de la maldad, espíritu de engaño que en adelante carece ya de efecto, en el tercero la ilusión del deseo para lo sucesivo inoperante, en el cuarto la ostentación del mando desprovista de sus miras ambiciosas, en el quinto la audacia impía y la temeridad presuntuosa, en el sexto los apetitos ilícitos que produce la riqueza, en lo sucesivo inoperante, y en el séptimo la mentira que prepara las trampas.
Y entonces, despojado de lo que había producido la naturaleza de las esferas, entra en la naturaleza ogdoádica de la esfera de las estrellas fijas, sin poseer otra cosa que su propia potencia....
Éste es el fin bienaventurado que aguarda a los que poseen el conocimiento: llegar a ser en Dios*.
Antes de arribar al cielo más elevado =el empíreo=, el espíritu debe, pues, atravesar las barreras que oponen a su vuelo las esferas de los cielos gobernadas
por los arcontes. La relación de arcontes y planetas ya se encuentra en el Timeo y la consigna Filón, quien dice que el sol, la luna y las estrellas son *arcontes, no
independientes, sino subordinados al Padre único de todas las cosas*. Los exégetas apocalípticos y gnósticos relacionaron con ellos algunos oscuros versos de
los Salmos donde se presenta a los arcontes como hostiles a Dios.
En el salmo 82 y en el 24 la idea aparece más explícitamente.
Los vicios de que el alma se despoja en su ascensión se corresponden con los caracteres planetarios, y el fin de la ascensión es una horasis, una experiencia de la Luz, en la que se funde el alma con la Luz esencial del Pleroma. En La llave, otro tratado hermético, se afirma expresamente que la belleza de ese sumo Bien es imperecedera e incomprensible, y que *cuando tú no puedas decir nada más de ella, solamente entonces la verás.
Pues el conocimiento que se adquiere de ella es divino silencio, cesación de todos nuestros sentidos*.
Más adelante se explica que *el vicio del alma es la ignorancia* ya que los planetas son diferentes modalidades de la *Agnoia del Demiurgo arcóntico*, y lo que el alma debe hacer es llegar a conocerse a sí misma, tarea para la que las potencias astrales le podrán servir a modo de pedagogos, unos muy malos =los planetas= y otros muy buenos =las estrellas de la esfera ogdoádica del firmamento=.
Gilgamesh***
En ésta noche quiero dejarles un extracto muy importante de Liaño en el cual van a poder entender mucho de lo que tantas veces les he compartido desde la Gnosis, qué es el alma, cómo es *investida* para encarnar, cómo debemos prepararnos en vida...para *desvestirla*, cuando la misma haga el necesario camino de regreso, ya sin esas envolturas que intentan retenerla en un *sistema* de *bucle* o interminable re-encarnación.
En definitiva, es lo que pudiéramos ver cuando el Nag Hammadi se revela al ser descubierto precisamente un Diciembre pero de 1946 después de haber permanecido oculto por unos 2000 años...Allí, conceptos que hoy gracias a Liaño y su estudio podemos vincular a aquellas palabras de Cristo en el Pistis sofía del Nag Hammadi.
Con eso me voy a despedir no sin antes decirles que a partir de mañana no estaré por aquí escribiendo en el blog, ni monitoreando si quiera actividad solar o noticias de cualquier índole.
No aviso porque el mundo vaya a dejar de girar por mi ausencia ni por creer que yo sea más importante que una hormiga, no, no, aviso porque sé que algunos de ustedes se preocupan cuando no me ven por aquí. Pues bueno, estimo que necesitaré toda la semana para dedicarme a algo que algunos de ustedes ya han conocido a través de la sección comentarios en un post de la semana pasada.
Espero el Padre me dé la fortaleza suficiente para lo que viene, aunque la fortaleza es en realidad necesaria para quien en verdad la va a necesitar, al menos para sortear satisfactoriamente algo que por carácter transitivo también me involucra sin ser yo el protagonista.
Pase lo que pase, espero tener la capacidad de regresar con suerte el próximo Domingo, y ojalá mi regreso sea contento, pero si no es así me prometo regresar igual, poniendo en práctica lo que siempre teorizo aún en las mayores adeversidades, el Conocimiento libera aún de los dolores mundanos por más inexplicables o injustos que nos puedan parecer.
No se preocupen, todo va a estar bien siempre.
Les dejo un enorme abrazo, el agradecimiento al siempre maravilloso puñado de quienes en verdad se interesan no sólo por lo que escribo si no además por quien escribe, razón que me honra en vuestro concepto de amistad, afecto, amor, y a quienes intereándose exclusivamente en lo que escribo también me honran al cederme parte de su valioso tiempo.
La recomendación a aquellos amantes de la actividad solar poner un ojo en la mancha 2615 al menos hasta que se dé la vuelta y desaparezca, también a la radiación cósmica si es que el Sol no reacciona, y a la sísmica si los neutrones siguen escalando tal como he visto hoy.
Nos re-encontramos el próximo Domingo 11, si la Divina Providencia así lo permite.
Los diagramas mitraicos.
-El descenso y ascenso de las almas.
El descenso del Logos-Mitra a la Tierra para nacer en una gruta =el cosmos= y su posterior ascenso triunfal acompañado del Sol eran el prototipo del descenso
y ascenso de las almas, cuyas fases conocemos gracias a una información del Discurso verdadero de Celso =h. 170 d. C.=, que fue transcrito y comentado por Orígenes hacia el año 248. Se encuentra en el pasaje del Contra Celso donde se describe la sección planetaria del llamado *diagrama de los ofitas*.
Caso excepcional, es ésta una noticia muy completa de la que debió de ser una de las doctrinas y liturgias principales del mitraísmo.
Por ella sabemos cómo se producía la *encarnación* del alma al nacer y su liberación al morir. Los mitraístas no fueron, ciertamente, los inventores de esta doctrina, que el platonismo había popularizado y que Posidonio explicaba por ser el alma un hálito ígneo =anima infiammata= que tiende naturalmente a subir. Ahora bien, como el alma no es puramente espiritual, sino que su sustancia se hace crasa cuando se entrega a las pasiones, las almas de los hombres vulgares se tornan demasiado pesadas para ascender a las estrellas y se quedan flotando, hasta ser purificadas, en la hedionda atmósfera terráquea junto a los dáimones =demonios-arcontes= que la pueblan.
El mito mitraico enriqueció esta visión al suponer que junto al portón de cada una de las esferas planetarias estaba apostado un arconte o gobernador, a fin de estorbar al alma en su vuelo, pues la naturaleza del arconte es hostil al alma, ya que ésta tiene, además de psique, una chispa ígnea de pneuma e intelecto, en tanto que el arconte es sólo psíquico o animal. El mitraísmo y, a partir de él, numerosas sectas gnósticas pretendieron garantizar el feliz pasaje por las aduanas planetarias enseñando las fórmulas o *sellos* que servían para franquearlas.
En el descenso del alma a la Tierra, los arcontes se encargaban de revestir la chispa noètica con los correspondientes caracteres psíquico-animales según iba cruzando sus dominios, hasta que, al encarnarse en la Tierra, los demonios más crasos la aprisionaban en un cuerpo hilico =material= o carnal.
Servio describe así el descenso:
*Según las almas descienden, se van invistiendo del torpor de Saturno, la ira de Marte, la concupiscencia de Venus, la lujuria de Júpiter; todas esas adherencias producen confusión en las almas, de suerte que ya no son capaces de utilizar su propia potencia y sus propias facultades*.
*De ahí resulta claro =comenta Hans Jonas= que lo que se adhiere al alma en su viaje hacia abajo posee el carácter de entidades sustanciales aunque inmateriales, que a menudo son descritas como *envoltorios* o *vestiduras*. En consecuencia, el *alma* terrestre resultante es comparable a una cebolla con tantas capas como el propio modelo del cosmos, sólo que en orden inverso: la capa que está más fuera allí, está más dentro aquí, y luego que el proceso se completa con la encarnación, lo que está más dentro en el esquema esférico del cosmos, la tierra, es, desde el punto de vista corporal, la vestidura más externa del hombre. Que este cuerpo es una fatalidad para el alma había sido desde hacía mucho tiempo predicado por los órficos, cuyas enseñanzas fueron reavivadas en la era del gnosticismo*.
El Sueño de Escorpión, opúsculo que procede de Posidonio o su entorno y es contemporáneo de la institución de los misterios de Mitra, describe cómo el alma en su descenso a la tierra se reviste de vestiduras adecuadas a la esfera planetaria que atraviesa. Y el gnóstico cristiano Basílides, nacido hacia el año 70 u 80, habla de los *apéndices* del alma, es decir, de las acreciones de tipo pasional que se adhieren al alma racional. Un pasaje del libro X de la República pudo ser el pretexto de esta doctrina. Platón compara allí el alma *degradada por su comunidad con el cuerpo y por otros males* con Glauco, cuya naturaleza apenas si podían ver quienes le miraban;
*porque los antiguos miembros de su cuerpo, los unos habían sido rotos y los otros consumidos y totalmente estropeados por las aguas, mientras le habían nacido otros nuevos por la acumulación de conchas, algas y piedrecillas, de suerte que más bien parecía una fiera cualquiera que lo que era por nacimiento; en esa misma disposición contemplamos nosotros al alma por efecto de una multitud de males*.
Al retornar a su patria originaria, el alma debía ir desvistiéndose de esos aditamentos psíquicos.
*Entrega a la Luna =comenta Cumont= su energía vital y nutritiva, a Mercurio su concupiscencia, a Venus sus deseos amorosos, al Sol sus capacidades intelectuales, a Marte su ardor guerrero, a Júpiter sus sueños de ambición, a Saturno su inclinación a la pereza. Se halla desnuda, libre de toda sensualidad, cuando alcanza el octavo cielo, para disfrutar en él, como esencia sublime, de la luz eterna donde habitan los dioses con infinita dicha*.
Entre los mitraístas, y a su zaga los gnósticos y los herméticos, el ascenso del alma no era sólo un asunto de mera especulación, sino el modelo, dibujado en forma de diagrama =como se ve en el Contra Celso=, de una técnica ascético-purgativa.
Atinadamente ha dicho Hans Jonas a este respecto:
*La topología externa del ascenso a través de las esferas, con el sucesivo desvestimiento del alma de sus envoltorios mundanos y con la recuperación de su original naturaleza acósmica, pudo ser *interiorizada* y hallar correspondencia en una técnica psicológica de transformaciones interiores por las cuales el yo, estando todavía en el mundo, pudiese conseguir el Absoluto como una condición inmanente, si bien temporal: una escala ascendente de estados mentales sustituye las estaciones del itinerario mítico:
la dinámica de una progresiva autotransformación espiritual se corresponde con el empuje espacial a través de las esferas celestes. De ese modo, la propia trascendencia podía volverse inmanencia, de suerte que el entero proceso se convertía en espiritual y se ponía dentro del poder de
la órbita del sujeto*.
Como Celso y Orígenes dan a entender que hay un paralelismo entre la doctrina mitraica del descenso del Alma por las esferas y la cristiano-gnóstica de la
encarnación del Logos, se debe inferir que el descenso del Logos-Mitra a la Tierra se produjo en esos términos. Celso lo parafrasea así:
*Es también esto lo que deja entender la doctrina de los persas y la iniciación de Mitra observada entre ellos. En ella hay una figura que representa las dos órbitas
celestes, la una es la fija la de las estrellas fijas o zodiacal, la otra es la correspondiente a los Planetas y el tránsito del alma a través de ellas.
Ésta es la figura:
*Una escala de siete puertas, sobre la cual está la octava. La primera de las puertas es de plomo, la segunda de estaño, la tercera de bronce, la cuarta de hierro,
la quinta de una aleación, la sexta de plata, la séptima de oro. Adjudican la primera a Cronos =Saturno=, simbolizando mediante el plomo la lentitud de este
astro; la segunda a Afrodita =Venus=, comparando con ella el brillo y la blandura del estaño; la tercera, hecha de bronce y sóhda, a Zeus =Júpiter=; la cuarta
a Hermes =Mercurio=, ya que el hierro, al igual que Hermes, resiste todo trabajo, es útil al comercio y de gran duración; la quinta, de Ares =Marte=, proviene de
una aleación desigual y variada; la sexta de plata y la séptima de oro, a Selene =Luna= y a Helios =Sol=, respectivamente, ya que imitan sus colores*.
Orígenes comenta:
*El ContraCelso examina seguidamente la causa del orden que ha seguido en la enumeración de los planetas, indicado simbólicamente por los nombres de las especies
variadas de la materia. Agrega teorías musicales a lo que ha expuesto de la teología de los persas. Luego se empeña en añadir una segunda explicación, que también contiene consideraciones musicales. Pero me ha parecido fuera de lugar alegar aquí los textos de Celso sobre el particular*.
Es una lástima que Orígenes no haya recogido esas informaciones que nos permitirían conocer qué doctrinas pitagóricas de tipo astronómico-musical había
adoptado el mitraísmo. Obsérvese que el orden en que aparecen los siete planetas en la escala mitraica no se corresponde con el tradicional de la astronomía, que los ordena según su relativo alejamiento de la Tierra, sino con el que presentan en la secuencia hebdomadaria: van del día del Sol, el domingo, al de Saturno, el sábado. Este
orden obedece seguramente a exigencias de la liturgia, la cual se modificaría según el correspondiente día de la semana.
Con la sección arcóntico-planetaria del diagrama de los mitraístas se pretendía no tanto impartir nociones de cosmología como representar una secuencia litúrgica y, sobre todo, ofrecer un soporte a un tipo de ejercitación espiritual mediante la cual llegar a dominar las pasionales y animalescas influencias planetarias.
El ascenso-descenso del alma por la escala de los dioses arcóntico-planetarios aparece también de forma relevante en tratados atribuidos a Hermes Trismegisto.
En el Poimandres se describe así:
*Y de esta manera se lanza el hombre desde este momento tras la disolución del cuerpo material, hacia lo alto a través del armazón de las esferas, y en el primer
círculo abandona la capacidad de crecer y decrecer, en el segundo las arterías de la maldad, espíritu de engaño que en adelante carece ya de efecto, en el tercero la ilusión del deseo para lo sucesivo inoperante, en el cuarto la ostentación del mando desprovista de sus miras ambiciosas, en el quinto la audacia impía y la temeridad presuntuosa, en el sexto los apetitos ilícitos que produce la riqueza, en lo sucesivo inoperante, y en el séptimo la mentira que prepara las trampas.
Y entonces, despojado de lo que había producido la naturaleza de las esferas, entra en la naturaleza ogdoádica de la esfera de las estrellas fijas, sin poseer otra cosa que su propia potencia....
Éste es el fin bienaventurado que aguarda a los que poseen el conocimiento: llegar a ser en Dios*.
Antes de arribar al cielo más elevado =el empíreo=, el espíritu debe, pues, atravesar las barreras que oponen a su vuelo las esferas de los cielos gobernadas
por los arcontes. La relación de arcontes y planetas ya se encuentra en el Timeo y la consigna Filón, quien dice que el sol, la luna y las estrellas son *arcontes, no
independientes, sino subordinados al Padre único de todas las cosas*. Los exégetas apocalípticos y gnósticos relacionaron con ellos algunos oscuros versos de
los Salmos donde se presenta a los arcontes como hostiles a Dios.
En el salmo 82 y en el 24 la idea aparece más explícitamente.
Los vicios de que el alma se despoja en su ascensión se corresponden con los caracteres planetarios, y el fin de la ascensión es una horasis, una experiencia de la Luz, en la que se funde el alma con la Luz esencial del Pleroma. En La llave, otro tratado hermético, se afirma expresamente que la belleza de ese sumo Bien es imperecedera e incomprensible, y que *cuando tú no puedas decir nada más de ella, solamente entonces la verás.
Pues el conocimiento que se adquiere de ella es divino silencio, cesación de todos nuestros sentidos*.
Más adelante se explica que *el vicio del alma es la ignorancia* ya que los planetas son diferentes modalidades de la *Agnoia del Demiurgo arcóntico*, y lo que el alma debe hacer es llegar a conocerse a sí misma, tarea para la que las potencias astrales le podrán servir a modo de pedagogos, unos muy malos =los planetas= y otros muy buenos =las estrellas de la esfera ogdoádica del firmamento=.
Gilgamesh***
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Gilgamesh
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sábado, 3 de diciembre de 2016
* Ignacio Gómez de Liaño Alamillo; Conocimiento y Sabiduría-7 *
***Preciosa noche de Sábado para todos.
Vamos a continuar con el trabajo de Ignacio Gómez de Liaño Alamillo que es súper abundante y del cual les voy compartiendo extractos.
Hoy Mitra..un personaje o dios de la antiguedad que se suele identificar con lo que posteriormente fué el cristianismo, simbolismos similares pero de distinta fuente.
También podrán ver porqué hasta el día de hoy en algunos países se sigue practicando la tauromaquia...no es casualidad..., todo está relacionado con las constelaciones, el cosmos..y los dioses..capaces de influir en el ser humano;
El Leontocéfalo y el dualismo mitraico
Frente a la juvenil belleza de Mitra, que se inspira en retratos idealizados de Alejandro y recuerda al propio rey Mitrídates, llama la atención la fealdad del dios Leontocéfalo, que ocupaba, a la entrada de los mitreos, un lugar destacado. Su aspecto es el de un monstruo con testa de león y cuerpo humano ceñido por una serpiente cuya cabeza descuella sobre la cabeza del dios. Ya hemos señalado que una antiquísima tradición vio en las constelaciones el desarrollo de una inmensa serpiente que abrazaba la entera bóveda del cielo, y que Draco, Ofiuco e Hidra son fragmentos de ese gigantesco ofidio.
La serpiente que ciñe al Leontocéfalo representa más bien el curso anual del Sol. De ella ha dicho Maarten Vermaseren que sus *siete vueltas ... están conectadas con los planetas y las propias espiras señalan el curso del Sol a través del Zodíaco*. A fin de expresar que el Leontocéfalo simboliza el señorío cósmico, sus pies se apoyan en el globo celeste, del que se destacan dos círculos, el ecuatorial y el zodiacal, y en una mano blande un largo y recto bastón, emblema de su señorío sobre el axis mundi.
En algunos monumentos se le ve portando en cada mano una llave para abrir o cerrar, según su voluntad, las puertas de los cielos, ya que el Leontocéfalo es el señor de los Arcontes que gobiernan las esferas planetarias. A veces se le ve apretando con la otra mano una *pata de toro* con gesto de dirigirla a la boca, lo que quiere decir, dada la identificación bien documentada de la pata de toro con la Osa Mayor o Hélice, que tiene el poder de acabar con el movimiento cósmico o bien de devorar todo lo sometido a ese movimiento.
Llamado Eón, dios helenístico del tiempo y también Cronos, el Leontocéfalo enseña en sus fauces unos colmillos formidables para mostrar el poder destructor del tiempo, en tanto que las alas que salen de su espalda simbolizan la rapidez de su carrera.
Aun cuando en la composición del Leontocéfalo influyeron las deidades órficas Cronos y Fanes y la conexa figura de Eón, la principal fuente de inspiración utilizada por sus creadores fue la Gorgona Medusa, de la que hay representaciones plásticas desde el siglo vil a. C.
La cabeza leonina de la Gorgona, las serpientes que ciñen su cuerpo y las alas que salen de sus espaldas muestran una asombrosa semejanza con el Leontocéfalo, que se acentúa por el hecho de que en algunos mitreos estaban asociadas la cabeza de aquélla y la de éste. El Leontocéfalo representa el tiempo destructor y, más en particular, la fatalidad a la que está sometido el universo, prisión en la que están encerrados los hombres. Su monstruosa imagen es un buen recordatorio del Destino, al que incumbe, según los estoicos, la función de fijar inexorablemente los movimientos celestes.
Mitra es, en cambio, el filantrópico emisario al que Ahura-Zeus encarga enseñar a los hombres a superar el poder del monstruo, para lo cual deberán comprender la verdadera naturaleza y estructura del tiempo. La destacada presencia del Leontocéfalo en los mitreos sugiere una pervivencia, suavizada, del dualismo iranio, con la particularidad de que Ahrimán es reinterpretado, a la luz de la filosofía ecléctica, como la fatalidad cósmica, frente a la cual se alza la apolínea belleza de Mitra, mediador =mesites= entre el supremo Dios de la Luz y los hombres.
El dualismo representado por la pareja Mitra-Leontocéfalo reaparece en tradiciones que, asumidas por los mitraístas, provienen de las teogonias griegas, según las cuales Zeus sucedió a Cronos en el gobierno del mundo tras luchar con los Gigantes. En algunas representaciones mitraicas, a estos antidioses se les ve pelear, bajo el mando del Poder de las tinieblas =Hades-Ahrimán=, contra los espíritus celestes de Zeus-Ahura que capitanea Mitra. Mitra fue, pues, un dios de hazañas heroicas que, aun antes de encarnarse en la Tierra, recuerdan a las de Heracles, y que siguió simbolizando el heroísmo una vez nacido en una gruta terrestre.
De Mitra podría decirse, con más razón todavía, lo que Lucio dice de Isis, una vez iniciado en los misterios de esta diosa egipcia:
*Tú deshaces la enredada e inextricable trama del Destino, calmas las tormentas de la Fortuna y compensas el nefasto influjo de las constelaciones. Los dioses del Olimpo te veneran, te respetan los dioses del Infierno; tú mantienes el mundo en órbita, tú suministras al Sol sus rayos de luz, tú riges el universo, tus plantas pisan el Tártaro. A tu llamada responden los astros, vuelven las estaciones*.
La creencia en el poder de imperar sobre las fuerzas cósmicas atribuida a una deidad salvadora =Isis para Lucio, Mitra para sus iniciados= también
aparece referida
a Jesucristo en una epístola de Pablo de Tarso, de hacia el 57 d. C.:
*Nuestra patria está en los cielos, de donde también nosotros esperamos a un Salvador ... que transformará nuestros humildes cuerpos de forma que se asemejen a su glorioso cuerpo, por medio del poder que él tiene para sojuzgar el entero universo* =Flp 3, 20-21=.
Y si Apuleyo nos dice que Isis *tiene en su mano tanto las llaves del Infierno como la garantía de salvación*, tampoco faltan esas llaves cósmicas en el mitraísmo.
Los cristianos, naturalmente, las pondrán en manos de Jesucristo, quien las confía al apóstol Pedro:
*Te daré las llaves del reino de los cielos, y lo que atares en la tierra será atado en los cielos, y lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos*.
=Mt 16,19-20=.
En el frontis de un sarcófago del museo de Antioquía de Siria =Turquía= se ven dos Victorias en el acto de inmolar sendos toros, en tanto que en los lados del sarcófago figuran escenas alusivas a la *resurrección*:
Orfeo liberando a Euridice del Infierno, etc.
A la luz de estas escenas se ve muy bien la conexión de la tauroctonía mitraica con la victoria sobre la muerte y el tiempo. Las Victorias del sarcófago recuerdan, además, la figura alada de Psique =el Alma=.
Nike matando al toro, relieve en terracota del siglo I dC.
Leontocéfalo mitraico, sigloII dC, ceñido por las espiras de la Serpiente celeste =cuya cabeza asoma sobre la testa del dios=, el Leontocéfalo huella el globo celeste en el que se destaca la intersección en forma de cruz de los círculos del ecuador y la eclíptica . En la mano izquierda porta el *axis mundi* , en la derecha la llave que le permite franquear las esferas planetarias.
El órfico dios Fanes con el axis mundi en una mano y la antorcha de la luz solar en la otra , está ceñido por las espiras de la Serpeinte celeste . El dios se halla en el centro de la Dodécada zodiacal que está a su vez encuadrada por la tétrada de las estaciones del año y las direcciones del espacio.
Paralelismos entre el mitraísmo y el cristianismo
De la comunión mitraica nos informa hacia el año 140 Justino de Roma, uno de los primeros apologistas cristianos:
*Los Apóstoles ... nos transmitieron que así les fue a ellos mandado, cuando Jesús, tornando el pan y dando gracias, dijo: Haced esto en memoria mía, éste es mi cuerpo. E igualmente, tomando el cáliz y dando gracias, dijo: Ésta es mi sangre, y que sólo a ellos les dio parte. También esto enseñaron, por imitación, los perversos
dáimones que se hiciera en los misterios de Mitra; pues en las iniciaciones de un nuevo iniciado se presenta pan y un cáliz de agua con ciertas recitaciones,
según ya lo sabéis o podéis de ello informaros*.
¿Habrá, pues, que suponer que la comunión cristiana es una imitación de la mitraica, a la manera como todavía hoy los gorros de los obispos atestiguan en la
forma y el nombre su procedencia mitraica? Imposible responder con seguridad, pues ambas comuniones se inspiran en el banquete sagrado, rito muy corriente en la Antiguedad.
Pero no es de creer que los adoradores de Mitra imitasen la comunión cristiana, pues en ese caso habrían tardado más de un siglo en descubrir el sacramento más importante de su liturgia. No obstante, es dudoso que, al comulgar, los mitraístas creyesen estar comiendo el cuerpo de su dios ni que este dios se hubiera ofrecido al Padre como víctima propiciatoria y hubiera cargado con los sufrimientos de la humanidad doliente. Esos rasgos parecen típicos del
cristianismo.
Una muestra de influencia mitraica en la religión cristiana =que quizá tuvo a los esenios de Qumrán como intermediarios= es la santificación del domingo, día
consagrado al Sol, y sobre todo del 25 de diciembre, día en el que los mitraicos festejaban el natalicio del Sol =Natalis Solis Invicti= y el del dios ex petra natus.
El Nuevo Testamento no dice nada sobre la fecha natal de Jesús, aunque el evangelista Lucas hace pensar en una noche templada de primavera o verano, pues los
pastores estaban durmiendo al raso, lo que no es muy congruente si se piensa en las frías noches invernales de Palestina.
Justino nos informa también de otro paralelismo, cuando atribuye a una frase del libro de Daniel =Dn 2, 34:*una piedra fue cortada sin mano alguna del
monte grande*= y a otra de Isaías =Is 28, 16; *el origen de la doctrina mitraica del nacimiento ex petra del dios y de que llamen *cueva al lugar donde se inician
sus creyentes* -Diálogo con Trifón 70.1=. Por lo que atañe a la piedra, el apologista parece referirse a los versos 22-23 del salmo 118, que el evangelista Mateo aplica
a Cristo:
*La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular*.
El apóstol Pedro los invoca en su discurso a *los jefes del pueblo y senadores* al día siguiente de la venida del Espíritu Santo =Hch 4, 11-12= y en su primera carta
=1 Pe 2, 4=, donde los cristianos son descritos como *piedras vivas* de un edificio
espiritual.
Difícilmente puede convencer Justino a nadie del origen judío del dogma mitraico según el cual Mitra nació de una piedra. Uno se siente tentado a pensar más bien en el origen mitraico de la ecuación Jesús-Piedra y, sin duda, de la *cueva* donde según una antigua tradición apócrifa nació Jesús.
Pues ni en el más antiguo de los evangelios, el de Marcos, ni en el más teológico, el de Juan, que parece estar mejor informado que los demás acerca de algunos aspectos de la vida de Jesús, ni en el apóstol Pablo, que escribió los escritos más antiguos del Nuevo Testamento, se dice nada de esa cueva, ni de dónde nació Jesús, ni qué hizo éste antes de comenzar, ya en edad madura, su misión docente.
La escena de la cueva natal de Mitra es anterior a las tradiciones apócrifas relativas al nacimiento de
Jesús, cuya identificación con un dios solar como Mitra queda bien puesta de relieve por el hecho de que los cristianos colocaron la fecha de su nacimiento ya en el solsticio de invierno, ya unos días después, es decir, cuando el Sol ha empezado a ascender en su recorrido por la eclíptica tras haber tocado el punto más bajo de su itinerario.
Cumont enumera otras convergencias, que no es del caso mencionar ahora.
No obstante, el fondo del *misterio cristiano* es muy diferente del mitraico. Jesús es u n hombre histórico, en tanto que Mitra es un hombre mítico. Mitra es un
héroe principesco, afecto a los reyes, sobre todo si son batalladores, y se mueve en un refinado mundo de alegorismos astronómicos.
Jesús es un hombre corriente, salido del pueblo, que ama a los mansos, y que no dedicó un solo día a asuntos astronómicos ni alegóricos, si bien, en su predicación, se sirve de parábolas que se prestan a una intrincada hermenéutica no exenta, a veces, de resabios astronómico-calendarísticos.
Mitra inmola al Toro; Jesús es inmolado como cordero. Mitra cautiva a militares, a funcionarios y a esclavos deseosos de promoción; Jesús captura con sus redes de pescador a gentes socialmente tan poco favorecidas que se identifican con alguien que es ejecutado como un forajido y hasta veneran el instrumento donde fue muerto.
Pero aun siendo tan diversos Mitra y Jesús ofrecían a los hombres valores morales y esperanzas religiosas semejantes, y se valían de medios sacramentales y teológicos no muy diferentes.
Gilgamesh***
Vamos a continuar con el trabajo de Ignacio Gómez de Liaño Alamillo que es súper abundante y del cual les voy compartiendo extractos.
Hoy Mitra..un personaje o dios de la antiguedad que se suele identificar con lo que posteriormente fué el cristianismo, simbolismos similares pero de distinta fuente.
También podrán ver porqué hasta el día de hoy en algunos países se sigue practicando la tauromaquia...no es casualidad..., todo está relacionado con las constelaciones, el cosmos..y los dioses..capaces de influir en el ser humano;
El Leontocéfalo y el dualismo mitraico
Frente a la juvenil belleza de Mitra, que se inspira en retratos idealizados de Alejandro y recuerda al propio rey Mitrídates, llama la atención la fealdad del dios Leontocéfalo, que ocupaba, a la entrada de los mitreos, un lugar destacado. Su aspecto es el de un monstruo con testa de león y cuerpo humano ceñido por una serpiente cuya cabeza descuella sobre la cabeza del dios. Ya hemos señalado que una antiquísima tradición vio en las constelaciones el desarrollo de una inmensa serpiente que abrazaba la entera bóveda del cielo, y que Draco, Ofiuco e Hidra son fragmentos de ese gigantesco ofidio.
La serpiente que ciñe al Leontocéfalo representa más bien el curso anual del Sol. De ella ha dicho Maarten Vermaseren que sus *siete vueltas ... están conectadas con los planetas y las propias espiras señalan el curso del Sol a través del Zodíaco*. A fin de expresar que el Leontocéfalo simboliza el señorío cósmico, sus pies se apoyan en el globo celeste, del que se destacan dos círculos, el ecuatorial y el zodiacal, y en una mano blande un largo y recto bastón, emblema de su señorío sobre el axis mundi.
En algunos monumentos se le ve portando en cada mano una llave para abrir o cerrar, según su voluntad, las puertas de los cielos, ya que el Leontocéfalo es el señor de los Arcontes que gobiernan las esferas planetarias. A veces se le ve apretando con la otra mano una *pata de toro* con gesto de dirigirla a la boca, lo que quiere decir, dada la identificación bien documentada de la pata de toro con la Osa Mayor o Hélice, que tiene el poder de acabar con el movimiento cósmico o bien de devorar todo lo sometido a ese movimiento.
Llamado Eón, dios helenístico del tiempo y también Cronos, el Leontocéfalo enseña en sus fauces unos colmillos formidables para mostrar el poder destructor del tiempo, en tanto que las alas que salen de su espalda simbolizan la rapidez de su carrera.
Aun cuando en la composición del Leontocéfalo influyeron las deidades órficas Cronos y Fanes y la conexa figura de Eón, la principal fuente de inspiración utilizada por sus creadores fue la Gorgona Medusa, de la que hay representaciones plásticas desde el siglo vil a. C.
La cabeza leonina de la Gorgona, las serpientes que ciñen su cuerpo y las alas que salen de sus espaldas muestran una asombrosa semejanza con el Leontocéfalo, que se acentúa por el hecho de que en algunos mitreos estaban asociadas la cabeza de aquélla y la de éste. El Leontocéfalo representa el tiempo destructor y, más en particular, la fatalidad a la que está sometido el universo, prisión en la que están encerrados los hombres. Su monstruosa imagen es un buen recordatorio del Destino, al que incumbe, según los estoicos, la función de fijar inexorablemente los movimientos celestes.
Mitra es, en cambio, el filantrópico emisario al que Ahura-Zeus encarga enseñar a los hombres a superar el poder del monstruo, para lo cual deberán comprender la verdadera naturaleza y estructura del tiempo. La destacada presencia del Leontocéfalo en los mitreos sugiere una pervivencia, suavizada, del dualismo iranio, con la particularidad de que Ahrimán es reinterpretado, a la luz de la filosofía ecléctica, como la fatalidad cósmica, frente a la cual se alza la apolínea belleza de Mitra, mediador =mesites= entre el supremo Dios de la Luz y los hombres.
El dualismo representado por la pareja Mitra-Leontocéfalo reaparece en tradiciones que, asumidas por los mitraístas, provienen de las teogonias griegas, según las cuales Zeus sucedió a Cronos en el gobierno del mundo tras luchar con los Gigantes. En algunas representaciones mitraicas, a estos antidioses se les ve pelear, bajo el mando del Poder de las tinieblas =Hades-Ahrimán=, contra los espíritus celestes de Zeus-Ahura que capitanea Mitra. Mitra fue, pues, un dios de hazañas heroicas que, aun antes de encarnarse en la Tierra, recuerdan a las de Heracles, y que siguió simbolizando el heroísmo una vez nacido en una gruta terrestre.
De Mitra podría decirse, con más razón todavía, lo que Lucio dice de Isis, una vez iniciado en los misterios de esta diosa egipcia:
*Tú deshaces la enredada e inextricable trama del Destino, calmas las tormentas de la Fortuna y compensas el nefasto influjo de las constelaciones. Los dioses del Olimpo te veneran, te respetan los dioses del Infierno; tú mantienes el mundo en órbita, tú suministras al Sol sus rayos de luz, tú riges el universo, tus plantas pisan el Tártaro. A tu llamada responden los astros, vuelven las estaciones*.
La creencia en el poder de imperar sobre las fuerzas cósmicas atribuida a una deidad salvadora =Isis para Lucio, Mitra para sus iniciados= también
aparece referida
a Jesucristo en una epístola de Pablo de Tarso, de hacia el 57 d. C.:
*Nuestra patria está en los cielos, de donde también nosotros esperamos a un Salvador ... que transformará nuestros humildes cuerpos de forma que se asemejen a su glorioso cuerpo, por medio del poder que él tiene para sojuzgar el entero universo* =Flp 3, 20-21=.
Y si Apuleyo nos dice que Isis *tiene en su mano tanto las llaves del Infierno como la garantía de salvación*, tampoco faltan esas llaves cósmicas en el mitraísmo.
Los cristianos, naturalmente, las pondrán en manos de Jesucristo, quien las confía al apóstol Pedro:
*Te daré las llaves del reino de los cielos, y lo que atares en la tierra será atado en los cielos, y lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos*.
=Mt 16,19-20=.
En el frontis de un sarcófago del museo de Antioquía de Siria =Turquía= se ven dos Victorias en el acto de inmolar sendos toros, en tanto que en los lados del sarcófago figuran escenas alusivas a la *resurrección*:
Orfeo liberando a Euridice del Infierno, etc.
A la luz de estas escenas se ve muy bien la conexión de la tauroctonía mitraica con la victoria sobre la muerte y el tiempo. Las Victorias del sarcófago recuerdan, además, la figura alada de Psique =el Alma=.
Nike matando al toro, relieve en terracota del siglo I dC.
Leontocéfalo mitraico, sigloII dC, ceñido por las espiras de la Serpiente celeste =cuya cabeza asoma sobre la testa del dios=, el Leontocéfalo huella el globo celeste en el que se destaca la intersección en forma de cruz de los círculos del ecuador y la eclíptica . En la mano izquierda porta el *axis mundi* , en la derecha la llave que le permite franquear las esferas planetarias.
El órfico dios Fanes con el axis mundi en una mano y la antorcha de la luz solar en la otra , está ceñido por las espiras de la Serpeinte celeste . El dios se halla en el centro de la Dodécada zodiacal que está a su vez encuadrada por la tétrada de las estaciones del año y las direcciones del espacio.
Paralelismos entre el mitraísmo y el cristianismo
De la comunión mitraica nos informa hacia el año 140 Justino de Roma, uno de los primeros apologistas cristianos:
*Los Apóstoles ... nos transmitieron que así les fue a ellos mandado, cuando Jesús, tornando el pan y dando gracias, dijo: Haced esto en memoria mía, éste es mi cuerpo. E igualmente, tomando el cáliz y dando gracias, dijo: Ésta es mi sangre, y que sólo a ellos les dio parte. También esto enseñaron, por imitación, los perversos
dáimones que se hiciera en los misterios de Mitra; pues en las iniciaciones de un nuevo iniciado se presenta pan y un cáliz de agua con ciertas recitaciones,
según ya lo sabéis o podéis de ello informaros*.
¿Habrá, pues, que suponer que la comunión cristiana es una imitación de la mitraica, a la manera como todavía hoy los gorros de los obispos atestiguan en la
forma y el nombre su procedencia mitraica? Imposible responder con seguridad, pues ambas comuniones se inspiran en el banquete sagrado, rito muy corriente en la Antiguedad.
Pero no es de creer que los adoradores de Mitra imitasen la comunión cristiana, pues en ese caso habrían tardado más de un siglo en descubrir el sacramento más importante de su liturgia. No obstante, es dudoso que, al comulgar, los mitraístas creyesen estar comiendo el cuerpo de su dios ni que este dios se hubiera ofrecido al Padre como víctima propiciatoria y hubiera cargado con los sufrimientos de la humanidad doliente. Esos rasgos parecen típicos del
cristianismo.
Una muestra de influencia mitraica en la religión cristiana =que quizá tuvo a los esenios de Qumrán como intermediarios= es la santificación del domingo, día
consagrado al Sol, y sobre todo del 25 de diciembre, día en el que los mitraicos festejaban el natalicio del Sol =Natalis Solis Invicti= y el del dios ex petra natus.
El Nuevo Testamento no dice nada sobre la fecha natal de Jesús, aunque el evangelista Lucas hace pensar en una noche templada de primavera o verano, pues los
pastores estaban durmiendo al raso, lo que no es muy congruente si se piensa en las frías noches invernales de Palestina.
Justino nos informa también de otro paralelismo, cuando atribuye a una frase del libro de Daniel =Dn 2, 34:*una piedra fue cortada sin mano alguna del
monte grande*= y a otra de Isaías =Is 28, 16; *el origen de la doctrina mitraica del nacimiento ex petra del dios y de que llamen *cueva al lugar donde se inician
sus creyentes* -Diálogo con Trifón 70.1=. Por lo que atañe a la piedra, el apologista parece referirse a los versos 22-23 del salmo 118, que el evangelista Mateo aplica
a Cristo:
*La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular*.
El apóstol Pedro los invoca en su discurso a *los jefes del pueblo y senadores* al día siguiente de la venida del Espíritu Santo =Hch 4, 11-12= y en su primera carta
=1 Pe 2, 4=, donde los cristianos son descritos como *piedras vivas* de un edificio
espiritual.
Difícilmente puede convencer Justino a nadie del origen judío del dogma mitraico según el cual Mitra nació de una piedra. Uno se siente tentado a pensar más bien en el origen mitraico de la ecuación Jesús-Piedra y, sin duda, de la *cueva* donde según una antigua tradición apócrifa nació Jesús.
Pues ni en el más antiguo de los evangelios, el de Marcos, ni en el más teológico, el de Juan, que parece estar mejor informado que los demás acerca de algunos aspectos de la vida de Jesús, ni en el apóstol Pablo, que escribió los escritos más antiguos del Nuevo Testamento, se dice nada de esa cueva, ni de dónde nació Jesús, ni qué hizo éste antes de comenzar, ya en edad madura, su misión docente.
La escena de la cueva natal de Mitra es anterior a las tradiciones apócrifas relativas al nacimiento de
Jesús, cuya identificación con un dios solar como Mitra queda bien puesta de relieve por el hecho de que los cristianos colocaron la fecha de su nacimiento ya en el solsticio de invierno, ya unos días después, es decir, cuando el Sol ha empezado a ascender en su recorrido por la eclíptica tras haber tocado el punto más bajo de su itinerario.
Cumont enumera otras convergencias, que no es del caso mencionar ahora.
No obstante, el fondo del *misterio cristiano* es muy diferente del mitraico. Jesús es u n hombre histórico, en tanto que Mitra es un hombre mítico. Mitra es un
héroe principesco, afecto a los reyes, sobre todo si son batalladores, y se mueve en un refinado mundo de alegorismos astronómicos.
Jesús es un hombre corriente, salido del pueblo, que ama a los mansos, y que no dedicó un solo día a asuntos astronómicos ni alegóricos, si bien, en su predicación, se sirve de parábolas que se prestan a una intrincada hermenéutica no exenta, a veces, de resabios astronómico-calendarísticos.
Mitra inmola al Toro; Jesús es inmolado como cordero. Mitra cautiva a militares, a funcionarios y a esclavos deseosos de promoción; Jesús captura con sus redes de pescador a gentes socialmente tan poco favorecidas que se identifican con alguien que es ejecutado como un forajido y hasta veneran el instrumento donde fue muerto.
Pero aun siendo tan diversos Mitra y Jesús ofrecían a los hombres valores morales y esperanzas religiosas semejantes, y se valían de medios sacramentales y teológicos no muy diferentes.
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