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lunes, 17 de agosto de 2015

* ¿Qué hay después de la muerte?-Parte 18 *

***Hermosa noche de Lunes para todos.

Sin novedades con el Sol y el clima espacial, excelente oportunidad para retomar la larga zaga del estimado Manuel Sancho Pomés.
Vida después de la muerte.., túnel de luz, experiencias extra-corpóreas..., mundos holográficos...

-San Pablo, en Corintios, apunta a que Satán puede llegar a disfrazarse como un ángel de luz y, aunque pueda resultar sorprendente, no son pocos los cristianos evangelistas que ven a Raymond Moody, el primer autor que popularizó las ECM, como un verdadero emisario de Satán que confunde a las personas con sus libros. En el caso del islam las cosas no son distintas, ya que el propio Corán describe a Alá como la luz: *Dios es la luz de los cielos y de la tierra*. Dicha luz no es tan solo una sensación lumínica, sino que se acompaña de revelaciones y de la adquisición de conocimientos. Kenneth Ring describe cómo el mundo de luz se encuentra después de pasar el túnel. 

En este punto, afirma el autor, la persona percibe un reino de belleza indescriptible y de esplendor, donde habitualmente se encuentran los espíritus de sus familiares ya fallecidos y amados. Para Ring hemos entrado en un dominio de altas frecuencias, una dimensión creada a partir de la interacción de las estructuras de pensamiento. Estas estructuras se combinarían para formar patrones, una especie de ondas de interferencia similares a una holografía. Y de la misma manera que las imágenes holográficas parecen reales cuando se iluminan con un haz de láser, así las imágenes producidas por la interacción de pensamientos también parecen reales.



En un caso descrito por Henry Abramovitch, en 1988, el de una persona que sufrió un ataque al corazón, el paciente cuenta: *Me sorprendió el brillo de la luz porque no había fuente de la misma. La luz en sí misma estaba compuesta por miríadas de llamaradas y de auras. Pude tocar aura tras aura, llama tras llama, cada una de ellas revolviéndose, creciendo, cada vez más grandes y, finalmente, separándose. Los sonidos no eran menos que la luz. Una infinidad de tonos, mezclándose entre ellos con una inmensa variedad y movimientos independientes, en una corriente poderosa que subía hacia el cielo. Yo era luz. Me encontraba muy bien por estar ahí, entre todos ellos*. 

Cuando alguna persona ha comentado la combinación de luz, revelaciones y visión de entidades sobrenaturales, se percibe cierta similitud con alguna experiencia chamánica tenida durante algún ceremonial religioso en el que se empleaba la ayahuasca como droga, bajo cuyos efectos se pretende alcanzar el contacto con los dioses. Las personas que han sufrido una ECM las califican de iluminación espiritual o fogonazo de sabiduría. Lo cierto es que las cuestiones que se plantean no son solo de índole personal, sino también en relación a cuestiones universales.



Las personas que han logrado llegar a este estadio de la ECM y que luego vuelven a su situación normal de consciencia quizás no logren recordar de manera pormenorizada cada detalle de esos conocimientos adquiridos, pero les quedan como remanente en la memoria las ideas que más les impactaron. Omar Khayyam =1050-1122=, poeta, matemático y astrónomo persa.dice: ***Mandé a mi alma hacia lo invisible. A buscar algo al otro lado de la vida. Después de muchos días mi alma retornó y me dijo: 

*Tranquilo, yo mismo soy cielo e infierno***.Ver pasar toda nuestra vida, llena de detalle, puede parecer algo imposible. Sin embargo, es un fenómeno que ocurre a numerosas personas que han sufrido algún tipo de accidente como, por ejemplo, un ahogamiento, durante cuyo transcurso se percibe la inminencia de la muerte. Suele acompañarse de recuerdos vívidos de experiencias pasadas y, en ocasiones, de una proyección de una línea biográfica visual. Todo ello completado con las impresiones y emociones que ocurrieron en su día. Es importante señalar que la revisión vital puede aparecer sin coexistir con el resto de etapas que se reseñan en las ECM.



Desde el punto de vista de los investigadores en el campo de la neurofisiología relacionado con la memoria, parece poco plausible que una vida completa, repleta de detalles minuciosos, pueda ser recordada en su totalidad o incluso revisada en pocos segundos. Estas revisiones vitales llegan a ser menos creíbles si además incluimos las percepciones de las mismas vivencias a través de las experiencias y sentidos de terceras personas.Las personas que experimentan estas vivencias refieren que ocurren fuera del tiempo y del espacio, lo cual es consistente con los conceptos de comunicación instantánea. 

Por ello algunos autores, como Thomas Beck, han propuesto teorías de tipo cuántico-holográficas para explicar las distintas y peculiares características de estos hechos. Hoy por hoy resulta de muy difícil explicación que estas revisiones vitales muestren tal cantidad de información sensorial, y que esta se presentase de forma prácticamente instantánea.
Aquí creemos procedente hacer mención a los registros akáshicos =de akasha, en sánscrito: cielo, espacio, éter=. Se trataría de una especie de memoria de todo lo que ha acontecido desde el inicio de los tiempos que estaría registrada en el éter.



Allí se almacenaría todo lo que ha acontecido desde el inicio de los tiempos y todos los conocimientos del universo. Actualmente las personas que siguen doctrinas esotéricas creen en la existencia de estos registros. El adjetivo akáshico es un neologismo acuñado por la teósofa británica Annie Bésant =1847-1933=, que proviene de akasa, un término existente en el antiguo idioma sánscrito de la India, que significa *éter*, un fluido intangible, inmaterial y sutil, que los antiguos hinduistas suponían que penetraba todo el universo y sería el peculiar vehículo del sonido y la vida. 

Pero no hay ninguna palabra sánscrita que signifique *registro akáshico*, a pesar de que el sánscrito es un idioma muy exhaustivo en lo que respecta a nombrar fenómenos paranormales o sobrenaturales. Según la británica Besant, aquellos que pueden acceder a estos registros serían personas con dones espirituales, tales como los chamanes u otro tipo de médiums, los cuales se diferenciarían unos de otros en cuanto al modo de ingreso en dichos registros, pudiendo ser por medio del sueño lúcido, la proyección astral u otras formas de *experiencias extracorpórales* =EEC=.



En 1913, el teósofo británico Charles Webster Leadbeater =1854-1934= publicó su libro Man: How, Whence, and Whither?, donde cuenta sus experiencias analizando los registros del éter desde el verano de 1910 en la sede de la Sociedad Teosófica, en Adyar =Tamil Nadú, India=. Allí contó la supuesta Historia de la Atlántida y otras civilizaciones desaparecidas. También afirmó que la sociedad en la Tierra del siglo XXVII estará alimentada por energía atómica. Después del libro de Leadbeater, una gran cantidad de europeos y estadounidenses declararon que también podían acceder a los registros akáshicos, y empezaron a publicar libros acerca de sus hallazgos. 

Este concepto es de uso mayoritario en diferentes doctrinas esotéricas. Sus partidarios creen que estos registros akáshicos han existido desde el principio de la creación del universo, creados por Dios para algún propósito específico, desconocido para el hombre. Deduciéndose de dichas premisas, sus defensores establecerían diferentes tipos de registros akáshicos que contendrían la base de datos de los mundos vegetal, animal, mineral y humano, los fenómenos paranormales, el conocimiento trascendental de las cosas y la vida cotidiana.



Las tradiciones religiosas específicas implicadas =el hinduismo y el cristianismo= no aceptan estos registros akáshicos, ya que no hay ninguna mención de que sus escrituras sagradas estuvieran registradas en el éter. En esos textos ni siquiera se mencionan estos archivos. La comunidad científica tampoco acepta los registros akáshicos, debido a la ausencia de evidencia verificable independiente.
De todos modos, cada vez más autores parecen proclamar que la memoria podría estar almacenada en campos holográficos fuera de los límites físicos del organismo humano. Las memorias, pues, serían accesibles por parte del cerebro conectando con esa especie de campo ambiental. 

Es decir, los datos no estarían almacenados dentro del propio cerebro, tal cual indica la ciencia ortodoxa. Esto tendría cierta lógica y podría explicar cómo es posible que ciertas personas con propiedades de clarividencia accediesen a esa memoria colectiva. Un ejemplo claro de esta propiedad explicaría la naturaleza empática de las revisiones vitales cuando nuestros pensamientos y acciones son revisados desde la perspectiva de terceras personas.



Esta teoría también podría relacionarse con el concepto de Jung referente al inconsciente colectivo. Entonces, ¿para qué sirve el cerebro? Su función sería la de servir de mediador coherente para acoplar numerosos subsistemas. Si hacemos un símil con la informática, el cerebro sería la unidad de proceso central relacionada con un vasto sistema operativo, si bien infinitamente más sofisticada que cualquier ordenador existente. Más aún, la memoria holográfica, aunque almacenada de forma global, podría ser accesible de forma local, de igual manera que un holograma puede ser reproducido en su totalidad con tan solo iluminar una pequeña parte de él con un haz de láser. 

Edgar Mitchell, un autor que ha aplicado las teorías de la física cuántica a la construcción de la consciencia, afirma que *el descubrimiento del holograma cuántico no local … nos provee del primer mecanismo físico cuántico compatible con el mundo tridimensional macroescalar tal cual lo experimentamos en nuestra realidad cotidiana*. En líneas generales, la holografía cuántica podría describir todos los procesos en todas las escalas cosmológicas, desde las partículas subatómicas hasta las interestelares. Es un campo que nos debería hacer reconsiderar nuestras visiones clásicas del tiempo y el espacio.



Continuará...

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martes, 28 de julio de 2015

* ¿Qué hay después de la muerte?-Parte 17 *

***Bella noche del último Martes de éste mes de Julio.

Sin novedades con el Sol, pero los neutrones siguen subiendo...
Seguimos con el informe número 17..., guau...que trabajo enorme y excelente el de Manuel Sancho Pomés:

Todo a la vez: trescientos sesenta grados de visión esférica. No solo esférica, sino extremadamente detallada. Podía ver cada cabello y su correspondiente folículo en la cabeza de la enfermera que empujaba la camilla. Sabía exactamente cuántos cabellos existían*. Betty Eadie describió, en 1992, lo que ella llama visión total de superficie durante su ECM: *Fue como si sintiese un pop o algo que se soltase dentro de mí, y mi espíritu salió bruscamente de mi pecho y fue abducido hacia arriba como si de un imán gigante se tratase. 

Me encontraba encima de la cama, pegada al techo. Me giré y vi un cuerpo sobre la cama. Tuve curiosidad y descendí hasta él. Reconocí que era yo misma. Era mi cuerpo sobre la cama. Me di cuenta de que nunca me había visto en tres dimensiones, tan solo me había visto en un espejo, que es una superficie plana. Pero los ojos del espíritu ven más dimensiones que los ojos del cuerpo mortal. Pude ver mi cuerpo en todas direcciones de una sola vez: de frente, desde detrás y desde ambos lados. Observé características de las que nunca me había dado cuenta*.
Robert J. Brumblay, médico y jefe de los Servicios de Urgencias de la ciudad de Honolulu, relata cómo una mujer mayor que se encontraba en la UCI debido un shock séptico dijo salir de su cuerpo mientras su cuerpo físico permanecía en la cama.



En ese momento, según contó, dijo ver a su hija en la sala de espera de los familiares e, increíblemente, advierte que está embarazada de muy pocas semanas. Meses más tarde su hija dio a luz un bebé, y cuando la abuela lo tuvo en sus brazos notó la sensación de haberlo conocido antes, durante su ECM. Brumblay relata, en 2003, el caso de una adolescente que sufrió una parada cardiorrespiratoria como reacción a una crisis anafiláctica tras la administración de un contraste en la sala de rayos X. Las paredes de este tipo de salas se encuentran totalmente forradas de plomo. *Me levanté y me encontré por encima de mi cuerpo. Pude ver a todo el mundo que se encontraba en la habitación para ayudarme, e incluso pude saber lo que pensaban. 

Al mismo tiempo pude ver a mi madre a través de la pared en la sala de espera. Se encontraba sentada con las manos sobre su regazo y llorando porque le acababan de comunicar lo que me había sucedido. Al mismo tiempo, pude ver a otras personas que se encontraban en habitaciones adyacentes, todas ellas separadas del cuarto de rayos X por paredes. Otra persona, en una habitación al lado de la mía, estaba recibiendo algún tipo de terapia física. Sin embargo, mi atención se dirigía hacia mi madre.



Sabía que había paredes, pero podía ver a las demás personas en otras habitaciones*. Robert Monroe, fundador del internacionalmente conocido Instituto Monroe, describe una percepción invertida de su propio cuerpo físico: *Después de salir de mi cuerpo con suma facilidad y quedarme en la misma habitación, tuve el coraje de acercarme a mi cuerpo físico, que se encontraba sobre la cama. Comencé a examinarlo en la semioscuridad. Toqué mi cabeza física y mis manos tocaron los pies. Parecía que todo estaba al revés. El primer dedo de mi pie izquierdo solía tener una uña especialmente gruesa debido a un accidente. 

Pero ahora esta uña se encontraba en el mismo dedo del pie derecho. Todo estaba invertido, como la imagen de un espejo*. La bilocación de consciencia consiste en la sensación de encontrarse en dos sitios a la vez. Por ejemplo, Bonenfant describe, en 2001, el caso de un niño que sufrió un accidente de automóvil, y mientras salía despedido después del impacto, pudo ver cómo su cuerpo daba vueltas en el aire desde una perspectiva cercana a los diez metros, junto a un árbol y, al mismo tiempo, verse dentro del cuerpo mientras era impulsado por el choque del vehículo.



En otro caso, descrito por Henry Abramovitch, en 1988, acerca de una persona que sufrió un ataque al corazón, el sujeto observa desde una posición elevada cómo su cuerpo yace en la misma posición en la que cayó al suelo, y refiere: *¿Cuál era la diferencia entre nosotros dos? ¿Cuál de nosotros era el yo real? Ahí estaba mi imagen tirada en el suelo, inanimada, pero yo podía moverme. Poseía la voluntad, la sensación y capacidad para pensar. Tal vez me había escapado de mí mismo y yo era el real. Lleno de compasión, le abandoné y, con un gran salto, volé hacia arriba*.

Para entender la construcción de la realidad respecto al esquema corporal, debemos relatar un interesante experimento realizado en el Instituto Karolinska de Suecia, titulado *Out-of-Body Experiences Induced in the Laboratory*, publicado en Press Release el 23 de agosto de 2007. En este interesante experimento se combinaron estímulos visuales y táctiles para provocar una sensación extracorpórea: *El sujeto que actuaba de conejillo de indias llevaba unas gafas estereoscópicas conectadas a un par de cámaras colocadas justamente detrás de su cabeza.



Es decir, veía un espacio como si estuviese sentado detrás de sí mismo*. Tras esto, el investigador les tocaba en el pecho, sin que las cámaras lo vieran, y al mismo tiempo simulaba estimular el pecho del observador virtual, justo debajo de las cámaras. Resultado: los sujetos tuvieron una fuerte sensación de estar sentados donde estaban las cámaras, viéndose desde atrás. Y si se simulaba golpear el pecho virtual, varios de los sujetos se agachaban para evitar el golpe. 

Además de comprobar el potencial que tiene nuestro cerebro para generar realidades virtuales a partir de la información que recibe de los sentidos y de sus propias expectativas, quizá esta investigación sea útil para mejorar la tecnología de control remoto. Por ejemplo, para cirugías a distancia. Nada mal para una investigación que roza lo místico.
Según Simcha Raphael: *La muerte es una ventana, no una pared*. En las ECM, la luz aparece al final del túnel, justo antes de encontrar a los familiares fallecidos o a las entidades que nos reciben y aconsejan sobre qué hacer en ese momento. Normalmente va asociada a una gran sensación de paz que va acompañando al sujeto.



Obviamente, la sensación de luz es creciente, ya que vamos avanzando a lo largo de un túnel para desembocar en un verdadero fogonazo lumínico que no llega a deslumbrar, pero que se acompaña de una intensa sensación de bienestar. Casi siempre se presupone que la luz es blanca, pero no es así en todos los casos. Hay personas que refieren haberla visto rosa o de otro color. Más aún, hay personas cuya ECM se ve limitada tan solo al fenómeno de la luz, como el caso que relata Katherine:

*Mi abuela fue intervenida quirúrgicamente con objeto de amputarle una pierna, ya que sufría diabetes. Su cirugía era de bastante riesgo por su enfermedad metabólica. La operación duró muchas horas y se complicó, por lo que dijeron los médicos. Cuando mi abuela se despertó, nos contó que vio una luz muy brillante, pero no vio gente ni nada, tan solo una luz. No recuerda nada más*. La sensación luminosa no es solo de luz, sino de una intensa sensación de paz, tranquilidad y conocimiento. Llegar a la misma coincide con el encuentro con el ser que ordena volver o bien provee de algún consejo referente a nuestra vida anterior. En ocasiones se producen verdaderas revelaciones sobre la propia vida o verdades en forma de respuesta, una experiencia similar a la resultante del consumo de ciertas drogas.



De hecho podríamos afirmar que es el clímax de la ECM, el momento de mayor satisfacción personal, y por el que muchas personas dicen haber perdido el miedo a la muerte y que no les importaría repetir. Debido a que la luz constituye por sí misma una señal de haber llegado a una fase adelantada del túnel, esta no llega a presentarse en todas las personas, ya que algunas abortan involuntariamente la experiencia antes de llegar a esta etapa. Por el contrario, los que salen del túnel y se instauran en la propia luz pierden la sensación de deslumbramiento y les invade una inmensa placidez. 

Es justamente esta etapa la que personas que han sufrido ECM añoran. A la vez que la luz suele darse la aparición de entidades que, según la orientación religiosa o cultural, pudieran ser interpretadas como Jesús, Mahoma o Buda. La persona que ha sufrido la ECM no se comunica verbalmente con dicha entidad, sino que oye dentro de sí mismo la voz, de manera que, por buscar una analogía, podríamos decir que resulta similar a un proceso telepático. El bienestar que irradia esta presencia colma de paz a la persona y es la principal razón por la que no se quiere abandonar este estado.



En la religión hindú, un antiguo texto sagrado, el Rig-Veda, dice: *Ponme en ese mundo incorrupto en el que no existe la muerte, donde domina el reino de la luz*. En el budismo se habla de que en el momento de la muerte aparece el Buda de la Infinita Luz, cuyo papel consiste en mostrarse justamente en ese momento trascendental. Los budistas creen que la aparición de ese Buda de Luz les sirve como guía hacia la Tierra Pura. Los mazdeístas y sus antiguas escrituras, derivadas de las creencias de Zaratustra, revelan que en el más allá también existe un ser luminoso que solo las almas bondadosas se encontrarán. 

Es una visión de una divinidad, Ahura-Mazda, descrita como una luz en su estado más puro. En el caso de los judíos el encuentro con un ser de luz se basa en la literatura que manejan los rabinos: *Mientras que el hombre no puede ver la gloria de Dios durante su vida, la podrá ver en el momento de su muerte*. De igual manera, para los cristianos la luz y su significado a través de los pasajes bíblicos adquieren especial relevancia: *Y hablóles Jesús otra vez, diciendo: 
**Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, mas tendrá la lumbre de la vida**.



Continuará...
Gilgamesh***

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domingo, 26 de julio de 2015

* ¿Qué hay después de la muerte?-Parte 16 *

***Excelente noche de Domingo para todos.

Sin novedades con el Sol, y con los neutrones en alza, como era de esperar.
Buena oportunidad para continuar con el trabajo investigativo de Manuel Sancho Pomés;

-Otras personas, influidas por tendencias esotéricas, prefieren denominarlo cuerpo astral. Aydée, una colaboradora mexicana de Proyecto Túnel, que sufrió una parada cardiorrespiratoria grave, relata: *Cuando veía a X siempre fue desde fuera de mi cuerpo. Me veía a mí y a ella y solo fue en el cubículo de terapia intensiva, no salí a otros lados. Esos quince días son borrosos, incluso la realidad. Las dos o tres visitas de mi esposo cuando yo aún estaba semiconsciente las recuerdo borrosas. Solo los recuerdos del lugar donde vi a mi mamá y las conversaciones con X es lo más claro que tengo, por eso lo describo como un oasis en el desierto*. 

Casi todas las personas que refieren haber experimentado estas EEC suelen coincidir en su relato con ciertas características: Son capaces de atravesar objetos sólidos: techos, paredes, ventanas =por ejemplo, salir de la habitación y ver lo que sucede en otra dependencia contigua= e incluso atravesar los cuerpos de otras personas presentes en la misma habitación. El cuerpo se encuentra en situación similar a la ingravidez. Durante ese estado se puede ver en derredor sin problemas, incluido lo que sucede a nuestras espaldas.Son capaces de escuchar las conversaciones de terceros, pero la sensación no es de realizarlo con su audición, sino de manera telepática.



Es decir, de mente a mente. Se sabe lo que otros dicen más que oírlo propiamente. El plano de comunicación no es bidireccional. Es decir, las otras personas no llegan a conocer el pensamiento de la persona que experimenta la EEC. El tiempo transcurre de manera distinta al habitual. Al volver al plano del propio cuerpo la sensación suele ser de haber estado mucho tiempo en el otro nivel. Algunas personas hablan de minutos cuando, en realidad, no han transcurrido más que pocos segundos. 

La persona parece desplazarse de forma instantánea a lugares lejanos o, por el contrario, permanece en la misma zona donde está su cuerpo físico, como si de un globo cautivo se tratase. Algunos relatos hablan de cómo fueron capaces de ir hasta su propia casa y observar, por ejemplo, qué hacía su pareja, de modo que en la posterior visita de ella al hospital le relataban aspectos supuestamente desconocidos, para asombro de su cónyuge. Todos los que la experimentan se encuentran en una situación de extrema comodidad. No hace frío, no duele nada, ni tampoco ninguna otra cosa resulta molesta. Los sentidos se encuentran alterados. Se suelen hacer referencias a la visión o a la audición, pero apenas se hace referencia al tacto, al olfato o al gusto.



Las sensaciones emocionales suelen coexistir con las de los sentidos. Es decir, las personas suelen experimentar tranquilidad y serenidad pero, en algunas ocasiones, se puede sentir miedo o terror. Las personas que sufren minusvalías del tipo y grado que sea, desde una simple miopía a una paraplejia, no presentan ninguna de sus taras durante el periodo de EEC. El cuerpo flotante parece haberse desprendido de cualquier minusvalía y, por el contrario, se presenta cercano a la perfección.
Resulta interesante reseñar que las personas invidentes, incluso de nacimiento, dicen ver perfectamente. 

Más aún, algunos autores, como Kenneth Ring y Sharon Cooper, aseguran que los invidentes pueden ver sin la mediación del sistema de visión. Es lo que ellos denominan mindsight, que podríamos traducir como *ver con la mente*. Estas experiencias hacen comprender que el mecanismo de visionar las EEC es común tanto para los videntes como para los ciegos. Es interesante subrayar que algunas personas que involuntariamente abandonan su cuerpo durante una ECM llegan a ver lo que se denomina *doble astral*.



Es decir, no solo pueden llegar a ver su cuerpo abandonado, sino su propia consciencia desde la perspectiva de una tercera persona, que son ellos mismos. Abramovitch, en 1988, recoge el siguiente testimonio: *Sentí una necesidad de volver a mi cuerpo, de pedirle disculpas, de explicarle que ya no teníamos un compromiso, que ya era el momento de separarnos*. Una de las historias que más conmovió al internacionalmente conocido Raymond Moody fue la que vivió la psicóloga Kimberly Clark mientras trabajaba en el Hospital de Harborview =Seattle=. 

Dicha psicóloga se encontraba aconsejando a una paciente, Mary, que había sufrido un ataque al corazón, sobre la manera de volver a integrarse en su vida diaria una vez que se produjese el alta hospitalaria. Sin embargo, la paciente se encontraba más interesada en hacer comprender a la profesional que lo que realmente le había impresionado era su ECM durante dicho ataque cardiaco. Ella había abandonado su cuerpo y deambulado por todo el entorno del hospital mientras los médicos intentaban la reanimación en la misma cama de la habitación donde había sufrido el infarto. La psicóloga Clark se mostraba escéptica ante dicho relato.



A pesar de todo, Mary le dijo: *Escuche, llegué a ver unas zapatillas rojas de tenis en el alféizar de una ventana más allá de mi habitación*. La psicóloga se asomó a la ventana, pero no vio zapatilla alguna. *Más allá*, insistió Mary. La doctora Kimberly, con medio cuerpo asomando por la ventana, tampoco veía nada. *Están justamente a la vuelta de la esquina*. Despreciando el peligro de asomarse en una quinta planta del hospital, la psicóloga se estiró aún más y retorció su cuerpo para aumentar su ángulo de visión y así descubrir, justamente, unas zapatillas de tenis rojas idénticas a las que Mary había descrito. 

A partir de ese acontecimiento la doctora Kimberly Clark comenzó a desarrollar numerosas investigaciones en relación a las ECM.
A principios del siglo XX comenzaron algunos matemáticos avanzados a especular con la existencia de una cuarta dimensión. Estructura que, además, podría explicar la desaparición brusca de objetos desde este mundo. Cada vez es mayor el número de físicos que se inclinan a aceptar la posible existencia de otras dimensiones o hiperespacios análogos al sistema en el que vivimos, aunque sean inaccesibles o invisibles el uno con respecto al otro.



La posible existencia de estas dimensiones invisibles e inaccesibles ha sido objeto de estudio por parte de filósofos y teólogos a la hora de establecer todo tipo de hipótesis, incluida el que dos de estas dimensiones pudieran estar temporalmente comunicadas una con la otra. El problema parece generarse al intentar descubrir si realmente hay diferentes dimensiones inaccesibles entre sí. Una hipótesis podría considerar que se accede a estas dimensiones durante estados mentales alterados, propios de momentos privilegiados. 

Los físicos, hoy en día, han desarrollado teorías acerca de los agujeros negros y la antimateria y de cómo ciertas entidades subatómicas se relacionan con otras dimensiones. El hecho de que pudieran existir otras dimensiones podría dar explicación, entre otras cosas, a la supuesta habilidad para desplazarse fuera del cuerpo y ver cosas que suceden en otras estancias, en ocasiones a kilómetros de donde está ocurriendo la ECM. A este respecto, las recientes teorías de física en relación a las supercuerdas podrían predecir la existencia de otras numerosas dimensiones que comúnmente no podemos percibir. Un ejemplo de las mismas es el de la Teoría M, que se encuentra construida y desarrollada a partir de la teoría de las supercuerdas y que incluye diez dimensiones espaciales, siendo el tiempo la número once.



Realmente, la opinión generalizada de los científicos en los últimos años es que dichas dimensiones verdaderamente existen, pero que no pueden ser percibidas por nosotros. Más recientemente, en el año 2000, Nima Arkani-Hamed, físico teórico canadiense de origen americano, con intereses en la física de alta energía, teoría de cuerdas y cosmología, ha descrito que estas dimensiones podrían ser de mucho mayor volumen de lo que previamente se consideraba. Esta última idea constituye un alivio para muchos científicos, ya que solucionaría muchos problemas de física teórica que aún se encuentran pendientes de resolver. 

La manera más fácil de comprender, desde una perspectiva visual, qué nos podríamos encontrar en cada una de las dimensiones a través de las cuales pudiésemos desplazarnos es comenzar con modelos simples e ir convirtiéndolos, progresivamente, en otros de mayor complejidad. Así, por ejemplo, ¿cómo sería vivir en universo de una sola dimensión? El mundo en el que vivimos parece tener tan solo tres dimensiones. Es decir, solo podemos ver la superficie más cercana de las cosas que nos rodean y no las lejanas ni tampoco el interior. Nos visualizamos moviéndonos hacia arriba, abajo, derecha, izquierda, adelante o atrás. Podemos imaginar un espacio en tan solo tres dimensiones.



Ahora bien, si pudiésemos mover nuestro cuerpo astral, abandonando nuestro cuerpo físico, hacia una cuarta dimensión, en ese mismo instante se obtendría una visión más allá de las paredes y podríamos ver incluso objetos muy lejanos. Más aún, podríamos ver el interior de objetos aparentemente cerrados para los que viven en tres dimensiones, incluso sin movernos en ninguna de las direcciones familiares. De hecho, no ha habido movimiento alguno, sino que se ha añadido una dimensión más al espacio. Desde esta perspectiva y rotando, las escenas tienen un campo de visión de trescientos sesenta grados, particularmente si estas escenas son visualizadas, por ejemplo, desde un techo como el que puede existir en una sala de reanimación de hospital. 

Ring relataba en 1998 un ejemplo de visión esférica durante una ECM: *Me llevaban en una camilla por el hospital. Miré hacia abajo y supe que el cuerpo debajo de las sábanas era el mío y no me importó. La habitación era más interesante que mi propio cuerpo. La perspectiva era fantástica. Podía ver todo… Y me refiero a absolutamente todo. Podía ver la luz en el techo y, al mismo tiempo, la parte de debajo de la camilla. Podía ver los azulejos del techo y también los del suelo.



Continuará...
Gilgamesh***

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viernes, 24 de julio de 2015

* ¿Qué hay después de la muerte?-Parte 15 *

***Bella noche de Viernes para todos.
Sin novedades con el Sol y el clima espacial.
Seguimos con la gran zaga de éste amigo, Manuel Sancho Pomés;

-No tenía miedo ni tristeza, solo paz, pero en ese momento me acordé de mis dos hijas y recuerdo haber dicho en voz alta que no me podía quedar allí porque mis hijas se quedarían solas. En ese momento sentí una voz que me habló y me dijo: *No. Aún no es tu hora. Yo creo en Dios y estoy segura, o quiero creer, que esa voz procedía de Él*. Otros, por el contrario, se mueven por el túnel pero también van apareciendo otras cosas en su camino. Otra mujer, llamada Isabel, cuenta: *No había mucha luz al principio. Estaba oscuro, pero luego fui viendo el monte, con árboles a los lados. Solo oía una voz masculina que me hablaba y me guiaba. 

Sentía el viento y veía la hierba que se movía. Un perro jugaba conmigo. Una sensación de paz me inundaba. Llegué a pensar: *¿Esto es real?*. Ring afirma que cuando la consciencia comienza a funcionar de manera independiente al cuerpo físico es entonces cuando somos capaces de percibir otras dimensiones. Durante la mayor parte del tiempo vivimos en un mundo tridimensional, en el que nuestros sentidos observan la supuesta realidad que nos rodea. De acuerdo a este autor, la realidad mundana anclada en la consciencia del cuerpo físico humano cambiaría radicalmente al abandonar dicho cuerpo, ya sea mediante la muerte o de forma voluntaria, como algunos individuos han aprendido a hacer mediante, por ejemplo, la meditación.



Este tipo de razonamiento tendría otras consecuencias prácticas, ya que este abandono del cuerpo no sería exclusivo de las ECM, sino que existiría la posibilidad de lograrlo desarrollando técnicas para operar con nuestra consciencia independientemente del cuerpo físico. Podrían ser muchas las situaciones que produzcan este tipo de experiencias, si bien, en ocasiones, sería por la cercanía a la muerte. Resumiendo, cualquier situación que libere a la consciencia produciría una pérdida de la realidad tridimensional, adquiriendo plena percepción de la cuarta dimensión.

Ring menciona, en 1980, a otro investigador, Itzhak Bentov, en un testimonio personal acerca del efecto túnel: *Es un fenómeno psicológico donde la consciencia experimenta movimiento desde un nivel a otro. Es un proceso de ajuste de la consciencia de un plano de la realidad a otro. Frecuentemente, se siente como un movimiento, pero esto ocurre solo a las personas que lo viven como una novedad. Para las personas que están acostumbradas a viajar en niveles astrales o más elevados, el fenómeno del túnel ya no vuelve a ocurrir*.



En ocasiones no todas las experiencias del túnel son positivas. Por ejemplo, Greyson y Bush transcriben lo que un paciente les relata: *Me encontraba volando y fui absorbido directamente hacia el centro del túnel. Al final del mismo había luces que te cegaban y cristales que emitían una luz insoportable. A medida que me aproximaba al final del túnel intentaba acercarme a las paredes para frenar mi caída contra los cristales que emitían la luz*. Los niños que sufren una ECM también describen túneles y estructuras similares. Por ejemplo, Cherry Sutherland describe en 1995 varios casos de niños que se movieron a través de un túnel hacia el otro mundo. 

Entre ellos una niña de diez años que, durante una neumonía, se encontró en un túnel oscuro que, a su vez, era *suave y agradable*. Richard J. Bonenfant describe en 2001 el caso de un niño que sufrió un accidente de automóvil y que pocos momentos después se encontró en *un sitio oscuro, al comienzo de un túnel con aspecto de vórtice, como si fuese un tornado aplanado sobre el suelo*. Susan Blackmore, doctora de la Universidad de Bristol, se ha preguntado en diversas ocasiones por qué el túnel se presenta con tanta frecuencia en las ECM occidentales y, por el contrario, no suele hacerlo en las asiáticas, en las que la persona suele sumergirse en la oscuridad.



También se pregunta acerca de la ausencia de otro tipo de símbolos que podrían estar relacionados con los túneles o los pasadizos, como son, por ejemplo, las puertas. A pesar de que en algunas culturas no se presenten los túneles, no es menos cierto que una particularidad común a este tipo de experiencias es la oscuridad antes de emerger a la luz. Veamos otro testimonio de una mujer llamada Soledad: 
*Mi abuela, que fue educada en un colegio de monjas, dice que lo que ha aprendido de la religión es mentira y que lo real es lo que ella vivió durante un coma diabético.

Se vio en un túnel y al final del mismo una luz indescriptible. Dice que cuando estaba allí notó que no le dolía nada y sentía mucha paz. Realmente no llegó al final del túnel, ya que la reanimaron rápido. No vio seres, sino que se encontraba completamente sola*.
Lo cierto es que atribuir el significado de ciertas imágenes a, por ejemplo, un túnel, no deja de ser algo cultural. Si tomamos en consideración que una de las características de las ECM es la dificultad para explicarla en términos adecuados, no es de extrañar que resulte complicado explicar de qué se trata esa especie de sensación de desplazamiento a través de la oscuridad.



Asimismo, tampoco podemos despreciar el significado simbólico de un túnel. Es decir, la estructura que conecta un lugar con otro. También podría ser que para algunas personas el túnel no fuese otra cosa que la interpretación que se da al momento previo a entrar en la luz. Otro significado simbólico es el de abandonar un momento lleno de dificultades: *Hay luz al final del túnel*. Los túneles son lugares en los que se entra, no se sabe muy bien qué contienen y a cuya salida nos podemos encontrar con lo imprevisto. Antes del túnel nos encontramos con lo familiar, y a la salida con lo inesperado. Los túneles también simbolizan, al igual que los puentes, la transición de un lugar a otro, y no podemos olvidar que nuestro lenguaje social es sumamente importante a la hora de interpretar este tipo de vivencias. 

Y tampoco olvidemos que cada cultura tiene un lenguaje distinto y una forma distinta de ver el mundo. Pero ¿por qué no hay puertas ni entradas? Quizás porque lo que realmente representamos en el túnel es la sensación de movimiento a través de la oscuridad. De esta manera la mejor traducción que tenemos de la experiencia es la de describir la situación mediante la analogía de viajar a través de un túnel. No podemos olvidar, a este respecto, que lo que intentamos comunicar es una experiencia personal.



Según el psiquiatra norteamericano Glen Owens Gabbard: *La creencia de que hay vida después de la muerte se incrementa de forma notable después de una experiencia extracorpórea, ya que parece, de esta manera, que el alma sobrevive al cuerpo*. La experiencia de separación del cuerpo parece que progresa lentamente desde el comienzo de la ECM. Por ejemplo, en un caso descrito por el doctor Henry Abramovitch en 1988, una persona que sufrió un ataque al corazón dice: *Poco a poco comencé a comprender lo que veía en derredor. 

Parecía que los que me rodeaban se encontraban detrás de una pantalla y sus voces provenían de algún sitio muy lejano. Entendía todo lo que decían, pero no confiaba en ellos*. Después de pasar por una zona oscura tuvo la sensación de que cualquier movimiento, incluso el más ligero, servía de impulso para volar. El relato de esta persona es espectacular: *Comencé a mover mis piernas y me elevé rápidamente. La oscuridad cada vez se volvió menos densa y volví a la luz. De repente todo fue familiar. Ahí estaba, en el mismo sitio donde había caído por el fuerte ataque cardiaco. Inmediatamente me di cuenta de que alguien se encontraba en el suelo. Me paré a mirarle.



La sorpresa fue mayúscula. ¡Claro que le conocía! Era yo mismo. Me confronté con un enigma, tenía que encontrar quién era quién. Me miré una y otra vez a mí mismo y a la persona que se encontraba en el suelo. No podía salir de mi asombro. Tenía la sensación de que conocía mejor a la persona del suelo que a mí mismo. Me sorprendió descubrir que yo mismo no tenía piernas ni cuerpo ni siquiera forma corporal. Tan solo era una mónada aislada a la que nunca había conocido*. La salida del yo frente al cuerpo suele tender a la elevación por encima de su plano físico y mirando hacia abajo, como si de un desdoblamiento se tratase, pero con la visión hacia la tierra. 

Es decir, quien la experimenta observa su propio cuerpo y todo lo que ocurre en derredor. La sensación es de estar participando como observador silente y pasivo de una escenificación en derredor suyo. Más aún, muchas personas describen esta fase con palabras de asombro, ya que verse desde arriba suele provocar confusión, pues no se suelen reconocer desde dicha perspectiva. Una vez que se ha salido del cuerpo, la propia persona suele controlar sus ángulos de visión y perspectivas, como si fuera un pequeño dirigible a radiocontrol que fuese capaz de atravesar paredes y objetos sólidos.



Esto es así hasta el punto de poder visualizar lo ocurrido durante, por ejemplo, una intervención quirúrgica. Es el caso de una mujer llamada Ana, que sufrió una hemorragia durante el parto que la mantuvo a las puertas de la muerte: *Cuando salí de quirófano sabía que algo no había marchado bien. Había visto cosas del quirófano durante la operación y estaba enfadada por lo que sucedió después de despertar, y mientras lo hacía, ya que me habían obligado a volver. A mis familiares y a mi exmarido les dijeron que todo salió bien. 

Sin embargo, una operación de urgencias, que dijeron duraba de treinta minutos a un máximo de cuarenta y cinco, aunque finalmente duró más de dos horas, no era normal. Yo sabía muy bien el porqué. Días después, cuando ya estaba mejor y en planta, se presentó una de las doctoras que me operó en quirófano y me dijo: *Ya veo que estás bien, nos diste un buen susto*. No pude más que sonreír porque sabía a lo que se refería. Mi respuesta fue evidente: ¡Ya!*.
La sensación es que el cuerpo parece perder sus límites. Cuando las personas que lo han percibido narran su experiencia no refieren la existencia de brazos o piernas, ni mucho menos su uso para desplazarse, sino que la propia existencia parece concentrarse en un cuerpo etéreo muy próximo a la definición occidental de espíritu o de consciencia.



Continuará...
Gilgamesh***

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