martes, 28 de julio de 2015

* ¿Qué hay después de la muerte?-Parte 17 *

***Bella noche del último Martes de éste mes de Julio.

Sin novedades con el Sol, pero los neutrones siguen subiendo...
Seguimos con el informe número 17..., guau...que trabajo enorme y excelente el de Manuel Sancho Pomés:

Todo a la vez: trescientos sesenta grados de visión esférica. No solo esférica, sino extremadamente detallada. Podía ver cada cabello y su correspondiente folículo en la cabeza de la enfermera que empujaba la camilla. Sabía exactamente cuántos cabellos existían*. Betty Eadie describió, en 1992, lo que ella llama visión total de superficie durante su ECM: *Fue como si sintiese un pop o algo que se soltase dentro de mí, y mi espíritu salió bruscamente de mi pecho y fue abducido hacia arriba como si de un imán gigante se tratase. 

Me encontraba encima de la cama, pegada al techo. Me giré y vi un cuerpo sobre la cama. Tuve curiosidad y descendí hasta él. Reconocí que era yo misma. Era mi cuerpo sobre la cama. Me di cuenta de que nunca me había visto en tres dimensiones, tan solo me había visto en un espejo, que es una superficie plana. Pero los ojos del espíritu ven más dimensiones que los ojos del cuerpo mortal. Pude ver mi cuerpo en todas direcciones de una sola vez: de frente, desde detrás y desde ambos lados. Observé características de las que nunca me había dado cuenta*.
Robert J. Brumblay, médico y jefe de los Servicios de Urgencias de la ciudad de Honolulu, relata cómo una mujer mayor que se encontraba en la UCI debido un shock séptico dijo salir de su cuerpo mientras su cuerpo físico permanecía en la cama.



En ese momento, según contó, dijo ver a su hija en la sala de espera de los familiares e, increíblemente, advierte que está embarazada de muy pocas semanas. Meses más tarde su hija dio a luz un bebé, y cuando la abuela lo tuvo en sus brazos notó la sensación de haberlo conocido antes, durante su ECM. Brumblay relata, en 2003, el caso de una adolescente que sufrió una parada cardiorrespiratoria como reacción a una crisis anafiláctica tras la administración de un contraste en la sala de rayos X. Las paredes de este tipo de salas se encuentran totalmente forradas de plomo. *Me levanté y me encontré por encima de mi cuerpo. Pude ver a todo el mundo que se encontraba en la habitación para ayudarme, e incluso pude saber lo que pensaban. 

Al mismo tiempo pude ver a mi madre a través de la pared en la sala de espera. Se encontraba sentada con las manos sobre su regazo y llorando porque le acababan de comunicar lo que me había sucedido. Al mismo tiempo, pude ver a otras personas que se encontraban en habitaciones adyacentes, todas ellas separadas del cuarto de rayos X por paredes. Otra persona, en una habitación al lado de la mía, estaba recibiendo algún tipo de terapia física. Sin embargo, mi atención se dirigía hacia mi madre.



Sabía que había paredes, pero podía ver a las demás personas en otras habitaciones*. Robert Monroe, fundador del internacionalmente conocido Instituto Monroe, describe una percepción invertida de su propio cuerpo físico: *Después de salir de mi cuerpo con suma facilidad y quedarme en la misma habitación, tuve el coraje de acercarme a mi cuerpo físico, que se encontraba sobre la cama. Comencé a examinarlo en la semioscuridad. Toqué mi cabeza física y mis manos tocaron los pies. Parecía que todo estaba al revés. El primer dedo de mi pie izquierdo solía tener una uña especialmente gruesa debido a un accidente. 

Pero ahora esta uña se encontraba en el mismo dedo del pie derecho. Todo estaba invertido, como la imagen de un espejo*. La bilocación de consciencia consiste en la sensación de encontrarse en dos sitios a la vez. Por ejemplo, Bonenfant describe, en 2001, el caso de un niño que sufrió un accidente de automóvil, y mientras salía despedido después del impacto, pudo ver cómo su cuerpo daba vueltas en el aire desde una perspectiva cercana a los diez metros, junto a un árbol y, al mismo tiempo, verse dentro del cuerpo mientras era impulsado por el choque del vehículo.



En otro caso, descrito por Henry Abramovitch, en 1988, acerca de una persona que sufrió un ataque al corazón, el sujeto observa desde una posición elevada cómo su cuerpo yace en la misma posición en la que cayó al suelo, y refiere: *¿Cuál era la diferencia entre nosotros dos? ¿Cuál de nosotros era el yo real? Ahí estaba mi imagen tirada en el suelo, inanimada, pero yo podía moverme. Poseía la voluntad, la sensación y capacidad para pensar. Tal vez me había escapado de mí mismo y yo era el real. Lleno de compasión, le abandoné y, con un gran salto, volé hacia arriba*.

Para entender la construcción de la realidad respecto al esquema corporal, debemos relatar un interesante experimento realizado en el Instituto Karolinska de Suecia, titulado *Out-of-Body Experiences Induced in the Laboratory*, publicado en Press Release el 23 de agosto de 2007. En este interesante experimento se combinaron estímulos visuales y táctiles para provocar una sensación extracorpórea: *El sujeto que actuaba de conejillo de indias llevaba unas gafas estereoscópicas conectadas a un par de cámaras colocadas justamente detrás de su cabeza.



Es decir, veía un espacio como si estuviese sentado detrás de sí mismo*. Tras esto, el investigador les tocaba en el pecho, sin que las cámaras lo vieran, y al mismo tiempo simulaba estimular el pecho del observador virtual, justo debajo de las cámaras. Resultado: los sujetos tuvieron una fuerte sensación de estar sentados donde estaban las cámaras, viéndose desde atrás. Y si se simulaba golpear el pecho virtual, varios de los sujetos se agachaban para evitar el golpe. 

Además de comprobar el potencial que tiene nuestro cerebro para generar realidades virtuales a partir de la información que recibe de los sentidos y de sus propias expectativas, quizá esta investigación sea útil para mejorar la tecnología de control remoto. Por ejemplo, para cirugías a distancia. Nada mal para una investigación que roza lo místico.
Según Simcha Raphael: *La muerte es una ventana, no una pared*. En las ECM, la luz aparece al final del túnel, justo antes de encontrar a los familiares fallecidos o a las entidades que nos reciben y aconsejan sobre qué hacer en ese momento. Normalmente va asociada a una gran sensación de paz que va acompañando al sujeto.



Obviamente, la sensación de luz es creciente, ya que vamos avanzando a lo largo de un túnel para desembocar en un verdadero fogonazo lumínico que no llega a deslumbrar, pero que se acompaña de una intensa sensación de bienestar. Casi siempre se presupone que la luz es blanca, pero no es así en todos los casos. Hay personas que refieren haberla visto rosa o de otro color. Más aún, hay personas cuya ECM se ve limitada tan solo al fenómeno de la luz, como el caso que relata Katherine:

*Mi abuela fue intervenida quirúrgicamente con objeto de amputarle una pierna, ya que sufría diabetes. Su cirugía era de bastante riesgo por su enfermedad metabólica. La operación duró muchas horas y se complicó, por lo que dijeron los médicos. Cuando mi abuela se despertó, nos contó que vio una luz muy brillante, pero no vio gente ni nada, tan solo una luz. No recuerda nada más*. La sensación luminosa no es solo de luz, sino de una intensa sensación de paz, tranquilidad y conocimiento. Llegar a la misma coincide con el encuentro con el ser que ordena volver o bien provee de algún consejo referente a nuestra vida anterior. En ocasiones se producen verdaderas revelaciones sobre la propia vida o verdades en forma de respuesta, una experiencia similar a la resultante del consumo de ciertas drogas.



De hecho podríamos afirmar que es el clímax de la ECM, el momento de mayor satisfacción personal, y por el que muchas personas dicen haber perdido el miedo a la muerte y que no les importaría repetir. Debido a que la luz constituye por sí misma una señal de haber llegado a una fase adelantada del túnel, esta no llega a presentarse en todas las personas, ya que algunas abortan involuntariamente la experiencia antes de llegar a esta etapa. Por el contrario, los que salen del túnel y se instauran en la propia luz pierden la sensación de deslumbramiento y les invade una inmensa placidez. 

Es justamente esta etapa la que personas que han sufrido ECM añoran. A la vez que la luz suele darse la aparición de entidades que, según la orientación religiosa o cultural, pudieran ser interpretadas como Jesús, Mahoma o Buda. La persona que ha sufrido la ECM no se comunica verbalmente con dicha entidad, sino que oye dentro de sí mismo la voz, de manera que, por buscar una analogía, podríamos decir que resulta similar a un proceso telepático. El bienestar que irradia esta presencia colma de paz a la persona y es la principal razón por la que no se quiere abandonar este estado.



En la religión hindú, un antiguo texto sagrado, el Rig-Veda, dice: *Ponme en ese mundo incorrupto en el que no existe la muerte, donde domina el reino de la luz*. En el budismo se habla de que en el momento de la muerte aparece el Buda de la Infinita Luz, cuyo papel consiste en mostrarse justamente en ese momento trascendental. Los budistas creen que la aparición de ese Buda de Luz les sirve como guía hacia la Tierra Pura. Los mazdeístas y sus antiguas escrituras, derivadas de las creencias de Zaratustra, revelan que en el más allá también existe un ser luminoso que solo las almas bondadosas se encontrarán. 

Es una visión de una divinidad, Ahura-Mazda, descrita como una luz en su estado más puro. En el caso de los judíos el encuentro con un ser de luz se basa en la literatura que manejan los rabinos: *Mientras que el hombre no puede ver la gloria de Dios durante su vida, la podrá ver en el momento de su muerte*. De igual manera, para los cristianos la luz y su significado a través de los pasajes bíblicos adquieren especial relevancia: *Y hablóles Jesús otra vez, diciendo: 
**Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, mas tendrá la lumbre de la vida**.



Continuará...
Gilgamesh***

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