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jueves, 19 de diciembre de 2019

* Tiempo y soledad *

***Lindísimo penúltimo Jueves del año para todxs.

Solemos leer que el punto inicial para todo ser que desee evolucionar espiritualmente es la introspección, ese.. navegar por las aguas de la consciencia, hallar el camino interno que nos lleve a conocer al que en verdad somos, a poder pensar y reflexionar desde un lugar alejado del bullicio, las distracciones.
Necesitamos para tal fin dos cosas;
tiempo y soledad.

A ambas cosas les solemos temer, al tiempo porque lo hemos concebido como un vacío que hay que llenar *haciendo cosas*, a veces no importa qué cosas, pero estar *quietos* parece ser *perder el tiempo*.
Y a la soledad la hemos concebido como algo espantoso de lo cual hay que huir.
Cuando vemos las actuales conductas tanto sociales como individuales nos resulta difícil imaginar que el individuo pueda introspectar, la tecnología actual conspira permanentemente contra eso.

Además de ser un grandioso negocio escudado detrás de una falsa definición como *comunicación*, el teléfono móvil es tal vez el mayor enemigo o impedimento de que el ser encuentre el tiempo y la soledad para navegar internamente en lugar de hacerlo virtualmente.
Va a ser muy difícil que tengamos una sociedad sana si no somos capaces de ser primero individuos sanos, y esa ausencia de sanidad mental y conductual bien se podría subsanar si primero entendiéramos que hay que recuperar el tiempo y la soledad para la introspección, la reflexión, el pensar.

No hablo de soledad completa ni forzada, hablo de una soledad temporal o periódica que nos permita ejercer músculos que no vemos y que como todo músculo si no se lo ejercita se atrofia.
Esos imaginados músculos que no podemos ver funcionan neuronalmente y hasta a veces podría decir que..no poseen materia.

Introspectar es acceder a una zona que requiere concentración y sin inducción ni condición externa, debe ser voluntaria como primer paso, para que el acceso sea como debe ser;
natural.

Si se pudiera medir estimo que debe ser...monumental.. la cantidad de energía mental que desperdiciamos concentrándonos en cosas que no aportan en absoluto a nuestra consciencia esencial o superior, y que nos vuelve como máquinas de generar emociones y sentimientos, y muchas veces acciones que nos generan estados de malestar, de infelicidad, de intranquilidad de involución.

Creo que a medida que pase el tiempo se conocerán las atrofias y enfermedades que va a generar éste aparato portátil si bien ya hoy mismo hay estudios avanzados =de los serios= que están indicando sobre cómo afecta conductualmente, psicológicamente, además de los venenos que irradian y afectan al organismo.

El celular, en lugar de ser una herramienta útil para muchas cosas se está volviendo una condena a mediano plazo contra ese necesario tiempo y soledad para evolucionar tanto espiritual como intelectualmente, y ésto último, lo intelectual, es una necesaria herramienta puesta al servicio de lo espiritual que en su definición es muy clara;

*Facultad de la mente que permite aprender, entender, razonar, tomar decisiones y formarse una idea determinada de la realidad*.

La introspección o *inspección interna* designa la idea de *mirar al interior*.
Se trata del conocimiento que el sujeto pueda adquirir de sus propios estados mentales, o sea designada la situación, para un sujeto dado, de observarse y analizarse a sí mismo, interpretando y caracterizando sus propios procesos cognitivos y emotivos.

El término introspección designa a un modo de aprehensión de los estados de conciencia directo por meditación y reflexión con reflexión directa sobre la consciencia del sujeto.

Difícil decía, será introspectar, tomar consciencia de uno mismo y del entorno, reflexionar y comprender, si no disponemos del tiempo y la soledad que ese proceso requiere.

Voy a acompañar ésta introductoria reflexión con el excelente editorial de un gran sitio que tengo como referente en ésta materia de las atrofias que está generando el mal uso de la tecnología portátil del aparatejo que llamamos...móvil..;



-Asumamos que la única manera posible de utilizar un smartphone sea continuamente.
¿Por qué habríamos de preocuparnos?
Tal vez estemos contentos con el hecho de mirar una pantalla a cada instante, igual que puede apetecernos cenar macarrones todos los días o vestir siempre de azul.

Las pantallas nos aportan muchas cosas, eso nadie puede discutirlo.
Pero, ¿qué nos roban?
Ese es el punto clave del que trata el artículo que traducimos aquí hoy.

La habilidad más importante que nadie te enseñó

Por Zat Rana

Antes de morir a los 39, Blaise Pascal realizó grandes contribuciones a la física y las matemáticas, especialmente en materia de fluidos, geometría y probabilidad.
La influencia de este trabajo, sin embargo, fue más allá de las ciencias naturales.
Muchos campos que ahora clasificamos bajo el título de ciencias sociales se desarrollaron, de hecho, sobre la base que él contribuyó a establecer.

Realizó gran parte de este trabajo a lo largo de su adolescencia y primera juventud.
Como adulto, inspirado por una experiencia religiosa, empezó a orientarse hacia la filosofía y la teología.
Justo antes de su muerte, se hallaba revisando fragmentos de escritos privados que después se publicarían como colección bajo el nombre de *Pensées* =Pensamientos=.

Si bien el libro es ante todo la historia de un matemático en busca de lo trascendente, llama la atención su clara y lúcida reflexión sobre lo que significa ser humano. Constituye un boceto de nuestra moderna psicología mucho antes de que esta fuera considerada una disciplina formal.
Incluye numerosos pasajes dignos de cita y aborda la naturaleza humana desde diversas perspectivas, pero una de sus más famosas reflexiones resume muy bien la esencia de su contenido:

*Todos los problemas del mundo proceden de la incapacidad del ser humano para sentarse tranquilamente a solas en una habitación*.

Según Pascal tememos al silencio de la existencia, nos aterra el aburrimiento, y es por ello que elegimos la perpetua distracción, cubriendo nuestros conflictos emocionales con los engañosos artificios de nuestra mente.
La raíz del problema, en definitiva, es que nunca aprendemos el arte de la soledad.

Los peligros de estar conectado

Hoy, el mensaje de Pascal resuena con más fuerza que nunca.
Si hay una palabra para describir el progreso realizado en los últimos cien años es la conectividad.

Las tecnologías de la información han marcado el rumbo de nuestra cultura.
Del teléfono a la radio, la televisión e Internet, hemos encontrado maneras de estar permanentemente conectados a escala mundial.
Puedo sentarme en mi oficina de Barcelona y trasladarme prácticamente a cualquier otro lugar a través de Skype.
Puedo estar en el otro lado del mundo y aún así saber lo que está ocurriendo en mi casa mediante una simple búsqueda.

Sería una obviedad detenernos a destacar los beneficios que tiene todo esto.
Pero los inconvenientes también están saliendo a la luz.
Más allá del actual debate sobre la privacidad y la recolección de datos, hay un efecto colateral todavía más pernicioso.

Vivimos en un mundo en el que estamos conectados a todo excepto a nosotros mismos.

Si la observación de Pascal sobre nuestra incapacidad de sentarnos apaciblemente a solas en una habitación es aplicable a la condición humana en general, el asunto se complica exponencialmente debido a las múltiples opciones que tenemos a nuestro alcance hoy en día.



La lógica, por supuesto, es tentadora.
¿Por qué quedarte a solas cuando tienes todos los medios a tu alcance para evitarlo?
La respuesta es que cuanto más incómodo te sientes con la soledad, más probable es que no te conozcas a ti mismo.

Y mientras tanto, te volverás un adicto a las mismas tecnologías que supuestamente te harían libre.
Que podamos usar todo el ruido del mundo para silenciar la incomodidad de lidiar con nosotros mismos, no significa que esa incomodidad desaparezca.

Casi todos pensamos que somos conscientes de nosotros mismos.
Creemos saber cómo nos sentimos, qué queremos y qué nos preocupa.
Pero lo cierto es que muy pocos lo saben.
En nuestro mundo actual, podemos llegar a pasarnos toda la vida sin ahondar más allá de la máscara superficial que llevamos puesta.
Estamos perdiendo el contacto con quiénes somos, lo cual es muy preocupante.

El aburrimiento como forma de estimulación

En última instancia =y esto es algo que Pascal también menciona= nuestra aversión a la soledad es en realidad una aversión al aburrimiento.
Básicamente, no es que estemos enganchados a un programa de televisión porque haya algo excepcionalmente gratificante en él.

Más bien a lo que somos adictos es a un estado de no-aburrimiento.
Casi cualquier cosa que controla nuestras vidas de una manera poco saludable tiene su origen en nuestro temor al vacío.

No concebimos ser en lugar de hacer.
Y, por lo tanto, buscamos entretenimiento, deseamos compañía, y si fallan, perseguimos gratificaciones más fuertes.

Ignoramos el hecho de que huir del vacío es lo mismo que evadirnos de nosotros mismos.
Y es precisamente esta evasión la que nos hace sentir solos y ansiosos pese a estar permanentemente conectados a todas las otras cosas que nos rodean.

Afortunadamente, hay una solución.
La única manera de evitar que este miedo =como cualquier otro miedo= acabe con nosotros es afrontarlo.
Es dejar que el aburrimiento nos lleve donde quiera para que podamos lidiar con todo aquello que realmente está pasando en nuestro ser.
Solo entonces estaremos atentos a nuestro pensar y aprenderemos a encajar todas esas piezas interiores que habían quedado enmascaradas por la distracción.

La belleza de esto es que una vez cruzas esa barrera psicológica, te das cuenta de que estar a solas no es tan malo.
El aburrimiento puede resultar de lo más estimulante.
Cuando nos concedemos momentos de calma y soledad, nos relacionamos con el entorno a un nivel de intimidad impensable con los estímulos artificiales.

El mundo adquiere profundidad, los velos comienzan a caer y vemos las cosas tal como son, en todo su esplendor, con todas sus contradicciones y peculiaridades.

Aprendemos que hay otras cosas a las que podemos prestar atención más allá de todas las interferencias superficiales.
Una habitación en calma puede ofrecernos mundos a explorar tanto o más emocionantes que los que hallamos en las series o en las películas.


¿Hay vida fuera de las pantallas?

A veces, la soledad puede conducirnos por caminos poco agradables, especialmente en lo que se refiere a nuestro mundo interior =pensamientos y sentimientos, dudas y esperanzas= pero a largo plazo resulta mucho más gratificante que huir de todo sin haber descubierto quiénes somos.

Aceptar el aburrimiento nos permite sorprendernos con cosas que dábamos por sentadas, como un niño libre de condicionamientos que observa el mundo por primera vez. La mayoría de nuestros conflictos internos quedan resueltos.

La conclusión

Cuanto más progresa el mundo, más estímulos nos arroja como incentivo para que desconectemos de nosotros mismos y nos unamos a él.
Si bien la generalización de Pascal de que la falta de contacto con la soledad es la raíz de todos nuestros problemas puede sonar exagerada, no va del todo desencaminada.

Todo lo que ha contribuido a que estemos hiperconectados, al mismo tiempo nos ha aislado.
Dedicamos tanto tiempo a distraernos que perdemos el contacto con nuestro propio ser, lo cual no hace sino aumentar nuestra soledad.

La causa principal no es nuestra obsesión con cualquier entretenimiento masivo, sino el miedo al vacío:
nuestra adicción a vivir en un estado de no-aburrimiento.
Sentimos aversión hacia el hecho de ser.

Ignorando el valor de la soledad, pasamos por alto que, una vez enfrentamos el miedo al aburrimiento, éste puede proporcionarnos sus propias recompensas.
Y la única manera de hacerlo es sacar tiempo, cada día o cada semana, para sentarnos simplemente en calma con nuestros pensamientos y nuestro sentir.



La sabiduría filosófica más antigua del mundo nos ofrece un consejo:
conócete a ti mismo.
Y hay una buena razón para ello.

Si no nos conocemos a nosotros mismos, es casi imposible encontrar una manera sana de interactuar con el mundo que nos rodea.
Si no dedicamos tiempo a esta tarea, nunca tendremos una base sólida sobre la que construir nuestras vidas.

Estar a solas y conectar con nuestro interior es una habilidad que nadie nos enseña, lo cual resulta irónico porque es algo mucho más importante que la mayoría de las cosas que sí nos inculcan.
La soledad puede no ser la solución para todo, pero es sin duda un gran comienzo.

Fuerte abrazo.

Gilgamesh***

Fuentes;
-saldelamaquina

domingo, 6 de octubre de 2019

* El Licurgo; ¿educación? *

***Precioso Domingo de Octubre para todxs.

Mientras continuamos con el generador de energía sanadora para Alejandro que evoluciona favorablemente, nos damos un ratito para poner a las neuronas en modo *gimnasio*.

La Educación...vaya concepto..., solemos decir que con ella se evita la involución del ser humano, que un pueblo culto es un pueblo sabio, que la educación es la madre del progreso y demás calificaciones que especialmente, esgrime la clase política y los intelectuales.
El problema con ella es...¿qué clase de educación?, ya que, la que se corresponde con extramuros hogareños y está a cargo de un *sistema* que impone esa forma de *educar* es una cosa, y la educación intramuros es otra.

Antes, la educación era patrimonio exclusivo de las clases dominantes que en nada se parecía a la actual, tampoco los recursos destinados a tal fin eran los mismos.
Ante todo, lo primero que se nos enseña es a hablar, leer, escribir, después viene un fárrago de cuestiones que tienen que ver con la historia, la geografía, el planeta, la matemática, la geometría, lo social, la religión.

En la antiguedad muchos pensaban que la educación era el método más eficaz para erradicar del individuo *el instinto*, una especie de arma de doble filo que en ocasiones era beneficiosa, y en otras destructiva.

Hubo en la antiguedad un personaje del cual aún se duda sobre su verdadera existencia, sin embargo su existencia quedó plasmada en los relatos y escritos.
Éste personaje gozó tanto de elogios como de críticas =como todo mortal= y su concepto sobre la *educación* dejó una anécdota que en mi caso, no deja dudas sobre la imposibilidad de que la educación como adquisición de meros conocimientos, sea garantía alguna de sociedades más justas ni de individuos de excelencia.

Sirve en todo caso como recurso económico individual y de una mejor comprensión social, pero no garantiza por ejemplo que un hombre muy bien educado, y hablo de *muy bien educado*, no sea un homicida, un ladrón de guante blanco, o un corrupto de alta gama, lo cual lo equipara con cualquier analfabeto, maleducado, o vagabundo, si es que en lugar de pensar en un individuo *superador* solo nos quedamos con un cliché barato medido por un certificado que nada garantiza.

Evidentemente a esa *formación* educativa le está faltando una pata fundamental que sí, moldee a un individuo de excelencia que devenga en una sociedad mejor.

Les voy a compartir entonces la interesante anécdota de éste a quien se le conoce como el *Licurgo*, dejando a ustedes la tarea de pensar y reflexionar.



-Licurgo fue un legislador de Esparta, capital de Laconia, cuya localización histórica en la cronología de la antigua Grecia, resulta todavía bastante controvertida, llegándose incluso a dudar de su existencia histórica.
Algunos lo adscriben a un periodo cronológico que va desde el siglo XII a. C. hasta el año 600 a. C., hay otros que precisan un poco su momento histórico, localizándolo entre los siglos IX y el siglo VII a. C.

Citado por historiadores Heródoto, Jenofonte y Plutarco, Licurgo era hijo de Eunomo, rey de Esparta y hermano de Polidecto, que reinó después de su padre.
A pesar de su noble y austera conducta fue calumniado, y él se fue de Esparta.
Viajó para estudiar las leyes y costumbres de otros países.
Al regresar de sus viajes, dio Licurgo a los lacedemonios leyes justas, severas y sabias, aunque entre ellas las hubo que merecieron justa crítica, como fue la que ordenaba matar a toda criatura que naciera con alguna imperfección en su cuerpo.

Dícese que para obligar a los lacedemonios a la constante observancia de las leyes que había establecido, les hizo jurar de no variarlas y seguirlas hasta que volviese de un viaje que iba a emprender.
Conseguido esto, partió para Creta, en donde se quitó la vida, dejando encargado que se echasen sus cenizas al mar, temiendo que si su cuerpo fuese trasladado a Esparta, los lacedemonios no se creyesen ya ligados por el juramento que se habían hecho.



Se cuenta que el Legislador griego *Licurgo* fue invitado en cierta ocasión a hacer una exposición teórica sobre la educación.
El sabio aceptó la invitación, pero pide un plazo de seis meses para preparar la materia que habría de desarrollar en su disertación.
Tal requisito causó gran extrañeza entre los solicitantes, pues todos sabían de su capacidad y condiciones para hablar en cualquier momento y sobre cualquier tema o asunto, aunque fuese de manera improvisada.
Por eso mismo, lo habían invitado.

Transcurridos los seis meses, Licurgo compareció ante la asamblea.
Todo era expectación.
Los asistentes sabían que no iba a defraudarlos.
Se ubicó el sabio en la tribuna y, a una orden suya, entraron de inmediato varios criados portando cuatro jaulas, en cada una de las cuales había un animal:
dos liebres y dos perros, todos separados.

A una señal previamente establecida, uno de los criados abrió la puerta de una de las jaulas y una pequeña liebre, blanca, salió corriendo espantada.
Luego, otro criado abrió la jaula en que había un perro, que salió en desesperada carrera a la captura de la liebre.
La alcanzó con la destreza que cabe a un galgo lebrero, destrozándola rápidamente.
La escena fue dantesca.
Los corazones parecían saltar del pecho.

La violencia con que el perro había dado caza y destrozado a la libre había golpeado ciertamente la sensibilidad de todos los allí presentes.
Nadie conseguía entender lo que Licurgo pretendía con la exhibición de tal agresión.
Mientras los miembros de la asamblea se debatían en una mezcla de perplejidad y conmoción, Licurgo permanecía en silencio.
De su boca no salía palabra alguna.
Se limitaba tan solo a observar atentamente a la concurrencia.

Ante el asombro de los asistentes, vuelve a repetir la señal establecida y la otra liebre es liberada.
Tras lo cual, manda soltar el otro perro.
El público apenas contenía la respiración.
Los más sensibles llevaron las manos a los ojos para no ver la repetición de la muerte bárbara del indefenso animalito, que corría y saltaba.

En el primer instante, el perro embistió a la liebre.
Sin embargo, en vez de destrozarla, la toca con la pata y ella cayó.
Luego, la ayuda a ponerse de pie y se pone a jugar.
Para sorpresa de todos, los dos demostraron tranquila convivencia, saltando de un lado para otro.
Entonces, y solamente entonces, Licurgo habló;

*Señores, acaban de asistir a una demostración de lo que puede la educación.
Ambas liebres son hijas de la misma matriz, fueron alimentadas igualmente y recibieron los mismos cuidados.
Así, igualmente, los perros.
La diferencia entre ellos reside, simplemente, en la educación*.

Y prosiguió vivamente su discurso exponiendo las excelencias del proceso educativo;

*Si eso se ha podido hacer con animales con solo dominar su instinto, cuánto más no se podrá hacer con los hombres*.

REFLEXIÓN SOBRE EL TEXTO

Como puede intuirse, al fondo de toda esta puesta en escena del Licurgo subyace la idea de un eficaz proceso educativo.
Probablemente, este legislador lacedomonio no protagonizó la historieta que se refiere en este cuentecillo;
es posible también que ni él mismo hubiese existido como personaje histórico, pero lo que no da pie a duda alguna es su validez como apólogo que exalta los valores de la educación, entre los que se destaca aquí su efecto para una normal convivencia.

Uno de los aspectos más interesantes de la educación es su capacidad para la transmisión de valores tan importantes como el relativo al pensamiento independiente y crítico y aquél otro de formación intelectual, pero no solamente estos, también aquellos otros como la tolerancia, la solidaridad y el espíritu de colaboración;
a la convivencia, en suma.

Convivir significa compartir vivencias juntos;
convivir es, por lo tanto, encontrarse con los otros y conversar con ellos.
Si conversamos en la escuela, estamos construyendo la convivencia escolar;
si lo hacemos en la sociedad, en la ciudad, estamos construyendo la ciudadanía, la convivencia democrática.

Aprender a convivir es una finalidad básica de la educación.
Se trata de sumar esfuerzos para dar respuestas favorables, conscientes de que la educación para la convivencia democrática y la ciudadanía, para la igualdad entre hombres y mujeres, la educación intercultural, la educación para una cultura de paz, en definitiva, son desafíos que la escuela no puede obviar si quiere encontrar alternativas, positivas y constructivas, a los problemas escolares y sociales del siglo XXI.

Que yo recuerde...nunca tuve una materia llamada *Convivencia*, ni *Tolerancia*, ni *Consciencia Espiritual*, ni *Solidaridad*, ni cualquier cosa que, antes de los catetos y la hipotenusa, del Poema del Mio Cid, de las oligodendroglias, del ácido desoxirribonucleico, o de los polinomios, fuera más importante...



La religiosa tampoco parece servirnos de buen ejemplo luego de conocer las atrocidaddes relatadas en dichos libros.

Entonces ¿qué clase de *educación* nos está haciendo falta prioritariamente?..

Fuerte abrazo.

Gilgamesh***

Fuente;
-gibralfaro

domingo, 29 de septiembre de 2019

*Amor en tiempos modernos y la incertidumbre *

***Bella jornada de Domingo para todxs.

A lo largo de la historia podemos identificar que el ser humano vive en una triste búsqueda, se busca a si mismo porque no sabe ni siquiera qué es, para qué está aquí, de dónde vino y hacia donde va.

Rasga las profundidades del razonamiento buscando adónde está la lógica de haber venido a existir para ser arrebatado un día por las garras de la muerte, nadie le da explicaciones, nadie puede saciar esa angustia interminable de saber en qué se va a transformar cuando la parca se lo lleve de paseo por los obscuros y desconocidos laberintos del más allá.

Vivimos incompletos, nos falta algo, algún pedazo de nosotros ha sido arrancado adrede sin que podamos comprender para qué, ni porqué.
Las sociedades han ido cambiando, mutando, sus modas y nuevas aparentes formas de re-inventarse terminan siempre volviendo al punto de partida que las invitó a cambiar;
el vacío existencial.

El amor, palabra tan diversa como compleja invitó al ser a mantenerse bajo otra palabra compleja;
la esperanza.
Esa lógica disruptora de la ilógica soledad y el vacío llamada *amor*, nos ha llevado a inventar normas, formas, tratados y guías para establecer cómo el *amor* debe ser consumido y producido para deshacer el hechizo maldito de nuestra eterna soledad mientras la vida en el cuerpo nos dura, o éste sueño que parece real o ésta realidad que parece un sueño, nos deja de asfixiar buscando la solución que nunca parece llegar.



Sociedades que cambian decía, y las relaciones que también quieren subirse al cambio, nos están pintando en la actualidad un mapa virtual que está buscando un punto donde puedan confluir éstas nuevas *tendencias*, que no son más que la misma búsqueda de siempre.

El *amor* siempre como elemento en bruto o concentrado que buscamos mezclar con otros en nuestra alquímica búsqueda del ideal, se va poniendo en determinadas cantidades cuan cóktail en la ponchera, y se lo mezcla con el sexo, con la mezquindad, con los miedos, con lo material, intentando decía, hallar el elixir perfecto que nos permita explicar lo inexplicable de nuestro derrotero por ésta zona límbica donde nada parece ser regido por la ansiada coherencia.

Nuevas formas de amor o de algo parecido se están experimentando, y los filósofos, psicólogos, poetas, pensadores, y demás fárrago de gentes dedicadas a descifrar el fotograma que éste tiempo nos ofrece,nos dan su opinión, su parecer, lo que ellos están vislumbrando, sin pretender adivinar cómo termina la película, al menos, nos ayudan a que mientras nuestro combustible vital se va evaporando, pasemos por la vida intentando ser más que un pedazo de carne y huesos que anda, y que a veces piensa.

Georges Bataille, por ejemplo, que será citado en la nota que les dejaré para finalizar éste post reflexivo, fué un Escritor, Antropólogo y Pensador francés, que rechazaba el calificativo de Filósofo, pero que dedicó gran parte de su vida a navegar por las profundas e insondables aguas del océano de la existencia, buscando alguna razón que pudiera explicar qué somos.
Fundador de numerosas publicaciones y grupos de escritores, Bataille es autor de una obra abundante y diversa;
lecturas, poemas, ensayos sobre numerosos temas, el Misticismo, Poesía, Filosofía, las Artes, el Erotismo, etc..

Algunas de sus publicaciones fueron censuradas.
Fué relativamente ignorado en su época, y desdeñado por contemporáneos suyos como Jean-Paul Sartre por su apoyo al misticismo, pero después de su muerte =como siempre suele ocurrir= influyó a filósofos de todas las vertientes.
Su novela *La historia del ojo*, fue inicialmente leída como pura pornografía, pero la interpretación del trabajo de Bataille maduró con el tiempo hasta revelar su considerable profundidad emocional y filosófica.

Algunas de sus frases recordadas;

-La experiencia alcanza finalmente la fusión del objeto y el sujeto, siendo, en cuanto sujeto, no saber y, en cuanto objeto, lo desconocido.

-El deseo de comunicar crece a medida que son rechazadas las comunicaciones fáciles, irrisorias.

-La vida va a perderse en la muerte, los ríos en el mar y lo conocido en lo desconocido.
El Conocimiento es el acceso de lo desconocido.

-El tiempo no significa más que la huida de los objetos que parecían verdaderos.

-Debes saber en primer lugar que cada cosa que tiene un rostro manifiesto posee también uno oculto.

-Los amantes se desnudan, es el acercamiento de la podredumbre que une el yo que muero con la desnudez de la ausencia.

-No veía nada y, lejos de sentirse abrumado, hacía de su ausencia de visiones el punto culminante de su mirada.

-El espíritu se mueve en un mundo extraño en el que coexisten la angustia y el éxtasis.

-En la meditación, el sujeto, exhausto, se busca a sí mismo.

-Cada uno de nosotros es incompleto comparado con otro:
incompleto es un animal comparado con una persona, y una persona comparada con Dios, que es completo sólo en la imaginación.

El amor, decía, una substancia gruesa, espesa, bien concentrada que debe rendir cuando debemos mezclarla con otras para sacar adelante cosas como la convivencia, la compañía, el proyecto de vida, la socialización y/o la necesaria soledad, la libertad, los espacios, y una serie de límites indelimitables, tan difusos como casi imposibles cuando hemos estado siempre inducidos a que la vida sin ese *otro* u *otra* es más dura para ser vivida.

El *amor* entonces, substancia tan pura y concentrada debe ser mezclada con otras a punto tal que de su pureza poco va quedando y el resultado de la alquimia siempre termina en un mismo punto;
el de partida.

Una y otra vez allende los tiempos, las modas, las tendencias y los cambios aparentes en nuestras sociedades nos dejan agotados luego de mezclar buscando el trago perfecto, que al parecer nunca va a satisfacer nuestra excelencia en esa búsqueda de completitud que necesariamente se inicia con el amor, el vaso con las demás substancias, y la ponchera para mezclar y obtener algo que nos es esquivo, una receta que nos tiene toda la vida como alquimistas frustrados en busca del elixir oculto.

De eso y mucho más discurre la siguiente nota donde se intenta delinear por dónde está yendo nuestra sociedad y sus nuevos experimentos alquimistas en ésto que se titula por el autor de la misma, bajo una palabra que no tiene época ni tiempo y es la vieja, poderosa y siempre presente... incertidumbre...



-Los psicoanalistas solemos dar nutridas explicaciones acerca de la dificultad que tanto mujeres como varones manifiestan en el acceso al amor.
Neurosis de por medio, algo inevitable tanto en ella como en él, ahí donde amor y castración van de la mano:
el amor implica siempre un encuentro con la propia falta;
para los hombres esto representa algo crucial, ya que reconocerse en falta es feminizarse.
Es ponerse en posición femenina.

Si el varón obsesivo =lo más frecuente= tiene dificultades con el amor es porque la castración está implicada.
De ahí que pueda, ya esto solo, ser motivo suficiente para la huida.
Lacan nos marca diferencias entre las formas femenina y viril del amor, sujetas a las posiciones diferentes, derivadas del complejo de castración que señalaba antes, y por lo tanto, al deseo:
la viril será fetichista y la femenina, erotómana.

O sea que para la mujer la castración toma la forma de una angustia vinculada a la pérdida del amor, es decir, donde el amor alcanza una máxima investidura.
Hay encuentros, pero éstos no borran la diferencia entre un hombre y una mujer, distintos en la forma de sentir y de gozar.
Si bien estos conceptos, como muchos más que nos aporta el psicoanálisis, son valiosísimos para la compresión del fenómeno amoroso, me detengo ahora en la contextualización de los mismos, en cómo se manifiesta el amor en el entramado social actual.

Lacan nos recuerda que el amor es la sublimación del deseo.
Es más, afirma que el amor es un hecho cultural;
no podría haber amor en absoluto si no hubiera cultura.
=No es sólo él que realiza ese planteo, otros ya lo habían planteado desde otras vertientes del conocimiento=



Podemos entonces preguntarnos:
¿qué está pasando en los vínculos libidinales en este siglo XXI?
La decadencia del ideal y la promoción del objeto caracterizan la actualidad.
Cambia el escenario del amor, lo que hace que los estereotipos sean diferentes.
Efectivamente, lo que se entiende por masculino, femenino, matrimonio, etc., tiene otras definiciones.

El ideal de las cosas hechas para durar, de los vínculos para siempre, no funciona.
La actualidad empuja más al goce autista, la obtención directa del objeto sin velo, el abandono de la empresa al primer tropiezo.

El amor presenta en la actualidad formas inéditas, derivadas de las profundas transformaciones que el cambio de los discursos ha provocado en el lazo social.
No olvidemos que es función del amor el facilitar una conexión con el Otro.
¿Y qué decir de esa conexión en los tiempos que corren?

Si el trabajo, la subjetividad, los códigos sociales han sido colonizados por el capitalismo mundial integrado-CMI o neoliberalismo, por qué no pensar que también las formas de amar sufrieron =y están sufriendo= el mismo curso, ya que éstas se dan en contextos sociales concretos.
¿Y en qué forma las ha afectado?

Principalmente creando vínculos más aislados, más individualistas, más preocupados ambos miembros de la pareja en sus propios proyectos y éxitos personales, más interesados en un bienestar material que propone un consumo cada vez más vertiginoso, restando energía para otras actividades más creativas y aumentando un sentimiento de soledad permanente.



Se está con alguien conviviendo o no, pero la sensación es de estar solo.
Todo esto acompañado de la reconversión monetarista, la exclusión y la precarización laboral que mantiene a hombres y mujeres en un estado constante de incertidumbre. En este panorama, del amor romántico creo que queda sólo el nombre y el boom de ventas del día de los enamorados que confirma aún más la cuestión del consumo a ultranza.

Aquel amor romántico, un poco heredero del amor cortés del siglo XII, y de aquél que brilló en el siglo XVIII y parte del XIX, como baluarte de libertad, de rebeldía;
que exaltaba los sentimientos, combatía la racionalidad extrema, que valoraba la subjetividad, la naturaleza, etc., se ha banalizado tanto en el siglo XX, que su vigencia solo puede apreciarse en canciones edulcoradas, publicidades engañosas, películas melodramáticas y en múltiples fantasías alejadas de la realidad.

En la última década, algunos sociólogos renombrados como Anthony Giddens, Niklas Luhmann, Alain Touraine, Pierre Bourdieu han planteado reflexiones profundas que gradualmente han puesto el foco de atención del pensamiento especializado en la cuestión de las relaciones personales e íntimas y, más concretamente, del amor, del erotismo y de la sexualidad.
Si como plantea Luhmann entendemos el amor como un medio de expresión del sentimiento, donde ese medio puede ser entendido como discurso o código social especializado, notaremos que lo que sucede actualmente es que la semántica usada está en construcción y en permanente transformación, donde habita lo nuevo y lo viejo.

¿Y qué es uno y qué es lo otro?
Lo viejo sería todavía el uso de ese lenguaje romántico, mezclado con expresiones derivadas de las formas de unión que se vienen dando últimamente y que representarían lo nuevo, como lo son los encuentros heterosexuales libres, no conyugalizados, o los encuentros gay.

Además, tanto el amor como la amistad pueden ser considerados como formas sui generis de comunicación intersubjetiva, que solucionan la necesidad contemporánea de hallar alguien con quien compartir la soledad existencial de un yo solitario frente al mundo.
El amor y la amistad, como medio generalizado de comunicación, siguen ofreciendo, pues, a la persona de hoy en día, una manera concreta de reconquistar la continuidad del ser, de la que habla Bataille, y hallar una salida a su gélido aislamiento.

Soledad que la mayoría de los sociólogos observadores de la realidad actual señala de una u otra forma.
La gélida soledad descrita por Buber, la angustia del Dasein de Heidegger, el secuestro de la experiencia de Giddens, el narcisismo individualista de Lipovestki, el amor líquido de Bauman, el *rapport solitaire au monde* que según Augé se vive en los no-lugares, y la soledad de la diferencia de Sennett-Foucault, son todas formas de constatar la soledad existencial a la que se ve conminado el ser humano contemporáneo.



Esta, es una de las grandes paradojas de la era posmoderna:
a medida que se pronuncia hasta el extremo un rasgo =un fenómeno=, simultáneamente aparece la necesidad imperiosa de su contrario.
A esta exacerbación de la soledad que mencionaba anteriormente se contrapone un intento desesperado de búsqueda del otro:
*sed de otredad*, dirá O. Paz.

El reto que plantea la liberación sexual no es precisamente el rompimiento de normas represoras =hecho que por supuesto se viene dando=, sino el de tomar el desafío que el amor crea.

Me explico.
El ejercicio desinhibido del erotismo, tal como se da en las grandes urbes, y al que Giddens llama sexualidad plástica, crea apertura hacia el amor.
El problema del sujeto actual es poder manejar esa consecuencia =que tal vez en principio no se buscaba o se tenía conciencia que podría instalarse=.
Acá es donde Luhmann plantea que al querer los individuos circunscribir las relaciones al marco de la sexualidad, eso les crea infelicidad y angustia, ya que esa sexualidad, si se sostiene, puede crear amor, y si no se lo puede vivir =por las razones que sean= y tampoco librarse de él, la única solución posible es la huida.

Me parece que esto tiene que ver bastante con el reclamo que muchas mujeres =más que los hombres= formulan en los comienzos de esos encuentros sexuales:
falta de compromiso, desatención, alejamiento por parte de los *caballeros*.
A veces el compromiso precisamente era ése, circunscripto a lo sexual, satisfacción hedonista, pero aparece sobre la marcha esa apertura amorosa, el vínculo se complejiza y alguno de los dos, o ambos se retraen.

La noción de *amor* =más allá del apasionamiento amoroso= que ha llegado hasta nuestros días es producto de una corriente ideológica que surge después de la gran influencia de la Ilustración en la cultura occidental y de la revolución racionalista de Rousseau.
No se pueden entender la idea contemporánea de *enamoramiento* y de *entrega amorosa* sin comprender la importancia histórica de la individuación y la secularización.

Pero considerando la importancia de la libertad de elección es que se construye el discurso amoroso contemporáneo:
a comienzos del siglo XXI el ideal amoroso es el producto de sumas y restas de todo tipo teniendo como núcleo duro esa *libertad originaria* en la elección del otro.
Es cierto que la elección depende de una serie de factores que tienen un vínculo directo con la constitución narcisista de nuestra identidad:

*...la experiencia amorosa reposa sobre el narcisismo y su aura de vacío, de apariencia y de imposible, que subyacen a toda idealización igual y esencialmente inherente al amor* nos dice Kristeva, pero asimismo es patente que la opción se registra como un importante baluarte de las libertades conquistadas.

Escoger a un *otro* para depositar cariño y entrega siempre será una manera íntima y última de ejercer un derecho.
Por esto mismo la pareja en tanto díada amorosa recrea sobre sí misma un círculo perfecto:
*unidad social elemental, indisociable y dotada de una autarquía simbólica...* =Bourdieu=.
No obstante, el discurso amoroso actual está plagado de temores en torno a esa libertad de opción:
la contraparte del mito amoroso contemporáneo, es decir, el lado oscuro del camino que conduce a la felicidad es la senda de la depresión y la melancolía.

Esta contraparte y la visión melancólica del amor se acentúan después de la explosión romántica, es decir, como producto de la visión del sentimiento amoroso de los poetas románticos con Wolfgang Goethe y su Werther a la cabeza.
El sufrimiento por la pérdida o rechazo del objeto de amor es el riesgo que corre todo hombre o toda mujer que juegan a la seducción.

Desde otra perspectiva de análisis, pero tomando en consideración el juego de la seducción para interpretar las formas sentimentales a la luz de la ideología contemporánea, Slavoj Žižek escoge un ejemplo extremo para hablarnos de la forma en que los seres humanos intentan evitar todo daño a la hora de la seducción, convirtiendo al escarceo amoroso en una suerte de cumplimiento de reglas innombradas pero absolutamente rígidas =y por lo tanto también perversas=.



Las *chicas con reglamentos* =sostiene Žižek= son mujeres heterosexuales que imponen reglas precisas para dejarse seducir =por ejemplo las citas deben ser arregladas al menos con tres días de anticipación=.
Aunque las reglas corresponden a las costumbres que solían regular el comportamiento de las mujeres de antes que eran activamente perseguidas por los hombres a la manera tradicional, el fenómeno de las chicas con reglamento no presupone un regreso a los valores tradicionales:
ahora las mujeres eligen sus propias reglas libremente =una instancia de la *reflexivización* de las costumbres cotidianas de la actual sociedad=.

Todos nuestros impulsos, desde la orientación sexual hasta la identificación étnica, son percibidos como cosas que elegimos son experimentados como algo que podemos aprender y sobre lo que decidimos.

Žižek advierte que estas nuevas formas de seducción estarían directamente vinculadas con lo que Anthony Giddens y Ulricke Beck han denominado la *modernidad reflexiva* para caracterizar a nuestra época, es decir, la creencia de que elegimos todo el tiempo y por lo tanto estamos subsumidos en una sociedad de riesgo permanente puesto que nuestras elecciones pueden ser así mismo fallidas.



Para evitar el error es que surge la codificación, y a consecuencia de ella, la perversión.
¿Por qué, entonces, seducir sin dejarse seducir es una de las formas como se vive el amor en la actualidad?, ¿hay detrás de esta postura de experimentación de los afectos una *idea* =o un conjunto de ideas= que está vinculado con esta modernidad reflexiva?
¿El miedo a dejarse *tocar* profundamente por un otro al que rehuimos es realmente una manera de vivir en la actualidad la experiencia amorosa?

Al margen de que deben de existir múltiples maneras de vivir la experiencia amorosa en nuestra época, es cierto que luego de la caída de las utopías, una de las últimas que nos resta, es la utopía del amor:
esa forma de entender la relación amorosa como una unidad perfecta de opuestos complementarios que, más tarde o más temprano, nos llevará a palpar la felicidad.
Esa es la idea de amor romántico que tal vez sea la utopía que tiene que caer y que ya de alguna manera está cediendo paso a otras formas de entender el amor.

Oscar De Cristóforis
Psicólogo psicoanalista, autor de *Amores y parejas en el siglo XXI*.













Fuerte abrazo.

Gilgamesh***

Fuente;
-pagina12