viernes, 1 de mayo de 2015

* El Místico *

***Excelente primera noche de Mayo para todos.

Aprovechando la quietud informativa que nos suele convocar, les comparto algunas nociones que ayuden a profundizar en la Gnosis.

Suele sorprendernos un hombre sencillo que nunca ha leído un libro y que, sin embargo, puede resolver los problemas más difíciles de la ciencia mejor que los científicos famosos. Hay gente humilde sin titulación académica ni experiencia intelectual para quien el cielo es tan accesible que los enfermos son sanados a petición y el malo siente en su corazón la fusión de la bondad amorosa al contactarlo.
Juana de Arco nunca había leído un tratado de estrategia ni visto un campo de batalla pero derrotó en su primer intento a los más grandes estrategas de su tiempo. 

¿Cómo puede ser esto? Es muy sencillo: porque ella se entregó por completo a la Voluntad Divina y no cuestionó lo invisible como lo habría hecho un adepto del plano intelectual.
Muchos podrán notar la manera de desconcierto y de pregunta en que los críticos ven a éstas criaturas que están animadas por la luz viviente del Padre y generalmente los tildan de *místicos*. Ellos =los adeptos del plano intelectual= no pueden entender, porque tratan de medir facultades universales con las capacidades limitadas de sus cerebros. Porque no lo pueden entender, los críticos insultan al místico y lo tratan con desprecio, mientras que el místico reza por su inquisidor y continúa con su labor de amor.



El camino del desarrollo espiritual es simple y directo: *Vive siempre para los demás y nunca para tí mismo*; *Haz a los demás lo que te gustaría que te hagan*; *No hables o pienses mal de los ausentes*; *Haz lo que es difícil antes de hacer lo que te es fácil*. Éstas son algunas de las fórmulas de la forma mística que conduce a la humildad.
Hay una forma de purificación física que hoy va al corazón del adepto del plano intelectual, por ejemplo el vegetarianismo, que disminuye el atractivo por el consumo de carnes. Pero ésta purificación no significa nada si cuando se purga el cuerpo de la influencia de los animales, no nos purgamos el cuerpo astral del egoísmo y el espíritu de la influencia de la vanidad, y ésto es cien veces más perjudicial que los impulsos nacidos de comer carne. 

Cuando un hombre cree que sabe algo y se pone a la par con los dioses, trabajando para lograr su salvación personal y se encierra en una torre de marfil con el fin de purificarse, ¿para qué se le habría dado algo así?. 
Él piensa que tiene lo que necesita y se ve a sí mismo como una persona que sabe todo lo puro y perfecto que es. Pero cuando un hombre es simple y consciente de su debilidad, y sabe que su voluntad es de poca importancia si no se ajusta a las acciones del Padre Celestial puede no estar preocupado por su pureza personal ni por sus necesidades, pero sí estar comprometido con el sufrimiento de los demás, entonces los cielos le reconocen como uno de sus hijos y Cristo pide que sea llevado hacia él para abrir las puertas del Conocimiento.



Una madre que ha trabajado toda la vida para concientizar no sólo a sus hijos, sino también a los de las personas más pobres que ella, es mayor ante el Eterno que el teólogo pedante y el llamado adepto tan orgulloso de su pureza. Esta es una verdad instintiva que define a las personas sin necesidad de demostración, ya que es una verdad que se aplica a todos los niveles.
Por lo tanto, es menester hacer comprender a los demás que hay que apuntar a la sencillez en lugar de la pedantería y esa, dejarla para los hombres que se creen tan perfectos, porque caerán tan estrepitosamente como la altura de su pedantería.
El camino místico requiere la ayuda de éste modelo en todas las etapas de la evolución y de la percepción. 

En el plano físico, es bienvenida la ayuda de amigos y maestros que enseñan con el ejemplo; en el plano astral, la ayuda de los pensamientos de devoción y de la caridad que ilumina el camino y permite poner en práctica los ensayos a través de la paz del corazón; por último, en el plano espiritual, la ayuda de los espíritus guardianes fortalecidos por sentimientos de compasión hacia todos nuestros hermanos equivocados y de indulgencia hacia todas las debilidades humanas, así como el orar por todos los ciegos intencionalmente cegados y por todos quienes deciden ser nuestros enemigos. Entonces es, que la sombra terrestre desaparece lentamente, que el velo es levantado por un momento y que el sentimiento divino de saber que nuestros pensamientos y sentimientos nobles son escuchados, llenan el corazón con valentía y amor.



Después de haber llegado a ese punto, el místico no siente más la necesidad de ir hacia las llamadas sociedades adquiridas, incluso para los que se dedican al ocultismo, ni de libros para las masas, innecesarios para explicar cosas tan simples. Él no se fía de las sociedades y los libros y se retira cada vez más en comunión con el Espíritu. Él actúa y no lee más, él ora, perdona y tiene el tiempo ya no para juzgar y criticar, sino para ponerse al servicio de la causa noble.
El intelectual, observando a un hombre así, se pregunta en primer lugar a través de qué libros el místico ha alcanzado esa etapa, también a qué tradición pertenece y, por último, al no poder soportarlo, en qué categoría debería colocarlo con el fin de mejorar su juzgamiento...

Él busca la palabra *magia* como algo deshonroso , el místico la utiliza para curar a voluntad, por la forma del análisis y el conocimiento le permitirá influir en la mente de los demás para ayudarlos, incluso a una distancia remota, y nunca para el egoísta objetivo que está detrás de todo. 
Y como el intelectual no encuentra en los libros una respuesta a estas preguntas, lo que necesita es una explicación para recuperar su tranquilidad, se dice a sí mismo gravemente o en el círculo de sus admiradores; *Posesión* o *herejía*, así el intelectual se convierte en un poco más vano y el místico, un poco más humilde.



Y mientras que estudiar, leer, parece ser necesario para progresar en el plano intelectual, no se necesita nada de eso para progresar en el camino místico. La razón es que la puerta no se abre por el solicitante sino por sus guías invisibles y por el estrés de su ser espiritual.
Por lo tanto, no hay nada más fácil y nada más duro que seguir este camino. 
Está abierto a todos los hombres de buena voluntad y ningún otro hombre fuera de la humildad es digno de él. La puerta de entrada es tan baja que sólo los niños pequeños pueden entrar. 

Como los que vienen a la puerta son a menudo los hombres altos y orgullosos, piensan que esa puerta está por debajo de su dignidad como para tener que agacharse o convertirse en pequeños, por eso la entrada se mantiene durante mucho tiempo invisible para ellos.
Muchos traen la Gnosis en ellos sin saber qué es, cuando lo saben descubren un maravilloso tesoro que estaba oculto, tesoro que se multiplica en los demás cuando se sabe compartir, no se regala ni se dona, se muestra, se enseña a conocer y así se comparte en un efecto multiplicador que transforma al ser, al entorno, y a la búsqueda de un mundo menos cruel.



El místico no nos pide nada, no nos cobra nada, no se hace besar el anillo ni la túnica, está cuando lo necesitamos aunque no lo llamemos, sabe respetar nuestros silencios y no quiere apegarse a nosotros porque ni él debe depender de nosotros ni nosotros de él, no convoca, está. No invade, fluye y de su fluir se sirven quienes pueden tomar de él sin pedir permiso. Seremos místicos todos en la medida que comprendamos el acto de dar, de ser solidarios sin que haya hacer un esfuerzo, nace naturalmente como el deseo de Sofía, de reparar y repararse de su propio error, o de su vocación de transformarse en Tierra para brindarnos su riqueza.

Y su consorte, el mismo que nos enseñara a ser místicos como lo hizo con sus apóstoles, *doy, enseño y me voy*, y se fué lo físico para quedarse en lo espiritual, garantía de estar presente por siempre con nosotros.
El místico, algo muy distinto de lo que generalmente se piensa.



Gilgamesh***

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