***Hermosa noche de Sábado para todos.
Sin novedad con el Sol y el clima espacial.
Felicitaciones a los vecinos hermanos chilenos por el logro de la Copa América.
Noche ideal para compartir la octava parte de éste superinteresante trabajo del gran Manuel Sancho Pomés.
Y en ésta entrega es importante el tratamiento del tema desde la visión de las grandes religiones.
Son numerosas las historias medievales sobre el Gan Eden, que llegan a describir hasta siete tipos distintos de paraísos guardados por miríadas de ángeles, algunos bellísimos, que rodean a todos los seres prendidos por el amor y la verdad de Dios. El rabino Joshua ben Levi lo describe así: *El Gan Eden posee dos puertas para entrar que son resguardadas por sesenta miríadas de ángeles. Cada uno de estos ángeles brilla como el cielo. Cuando una persona pura de espíritu se acerca, los ángeles le quitan la ropa con la que ha sido amortajado y le cubren con nubes de gloria… En cada esquina hay sesenta miríadas de ángeles cantando con sus dulces voces, mientras el árbol de la vida y sus ramas en flor crece en medio del paraíso dando sombra a todos.
Tiene más de cincuenta mil sabores, cada uno de ellos único*. Esta estancia en el paraíso no constituye todavía el final de la purificación. Más allá del Edén existe el cuarto y último nivel, el mundo espiritual de Tzror ha-hayyim, también llamado *almacén de almas*. Es el estado más elevado y más cercano a la perfección. Es lo que los ortodoxos denominan ver a Dios. Este cuarto y aparentemente último paso de purificación dentro de los procesos de la muerte puede dar lugar, en ciertos casos, a la reencarnación, también llamada gilgul. Aquellos que pueden reencarnarse son seleccionados de entre las almas de este cuarto nivel.
Estos cuatro niveles de perfeccionamiento después de la muerte se corresponden a los cuatro tipos de ECM descritos por Atwater en 1994, y a las tres etapas enumeradas por Stanislav Grof, en 1993. Atwater las denomina iniciales, infernales, paradisíacas y, por último, trascendentales. Mientras que Grof las clasifica en felicidad fetal prenatal, agonías del parto y liberación trascendental después del tormento posparto. Es llamativo que en las escrituras hindúes también existen cuatro niveles, si bien tan solo tres cuerpos para el alma.Simcha Paull Raphael describe tres niveles básicos para el alma y la tradición mística judía que se corresponden con los tres cuerpos hindúes:
Nefesh o vegetativo, que sufre la tumba; Ruah o emocional, que entra en la Gehenna y el Bajo Gan Eden; Y Neshamah o alta consciencia, que entra directamente en el Alto Gan Eden. La esencia espiritual o Hayyah vuelve a su fuente, mientras que un quinto nivel intermedio, el Yehidah, entra en el útero donde, presumiblemente, pasa por los cuatro estados de parto que describe Grof. En el Libro del esplendor =Zohar= el misterio de la muerte desempeña un papel importante. El Zohar es, junto al Séfer Ietzirá, el libro central de la corriente cabalística o kabalística, supuestamente escrito por Shimon bar Yojai en el siglo II, pero cuya autoría se debe probablemente a Moisés de León, rabino y filósofo sefardí castellano.
De hecho, en el texto se describen varias tradiciones en relación al destino de la persona y de su propia alma. A este respecto, el Dr. Liat Abramovitch relata el caso de un judío ortodoxo que sufrió una ECM y cuya experiencia no se correspondía exactamente con el estricto aprendizaje de las escrituras sagradas que había realizado desde su más tierna infancia, por lo que tuvo que ser asesorado por rabinos y psiquiatras para comprender lo sucedido, integrarlo en su estructura cultural-religiosa y evitar la sensación de angustia que sentía. En este sentido, podríamos decir que las tradiciones religiosas pueden servir incluso de guía, ya que cuando la experiencia personal se desvía significativamente de sus normas culturales o religiosas parece que el individuo posee un mapa de un país en el que no se encuentra.
Uno puede persistir en utilizar el mapa incorrecto a pesar de que el terreno no se corresponda o, por el contrario, lo sano es arrojar el mapa, cambiarlo y comenzar a explorar el terreno por uno mismo. No es menos cierto que entre estos dos postulados puede existir un momento de pánico, cuando nos damos cuenta de que nuestras tradiciones religiosas ya aprendidas no se corresponden con la experiencia de la ECM.
El cristianismo afirma que hay dos realidades, cuerpo y alma, hasta el punto de que, después de la muerte del cuerpo, el alma del individuo será recompensada o castigada según haya vivido durante su vida terrenal. El cielo es entendido por los cristianos como un lugar lleno de luz, alegría y ángeles que esperan al alma bondadosa. Mientras que el infierno es representado como un lugar lleno de fuego, humo y sufrimiento. Asimismo, existe un sitio intermedio llamado purgatorio. Los cristianos, al igual que otras religiones, creen en la resurrección y en el juicio al final de los tiempos.
Según Bruce Greyson, doctor en Medicina =MD= y profesor de Psiquiatría de la Universidad de Virginia, los valores cristianos y los de las personas que han sufrido una ECM son muy semejantes. De hecho, observamos que muchos cristianos que han padecido una ECM sufren verdaderas transformaciones en su carácter que les acercan a los ideales de Cristo: compasión por los enfermos, los pobres y los oprimidos. Greyson, en un artículo del año 2000, comenta este extremo y explica cómo algunas personas cambian incluso de profesión para ayudar a los demás. Greyson y Ian Stevenson, médico canadiense, observaron que un 58 % de las personas que han sufrido una ECM comentan que durante su experiencia se sintieron como si estuviesen en un nuevo cuerpo.
Algunas de estas personas describieron este cuerpo como su hábitat espiritual, un concepto que se asemeja al siguiente pasaje de San Pablo en la primera carta a los Corintios: *Y hay cuerpos celestiales y cuerpos terrenales; pero una es la gloria de los celestiales y otra la de los terrenales…. Si siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual. Hay cuerpo animal y hay cuerpo espiritual … Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción*. Uno de los investigadores en estos temas, como es Lori Bechtel, encontró que un 98 % de los sacerdotes estaban familiarizados con experiencias de ECM de sus feligreses, y la mitad de ellos había proporcionado largas charlas de asesoramiento a los que habían sufrido una ECM.
Al igual que ocurre con otras interpretaciones religiosas de las ECM, los resultados dependerán de qué religión estemos estudiando. Por ejemplo, Kenneth Ring explica cómo muchas personas de religión cristiana tenían encuentros con la Virgen María, Jesucristo o diversas figuras angelicales. Sin embargo, está claro que las personas que pasan por una ECM interpretan a su vuelta a los personajes que han visto. Por ejemplo, un cristiano interpretará que un figura rodeada de luz es Jesucristo, un budista lo reinterpretará como Buda, o un mahometano como Alá.
El Dr. Raymond Moody afirma que la existencia, para los cristianos, del proceso de experiencia extracorpórea, el reconocimiento de entes espirituales o la visión de un túnel lleno de luz, así como la presencia de amor incondicional y el acontecimiento de un juicio sobre los actos cometidos en vida, son compatibles con los valores de su religión. En Hebreos 9, leemos: *Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto, el juicio*. Las Sagradas Escrituras relatan visiones de luces, revisiones de vida, presencia de amor divino incondicional así como imágenes del paraíso y del infierno.
Contrariamente a lo esperado, la creencia en la reencarnación no se vio incrementada después de sufrir una ECM. En las antípodas del cristiano, tenemos que el ateo niega la existencia de Dios y el agnóstico considera inaccesible para el ser humano todo conocimiento de lo divino y de lo que trasciende o va más allá de lo experimentado o experimentable. En otras palabras el ateo no cree en ningún Dios descrito por ninguna religión, pero los agnósticos no niegan la existencia de un dios. Sólo dice que dicha existencia no es demostrable o que no se ajusta a los supuestos establecidos en las diversas religiones oficiales.
Aunque regularmente incluyen a los agnósticos en la misma categoría que los ateos, los agnósticos rechazan reconocerse como ateos, ya que no pueden rechazar algo por no tener pruebas de su existencia. Simplemente no es comprensible para los humanos. El agnosticismo se fundamenta en el empirismo, es decir, en la idea de que todo conocimiento tiene su base y su origen en la experiencia de los sentidos. Por supuesto, probar la existencia de Dios es tan imposible como probar su inexistencia. Con lo que queda en pie que la creencia en Dios es una cuestión de fe, y la actitud contraria, la afirmación de que Dios no existe, es una decisión personal.
En conclusión, el ateo no cree en Dios, mientras que el agnóstico no puede demostrar que Dios existe, pero tampoco puede demostrar lo contrario, por tanto no niega que Dios pudiese existir. Sin embargo, tanto agnósticos como ateos han vivido ECM similares a las de otras personas con creencias espirituales previas, tal como indican numerosos autores, entre ellos Moody, Rawlings y Ring. Lo llamativo del caso es que tanto los agnósticos como los ateos no creían en la vida después de la muerte antes de su experiencia, pero, como resultado de esta, muchos agnósticos suelen desarrollar una vida espiritual y mayores creencias sobre la vida después de la muerte.
Rawlings relata en sus estudios que nunca llegó a conocer a ningún ateo ni agnóstico que hubiese vivido una ECM y que siguiera pensando que no existe algún dios, que no hay vida después de la muerte o que no hay nada más que exclusivamente un mundo material.
El término *islam* quiere decir *sumisión*, es decir, la sumisión a la voluntad de Dios. Es una religión monoteísta que posee raíces tanto en el judaísmo como en el cristianismo. Su libro sagrado es el Corán, que recoge la revelación de la palabra divina al profeta Muhammad =Mahoma=, nacido en el año 570 d. C. en La Meca.
La muerte es considerada en el islam como el cese de la vida biológica y el descanso en la tumba hasta el día del juicio final. Desde el momento de la muerte hasta dicho día del juicio, los musulmanes creen que el espíritu se encuentra en un estado durmiente, con ciertas excepciones y visiones de eternidad. Los musulmanes creen en la inmortalidad del alma humana y el propio Corán enseña que en el momento de la muerte el alma se separa del cuerpo gracias al ángel de la muerte. Las nociones de resurrección, paraíso e infierno han existido en el islam desde los tiempos del profeta Mahoma.
Gilgamesh***
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sábado, 4 de julio de 2015
* ¿Qué hay después de la muerte?-Parte 8 *
Publicado por
Gilgamesh
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21:01
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