viernes, 16 de septiembre de 2016

* Buenos consejos mexicanos para Argentina *

***Al fin Viernes para todos.

Guerra contra las drogas..., slogan tan remanido como atroz y falso, que fué y es aplicado sin ningún resultado.
Sin embargo Argentina y sus relaciones *carnales* con el país del Norte esconde el mismo patrón o molde aplicado en países donde éstas estrategias no han sido más que caos y muerte, basta con abrir sitios de Colombia o México y saber con qué tipo de crónicas se llenan los periódicos...

Dos informes, primero el que analiza lo que el Presidente *McCree* quiere implementar, el segundo; un magistral resúmen con consejo incluído del desastre en la experiencia mexicana, que ha vuelto a México al igual que a Colombia, dos países regados de sangre propia en pos de un macabro plan que viene como siempre...desde el Norte..

Informe Nº 1



El presidente presentó el acuerdo *Argentina sin Narcotráfico* y, además de seguir sumando eslóganes, profundiza las estrategias militaristas que sólo provocaron violencia, aumento de la producción, el consumo y el crimen organizado en países como Colombia y México. Escribe Cecilia González, la única periodista que le preguntó sobre el tema.

Publicado en Cosecha Roja

En pos de metas imposibles, el presidente Mauricio Macri presentó el acuerdo *Argentina sin Narcotráfico*, que se suma a los eslóganes, también utópicos e irrealizables, de *Narcotráfico cero* y *Derrotar al narcotráfico*.
Nunca antes ningún país del mundo logró estos objetivos. Muchos ya ni siquiera se los plantean. Por el contrario, la llamada guerra contra el narcotráfico que privilegió estrategias policiales y militaristas y que persiguió la oferta sin prevenir la demanda, sólo provocó violencia, aumento de la producción y consumo de drogas y fortaleció al crimen organizado.

Hace poco, Macri me aclaró en una entrevista que *derrotar al narcotráfico* era apenas una aspiración porque *ya en lograr que se reduzca el tráfico de drogas en nuestro país, que se reduzca el nivel de impunidad que los narcotraficantes han tenido durante la última década es una derrota para ellos y una victoria para nosotros*.
Más allá de las buenas intenciones, el problema central de *Argentina sin Narcotráfico* es que carece de un diagnóstico claro, confiable y certero. Se basa en la idea generalista del *avance narco* sin explicar, sin demostrar con datos a qué se refiere, cuál es la verdadera escala del problema.

El presidente felicitó a Patricia Bullrich =la ministra de Seguridad que llegó a escribir en las redes sociales *Todo tiene que ser considerando droga más allá de que sus ingredientes no sean drogas*= y aseguró: *la droga aumenta la violencia, va captando a nuestros chicos que terminan asesinando sin darse cuenta de lo que están haciendo*. El discurso oficial refuerza así estereotipos que no se condicen con la realidad, ya que la droga criminógena más importante es el alcohol. Y es legal. Los consumidores de drogas ilegales no salen a delinquir en masa.

Después de criticar, con razón, a los pasados gobiernos que ignoraron el narcotráfico, Macri convocó a *ganar esta guerra* y retomó el peligroso discurso bélico que en México, por ejemplo, derivó en cientos de miles de muertos, desaparecidos y desplazados.
Pero vayamos al documento.

El acuerdo *Argentina sin Narcotráfico*, avalado por el presidente de la Corte Suprema, diputados, senadores y gobernadores, consta de once páginas, está dividido en seis capítulos y comienza con el compromiso de *no sólo a dar la pelea sino también a ganarla*.
En el primer apartado, se propone la erradicación del *paco* con políticas punitivas como el aumento de penas para quienes lo elaboren, distribuyan y vendan, y el despliegue de *Barrios seguros*, un programa que permitirá a las fuerzas policiales ingresar a los barrios con mayor índice de violencia *para impedir el dominio territorial de las bandas de narcotraficantes*. Pretexto ideal para estigmatizar y violar Derechos Humanos, como ya ocurre de manera cotidiana en las villas.

El resto del primer capítulo refuerza las estrategias meramente policiales, con la creación de grupos especiales en las Fuerzas de Seguridad y su preparación *según los más altos estándares internacionales para la lucha contra el narcotráfico*. Como novedad incorpora la confiscación de bienes provenientes del narcotráfico y la creación de un Consejo Federal de Precursores Químicos.

Algunos aspectos favorables del acuerdo se incorporan en el tercer capítulo, dedicado por completo a la Prevención y el Abordaje Integral de las Adicciones, con la realización de campañas hasta hoy inexistentes que eviten *la multiplicación de los estereotipos que profundizan la estigmatización* de los consumidores, y con una atención especial a los adictos en condiciones de vulnerabilidad social. Este sería un verdadero y necesario cambio cultural: los usuarios deben dejar de ser considerados como delincuentes.

Pese a que en el acuerdo hay un compromiso de tomar decisiones con base *en la evidencia científica*, después titubea y vuelve a rozar los prejuicios moralistas al anticipar campañas *para evitar que el consumo sea percibido como una conducta natural*.
Lo realmente positivo del documento es que plantea el desarrollo de *políticas de reducción de la demanda con estricto respeto a los Derechos Humanos haciendo enfoque en el sujeto como el eje rector* y se compromete a no criminalizar el consumo ni las adicciones. Para ello serán fundamentales cambios legislativos.

En resumen, *Argentina sin Narcotráfico* parte de metas imposibles, fortalece la estrategia policial y suma campañas de prevención y enfoques de Derechos Humanos, pero nada dice de la necesidad de regular el mercado de drogas ilegales, como la legalización de la marihuana medicinal que analiza el Congreso, o de incorporar programas de reducción de daños, lo que confirma el retraso del país en el escenario de nuevas políticas de drogas que ya avanzan en América y Europa.


Informe Nº 2



La periodista mexicana, Daniela Rea, advierte a los argentinos sobre el fracasado plan de *Guerra contra las drogas* aplicado en su país.
Las consecuencias: territorios militarizados, 150 mil asesinados, más de 30 mil desaparecidos y 250 mil desplazados.
A esto se suma la pérdida de derechos en favor de una mayor seguridad que nunca llega.

Por Daniela Rea

Cadena de mando-2

En la última década México ha vivido envuelto en una violencia de estado llamada *la guerra contra las drogas*. La declaró en diciembre del 2006 el entonces presidente Felipe Calderón, recién estrenado en su cargo. La ha mantenido Enrique Peña Nieto, quien lleva cuatro años en la Presidencia.
Uno de los pilares de la estrategia de la guerra es la militarización del territorio: en promedio 44 mil soldados salieron de sus cuarteles a las calles a patrullar y realizar tareas de seguridad a lo largo del país. Miles de mexicanos adiestrados en la lógica castrense enfrentan escenarios para los que no estaban preparados: fraccionamientos, barrios populares, avenidas urbanas transitadas: la vida cotidiana de pueblos y ciudades.

Se nos dijo que la guerra era necesaria, que teníamos un enemigo interno capaz de envenenar a nuestros niños, carcomer nuestra sociedad y destruir nuestro país.
Se nos dijo que era necesaria la mano dura, que quizá habría *daños colaterales*, pero que era necesario para acabar con él. Se nos dijeron tantas cosas y nosotros, como sociedad mexicana, aceptamos y cedimos cada vez más derechos en espera de esa promesa de seguridad. Cedimos la presunción de inocencia, los paisajes donde acudíamos a pasear, los caminos, las carreteras, las escuelas, cedimos las noches, las madrugadas, las plazas. Cedimos incluso la intimidad de nuestras casas, nuestros sueños, y ahora casi toda nuestra vida está cruzada por el horror que ha dejado esa guerra.

Dijeron que la guerra era necesaria porque teníamos un enemigo interno que iba a destruir el país y cedimos cada vez más derechos.
La militarización del país ha tenido muchísimas consecuencias. De alguna forma, ustedes en Argentina son testigos del horror que deja la presencia militar en las calles, lo vivieron durante la dictadura. En México a una década, el saldo se cuenta en 150 mil personas asesinadas, más de 30 mil personas desaparecidas contra su voluntad, 250 mil personas desplazadas de su territorio. México se ha convertido en un país que ya no sabemos si calificar como *herido* o *sangrante* o incluso decir que es una gran fosa.
País de muertos.
País de desaparecidos.
País de fosas.



Ahora que veo que el presidente Macri quiere llevar a Argentina a una guerra contra el narco pienso en todo lo que los argentinos nos han enseñado a los mexicanos en la lucha por la verdad y la justicia, siendo el ejemplo más reciente la sentencia de La Perla, donde se condenó a prisión a 28 represores militares. Pienso en ese ejemplo de tenacidad, de dignidad que se mantiene vivo después de 40 años. Ojalá lo que hemos vivido en México esta década de guerra contra las drogas sea una lección para ustedes.
Si hay algo que podemos enseñarles, que podemos decirles es no permitan lo que nosotros.
No cedan su país por una promesa de seguridad.

Cadena de mando

En la Red de Periodistas de a Pie intentamos lo que muchísimos compañeros periodistas han tratado estos años: mostrar las consecuencias de esa guerra, encontrarle una lógica a esa violencia, una explicación, tratar de mostrar cómo funciona esa máquina de muerte.
Y lo hicimos con este trabajo que se llama Cadena de Mando y se puede ver en www.cadenademando.org .

Para los autores de este trabajo, es indispensable hacernos estas preguntas y acercarnos a quien puede responderlas, los soldados mismos.
Por ello, entrevistamos a seis militares, cinco de ellos en proceso penal por homicidio.
A través de sus testimonios intentamos encontrar respuestas que nos permitan entender la complejidad de esta guerra.

En la Red de Periodistas de a Pie recopilamos el trabajo periodístico de años para mostrar las consecuencias de esta guerra y nos preguntamos sobre el rol de los soldados.
En la documentación de los crímenes hay una historia que los mexicanos ignoramos: la de los soldados, el eslabón más frágil de las fuerzas armadas, los hombres =y a veces mujeres= que reciben y cumplen órdenes. ¿Quiénes son ellos? ¿Cuáles son sus historias? ¿Por qué se enrolaron como soldados? ¿Cómo y para qué han sido capacitados?

Los que han matado, ¿tenían otra opción? ¿Cuál ha sido su margen de decisión y, por lo tanto, de responsabilidad? ¿Hay órdenes precisas para salir a la calle y matar?
¿Son los soldados parte de una maquinaria de muerte? ¿Hasta qué punto un soldado que mata es responsable del crimen?
¿Hasta qué punto esa responsabilidad asciende a sus superiores? Y si no hubieran recibido la orden, ¿habrían matado? ¿Es la obediencia razón suficiente para justificar la comisión de un crimen?

Este trabajo trata de buscarle el rostro a estos números, la piel, los músculos. Partir de ese rostro de los soldados, como la extremidad última del poder, es necesario para indagar y reconstruir las dimensiones de un sistema creado para ejercer violencia contra las personas.
Partir de ellos, para entender esa maquinaria donde la muerte no es azarosa.

Se trata de una investigación en proceso que esperamos crezca conforme obtengamos más testimonios, logremos la desclasificación de información o se ventilen los procesos judiciales. Estamos convencidos que debemos empujar lo necesario para entender qué hay detrás de esta guerra, detrás de una persona que mata.
Esperamos que las reflexiones a partir del testimonio de los soldados nos permita acercarnos a una pregunta que nos inquieta por el momento que vive México:
¿La experiencia de los soldados mostraría que cualquiera, inserto en este sistema militar y policial, puede ejercer violencia?.

Gilgamesh***

Fuentes;
-nuestrasvoces1
-nuestrasvoces2
-cadenademando

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