viernes, 29 de marzo de 2019

* Sexualidad; dimes y diretes religiosos *

***Muy feliz arribo a este último alfinViernes de Marzo, para todxs.

Vengo bastante complicated con mis tiempos, afortunadamente no por cosas malas sino por cosas buenas que requieren de mi máxima dedicación.
No por ello me abstraigo de lo que nos pasa a nivel social local como a nivel de tribu global que somos.
Hay tantísimo para charlar....je...que cuando no hay tiempo siempre habrá mucho que se quede en la tinta virtual dentro del tintero también virtual.

Medio a las apuradas pero con la idea de proponer *reflexionar*, les voy a dejar con un temita que...divide aguas, si de aguas entendemos *creencias*, incluso ideologías, esas que algunos ni siquiera saben o se dan cuenta que también las tienen...jeje...aunque vivan diciendo que la culpable de todo es...*la ideología*.

La religión y su intromisión no sólo en los Estados, si no también en los cuerpos de las personas como penalización moral cuando de *sexo* hablamos.
En los Estados;



-La próxima semana entrará en vigencia en el estado asiático de Brunei un nuevo código penal que establece la pena de muerte por lapidación a quienes tengan relaciones sexuales con personas del mismo sexo y a los acusados de adulterio.
El texto que implementará el pequeño sultanato de 400 mil habitantes lleva al extremo la sharía, la ley religiosa islámica.

Organizaciones de derechos humanos repudiaron la nueva ley por *inhumana y cruel* y hasta el actor de Hollywood George Clooney llamó a boicotear la cadena de hoteles de lujo que tiene el propio sultán de Brunei en distintas ciudades del mundo.

Según un escueto comunicado de las autoridades religiosas bruneanas, el próximo miércoles 3 de abril entrará en vigencia en el sultanato el nuevó Código Penal que convierte a la homosexualidad y al adulterio en delitos castigados con la pena de muerte por lapidación.
Si bien las relaciones homosexuales en dicho país ya estaban prohibidas hace diez años la nueva ley aplicará ahora la pena más severa.

El nuevo código endurece también las penas para los delitos comunes.
La nueva sanción por robo será la amputación de la mano derecha en caso de una primera infracción y el pie izquierdo si se trata de una reincidencia.

Organizaciones de derechos humanos pusieron el grito en el cielo al conocerse el nuevo proyecto que perseguirá a los gays hasta la muerte.
*Brunéi debe detener de inmediato sus planes para aplicar estos castigos despiadados y revisar su código penal de conformidad con las obligaciones de derechos humanos. La comunidad internacional tiene que condenar con urgencia esta medida de Brunéi dirigida a poner en práctica estas crueles penas*, pidió Rachel Chhoa-Howard, representante de Amnistía Internacional en el país árabe.

Desde la organización castigaron que se considere como un delito la homosexualidad y el adulterio algo que, además de estar claro que ni siquiera deberían ser calificados como crímenes, *restringe flagrantemente los derechos a la libertad de expresión, religión y creencia*.

La única aclaración del ministerio de Asuntos Religiosos del país fue que la pena de muerte por lapidación para gays y adúlteros se aplicará sólo a personas de fe islámica y que por lo tanto la ejecución deberá ser observada por un *grupo de musulmanes*.
*Legalizar semejantes penas crueles e inhumanas es algo atroz*, dijo por último Chhoa-Howard.

Al tratarse de un sultanato, el país es gobernado por la dinastía de Brunéi.
El sultán Hassanal Bolkiah fue considerado uno de los hombres más ricos del mundo según la revista Forbes.
Su fortuna personal alcanza los 20 mil millones de dólares, incluidos un palacio con más de 1.500 habitaciones y una colección de 5.000 autos de lujo.

Más allá de las excentricidades, el sultán es considerado uno de los dictadores más duros de Asia.
De hecho, Brunéi práctica el islam de forma más estricta que algunos de sus países vecinos.
En 2015, Hassanal Bolkiah prohibió parcialmente los festejos de navidad por considerar que sus símbolos podían *desviar* a los musulmanes.

Al repudio internacional se sumó el actor estadounidense George Clooney, que llamó a boicotear la cadena de hoteles propiedad del sultán de Brunéi.
En total son nueve hoteles de lujo, los Dorchester Collection, ubicados en Londres, Ascot, Paris, Roma, Milán y Los Ángeles.

*Seamos claros, cada vez que nos alojamos o reunimos o comemos en cualquiera de esos nueve hoteles, estamos dando dinero directamente a hombres que eligen lapidar o pegar latigazos hasta la muerte de sus propios ciudadanos por ser gays o estar acusados de adulterio*, castigó el actor.

Clooney reconoció que aunque el boicot *tendrá poco efecto en cambiar las leyes* al menos no acrecentará la fortuna del sultán brunés.

*¿Vamos a ayudar a pagar esas violaciones de los derechos humanos?
¿Realmente vamos a ayudar a financiar el asesinato de ciudadanos inocentes?
He aprendido con los años que no puedes avergonzar a los regímenes asesinos, pero se puede avergonzar a los bancos, a los financiadores y las instituciones que hacen negocios con ellos y eligen mirar para otro lado*, sostuvo el actor.

Mateo 19:24

-Y Jesús dijo a sus discípulos:
*En verdad os digo que es difícil que un rico entre en el reino de los cielos.
Y otra vez os digo que es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el reino de Dios*.

¿Y qué hay con los *Cristianos*?

Una muy interesante entrevista para conocer las diversas posturas dentro del crisitnaismo que conocemos como *evangélico*;



-La posición frente al matrimonio igualitario de lo que se podría llamar universo cristiano =incluye a católicos, ortodoxos, protestantes y ramificaciones de esos tres bloques= no fue homogénea:
hubo desde el rechazo feroz hasta su reconocimiento como derecho.

La Asociación Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina nuclea a las más reaccionarias, se ubicó en ese entonces por supuesto entre las voces contra la ampliación de derechos y en el último tiempo obtuvo visibilidad por su despliegue en las calles contra la legalización del aborto.
Pero el mundo evangélico no se agota ahí, también hay sectores a favor de los derechos sexuales y con una trayectoria de defensa de los DD.HH.

Dónde están, quiénes son hoy, esos otros sectores progresistas es una de las preguntas que responde el investigador y activista lgbti Flavio Rapisardi:

*La iglesia metodista, a la que pertenezco, se ubica dentro del campo de las iglesias protestantes.
Y las protestantes a su vez son parte de las iglesias evangélicas =se guían por el Evangelio más que por los Apóstoles=.

Quienes establecen estas diferencias son Lutero y Calvino, y en particular, en el caso del metodismo, John Wesley.
La iglesia metodista es una escisión del anglicanismo y un rito católico con algunas diferencias como:
un gobierno horizontal, un Obispo que se elige, el sacerdocio de mujeres permitido desde hace mucho.
Tampoco existe un clero =que agrupa, para los católicos, a los herederos de la palabra de Dios, empezando por el Papa=*.

Algo bastante alejado de lo que surge en el imaginario cuando se menciona a las iglesias evangélicas...

F. R.: Tanto protestantes como pentecostales nos llamamos *evangélicos*.
Los pentecostales son aquellos que todos ubicamos porque los vemos en la plaza, gritan, se autodenominan pastores por mera iluminación.
Quienes estamos en el protestantismo clásico, es decir, luteranos, metodistas, valdenses =una pequeña iglesia muy progresistas de origen italiano= y discípulos de Cristo, no estamos de acuerdo con esas prácticas, como hacer exorcismos y todo aquello que hace al espíritu pentecostés.

Los pentecostales tienden a ser más conservadores.
Se autoproclaman pastores entonces tienen menos formación y tienden a hacer una lectura literal de la Biblia.
Las traducciones populares que usan tanto evangélicos pentecostales como católicos son complicadas.

¿Por qué?

F. R.: 
 Aparece de pronto la palabra *homosexual*.
Habría que leerla como *sodomía*, ya que hablamos de tiempos en los que no existía la palabra homosexual.
Todo se complica más todavía en los 70 cuando surge un neopentecostalismo, una renovación carismática de lo que ya era carismático.
Ahí aparecen esas pequeñas iglesias en su mayoría muy conservadoras que dicen barbaridades, con mucho showbusiness, por todo el país.
Las iglesias evangélicas protestantes son las progresistas, las que estuvieron contra la dictadura, las que crearon el Movimiento Ecuménico por los DD.HH.

¿Cómo llegan al metodismo?

Noemí Farre: 
Me acerco a la Iglesia Metodista en Córdoba por una tremenda necesidad de conciliar mi sexualidad con la fe.
Nací en un hogar protestante con una visión muy tradicionalista.
Me quedaban dos alternativas;
reprimía mi orientación sexual y moría o comenzaba una búsqueda intensa y a veces desesperada de no negar ninguno de estos dos aspectos:
ser lesbiana y tener fe en Dios, en el Cristo de los oprimidos.

Deambulé 19 años buscando una iglesia cristiana de la que pudiera ser parte.
Mientras tanto, estudié Psicología y Biblia.
Escuché sobre la Iglesia Metodista y fui a hablar con el pastor Raúl Sosa.
Me dijo:

*Sos amada por Dios tal como sos*.
Orienté mi trabajo hacia poblaciones vulneradas, tomé participación activa en la iglesia y me capacité en el Ministerio Pastoral.
Hoy trabajo con una comunidad diversa en diferentes aspectos, no solo en lo referido a género.
De verdad creemos que en el fluir de lo diverso se extiende el reino de Dios.

F.R.: 
 Después de un viaje donde me resurgieron preguntas sobre lo religioso, vuelvo a Buenos Aires y entro en contacto con el padre Carlos Arasini de la Iglesia de la Santa Cruz.
Él me hace leer a la teóloga Dolores Aleixandre, española, cercana a la teología de la liberación.
Decía que cuando Jesús se dio cuenta de que encarnaba la palabra de Dios sintió terror.

Encuentro allí una visión muy lejana a la que suele promocionarse:
todopoderoso, castigador.
Terminé formando una comunidad eclesial de base en la Iglesia de la Santa Cruz.
Se decía que las comunidades de base interpretaban de modos más liberadores el Evangelio.
Pero las bases solían chocar contra la institución, el clero.
Así que empiezo a investigar otras formas de cristianismo.
En el metodismo encontré lo que John Wesley llama la *santificación social*.
Me interesó su compromiso con los DD.HH y desde el punto de vista teológico también coincidíamos.

¿En qué cosas?

F.R.: Yo nunca fui, como decía Arnulfo Romero, del *cristianismo cohetero* =vivir mirando para arriba=, sino más de un cristianismo de la palabra y el corazón.
El discurso leído de Cristo es profundamente liberador.
Sobre todo el primer cristianismo, antes de que fuera religión de Estado, era una ética urbana, un modo de vivir.
No era una teoría metafísica, sino sobre la convivencia.

¿Qué postura tomaron los metodistas frente al matrimonio igualitario?

N.F.: 
En tiempos coloniales ya luchaban por la libertad de los esclavos, luego tanto por una educación libre y gratuita como por la libertad de culto y derechos laborales.
En Argentina se han pronunciado a favor del Matrimonio Igualitario.
Esto no quiere decir que todos piensen de la misma manera porque también hay libertad de conciencia.

F.R.: 
 La primera bendición =matrimonio= en el campo del protestantismo de una pareja de personas del mismo sexo se hizo en la Iglesia Valdense del Río de la Plata.
En la iglesia metodista tuvimos a la obispa Nelly Ritchie:
mujer, patagónica y lesbiana.

¿Para qué se crea Metodistas por la Diversidad?

N. F.: 
Debido justamente a diferentes posturas referidas a estos dos temas =matrimonio igualitario y ministerios de personas lgbti=, las autoridades decidieron conformar una Comisión que estudiara el tema de la Diversidad Sexual.
Pero dicha Comisión no tenía ningún integrante lgbti.
Solicitamos a las autoridades ser parte por lo menos en un 50% de dicha Comisión y mientras esperábamos respuesta desarrollamos una red nacional de comunicación y nos fuimos agrupando rápidamente en lo que actualmente se conoce como Metodistas por la diversidad.

F. R: 
 Cada cuatro años hay una gran asamblea metodista donde se elige el Obispo.
Ahora, metodistas gays, lesbianas y trans de todo el país vamos a desconocer esa asamblea y pedir la conformación de una nueva Comisión de género con paridad, donde haya tres personas trans y tres cis.
Estamos en pleno diálogo con las autoridades eclesiásticas por este tema.

Primer Encuentro Nacional de Metodistas por la Diversidad:
sábado 30 de marzo desde las 19 en la Iglesia Metodista de Almagro, Avenida Rivadavia 4050.

Cierro con el copypaste de una larga reflexión que hallé por ahí, que es anónima, ante lo cual podría ser objeto de cuestionamientos por quienes exigen *certificados* para opinar y expresar sus opiniones.

Pues más vale el que se anima a opinar con el fin de aportar, que quien calla y critica desde la holgazanería de sus neuronas.

-¿Que tiene de malo el sexo?

El impulso sexual tiene como fin primario la obtención de placer, el placer sensual, el placer del cuerpo compartido y que automáticamente tiende a ser cada vez mas compartido.
Sin embargo, en la experiencia cotidiana de cada uno, la sexualidad no siempre nos conduce al placer, ni aun en el terreno de la fantasía.
Contrariamente a esto, es usualmente fuente de frustración, angustia, culpa, sufrimiento y soledad.

Uno de los argumentos que se ha esgrimido para explicar esto =por lo menos desde un buen sector de autores progresistas=, es nuestra herencia judeocristiana.
El argumento se basa en la represión de la sexualidad no reproductiva que estableció el pueblo judío en el comienzo de su historia.
Esta represión de la libre sexualidad no tenia para los judíos un fin moral, sino primariamente un fin de diferenciación ideológica y religiosa.
También una utilidad política y militar.

Los pueblos del Asia Menor invadidos por los judíos consideraban el placer sexual como un regalo de los dioses, y los ritos de fertilidad, las orgías, los bacanales, la mal llamada prostitución sagrada =de ambos sexos=, formaban parte integral de las religiones no monoteístas.
Por lo tanto, la lucha contra las demás religiones =fundamento del carácter nacional de los judíos=, adquirió características de combate contra el placer sexual.
Es decir, la lucha contra la llamada idolatría se convirtió en lucha contra el cuerpo, propio y ajeno.

Esto no costó demasiado a los judíos, puesto que fueron los representantes de las primeras sociedades totalmente patriarcales de la historia.
Para ellos la obediencia, la confianza en la autoridad, era la máxima virtud.
Para mantener un pueblo disciplinado, guerrero, imperialista, una de las condiciones necesarias es liquidar el libre juego de la sexualidad.
Para imponer el poder del padre en contra del poder natural de la madre, hace falta un rígido control social, constantemente presente en todas las esferas de la vida.

Por ello no debe sorprendernos que fueran justamente los judíos los que necesitaran establecer =a través de la mítica figura de Moisés=, las prohibiciones mas severas que conocemos contra la sexualidad, el cuerpo y la mujer.
En el Libro Levítico, el tercero de Moisés, dice:

*La mujer, cuando concibiere y pariere un varón, será inmunda siete días; conforme a los días que esté separada por su menstruación, sera inmunda...
Y si pariere una mujer, será inmunda dos semanas...
La mujer que tuviera con el varón ayuntamiento de semen, será inmunda hasta la tarde...
Y si alguno durmiera con ella y su menstruación fuera sobre él, será inmundo por siete días...
La desnudez de tu padre o de tu madre, no descubrirás...
No te hecharás con varón como con mujer:
es abominación...

El hombre que adulterare con mujer de otro, el que cometiere adulterio con la mujer de su prójimo, indefectiblemente se hará morir al adultero y a la adultera...
Cualquiera que durmiere con su nuera, ambos han de morir...
Cualquiera que tuviere ayuntamiento con varón y mujer, abominación hicieron:
todos deben ser muertos...*

Como vemos, muchas manifestaciones sexuales quedan prohibidas y son castigadas con la muerte. 
Estas son solo un ejemplo, pero hay muchas más.
Quiero llamar la atención aquí sobre dos cosas:

La primera =esto es algo que ha sido marcado por muchos autores=, es que se castiga básicamente a la sexualidad no reproductiva.
La explicación que se da usualmente a esta actitud es que funciona como manera indirecta de fomentar la reproducción, que era el objetivo realmente perseguido por todas las tribus de guerreros nómades.
Sobre este lugar común hay varias cosas que decir.

Por un lado, es totalmente cierto que para los judíos =como para todos los pastores semitas=, las políticas de fomento a la reproducción =las políticas conocidas usualmente como *de control de vientres*=, eran necesarias para su supervivencia y expansión, tanto religiosa como política y militar.
Para ello establecieron legislaciones y normas positivas.

Pero si el objetivo de la represión de la sexualidad no reproductiva hubiera sido sólo fomentar la reproducción, habría sido contraindicada o por lo menos superflua.
Es evidente que con fomentar el libre intercambio sexual, los hijos llegan necesariamente =y no precisamente por falta de métodos anticonceptivos=, sino porque no necesitamos estar obligados a tener hijos para querer tenerlos.

Al plantear la reproducción como una obligación social, el deseo personal de descendencia deja de ser personal para convertirse en obediencia a la ley.
De esta manera se despoja a la gente de su deseo.
Mecanismo totalmente coherente en una sociedad cuyos fines primordiales son total e inmediatamente políticos, es decir, una organización anti-deseo.

Así llegamos al punto principal:

LO QUE SE REPRIME NO ES LA SEXUALIDAD NO REPRODUCTIVA, SINO TODOS LOS ASPECTOS DESEANTES, PLACENTEROS DE LA SEXUALIDAD.

Porque fue así?
Una revisión de las Escrituras nos da también una respuesta a eso.
Y este es el segundo asunto sobre el que quería llamar la atención:
La terminología utilizada.
Todo lo sexual es inmundo y/o abominable, ambas palabras vinculadas teológicamente a lo endemoniado y lo maldito.
Así, la Biblia establece de manera concluyente que la sexualidad es un espacio de exclusiva propiedad de Satanás.

Esto es algo tan sabido que no creo necesario multiplicar los ejemplos para convencer a nadie educado en la tradición cristiano occidental.
Sin embargo, a veces el sentido de las cosas se oculta en lo acostumbrado y lo obvio.
Creo que con esto ocurre algo así.

Está tan introyectada la relación sexualidad-placer-demonio-pecado, que si preguntamos a la generalidad de la gente occidental sobre el sentido y el significado del pecado original, obtendremos respuestas ligadas al sexo.
Y con la figura del demonio ocurre lo mismo. 
=Con el cuerpo de la mujer también, pero eso es otro tema=.

El pecado original =y el principal pecado para el pueblo judío= fue la desobediencia.
La desobediencia al padre y, por ende, a toda autoridad.
La desobediencia a aquel que les dio la vida =esta no era la madre, puesto que nadie sabía si quiso o no tenerlos ya que el aborto y el infanticidio estaban prohibidos, sino el estado, el gran patriarca que obliga a las mujeres a ser madres=.
Para los judíos la mujer no es dadora de vida, sino una simple incubadora para el deseo del varón, un ganado regido por la sociedad de padres, un mal necesario para perpetuar y expandir la familia y la tribu.

El pecado de Adán, como el de Satanás, fue la desobediencia, no un pecado carnal.
Hasta San Agustín plantea esto claramente, haciendo notar, incluso, que el demonio no puede cometer pecados carnales puesto que no tiene cuerpo .

Por ser tan importante la obediencia y la disciplina para el pueblo judío, vemos alabar a los padres que mataban a sus hijos por desobedecerlos, como en el Deuteronomio, 20 :

*Cuando alguno tuviere hijo contumaz y rebelde...
Entonces han de tomarlo su padre y su madre...
Y dirán a los ancianos de la ciudad:
Este nuestro hijo no obedece a nuestra voz...
Entonces todos los hombres de la ciudad lo apedrearán y morirá:
Así quitarás el mal de en medio de ti; y todo Israel oirá y temerá*.

Tenemos otra muestra de la misma situación cuando leemos los castigos genocidas que Dios aplica a su *pueblo elegido*, totalmente desproporcionados con ofensas que ahora consideraríamos mínimas.
El Dios judío castiga con la misma severidad el encender incienso, el murmurar del trabajo, la fornicación con mujeres de otra tribu, la idolatría, la falta de hospitalidad o hacer el censo de la población en forma indebida.

Basados en esto podemos entender porque la persecución de la libre sexualidad entre los judíos.
No se hacía por fomentar la reproducción, sino por considerar que el impulso sexual es absorbente, desenfrenado, *no sujeto a razón* y, por lo tanto, fomenta la desobediencia y el desorden.
Una sociedad basada en la familia y en el respeto absoluto a la autoridad, no puede permitirse el libre juego del placer sexual.
Incluso San Agustín lo reconoce claramente, cuando dice que la sexualidad no es mala per se, pero debe ser combatida y normada porque fomenta la desobediencia...

Ahora podemos entender, si estamos de acuerdo con la exposición anterior, ¿porqué los judíos se dieron un código sexual represivo, pero que tiene que ver esto con las frustraciones, angustias, miedos, culpas e insatisfacciones que nos asaltan aquí y ahora cuando queremos hacer el amor con alguien o cuando no queremos?
O cuando no sabemos exactamente ¿qué queremos de nuestro cuerpo o de los cuerpos ajenos?

¿Qué tiene que ver lo que hacía un pueblo campesino, pobre, insignificante e ignorante, en las fronteras del imperio, con lo que nosotros vivimos todos los días tres mil años más tarde?

Esta pregunta, que se le podría ocurrir a un hipopótamo recién nacido, a la mayoría de los estudiosos de la sexualidad no se les ha pasado por la cabeza.
Se conforman hablando de nuestra herencia de represión judeocristiana, como si ese lastre explicara todas nuestra taras sexuales.

No sólo eso.
Hablan de *judeocristianismo* como si fuera un concepto claro.
Olvidan que la enseñanza de Cristo, si bien surge en Israel, es un contra-mensaje.
Lo que tiene de revolucionario es su oposición a las leyes mosaicas.
No es casualidad que los sacerdotes lo hayan condenado a muerte.

El código ético y sexual de Cristo es absolutamente contrario a la tradición judía.
Basta recordar a María Magdalena, o el episodio de protección a la adúltera.
Por algo los judíos no lo reconocieron =ni lo reconocen hasta el día de hoy= como su mesías

No voy a decir que la moral de Cristo fuera la de un hippie, pero evidentemente para los judíos ortodoxos parecía un engendro del demonio.

La confusión entre valores judíos y cristianos, su no diferenciación, como si fueran los mismos o consecuencia unos de los otros, exime a los estudiosos de analizar porqué una enseñanza permisiva =la de Jesús=, se convirtió en una moral represiva =la de la Iglesia=.
E impide, simultáneamente, tomar conciencia de los cambios y vaivenes que ha tenido la moral sexual cristiana a lo largo de la historia.

Y esto si tiene que ver con lo que nosotros sentimos, con la forma en que vivimos nuestro cuerpo y el de los demás.

La Congregación del Santo Oficio, vulgarmente conocida como *la Inquisición*, ha sido disuelta en 1966, pero la institución religiosa no puede renunciar a ciertas amenazas, a ciertas posiciones represivas.
En 1976, el papa Pablo VI promueve la discusión en torno a la ética sexual cristiana, dada la *crisis evidente de valores que conmociona al mundo occidental*.
El dictamen es el siguiente:

Una vez más las relaciones prematrimoniales, la homosexualidad, la masturbación, el adulterio son condenados.
El Concilio Vaticano II prorroga con bombos y platillos la vigencia de estos pecados.
El cielo vuelve a quedarse vacío.
Como dijo San Pablo:

*No os llaméis a engaño: 
ni fornicadores, ni idólatras, ni adúlteros, ni invertidos, ni sodomitas... heredarán el reino de Dios*.

Ahora bien, la Iglesia no es una institución estúpida, retrógrada y anquilosada, que sigue repitiendo tercamente estas *ingenuidades* porque alguna vez las dijo San Pablo, San Agustín, o Santo Tomás, mucho menos porque las haya dicho Moisés.
Si el discurso de la Iglesia sobre sexualidad es represivo actualmente, este fenómeno hay que explicarlo por las condiciones actuales, de la misma forma que entendemos la moral judía de hace tres mil años, por las condiciones sociopolíticas del pueblo judío de hace tres mil años.

Si el catolicismo y las demás religiones esgrimen en el presente un discurso sobre la sexualidad más cercano a Moisés que a Jesús, no es producto de un atavismo, sino una política inteligente de instituciones que quieren conservarse vigentes y que, evidentemente lo logran, puesto que la importancia actual de la religión es bastante clara..

En otras palabras, si el discurso religioso asegura que el sexo es malo y para la generalidad de la gente esto es importante, es porque nuestra sociedad espera específicamente ese discurso, ya que el sistema imperante necesita de una justificación religiosa para ayudar a mantener su dominio, el orden de sus privilegios, aunque tenga que buscar argumentos en escritos de hace tres mil años.

Con la afirmación religiosa y dogmática de que la libre sexualidad es intrínsecamente inhumana, animalizante y antisocial, queda justificado su control represivo como una necesidad humana, como una ineludible reacción de defensa e higiene social, para salvar la civilización y sus instituciones fundamentales.
Por eso se nos habla de la sexualidad como algo demoníaco, irracional, destructivo y caótico, como una especie de bestia negra que embrutece y animaliza al hombre que no se autocontrola, llevándolo a violar hasta las cosas más sagradas de la naturaleza humana.

En resumen, si queremos saber que tiene de malo el sexo, debemos olvidarnos de mirar azorados hacia arriba y sencillamente mirarnos a nosotros mismos y a nuestros semejantes, cara a cara y sin tapujos.
Si hacemos esto, lo que vemos es que nuestra sexualidad, por lo general, no se expresa ni se realiza con espontaneidad; no se rige por las leyes del placer personal, sino que de hecho está casi siempre reprimida, controlada, manipulada y deformada por el poder social, por los distintos poderes que actúan, directa o indirectamente, sobre nosotros.

Quizá sea la sexualidad el campo donde más se manifiesta la estructura de poder en las relaciones sociales.
Esta manipulación de la sexualidad se ha dado más claramente, sobre todo a partir del siglo XVIII, con el ascenso de la burguesía como clase en el poder.

En este momento, la familia conyugal monogámica =la familia nuclear= confisca la sexualidad, la intenta absorber monopólicamente en la función reproductiva y la convierte en cuestión absolutamente privada.
Se deja un solo lugar para la sexualidad reconocida, utilitaria y fecunda:
el dormitorio de los padres.

Toda la sexualidad que se realiza o meramente se piensa fuera de este lugar, debe ser vivida en forma oculta, marginal, como algo pecaminoso, anormal, *antinatural*, aberrante y sancionable a todo nivel.
La moral sexual imperante considera como oficialmente lícita tan sólo a la sexualidad restringida a la relación pene-vagina entre dos individuos adultos, sin violencia, que no tengan relación de parentesco, ambos de distinto sexo, en un ámbito privado, en una unión consagrada por el obligatorio vínculo del matrimonio, monogámica, basada en el amor y, dentro de lo óptimo, cuyas relaciones sexuales tengan como fin la procreación y no simplemente el placer.

Fuera de este marco, cualquier actividad sexual, fantasía o deseo, es considerada como ilícita, pecaminosa, viciosa, *anormal*, enfermiza, morbosa o perversa y, por lo tanto, condenable.
No solamente por la sociedad, sino también por el propio individuo, que ya ha sido formado desde la infancia en este código moral.

Hay que apuntar que la represión sexual hubiera fracasado siempre, desde el momento que nunca ha logrado hacer desaparecer la sexualidad ilícita, si esa hubiera sido su única intención.
En la realidad, las actividades y fantasías sexuales prohibidas han constituído siempre la mayor parte de la vida sexual de cualquier persona.
Pero la eficacia del código moral represivo no se basa solamente en lo que prohibe, sino que, al prohibir muchas cosas =sabiendo que son humanamente imposibles de evitar=, crea una red de culpabilidad de la cual nadie se escapa, y que es mucho más efectiva que la misma represión directa.

Por otra parte, como el código moral nos lleva a vivir la sexualidad como competencia exclusiva de nuestra vida privada, estas conductas y sentimientos que avergüenzan y culpabilizan, las vivimos como problemas personales, como si fuéramos los únicos en violar los códigos, como si todos los demás llevaran una vida santa y beata, y los únicos *desviados* y *perversos* fuéramos nosotros..

Pero eso no es todo.
Al manejar nuestra sexualidad como íntima, como individual, como si cada cuerpo fuera una isla, se ataca y se aliena el fundamento mismo del Eros, que es por obligación y deseo el más social, comunitario y compartido de todos los impulsos humanos.

Esto es lo que tiene de malo nuestra vida sexual:
en vez de estar al servicio del placer personal, automáticamente compartido entre los que libremente intervienen en el juego, está supeditada a los códigos que nos dicen lo que es bueno o malo sentir; lo que está bien o mal compartir e, incluso, comunicar; lo que está bien o está mal hacer, y con quien y en que circunstancias; y, sobre todo, con que fines.
Hemos sido educados de tal manera, que la sexualidad la podemos aceptar si y sólo si nuestras conductas sexuales son un medio, un instrumento para alcanzar fines no sexuales:

Formar parejas, establecer una familia, tener descendencia, prolongar el apellido, agredir, humillar, cazar un marido, sobrevivir económicamente, escapar de los roles, autoafirmarse, estar enamorado, pagar la ternura o la protección, establecer dependencias, pagar el *débito conyugal*, demostrar nuestro poder, o nuestras técnicas, o nuestra capacidad de seducción, o nuestra hombría, o nuestro amor.

La lista es, de hecho, interminable.
Y si no, que cada uno se analice.

Y el núcleo de nuestro ser, lo que real y únicamente somos:
NUESTROS DESEOS
¿Donde queda?
En el submundo de lo reprimido, inconsciente, desconocido, oculto, culposo y patológico.
En otras palabras, lo que realmente nos define como personas, como seres humanos únicos, irremplazables, lo hemos arrojado al lugar de lo no reconocido, y lo seguimos manteniendo firmemente ahí.

Tampoco confundamos este deseo del que hablo con el llamado deseo sexual, ya que eso sería hacer una burda caricatura del mismo y es otra trampa del sistema.
El deseo es deseo de ser, de manifestarnos en el mundo real, de lograr que el entorno se ajuste a lo que queremos, de actuar como realmente somos, no es deseo de poseer a alguien o ser poseído por alguien.

Por eso, no importa que tan activa sea la vida sexual de cualquier persona, eso no lo enriquece.
El deseo no busca multiplicar actos de acoplamiento más o menos mecánicos.
Lo que busca el deseo es el placer, la excitación, no sólo a nivel *carnal*, sino como relación total =no en el sentido de imperialista, sino como ilimitada=, profunda y extensa a la vez.
Y no con personajes obligados a seguir un libreto, sino con personas reales, que sean capaces de autoreconocerse como sujetos deseantes y actúen en consecuencia.
Lo que busca el deseo es la comunión entre seres libres.

Las relaciones cotidianas =públicas y privadas= a las que estamos acostumbrados, no tiene nada de esto.
Nos relacionamos con los demás como actores amarrados a un personaje, y de los demás obtenemos exactamente lo mismo.
Somos esposos con nuestras esposas, padres con nuestros hijos, hijos con nuestros padres, jefes con nuestros subordinados, subordinados con nuestros jefes, maestros con nuestros alumnos, amantes con nuestras amantes, y así hasta agotar todo el repertorio de figuras sociales.

La sexualidad vivida de esta manera es, por supuesto, destructiva para uno mismo y para todos.
Pero es una destructividad fomentada socialmente.
El sistema necesita que la gente se mueva, actúe, piense y sienta sólo como un soporte material para los distintos roles sociales.
Un sujeto deseante es creativo y, por lo tanto, imprevisible y desordenado; en otras palabras, inadaptado socialmente.

Si la represión del deseo =y de la vida=, genera frustración, agresividad y violencia, ésto se maneja de un modo socialmente útil, canalizándolo hacia el *deseo de superación*, la competitividad, la *lucha por la vida*, la búsqueda del éxito individual y egoísta.
Y si la frustración deriva hacia la autodestrucción =sufrimiento, enfermedad, neurosis, alcoholismo, drogadicción, suicidio=, tampoco es un grave problema para la sociedad =salvo que afecte la producción=, sino para los sujetos que lo viven y sufren individual y culpablemente.

Ahora bien, ¿cual es el mecanismo básico que utiliza nuestra sociedad para lograr que actuemos de esta manera?
Ese instrumento de dominación es el amor.
Por amor a los padres aceptamos toda la represión infantil, por miedo a perder su amor sufrimos la educación, por asegurar el amor establecemos parejas, aceptamos la dependencia, cumplimos con los roles, nos desgastamos persiguiendo perfecciones inalcanzables y sufrimos y nos culpabilizamos cuando los ideales fallan.
Corriendo el riesgo de parecer cínico, diría que esto es lo que tiene de malo el sexo: 
que, lamentablemente, está al servicio del amor y no del placer.

Somos demasiado románticos cuando hablamos y pensamos en sexualidad.
Exigimos a la sexualidad cosas que nada tienen que ver con ella:
que nos devuelvan el amor de nuestra madre, que nuestra pareja sea todo para nosotros y nosotros todo para ella, que los orgasmos sean institucionales, hasta que nuestra sexualidad nos defina como personas.

Gran artículo con el cual se puede concidir o no, o en algunas cosas sí y en otras no.
Yo comparto plenamente, y simplemente me permitiría acotar a la parte final cuando se culpabiliza al *amor* que efectivamente ésto ocurre con un concepto de *amor* completamente distorsionado, que se mezcla con todo, y que en el fondo busca precisamente usar ese concepto desformado y adulterado, para que al final..no seamos ni amorosos...ni sexuales.

El Amor trascendente no andará metiéndose con el cuerpo ajeno o con lo que cada quién decida *sentir* en materia sexual, mucho menos desconocer que reprimir la sexualidad es como pretender abortar un estornudo.., puede ser alguna vez tapándose la nariz, pero jamás será siempre.

Más que reprimir hay que *administrar*, administrar especialmente cuando el instinto corre por una vía que puede resultar destructiva para sí mismo y peor aún para los demás.
Y eso, es cuestión de entender entonces primeramente ;
Qué es Amar.

No mezclar ni meter todo en una misma bolsa, y poder comprender la diferencia entre embarazo...e hinchazón, entre imposición y *consenso*, entre placer y destrucción.

Tomar preceptos religiosos de Cristo con respecto al sexo es entender que no son imposiciones ni reglas inquebrantables, apenas unos buenos tips para pasar por la vida evitando la mayor cantidad de problemas posibles para uno, y especialmente, para los demás, si en definitiva podemos comprender, que el *perdón* siempre será necesario según Cristo, porque bien sabía el muy Sabio que éramos y somos una pobre máquina orgánica producida por un mal imitador.

Abrazo grande.



Gilgamesh***

Fuentes;
-pagina12
-pagina12-B

2 comentarios :

לחיים dijo...

Plus One.

No somos culpables de nada....

Gracias por la reflexion.

Fuerte abrazo.

Gilgamesh dijo...



Alejandro Arrabal Diaz;
de nada Ale, gracias a vos por valorar. Fuerte abrazo.