miércoles, 28 de diciembre de 2011

* Tiempos modernos; cuando la tecnología nos embrutece *

Cuando nos detenemos a pensar en dónde estamos parados con respecto al conocimiento, ciertamente...estamos haciendo equilibrio sobre un cabello...
Pensaba en los pro y los contra de la tecnología y llegué a conclusiones que a muchos les podrán parecer estúpidas, sin embargo sería muy bueno que meditáramos.
Nos hemos vuelto tecno-dependientes.
Yo soy de una generación que debe ser de las últimas que tuvo la dicha de tener escuelas que enseñaban artes y oficios. Tuve la suerte de conocer a mis abuelos y padres que me transmitieron cómo vivían en tiempos donde la tecnología no existía tal como hoy la conocemos.
Y pienso en nuestros hijos, y en aquellos que tienen nietos.
Generaciones de jóvenes que son tecno-dependientes, para ellos sólo existe el I pod, el celular, y la compu.
A nosotros mismos que hemos rebasado los 40, nos cuesta resistirnos a la tentación de la tecnología.
Hoy, muchos de mi generación han sido coptados por los avances tecnológicos, han entrado en el letargo que atrofia el cerebro y el cuerpo.
Personas que se han entregado a las nuevas tendencias y se han alejado de aquellas enseñanzas que son del pasado.
Pero cuando imaginamos un futuro que quizás nos obligue a volver a vivir como lo hacían nuestros abuelos...el panorama es desalentador.
Yo recuerdo cuando niño, que nací en la era del transistor de radio. Aquellas viejas radios que funcionaban a pilas, y algunas aún quedaban a válvula. Pero en los diálogos con mi padre yo me sorprendía cuando él, me contaba que en su infancia escuchaban la *radio a galena*. Me parecía atrapante descubrir que con una simple piedrita y un hilo, se podría escuchar una transmisión radial.
Ellos lo hacían.






Y mi padre me explicaba pero yo no entendía, y llegué a viejos libros en blaco y negro, y leí, y aprendí cómo era posible captar una emisión radial con una simple piedrita y un hilo.
Hoy, hablar de éstas cosas genera la burla de los jóvenes, y es algo comprensible.
También recuerdo los relatos de la abuela cuando me contaba que el abuelo trabajaba en la recién inaugurada Empresa de Obras Sanitarias, donde el abuelo contaba que cuando comenzaron las excavaciones, muchos de aquellos españoles tomaban un cedazo,=colador fino= y encontraban diminutas pepitas de oro.
El abuelo, construyó la casa en la cual me crié y viví los mejores momentos de mi vida.
Ellos en mancomunada acción se juntaban con la numerosa familia y edificaban, unos para otros, y cada familia tenía su propia casa, todos para uno y uno para todos.
Después, con el correr de los años, mi gran hermano y amigo me contó su experiencia.
Él se había casado con una mujer del Nor-Oeste de nuestro país, Provincia de Santiago del Estero, donde hasta el día de hoy, las carencias son enormes.
Me contaba mi amigo que cuando fué a visitar el pueblo de su esposa para conocer a sus suegros, vió uno de esos pueblos en el medio del monte, pueblos que ni figuran en los mapas...
Allí cuando su esposa era niña, no existía la energía eléctrica ni el agua potable, los habitantes construían sus viviendas de adobe y paja, y se alimentaban de los animales que criaban.
Hoy la tecnología les llegó y poseen electricidad, agua potable, Direct TV, y telefonía celular.
Es decir que la nueva generación ya está de rodillas frente a la tecnología, aún en viejos pueblos olvidados.
Y comprendí que cuando se habla de que solamente quienes vivan en la precariedad de las áreas rurales serán quienes menos sufran una caída de la tecnología, entendí todo.

Aquellos viejos se las arreglaban para cocinar en hornos artesanales hechos de barro, recogían el agua de las lluvias, criaban sus animales, y nada básico les faltaba.
No quiero imaginar qué sería de nuestros jóvenes, incluso de nuestros mismos contemporáneos, corrompidos por el facilismo tentador de la actual tecnología.
Un enorme ejército de inútiles.
Muchos no saben ni siquiera cambiar un fusible, no saben cómo potabilizar el agua de manera natural, no saben poner una inyección, mucho menos...si quiera cocinar..
Ellos caminaban kilómetros para cazar un animal que calmara su hambre. Nunca mataban por deporte, sino por supervivencia.
Y en ese caminar movían su musculatura, aireaban sus arterias y no conocían el sedentarismo, el mismo que hoy nos ha borrado la sana costumbre de caminar y andar en coche o en motocicleta, de padecer enfermedades cardíacas, la obesidad y los vicios de la vida fácil, arterias tapadas de comer basura, cerebros alienados por el estrés, organismos contaminados de pseudo *avances tecnológicos*

Qué lejos hemos quedado de aquél estado de superviviencia natural.
Aquellos que vivieron y se criaron en la más absoluta precariedad son mas sabios que nosotros...
Para ellos una catástrofe global no sería demasiado problema, pero para nosotros, malcriados en las grandes ciudades con toda la tecnología...sería nuestro final.

Cuán sabia es la naturaleza, y la creación, que pone en la cima a quienes estaban en la base, y en la base a quienes estaban en la cima...
Cuánto tenemos que aprender de nuestros pueblos originarios, de nuestros ancestros, esos del los cuales hoy muchos se burlan....hemos sido soberbios, autosuficientes y además...sabios ignorantes.
Son tiempos de volver a las fuentes aplicando lo que nos ha tocado de ésta nueva tecnología, si lo logramos quizás también logremos rescatar nociones que estaban enterradas en el pasado, y si ésto es un ejemplo....no quieran imaginar sobre el tesoro de conocimientos que nos legaron quienes nos han precedido hace miles de años....
Meditemos sore éstas cosas, los invito a volver a estudiar viejos conceptos que quizás...pueden salvar nuestras vidas en tiempos de ausencia de tecnología moderna..
***Gilgamesh***

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