* Hacer llover; mucho más que un mito al igual que medio millón de afectos *

***Estimados lectores y amigos, curiosamente voy a mirar el panel de control del blog y descubro que estamos registrando 500.000 visitas....medio millón de peronas...para 893 escritos que en la jerga se llaman *posts*. Son como 893 hojas escritas de aquellos viejos diarios íntimos..que solíamos escribir de adolescentes.
En éste caso y ya siendo un hombre maduro, han dejado de ser cartas íntimas para ser públicas, y me pregunto si tendrán valor para quienes han leído esas 893 *hojas* que ya no son de papel, en todo caso...papel virtual.
Al tomar consciencia de que 500.000 veces han llegado hasta aquí= nuestra casa virtual de reunión= no puedo más que sentirme feliz, porque si lo que he escrito y escribo fuera una basura, pues estaría más sólo que Adán en el día de la madre..Y no estoy solo, por el contrario, he cosechado amigos, hermanos de la vida y personas que aún no coincidiendo con mi forma de ver la vida, me respetan y me privilegian.
Nunca he cosechado enemigos, si alguien se precia de serlo será porque no ha sabido convivir en la diversidad y la tolerancia. Siempre les digo que no voy casa por casa a tocar el timbre y a meterle por la fuerza lo que creo y pienso, son ustedes quienes vienen aquí, y si se consideran enemigos, será porque no han entendido nada de nada.

En más de un año no les he vendido absolutamente nada, no les he pedido contribución alguna, pese a que éste blog lo hago relegando horas de mi vida personal, y lo hago con amor sin reprochar nada.
No hay botones de donación como alguna vez alguien quizo profetizar en un fracaso rotundo, ni hay final de éste sitio por falta de dinero. No podría cobrar jamás ni pedir colaboración para escribir y decir lo que pienso, como tampoco hubiera guardado todo lo que he escrito para publicarlo en algún libro redituable. Prefiero cagarme de hambre y tener que ir a pescar bagres al Paraná antes que vender lo poco o mucho que tenga para dar. He conocido la precariedad en mis años jóvenes y no se me ha caído ningún anillo cuando he tenido que llenar la olla haciendo trabajos que no se correspondían con mi capacidad.
Un millón de ojos han leído lo que he escrito y les agradezco por hacerme sentir el afecto y la atención. A quienes han venido desde el resentimiento que no permite reconocer nada, les agradezco también, porque quizás sin saberlo, con ese odio injustificado han hecho escuela para que entendamos que hay dos mundos, el de quienes lo quieren distinto y mejor, y el de quienes lo quieren igual o peor de lo que está.

Hacer éste blog no implica ningún premio, ninguna nominación ni ningún mérito ni aplauso, porque es el respeto de la gran mayoría el mejor premio al trabajo feliz, si 4.000 personas entran diariamente aquí y de cada diez comentarios apenas 3 son condenatorios.... ¿de qué puedo quejarme?. He aprendido de ustedes, de sus aportes cuando han sido constructivos y he aprendido también que la obscuridad tiene fieles empleados que forman parte de esa parte no deseada que es necesaria para hacer el balance.
Les dije alguna vez que éste blog tienen un límite, una fecha para darse por concluído, y no será por falta de ganas o de dinero para pagar la cuenta de internet, será por voluntad propia. Mientras siga vivo, espero que le saquen el mejor provecho y si no lo hallan será porque no pueden resistirse a venir aquí, razón que le pone abstención a cualquier tipo de comentario para quienes intentan destruir por incapacidad de entregarle algo a los demás, más que odio y resentimiento. Gracias a todos, a quienes han sabido entender el mensaje, a quienes se han hermanado sin necesidad de estar por debajo sino a la par, y gracias a quienes se sienten parte de un cambio en la solidaridad y el compromiso de decir lo que pocos se atreven a decir por conveniencias egoístas.

Mil disculpas a quienes se han sentido afectados en su buena Fé, hablar de tantas cosas profundas implica identidad sin falsedad, le guste o no a quien está del otro lado. Nunca se junten con quienes no se hayan a gusto, es así de simple. Es algo así como entrometerse en una conversación de una mesa del Bar y ponerse a discutir con el grupo sin que nadie le haya pedido opinión. Aún así...con la puerta abierta..aquí han venido a interrumpir la charla y nadie les ha hechado...pero sí rebatido. Creo que algunas personas no tienen la menor idea de lo que es censura y discriminación...y se victimizan cada vez que se quedan sin argumentos cuando el otro desarrolla su propia manera de pensar. Me encantaría poder entrar de prepo en sus casas, sentarme a su mesa y ponerme a discutir y ver...si me dejarían...jaja.
De todas formas, agradezco el tiempo dispensado, el afecto y lo que tengan para aportar, nadie les pondrá un cepo ni una mordaza, ni apretará el botón maldito de *eliminar comentario*.
Sólo quería decirles ¡¡GRACIAS!! y mi respeto para todos aquellos seres de buena voluntad.

Juan Baigorri Velar
Me pongo en la piel de aquél hombre, fabuloso descubridor de un método para hacer llover...La burla, el escarnio, la incomprensión, el patriotismo bastardeado por la indiferencia, la fidelidad...la humildad, y como siempre, el olvido social que suele enterrar a sus hijos valiosos. Al igual que el General San Martín y otros tantos pro-hombres de nuestro continente, acaban muriendo en la soledad y en la más austera condición.
Y siempre hay alguien que se cuelga las medallas con el esfuerzo ajeno.
Después de el relato histórico, un par de links para que entiendan de qué hablo.

Hijo de un militar que cultivaba una profunda amistad con el Gral. Julio Argentino Roca, Juan Baigorri Velar cursó sus estudios en el Colegio Nacional Buenos Aires y luego se recibió de ingeniero. Como decidió realizar una especialización en petróleo, viajó a Italia para cursar Geofísica en la Universidad de Milán.
Durante su estadía en Italia diseño y construyó un aparato que medía el potencial eléctrico y las condiciones electromagnéticas de la tierra. Esto sería el principio de lo que hoy es casi una leyenda. Se trataba de una caja cúbica del tamaño de un aparato de TV actual de los medianos y con dos antenas que sobresalían misteriosamente. Pero aún no lo usaba para los fines que lo harían famoso.
En 1929 Baigorri Velar acepta un cargo que le fuera ofrecido por el director de YPF, el Gral. Enrique Mosconi. Por este motivo se instala definitivamente en Buenos Aires junto a su mujer e hijo.
Es en 1938 cuando el ingeniero Baigorri descubre que uno de sus aparatos, cargado con reactivos químicos y conectado a una batería, provoca lluvias en cualquier lugar donde se encuentre. A partir de ese momento comienza a realizar pruebas en los lugares más difíciles.
En la estancia *Los milagros*, de Juan Balbi, provincia de Santiago del Estero, hacía 16 meses que no había precipitaciones. Baigorri conecta sus instrumentos y logra hacer llover.
También en Santiago del Estero es solicitado por el mismo gobernador de la provincia, el Dr. Pío Montenegro. Acude a una estancia del funcionario en donde no llovía desde hacía ya tres años. Tres días de trabajo y llueven 60 mm. en dos horas.



Nuevamente Santiago del Estero, para Navidad; llueve como nunca.
En Carhué hacía tres años que no llovía. Va Baigorri con sus aparatos y llueve tanto que desborda la laguna.
El ministro de Asuntos Técnicos de la provincia de San Juan lo llama en 1951 para probar suerte en una zona en la cual no caía agua desde hacía 8 años. Prueba y llueven 30 mm.
En la década del 40' un ingeniero norteamericano vino a verlo ofreciéndole mucho dinero por el invento y Baigorri contestó que:
-Soy argentino ... Y mi invento es para beneficiar a la Argentina.
Los ofrecimientos se sucedieron, pero la respuesta fue siempre la misma.
Baigorri buscaba demostrar que podía manejar la lluvia y buscó el patrocinio del Ferrocarril Central Argentino. El gerente inglés oyó la propuesta y sonrió, malicioso. *¿Y usted podría hacerlo en cualquier lugar?*, preguntó, tropezando con las palabras en español. Baigorri contestó que sí, y el inglés desafió, sarcástico: *Bueno, haga llover en Santiago del Estero*.
Hacia allí salió el ingeniero, con su extraña máquina y un perito agrónomo de acompañante, que viajaba para controlarlo. A los pocos días volvieron y el perito certificó que, en una estancia de una localidad llamada Estación Pinto, Baigorri se puso a trabajar y a las ocho horas llovió.

Su fama comenzó a crecer y llegó con él, en tren, a Buenos Aires. Hasta viajaron dos periodistas de The Times, de Londres, para entrevistarlo. En el otro rincón, el ingeniero Calmarini, director de Meteorología, salió a decir que todo era un invento infame o, a lo sumo, obra de la casualidad.
Baigorri se recluyó en un largo silencio. Ya viudo, pasaba horas en el altillo de Villa Luro. Leonor, la mujer que hoy vive en esa casa, contó a Clarín: *Cada vez que llovía la gente rodeaba la casa y se ponía a mirar hacia el altillo*. Allí mismo Baigorri se negó a atender a un emisario que decía venir en nombre de un empresario norteamericano para comprarle la fórmula. *Mi invento es argentino y será para exclusivo beneficio de los argentinos*, le contestó.
Anciano y solo, vendió la casa y se mudó a lo de un amigo francés, que le prestó una habitación en un departamento. Murió en el otoño de 1972. Tenía 81 y había llegado al hospital solo, con problemas en los bronquios.
Nadie más supo de la extraña máquina de las antenas. Ni si Baigorri dejó un sucesor secreto para que la activara como homenaje durante su propio sepelio: cuando lo estaban enterrando, en el cementerio de la Chacarita, se largó a llover.

Parece ser que al morir Baigorri su invento no murió con él. Hoy, hacer llover es un gran negocio que otros usufructuan, sí, aunque ustedes no lo crean queridos lectores y amigos.
Baigorri era argentino, viejo y loco para aquella sociedad, hoy los locos son empresarios exitosos...y hacen llover..
Gilgamesh***
Link1
Link2