viernes, 19 de agosto de 2016

* La concepción Gnóstica de David R. Hawkins-parte 6 *

***Óptima noche de Viernes.

Seguimos compartiendo los escritos que generosamente nos dejara David Rawkins, y exactamente dentro de un mes se van a cumplir 4 años de su partida de éste mundo material. Siempre loables los aportes de todos aquellos que desde su camino, como tantos pensadores, intentaron aportar con sus investigaciones y vivencias personales algo positivo para los demás, y siguen vivos cada vez que pensamos en ellos con mucho amor y agradecimiento, coincidamos en mucho o en poco, pero con el enorme respeto a su honestidad.
Nada que acotar para éste capítulo.




Una de las principales influencias que llevó a la humanidad en una dirección negativa fue un arma conceptual a la que se le dio el nombre de ¿justicia?, que calibra como Orgullo a 190. Esta ha sido la principal fuerza destructora y el talón de Aquiles de la humanidad durante los últimos miles de años de su historia. Fue la gran excusa, la excusa suprema para toda forma de salvajismo y barbarie imaginable. Los auténticos grandes caminos históricos se originaron por los avatares, o grandes maestros, a quienes hemos identificado como aquellos que calibran en el nivel 1.000, que es la máxima puntuación posible en los dominios terrestres. 

Los más conocidos en el mundo occidental son Cristo, Buda, Krishna, Zoroastro, y Moisés. El nivel 1.000 concierne a la salvación de toda la humanidad. Por tanto un maestro espiritual que se dirija a toda la humanidad estará hablando desde el nivel del avatar. Los grandes avatares vivieron con anterioridad a que la palabra escrita fuera un bien accesible, y por eso hay cierta escasez de datos fiables respecto a que enseñaron exactamente y como fue interpretado. Dado que existen pocas explicaciones acerca de lo que se pretendía decir en su origen, las malas interpretaciones se dieron rápidamente en cuanto la enseñanza original fue transmitida.

Podemos discernir de inmediato esos errores que se deslizan sigilosamente y distorsionan la pureza original. Muchas de estas desviaciones son bastante evidentes para cualquiera con un poco de intuición espiritual o incluso con un sentido básico de la ética. Las distorsiones parecen haber tenido lugar con el establecimiento de las religiones y cuando las instituciones autoritarias tomaron el nombre de sus respectivos fundadores con el fin de otorgarse a si mismas la autoridad y el poder para atraer seguidores y bienes mundanos, y obtener control sobre los demás. 

La espiritualidad, como tal, no discute con nadie, y las malas interpretaciones que se divulgaron como dogma, lo fueron por la jerarquía eclesiástica con el fin de otorgarse autoridad y explotar las malas interpretaciones como verdad espiritual con el fin de obtener beneficios mundanos. De este modo, abandonaron el poder por la fuerza, y socavaron la verdad tal como había sido establecida por los fundadores que, históricamente, luego pasaron a ser fundadores únicamente en nombre. El estatus y el prestigio del avatar original, el gran nombre, fue luego apropiado y comercializado a fin de construir grandes imperios.

Con esta breve perspectiva histórica, puedes ver que la verdad original sigue estando inmaculada hasta el día de hoy y puede ser redescubierta. Se ha abusado tanto de las palabras ¿espiritual?, ¿religión? y ¿Dios,?, que han terminado por resultar engañosas. Un término más comprensivo, que evita las distorsiones históricas y engloba toda la información disponible y posible acerca del hombre y de Dios es el de ¿conciencia?. La espiritualidad hace referencia a aquellos aspectos de la conciencia que pertenecen a la toma de consciencia de la verdad y la divinidad e incluye toda referencia a la Realidad Absoluta y omnipresente, que es el Origen y el dominio infinito de todo lo que existe como Existencia en si. 

En esta definición, la conciencia agrupa todas las posibilidades y realidades en su totalidad, y es el verdadero espacio y la matriz en el que la consciencia progresa hasta su última potencialidad. Podemos validar con seguridad y precisión este camino, al menos hasta el nivel calibrado de conciencia de 1.000, momento en el que la ilusión de un buscador separado ya se habrá disuelto. Las enseñanzas de todos los grandes maestros espirituales que han vivido pueden inspeccionarse ahora e incluso calibrarse en detalle y verificarlas.

El nivel de conciencia de 600 indica el nivel en el cual la dualidad desaparece en la no dualidad. En este punto, se abre un puente entre lo visible y lo invisible, entre lo conocido y lo no conocido, entre lo ordinario y lo posible y pueden aproximarse. En el nivel del 600, el espíritu y el hombre se encuentran. Lo visible y lo invisible se difuminan el uno en el otro. Se trata de un punto de referencia que sirve de guía. Es el nivel de la iluminación. Curiosamente también, el propio test muscular de la Verdad calibra en el nivel del 600 y es por tanto, la expresión física del encuentro de los reinos de la dualidad y la no dualidad. 

El estudio de la naturaleza de la conciencia es, posiblemente, el más potente y puro de los caminos espirituales, debido a su carácter auto-corrector y auto-impulsor.
El conocedor y lo conocido son idénticos y evidentes en si mismos como uno y lo mismo, sin división. No existe lo interior ni exterior, ni lo individual frente a Dios, ninguna parte fuera del todo, ninguna entidad independiente a tener en cuenta. Todas las dualidades se han trascendido. La consciencia es auto-existente, de modo que no existe un individuo en quien tenga lugar.

Durante unos breves momentos, cuando el yo desaparece en el Ser hay una extrañeza y un sobrecogimiento transitorios y sumamente profundos. Se experimenta la muerte del yo y, luego, todo es serenidad y paz. A uno se le antoja absurdo el haber considerado alguna vez al cuerpo como ¿mío?, y siente que quizás se debiera a un olvido o lapsus pasajero. Es como si uno hubiera olvidado quien era en realidad, y ahora, con alegría lo recordara. Todos los miedos y las vicisitudes de la vida desaparecen, y ahora, libre incluso de la propia muerte, aparece el recuerdo de lo que uno siempre ha sido y siempre será, y que esa supervivencia nunca fue un problema en absoluto. 

La propia seguridad innata había sido garantizada en todo momento por la realidad del Ser, que es omnipresente y está más allá del tiempo y el espacio. Ni siquiera son posibles los principios ni los finales, dado que la realidad de uno existió antes que todos los mundos o universos. No hay preguntas ni respuestas porque no existen dicotomías en la identidad. Uno no es ni uno ni múltiple, sino que está más allá de todo posicionamiento y mentalidad. Sería más adecuado decir que el Ser de uno es la realidad de la cual surge ¿lo uno y lo múltiple?. Todo está completo en si mismo, todo es autónomo, y no tiene necesidad de ninguna otra cosa fuera de si mismo, dado que ¿fuera de si mismo? es una imposibilidad. Así, el ¿Ser?, es contexto, mientras que el ser es contenido.

El núcleo de todas las grandes enseñanzas y maestros espirituales se puede resumir en unos pocos párrafos.
Elige ser tolerante, benigno, indulgente y compasivo, amando incondicionalmente toda vida en todas sus expresiones, incluyéndose uno mismo. Céntrate en el servicio desinteresado y en dar amor, consideración y respeto hacia todas las criaturas. Evita la negatividad y el deseo de lo mundano, y la codicia de los placeres y posesiones. Renuncia a opinar y a la crítica de lo correcto frente a lo erróneo, a la vanidad de tener ¿razón?, y a la trampa de la justicia. Intenta comprender en lugar de condenar. Venera a los maestros de estos principios básicos e ignora a todos los demás. 

Aplica estos principios al punto de vista de uno mismo y también de los demás. Confía en el amor, en la misericordia, en la sabiduría infinita y la compasión de la Divinidad, que ve a través de todo error humano, limitación y fragilidad. Pon la fe y la confianza en el amor de Dios, que todo lo perdona, y comprende que la condena y el miedo al juicio provienen del ego. Al igual que el Sol, el amor de Dios brilla igualmente para todos. Evita las imágenes negativas de Dios en tanto que son un error antropomórfico, por ejemplo, los celos, la ira, la destructividad, la parcialidad, el favoritismo, la venganza, la inseguridad, la vulnerabilidad, el pacto, etc.

Se siente un gran alivio cuando nos damos cuenta de que, al adoptar una vida espiritual, nos liberamos de la rígida condena y del odio que de ella dejamos a los demás. La búsqueda del bien espiritual beneficia a toda la humanidad, y de ahí que se pueda decir que es la vocación más digna de alabanza. El compromiso espiritual establece, por otra parte, un papel diferenciado, muy distinto del de la persona no comprometida. Supone un conjunto de criterios y un enfoque de la energía y de la atención muy diferentes de los que utiliza el ego en su búsqueda de vanidades y de logros mundanos. 

Uno sacrifica las ganancias materiales o egocéntricas por su progreso espiritual, y al hacerlo, lo transitorio se subordina a lo permanente, y se elige lo que es verdaderamente valioso por encima de lo que es solo ilusión. Un criterio útil para tomar decisiones es proyectarse en el futuro hasta el propio lecho de muerte y preguntarse; ¿Qué decisión siento como la más adecuada en ese momento? Sabemos con certeza, a partir de la investigación espiritual =que cualquiera puede verificar=, que la conciencia no se pierde ni la más mínima pizca de vida; todo se tiene en cuenta y de todo se asume la responsabilidad, y nada pasa desapercibido ni queda sin registrarse.

En esto coincide completamente la experiencia y la sabiduría del hombre en todas las culturas y épocas, y es tema común de todas las enseñanzas religiosas y espirituales. Por tanto, en la práctica, uno trasciende lo negativo simplemente optando por lo positivo. Con la disciplina interior que surge de un compromiso apasionado, las elecciones negativas dejan de verse como opciones. Todos entonces nos volvemos objetantes conscientes cuando trazamos la línea y establecemos límites. Esto ocurre automáticamente, como consecuencia de la elección de metas espirituales que valoramos por encima de las metas del mundo.

La vocación del aspirante espiritual de vida privada es más humilde socialmente, pero es igualmente importante y supone un servicio a toda la humanidad. El Santo social eleva a su sociedad a través de la acción social y del ejemplo. El devoto eleva a través del desarrollo interior. Cada incremento en el nivel de consciencia afecta a la conciencia de toda la humanidad; y lo hace de forma anónima, pero discernible y demostrable a través de la investigación espiritual. El nivel calibrado de la conciencia de la humanidad es la combinación resultante del estadio de evolución de cada uno, y los niveles calibrados superiores son inmensamente más poderosos que los negativos.

Gilgamesh***

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