viernes, 26 de mayo de 2017

* Ciencia verde; verde dólar...*

***Excelente inicio de éste alfinViernes para todos.

La Ciencia...
A medida que hemos cumplido años y hemos ¿madurado?...jeje..=estimo que sí= nos hemos dado cuenta cómo el *negocio* siempre está detrás de todo.
Capaz de arruinar cualquier intento humano altruísta, el vil negocio se infiltra en todo o casi todo.

El deporte por ejemplo.., noble y sana actividad presumiblemente bajo la vieja denominación *Mens sāna in corpore sānō* y viceversa, deja a la vista las enormes sumas de dinero que están detrás de dichas disciplinas.

Ni hablar de los Medios de Comunicación.. la Religión...la Política...y la lista sería interminable..
Al final de éste post les voy a dejar un interesante artículo donde sabrán porqué la gran mayoría de las noticias científicas que nos llegan...también forman parte de un gran negocio.
Pero ahora algunos datos rutinarios del clima espacial.

El viento solar cae estrepitosamente;



Entre 300 y 310 kilómetros por segundo...es muy poco, y ésta mísera potencia del viento solar es inversamente proporcional a la trepada de la radiación cósmica.
En el hemisferio Norte se acerca el Verano obviamente, hará calor y eso no es ninguna novedad, sin embargo mientras la estación se desarrolla, la radiación cósmica sigue entrando en la zona del Ártico.

Dos estaciones que miden dicha radiación, una en Canadá y otra en Groenlandia, acusan el incremento que viene siendo incesante a lo largo de los últimos 6 meses;





La tendencia es irreversible y se ha visto evidenciada en las tremebundas nevadas en gran parte del hemisferio Norte, que han superado récords, y duración, sobreponiéndose a un período de Primavera incluso.

El Verano entregará su calor como es debido, +- las temperaturas podrán oscilar, la cuestión pasa por ir pensando cómo será entonces el próximo Otoño-Invierno en dicho hemisferio con el antecedente de hace meses y esa imparable radiación cósmica que a medida que se acumula, más marcada hará la caída de las temperaturas cuando el Verano comience a apagarse.

Todo ésto que es parte de un conjunto que llamamos *clima espacial* y que depende en un alto porcentaje de la actividad solar, tiene que ver también con nuestra Ionósfera y demás capas de protección y de regulación del clima terrestre.
Resonancia Schumann y también marcadas perturbaciones;



Aquí en el Sur del hemisferio Sur, la Antártida está haciendo su trabajo con total normalidad.
El mapa comienza a teñirse de azules =frío= que se hacen presentes en la Cordillera de los Andes;





La Antártida goza de buena salud, decía, en horario solar la temperatura ronda los 56º bajo cero..., imaginen en horario nocturno, los valores superan los 60º bajo cero..
Pero el bombardeo comercial de los medios científicos *del sistema* dicen;

-*La Antártida no va a ser totalmente verde, pero va a ser más verde de lo que actualmente es*.
Matt Amesbury, co-autor de la investigación de la Universidad de Exeter.

Aseveración realmente increíble...puesto que el espesor medio de la capa de hielo antártico es aproximadamente de 2,16 *kilómetros*...o sea 2.160 metros...=dos mil ciento sesenta metros de espesor=
Habría que preguntarle a ésta gente nos explique qué planta u organismo *verde* es capaz de sobrepasar ese espesor de hielo..o incluso...sobrevivir a esas temperaturas..
Algunos datos.

El continente blanco contiene unos 26,5 millones de kilómetros cúbicos.
Es un volumen colosal. Para ponerlo en algún tipo de contexto, si este hielo se derritiera, sería suficiente para subir la altura del nivel del océano en 58 metros.
¿Se imaginan?..pues eso no está ocurriendo.

El volumen de hielo estimado es de un 4,5% mayor que el que se pensaba años atrás.
El punto más grueso se encuentra en un lugar llamado *Cuenca Subglacial Astrolabio*. 
Allí, la columna de hielo es de 4.776 metros de espesor....

La cordillera antártica es del tamaño de los Alpes europeos, con picos que alcanzan los 3.000 m. sobre el nivel del mar. Sin embargo, aún están escondidos debajo de más de 1.000 metros de hielo....
Pero la *ciencia oficial* o mejor dicho la *élite científica* afirma;

*Los científicos que estudian los bancos de musgo en la Antártida han descubierto que la cantidad de musgo, y la tasa de crecimiento de las plantas, se ha disparado en los últimos 50 años, lo que sugiere el continente puede tener un futuro verde*.

Eso más o menos sería como; *Dice Gilgamesh que en un futuro México estará cubierto de hielo*. ¡¡¡Y síii!!! jeje..el planeta tuvo tiene y tendrá ciclos en los cuales lo blanco se vuelve negro y lo negro se vuelve blanco..
¡¡¡es la norma Watson!!!
A no ser que los científicos inventen algún tipo de planta o musgo que sobreviva a los 50º bajo cero..
Pero ¿porqué tanta teoría publicada es capaz de torcernos la opinión? porque esa ciencia elitista es la que le pone censura a la ciencia que contradice sus postulados.

Testimonios los hay y muchos, cuando los científicos han querido publicar en las Revistas Científicas de élite y la élite se lo ha impedido.
La Dra. Valentina Zharkova, Profesora de Matemáticas en la Universidad de Northumbria con una Licenciatura-Maestría en Matemáticas Aplicadas y Astronomía y un Ph.D. en Astrofísica, cuenta que al presentar su estudio sobre un enfriamiento irreversible hacia algo peor que el conocido Mínimo de Maunder, encontró grandes trabas.
No sólo la agresividad de sus colegas que abogaban por el calentamiento antropogénico, sino además un lobbie descomunal.

Los científicos del calentamiento del clima no tardaron en pedir a la Royal Astronomical Society del Reino Unido que *suprimiera* los hallazgos de Zharkova.
La Real Sociedad Astronómica respondió haciendo la gran *poncio pilato*...se lavó las manos y le dijo a Zharkova algo así como *Vea, esto es trabajo de científicos que apoyamos, por favor hable con ellos y pónganse de acuerdo*.

Cierro entonces con el artículo prometido que les va a aclarar un poco más cómo funciona el negocio de las publicaciones o divulgación científica;



- ¿Cómo circula en verdad el conocimiento científico?

En América Latina se editan más de 17.000 revistas científicas y técnicas, pero solo 750 lograron ingresar a las bases de datos internacionales por las que circulan revistas como Nature o Science, editadas por la gran industria editorial. Si hiciéramos una analogía con los premios Óscar, podríamos decir que hay un grupo de revistas latinoamericanas que, por mérito propio, año tras año transitan por la tan renombrada alfombra roja, pero no pertenecen a Warner, Fox, Universal o Paramount.

Imaginemos por un momento dónde se concentraría la atención de la prensa internacional, incluso la de los enviados especiales de los países latinoamericanos, ¿en quienes participan de las películas más taquilleras del planeta o en quienes integran los proyectos realizados por fuera de la industria y, por si esto fuera poco, generados en países ¿*tercermundistas*?
En Argentina, desde ciertas áreas de conocimiento consideran que la única opción para validar sus hallazgos y entrar en diálogo con la ciencia internacional es acceder a la alfombra roja pero como figuras de Warner o de Fox, es decir, publicando en revistas como Nature o Cell.

Y este argumento ya está tan instalado, que es ponderado por funcionarios gubernamentales, periodistas, estudiantes, investigadores y bibliotecarios, como una verdad incuestionable. Sin embargo, aunque sus hallazgos sean considerados válidos y lo suficientemente novedosos por alguna de las revistas de la gran industria, y los autores paguen entre U$ 3.000 y U$ 5.000 dólares en calidad de article processing charge =APC= para la edición y publicación de sus trabajos, no recibirán la atención de los flashes, porque no pertenecen a la gran maquinaria industrial.

Es muy recomendable la nota del doctor Randy Schekman, Premio Nobel en Medicina, en la que revela el devastador efecto que provocan en la ciencia las prácticas de revistas como Nature, Cell o Science. No se trata solo del glamour: los grandes intereses económicos detrás de esos flashes y micrófonos responden a la misma maquinaria que necesita retroalimentarse para seguir funcionando.
En el otro extremo del espectro, desde otras áreas de conocimiento consideran que las bases de datos internacionales condicionan y limitan lo que se publica.

Como si las revistas, solo por atravesar la alfombra roja no pudieran publicar estudios que muestren, por ejemplo, los daños que producen los agroquímicos o mantener una línea editorial crítica respecto de prácticas nocivas de las industrias. Y esto es confundir el modelo de financiamiento con la distribución. Si el modelo de financiamiento de una revista depende del sector industrial, es muy probable que no publique determinados estudios, y, si lo hace, es factible que engrosen la lista de artículos *retractados*. En cambio, si la revista no depende de las industrias, es más probable que los parámetros científicos predominen por sobre los intereses económicos. Pero la distribución responde a otra lógica.

Desde hace más de un siglo que el contenido publicado por las revistas científicas se distribuye a través de *índices de resúmenes*. Lo que en un inicio eran catálogos o index impresos, hoy son grandes bases de datos con más de 60 millones de registros. Si bien las revistas no pagan para ser distribuidas, un alto porcentaje de los países del planeta abonan grandes sumas de dinero para que los investigadores puedan acceder a ese contenido. Por lo tanto, el negocio de las bases de datos es alcanzar récords de taquilla, no definir el guión de lo que distribuyen.

De hecho, no hay personas leyendo el contenido, sino autómatas que leen metadatos y los procesan a gran velocidad dentro de complejos sistemas de información. Por eso hoy, para transitar por la alfombra roja, no alcanza con que una revista sea científicamente consistente para los humanos: necesita que su contenido pueda ser leído por máquinas.
¿Es posible analizar la industria editorial científica con parámetros de la industria cinematográfica?

Muchos podrán considerarlo una herejía, bajo el presupuesto de que estamos hablando de ciencia y, por lo tanto, deberíamos regirnos por las reglas de juego del campo científico. Sin embargo, no estamos hablando de ciencia sino del monopolio de su distribución, en el que participan compañías como Thomson Reuters, una de las mayores concentradoras y distribuidoras de información no solo científica sino financiera a nivel mundial, que en 2016 obtuvo ingresos por 11.166 millones de dólares; o RELX Group =anteriormente denominada Reed Elsevier=, que engloba una serie de marcas asociadas como Elsevier, Scopus, ScienceDirect, LexisNexis-Risk Solutions, BankersAccuity, entre otras, que reportó un volumen de ingresos en 2016 de 8.412 millones de euros.

Para los grupos accionarios de estas compañías, la ciencia forma parte de un negocio altamente rentable. 
Su objetivo no sería mejorar las condiciones de vida de la humanidad, ni el *progreso* de la ciencia, sino aumentar su producción y su rentabilidad anual y, por lo tanto, deberían ser analizadas dentro de la lógica productiva del sector industrial y no del campo científico. Tal como ironiza George Monbiot, columnista de The Guardian: *Las editoriales científicas hacen que Murdoch parezca socialista*.

Pero más allá de los intereses en juego, la industria editorial, a diferencia de la cinematográfica, debe disputar la legitimidad de un capital simbólico como es la *calidad científica* y, por lo tanto, debe ocultar cualquier vinculación con intereses económicos: es necesario que las ganancias se visualicen como logros de la ciencia y no como mera acumulación de capital, lo cual requiere un tipo de enunciación, una construcción discursiva que acompañe.

Como en Argentina y en muchos otros países de América Latina, las prácticas abusivas de la industria editorial no son un tema problematizado, se desconoce, por ejemplo, que más de 16.000 investigadores a nivel mundial han firmado públicamente el boycot a la compañía Elsevier iniciado por un grupo de matemáticos de Cambridge, del MIT, de Chicago, de California, de París 7, entre otras tantas universidades, y que periódicos como The Guardian, El País, Le Monde, The Washington Post, The New York Times, suelen ser eco de posiciones muy críticas respecto de la gran industria editorial científica.

Es como si muchos investigadores de Latinoamérica siguieran aplaudiendo una obra que ya no está en cartel: siguen considerando que publicar en revistas de Elsevier es el mayor logro al que puedan aspirar, aunque sus prácticas abusivas hayan sido denunciadas por la propia comunidad académica internacional.

Pero la mercantilización de la ciencia no es el único modelo posible. En los últimos años del siglo XX surge un movimiento internacional que propone nuevas maneras de entender la comunicación científica; cuestiona el concepto de *propiedad* de la ciencia y, por lo tanto, su forma de comercialización; entiende que los conocimientos financiados con recursos públicos deben estar disponibles para la sociedad que financia las investigaciones.

Esto coloca en el centro de la discusión la desigualdad en el acceso a la información científica, en clara oposición al modelo cerrado de distribución consolidado por el sector industrializado. Así nace el movimiento de *acceso abierto*, que instala la discusión política al interior de un campo científico que se presenta a sí mismo como un escenario neutral, despojado de intereses y conflictos de poder. En este sentido, es interesante recuperar a Chantal Mouffe, quien plantea que la negación de esos intereses y de la conflictividad propia de las relaciones sociales coloca a la política en un terreno neutral en el que no se cuestiona la hegemonía dominante.

Los principios del acceso abierto tienen la potencialidad de restituir esa conflictividad, de revertir las asimetrías, ampliar los límites y apostar a otra *geografía de la ciencia* como menciona Jean Claude Guédon. Pero este movimiento entendió que para cambiar de manera radical el escenario, no se trataba solo de enfrentar desde lo discursivo al poder económico: había que desarrollar sistemas integrados, protocolos de distribución electrónica, programas de código abierto, licencias de uso de los contenidos, es decir, todo un andamiaje que le permitiera al sector no industrializado mejorar sus estándares de gestión, publicación y distribución de contenidos para cobrar mayor visibilidad.

De la mano de la cultura del software libre, las licencias Creative Commons y el proyecto Public Knowledge Project =PKP= que impulsaron Richard Stallman, Jimmy Wales, Aaron Swartz, Lawrence Lessig, John Willinsky, Brian Owen, Juan Pablo Alperin entre tantos otros, se crearon las condiciones para que las revistas científicas latinoamericanas tuvieran acceso a estándares tecnológicos internacionales.

Pero la realidad es que, si bien estamos ante una situación privilegiada al contar con la posibilidad de acceder a poderosos recursos tecnológicos, paradójicamente, la capacidad de apropiación de la tecnología disponible es muy baja, dado que requiere del aprendizaje de nuevos lenguajes: ya no solo es necesario editar el texto que leen los humanos sino que además es necesario comprender y editar el lenguaje destinado a las máquinas, encargadas de automatizar diversos procesos, entre ellos, la distribución de contenidos científicos.

Si bien este nuevo interlocutor permite la integración de los contenidos a sistemas globales de información, por su propia complejidad, nos enfrenta de nuevo a un potencial aumento de las asimetrías, y eleva la brecha entre las revistas industrializadas y las que se editan por fuera de la industria. 
Y esta brecha no es solo tecnológica.

El cine argentino logró crecer y consolidarse gracias a la existencia de un fondo de fomento que hoy está en peligro. En el caso del sector editorial científico, el financiamiento estatal para pagar costos de publicación va a parar, en su gran mayoría, a la gran industria editorial internacional.

Es como si el Estado argentino se dedicara a financiar el cine de Hollywood, en vez de impulsar la industria local, lo cual sería un absurdo, pero es lo que ocurre hoy en el campo editorial científico. Y esto se debe, además, a la baja inversión en investigación y desarrollo tanto estatal como privada, lo que desfinancia aún más la etapa final del proceso de publicación y distribución de resultados y no permite el surgimiento de un sector editorial especializado.
Los procesos editoriales en soporte electrónico cambiaron radicalmente en los últimos cinco años.

La integración de sistemas antes desarticulados generó estándares más complejos que aumentaron los costos de edición. Para editar revistas que respondan a las necesidades de todas las áreas de conocimiento es necesario invertir en esquemas innovadores de producción, en nuevas formas de visualización y distribución de contenidos, para lo cual es indispensable la integración de conocimientos informático-editoriales.
Sin embargo, entendemos que para pensar de forma crítica el campo editorial científico no podemos asumir que solo con la incorporación de avances tecnológicos o con la promulgación de leyes podremos modificar prácticas instaladas culturalmente.

La ciencia es una práctica humana y, por lo tanto, social, cuya agenda debe ser pensada en esos términos. Por eso proponemos la noción de *práctica editorial contextualizada* para discutir en términos políticos las formas de crear y socializar los conocimientos científicos y dejar de reproducir enunciados que se instalan y se repiten sin cuestionamientos. Como menciona Oswald Ducrot: *nuestras palabras son en gran parte la simple reproducción de discursos ya escuchados o leídos*. Pero reproducir discursos acríticamente es vaciar de sentido nuestro relato.

La realidad es que el mundo no necesita más revistas científicas industrializadas, sino modelos productivos alternativos, más equitativos, igualitarios y colaborativos, que revaloricen nuestras formas de hacer ciencia. 
Y para integrar esos contenidos al mundo necesitamos implementar nuevos estándares tecnológicos que potencien la distribución y el ingreso a los sistemas internacionales de evaluación de la producción académica.

La pregunta que deberíamos intentar responder es ¿cómo entrar en diálogo con la ciencia internacional sin perder identidad?

El mundo necesita que se abran nuevos espacios para que dialoguen otras voces y no seguir concentrando un relato único que reproduzca los intereses de sectores altamente concentrados.
Las revistas científicas, al igual que cualquier otro medio de comunicación, pueden responder a modelos más igualitarios, contextualizados, plurales e inclusivos de producir, publicar y distribuir conocimientos científicos.

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Gilgamesh***

Fuente;
-elortiba

2 comentarios :

Gilgamesh dijo...


Carlos A Gomez-EN LA GUARIDA CON FRANA y 4+;
muchas gracias.

Águila Solitaria dijo...

REQUETE BUEN DIAAAAA FAMILIAAA ACABA SALIR EL CAFE OS MANDO UN TRASVASE EL QUE LE GUSTE TE O MATE LE MANDO OTRO JAJA EN BREVE YEGA BLAS BLUES JAJA BRINDAREMOS POR LAS AMISTAD Y EL TIEMPO LLEGADO GILGAAA QUE YA NIEVA POR ARGENTINA AQUI LLOVIO ANOCHE HOY TODO PRECIOSO PERO SI EL MICROJET RADIOACTIVO SIGE LA FIESTA SERA TROPICAL JAJA VERDE DOLAR VERDE QUE TE QUIERO VERDE EL QUE ENGAÑEN TERGIVERSEN Y MANIPULEN ES LA PRUEBA MAS CONTUNDENTE DE QUE ALGO GORDO ESTA PASANDO Y LO SABEN COMO LO SABIAN LOS MAYA LOS HOPI ETC HASTA EL VATICANO LO SABE POR ESO TIENEN EL TELESCOPIO ESE BINOCULAR EN ATACAMA YA NO SE TRATA DE DESCUBRIR LA X O EL TRUÑO CUANDO HUELE ESTA CERCA ASI QUE A MI NO ME LA DAN POR QUE ADEMAS TODO A IDO TAL CUAL IMAGINE SOÑE O PRESENTI LA CAUAA REAL DEL GAZPACHO ME DA IGUAL NOBIRUS RADIACION FEBO O SU SUN LOS HECHOS SON MAS QUE EVIDENTES FASE A :MEGAROCK CALENTAMIENTO DESHIELO Y CORRIENTES ATLANTICAS KO. FASE B : VUELTA AL FREZEER FROST ICE EAGE ES ES MI OPINION Y TENGO MUY SEGURO QUE COINCIDE CON LA PRECESION DE LOS EQUINOCIOS Y EL BAMBOLEO TERRESTRE. NAMASTEEEEEEEEEE AMIG@SSSSSS JAY MIAUUUUU GILGAAA ESPERO EL FAMILIAR MEJOR DENTRO DE LA SITUACION