miércoles, 14 de octubre de 2015

* No sentimos pertenencia con el mundo*

***Excelente noche de Miércoles para todos.

Si están leyendo ésto es porque misteriosamente, una gran alerta meteorológica no se está cumpliendo, digo misteriosamente porque la tormenta es real, la vi en los diversos satélites, venía haciendo desastre a su paso pero..cuando parecía que se desataba aquí, ...el tiempo se detuvo.
Todo negro, viento arrastrando mucha tierra, relámpagos, 3 o 4 gotas y de repente...como si alguien hubiera bajado una palanca...silencio sepulcral.
El cielo está súper-cubierto, negro como solemos decir, no llueve, y no se mueve ni una sola hoja...

No sé si justo aquí arriba es la zona del límite de la tormenta, o bien, llegará más tarde de lo que debía llegar, cuestión que ante ésta calma que corta el aire, decidí entregarles un interesante capítulo del querido Hans Jonas, en donde muchos de ustedes podrán sentirse identificados, especialmente cuando...¿han visto que solemos sentirnos que no somos de éste mundo?, o que no queremos regresar más, no sentimos pertenencia a él, intuímos que nuestro verdadero hogar está muy lejos de aquí.

Jonas lo explica desde cómo el Gnostiscismo lo concibió.
Sabrán disculpar la ausencia de imágenes para amenizar, pero ante la tormenta que no se define, decidí dejarles sólo texto.
Espero que lo disfruten, un fuerte abrazo y hasta mañana.
Gilgamesh*** 


El *Extraño*

*En el nombre de la primera Vida grande y extraña de los mundos de la luz, de lo sublime situado sobre todas las obras*; ésta es la forma más frecuente con que dan comienzo las composiciones mandeas, donde *extraña*, en su sentido de *diferente*, es un atributo constantemente asociado a la *Vida* que, por su naturaleza, es extraña a este mundo y, en ciertas condiciones, una *extranjera* en este mundo. La fórmula citada habla de la *primera Vida situada sobre todas las obras*, y a la que tenemos que añadir *de la creación*, es decir, sobre el mundo. 

El concepto de Vida extraña es uno de los símbolos en forma de palabra más impresionantes con los que nos encontraremos en el lenguaje gnóstico, y constituye a su vez un símbolo nuevo en la historia del lenguaje humano en general. Este término tiene otros equivalentes en la literatura gnóstica; por ejemplo, el concepto de *Dios extraño* de Marción, o, simplemente, *el Extraño*, *el Otro*, *el Desconocido*, *el Sin Nombre*, *el Oculto*; o el *Padre desconocido* que aparece en muchos escritos gnósticos cristianos. Su homólogo filosófico está representado por la *trascendencia absoluta* del pensamiento neoplatónico. 

Pero, incluso al margen de estos usos teológicos en los que equivale a uno de los predicados de Dios o del Ser más elevado, la palabra *extraño*=y sus equivalentes= tiene su propia significación simbólica, como expresión de una experiencia humana esencial, y este hecho subyace a los distintos usos de la palabra en contextos más teóricos. Si consideramos esta experiencia implícita, la combinación *la vida extraña* resultará particularmente instructiva. Lo extraño es aquello que nace en otro lugar y no pertenece a éste. 

Para aquellos que sí pertenecen a este lugar es, por tanto, lo raro, lo no familiar y lo incomprensible; pero el mundo de éstos es, a su vez,tan incomprensible para esta naturaleza extraña que viene a habitar entre ellos como una tierra extranjera; y, así, padece el sino del extranjero solitario, desprotegido, incomprendido e incapaz de comprender en una situación llena de peligros. La angustia y la añoranza del hogar forman parte de la suerte del extranjero. 

El extranjero que no conoce bien los caminos de la tierra extraña vaga perdido; si aprende estos caminos, olvida que es un extranjero y se pierde en un sentido diferente, sucumbiendo al señuelo del mundo extraño y apartándose de su propio origen. 

De esta forma, se habrá convertido en un *hijo de la casa*. También esto forma parte del destino del extraño. En este extrañamiento de sí mismo, el desasosiego desaparece, pero este mismo hecho representa la culminación de la tragedia del extranjero. El recuerdo de su propia diferencia, el reconocimiento de su lugar de exilio por lo que es, constituye el primer  paso atrás; la despertada añoranza del hogar, el comienzo del regreso.Todo esto pertenece al lado *doloroso* de la experiencia del extrañamiento. 

Sin embargo, con relación a su origen, es al mismo tiempo una marca de excelencia, una fuente de poder y de vida secreta desconocidos para el medio en el que se mueve, y, en última instancia, inconquistable, ya que no es comprensible para las criaturas de este mundo. Esta superioridad de lo extraño, que lo distingue incluso en este lado, aunque secretamente, constituye la manifestación de su gloria en el reino nativo que le es propio, y que se encuentra fuera de este mundo. En esta posición, lo extraño es lo remoto, lo inaccesible; y su condición comporta majestad. Así, lo extraño, en términos absolutos, es la totalidad trascendente, el más allá, y un eminente atributo de Dios. 

Las dos caras de la idea de lo extraño, la positiva y la negativa, experiencia del extrañamiento vista como experiencia superior y como sufrimiento, como prerrogativa de la lejanía y como destino de la intrincación, alternan como características de un solo y mismo tema: la Vida. Como primera gran Vida, comparte sólo el aspecto positivo, y se encuentra más allá, sobre el mundo, en los mundos de la luz, en los frutos del esplendor, en las cortes de la luz, en la casa de la perfección, etc. 

Como experiencia dividida en el mundo, comparte trágicamente la interpenetración de ambas caras, y la realización de todos los puntos señalados con anterioridad, en una sucesión dramática que está gobernada por el tema de la salvación, conforma la historia metafísica de la luz exiliada de la Luz, de la vida exiliada de la Vida e inmersa en el mundo: la historia de su extrañamiento y su recuperación, su camino descendente al mundo inferior que atraviesa, y de nuevo ascendente. 

Según los distintos estadios de esta historia, el término *extraño*, o sus equivalentes, puede presentarse bajo multitud de combinaciones: *mi alma extraña*, *mi corazón añorante*, *la viña solitaria*, que hacen referencia a la condición humana, mientras *el hombre extranjero* y *el extraño* se refieren al mensajero que viene del mundo de la Luz.

*Más allá*, *Exterior*,*Este mundo* y *El otro mundo*.

Otros términos e imágenes están muy íntimamente relacionados con este concepto central. Si la Vida es originariamente extraña, su hogar se encontrará fuera o más allá de este mundo. Más allá, aquí, significa más allá de todo lo que forma parte del cosmos, el cielo y sus estrellas inclusive. Y utilizamos el término inclusive en su sentido literal: la idea de un exterior absoluto limita al mundo a un sistema cerrado y circunscrito, que por su vastedad e inclusividad resulta aterrador para aquellos que están perdidos en él, si bien es finito dentro del campo de acción total del ser. Se trata de un sistema de poder, de una entidad demoníaca cargada de inclinaciones personales y fuerzas compulsivas. 

La limitación que se deriva de la idea del más allá priva al mundo de su demanda de totalidad. Mientras *mundo* signifique *el Todo*, la suma total de la realidad, sólo existirá *el* mundo, y una mayor especificación carecería de sentido: si el cosmos dejara de ser el Todo, si estuviera limitado por algo radicalmente otro y, sin embargo, eminentemente real, tendría que ser designado como *este* mundo. Todas las relaciones de la existencia terrenal del hombre se producen *en este mundo*, o son *de este mundo*, lo cual contrasta con *el otro mundo*, la morada de la Vida. Visto desde el más allá, sin embargo, y con los ojos de los habitantes de los mundos de la Luz y de la Vida, nuestro mundo aparecerá como *ese mundo*. El pronombre demostrativo, asociado al término mundo, adquiere así una gran importancia, y la combinación es de nuevo un símbolo lingüístico del gnosticismo fundamental, estrechamente relacionado asu vez con el concepto primario de *extraño*

Mundos y eones.

En línea con esta visión de las cosas, el mundo pasa a ser utilizado en plural. La expresión *los mundos* denota la larga cadena de tales dominios de poder de carácter cerrado, de divisiones en un sistema cósmico más extenso, a través de los cuales la Vida debe pasar en su camino y a los cuales es igualmente extraña. Sólo la pérdida de su condición de totalidad, al verse particularizada y demonizada a un tiempo, hizo que el concepto mundo admitiera la pluralidad. Asimismo, podríamos decir que *mundo* denota más un colectivo que una unidad, más una familia demoníaca que un individuo único. 

La pluralidad denota también el aspecto laberíntico del mundo: en los mundos el alma pierde su camino y vaga errante; busca una salida para salir de un mundo y se encuentra en otro no menos mundo. Esta multiplicación de sistemas demoníacos, a los cuales la vida irredenta está condenada, constituye uno de los temas de las numerosas enseñanzas gnósticas. Los mundos de los mandeos se corresponden con los eones del gnosticismo helenístico. Normalmente hay siete o doce =que se corresponden a su vez con el número de planetas o de signos del zodíaco=, si bien en algunos sistemas la pluralidad prolifera hasta alcanzar vertiginosas y aterradoras dimensiones, *365 cielos* o los innumerables *espacios*, *misterios* =aquí utilizados en su sentido topològico=, y *eones* de Pístis Sophía.
La Vida debe pasar a través de todos ellos =representantes de la multitud de grados que nos separan dela luz= para encontrar la salida.

-*¿Te das cuenta, hijo mío, de cuántos cuerpos hemos de atravesar, de cuántas hordas de démones, conexiones cósmicas y circuitos estelares, a fin de alcanzar a aquel que es uno solo y único?* =C.H.IV.8=

Debe entenderse, incluso donde no está expresamente formulado, que el papel de las fuerzas en juego es hostil y obstructor: unidas a la extensión espacial, simbolizan a un mismo tiempo el poder antidivino y aprisionador de este mundo. 

-*El camino que tenemos que seguir es largo e ilimitado*. =G 433=.
-*¡Cuán grandes son las fronteras de estos mundos de la oscuridad!* =G 155=.
-Ora no halla el Alma camino para escapar de sus males, infeliz, y sus errores la llevan al laberinto... Intenta escapar del amargo caos y no sabe cómo atravesarlo*.
=Salmo naaseno,Hipólito,Refut. v.10.2=

Al margen de cualquier personificación, la totalidad del espacio en el que la vida se halla tiene un carácter espiritual malévolo, y los mismos *démones* o demonios son tanto reinos espaciales como personas; vencerlos equivale a pasar a través de ellos, y abrirse camino a través de sus fronteras, a destruir su poder y a ganar la liberación que se desprende de la magia de su esfera. 

De esta forma, incluso en su papel redentor, la Vida de los escritos mandeos dice de sí misma que *vagó a través de los mundos*: o, como el Salmo naaseno pone en boca de Jesús: 

*pasaré a través de todos los eones, revelaré todos los misterios*. 

Este es el aspecto espacial de la idea. No menos demonizada se presenta la dimensión temporal de la existencia cósmica de la vida, también representada como un orden de poderes casi personales =los eones, por ejemplo=. Su condición, como en el caso del espacio del mundo, refleja la experiencia básica del extrañamiento y el exilio. Aquí, también, nos encontramos con la pluralidad observada en el primer caso: series completas de épocas se extienden entre el alma y su meta, y su simple número expresa el poder que el cosmos, como principio, tiene sobre sus cautivos; y, aquí, de nuevo, la escapatoria sólo es posible si se atraviesan todas. 

De esta forma, el camino de la salvación se conduce a través del orden temporal de las *generaciones*: a través de cadenas de innumerables generaciones la Vida trascendente se introduce en el mundo, habita en él y soporta su duración en apariencia infinita. Sólo a través de este largo y laborioso camino, con una memoria perdida y reconquistada, podrá completar su destino. Esto explica la impresionante fórmula *mundos y generaciones* que constantemente aparece en los escritos mandeos: 

*Vagué a través de mundos y de generaciones*, 
dice el redentor. Para el alma irredenta =que puede ser la del mismo redentor=, esta perspectiva temporal es una fuente de angustia. El terror producido por la vastedad de los espacios cósmicos es equiparable al que se deriva del tiempo que habrá de ser soportado: 

*Tanto tiempo he padecido y morado en elmundo* =G 458=.

Este doble aspecto del terror cósmico, el espacial y el temporal, queda bien expresado en el complejo significado del concepto helenístico, adaptado al gnosticismo, de *eón*. 

Concepto puramente temporal en su origen =duración de la vida, duración del tiempo cósmico, y, de ahí, eternidad=, fue sometido a una personificación por parte de la religión helenística pregnóstica seguramente, una adaptación del dios persa Zervan y se convirtió en objeto de culto; un culto que, incluso entonces, tenía asociaciones de carácter temible. 

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