sábado, 3 de septiembre de 2016

* La concepción Gnóstica de David R. Hawkins-parte 12 *

***Hermosa noche de Sábado para todos.

Retomamos el gran trabajo de Don David, al final una apostilla.




La Conciencia: El Camino Hacia Dios

El Intelecto.

El riesgo que se corre cuando se proporciona información es que el ego del oyente intente asimilar la información como datos para el intelecto, deteniéndose ahí. Hay estudiantes espirituales que han asistido literalmente a centenares de talleres y conferencias y tienen habitaciones llenas de libros espirituales, pero que no han hecho progreso alguno en su consciencia; se encuentran en un punto muerto. Su búsqueda consiste en ir de taller en taller, de libro en libro, de gurú en gurú, y seguir así. El trabajo espiritual no es un trabajo del intelecto =que llevar al doctorado en Religiones Comparadas o Teología=. 

La verdadera metafísica es una abstracción que facilita el lenguaje y la verbalización con el fin de comunicar eso que, en verdad, no puede ser comunicado con palabras. Las palabras no son cosas a ser realizadas. Las verdades aprendidas han de ser puestas en práctica en la vida diaria para que sean efectivas, pues esas verdades se hallan más allá de las palabras. Si se hace esto los cambios tienen lugar. El propósito de la información es que sea absorbida con familiaridad y luego madure en comprensión.

La Comprensión

En el trabajo espiritual, la comprensión en si misma tiene la capacidad de provocar el cambio. Actúa como un catalizador y abre nuevos modos de observación de las cosas. Provocando crecimiento y avance espiritual. A medida que el crecimiento espiritual continúa, los viejos estilos de pensamiento y contextualización son entregados y acompañados por la alegría de nuevos descubrimientos. La ira ante los absurdos de la vida se reemplaza ahora por la risa, y todo aquello por lo que el mundo gime y convierte en melodrama se ve ahora como algo cómico. 

Las enseñanzas espirituales tienen que ser aceptadas para poder integrarlas. La resistencia proviene del ego, que carece de humildad, y que, por orgullo, se resiente de estar equivocado. Es mejor darse cuenta de que uno no está renunciando a planteamientos erróneos, sino que está adoptando planteamientos mejores.

Para el intelecto tiene sentido que la paz sea mejor que la guerra y que el amor sea mejor que el odio, pero el ego puede negarse a renunciar a sus odios preferidos y a sus resentimientos justificados. Hay una multitud de millones de personas en el planeta, culturas y sociedades enteras, cuyo único tema y razón para sobrevivir es el odio. Toda su sociedad se basa en la venganza y en la dualidad de la víctima y el verdugo. Regiones enteras del planeta se consagran a las expresiones del odio, que se justifica constantemente una y otra vez remitiéndose al pasado distante. 

En la sociedad, no faltan justificaciones para el odio. Siempre se puede citar una larga lista de antepasados muertos y justificar el odio hacia sus antiguos enemigos. Es algo que hasta se puede llegar a ver como heroico, patriota, loable o políticamente correcto.

La Voluntad

Dejar ir lo viejo se facilita por la voluntad, el coraje y la fe. El progreso espiritual beneficia literalmente a toda la humanidad en tanto en cuanto que eleva el nivel general de conciencia. Incluso uno mínimo supone una gran diferencia. Otro obstáculo para el crecimiento espiritual es la impaciencia, que es algo que se puede vencer por la entrega.

La Meditación

Por todas partes se ha escrito una orientación general de esta técnica. Quizás creamos que los pensamientos están conectados entre si por asociación o por alguna otra explicación psicológica aparentemente plausible. 
Sin embargo, a través de la observación, uno se percata de lo contrario, los pensamientos se suceden sin sentido, de forma aleatoria. Saltan de un tema a otro, sin conexión alguna entre unos y otros. Normalmente se describe la corriente de pensamiento desde los límites del paradigma lineal newtoniano que imputa la causalidad donde no las hay en realidad. 

Los pensamientos parecen ser aleatorios, no lineales y caóticos, sin predictibilidad calculable. Parecen no tener orden ni concierto. A pesar de los muchos y loables esfuerzos realizados para explicarlos, no hay realmente ninguna explicación verificable acerca de los pensamientos, las imágenes, los conceptos, los recuerdos, las fantasías, los sentimientos, las esperanzas o los miedos, y el contenido de la mente se niega a ser controlado. El estrato suma de la mente, la matriz del pensamiento, es la producción constante del pensar que da vida a una interminable sucesión de pensamientos, que se solapan intencionadamente para impedir cualquier posibilidad de silencio.

Cuanto más se intenta controlarlo, cuantos más trucos se utilizan, mas rebelde se vuelve, más se niega a ser controlado, y más indomable parece. En la meditación, puedes ver desde el punto de vista del testigo, el observador, que el campo de la conciencia es en si el que está observando a la mente y que es inútil forcejear con ella. Conviene darse cuenta de que la mente no es el yo. Es impertinente, es seductora. Intenta convencerte de que tú eres ella. La identificación con el cuerpo no se supera destruyendo al cuerpo. 

Ni la identificación con la mente se trasciende destruyendo la mente. Si ni el cuerpo ni la mente son el verdadero yo, no es necesario destruirlo, vencerlo o combatir con él. Los pensamientos tienen lugar por si mismos, no porque sean causados por nada ni nadie. La naturaleza de la mente es pensar. Se la puede obligar a que discurra por un pensamiento lógico y secuencial durante cortos periodos de tiempo centrándose y por la intención. De este modo, puede resolver problemas. La mente es más rápida y más lista. 

Exige reconocimiento por sus pensamientos =es decir, por sus buenos pensamientos=. Has de ser tan afilado como una hoja de afeitar y poner mucha atención para captar que esa exigencia de autoría de los pensamientos sucede un nanosegundo después de que ocurra el pensamiento.

La ilusión del Yo pienso desaparece cuando se atrapa a la mente con las manos en la masa. Buda dijo lo mismo; la mente búdica se descubre entre los pensamientos.
En realidad los pensamientos no tienen ningún sentido ni son necesarios para la supervivencia. La reivindicación de la autoría del pensamiento del ego tiene lugar en realidad 1/10.000 partes de un segundo después. 
En realidad todo está sucediendo por si mismo. La propia vida es un regalo continuo, y su continuidad momento a momento está sustentada por Dios, no por el ego. 

No tiene sentido intentar bloquear los pensamientos; pues siempre vuelven. La gente tiene miedo de que si se apartan de su mente o pensamiento, o no lo observan con atención o intentan controlar, morirán o se volverán locos. Los objetivos del ego/mente no son alcanzables. Sus esfuerzos son aparatosos y perturbadores. En realidad, uno se encuentra mejor sin ella. En el momento en que observas su inutilidad, puedes empezar a abandonarla retirando el interés por ella. 

Puedes comenzar por renegar de su hipnótica fascinación y retirarte progresivamente de vigilante a observador, a testigo, a conciencia misma, y finalmente a la consciencia que ilumina la conciencia y permite a la consciencia ser consciente.

Se puede describir al Ser como un espacio esencialmente libre de forma. La mente está bajo la constante presión de la anticipación intentando controlar la siguiente fracción de nanosegundo de la experiencia. Puedes centrarte en el origen de esta voluntad de pensar y apartarla del nivel de la voluntad que subyace a su obsesión e impulso a controlar la experiencia del momento siguiente. 
El trabajo espiritual es pues una entrega sin fin, un dejar ir, un alejarse, un retirarse, y un ignorar, aquello que es irrelevante y esencialmente insatisfactorio. 

La dirección del enfoque se traslada entonces del contenido del pensamiento a aquello que observa y experimenta el pensamiento, y luego al descubrimiento de que la consciencia es consciente como resultado de una cualidad innata y no es en modo alguno el acto volitivo de un yo independiente e imaginario. La consciencia trasciende el lugar, el cuerpo, el espacio, el tiempo, la mente, el pensamiento y los sentimientos; Al igual que el cielo, es el telón de fondo sobre el cual flotan las nubes. 

Lo último que presencia la consciencia no se ve alterado por ningún contenido ni depende del contenido para su propia existencia. Ir más allá de lo conocido requiere coraje, fe y convicción. También requiere poder espiritual y energía, cuya fuente es innata a los campos superiores de la conciencia y a los grandes maestros y sus enseñanzas. La propia iluminación es por la gracia de Dios, pero también sucede solo por propia decisión interior y elección.

Apostilla;
En parte Hawkins tiene razón, aunque por tener razón sobre eso de vaciar los pensamientos, yo en mi caso no concibo semejante prodigio.
No puedo imaginar mis 52 años de vida que llevo viviendo como un robot o un ente que no piensa.

Si no pensáramos creo que nos habríamos privado de tantos deleites..., por ejemplo una bella canción, hecha música y voz a través de un autor que primero...pensó una historia que contar.

De músicos que pensaron en ejecutar un instrumento y ennoblecerlo, y de una voz que pensó en que si cantaba le ponía belleza a tanta amargura..

Pero Hawkins tiene razón cuando escuchamos la letra de ésta canción y llegamos a la conclusión de que si el o la autora de la canción no hubiera pensado así...seguramente no estaría experimentando eso de...sufrir por amor...por una ausencia..., que se tiene que remendar con...la imaginación.

Dulces sueños para todos;



Gilgamesh***

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