***Feliz inicio del primer día del segundo mes de éste año 2017.
Generalmente suelo dividir al blog en dos tiempos, los del mediodía donde suelo compartir análisis del clima espacial o terrestre, o compartir noticias de actualidad con algo de análisis, el tiempo nocturno suelo dedicarlo a compartir más bien reflexiones o estudios sobre religión y temas más profundos inherentes a nuestra existencia.
En éste mediodía voy a romper el esquema.
Es muy difícil estar en un equilibrio emocional perpetuo o permanente, todos y absolutamente todos somos atravesados todo el tiempo por circunstancias, emociones, pensamientos y ese diario vivir que nos tiene basculando como el mercurio dentro del termómetro.
Vivir no es fácil...y no es novedad, hay quienes ésto de vivir se les hace un tedio, otros lo pueden sobrellevar, algunos con cierto éxito si de ser felices se trata, y otros muy exitosos pero sin ser felices. Sé de algunos amigos que por éstos días andan de capa caída, esos típicos bajones cíclicos que no debemos permitir instalarse por mucho tiempo.
A veces uno puede ayudar con una palabra a veces no, son procesos internos muy íntimos de cada quien, y la inutilidad se hace evidente cuando por más buena voluntad que uno tenga encuentra *cerrada* la puerta de quien la necesita así, para autodepurarse.
Intentando dejarles entonces en éste mediodía algo que ¿quién sabe? pueda ayudarles a quienes estén medio bajoneados, algunos conceptos que le puedan servir.
Y he elegido a Epicuro;
-Epicuro nació en Samos, aproximadamente 341 a. C. y murió en Atenas, 270 a. C., también conocido como Epicuro de Samos, fue un filósofo griego, fundador de la escuela que lleva su nombre. Los aspectos más destacados de su doctrina son el hedonismo racional y el atomismo.
Defendió una doctrina basada en la búsqueda del placer, la cual debería ser dirigida por la prudencia.
Se manifestó en contra del destino, de la necesidad y del recurrente sentido griego de fatalidad. La naturaleza, según Epicuro, está regida por el azar, entendido como ausencia de causalidad. Solo así es posible la libertad, sin la cual el hedonismo no tiene motivo de ser.
Manifestó que los mitos religiosos amargan la vida de los hombres. El fin de la vida humana es procurar el placer y evadir el dolor, pero siempre de una manera racional, evitando los excesos, pues estos provocan un sufrimiento posterior.
Los placeres del espíritu son superiores a los del cuerpo, y ambos deben satisfacerse con inteligencia, procurando llegar a un estado de bienestar corporal y espiritual al que llamaba *ataraxia*. Criticaba tanto el desenfreno como la renuncia a los placeres de la carne, y argüía que debería buscarse un término medio y que los goces carnales deberían satisfacerse siempre y cuando no conllevaran un dolor en el futuro.
La filosofía epicúrea afirma que la filosofía debe ser un instrumento al servicio de la vida de los hombres y que el conocimiento por sí mismo no tiene ninguna utilidad si no se emplea en la búsqueda de la felicidad.
Hecha la presentación de Epicuro les voy a compartir una de sus grandes y bellas piezas de la reflexión sobre nuestra existencia, especialmente sobre el equilibrio necesario en el arte de vivir para intentar descubrir eso tan difícil llamado...felicidad.
Les dejo un fuerte abrazo, deseando que cualquiera de ustedes pueda hallar en ésta Carta alguna clave que les ayude a salir del bajón.
Carta a Meneceo
Epicuro a Meneceo, salud.
Que nadie, mientras sea joven, se muestre remiso en filosofar, ni, al llegar a viejo, de filosofar se canse. Porque, para alcanzar la salud del alma, nunca se es demasiado viejo ni demasiado joven. Quien afirma que aún no le ha llegado la hora o que ya le pasó la edad, es como si dijera que para la felicidad no le ha llegado aún el momento, o que ya lo dejó atrás. Así pues, practiquen la filosofía tanto el joven como el viejo; uno, para que aún envejeciendo, pueda mantenerse joven en su felicidad gracias a los recuerdos del pasado; el otro, para que pueda ser joven y viejo a la vez mostrando su serenidad frente al porvenir.
Debemos meditar, por tanto, sobre las cosas que nos reportan felicidad, porque, si disfrutamos de ella, lo poseemos todo y, si nos falta, hacemos todo lo posible para obtenerla.
Los principios que siempre te he ido repitiendo, practícalos y medítalos aceptándolos como máximas necesarias para llevar una vida feliz. Considera, ante todo, a la divinidad como un ser incorruptible y dichoso =tal como lo sugiere la noción común= y no le atribuyas nunca nada contrario a su inmortalidad, ni discordante con su felicidad.
Piensa como verdaderos todos aquellos atributos que contribuyan a salvaguardar su inmortalidad. Porque los dioses existen: el conocimiento que de ellos tenemos es evidente, pero no son como la mayoría de la gente cree, que les confiere atributos discordantes con la noción que de ellos posee. Por tanto, impío no es quien reniega de los dioses de la multitud, sino quien aplica las opiniones de la multitud a los dioses, ya que no son intuiciones, sino presunciones vanas, las razones de la gente al referirse a los dioses, según las cuales los mayores males y los mayores bienes nos llegan gracias a ellos, porque éstos, entregados continuamente a sus propias virtudes, acogen a sus semejantes, pero consideran extraño a todo lo que les es diferente.
Acostúmbrate a pensar que la muerte para nosotros no es nada, porque todo el bien y todo el mal residen en las sensaciones, y precisamente la muerte consiste en estar privado de sensación. Por tanto, la recta convicción de que la muerte no es nada para nosotros nos hace agradable la mortalidad de la vida; no porque le añada un tiempo indefinido, sino porque nos priva de un afán desmesurado de inmortalidad. Nada hay que cause temor en la vida para quien está convencido de que el no vivir no guarda tampoco nada temible.
Es estúpido quien confiese temer la muerte no por el dolor que pueda causarle en el momento en que se presente, sino porque, pensando en ella, siente dolor: porque aquello cuya presencia no nos perturba, no es sensato que nos angustie durante su espera. El peor de los males, la muerte, no significa nada para nosotros, porque mientras vivimos no existe, y cuando está presente nosotros no existimos. Así pues, la muerte no es real ni para los vivos ni para los muertos, ya que está lejos de los primeros y, cuando se acerca a los segundos, éstos han desaparecido ya.
A pesar de ello, la mayoría de la gente unas veces rehuye la muerte viéndola como el mayor de los males, y otras la invoca para remedio de las desgracias de esta vida. El sabio, por su parte, ni desea la vida ni rehuye el dejarla, porque para él el vivir no es un mal, ni considera que lo sea la muerte. Y así como de entre los alimentos no escoge los más abundantes, sino los más agradables, del mismo modo disfruta no del tiempo más largo, sino del más intenso placer.
El que exhorta al joven a una buena vida y al viejo a una buena muerte es un insensato, no sólo por las cosas agradables que la vida comporta, sino porque la meditación y el arte de vivir y de morir bien son una misma cosa.
Y aún es peor quien dice: bello es no haber nacido pero, puesto que nacimos, cruzar cuanto antes las puertas del Hades
Si lo dice de corazón, ¿por qué no abandona la vida? Está en su derecho, si lo ha meditado bien. Por el contrario, si se trata de una broma, se muestra frívolo en asuntos
que no lo requieren. Recordemos también que el futuro no es nuestro, pero tampoco puede decirse que no nos pertenezca del todo. Por lo tanto no hemos de esperarlo como si tuviera que cumplirse con certeza, ni tenemos que desesperarnos como si nunca fuera a realizarse.
Del mismo modo hay que saber que, de los deseos, unos son necesarios, los otros vanos, y entre los naturales hay algunos que son necesarios y otros tan sólo naturales. De los necesarios, unos son indispensables para conseguir la felicidad; otros,para el bienestar del cuerpo; otros, para la propia vida. De modo que, si los conocemos
bien, sabremos relacionar cada elección o cada negativa con la salud del cuerpo o la tranquilidad del alma, ya que éste es el objetivo de una vida feliz, y con vistas a él
realizamos todos nuestros actos, para no sufrir ni sentir turbación.
Tan pronto como lo alcanzamos, cualquier tempestad del alma se serena, y al hombre ya no le queda más que desear ni busca otra cosa para colmar el bien del alma y del cuerpo. Pues el placer lo necesitamos cuando su ausencia nos causa dolor, pero, cuando no experimentamos dolor, tampoco sentimos necesidad de placer. Por este motivo afirmamos que el placer es el principio y fin de una vida feliz, porque lo hemos reconocido como un bien primero y congénito, a partir del cual iniciamos cualquier elección o aversión y a él nos referimos al juzgar los bienes según la norma del placer y del dolor.
Y, puesto que éste es el bien primero y connatural, por ese motivo no elegimos todos los placeres, sino que en ocasiones renunciamos a muchos cuando de ellos se sigue un trastorno aún mayor. Y muchos dolores los consideramos preferibles a los placeres si obtenemos un mayor placer cuanto más tiempo hayamos soportado el dolor. Cada placer, por su propia naturaleza, es un bien, pero no hay que elegirlos todos. De modo similar, todo dolor es un mal, pero no siempre hay que rehuir del dolor. Según las ganancias y los perjuicios hay que juzgar sobre el placer y el dolor, porque algunas veces el bien se torna en mal, y otras veces el mal es un bien.
La autarquía la tenemos por un gran bien, no porque debamos siempre conformarnos con poco, sino para que, si no tenemos mucho, con este poco nos baste, pues estamos convencidos de que de la abundancia gozan con mayor dulzura aquellos que mínimamente la necesitan, y que todo lo que la naturaleza reclama es fácil de obtener, y difícil lo que representa un capricho.
Los alimentos frugales proporcionan el mismo placer que los exquisitos, cuando satisfacen el dolor que su falta nos causa, y el pan y el agua son motivo del mayor
placer cuando de ellos se alimenta quien tiene necesidad.
Estar acostumbrado a una comida frugal y sin complicaciones es saludable, y ayuda a que el hombre sea diligente en las ocupaciones de la vida; y, si de modo intermitente participamos de una vida más lujosa, nuestra disposición frente a esta clase de vida es mejor y nos mostramos menos temerosos respecto a la suerte. Cuando decimos que el placer es la única finalidad, no nos referimos a los placeres de los disolutos y crápulas, como afirman algunos que desconocen nuestra doctrina o no están de acuerdo con ella o la interpretan mal, sino al hecho de no sentir dolor en el cuerpo ni turbación en el alma.
Pues ni los banquetes ni los festejos continuados, ni el gozar con jovencitos y mujeres, ni los pescados ni otros manjares que ofrecen las mesas bien servidas nos hacen la vida agradable, sino el juicio certero que examina las causas de cada acto de elección y aversión y sabe guiar nuestras opiniones lejos de aquellas que llenan el alma de inquietud.
El principio de todo esto y el bien máximo es el juicio, y por ello el juicio =de donde se originan las restantes virtudes= es más valioso que la propia filosofía, y nos enseña que no existe una vida feliz sin que sea al mismo tiempo juiciosa, bella y justa, ni es posible vivir con prudencia, belleza y justicia sin ser feliz.
Pues las virtudes son connaturales a una vida feliz, y el vivir felizmente se acompaña siempre de virtud.
Porque..
¿A qué hombre considerarías superior a aquel que guarda opiniones piadosas respecto a los dioses, se muestra tranquilo frente a la muerte, sabe qué es el bien de acuerdo con la naturaleza, tiene clara conciencia de que el límite de los bienes es fácil de alcanzar y el límite de los males, por el contrario, dura poco tiempo, y comporta algunas penas; que se burla del destino, considerado por algunos señor absoluto de todas las cosas, afirmando que algunas suceden por necesidad, otras casualmente; otras, en fin, dependen de nosotros, porque se da cuenta de que la necesidad es irresponsable, el azar inestable, y, en cambio, nuestra voluntad es libre, y, por ello, digna de merecer repulsa o alabanza?
Casi era mejor creer en los mitos sobre los dioses que ser esclavo de la predestinación de los físicos; porque aquéllos nos ofrecían la esperanza de llegar a conmover a los dioses con nuestras ofrendas; y el destino, en cambio, es implacable. Y el sabio no considera la fortuna como una divinidad =tal como la mayoría de la gente cree= , pues ninguna de las acciones de los dioses carece de armonía, ni tampoco como una causa no fundada en la realidad, ni cree que aporte a los hombres ningún bien ni ningún mal relacionado con su vida feliz, sino solamente que la fortuna es el origen de grandes bienes y de grandes calamidades.
El sabio cree que es mejor guardar la sensatez y ser desafortunado que tener fortuna con insensatez. Lo preferible, ciertamente, en nuestras acciones, es que el buen juicio prevalezca con la ayuda de la suerte.
Estos consejos, y otros similares medítalos noche y día en tu interior y en compañía de alguien que sea como tú, y así nunca, ni estando despierto ni en sueños, sentirás turbación, sino que, por el contrario, vivirás como un dios entre los hombres.
Pues en nada se parece a un mortal el hombre que vive entre bienes imperecederos.
Gilgamesh***
miércoles, 1 de febrero de 2017
* Carta a Meneceo *
Publicado por
Gilgamesh
en
13:44
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Etiquetas:
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9 comentarios :
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..particular punto de vista..Namasté.
Lehaim HermanO.
Sabias palabras.....
¿Fue Jesus un Filosofo?. Seguro que SI, entre otros dones.
Un post para tener presente en momentos dificiles....., o para pensar detenidamente en momentos de soledad....., para darse cuenta del poder latente e infinito que todos poseemos..... aunque esta "suciedad", nos haga creer lo contrario.
Alguien dijo.....:
"El mundo es una barca....., dijo Calderon De La Mierda....".
¿O era alreves?.....
Infinitamente Gracias por post como este....., que no te deja indiferente.....
Fuerte apreton de manos "KUI".
LEHAIM.
Genial,cuantas cosas tan importantes sabían hace años y siguen igual de vigentes hoy,en esas andamos en la serenidad del alma ,que no es tarea fácil, un abrazo
Aplausosssss, gracias Gilga ,lo voy a releer por que esta excelente .
Saludosss
Muchas Gracias Gilga, lo imprimo y me lo guardo en la mesita de noche, me parece una lectura obligada y frecuente para interiorizarla bien. Un fuerte abrazo, tu siempre tan oportuno
IMAGINO QUE DEL FENÓMENO CARRINGTON ESTARAS HASTA EL GORRO, PERO TAL VEZ A ALGUIEN LE INTERESE LEER ESTO:
http://www.theeventchronicle.com/media/informational/what-was-the-carrington-event/
SALUDOS!
Buenas tardes a tod@seguir
Gran aporte a tener en cuenta, espero me sirva ya que estoy pasando por momentos delicados y a pesar de ser un optimista de estudio, esta vez estan estirando mas fuerte hacia abajo, pero les costará doblar me el espinazo.
Saludos Raúl GG
Posdata: Un clásico. ...Me levante un lunes para ir un martes a trabajar ,pero como vi el miércoles que el jueves llovería , me pregunté el viernes para que voy ha ir si el sábado y domingo son fiesta
Dolors López-LILIANA MORENO-Alma9-Alejandro y 4+; muchas gracias
Alejandro; jajaja...esa de Calderón..., gracias hermano, y Cristo podríamos decir que resumía en sí mismo todo Conocimiento, por lo cual ser Filósofo es apenas una de las totales virtudes. Abrazo.
eleritzo espaider; Namasté hermano, gracias.
Marta; así es amiga nos resulta increíble pensar que hace 3000 años los seres humanos tuvieran esa enorme capacidad de reflexión. Cuando uno hoy busca referentes similares...se pregunta ¿hemos inventado algo nuevo?, fuerte abrazo y gracias.
Gustavo Castañeda; de nada hermano, palmas para Epicuro, abrazo.
J.J; gracias a vos ami, se busca coaching con semejante Conocimiento, jeje, abrazo.
Jaomart; jeje..efectivamente...hasta el gorro, pero bue..quien sabe, gracias.
Raúl Gázquez; ESPECTACULARRRRRRRRRRR un clásico. Abrazo
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