martes, 27 de noviembre de 2018

* Je..20 *

***Preciosa jornada de Martes para todxs.

Se viene la *Cumbre G 20* y como siempre muchas especulaciones cada vez que los máximos líderes visibles mundiales se reúnen.
La Cumbre viene bien picante, en primer lugar se va a realizar en un país como Argentina que se encuentra sumida en la peor crisis imaginada tanto por opositores como oficialistas, con un CEOgobierno neoliberal deshilachado, que mira hacia las elecciones del año próximo y ve que sus chances agonizan.
En el medio, un descontento social enorme, marchas de protesta, piquetes, huelgas, y un estado de gran movilización pese al intento de los medios dominantes de blindar mediáticamente al gobierno.

El país y especialmente Buenos Aires estará militarizado in extremis, con un megaoperativo de seguridad que en realidad consta de dos frentes.
El interno, abocado exclusivamente a las posibles protestas locales, el externo dedicado a la seguridad de los líderes mundiales que corre por cuenta de cada uno de ellos, de manera si se quiere *privada*, lo cual hace de Buenos Aires y alrededores un verdadero arsenal de armamento y de prodigios tecnológicos aplicados a la estrategia de la prevención bélica.

Ésta *reunión* de caníbales se da en contexto mundial muy revuelto.

Un histriónico Trump en pie de guerra comercial con China que además *gasea* a los migrantes centroamericanos en la frontera con México, un Putin que viene picante luego del incidente militar con Ucrania de las últimas horas, Human Rights Watch, ONG dedicada a la defensa y la promoción de los Derechos Humanos y su pedido a la Justicia Argentina de *detener* al príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammed bin Salmán, sospechado de ser el autor intelectual del crimen del periodista saudí Jamal Khashoggi en Turquía, Theresa May y el Brexit, Macron jaquado por la crisis interna generada por sus políticas, Angela Dorothea Merkel perdiendo poder en manos de los neonazis, la curiosa participación de Enrique Peña Nieto, que mientras se mezclará con éstos líderes dejará de ser Presidente de su país cuando López Obrador asuma el 1 de Diciembre, y así cada quien con sus conflictos particulares.

Como no podía ser de otra manera, la simbología que encierra todo ésto parte del logo, que hace honor como siempre a las *esferas del demiurgo* y sus arcontes, explicado por ellos mismos con sus típicos despistes para la gilada;



Esfera de esferas...como los planetas girando alrededor de nuestro Sol o nuestro Sistema Solar alrededor de nuestra Galaxia, o todas las galaxias girando alrededor del *uno* invisible a nuestros ojos.
Cien =100= esferas para éste logo..numerito redondo que sumado deja obviamente al *uno* =1+0+0=1=, redondito el *30* del mágico *11* que es Noviembre y que en realidad es el *9* tal lo indica su nombre.
Pero veamos cómo lo autodefinen al logo sus creadores;



-El logotipo refleja, a partir de figuras circulares y el uso de una amplia paleta de colores, la diversidad y la construcción de consenso para resolver los principales desafíos globales.

-La diversidad de participantes se ilustra con 20 puntos exteriores que representan a los 20 miembros permanentes: Alemania, Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Corea del Sur, Estados Unidos, Francia, India, Indonesia, Italia, Gran Bretaña, Japón, México, Rusia, Sudáfrica, Turquía y la Unión Europea
A su vez, los cinco anillos concéntricos que conforman el resto de los puntos identifican a cada uno de los continentes.

-Con el mismo formato, los distintos grupos de afinidad =que representan a la sociedad civil ante el G20= trabajaron durante todo el año utilizando cada uno de ellos un color identificatorio.

-El Business 20-B20, que nuclea al sector empresario, utilizó el color azul; el Civil 20-C20 que reúne a las ONG, el morado; el Labour 20-L20 que representa a los sindicatos, el rojo; el Science 20-S20 que agrupa a las academias de ciencias, el naranja; el Think 20-T20 en representación de la comunidad académica, el celeste; el Women 20-W20 que trabaja por la igualdad de género el verde; y el Youth 20-Y20 que convoca a jóvenes líderes de países del G20 el violeta.

Voy a compartirles tres opiniones sobre éste *encuentro*.
La primera, Ian Vásquez para *El Comercio* de Perú;



-Esta semana se realizará la decimotercera cumbre del G-20 en una Argentina en plena crisis económica. Por falta de reformas necesarias, Argentina se encuentra con un peso devaluado en 50% en lo que va del año, 45% de inflación y dependiente del rescate financiero más grande de la historia del Fondo Monetario Internacional.

No hay nada que pudiera haber hecho el G-20 para prevenir la crisis. 
Las raíces del problema argentino son meramente locales y su solución =el cambio de política doméstica= tiene que venir desde adentro si pretende ser duradera. 
Aun así, los líderes de la Unión Europea, Argentina y los otros 18 países con las economías más importantes del mundo que conforman el G-20 se reúnen una vez al año para proponer soluciones a grandes problemas económicos y no económicos a través de la colaboración internacional.

La reunión de este año propone tratar el desarrollo económico, la infraestructura, el futuro del trabajo y la igualdad de género, entre otros temas. 
Es poco serio intentar abarcar tantos temas amplios con el fin de llegar a un consenso sobre ellos en una declaración final, algo que suele ser una meta principal de estas reuniones. 
Necesariamente, el comunicado final queda en promesas y generalidades.

Siempre ha sido así. 
Según la Universidad de Toronto, por ejemplo, los líderes del G-20 hicieron 213 promesas en la cumbre del 2016.
Muchas se cumplieron de alguna forma, muchas no, pero la mayoría no dependían del G-20 para que se cumplan. Lo que es peor, el G-20 se convierte en un vehículo del cinismo y la hipocresía.

Los tres miembros Latinoamericanos =México, Brasil y Argentina= tienen uno de los sectores laborales más rígidos del mundo, responsables de altísimos niveles de informalidad y baja productividad. 
¿Cómo se le ocurre a Argentina tratar el futuro del trabajo cuando su política es una de las más atrasadas?. 
De la misma manera, el príncipe heredero de Arabia Saudí, país donde no se respetan los derechos de las mujeres, ¿que dirá acerca de la igualdad de género?.
Por no hablar de los derechos humanos…

Es un milagro que pueda haber consenso absoluto cuando la membresía del G-20 consiste en democracias avanzadas, dictaduras como las de Rusia o China, democracias pobres como la de India y regímenes populistas cada vez más autoritarios como Turquía, cada uno de ellos con sus propios, y frecuentemente opuestos, intereses.
Todo eso no quiere decir que no haya temas que valen la pena tratar a nivel internacional. 
El comercio es uno de ellos. 
Se supone que el G-20 existe, entre otras cosas, para mantener el orden económico liberal global. Lamentablemente, no necesariamente podemos contar con eso.

La Organización Mundial del Comercio reporta que los países del G-20 aplicaron 40 medidas proteccionistas afectando US$481.000 millones desde mediados de mayo a mediados de octubre. 
Esto sobrepasa las medidas para facilitar el comercio y representa un récord desde que se empezaron a tomar estas mediciones.

Lo que más pesa en esos cálculos es la relación entre China y Estados Unidos y el potencial de que se desate una guerra comercial generalizada. 
A pesar de no estar en la agenda, ese tema coyuntural predominará en el debate público durante la cumbre, pues es uno de los temas internacionales que más afectará el crecimiento global. 
Como en otros temas, sin embargo, su solución no requiere del G-20 sino, en este caso, de un G-2 entre China y EE.UU.

Segunda opinión a cargo de Néstor Restivo para el sitio *Página 12*;



-Veinte líderes del desamor y un mundo desesperado, poetizaría Neruda. 
Bueno, no todos. 
Pero en general el liderazgo global emana una mala imagen y resultados que inclinan a los pueblos a desconfiar de un futuro mejor. 
Comparado con instrumentos de la gobernanza internacional como el FMI, el Banco Mundial o la OMC =estructuras obsoletas que sobreviven para cuidar las ganancias al gran capital según el perimido esquema de poder de posguerra en Occidente post 1945=, el Grupo de los 20 G-20 tiene cierta ventaja pues encara temas urgentes y concretos y tienen mayor peso algunos emergentes. 

No obstante, es apenas un foro no vinculante de políticas donde líderes y lideresas, más sus *grupos de afinidad* =de negocios, de género, de trabajo, de ciencias, de think tanks=, sugieren acciones a seguir que mayormente avanzan poco. 
Y lento. 
En un mundo donde la velocidad del cambio es la regla. El G-20 es más diálogo que acción. 
No es poco. 
Pero es insuficiente si lo que se buscara fueran cambios en serio.

Ejes

El 30 de noviembre, esos jefes de Estado de las economías más desarrolladas del mundo se verán en Buenos Aires. 
El presidente anfitrión, un tan devaluado como la moneda de su país, Mauricio Macri, propuso tres ejes de discusión para esta cumbre que es, para un gobierno como el suyo sin logro alguno que exhibir, el más importante hito de política exterior. 

Esos ejes son trabajo del futuro, conectividad global y seguridad alimentaria, excitantes para un panel académico pero no para una cumbre donde habrá temas más acuciantes como la *guerra comercial* de Estados Unidos contra China =es decir, apenas la punta del iceberg de la estrategia de Washington para frenar el ascenso del gigante asiático=, o la fenomenal crisis de migraciones desde África y Medio Oriente hasta los mares del Sur europeo y las caravanas centroamericanas.

Pero cada país anfitrión, es norma, propone áreas temáticas para el año en que le toca presidir. 
Y en las reuniones habidas en Argentina, más de 40 durante 2018, se abordaron esos temas sugeridos por el gobierno de Cambiemos. 
Sin embargo, está claro que cuando los presidentes se reúnan tras las vallas y la parafernalia policial que traerá cada uno de ellos más la que aportará la ministra Patricia Bullrich en Costa Salguero, la prioridad de personajes como Donald Trump, Xi Jinping, Vladimir Putin, Angela Merkel o Shinzo Abe será intentar bajar las tensiones o en todo caso explorar algún ordenamiento, al menos, de la correlación de fuerzas corriente, que a nivel global y geopolítico se dirimen sobre todo en Asia.

Giro

El G-20 nació en 1999 para ampliar el club selecto que suponía el G-7. 
Era una forma de reconocer, sin mayores reformas, que el peso de otros PIBs emergentes les daba derecho a participar de decisiones hasta entonces cocinadas sólo en Washington y un par de capitales europeas, como máximo participando a Moscú cuando se formó el G-8. 
Pero el G-20 no tuvo grandes expresiones hasta 2008, cuando la crisis financiera global, o mejor dicho la que exportaron los grandes capitales especulativos estadounidenses al resto del mundo, demostró la futilidad de las herramientas de posguerra. 
Ahí empezó a buscarse otro consenso para administrar el mundo sin que se desmadrara frente a tanto despropósito que abunda por doquier.

Varios países, incluida Argentina con el anterior gobierno, quisieron ir a fondo con reformas, por ejemplo en la arquitectura financiera global. 
No pudieron. 
Y la siguiente década mostró en casi todo el mundo un giro ideológico a derechas que truncó expectativas de cambio en serio en los resortes económicos que mueven, más bien hieren, al planeta, salvo a la minoría cada vez más acaudalada.

Una ponencia del filósofo francés Alain Badiou en su país en 2015 dice que 1 % de la población posee 46 % de los recursos disponibles; si esa oligarquía se estira a 10 %, llega a poseer 86 %, y 50 % no tiene nada. 
El restante 40% es la clase media =mayormente occidental todavía, aunque China avanza= que retiene con mucho esfuerzo 14 % y cada vez teme más perder posiciones, lo que la inclina al racismo, la xenofobia y el desprecio por el desposeído. 
Ese es el mundo que monitorea la élite gobernante del G-20.

Occidente y Oriente

Los países que lo integran son Alemania, Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Corea del Sur, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, India, Indonesia, Italia, Japón, México, Rusia, Sudáfrica y Turquía, más la Unión Europea como bloque. 
España es siempre invitada. 
Y cada anfitrión anual elige a otros invitados. 
Argentina lo hizo con Chile y Holanda. 
También suelen participar entes regionales como la Unión Africana, las naciones del Sudeste Asiático de ASEAN o las caribeñas del CARICOM.

Los miembros activos del G-20 suman 85 % del PIB mundial, 80 % de las inversiones globales, 75 % del comercio y 66 % de la población. 
Ya esas cifras evidencian desequilibrio, pues nos dice que hay otros casi 180 países que apenas se reparten el resto. 
Pero en el cuadro general, Occidente va en declive en términos económicos y desde siempre en lo demográfico, en cuanto al peso relativo en los datos citados. 
A su expensa crecen los jugadores orientales, los cuales por eso reclaman más espacio en donde se deciden las decisiones globales.

La relación entre Occidente y Oriente puede verse, y de hecho se ve así según intereses y expectativas de cada quien, como convergencia o como disputa. 
Estados Unidos, tanto en su versión globalista como en la nacionalista que expresa Trump, tiende más bien a ver una amenaza y por lo tanto plantea confrontación. 
El magnate americano negocia con Xi, ha trascendido, un encuentro bilateral en Buenos Aires. 
Y su vice, Mike Pence, dijo el 4 de octubre en el Hudson Institute:

*Con su plan Made in China 2025, el Partido Comunista chino se prepara para controlar 90 % de las industrias más avanzadas del mundo, incluyendo robótica, biotecnología e inteligencia artificial. 
Para ganar los más altos comandos de la economía del siglo XXI, Beijing puso a sus burócratas y empresarios a obtener la propiedad intelectual estadounidense, fundamento de nuestro liderazgo, por cualquier medio*.

Ese es el fondo de la pelea, no los aranceles comerciales.

Analistas de relaciones internacionales creen que la teoría realista, la que ve la guerra como inevitable, ha vuelto a prevalecer sobre otras que tenían más optimismo en el liberalismo civilizatorio acaso por no asumir el gen destructivo que lleva en sí mismo el capitalismo. 
De hecho ya hay fintas en el Mar del Sur de la China y tanto este país como Rusia =ambos, vistos como enemigos estratégicos de Estados Unidos, según los últimos documentos de defensa y seguridad elaborados en Washington= ven brotar a sus alrededores conflictos en los cuales la injerencia extranjera es bastante evidente. 

Una forma de embarrarle la cancha todo lo que se pueda. Como respuesta, Moscú y Beijing, con una larga historia de recelos, se han acercado estos años en varios acuerdos de cooperación y este septiembre hasta hicieron una impresionante demostración militar conjunta en Stavropol.

China busca, además, tejer alianzas con aliados históricos de Estados Unidos. 
Por ejemplo con Japón, cuyo primer ministro Abe visitó en octubre a Xi. 
O con Gran Bretaña, primer país europeo que ingresó al Banco Asiático de Inversiones y Infraestructuras impulsado por China y atado a la Nueva Ruta de la Seda, pese a la advertencia de su hermano menor =o mayor, según se mire= del otro lado del Atlántico. 
Es que todos ven que Eurasia renace y que ya el peso de Estados Unidos, todavía el de mayor peso en lo económico, tecnológico y militar, merma en términos relativos. 
Encima no confían en la imprevisibilidad de Trump.

Además de la bilateral Trump-Xi, si se da, el estadounidense también podría firmar aquí el nuevo acuerdo comercial que supo hacerles firmar a México y a Canadá =dividiéndolos en la negociación= y otros líderes aprovecharán asimismo para afianzar contactos y discusiones cada uno con su propio libreto.

Malestar

Si no fuera por la profunda crisis que vive Argentina y por el más que opaco papel de Macri desde 2015 =tanto que el establishment regional ahora ve como posible líder al insólito Jair Bolsonaro=, el país podría haberlo aprovechado mejor. Igual Macri buscará sacar legítimo provecho y en su gobierno ansían que aunque se anuncie algo sobre el pretendido acuerdo con la Unión Europea, por ejemplo.

Obviamente todas las cuestiones a tratar transitan por la superestructura. 
La gente de a pie mayormente no sabe qué es el G-20 o lo sabrá apenas por el feriado y el cerco a la ciudad, aunque sufra las consecuencias de un mundo gobernado por el poder concentrado de las finanzas, la especulación y los grandes grupos económicos transnacionales, y cada vez menos por políticas soberanas. 
Pero las sociedades sí entienden que los sistemas de representación están en crisis y que la *democracia* vive una hora de enormes cuestionamientos.

En Argentina, como pasa en otros países donde se reúne el liderazgo político global, habrá manifestaciones de ese malestar. 
Si por un lado en el Civil 20 C-20, uno de los grupos de afinidad que aporta ideas al G-20 en nombre de la *sociedad civil* participaron en reuniones en Argentina entidades como la Unicef o la OIT o locales como Conicet, CGT, organizaciones sociales presentaron un sumario de iniciativas para elevar al G-20, por otro lado hay un conjunto de fuerzas reunidas en la Confluencia Fuera G20 y FMI cuyo nombre lo dice todo: 
no confía en absoluto, al contrario, en este liderazgo mundial. 

Por eso viene armando una semana de acción, del 25 de noviembre al 1º de diciembre, en la que también realizarán una Cumbre de los Pueblos a la que se espera asistan varias personalidades e inclusive ex presidentes de los gobiernos populares del Cono Sur. 
Entre las organizaciones locales presentes se cuentan la CTA, Attac Argentina, Jubileo Sur, Movimiento Evita, CTEP, Red Amigos de la Tierra y otras.

Última opinión de la mano de Mariano Yakimavicius para el sitio *Rosario Plus*;



-Argentina se prepara para acoger la reunión del Grupo de los 20 G-20 los días 30 de noviembre y 1º de diciembre en la ciudad de Buenos Aires. 
También prevé un gran operativo de seguridad para contener la contracumbre que ya el año pasado causó estragos en Hamburgo, Alemania, obtuvo mayor notoriedad que la cumbre y dejó claramente expuesto el malestar de un sector muy amplio de la población mundial respecto del curso de la economía.

¿Qué es el G-20?

El G-20 reúne a los países más industrializados con los más importantes países emergentes del planeta. 
Está compuesto por la Unión Europea y 19 países, a saber, Alemania, Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Corea del Sur, Estados Unidos, Francia, India, Indonesia, Italia, Japón, México, Reino Unido, Rusia, Sudáfrica y Turquía. 
En conjunto, sus miembros representan el 85 % del producto bruto global, dos tercios de la población mundial y el 75 % del comercio internacional.

Es por eso que, desde un punto de vista formal, el G-20 constituye el mayor foro planetario de interconsulta y cooperación centrado en la economía global, pero especialmente en temas relacionados con el sistema financiero internacional. 
Se supone que pretende estudiar, revisar y promover debates sobre temas comunes a los países industrializados y las economías emergentes, para mantener la estabilidad financiera internacional, y también para abordar cuestiones de alto impacto mundial que permita proponer soluciones o, al menos, trazar rumbos a seguir.

Desde un punto de vista más realista, el G-20 desplazó desde 2009 al G-8 =que reunía a los siete países más industrializados del planeta más Rusia= y se convirtió en el vértice del poder visible de la conducción de la economía mundial.

Pero la situación actual, caracterizada por la guerra comercial entre los Estados Unidos y China, el divorcio del Reino Unido de la UE con el Brexit, la parálisis del Mercosur y el aumento de tasas de interés por parte de la Reserva Federal de los Estados Unidos, muestran a las claras a una economía global que tras un crecimiento pujante en los últimos años, está dando señales de fatiga.

En tal sentido, el G-20, que emergió como un progreso frente al G-8 en lo que se refiere a la ampliación de la base de países con poder de decisión sobre el curso de la economía global, se muestra falible y hasta cuestionable al momento de proponer soluciones y acuerdos consistentes.

Contracumbre

En abierta oposición al rumbo que propone el G-20, la denominada contracumbre consta de dos aspectos. 
Un encuentro de cinco días de duración denominado *Primer foro mundial de pensamiento crítico*, en el cual exponen distintos políticos y académicos con un claro pensamiento crítico hacia el capitalismo global, y las marchas de protesta que se realizarán en simultáneo con la reunión cumbre, durante los días 30 de noviembre y 1º de diciembre. 
Esas marchas apuntan a opacar el encuentro, caracterizado por el hecho de que los medios de comunicación de todo el mundo estarán transmitiendo lo que suceda en Buenos Aires, donde el gobierno argentino recibirá a los líderes políticos más importantes del globo.

En definitiva, la contracumbre apunta a poner de relieve aquello que generalmente no se ve o no quiere ver, que es la disconformidad de una parte importante de la población mundial respecto del sistema económico capitalista en su etapa global, que privilegia a la economía sobre la política, al sector financiero sobre el desarrollo comercial e industrial, a la producción sobre el ambiente, a la ganancia sobre el bienestar, a la acumulación sobre la convivencia y, en definitiva, a la cifra sobre la persona humana.

El inconveniente que se suscita con las contracumbres, es que pueden ser utilizadas como ámbito propicio por grupos extremistas organizados para cometer desmanes, atentados o cualquier tipo de acto violento. 
Con esa clase de acciones, esos grupos ganan visibilidad a costa de desnaturalizar el sentido último de las contracumbres, que apuntan a todas luces a reclamar por un capitalismo más humanizado y no por su destrucción.

¿Que esperar?

La actualidad muestra al paladín del liberalismo =Estados Unidos= como defensor del proteccionismo, y a un régimen autocrático comunista =China= como defensor del libre comercio. 
Teniendo en cuenta ese solo dato, puede esperarse cualquier cosa.

Aunque la economía global crece, hay indicadores como los ya mencionados que hacen pensar en una desaceleración de ese crecimiento en 2019. 
El cambio climático impacta cada vez más sobre el ambiente pero los líderes de los países más industrializados del planeta ya dieron claras señales de que eso no les importa. 
La tendencia de los países emergentes es a imitarlos, o así al menos lo manifiestan los líderes en ascenso, como el brasileño Jair Bolsonaro.

Las democracias tradicionales aparecen debilitadas en un foro en el cual los liderazgos más fuertes son los del presidente chino, Xi Jinping, quien gobierna un país que no es democrático, y el ruso Vladimir Putin, quien ejerce un liderazgo autoritario tras una fachada democrática. Los modos de Donald Trump ponen permanentemente a prueba su democraticidad y la alemana Angela Merkel =la mayor líder demócrata en sentido tradicional= se encuentra en el ocaso de su vida política. 
La ultraderecha crece en distintos puntos del planeta de manera paralela al descontento y el desconcierto de aquellas personas que desde hace tiempo asocian democracia con pobreza, o con corrupción, o con desempleo o con falta de decisión.

En ese contexto, no parece haber perspectivas demasiado optimistas para el encuentro del G-20 en Buenos Aires. 
A ello se agrega la negativa del presidente electo de Brasil, Jair Bolsonaro, a acompañar al presidente en ejercicio, Michel Temer, en su visita a la Argentina. 
La gestualidad política de Bolsonaro deja establecido desde antes de empezar su gobierno que el Mercosur y Argentina son algo totalmente secundario en sus prioridades. 
Y no ser prioridad para un socio es, por lo menos, un mal augurio.

En lo que respecta al G-20 como organización, puede anticiparse que la ampliación de la participación de actores internacionales en el proceso de toma de decisiones globales es aún insuficiente. 
Una verdadera democratización de las decisiones económicas y financieras globales hace necesaria la inclusión de nuevos actores, ya se trate de países, bloques regionales, actores no estatales u organismos internacionales.

Mientras tanto, millones de personas en países desarrollados y en vías de desarrollo, del norte y del sur, del este y del oeste, débiles y poderosos, esperan un mensaje esperanzador en un mundo con futuro incierto.

Gran coincidencia con todo lo expuesto, pero mi opinión sale del formato periodístico tradicional sin pretender por eso superarlo, simplemente dar otra mirada.

Uno debería preguntarse si en verdad éstos *líderes mundiales* necesitan *mostrarse* y trasladarse a un punto lejano pata *tomar decisiones* que muy bien pueden resolver entre cuatro paredes, a cualquier hora y por teléfono sin necesidad de semejante *movida*.
Y es cierto, pero ellos son en realidad esa cara visible que necesita mostrar quien no la muestra, y hablo de esos poderes que dirigen como marionetas a éstos que ostentan tanto poder.

Saben muy bien que a las marionetas más débiles hay que darles *circo* y hacerles creer que quienes mandan son éstos que dan la cara.
De paso se refriega en la cara del mundo todo el despliegue militar que infunde temor...algo fundamental para el sometimiento de todos, incluso entre ellos mismos, que hacen las veces de *distintos* cuando en realidad juegan todos para un mismo bando, más allá de que en el juego que juegan se entretienen viendo quién la tiene más grande.

El circo necesita como siempre de algún *incidente* de esos que a la manada divierte, desde represión hasta desplantes o histriónicas frases o declaraciones que exacerban y alimentan a quienes pertenecen a la esfera del llamado *nacionalismo*, *banderismo* o cualquier cosa que genere *pertenencia a*.
Lo verdaderamente importante no se delinea en éstos encuentros cuasirevisteriles, pero son necesarios para ostentar y también hacer buen dinero, ya que para hacer éstas cumbres, podrán imaginar cuánto dinero hay en juego en materia de *seguridad* y un *turismo* elitista que en nada se compara con el turismo común y tradicional.

Se firmarán acuerdos de todo tipo, se contraerán compromisos que nunca se van a cumplir, y se anunciarán proyectos que son cloroformo para una esperanza o positivismo que nunca se verá plasmado.

Si algo tiene el Demiurgo a su favor...es el tiempo, los Eones inmortales no se preocupan como nosotros por la corta vida que disponemos y a cada generación humana le corresponde su cuota de sopor necesaria hasta que muere, y llega otra, y así...el tiempo limitado que poseemos los mortales, como siempre, es también una hábil forma de que jamás logremos un proyecto de comunión efectivo contra éstos depredadores geniales.

Apenas si una generación va dejando a la siguiente sus recetas para desactivar éste poder, mayormente quedan como en un *boca a boca* o en algo que llamamos *historia*, pero hasta en eso los depredadores tienen injerencia cuando deciden quién escribe los libros de Historia, y qué cuentan en ellos.

¿Importa realmente ésta Cumbre?, francamente *no*, si esperamos que algo vaya a cambiar para nuestro beneficio, el de los de *bien abajo* como somos nosotros, por el contrario todo lo que pregenian y establecen es precisamente *contra* nosotros, pero *sí* sirve, solamente como material de estudio para nuestro discernimiento a la hora de conocer en dónde hemos venido a existir y a partir de ello *trabajar* para saber adónde vamos a ir cuando nuestro turno generacional se agote.

*Iremos* adonde nos corresponda de acuerdo a nuestra esfera con la cual solemos identificar nuestra *personalidad*, mascarada ésta, que intenta entonces hacernos socios de ese cínico mecanismo que prácticamente nos condena con éxito a regresar a la máquina de reciclaje, que sin dudas nos traerá nuevamente aquí sin que recordemos nada de lo que fuimos.

Excepto...que podamos romper con la esfera que quiere *hacernos pertenecer a ella* para quedar indefectiblemente *asociados*, y eso es posible en la medida de que identifiquemos el problema, que no son ni éstas Cumbres ni las marionetas mayores que las conforman sino algo que está mucho más allá y que sin Gnosis..difícilmente se alcanza a comprender.

Como éste reino es un perfecto combo formado por la mezcla de mentiras y verdades, así como ésta luz pretendidamente solar que nos ilumina es una falsificación de la Verdadera Luz, tenemos que poner todo de cabezas o girarlo en sentido contrario. 
De lo que es bueno tomar lo bueno y replicarlo, y de lo malo huir.
Y cuando por ignorancia innata hemos tomado lo malo =algo a lo cual no escapamos ningunos= tomar consciencia de lo hecho, sentir verdadero arrepentimiento y no volver a reiterar es la premisa.

El reiterado ejercicio de poder detectar en nosotros mismos cómo hemos cedido ante la seducción de lo obscuro, es lo que nos vuelve más independientes de las esferas pese a su fatídica atracción.

Así, *vivir* en éste tremendo espejismo lleno de trampas sin dudas va a ayudarnos a resistir la esfera influyente cuando seamos imantados hacia ella, si es que aquí en ésta existencia, logramos restarle todos los puntos posibles para que no nos reconozca cuando por fin, evitemos ser privatizados una vez más por la perversa máquina de reciclar.

Estar informados no es malo en la medida que lo usemos a nuestro favor, pero poner nuestras espectativas en el *mundo* es un error, entonces agradecer a aquellos periodistas que nos ofrecen una visión que nos ayuda a reflexionar es la idea, sin que por ello nos desentendamos del mundo del cual formamos parte.

Cumbre del G 20, un buen pretexto para no decaer ante algo que juega para hacernos bajar los brazos.

Fuerte abrazo.
Gilgamesh***

Fuentes;
-elcomercio
-pagina12
-rosarioplus

2 comentarios :

לחיים dijo...

Plus One.

Gilgamesh dijo...


Alejandro Arrabal Diaz-Vandinha;
muchas gracias generosxs amixs.