miércoles, 12 de diciembre de 2018

* Zombificados; indigencia cognitiva *

***Hermosa jornada de Miércoles para todxs.


En 1987 Aker y Meyers en sus estudios, estimaban que un sujeto común cualquiera, estaba expuesto a unos 300 o 400 mensajes *persuasivos*, eso que solemos llamar hoy, bombardeo informativo.
En el 2013 Andrejevic actualizó el estudio debido al impresionante desarrollo tecnológico de la comunicación especialmente por internet y las redes sociales, lo cual arrojó como resultado una cifra ya ..incalculable...lo cual le llevó definir que la sociedad estaba *sobre-comunicada*, lo cual nos vuelve *indigentes cognitivos*, término acuñado por Fiske y Taylor en el año 1991. 

Resumiendo, se concluyó en que los humanos, cuando estamos bajo presión de tiempo o algunas situaciones complejas de la vida tendemos a sobre-simplificar los mensajes que recibimos de nuestro entorno, y eso que actúa mecánica o naturalmente *por defecto*, nos lleva a una privación de la comprensión de dicha realidad que nos rodea. 
Respondemos de manera emocional.. anulando la opción racional. 
Así nos volvemos fáciles de persuadir con un mensaje inteligentemente concebido para hacernos ver la realidad que el ingeniero social quiere..., y ésto funciona mucho mejor con encuadres negativos que positivos.

Estamos propensos a *comprar* mensajes negativos, que por ejemplo, en el uso que hoy se acostumbra en materia de lavado de cerebros, políticamente hablando, influye y mucho en nuestras decisiones cuando debemos evaluar candidatos a la hora de votar.

Ésta perversa manipulación social obra con mayor éxito en personas de inteligencia media, es decir que el menos inteligente carece de capacidad para interpretar los mensajes persuasivos, y el muy inteligente al disponer de una mayor capacidad de pensamiento crítico puede discernir y reflexionar sobre el mensaje persuasivo, entonces los receptores con inteligencia ni muy alta ni muy baja son las principales víctimas de ésta ingeniería, es decir las mayorías.

En los últimos tiempos la ingeniería social se viene valiendo y mucho de éstas estrategias y no es casual entonces que tanto las corporaciones económicas como las políticas poderosas, hayan incluído al individuo de baja inteligencia para volverlo útil, tanto a la hora de volverlo un consumista como un votante contranatura.
He allí la magia de muchas campañas publicitarias destinadas a hacer creer al sujeto que él puede *pertenecer* al escalón social inmediato si se integra *consumiendo* lo que consume el de más arriba, y en las campañas políticas destinadas a inducirlo a votar a su verdugo se apela a emociones básicas que la propaganda bien sabe manipular

En una botella de un litro...sólo cabe un litro, no más, y con el complejo neuronal humano que hace al almacén de capacidad de procesar todo lo que los sentidos recolectan y transmiten al núcleo pensante cerebral, pasa lo mismo...

Ésto lo hemos analizado a lo largo del presente año a través de varios posts que nos hablaban del vértigo comunicacional y especialmente con mucha más potencia la telefonía móvil. 
Aparato que ya forma parte del cuerpo humano, apéndice externo adosado por voluntad propia pero inducida por el carácter adictivo de dicho dispositivo.
Puedo dar fé, al no utilizar teléfono móvil quizás tengo más tiempo para observar, y soy testigo del descalabro que produce en las personas.



Los sonidos que avisan la entrada de un wasap o un mensaje de texto, o un comentario en alguna de las tantas redes sociales activadas en tiempo real, me han permitido ver como el individuo que estaba ejecutando algo, sea un trabajo manual o mental, de inmediato entra en turbación, desequilibrio en sus movimientos, descordinación de sus centros de atención, y desconexión espaciotemporal.
Si algunos de ustedes se han tomado el mismo trabajo de prestar atención a ésto, no me dejarán mentir.

Si había una charla cara a cara y se interrumpe por un aviso del móvil...ya nada vuelve a ser lo mismo.

Ésto vendría a ser como estar reunidos en una larga mesa con muchas personas y cada una te habla de una cosa distinta, difícilmente puedas si quiera enfocar a uno solo para prestarle atención, ante lo cual entrás en un estado cortocirtcuital pero...de tus neuronas..

Imaginen cuando hay que ir a votar..., el bombardeo informativo premeditado y hábilmente pregeniado te acosa cada vez que navegás, sumado a esa constante práctica de pretender atender al móvil cada vez que da aviso de algún mensaje, ya no estás bien....

Tu cabeza no está bien...si te cabía un litro te están metiendo un río, y el almacén de procesamiento mental se desborda.

Así, estamos perdiendo la capacidad más básica que es *pensar*, no hay tiempo para pensar, porque esa multiplicidad de contenidos no te permite enfocarte puntualmente ¡¡¡en ninguno!!!.

No es tampoco casual que veamos los resultados electorales que estamos viendo y cómo hemos perdido la noción básica de la importancia de votar, con qué consciencia, qué significa la democracia, cuáles son nuestros derechos, qué debemos exigir, y ya sabés...el sistema necesita ignorantes.

Hemos entrado a una era en la cual la ignorancia ya no es patrimonio del indigente o de quien no ha podido ir a la escuela primaria, hay una ignorancia existencial que se está llevando puesta a una generación embrutecida por la tecnología, que más bien deberíamos denominar *comunicación alienante*.



Imaginate...es como si se nos hubiera modificado la capacidad auditiva y de repente nos empieza a entrar la voz de todas las personas que hay en un kilómetro a la redonda, o nuestra capacidad de pensar e imaginar se viera de repente invadida por lo que están pensando todos en un mismo radio de distancia.

Nos estallaría la cabeza...y eso es lo que está ocurriendo poco a poco, enfermando a la gente no sólo con lo que irradian las antenas o los celulares al cuerpo físico, sino peor aún...tarando nuestra capacidad mental de *procesar*.

Imaginate cuando a todo ésto se le agregó eso de los *grupos* de watsap...sean laborales, vecinales, por el colegio de los niños, etc., donde sumamos *litros* a una pobre botella neuronal en la cual no cabe más que un litro.

Parientes, amigos, conocidos, etc., alguien que te cuenta que se quebró una pierna, otro para decirte que el lunes la escuela cierra por desinfección, otra que está aburrida y no encuentra mejor idea que contarte su pelea de anoche con su marido, el vecino para decirte que cuidado con un tipo que anda merodeando la cuadra, tu prima que se olvidó de la receta para el budín de pan, tu marido para contarte que se peleó con el jefe y no lo aguanta más, y bla bla bla...

Abrís tu face y una cascada de pelotudeces que escriben los 70 contactos que tenés te llevan desde un video del gato que baila hasta el divorcio de la actriz, a la balacera en un centro comercial, y las frases de autoayuda y superación que nunca faltan. 
Mientras tanto en alguna parte de la pantalla la plataforma *te sugiere* leer alguna información política, que casi siempre está relacionada con lo que vos escribís, o incluso pensás y que volcás en tu muro, o lo que piensan quienes se contactan con vos.



La ensalada mental es...fenomenal...
Y ahí estás...todo el día con el aparato en la mano, o al lado de la cama en la mesa de luz, o en cualquier bolsillo que tu ropa pueda portar, en la cartera de la dama, en la cintura del caballero, en la luneta del coche, en la mesa donde estás comiendo..

Y el *coso* ese suena, suena y suena a cada rato...te fuiste de la vida real...entraste en un mundo virtual hecho a la medida de quienes te quieren así..., no prestás atención a nada excepto a que el adefecio comunicativo te avise que hay un mensaje nuevo.

Efectivamente hay una sola cosa positiva en todo ésto y es que la televisión...no alcanzaba, lo cual indica que el gran titiritero sabe que podemos resistir, pero como ese boxeador contra las cuerdas, el titiritero tira trompadas sin parar para que no reaccionemos y ésta forma disruptiva tecnológica es una manera de tenernos contra las cuerdas, boyo tras boyo, mandoble tras mandoble, cazote va, cazote viene, a la mandíbula, en los pómulos, y en la sien.

Pero la golpiza es planificada de manera tal que, ni caigas de bruces y pierdas la consciencia, ni recuperes la consciencia pero sigas de pié.

Estado de borrachera mental, zombificados, saturados, sobre-exigidos, superados, y en cortocircuito permanente.

No entendés nada, entonces todo parece ser lo mismo, todo te da igual, vas al baño y en lugar de limpiarte el trasero tu mano te hace sonarte la nariz, vas a ponerle sal a la comida y le tirás azúcar, vas a tomar la pastilla y te metés en la boca la llave del auto, te dicen que abrás la puerta y abrís la ventana, te piden la hora y le das el pronóstico del tiempo, estás...y no estás.



Así vamos a votar en un comicio....tan confundidos y manipulados que al final...atentamos contra nuestros derechos en un sindrome de Estocolmo cada vez más aterrador.

Del móvil y la tecnología alienante ya he dicho bastante, concedo entonces al gran Tim Wu, Profesor de Derecho en la Universidad de Columbia, experto en legislación antimonopólica especialmente en el ámbito de las telecomunicaciones, creador del concepto *neutralidad en la red*, y autor de *El interruptor principal: Auge y caída de los imperios de la información*, a él le concedo, decía, nos refresque la memoria sobre lo que deberíamos concebir como *Democracia*;



A lo largo de los últimos decenios, muchos en Occidente han llegado a aceptar una concepción notablemente estrecha de para qué sirven la economía y una democracia. 
La economía existe para enriquecernos, o al menos para pagar las facturas. 
Se cree que funciona cuando suben la bolsa y el PIB. Democracia es votar por alguno que esté *de tu lado*. Ambas están vinculadas cuando votas por alguien que promete que te hará rico, o al menos que te bajará los impuestos.

A riesgo de afirmar algo que se ha vuelto obvio en años recientes, esta visión materialista de la economía y la democracia es, en el mejor de los casos, pobre; y en el peor, es peligrosa. 
La insatisfacción económica prolongada y nuestra concepción de la democracia poco consistente han abierto un agujero espiritual que ha empujado a los votantes de Estados Unidos, Europa y Sudamérica a los abrazos de populistas irritados y nacionalistas, que ofrecen un nuevo espiritualismo basado en la nación.

Pero hay otra tradición democrática, prácticamente perdida, en la que los objetivos de una democracia y una civilización digna están irreductiblemente ligados al vigoroso desarrollo de sus ciudadanos en dimensiones sociales, intelectuales y espirituales. 
En esta vieja concepción, una democracia excelente es aquella que sirve de crisol para la forja del buen carácter y la búsqueda de una vida digna: una que incluye la seguridad material, pero que también va más allá.

Esta versión de la democracia no pone el acento en las urnas o en los valores bursátiles, sino en la calidad de la vidas de los ciudadanos tal y como son vividas. Reconoce, de este modo, que el crecimiento personal saludable no ocurre por sí solo: requiere de libertades y seguridad con las que el florecimiento humano sea posible.

Según esta noción, todos los ciudadanos deberían tener la seguridad como para trascender una brutal refriega por la supervivencia y sentirse a salvo, y la libertad para aspirar a hacer algo más con sus vidas. 
Como una vez lo expresó el jurista estadounidense Louis Brandeis: *el derecho a la vida garantizado por nuestra Constitución debería ser entendido como *el derecho a vivir, y no meramente a existir*.

La opinión de Brandeis tiene implicaciones radicales respecto a cómo deberían ser un país y su economía. 
En particular, exige que reconozcamos, limitemos y equilibremos sendos peligros sobre nuestras vidas: tanto el de la opresión gubernamental como el de la coerción privada. 
Eso significa, claro está, la protección ante la censura y la represión del gobierno. 
Pero también significa libertad ante la dominación industrial, la explotación o tanta inseguridad económica como para que uno tema constantemente al desempleo o a la pobreza. 
Como escribió Brandeis, nadie es realmente libre *si depende, en el terreno laboral, de la voluntad arbitraria de otro*.

Desde la revolución industrial, hemos tenido que contar con el crecimiento del poder privado: antes en forma de trust o cártel, ahora en la forma de la gran corporación, el monopolio y la multinacional. 
El poderío y la riqueza de estas instituciones puede exceder incluso el de los gobiernos. 
Especialmente en los Estados Unidos, estas empresas también han reivindicado para sí mismas muchos de los derechos políticos de la ciudadanía: el derecho a la libertad de expresión, a gastar dinero para influir en la política y a la libertad de culto corporativo =hasta ahora, prácticamente todo excepto el derecho a votar=.

Para la mayoría de las personas en los países industrializados hoy en día, nuestro sentido de la autonomía y la seguridad está igual o más influenciado por fuerzas privadas y estructuras económicas que por el gobierno. 
Las condiciones de trabajo =desde la cantidad de nuestro salario y la duración de la jornada, hasta los riesgos de ser despedido, acosado o maltratado por los jefes, e incluso la seguridad personal= determinan hoy qué parte de nuestras vidas es realmente vivida.

Fuera del trabajo, nuestras vidas diarias están también profundamente determinadas por cuestiones económicas como el alquiler, el acceso al transporte o la compra diaria de alimentos, así como el seguro médico, incluso mucho más que cualquier otra libertad abstracta. 
Es por eso que la libertad real debe ser comprendida como ausencia de coerciones públicas y privadas: un aspecto que ha sido completamente olvidado por los denominados libertarianos, conservadores, e incluso la mayoría de neoliberales.

Esto dirige a otra intuición crucial ulterior: que el *gigantismo* =la dominación de la economía y la política por parte de empresas gigantes= es una calamidad.

Desde la perspectiva de la libertad individual hay una diferencia fundamental entre una economía dominada por multinacionales gigantes y una que abarque intereses más pequeños en condiciones de competición. 
Cuando el poder privado está concentrado, los ciudadanos corporativos =las empresas= pueden desplazar con sus exigencias a los humanos. 
Emerge cierta inhumanidad, y perdemos de vista que el florecimiento humano debería ser el objetivo.

Las condiciones de trabajo hacen esta dinámica particularmente clara. 
En los Estados Unidos, los empleados están sujetos regularmente a infracciones que van desde lo invasivo hasta lo abiertamente tiránico. 
A los trabajadores poco cualificados se les prohíben regularmente las conversaciones casuales o demorarse en la tarea =a lo que Walmart llama *robo de tiempo*=, se les deniega el acceso al baño =Tyson Foods=, son cacheados al salir del trabajo =Amazon=, o sujetos a controles antidroga masivos sin sospecha alguna, incluso para trabajos rutinarios =en muchas industrias=.

Más en general, el crecimiento de empleos inestables a tiempo parcial y su otra cara, la sobrecarga de trabajo, ha tenido un efecto corruptor y corrosivo sobre cómo la vida es realmente vivida. 
Tal vez más perniciosamente, el poder privado, tal y como se experimenta en la forma de un puesto de trabajo pleno de dominación, puede destruir la vida familiar. 
Esto tiene efectos intergeneracionales profundos, obstaculizando el desarrollo y limitando las oportunidades futuras de los hijos cuyos padres no pueden dedicarles el tiempo y la atención que necesitan.

Proteger la libertad humana y proveer de la seguridad consistente con la prosperidad humana no requiere solo de regulaciones humanas de las condiciones de trabajo, sino también de una economía abierta, compuesta de pequeñas empresas que realmente obedezcan las leyes. Para lograrlo, necesitamos poner fin, o al menos limitar radicalmente, el poder de los monopolios.

Como Brandeis entendió, la verdadera libertad implica una suspicacia contra las corporaciones enormes y los gobiernos enormes. 
El principio unificador es este: 
el poder concentrado en cualquiera de sus formas puede ser peligroso; las instituciones deben construirse a escala humana, y necesitamos, por encima de todo, perseguir metas humanas.

Abrazo.

Gilgamesh***

Fuentes;
-sinpermiso

6 comentarios :

לחיים dijo...

Another Plus One BrO.

Unknown dijo...

++1. Fernando Fernandez Colilla__ acabo de tener contacto con Victor Manuel Velasco Herrera, un cientifico del clima y del sol, le preguntado que si viene el frio,y dice que la falta de energia del sol hace que cada dia el planeta lo note, lo que más le preocupa es los alimentos, y enfermedades que sera la mayor amenaza del siglo 21... Espero que actuen los gorbernantes.... Saludos Gilga.

Gilgamesh dijo...


Fernando Fernandez Colilla;
¡wow! qué privilegio Fer, gracias por compartir la opinión del experto, y coincido, los alimentos y la salud. Abrazo, muchas gracias.

Iñigo dijo...

Gracias Gilga por este post. Muy clara la visión del mundo que nos quieren hacer vivir. Un saludo

Rufina dijo...

Gracias por tu claridad!!
Un abrazo

Gilgamesh dijo...


Iñigo;
d enada amigo, gracias a vos.


Rufina;
De nada Rufi, muchas gracias, abrazo.