sábado, 23 de marzo de 2019

* Todo cambia; sexionario siglo XXI *

***Hermoso penúltimo Sábado de Marzo 2019 para todxs.

Les invito hoy a evadirnos un poco de la dura realidad que nos golpea a lo largo de la semana, aunque éste tema que abordo hoy no carezca de la suficiente importancia, ya que podría parecer trivial, en el fondo también hace al mundo, a nuestra calidad de vida en lo que respecta tanto a lo mental como a lo físico.
El sexo en tiempos modernos.

He recopilado una serie de editoriales y noticias que a los más veteranos como yo, nos pone *al día* sobre cosas que vienen un poco a *chocar* con nuestra forma de concebir las relaciones, tanto amorosas, *legales*, carnales, como también *de las otras*.

*Cambia...todo cambia..* decía aquella canción, pero...¿realmente cambia?, ¿se transforma?, ¿es mejor o peor?, ¿sirve?.

Muchas preguntas como para pretender responderlas yo, apenas compartir con ustedes y cada quién sacará sus propias conclusiones, desde su punto de vista, desde su propia experiencia, desde el cristal con que se mire.
No solo de pan...vive el hombre..;



-Se ha planteado que la popularización de las muñecas sexuales podría llegar a ser una alternativa para las personas con diversidad funcional, los presos y los ancianos recluidos en instituciones.
Dicho así, el tema se plantea como una gran *bolsa de gatos*.
Se justifica a través de *los indeseables* un aspecto del comercio sexual orientado a los deseosos.
Los ancianos, las personas con discapacidad y los presos están, todos, privados de su libertad de distintos modos.

En vez de pensar cómo mejoramos esas situaciones se les ofrece supuestos recursos relacionados con estas privaciones.
Siempre recuerdo el relato de la mamá de un joven con autismo que quería comprarle una muñeca inflable a su hijo.
Pensaba que eso iba a solucionar muchas cosas.
Ahorró y compró una muy realista en Estados Unidos.
Se la regaló para Navidad.
Se sintió realizadísima y encerró a la muñeca y al hijo en la habitación.

A la mañana siguiente cuando fue a despertarlo, la muñeca estaba cortada en tiritas.

El juguete erótico se puede sumar a un juego de pareja o ser elegido como una alternativa de juego con uno mismo.
El problema es pensar que para algunos es la única opción, una imposición:
*como no podés tener sexo real, te damos esto*.

¿No será que les estamos ofreciendo alternativas menos humanas a los que entendemos como *protohumanos*?



-Son una novedad europea y un éxito de larga data en países como China y Japón.
Los clientes, en su mayoría varones heterosexuales, pagan por compartir una habitación durante unas horas con una muñeca de silicona hiperrealista.
¿No sería más práctico usarlas en sus hogares?
El servicio que ofrecen los burdeles de muñecas tiene una razón de ser económica:
las tarifas van de cincuenta a doscientos euros, mientras que comprar una acompañante de goma ronda los cinco mil.

Este tipo de muñecas, que han ido mejorando el realismo del diseño, texturas y proporciones, existen desde hace cientos de años, pero en países como Reino Unido e Italia generan más interés que nunca.

*Una prostituta es una persona real, puede juzgarte por tus fantasías y preferencias.
Con una muñeca sólo tengo que pensar en mi satisfacción*, dice un cliente joven, sentado en la cama de un nuevo burdel inaugurado en Turín, Italia, mientras le da la espalda a la cámara en el documental de la BBC sobre el tema.
Una de las preguntas que aparece ante la popularización de estas no tan nuevas tecnologías es si reemplazarán a la prostitución.

*La instalación del burdel de muñecas y muñecos en mi ciudad redujo mi clientela.
¿Acaso ya no sirvo?*, se queja un taxiboy.
Mientras tanto, los dueños de estos prostíbulos resaltan un supuesto beneficio ético del negocio:
reduciría el impulso de los clientes de pagar por mujeres, o lo que Cecilia Varela, antropóloga e investigadora del Conicet especializada en comercio sexual, llama *reducción de daños*.

¿Su expansión podría llevar al fin de la prostitución?
Para Varela la respuesta depende de la posición que se tenga frente al debate entre abolicionismo y regulación:
*si uno piensa que el trabajo sexual es una forma de violencia, el sexo con muñecas podría tener un correlato positivo.
Si uno está a favor del reconocimiento del trabajo sexual, puede aparecer el miedo de perder trabajo*.

Pero hay una tercera posición:
*Hoy en los mercados sexuales se ve una diversificación de los servicios, muchos mediados por la tecnología.
La popularidad de los webcammers, sesiones de pornografía interactivas, no reemplazó las modalidades tradicionales de la prostitución.
Hay pánico de que los humanos seamos reemplazados por máquinas pero no va a desaparecer el encuentro entre personas.
Va a haber otras posibilidades*.

Los más interesados parecen ser los varones.
Lo que el mercado tiene para ofrecer en su gran mayoría son muñecas o sexbots =muñecas robóticas con diversos grados de inteligencia artificial que ya se comercializan en ciudades como Japón, Berlín, Amsterdam= que reproducen los estereotipos corporales dominantes y los clisés del porno convencional.
Ni hablar de casos como la empresa True Companion, denunciada por sacar a la venta una muñeca que naturaliza la violación, programada para resistirse y llorar.

Al final de cuentas, ¿la irrupción de las muñecas y máquinas sexuales humanoides diversifica u ofrece más de lo mismo con el plus del hiperrealismo?

*Hoy la oferta en el mercado está casi en su totalidad orientada al público masculino y hetero*, explica Jordi Vallverdú, profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona especialista en epistemología de la informática, en conversación con PáginaI12. 
Sin embargo, *el abaratamiento de costos y la personalización de las máquinas podrían permitir en un futuro democratizar la sexualidad visibilizando toda clases de gustos*.
Para Vallverdú esto conllevará también la necesidad de control de estos mercados, *como ha sucedido con las muñecas sexuales de niñas para pedófilos de la empresa japonesa Trottla.
Algunos países han prohibido su venta, obviamente*.

Del mismo modo que Internet puede ser *tanto un ágora de debate o como de troleo y odio, la robótica sexo-afectiva puede producir liberación o sublimación de prejuicios retrógrados*.

Enrique Stola, médico psiquiatra y feminista, lo ve de otro modo:
*el uso de estas muñecas es un aspecto más de la cosificación de las mujeres*.
Stola no cree que se convierta en un consumo masivo:
*hoy es muy fácil para los hombres **conseguir** cuerpos de mujeres y niñas, por la trata y porque son cuerpos subordinados, porque hay una precarización de la vida de las mujeres, niñas y trans*.

¿Qué dicen este tipo de lazos entre humanos y objetos de los modos contemporáneos de vivir los vínculos entre humanos?
Opina Vallverdú:
*ya hay personas, hombres orientales por lo general, que se han **casado**, simbólicamente claro, con un robot, incluso un holograma.
En cierto modo, ¿no es lógico que un anciano sienta afecto por un robot de compañía más que por sus hijos, que jamás lo ven?
Como siempre, dependerá de cómo los humanos resolvamos nuestras actitudes entre nosotros*.

Lo mismo se aplicaría para Vallverdú en el plano sexual:
*una máquina podría proporcionar sensaciones más placenteras que un humano gracias a su **dedicación**, algo que a los humanos nos falta.
Pensemos en las diferencias en la obtención de orgasmos en relaciones heterosexuales:
en casi todo el mundo los hombres lo ven asegurado casi al 100 %, mientras las estadísticas arrojan un número ridículamente menor para las mujeres*.

*¿Si hay cierto consenso en no juzgar las preferencias sexuales de las personas, por qué mirar con pavor que alguien pueda encontrar en un objeto formas de disfrute y hasta otro modo de compañía?*, cuestiona Julie Carpenter, investigadora del grupo de Etica y Ciencias Emergentes de la Universidad de California.
Y agrega ante la pregunta de este diario:

*Las interacciones entre una persona y un robot o muñeca sexual no indican necesariamente ninguna tendencia acerca de cómo nos comunicamos o nos relacionamos con otros humanos.
No es nada más ni nada menos que una opción para los interesados*.

Aprovechando éste tema, sé que no faltará algún/a mente *picante* =por no decir podrida, jeje= que se preguntará ¿qué pasó con Domi?.
Pues nada que no sea falta de tiempo de mi parte por labores extras por éstos días, pero en cualquier momento retomaremos los audios y...jeje..no se hagan ideas *raras*..
Seguimos con el tema de hoy.

Ahora el famoso *poliamor* que en tiempos de *crisis económica* está resultando en un *cambio* de modalidades a nivel comercial, me refiero a los *hoteles alojamiento*, *Moteles*, *albergues transitorios*, *Telo*, o cómo le llamen en vuestros países;



Los dueños de los hoteles alojamiento de La Plata reclamaron que se permita el acceso a tríos y parejas swingers para paliar la crisis económica.
Es que han sufrido una merma en los últimos meses y buscan la forma de repuntar.

*Los tiempos han cambiado.
Ya no sólo las parejas convencionales quieren acceder, sino que son cada vez más los que vienen de a tres o cuatro y todavía la Ley en la Provincia no permite que los dejemos ingresar en una sola habitación, eso nos quita rentabilidad*, aseguró el dueño de un hotel de la capital bonaerense.

La Plata quedó rezagada en la legislación en la materia cuando la Legislatura porteña cambió la modalidad de ingreso a los albergues transitorios en la Ciudad de Buenos Aires, donde sí se permiten tríos y swingers, algo que estaba vedado.
El artículo sobre la cantidad de personas que pueden ingresar a una habitación recibió el voto unánime en la votación en particular.

El dueño del hotel alojamiento de La Plata, que no quiso dar su nombre, remarcó que pretenden *lo mismo* que en el ámbito porteño y recordó que *acá todavía nos rigen las normas de la dictadura militar y ni siquiera podemos dejar pasar a una persona sola*.
En ese sentido, expresó que *seguramente la rentabilidad crece* si se da luz verde a swingers y tríos.
Esta es una fuente laboral importante en la Ciudad, por cada hotel de alojamiento viven unas diez familias, no podemos dejar que se caiga*, agregó.

El responsable de otro hotel dijo que *en el término de un año el uso de este alojamiento cayó poco más del 40 %, por eso hasta bajamos el precio de la hora y media que hoy está en 900 pesos*.

Además, estimó en El Editor Platense que ese precio *es lo menos que se puede cobrar para mantener toda la estructura del edificio con los empleados necesarios, pero aún así cuesta que las parejas vengan*.
Incluso admite que hay más demanda de sexo grupal, pero que no lo permiten porque la ley no lo avala.

*Es muy raro que aún ningún legislador o concejal se haya hecho eco de nuestros reclamos en el año 2019 cuando las cosas han cambiado mucho, desde todo punto de vista.
En Capital Federal ya permiten tríos o parejas swingers, nosotros no podemos y estamos en desventaja*, cerró el hombre.

La forma de relacionarse también ha cambiado, algunos, especialmente los que pertenecemos a otra *generación* nos encontramos hoy con nuevos *códigos* que nunca hubiéramos imaginado;



-*Tengo cincuenta, me separé después de veinticinco años de casado.
Quedar arrojado a la soltería fue como despertar, a lo Walt Disney, después de un congelamiento de décadas.
¡Aterricé en un mundo que era otro!
Si quería correr a una mujer que me había gustado en la calle para pedirle el teléfono, por poco me mandaba preso, pero veinte años atrás yo era un gran maratonista*.

Así repasa un abogado algunas de sus impresiones cuando le tocó estar de nuevo frente al mercado de la carne y los afectos en un presente atravesado por los feminismos y en el que conocer gente en un bar es retro.
Esos relatos de desconcierto, sorpresa =y a veces de bronca= brotan en los diálogos con los varones heterosexuales de treinta para arriba.

Frente a un panorama de códigos de seducción en estado de revuelta, el pánico a los escraches ocupa el podio de las preocupaciones de los usuarios masculinos de apps de citas.
Así lo grafica un joven gestor cultural, un poco en broma:
*los varones argentinos hoy estamos en modo Quini 6:
te persigue la pregunta: ¡¿Y si esta semana te toca a vos?!*.
Sucede que los feminismos, en plena transformación del sentido común, alientan la redefinición de los modos de contacto, otras miradas sobre el consentimiento, que ya no es más tácito ni dígalo con mímica, y la salida a la luz de violencias que siempre estuvieron ahí pero antes no eran percibidas como tales.

*El sketch de Capusotto **Acá sí que no se coge** podría haber sido un buen título para mi vida.
Me incendio antes de hablarle a una mujer sola en un boliche.
Las aplicaciones de encuentros fueron una salvación para mí porque estaba sobreentendido para qué te ponías a hablar y después te veías.
Me da mucho más miedo, también, lo que pueda pasar ante una insinuación cara a cara, sin que hayamos chateado previamente, dado el clima imperante*, dice Luciano-38-comerciante, quien también asegura que las aplicaciones como Tinder o Hapnd son, además de un oasis para tímidos, una suerte de seguro parcial anti rebote.

Con el feminismo se educa y se goza:
así se podría resumir la respuesta de Camila-30-docente de Letras, a la pregunta por el estado de alerta que despiertan en los varones las redefiniciones de los consentimientos:
*Es agotador escuchar esos lamentos de que las feministas vinimos a pudrir la fiesta.
No digo que no haya quienes toman posiciones moralistas pero, eso no es feminismo, es otra cosa.

La gran mayoría de nuestras miradas son libertarias y pensado en que tanto hombres como mujeres podamos disfrutar más de todo.
Estoy podrida de escuchar que culpan a **las del pañuelo verde** por sus limitaciones para interactuar con respecto por el otro.
Si me enojo porque me zamarreas en una fiesta, no es que sea una feminazi amarga.
¡Vamos!
No es tan difícil escuchar o percibir qué quiere el otro.
Y cuando hay dudas, ¿tanto drama es preguntar?*

*Hablen o al menos respondan si uno se toma la molestia de escribir.
¡Todo lo tenemos que hacer nosotros!
Tan **liberales** que son todas, ¿y después?
Si son tan modernas ¡al menos tomen la iniciativa!*, se lamenta un usuario en su perfil con un reproche emitido, al parecer, en respuesta a decepciones previas.

El usuario de Zona Sur, 39 años, foto con dos niños, escribe como si gritara.
Es un quejido ante algo que debe haber descubierto a través de Badoo:
el desapego emocional ya no es más percibido exclusivamente como capital masculino.
Y eso a veces molesta.

Por supuesto, el espanto no es la única reacción ante la proactividad femenina.
Cuenta el abogado de cincuenta que siente haber sido descongelado:
*Pasás a buscar a una chica.
Te encontrás con que se sube al auto y pone en el GPS la dirección de un telo antes de darte un primer beso.
Tiene que ver con los tiempos que vivimos pero también con la inmediatez que propone la app.
¡A mí me encantó!*.

*En el ámbito de la seducción, veo a las mujeres quizá más descontracturadas.
Quizá sea una percepción.
Pero esto se da en el marco del uso de las aplicaciones, donde los que estamos ahí sabemos para qué estamos.
Al mismo tiempo, veo un efecto inverso en lo que sería la interacción cara a cara:
en el ámbito laboral me pasó de decirle a alguna compañera que estaba muy elegante o que algo le quedaba bien y de repente quedar ante todos como un violador serial*, cuenta un consultor político de 38 años que pide ser presentado sólo con su inicial: E.
*Por suerte, todavía quedan mujeres sensatas que cuando ven que el **avance** es elegante y educado, se **dejan querer**, digamos*, concluye E.

Empezar a derrumbar los avasallamientos y los sobreentendidos que son síntoma de la cultura de la violación, que minimiza y justifica los abusos, no tiene nada que ver con el celibato.
¿Por qué cuesta tanto internalizar esas premisas?
¿Por qué desorientan tanto a los varones, que *pisan con pie de plomo*?

Algo de esto dice Germán-40-diseñador:

*Siempre fui reacio al **chamuyo**.
Pero ahora diría que estoy aún más atento a lo que le pasa a la persona que está conmigo:
si veo el más mínimo freno, no insisto.
Siempre espero un montón:
la haya conocido en vivo o por Tinder, no me lanzo al agua si no veo guardavidas, nenes jugando y mucho sol.
No soy ningún intrépido*.

También cambian los recaudos, dice, el consultor político:
*Los que nos movimos históricamente en Internet, siempre tomamos nuestras precauciones.
Eso no cambió tanto.
Ya desde que empecé a conocer gente en foros o con el viejo ICQ, las mujeres, y, por qué no, también los hombres, avisaban dónde estaban, daban alguna descripción del partenaire y últimamente mandan fotos del lugar en el que estaban.
Puede que de eso se haya tomado más consciencia ahora.

Me pasó de invitar a una chica a mi casa y que fotografiara el frente del edificio.
Nos reímos y lo respeté, claramente.
Sabemos a lo que jugamos.
Nunca invité a alguien a mi casa hasta no tener cierta percepción de su personalidad y circunstancias, aunque, como todas las percepciones, pudiera ser errada.

Podría decir que en mi caso particular, en vez de limitarme en lo sexual, la educación feminista, que logré de manera muy autodidacta, me habilitó a tener menos miedo en los encuentros porque sabía cómo tomar precauciones:
encontrarme con desconocidos en lugares públicos, siempre avisarle a alguien de confianza dónde voy y con quién.
Pero sobre todo me habilitó a no hacer cosas que no me cerraran y a expresar lo que yo quería:
puedo ir a la casa de alguien, quedarte cinco horas, y si veo que no tengo ganas de nada más puedo decir simplemente **¿me llamás un taxi?**.

En otra época de mi vida me hubiera quedado a dormir aun con incomodidades porque teníamos todas las de mi generación ese mandato tan fuerte de **si fuiste hasta ahí, después no podés decir que no***
cierra Camila.

Mariana Palumbo es socióloga.
Basó su tesis en los modos en los que las mujeres de más de treinta y cinco, al momento del cortejo a través de apps, echan mano de algunos postulados del feminismo de la igualdad e ideas sobre la no violencia:

*Ellas no esperan que él les hable.
También, identifican las prácticas machistas muy rápidamente.
Si se encuentran con alguien que les dice cosas como **ufa, ¿por qué no me contestabas ayer?**, salen disparando*.
¿Por qué corren?
Porque aunque la mayoría no se presente como feminista, prende un alerta ante los celos y el control.
*Trabajé sobre todo con mujeres de 40 y 50 años, que habían estado casadas y se reinsertaban en el ámbito amoroso.
Pasaron por muchas cosas.
Muchas venían de historias de violencia.
Te dicen:
**si percibo algo obsesivo, no contesto ni loca***.

*En la app que más usé este año, Tinder, hay muchos perfiles de mujeres estilo **pañuelo verde**, lo digo sin ánimo de ofender.
Son perfiles escritos airadamente, con reclamos sobre el patriarcado y a favor del aborto, en un contexto que no es el adecuado, creo.
Vos no discutís sobre la influencia de Althusser en la interpretación de la obra de Marx cuando estás en un boliche.
Esto sería algo parecido, a nivel virtual*, justifica E.

*Cuando leo esa clase de perfiles en una página de encuentros sexuales, me huelen a manifestación en el desierto.
Quizá funcionen como repelente para algún sector.
A mí me resultan indiferentes.
Me ahuyentan más las faltas de ortografía*.

Tanto en las usuarias treintañeras como en mujeres de más de cincuenta aparece una expertise que los feminismos han sabido diseminar:
un detector calibrado de la machiruleada.
*Vas aprendiendo a crear tus propios filtros*, cuenta Sara-32 años-artista, usuaria de OkCupid.

*Me puse una foto rodeada de amigas y pañuelos verdes.
Así filtrás fundamentalistas, antiderechos y también a esos que dicen **chicas, las banco hasta lo de la violencia de género, pero depílense más***.

Nuevos códigos...

Cierro con la última, súperinteresante a mi entender, para comprender todo lo que hay detrás de una selfie;



-El otro día apareció una investigación que sostenía que los adolescentes tienen un promedio de doce horas por día al celular en sus manos.
El año pasado realizamos una investigación con estudiantes de psicología y llegamos a la conclusión de que un adolescente miraba su celular más de seiscientas veces por día.
Estos resultados que pueden ser constatados día a día, ya no sorprenden sino por la magnitud.
Nadie podría sugerir que no hay algo importante en ese objeto que se tiene entre las manos tantas horas al día y se lo mira tantas veces por día.

Hace muchos años que escribo sobre estos temas, al igual que tantos de nosotros, y ya podemos aseverar que estamos viviendo una nueva época, algunos la llamarán posmodernidad virtual y otro directamente la era virtual.
Se pondrá una fecha patriótica como la llegada a la luna que podría ser el primer celular con acceso a internet y datos que permitió las localizaciones en presente que, por supuesto, significa:
en presencia del celular.

Pero esos comienzos míticos se fueron preparando ya con las redes sociales y con la construcción de una nueva identidad:
la identidad virtual.
Esta no descansa aun cuando nosotros no estemos presentes en la red.
Otro hito insoslayable es la entronización a nivel planetario del buscador de los buscadores, el dios omnipresente y directriz de toda visibilización en la red.
La verdad está en google, que es la nueva manera de deletrear a Dios, todos los millones de libros y de sabiduría tirados a lo anticuado en reverencia a este dios metido, sabelotodo e íntimo, sumamente dúctil para el marketing religioso de la sociedad capitalista.

Pero hay una cuarta característica que también es un hito y que termina siendo la más controvertida para quienes nos ocupamos de la subjetividad.
Estos temas están planteados en el interesante texto de Florencia Fernández en la sección de psicología del jueves 17 de enero, y tiene que ver con el amor en las épocas virtuales.
La autora se pregunta si lo virtual no dificultaría el encuentro con el otro sexo, *los posibles sufrimientos que la experiencia amorosa pudiera ocasionar*.

Antes de hablar de amor, resulta necesario ampliar el concepto y pensar en erotismo.
El erotismo incluye la relación con el propio cuerpo, la imagen de sí, la construcción del narcisismo y es condición de posibilidad del amor que implica alguna mínima porción de entrega de una parte erotizada de uno al abismal campo del otro.
Estos objetos que tenemos entre manos *saben* de erotismo, por eso su monstruosa doble visión.
Al mismo tiempo que miran para afuera, nos miran.

Continuamente nos está sacando una selfie, saben qué nos gusta, cuál es nuestro mejor perfil, hacía donde quisiéramos ir hoy, que nos gustaría comer a la tarde y con quién nos gustaría hacer el amor.
Nuestro objeto, que no es virtual, nos pinta la cara, con cantidad de filtros y algoritmos para que salgamos mejor en las miles de fotos que nos va sacando por día.

Una de las incógnitas es si la selfie estimula el erotismo de la pareja pues ¿qué lugar le queda al otro cuando uno se la pasa sacándose fotos a sí mismo y a todo lo que lo rodea?
La pregunta, en criollo, ¿calienta al partenaire sexual ver todas esas fotos donde el protagonista reúne la gente, es marco de la foto, señala la pertenencia de los participantes en las redes sociales?
Las selfies tiran abajo ese falso dilema que pareciera construirse entre amor en presencia o amor *a distancia*.

Existen cada vez más aplicaciones y redes sociales donde la comunicación es a través de selfies constantes y sonantes, hay que mostrarse lo más bello/a posible haciendo cosas que despierten el interés de los otros, y puedan aplaudir con un like.
Las selfies merecen pocas palabras, la menor cantidad posibles de ellas.
Esto conlleva que sepamos muy bien cómo salir bien en una foto pero que no sepamos hablar casi en ninguna circunstancia.
Nos vemos frente a una época donde todos te miran y no hablan, gente que les encanta su aspecto pero que no soportan su voz.

La selfie es fugaz y autosuficiente, es una creencia:
la tenés que ver ahora porque después ya es historia, o sea, desaparece, no es para verla dos veces así como no se puede vivir dos veces la misma experiencia, ese instante erótico no quedará en ningún lado =ni en presencia ni a distancia= salvo en una mirada, es el erotismo escópico donde somos vouyeristas de la vida, los paparazzi de nuestra vida.
Ser de una época es atravesar un tipo de erotismo que la singulariza, conlleva una marca tan potente como la belleza de una rosa, fluidez que corre y desaparece con tu mirada que al rozarla desaparece como un olor que así como viene se va.

El selfiador/a es compulsivo, serial, saca y sube fotos en todas las ocasiones imaginables, en todas las reuniones, lo importante no es vivir sino *selfiar*, cualquier ocasión que demuestre que uno ha vivido, siempre llevamos la oscura intención de armar con todas esas fotos la retrospectiva de nuestra vida, o un video futuro... de casamiento, de separación, algún futuro epitafio o testamento.
Se trata de un plan organizado que tendrá usos posteriores para dejar marcas de cualquier tipo de vínculo o pasaje por la vida llevado a cabo.

La selfie no entra en el juego entre amor en presencia o amor a distancia, porque crea intimidad antes aun de preguntarse con quien la crea y para qué, no está dirigida a ninguna singularidad, son gestos dirigidos a un espacio que debe ser pensado como la red, aceleración de impulsos, de acá para allá, que aparecen y desaparecen como fluye el río hacia un futuro incierto.
Quien recibe también manda, no hay ni emisor ni receptor, lo que importa es el medio, y ese es el erotismo, la presencia misma en la red, donde nos miran al mismo tiempo que miramos.
Y en esa instantaneidad se levanta el vuelo del erotismo, y el otro responde con un *ahhhhhhhhh* a nuestro pequeño documental erótico vivo.

Amar a puro selfie es una nueva manera de gozar, un amor que podría parecer a resguardo de las experiencias desagradables que cada uno tiene con el encuentro con el cuerpo del otro, sus exentricidades discursivas, sus células adiposas, sus glándulas salivales sin enjuague bucal, la sonoridad de sus flatulencias llenas de metano y ácidos de su última ensalada con aceto balsámico pero no se trata de eso sino de una época marcada por un erotismo singular.
En nuestra época cada cual convierte a su cuerpo y su imagen en erotismo, cada cual descubre su propia intimidad y es quien lo manda al otro, en ropa interior, en situaciones subidas al rojo intenso o en las situaciones más cotidianas.

En otras épocas había otros tipos de erotismo, algunos intentaban encontrar un sistema general que reuniera todas las condiciones de posibilidad del saber, otros intentaban hallar el movimiento dialéctico ascensional de la verdad, otros han depurado los opuestos fluido-sólido, seco-mojado, crudo-cocido para conceptualizar los tiempos acelerándose de nuestra modernidad, hoy comprendemos la prevalencia de la imagen que se toca y desaparece como si fuera un olor, la imagen que roza la nada y que se queda grabada en tus ojos, profundamente poéticos, en las miles de visualizaciones, la insignificancia de lo que se dice.
No hay palabras que puedan rozar el instante que ya se fue... pero quedó esto, una selfie de lo que ya no está.

La selfie necesita, como todo en esta vida, del amor de otro, aspira a pensar que existe Otro, es mandada a la red pero se esfuma en el mismo momento en que es mirada, el erotismo de una mirada que se abre para desaparecer al mismo tiempo que lo mirado.
Pero al estar condenados a ser humanos, esa poesía exigua necesita palabras, esa intromisión de la que hablaba Cortázar, esa obligada interjección en el límite del lenguaje o alguna frase siempre fuera de lugar que arruina el momento, no deja que esa selfie quede más tiempo que el instante de su pérdida.

Fuerte abrazo.

Gilgamesh***

Fuentes;
-pagina12
-pagina12-A
-pagina12-B
-pagina12-C
-pagina12-D

7 comentarios :

לחיים dijo...

Plus One.

לחיים dijo...

Cualquier empresa dedicada a esos artilugios sexuales que cogiera la exclusiva comercial con la iglesia...., se hacia millonaria con esos reprimidos sexuales con sotana...., monjas incluidas.

El sexo esta en la mente, no en unxs muñecoides......

¿Satisfaccion sexual estimulada por lo exterior a uno mismo o introspeccion unisexual y mental?.

Otra forma de hacer dinero abusando de nuestros sentidos e instinto animal.... Mas grasa para la maquinaria podrida.....

Gracias por la reflexion ahumada del momento....

Besos a Domi.....

Fuerte abrazo "KUI".

לחיים dijo...

¿Conclusion?.

El SEXO es la palanca que mueve el mundo y no el materialismo de la economia y la politica....

El Poliamor como en las flores.... Esa necesidad robada de nuestra misma contraparte...., deseada, buscada y casi satisfecha en el sexo, disfrazado de amor en minusculas.....

Gilgamesh dijo...


Alejandro Arrabal Diaz;
gracias hermano.
Gnosis pura Bro, a imágen y semejanza...
Ángeles caídos, Nephillim, entrecruzamiento con *hembras humanas*, sexo con animales, todo está escrito y testimoniado, Enlil y Enki creando sus frankeinstein, otros sus Golems, hoy todo va por el mismo camino..

Saludo de su parte entregado a Domi.
Abrazo.

Oscar301 dijo...

Los clones estan en todas partes, ya tendran varios de Messi

javier dijo...

Ya lo vimos en películas.....
hace tiempo sostengo que la industria de la robotica sexual será a mediano plazo uno de los negocios mas rentables. Cuando esos robots puedan moverse, hablar y hasta quizás se remplace la silicona por tejido vivo, el hombre/mujer del mañana cada vez mas aislado (gracias a la tecnología) adquirirá estas maquinas para el amor a cualquier precio.

Gilgamesh dijo...


Oscar301;
jeje...quién te dice Bro.., abrazo.


javier;
hola Javier, no tengo dudas de que será un gran negocio, éstos no dan puntada sin hilo, tu especulación a futuro también la comparto viendo al paso que va la humanidad embobada por la tecnología. Gracias, abrazo.