miércoles, 3 de abril de 2019

* Tecno-alienados *

***Gran inicio de Miércoles para todxs.

Cada vez que debo ir al centro de la ciudad vuelvo a casa cada vez más preocupado que la vez anterior.
Me resulta alarmante la adicción de la gente con el teléfono móvil.

Verán.., un simple viaje en Colectivo =bus=, nos regala la posibilidad de *mirar* por las ventanillas infinidades de cosas en lo que dura el viaje, en mi caso unos 40 minutos que antes.. je...cuando no existían tantos vehículos duraba apenas 15, pues todo se ha complicado, vaya uno a saber..., además de más coches, motocicletas, bicicletas, gente de a pie, hay mas semáforos, mas trancones, mas accidentes, mas discusiones y puteadas callejeras.

Pero no me quiero ir del eje, tanto para mirar decía, sin embargo en el colectiva el 90 % de los pasajeros =tanto sentados como de pie= sólo mirando la pantalla de sus celulares.

Y claro...las aplicaciones, las nuevas formas de derivar todo a ese aparato nos están *secuestrando la vida real*.
Las Clínicas y Hospitales crean sus propias aplicaciones y ahora los turnos se sacan con el móvil, la Administración Federal de Ingresos Públicos =AFIP= dedicada a toda la *impuestología* con la cual nos esquilman a todos ha implementado de manera *obligatoria* a eliminar las *facturas* en soporte papel para que todos los monotributistas facturen *digitalmente* y obviamente...vía teléfono móvil.

Es decir que a aún a los pocos bichos raros que quedamos y que no usamos el dichoso aparatejo, nos están *invitando compulsivamente* a comenzar a usarlos.
A este paso...no sería exagerado imaginar un tiempo no muy lejano en el cual, la policía detenga a quienes por la calle, no tengan su teléfono en la mano o en la cintura.
Algo así como andar desnudos violando las *normas* de buenos usos y costumbres ciudadanas..

En el año 2017 algunos ya avisaban de la estrategia que se planificaba con toda ésta locura, algunos pensaban que era ficción o exageración, pues habiendo transcurrido ya 2 años...la cosa se va poniendo cada vez peor.

Ya no es sólo la adicción fomentada artificialmente con fines comerciales sino además el *control total* de la vida del individuo, y lo que es peor, el *secuestro* de su naturaleza.

Artículo de Paul Lewis para The Guardian, traducido y publicado por el excelentísimo sitio que recomiendo a todos;
*sal de la máquina*;



Justin Rosenstein había retocado el sistema operativo de su portátil para bloquear Reddit, se dio de baja de Snapchat =que compara con la heroína= y se impuso límites en el uso de Facebook.
Pero no era suficiente.
En agosto, este tecnoejecutivo de 34 años dio un paso más radical para restringir su uso de las redes sociales y otras tecnologías adictivas.
Rosenstein adquirió un nuevo iPhone y dio instrucciones a su asistente para configurar un filtro de control paterno que le impidiera descargarse aplicaciones.

Se sentía especialmente abrumado por la avalancha de *me gusta* de Facebook, que él describe como *deslumbrantes descargas de pseudo-placer*, con efectos tan seductores como efímeros.
Y su criterio no era el de cualquiera:
Rosenstein es el ingeniero que creó el botón *me gusta* para Facebook.

Una década después de haber pasado la noche en vela codificando un prototipo de lo que entonces se calificó de *alucinante botón*, Rosenstein pertenece a un sector pequeño pero creciente de apóstatas en Silicon Valley que protestan contra la denominada *economía de la atención*.



Estos desertores son diseñadores, ingenieros y gerentes de productos que, al igual que Rosenstein, colocaron hace años los cimientos de un mundo digital de cuya maraña ellos mismos intentan ahora escapar.

*Es muy común en el ser humano =dice Rosenstein= hacer cosas con la mejor de las intenciones, provocando consecuencias indeseables no previstas*.

Rosenstein se declara especialmente preocupado por los efectos psicológicos sobre la gente que, como muestra un estudio, desliza sus dedos sobre la pantalla del móvil 2617 veces al día.
Existe una preocupación creciente sobre el hecho de que, además de crear adictos, la tecnología está contribuyendo a lo que se ha dado en llamar *disipación continua de la atención*, limitando gravemente la capacidad de las personas para concentrarse, y posiblemente minando nuestra inteligencia.

Una reciente investigación demostraba que la mera presencia de un smartphone afecta a las capacidades cognitivas, incluso cuando está apagado.
*Todo el mundo está distraído, todo el tiempo*, concluye Rosenstein.

En 2007, Rosenstein formaba parte de un pequeño grupo de empleados de Facebook que decidieron crear un atajo, mediante un solo *clic*, para enviar *pequeñas dosis de positividad* a través de la plataforma. 
El botón *me gusta* de Facebook fue, como dice Rosenstein, un éxito arrollador:

*la fidelidad de los usuarios se disparó, al tiempo que Facebook recolectaba valiosa información sobre sus preferencias para vendérsela después a los anunciantes.
La idea fue rápidamente replicada por Twitter, con sus me gusta en forma de corazón, Instagram y toda una infinidad de aplicaciones y páginas web*.

Fue la compañera de Rosenstein, Leah Pearlman quien anunció la novedad en una entrada de blog de 2009.
Pearlman, que a sus 35 años ejerce ahora como ilustradora, nos confirmó por correo electrónico que ella también se está desengañando con los me gusta de Facebook y otros mecanismos adictivos de participación. Ha instalado un complemento en su navegador para deshabilitar los contenidos destacados de Facebook y contrató a una gestora de redes sociales para que le lleve su página personal.

*Una razón por la que considero particularmente importante que hablemos sobre todo esto es que podríamos ser la última generación capaz de recordar cómo era la vida antes*, dice Rosenstein.

Quizás tenga cierta relevancia el hecho de que él, como Pearlman y la mayoría de gente de su gremio que hoy se están cuestionando la economía de la atención ronden la treintena;
son miembros de la última generación con capacidad de recordar un mundo en el que los teléfonos estaban anclados a la pared.
Resulta revelador que muchos de estos jóvenes ingenieros se estén desvinculando de sus propios productos, y envíen a sus hijos a elitistas escuelas de Silicon Valley en las que los iPhones, iPads e incluso los ordenadores portátiles... están vetados.

Nir Eyal, autor de *Enganchados: cómo crear productos que generen hábitos*, ha pasado varios años asesorando a empresas tecnológicas, enseñando las técnicas que desarrolló en base a su atenta observación del funcionamiento de los gigantes de Silicon Valley.

*Las tecnologías que usamos se han convertido en compulsiones, por no decir en adicciones contantes y sonantes*, escribe Eyal.
*Es el impulso de comprobar la notificación de un nuevo mensaje.
Es la tendencia a visitar YouTube, Facebook o Twitter por unos minutos y descubrirte a ti mismo una hora después picando todavía de un enlace a otro*.

*Nada de esto es casual*, asegura.
Es *exactamente lo que los diseñadores pretendían*.
Eyal explica los sutiles trucos psicológicos que pueden utilizarse para conseguir que la gente desarrolle hábitos, como variar las recompensas que reciben los usuarios para generar expectación o explotar las emociones negativas que pueden funcionar como disparadores.
*El aburrimiento, la soledad, la frustración, la confusión y la indecisión frecuentemente instigan una sensación de irritación o dolor y provocan una acción casi instantánea e irreflexiva para mitigar ese sentimiento negativo*, afirma.

Pero Eyal defiende las técnicas que enseña y desdeña a quienes comparan la adicción a la tecnología con las drogas.

*Igual que no deberíamos culpar al pastelero por prepararnos dulces deliciosos, tampoco podemos echarle la culpa a los creativos de las tecnológicas por presentarnos productos tan buenos que queramos usarlos.
Evidentemente eso es lo que harán las compañías.
Y, francamente, no cabe concebir otra cosa*.



Irónicamente, durante la Habit Summit 2017 Eyal finalizó su charla ofreciendo algunos trucos personales para resistir el encanto de la Máquina.
Explicó al público que utiliza una extensión de Chrome para purgar muchos de los disparadores externos de los que habla en su libro, y recomendó una aplicación llamada Pocket Points que *gratifica al usuario por permanecer desconectado de su smartphone en momentos en los que es necesario concentrarse*. 

Por último, Eyal reveló las medidas que aplica para proteger a su propia familia;
tiene instalado en su casa un temporizador conectado al router que corta el acceso a internet todos los días a una hora establecida.
*La idea es recordar que no estamos indefensos, sino que tenemos el control*.

Pero, ¿es así?
Si aquellos que crearon estas tecnologías están tomando medidas tan radicales para desintoxicarse, ¿cabe esperar que el resto de nosotros sepamos ejercer nuestra libertad de decisión?

No... según Tristan Harris, ex empleado de Google de 33 años convertido en voz crítica frente a la industria.

*Todos estamos enganchados a este sistema. 
Pueden secuestrar nuestras mentes. 
No tenemos tanta libertad de decisión como creemos*, asegura.

Harris, que ha sido calificado como *lo más parecido a una conciencia que hay en Silicon Valley*, insiste en que miles de millones de personas carecemos de elección sobre el uso de estas ubicuas tecnologías, e ignoramos hasta qué punto un reducido grupo de creativos de Silicon Valley está moldeando nuestras vidas.
*Un puñado de personas que trabajan para un puñado de empresas tecnológicas condicionan con sus decisiones lo que mil millones de personas están pensando ahora mismo*, alertó recientemente en una charla en Vancouver.

*No conozco problema más urgente que este. Está transformando nuestra democracia y está alterando nuestra capacidad de elegir qué tipo de relaciones y qué conversaciones queremos mantener unos con otros*.

Harris indagó sobre cómo LinkedIn explora nuestra necesidad de reciprocidad social para expandir sus redes;
cómo YouTube y Netflix reproducen contenidos automáticamente, obviando si los usuarios quieren o no seguir mirando;
cómo Snapchat creó sus adictivos *snapstreaks*, fomentando una intercomunicación continua entre sus jóvenes usuarios.

Las técnicas que usan estas compañías no siempre son genéricas:
pueden personalizarse para cada usuario mediante algoritmos.
Un informe interno de Facebook filtrado este año, por ejemplo, reveló cómo la compañía puede determinar si un adolescente se siente *inseguro* o *bajo de autoestima* y necesita una inyección de confianza.
Esta información, añade Harris, es *un modelo perfecto sobre qué resortes puedes pulsar en un individuo concreto*.

Las compañías tecnológicas pueden explotar estas vulnerabilidades para mantener a la gente enganchada, manipulando, por ejemplo, cuándo los usuarios reciben *me gusta* por sus publicaciones, asegurándose de que lleguen cuando el individuo probablemente se siente más vulnerable, o necesita aprobación, o simplemente se aburre.

Una amiga en Facebook le contó a Harris que los diseñadores al principio decidieron que el ícono de notificaciones, que alerta a los usuarios sobre la actividad reciente como *solicitudes de amistad* o *me gusta*, debía ser azul.
Concordaba con el estilo de Facebook y, según se valoró, resultaría *sutil e inocuo*.
*Pero nadie lo usaba*, explica Harris.

*Entonces lo cambiaron a rojo y por supuesto la cosa cambió*.
Ese icono rojo está ahora en todas partes.
Cuando los usuarios de smartphones comprueban sus pantallas cientos de veces al día, se ven abordados por pequeños puntos rojos en sus aplicaciones, clamando por ser pulsados.
*El color rojo es un disparador*, señala Harris.
*Por eso se utiliza como señal de alarma*.

El diseño más seductor, según Harris, aprovecha la misma susceptibilidad psicológica que hace que los juegos de azar sean tan adictivos:
recompensas variables.
Cuando pulsamos con el dedo ese icono rojo, no sabemos si aparecerá un email interesante, una avalancha de *me gusta* o nada en absoluto.
Es la posibilidad de una decepción lo que hace que sea tan compulsivo.

Eso explica por qué el mecanismo de *pull-to-refresh* =actualizar contenidos arrastrando la pantalla= se convirtió en una de las innovaciones más ubicuas y adictivas de la tecnología moderna.
*Cada vez que arrastras la pantalla con el dedo, es como jugar a una máquina tragaperras.
No sabes lo que vendrá después.
A veces una bonita imagen, a veces un simple anuncio*, concluye Harris.

Loren Brichter, el diseñador que creó el mecanismo *pull-to-refresh*, revela:

*Ahora tengo dos hijos y me arrepiento de cada minuto que no les presto atención porque el smartphone me tiene absorbido.…
He pasado muchas horas, semanas, meses y años reflexionando sobre si todo lo que he hecho ha tenido un impacto positivo en la sociedad o en la humanidad*, asegura. 

Brichter ha bloqueado determinadas webs, ha desactivado las notificaciones, ha restringido el uso de Telegram para comunicarse exclusivamente con su mujer y dos amigos, y ha intentado desconectarse de Twitter.
*Aún pierdo el tiempo allí, leyendo absurdas noticias que ya conozco*, reconoce.

Carga su smartphone en la cocina, enchufándolo a las siete de la tarde y dejándolo allí hasta la mañana siguiente.
*Los smartphones son herramientas útiles*, concede.
*Pero son adictivos.
El *pull-to-refresh* es adictivo.
Twitter es adictivo.
Algo no va bien.
Cuando trabajaba en ello, no era aún lo suficientemente maduro para comprenderlo*.



Chris Marcellino fue contratado por Apple para trabajar en el ensamblaje de la tecnología de notificaciones, introducida en 2009 para facilitar las actualizaciones y alertas en tiempo real a cientos de miles de desarrolladores de aplicaciones.
Marcellino se encuentra ahora finalizando su preparación como neurocirujano.
Puntualiza que no es ningún experto en adicciones, pero afirma que ha aprendido lo suficiente durante sus estudios como para saber que la tecnología puede afectar a las mismas vías neurológicas que el juego o el consumo de drogas:

*Son los mismos circuitos que impulsan a la gente a buscar alimento, comodidad, calor, sexo*.
Todas ellas, asevera, son conductas basadas en la gratificación que activan las vías dopaminérgicas del cerebro.
Marcellino a veces se sorprende a sí mismo pulsando los iconos en rojo de sus aplicaciones solo para *verlos desaparecer*, pero no ve necesariamente antiético explotar las vulnerabilidades psicológicas de la gente:
*no es intrínsecamente malo atraer al público hacia tu producto.
Así es el capitalismo*.

Ese, quizás, sea el problema.
Roger McNamee, un inversor que se hizo de oro con sus operaciones en Google y Facebook, ha terminado desengañado con ambas compañías, pues según él los fines que perseguían han quedado desvirtuados por las fortunas que han conseguido amasar gracias a los anuncios.

McNamee considera la aparición del smartphone un punto de inflexión, que abrió la veda a una lucha sin cuartel por conseguir la atención de la gente.
*Facebook y Google declaran sin rubor que están dándole a los usuarios lo que ellos piden.
Lo mismo se podría decir con respecto a las compañías tabacaleras o a los traficantes de drogas*, sentencia.

James Williams no cree que hablar de distopía sea descabellado.
Como antiguo estratega de Google ha sido testigo de excepción del funcionamiento de una industria que describe como *la forma más grande, estandarizada y centralizada de control de la atención en la historia de la humanidad*.

Williams cuenta que su epifanía le llegó hace unos años, cuando se dio cuenta de que estaba rodeado de una tecnología que le impedía concentrarse en las cosas que requerían su atención:

*fue una especie de revelación personal.
¿Qué está pasando?
¿No se supone que la tecnología debería servirnos justamente para lo contrario?*.



Afirma que las mismas fuerzas que inclinaron a las compañías del sector a enganchar a sus usuarios mediante artimañas en los diseños, también las empujaron a representar el mundo de una forma encaminada al consumo irreflexivo:

*La economía de la atención incentiva el diseño de tecnologías que atrapan nuestra atención.
Al hacerlo, da prioridad a nuestros impulsos por encima de nuestras intenciones.
Esto significa privilegiar lo sensacional sin tener en cuenta los matices, apelando a la emoción, la rabia y la indignación.
Los medios de comunicación trabajan cada vez más al servicio de las tecnológicas, y deben ajustarse a las reglas de la economía de la atención y sensacionalizar, seducir y entretener para poder sobrevivir*.

Todo lo cual puede estar modificando la forma en que pensamos, haciéndonos menos racionales y más impulsivos.

*Las dinámicas de la economía de la atención están intrínsecamente diseñadas para menoscabar la voluntad humana*, advierte.

Si Apple, Facebook, Google, Twitter, Instagram y Snapchat están minando nuestra capacidad para controlar nuestras propias mentes, ¿se podría llegar a un punto en el que la democracia desapareciera?

*¿Seremos capaces de darnos cuenta cuando eso suceda?*, se pregunta Williams.
*Y de lo contrario, ¿cómo saber si no ha sucedido ya?*.


No me cabe la menor duda de que la Democracia está a punto caramelo para ser sustituída con *Gobiernos Inducidos* ya no *elegidos cabalmente* por la gente, sino *metidos* alegremente en nuestra cabeza a través de la Ingeniería Social Electoral que ya vengo observando hace rato, y ustedes también habrán de darse cuenta cómo las campañas políticas pre-electorales hoy se están dirimiendo en las redes, obviamente gracias al teléfono móvil.


Sinceramente...hace 10 años podía imaginar muchísimas cosas en un mundo futuro, incluso cuando advertí que ese aparato se iba a apoderar de mí y lo dejé para no usarlo nunca más,  pero ésto...ésto no, no lo tenía demasiado en cuenta a pesar de Orwell y otros, pues más me alarma la velocidad con la que todo ésto ha precipitado..

La catarata de adicción es..¡¡formidable!! no por buena si no todo lo contrario, pero me asombra el grado de hechizo que éstos aparatos están logrando, cada vez más poderoso, más inductivo, más destructivo, limitante, transformador...

Una transformación que para nada es buena, ya que, si siempre hemos bregado para que el Ser alcanzara mejores niveles de consciencia para una correcta evolución, hoy..estamos yendo en el sentido opuesto, pues nadie puede ya no sólo alcanzar más consciencia, si no..ni siquiera conservar la poca que había adquirido..

Soy un hombre de Fé y de Esperanza, pero con total franqueza..no veo nada que dependa hoy de nuestra firme decisión, de ponerle coto a ésta manipulación feroz, al contrario, todo va cada vez peor.

Vaya uno a saber entonces...si no estamos en manos de alguna solución que excede nuestra propia libertad de romper o frenar o controlar ésta locura en la que la humanidad está siendo desnaturalizada.
Yo al menos...no veo ninguna clase de reacción voluntaria del individuo para salirse de ésta hábil trampa, cada vez se entrampa más.



Qui lo sá...

Fuerte abrazo.

Gilgamesh***

Fuentes;
-theguardian
-saldelamaquina

8 comentarios :

Unknown dijo...

++1.

Gilgamesh dijo...


Fernando Colilla;
gracias Fer.

לחיים dijo...

Plus One.

Star warriors I dijo...

Un gran artículo que da miedo... miedo al que pasará de aquí a unos pocos años. Alguna vez he dicho aquí que en mi casita de pueblo no tenemos cobertura. Allí el móvil no sirve de nada. Allí hablamos, oímos música, cocinamos, vemos pelis... Se hace el amor (y tb sexo). Tanto de noche como de día. En resumen, tenemos el control de nuestra vida y nuestro tiempo. Después llega el domingo y volvemos a la ciudad y a darte cuenta de lo bien que se estába sin el dichoso aparatito...
Abrazos y buen camino...

Rufina dijo...

Gracias Gilga gran información!

Gilgamesh dijo...


LEHAIM;
gracias hermano.


Star warriors I;
claro que recuerdo aquél relato de tu pueblo. En mi caso vivo en una enorme jungla de cemento pero vivo como si fuera un pueblo, a veces pienso en cuánto tiempo perdería si estuviera pendiente de un celular, de cuánto me perdería, de sólo pensarlo..le doy gracias a aquella pesada maza de Albañil y a mi brazo, que cortó una cadena nefasta desde el 2010. Gracias amigo, abrazo.


Rufina;
de nada amiga, gracias a vos. Abrazo.

Psy Rod dijo...

Vengo pensando que el criterio principal para que el error este sobre el bien, es haber inducido, vaya a uno a saber cuando, en la mente colectiva, que las personas buenas y espirituales, tienen que poner la otra mejilla cuando un negativo no tiene respeto sobre nuestra persona... ""El ser espiritual y de bien no se defiende "" ese creo es lo que esta haciendo que nos dejemos llevar y no nos revelemos contra el parasito... Creo que esto hizo generar este resultado social que esta a la vista...

MI PRONOSTICO: El universo nos esta dando soga, tanto a los positivos como a los negativos, para que definamos nuestros pensamientos, prioridades y costumbres,, hasta que chan!!! ni vamos a saber que pasa!!, aquel que sabe como sacar lechuga y achicoria trabajando la tierra es el que se va a alimentar... aquellos que dejaron que su mente y espiritu se pierda en el laberinto tecnologico de la estupidez y egoismo, sufriran la consecuencia de sus propias desiciones, tanto en este planeta como en otro

Gilgamesh dijo...


Psy Rod;
muy de acuerdo con su análisis inicial sobre la necesidad de defendernos y es el Ser Espiritual activado lo que en definitiva nos defiende, algo muy lejano al concepto instalado y distorsionado adrede de aquello de *la otra mejilla*.
Con su pronóstico final, podría decir que también coincido. Muchísimas gracias por su interesante aporte.