domingo, 31 de mayo de 2015

* La Homofobia *

***Feliz Domingo para todos.

Leve caída en los neutrones;





Éste respiro ha de ser por un leve incremento en la velocidad del viento solar y en el repunte de nuestro campo magnético;





Las manchas solares siguen siendo intrascendentes y se aprecia el arribo de algunas manchas al Norte y al Sur;



De momento es todo con respecto al Sol y el clima espacial, sólo agregar que afortunadamente la actividad sísmica no se ha incrementado, al menos no de acuerdo a los monitores oficiales;



Les había prometido tratar un tema delicado que en pleno siglo 21 sigue causando controversias como antaño, me refiero a la homosexualidad.
Interesante artículo abordado desde la seriedad que el tema merece;

-Hace 25 años, la Organización Mundial de la Salud retiraba la *homosexualidad* de su lista de enfermedades y trastornos mentales. Por esa razón, desde el año 2004 se está celebrando en varios países del mundo el Día Internacional Contra la Homofobia y la Transfobia =IDAHOT, por sus siglas en inglés=, como una manera de convocar a los gobiernos, medios masivos de difusión, organismos internacionales y a la opinión pública, a trabajar por la garantía del derecho de las personas con sexualidades disidentes de la heteronorma a vivir en plenitud y sin padecer ningún tipo de discriminación.
El portal de IDAHOT señala que no todos los países donde se realizan campañas en función del 17 de mayo se ha oficializado este día para luchar contra las fobias que condenan las sexualidades disidentes. Es más, afirma que la celebración también se realiza en 37 países donde los actos homosexuales son ilegales.

¿Qué es la homofobia?.



Daniel Borrillo, en su libro *Homofobia: historia y crítica de un preconcepto*, sugiere que la primera persona en usar el término pudo ser K. T. Smtih en un artículo de 1971 donde intentaba caracterizar la personalidad de alguien que no toleraba estar en presencia de un/a homosexual. Desde entonces se harían varias propuestas conceptuales, destacando el aporte de Pierre Bourdieu cuando en su ensayo *La dominación masculina* sostuvo que, además de la violencia física y verbal hacia la persona homosexual, la homofobia es principalmente un tipo de violencia simbólica que generalmente no es percibida por sus víctimas y que es un dispositivo de la jerarquía sexual-social. 
Borrillo resume las distintas miradas en dos dimensiones de la homofobia: una personal, de naturaleza afectiva que se manifiesta en el rechazo hacia el o la homosexual, y otra cultural, de naturaleza cognitiva, donde el objeto no es la persona homosexual sino la homosexualidad como fenómeno social.

Pero, ¿por qué molesta la homosexualidad?

Lo primero es aclarar que la homosexualidad, como categoría, no tiene más de doscientos años =1869=. Según Paolo Zanotti, en *Gay: la identidad homosexual, de Platón a Marlene Dietrich*, en todas las civilizaciones anteriores las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo no tuvieron una categoría científica. La más cercana fue y sigue siendo religiosa, como sodomía o pecado nefando en el judeo-cristianismo, y antes de eso, en la mayoría de los casos no tenían un término específico porque no eran tan relevantes como ahora. 

Si bien varía cuan reprochables o legales eran, no había un consenso social como el actual donde se esperase que alguien tuviera relaciones sexuales exclusivamente con hombres o con mujeres.
Hoy la homosexualidad molesta porque cuestiona la supremacía que la masculinidad se otorgó a sí misma. Teniendo por esencia la fortaleza física, se definió esa característica más frecuente en hombres que en mujeres como vital para la supervivencia. Lo masculino como la guerra, la agresión, como el dinero para poder comprar, como la mano de obra necesaria para que las fábricas produzcan.



Así se constituyó como autoridad, y como tal requirió y requiere de una otredad que le reconozca: la mujer. Para que esa relación de dominación tuviera legitimidad, era necesario que la mujer se concibiera como débil, irracional, incapaz de valerse por sí misma para sobrevivir y por ello condenada a la casa, a lo privado, a lo doméstico. Entonces, en contraposición a lo masculino, se define lo femenino.
Cuando se va por la calle, difícilmente se puede saber si ese hombre o esa mujer que va adelante ha tenido relaciones homosexuales. Solo podemos *suponerlo* porque camina, se viste o habla como una persona del género contrario. 

Es decir, lo que realmente molesta es que un hombre o una mujer no se comporte según la norma establece, y es ahí cuando se convierte en una amenaza, porque un hombre que no quiere competir, que no quiere imponerse, evidencia que esa supremacía masculina no es necesaria ni natural. Mientras, una mujer que no se viste ni maquilla pensándose como objeto de deseo de los hombres también representa un peligro, ya que de ahí a reconocer que no tiene por qué estar al servicio de los hombres hay un solo paso.

El sistema en que vivimos necesita del trabajo gratuito de esa mujer para garantizar la vida de ese hombre que es mano de obra. Necesita que esa forma de opresión se reproduzca en su descendencia; y necesita que la propiedad de la fábrica quede en manos de las mismas familias a través del apellido de los hombres.

La mentira de lo biológico.



En *Lesbofobia*, Olga Viñuales afirma que es mentira eso de que la sexualidad existe solo para procrear. Acuña esa mirada biologicista precisamente al período de la Revolución Industrial donde el modelo de familia se hizo indispensable para sostener el nuevo aparato económico. Para ella, el impulso sexual es igual que otros supuestos instintos. Hay una parte que es innata: las ganas; y otra que es aprendida: nuestras fantasías eróticas. *Con la sexualidad ocurre lo mismo que con el hambre, es una necesidad universal que puede satisfacerse de múltiples maneras*, señala la autora.

Por su lado, Borrillo sostiene que la homofobia es producto del heterosexismo, entendido este último como esa corta mirada que reduce todo a la relación reproductiva macho-hembra, como si todas las veces que una mujer y un hombre tienen relaciones sexuales están procurando la fecundación. Lo cierto es que el heterosexismo pone en un mismo saco elementos que, primero, son diferentes, y segundo, no siempre están asociados. Así, confunde el sexo, resumido en los genitales y los cromosomas, con el género, que es el comportamiento que se espera en función del sexo con el que se le identificó a una persona al nacer, es decir, lo masculino para el hombre y lo femenino para la mujer.

Y por otro lado vincula esta identidad con la práctica sexual, imponiendo que se debe sostener una relación sexual con el contrario, cuando realmente también se puede tener una relación con alguien del mismo sexo. En todo este juego, la homofobia ocupa el lugar del vigilante para que esa mescolanza nunca decante y no quede en evidencia que son cosas distintas el cuerpo, la identidad y el deseo.

Cómo se vive la homofobia.



La dimensión vivencial que es asumida por quienes al estar en un espacio de socialización se identifican como homosexuales, hay que sumar aquella interna que a decir de Mario Pecheny en su investigación *De la no discriminación al reconocimiento social* es la más común. Este autor comenta que al negarse discursivamente la homosexualidad porque se asume que nadie es así en la casa, ni en la escuela, ni está en la televisión o en las canciones del momento, la persona que siente deseo por otras del mismo sexo crece con la angustia de no corresponder a la norma. 

A diferencia del racismo, donde es evidente la razón por la cual te consideran inferior y además suele ser compartida por tu núcleo familiar, la homosexualidad se puede ocultar y negar, especialmente en el hogar. Este hecho hace que la persona arrastre hasta el momento de su aceptación pública la duda sobre el cariño de sus seres queridos así como la estabilidad o desarrollo de su vida laboral. Es esta homofobia silente la que tortura a niñas, niños y juventudes que no tienen las herramientas para leer a su entorno como reproductor de un estigma, y mientras las adquieren viven con una culpa que afecta sus relaciones sociales y desempeño escolar.



En ambas situaciones, antes y después de la aceptación pública, es el hecho de lo público la clave de esta discriminación. Al respecto, Pecheny afirma en su investigación: *Incluso en sociedades o Estados intolerantes, las actividades sexuales non-sanctas pueden ser practicadas gracias al refugio de la oscuridad o de las paredes del cuarto. Lo que plantea mayores problemas es la manifestación de la homosexualidad como relación amorosa, cuyo reconocimiento social y político parece estar aún hoy muy lejano. En este sentido, como señalan los testimonios en todas las investigaciones consultadas, la influencia de la discriminación se percibe más en el cercenamiento de algunos gestos cotidianos, como por ejemplo la posibilidad de caminar tomados del brazo en la calle o de besarse en público*.

Qué hacer para luchar contra la homo-transfobia

Rummie Quintero da prioridad a la formación, empezando desde la educación inicial: *Si la cultura no se transforma a través de la educación, por más que tengamos avances legislativos va a seguir existiendo la homo-transfobia. No obstante, las leyes son muy importantes porque nos dan protección jurídica*, agrega.
Mollie Aguirre coincide en la urgencia del cambio cultural: *La más urgente, la más necesaria, para mí, sería una política comunicacional. Desde no solo la prensa y la radio, sino también la televisión. 

Supremamente importante. Nosotros tenemos que hacer programas educativos sobre el tema donde se incluya a todo tipo de personas y se hable de la diversidad. Se respete y se resalte como normal y natural*.
Ambos puntos son compartidos por Jeff Ortigoza, de la Red Arte Diverso, cuando sostiene: 
*Un gran paso sería que en nuestro sistema educativo se acepte que el mundo no está compuesto solo por heterosexuales*, y además considera vital trabajar en la unión de la comunidad sexo-género diversa: *Si no nos discrimináramos entre nosotros. Si no se rechazara a los transgéneros o a los más afeminados por parte de los más masculinos, nos podríamos mostrar como una gran comunidad*.



Por su parte, Giovanni Piermatei comentó la importancia de la Ley de Identidad de Género para legalizar a las personas trans, de una Ley Antidiscriminación que ataque el estigma, y la aprobación del Matrimonio Civil Igualitario, sobre el que explicó: *Nuestras relaciones son dignas y deben estar amparadas por las instituciones que protegen a la familia, indistintamente si las parejas son del mismo o distinto sexo*.

Bueno, espero que ésto le ayude a reflexionar a quienes aún no han logrado *aceptar* cosas que pertenecen a la privacidad de las personas.
En el fondo, creo que el mal es la fobia misma al distinto, hay fobias por la raza, la religión, incluso fobias hacia la forma de ser más allá del sexo.
Ser distinto, sea cual fuere el motivo, molesta a una sociedad demiúrguica que siempre necesita señalar con el dedo acusador a quienes rompen el molde pre-establecido.

En mi caso, soy heterosexual, pero eso no me excluye de apoyar a quienes no lo son, porque tal como lo compartiéramos en aquellos informes Gnósticos sobre la sexualidad, la fobia y la condena a quienes no son como el sistema quiere, es precisamente alinearse con quienes necesitan de un modelo perverso de control y dominación, de arquetipos necesarios para el sostenimiento de un plan, plan ideado por un homofóbico, homicida y misógino dios que de Dios....tiene poco y nada, más que su habilidad de mantenernos dentro de su gran corral, infelices, revueltos y en permanente estado de confrontación.

Gilgamesh***

Fuente;
-desdelaplaza

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