lunes, 1 de junio de 2015

* Alaska, el Ártico y la bestia destructora *

***Excelente primera noche de éste Junio que inicia el final de la primera mitad de éste año 2015.
Tempranito hoy, cuando den las doce de la noche estamos de cumple en la familia así que adelanto horario de publicación.

Del Sol, nada, de los rayos cósmicos seguimos con los monitores *sin actualizar*, o mejor dicho...sin datos...;



Bajan un rato, toman impulso y vuelven a subir;



Mientras tanto quinto sismo de la jornada en Oregon-EEUU, tercero de +5º;



¿Lo dejamos ahí..?
Cierro con una nota excelente, originalmente publicada en el sitio de Tom Dispatch a cargo del Periodista Dahr Jamail, y traducido al español por Carlos Riba García en el sitio Rebelion.
Extraigo una parte, les recomiendo leer el artículo completo.

-Desde hace 10 años vivo en Anchorage; he dedicado buena parte de ese tiempo a subir y bajar las montañas de la espina dorsal de este estado, los montes de Alaska. Tres veces he estado en lo más alto de Denali, *la grande* de los Athabaskans. Durante esa década hice montañismo durante más de medio año en los más altos de esos magníficos picos. Fue allí, viviendo en medio de las rocas y el hielo, durmiendo sobre los glaciares que crujían y se quejaban mientras descendían lentamente abriendo su camino hacia las zonas más bajas, donde tuve conciencia de mi insignificancia.
Alaska tiene la mayor cordillera costera del mundo y el pico más alto de América del Norte. 

Este estado tiene más litoral marítimo que el resto de los 48 estados vecinos y es tan extenso que en él tendrían cabida dos veces y media el estado de Texas. En él vive la mayor población de águilas calvas americanas. En Alaska viven 430 especies de aves y el oso pardo, el mayor mamífero carnívoro del mundo; también otras especies que van desde la musaraña enana que pesa menos que una moneda de un penique hasta la ballena gris, que llega a pesar 45 toneladas. Especies que en otros sitios están clasificadas como *en peligro de extinción*, en Alaska pueden encontrarse en abundancia.



Ahora, 12 años después de que me marche a Bagdad para empezar mi vida de periodista y nueve años después de abandonar Alaska, estoy de regreso. Me gustaría escalar otra montaña pero esta vez, desgraciadamente, no podrá ser ya que cada día me siento más incapaz de escapar de la destructiva acción del poder militar de Estados Unidos. Aquel verano de 2003, cuando terminaba mi vida en Alaska, fue muy incómodo para mí. Fue después de un invierno y una primavera en la que estuve manifestándome en las calles de Anchorage en contra de la inminente invasión de Irak.

Después, fue mirar con impotencia el espectáculo televisado *conmoción y pavor* de la administración Bush en ese país mientras ardía Bagdad y los iraquíes eran asesinados. Mientras estaba en Denali, ese verano, escuché las noticias acerca del comienzo de lo que sería una infernal ocupación; allí en mi tienda, a 5.200 metros de altitud, yo me preguntaba qué diablos podría hacer.
Así, sumido en mi angustia, viajé a Iraq como periodista independiente =en un equipo de apenas uno= para encontrarme informando de las atrocidades que eran evidentes para cualquiera que no estuviese incrustado en alguna unidad militar.



Mi primer reportaje, una parte del cual era para TomDispatch, advertía sobre los recuentos de cadáveres en una cifra que se acercaba al millón, la tortura desenfrenada en los centros militares de detención y el pasivo ambiental que se había dejado en la ciudad de Fallujah debido al uso de proyectiles con uranio empobrecido y fósforo blanco.
Así pude enterarme de que el poder militar de EEUU es una maquinaria de asesinato a escala industrial y, además, el consumidor más importante de combustibles fósiles del planeta; esto lo convierte en el mayor emisor de dióxido de carbono, el gas de efecto invernadero. 

Tal como sucede, los países remotos como Iraq, asentados encima de enormes reservas de petróleo y gas natural, son el terreno donde se dirimen los conflictos que ellos provocan.
Tomad el lugar donde vivo ahora, la península Olympic, en el estado de Washington. La Armada de EEUU ya tiene planes para hacer adiestramiento en guerra electromagnética en una zona cercana a donde voy a buscar solaz en la montaña: el bosque nacional Olympic y el parque nacional Olympic, junto al anterior.



Y este junio, están programados unos enormes juegos de guerra en el golfo de Alaska en los que habrá pasadas de bombardeo en las que se detonarán decenas de toneladas de munición tóxica y se utilizará el sonar activo en el caladero de salmón más impoluto, económicamente valioso y sustentable del país =hasta se podría decir del mundo=. Y todo esto está por suceder justo en medio de la temporada de pesca.
Esta vez, para decirlo de otra manera, las bombas estarán cayendo muy cerca de mi casa. 

Sea en la Iraq destrozada por la guerra, sea en la *pacífica* Alaska; trátese de sunníes y chiítas o de salmones y ballenas, siento la omnipresente *huella* del poder militar estadounidense como algo de lo que es imposible escapar.
En 2013, los investigadores de la Marina de Estados Unidos pronosticaron que en 2016 habría un verano en el que el Ártico estaría libre de hielo; todo parece indicar que ese pronóstico puede cumplirse. Recientemente, la Administración Nacional del Océano y la Atmósfera =NOAA, por sus siglas en inglés= informó de que en el Ártico este invierno había menos hielo que en cualquier otro de la era satelital.



Dado que al menos desde 2001 la Armada de EEUU tiene planes para realizar operaciones *sin hielo* en el Ártico, sus ejercicios de junio, llamados *Borde norte* muy bien podrían ser justamente la salva inaugural de las futuras guerras climáticas en el norte, con las ballenas, las focas y los salmones en la primera línea del frente.
En abril de 2001, empezó a funcionar un simposio de la Armada llamado *Operaciones navales sin hielo en el Ártico* para comenzar a preparar a esta fuerza armada para un futuro cambio climático inducido. 

Avancemos rápidamente hasta junio de 2015, hasta lo que el poder militar llama el *más importante* ejercicio conjunto en Alaska; el comando con base en este estado, apunta a llevar a cabo el ejercicio Borde norte en una zona de unas 8.500 millas marinas cuadradas que es el hábitat de las cinco tipos de salmones de Alaska y otras 377 especies de vida marina. Los juegos de guerra que se avecinan en el golfo de Alaska no serán los primeros ejercicios en esa región =ya ha habido varios en los últimos 30 años= pero serán los más vastos, de lejos. De hecho, se espera que el uso de munición superará en un 360 % el realizado hasta ahora, según Emily Stolarcyck, encargada de la gestión de programas del Consejo Conservacionista Eyak =EPC, por sus siglas en inglés=.



La Armada ya está autorizada a utilizar fuego real, incluyendo bombas, misiles, y torpedos como también el uso del sonar, tanto activo como pasivo, en unos juegos de guerra *reales* en los que se espera se utilicen unas 160 toneladas de *material consumible* cada año =en la lista de los numerosos elementos incluidos en el material consumible confeccionada por el departamento EIS de la Armada, que estudia el impacto ambiental de las operaciones navales, hay misiles, bombas y torpedos=.

En este momento, la Marina de EEUU está embarcada en el proceso de conseguir los permisos necesarios para los próximos cinco años, aunque también se dice que se están haciendo planes para los próximos 20 años. Un gran número de buques de guerra y submarinos están en la lista de unidades que se trasladarán a la zona; la posibilidad de contaminación que se abre tiene preocupados a los alasqueños que viven en las cercanías.

Bueno...yo no estoy tan seguro de que en 20 años sigan haciendo lo mismo, la Creación..se les viene encima.., no hay impunidad en los Tribunales donde la sentencia ya está dictada, y es ..inapelable..

Gilgamesh***

Fuente;
-tomdispatch
-rebelion

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