sábado, 11 de julio de 2015

* ¿Qué hay después de la muerte?-Parte 11 *

***Excelente noche de Sábado para todos.

Sin novedades con respecto a eventos solares, pero sí sobre otras variables del clima espacial.
Tal como se esperaba CIR hizo su trabajo, elevando la velocidad del viento solar a unos 700 Kms. x seg. y enviando protones de baja energía, lo cual puso a vibrar a nuestro campo magnético, el resultado, Tormenta Geomagnética y condiciones de inestabilidad;













Por lo tanto,todo ésto, sumado a un par de bombazos backside entre ayer y hoy...;





logra bajar a los escaladores compulsivos;



Nada más amigos, retomamos la investigación interesantísima de Manuel Sancho Pomés;

La segunda es que muchas personas que han sufrido una ECM cuentan cómo en el más allá recibieron instrucciones de tipo religioso o de alguna otra índole de seres con los que se encontraron, según revela Craig R. Lundhal, médico e investigador de la Universidad de Nuevo México. Es llamativa la elevada frecuencia de ECM entre personas de religión mormona. La explicación podría deberse a los valores sociales de sus integrantes, que alientan a los individuos a compartir sus ECM de manera mucho más abierta que en otros grupos sociales, ya que los mormones interpretan este tipo de experiencias como parte de sus creencias religiosas y como un atisbo real del más allá. 

Los mormones han llegado a describir las vivencias más allá de la muerte con sumo detalle: un mundo sumamente organizado y basado en un orden moral y estratificado en el que la unidad básica social es la familia, pero integrada en un complejo sistema social. Más aún, los mormones sugieren que ese otro mundo es vasto y que se encuentra cercano al mismo planeta Tierra. Hay edificios por doquier, de mejor diseño y construcción que los aquí presentes, rodeados de una vegetación indescriptiblemente bella. Asimismo, las personas disponen de nuevas capacidades y poderes mentales que pueden ejercitar, así como diversas y atractivas vestimentas.



Caroline Schorer describe un par de casos de experiencias cercanas a la muerte que sucedieron a principios del siglo XIX en el valle del Mississippi, entre indígenas de América del Norte, y que, a su vez, vienen recogidos en una publicación de la época. En estos relatos las personas sufrieron experiencias extracorpóreas y se encuentraron con otros reinos y con seres ya fallecidos. No se mencionan ni la experiencia del túnel ni la de la revisión vital. De mayor interés parece ser el relato recogido por el investigador chileno Juan Gómez-Jeria. 

A raíz de una interesante ECM sufrida por un mapuche en el sur de Chile y grabada en su audio en 1968, Gómez-Jeria relata sus impresiones sobre este caso, que se encuentran reflejadas en el libro El hombre que murió y se fue al volcán, publicado en 1992. Los mapuches =gente de la tierra= habitan el sur de Chile y ciertas zonas del sur de Argentina. Cada comunidad se identifica a sí misma como mapuche, mientras que denomina a las otras de distinta manera: huilliches =gente del sur=, puelches =gente del este=, ranculches =gente del pasto rojo=, etc. Los mapuches creen que la vida continúa después de la muerte en un cuerpo que es un doble exacto del que poseen en esta realidad.



Este otro cuerpo presenta las mismas necesidades y sentimientos. Y no solo eso, sino que también preserva todas sus características, las que estaban presentes en el momento de la muerte. Cuando llega el momento final, este doble se separa del cuerpo físico y entra en la fase am, desde donde sigue relacionándose con los lugares y las personas que conocía. Sin embargo, un año más tarde el am se desplaza a una región espiritual y se convierte en un pulli que, a su vez, sigue cuidando desde esa dimensión a su familia y amistades. Los mapuches incorporan al pulli en el pillán, una entidad que no se corresponde con un dios o con un demonio, sino más bien con un ancestro. 

Cada clan y cada tribu tienen su propio pillán, que puede ser femenino o masculino. Allan Kellehear =2001= relata un caso de ECM que aparece en un libro sobre el folclore hawaiano de principios del siglo XX. El autor titula a ese capítulo del libro *Una visita a la tierra de los espíritus o la extraña experiencia de una mujer en Kona, Hawaii*. Según explica, Kalima se encontraba enferma durante varias semanas hasta que, finalmente, falleció. Su muerte fue tan convincente que su familia y amigos prepararon su tumba y comenzaron con su funeral.



Cuando se encontraban practicando estos ritos, los testigos vieron cómo comenzaba a respirar y abría los ojos. Naturalmente, los presentes se llevaron un susto. Tantos días de enfermedad habían servido para debilitarla, pero cuando comenzó a recuperarse una increíble historia fluyó de sus labios: *Yo morí, como todos sabéis. Abandoné mi cuerpo y me quedé a su lado mirando hacia abajo, a aquello que había sido yo …. Miré mi cuerpo durante unos minutos, me di la vuelta y me alejé caminando. Dejé atrás la casa y el pueblo y llegué hasta la siguiente villa, donde encontré a muchísima gente…. 

Había miles de hombres, mujeres y niños. Algunos de ellos me eran conocidos y habían muerto hacía muchos años, pero casi todos eran extraños para mí. Todos se encontraban muy contentos. Nada les preocupaba. La alegría estaba dibujada en todas sus caras y la risa y las palabras amables en cada una de sus bocas. Dejé el pueblo y me fui al siguiente. No estaba cansada, así que no me importó caminar. Otra vez me encontré con lo mismo: miles de personas y todas muy alegres y felices. Nuevamente conocía a algunas, hablé con unas pocas y seguí mi camino*.



Llama la atención el hecho de que la mujer se dirigía, como manda la tradición hawaiana, hacia su destino final: el volcán. De hecho, cuando se aproximaba al cráter ocurrió lo siguiente: *Y me dijeron: **Debes volver a tu cuerpo. Todavía no debes morir**. Yo no quería volver. Supliqué y recé para que me dejaran estar con ellos, pero los seres insistieron: **¡No! Debes volver y si no lo quieres hacer voluntariamente, te obligaremos a ello**. Me puse a llorar e intenté quedarme, pero me empujaron, incluso me pegaron cada vez que me paraba y no seguía mi camino de vuelta. Volví a encontrarme en los pueblos que ya había recorrido con la gente llena de felicidad. 

Cuando les conté que no me habían dejado quedarme, me ayudaron a volver*. Sorprende que esta mujer no describa ni la sensación del túnel ni tampoco las experiencias de luz y oscuridad que suelen aparecer en los relatos occidentales. Quizás estas experiencias lumínicas podrían haberse dado si la persona hubiese alcanzado, por ejemplo, el cráter del volcán. Tampoco encontramos la revisión vital que sí aparece en otros relatos de distintas islas de la Melanesia. El autor se pregunta si la influencia cultural de los misioneros cristianos puede tener algo que ver con este último punto.



En la isla de Guam, en el Pacífico, el psicólogo Timothy Green llegó a recopilar 4 casos de ECM entre los habitantes denominados chamorros. Al igual que ocurre en otras ECM, tanto en Occidente como en Asia, las personas se encuentran con seres que ya han fallecido, algunos de los cuales son familiares. Sin embargo, a diferencia de los casos propios de la India o China, los chamorros sí que hablan de experiencias extracorpóreas, incluso de volar a través de las nubes. Unos pocos pueden llegar a visitar a familiares situados a miles de kilómetros de distancia, por ejemplo en América. La muestra no es muy abundante, cuatro casos, por lo que no se pueden obtener extensas conclusiones, pero en este estudio no podemos pasar por alto que en ninguna de estas cuatro personas aparecen la revisión vital ni la experiencia del túnel. 

Otra autora, Dorothy Counts, describe cómo el concepto de espíritu como unidad no existía entre los melanesios hasta la llegada de los misioneros cristianos. Previamente a esta visita, los kaliai asumían que el espíritu humano tenía dos caras: el tautau, o esencia espiritual, y el anunu, o imagen o sombra. La enfermedad ocurría cuando los componentes espirituales se separaban del cuerpo y no se volvían a reunir.



Si la separación era permanente, se producía la muerte. Los animales no tenían componente espiritual, que quedaba reservado para los humanos. Muchos nativos pensaban que el espíritu permanecía junto al cuerpo mientras este se descomponía, hasta el punto de que en casos de asesinato los habitantes del pueblo intentaban ponerse en contacto con el espíritu para conocer la autoría. También es interesante subrayar que los kaliai consideraban la muerte como un proceso más que como un evento único. 

Un proceso que podría comenzar mucho antes de que se manifestaran signos físicos y, hasta cierto punto, podría ser reversible. El proceso de la muerte comenzaría con la pérdida de consciencia, llamada *muerte parcial* y, desde este punto, se evolucionaría hasta la *muerte verdadera*. Una persona podría volver a la vida en cualquier momento, siempre que no hubiera comenzado la descomposición de su cuerpo.
Según Dorothy Counts, los kaliai vivirían una ECM que incluiría la visita a otras realidades donde se encontrarían con familiares y amistades ya fallecidos. Es decir, las experiencias de los habitantes de estos lugares del mundo, una vez más, se parecen a las occidentales o viceversa.



Los casos descritos por esta autora tampoco son muy abundantes, tan solo tres personas, en las que se apreció que solo en un caso se dio la revisión vital. La segunda particularidad observada, si bien insistimos en lo escaso de la muestra, es la ausencia de experiencias extracorpóreas y de túnel. Por el contrario, los melanesios parecen presentar otro tipo de particularidades, como por ejemplo ver un lugar en el que se somete a las personas a una especie de juicio. La persona permanece de pie y queda atrapada en una especie de campo magnético, de manera que otras personas deben ayudarle para liberarse. En ese momento se le llama para presentarse al tribunal. 

Si sus explicaciones sobre los hechos cometidos en la vida terrenal no son satisfactorias, comienzan los castigos, que suelen acabar con la quema del sujeto en el fuego. Lo que llama mucho la atención en esta historia es que ninguna cultura propia de la Melanesia posee entre sus elementos nociones de juicio final a los muertos. Una explicación a este factor es, sencillamente, que la colonización y las misiones cristianas, que se suceden desde 1949, hayan influido a los habitantes y este tipo de experiencias sean, en realidad, un tipo de contaminación cultural.



Continuará...
Gilgamesh***

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